Cronológicamente, la primera gran frustración en la que parecen actuar “fuerzas ocultas” se presenta cuando el club todavía no había alcanzado su tercer cumpleaños, en la temporada 1933-1934, cuando respondía al nombre de Recreativo Granada y militaba en la tercera categoría del fútbol español. El Recreativo se había proclamado campeón de su grupo (integrado por sólo tres equipos: Recreativo, Malacitano y Xerez) y como tal le correspondía disputar fase de ascenso a segunda. Al frente del club figuraba el ilustre pintor Gabriel Morcillo, pero antes de terminar la temporada llega a la presidencia un hombre fundamental en su historia, el arquitecto Matías Fernández-Fígares, con el cual mantiene aún el granadinismo una deuda de gratitud pues fue la persona que lo dotó de un campo digno donde desarrollar su actividad. Era entrenador Antonio Rey y como jugadores más destacados de aquel equipo estaban los granadinos Paquito y Pepe Carmona Ros y Bombillar (que además de jugador fue entrenador, masajista, utillero y conserje de Los Cármenes), así como el guardameta Tabales, el medio Itarte y el goleador Calderón. Nos gustaría conocer si aún puede quedar algún aficionado que recuerde esta temporada por haberla vivido de cerca.
La segunda fase enfrenta a los nuestros con el club Gimnástico de Valencia, saldándose el partido de ida en tierras levantinas con un 3-0 en contra; pero en un sensacional partido de vuelta consigue el Recreativo igualar la eliminatoria con un 4-1 en el campo de las Tablas que hace que haya que acudir a desempate en terreno neutral. Así, en Madrid, en el desaparecido campo del Parral, se disputa un primer partido de desempate que acaba 1-1 por lo que es necesario un nuevo desempate dos días después en el mismo escenario.
En esta ocasión, en la de este segundo partido de desempate, los duendes perversos tienen nombre y apellidos y son de carne y hueso: en primer lugar las autoridades federativas, porque lo que hace dudar de la limpieza de lo que pasó en este segundo desempate es el hecho previo de que el Gimnástico no era en realidad el que tenía que haber disputado la fase de ascenso, sino que el rival tenía que haber sido el Levante, pero por error burocrático o por desidia federativa o por no se sabe qué intereses ocultos, se dijo, al final fue el Gimnástico el que disputara a los granadinos el derecho a estar en la categoría de plata del fútbol español. Esto provocó todo tipo de sospechas de favoritismo de los estamentos oficiales futboleros hacia el club valenciano, sospechas que se vieron acrecentadas en el desarrollo del partido que nos ocupa, que acabó con un contundente tres a cero desfavorable a los nuestros. Y aquí entra la segunda bestia negra del evento: el referí Canga Argüelles, con una actuación de tintes claramente favorables a los valencianos, que expulsó al defensa Tomé por insultarlo, expulsión contestada por el recreativista con agresión al trencilla seguida de abandono del terreno de juego entre guardias de asalto.
Cuando el partido está acercándose al final se produce lo más grave: tras encajar el tercer tanto es expulsado Calderón; son nueve contra once y ante esto el capitán Itarte con grandes voces invita a sus compañeros a retirarse. Efectivamente, los recreativistas se retiran del terreno de juego (la primera y única vez en la historia del club que ocurre esto) en protesta por la que consideran parcial actuación del colegiado el cual vuelve a ser objeto de agresión por el jugador Tomé (una especie de Aguirre Suárez de la época en aquel Recreativo al que perseguía cierta fama de equipo marrullero) ya en atuendo de calle.
Lo ocurrido se puede calificar como muy grave y como un baldón en el honor de
A pesar de esta histórica primera decepción el final de este cuento es feliz porque antes de terminar este año de 1934 ya estaban los nuestros en Segunda División, y es que hubo una segunda oportunidad de ascenso en una liguilla jugada exclusivamente entre equipos andaluces que los blanquiazules no dejaron escapar al salir vencedores y ascender junto con el ya por entonces eterno rival, el Malacitano, por lo que al iniciarse en diciembre la competición pudo la afición granadina recibir el bautizo segundodivisionista, y a los pocos partidos, concretamente el día 23 de diciembre de1934, disfrutar del flamante aunque inacabado estadio de Los Cármenes y además hacerlo con una victoria (2-1) ante, precisamente, el Malacitano.
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