Aunque ya no acuda al culto
tanto cual quisiera yo
sigue habitando mi pecho un
rojiblanco corazón.
Sigue mi alma piadosa
pendiente del transistor
los domingos por la tarde:
¡qué plácida desazón!,
(que, como todos sabemos,
esto es oximorón
y, además, para más inri,
no se acentúa en la on).
Alimento de mi espíritu,
es una fe bicolor,
axiomática verdad:
mi única religión.
Esas tardes domingueras
pegado a mi receptor
recogidamente cumplo
la liturgia del foot ball.
Y cuando las ondas tardan
en confortar mi fervor
rezo una jaculatoria
con arrobo y devoción:
creo en el rojo y el blanco,
colores de la ilusión,
creo en el azul del cielo,
tan bonitos como el sol.
Puso la primera piedra
de esta sacra institución
San Julio López (y Amigos)
pontífice fundador.
Creo en San Matías Fígares,
patriarca y hacedor
del gran templo donde antaño
impartíase comunión.
San Floro, Millán, González...
santos de mi devoción,
plantaron Graná en el mapa
balompédico español.
San Trompi, César, Cholín...
con su juego de primor
hacían olvidar las hambres
en años de postración.
Y creo en San Julio Alberty,
guardameta volador,
arcángel de los largueros,
mártir y santo varón.
Creo en San Ramón Carranza,
goleando con pasión,
derrotando a los infieles
con coraje y pundonor;
San Benavídez, San Vázquez,
y otros de tal condición,
casi consiguen el título:
de la Copa, campeón;
gran hito para el recuerdo:
toda Granada vibró;
hasta los gatos del Darro
lloraron de la emoción.
Y creo en San Jeno Kalmar,
sabio y eximio doctor,
impartiendo desde el púlpito
sapientísima lección.
Creo en San Enrique Porta,
canonizado en el gol.
Creo en San Vicente González,
profeta con el balón.
San Ñito, San De la Cruz...
compitiendo con honor,
consiguiendo con su esfuerzo,
de escépticos, conversión.
Creo en San Joseíto Iglesias,
de Castilla y de León,
aunque algunos, por mal nombre,
le llamaran cabezón.
Creo en San Aguirre y Fernández
-¡un muro de contención!-,
vara y martillo de herejes,
de enemigos el terror.
Y reniego del maligno
y de cuantos en complot
procuran aguar la fiesta
sembrando desilusión:
gojenuris, gurucetas
y algún que otro bribón:
se merecen, por lo menos,
deshonrosa excomunión.
Con el beato Antoñico,
teólogo del candor,
el Diamante y otros miles
que forman congregación,
pacientemente esperamos
el mesías salvador
que nos saque de este infierno,
de la gloria siempre en pos.
Que vuelvan aquellos tiempos
de Primera División.
que se acabe el purgatorio
y esta cruel inanición.
Si tal cosa sucediere,
si hubiera resurrección,
que usted conmigo lo vea,
y así sea ¡vive Dios!
domingo, 1 de junio de 2008
UNA FE ALCOYANA
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario