EL ONCE FANTASMA

Pedro Escartín bautizó al Granada CF (el Recreativo Granada) con el apodo de "Once Fantasma" cuando este club era un recién llegado a la competición pero ya andaba codeándose con equipos de solera y aspiraba a lo máximo.
En este libro se narran las vicisitudes por las que atravesó el Recreativo en sus cinco primeros años de existencia y también se recogen los sucedidos ciudadanos más impactantes de aquella época revuelta que fue la de la II República.
En la foto de cabecera se ve al Recreativo que se enfrentó al Gimnástico de Valencia en el campo madrileño de El Parral, 21 de febrero de 1934. De pie: Sosa, Tomé, Calderón, Luque, Itarte, Carrera, Victorio y Tabales; agachados: Gomar, Morales y Herranz.
Para adquirir un ejemplar firmado y dedicado por el autor (20 €), dirigirse a
jlramostorres@gmail.com


Historia del Granada CF



lunes, 26 de julio de 2021

FINAL DE TEMPORADA 45-46

 

 

El Capitán sevillista muestra la copa por el campeonato de liga recién conquistado mientras los jugadores del Granada y del Sevilla aplauden

 

Doble amistoso con el Sevilla campeón

La liga, terminada con una gran frustración rojiblanca ya que hasta ultimísima hora tuvo nuestro equipo posibilidades de por lo menos haber promocionado para el ascenso, se acabó a finales de marzo de 1946, pero para finiquitar la temporada oficial faltaba disputar la Copa del Generalísimo, que empezó al domingo siguiente en XVI entre equipos de primera y segunda. El Granada tuvo la suerte de quedar exento en esta primera eliminatoria y no entrar hasta octavos. Lo mismo ocurría con el equipo que acababa de proclamarse campeón de liga, el Sevilla, en la que es sin duda la mejor temporada de su historia. Al quedar ambos exentos de la primera ronda, se organizó un doble amistoso que llenara los dos domingos de inactividad, el primero a disputar en Sevilla y que sirviera como homenaje al reciente campeón.

Así, el 7 de abril compareció el Granada en Nervión, en tarde que congregó media entrada en el estadio sevillano y que tuvo como prolegómenos la entrega por el presidente de la Federación Nacional, Barroso, al capitán sevillista, López, del trofeo recién ganado por los blancos, así como de un ramo de flores obsequio del Granada al campeón, ramo que al terminar el partido acabó a los pies de la Virgen de los Reyes, patrona de Sevilla.

El Sevilla de Ramón Encinas jugó la primera parte con su equipo titular y en la segunda cambió por completo los once, dando entrada al ya muy veterano Campanal, esta temporada, la de su adiós al fútbol, por primera vez suplente; suyo fue el cuarto gol. También jugó en la segunda mitad el ex rojiblanco de la temporada anterior Acedo. El Granada salió derrotado 4-0 en un partido sin historia en el que las crónicas resaltan la actuación del rojiblanco González.

La anécdota se produjo mediada la segunda parte al lesionarse Sierra y tener que retirarse; como el Granada había acudido con los once justos, el puesto vacante en la media lo cubrió Safont, y a su vez, en la delantera, el míster Cholín volvió a vestirse de corto y disputó los últimos minutos del partido. Al terminar el amistoso todos se fueron a un banquete ofrecido por el club local en el hotel Andalucía Palace.

En la devolución de visita, una semana después, el campeón de liga presentó un equipo la mitad de titulares, con varios internacionales, y la otra mitad de suplentes, y su medio centro titular, Antúnez, que sí había jugado con los blancos en Sevilla, en Granada estuvo en la grada. Después de haber sido Antúnez traspasado al Sevilla y haber jugado los últimos partidos de la liga recién terminada, durante la semana entre los dos amistosos había vuelto a ser jugador del Betis ya que acababa de declararse nulo su traspaso, cerrado dos meses antes con las pertinentes bendiciones federativas. Esa decisión de la Delegación Nacional de Deportes, motivada por un mero defecto de forma en el contrato de traspaso, es considerada en la larga historia de la rivalidad bético-sevillista como uno de sus momentos más álgidos. El affaire levantó una auténtica polvareda nacional y se llevó por delante, al dimitir, al presidente de la Federación Nacional, Javier Barroso, y a los de varias regionales, entre ellas el de la Federación Sur, Antonio Calderón. Un espinoso asunto que pudo haber provocado la anulación del campeonato de liga recién conquistado e incluso se habló de que el Sevilla podría ser descendido si, como se barajaba, le hubieran sido restados los puntos obtenidos en los diez partidos de liga en que intervino Antúnez. Pero al final todo se arregló con un nuevo traspaso del jugador del Betis al Sevilla, ahora con todas las de la ley, y sin adoptar ninguna drástica medida como las que se anunciaban. A mediados de los sesenta Francisco Antúnez ocupó el banquillo granadinista por una única temporada, realizando un buen papel que mantuvo a nuestro equipo hasta el final con posibilidades de ascenso a primera.

En Los Cármenes, en el segundo de los amistosos, ganó el Granada 2-0 porque el Sevilla jugó a medio gas. La anécdota fue el lanzamiento fuera adrede de un penalti por el granadinista Sierra, por entender que su señalamiento había sido injusto; este mismo jugador, quien ni entonces ni ahora era el que normalmente lanzaba los penaltis, en otro Granada-Sevilla, pero éste de liga de Primera División, en la 43-44, hizo eso mismo, lanzar a propósito fuera una pena máxima, en aquella ocasión para –caballerosamente- no aprovecharse de una ingenuidad del sevillista Berridi, que había cogido con las dos manos el balón en su propia área cuando éste estaba en juego por no haber oído las indicaciones del árbitro que ordenaba seguir. En los prolegómenos González hizo entrega al capitán sevillista, Alconero, de un banderín obsequio del Granada en recuerdo por la gran hazaña sevillista.


González, como capitán rojiblanco, junto al trío arbitral y el capitán sevillista López, antes de iniciarse el amistoso en Sevilla

Superado el Tarragona en octavos de Copa del Generalísimo

Tras los dos amistosos frente al Sevilla volvía la competición oficial para el Granada, al que le quedaba por jugar la Copa del Generalísimo, pasando directamente a octavos de final al haber quedado exento en la primera ronda. El rival que deparó la suerte fue el recientemente proclamado promocionista a primera Tarragona, el tercero en la clasificación de la liga de segunda acabada dos semanas antes, con partido de ida en tierras catalanas.

En Tarragona, con el campo de Pujol abarrotado en día del club, el Granada fue dominado ampliamente y a pesar de la grandísima actuación del su trío de atrás Floro-Millán-González no pudo obtener sino una derrota por la mínima merced a un único gol conseguido por los locales en un disparo que rebotó en Sierra y descolocó a Floro. También destacan las crónicas el sensacional partido de Marín, que actuó como 9 y que fue el mejor delantero de ambos equipos. Como se ve, a estas alturas no se utilizaba a ninguno de los dos delanteros centros fichados a mediados de la temporada; Zubizarreta había merecido críticas muy negativas en sus últimas actuaciones y llevaba ya varios partidos en el ostracismo, y Portilla no acababa de recuperarse de su lesión.

La vuelta una semana después supuso para el Granada su pase a cuartos de final de Copa del Generalísimo ya que derrotó al Tarragona por 2-0. Ahora sí que había quedado olvidada la pertinaz sequía ya que llevaba lloviendo sobre Granada y sobre toda España casi un mes y en algunas zonas, como la Huerta murciana, hasta había habido inundaciones. Media entrada se registró en Los Cármenes, donde sobre un terreno muy embarrado se vio un partido al que los plumillas locales nuevamente califican como anodino, con un Granada que hizo lo justo para marcar dos goles y después dedicarse a sestear en lugar de ir a por más. Fernández de Burgos en Ideal es del todo pesimista de cara a la siguiente eliminatoria ya que dice que el equipo ha llegado muy cansado a la recta final y no hay relevos por la cortísima plantilla, de la que salva a la defensa, lo mejor del equipo, y la labor pundonorosa de la media, pero nada más.

 

Eliminados en cuartos por el Valencia

En cuartos tocó el Valencia, plagado de internacionales y que en la liga recién terminada había acabado sexto clasificado, con la ida a disputar en tierras ches. No andaba muy descaminado Fernández de Burgos acerca de su falta de confianza en el papel que nuestro equipo podía ofrecer en la siguiente ronda copera.

En Valencia el Granada salió goleado 4-1 tras una primera parte en la que no existió más equipo que el local y a la que se llegó con el resultado de 4-0, dos de los goles con la firma del futuro granadinista Igoa. Algunas crónicas del partido dicen que el Valencia jugó frente al Granada su mejor partido de toda la temporada y aún pudo ser mayor la derrota ya que los locales fallaron un penalti. En esta ocasión volvió Zubizarreta al eje del ataque, pero los granadinistas más destacados para la prensa local fueron, una vez más, Marín y el zaragatero [sic] Trompi.

En la vuelta, jugada al domingo siguiente en Los Cármenes con una floja entrada debido a que no paró de llover y a que a pocos metros del estadio estaba prevista la llegada de la Vuelta Ciclista a España, el Granada realizó el mejor partido de toda la temporada, según las crónicas de los periodistas locales, pero sólo pudo ganar por un solitario gol, marcado por Sierra, a pesar de su gran dominio y abundancia de oportunidades. La prensa local nuevamente señala la nulidad de Zubi en el eje del ataque, del que dicen que siempre pone voluntad pero que tal cosa no llega a suplir la falta de aptitudes del cedido del Madrid, al que culpan de que no se materializaran algunas de las varias oportunidades de golear de que dispusieron los rojiblancos. El delantero valencianista Mundo mandó al palo un penalti. La insuficiente victoria significó el final de la temporada oficial para el Granada a mediados de mayo.


Recorte de Ideal. Llegada a Granada de la Vuelta a España y fotos del Granada-Valencia de Copa


Amistosos por doquier

Un amistoso en Algeciras, con derrota 4-2 se organizó para el domingo siguiente a la eliminación en Copa. Otro nuevo amistoso, ahora en Antequera (2-2) vino después. Posteriormente, a primeros de junio, el Granada compareció en el campo del Egabrense (de Cabra, Córdoba), y es que al no haber un duro en caja había que recurrir a estos bolos. Más adelante, ya a mediados de junio, la expedición granadinista, con su nuevo míster (Antonio Conde) a la cabeza, partió camino del norte de África, teniendo previsto hacer una mini gira por Melilla, Nador, Ceuta y Tetuán, pero una vez ya en Málaga, desde donde tenían previsto tomar el barco a Melilla, surgió un contratiempo con el que no habían contado, y es que recientemente habían variado las condiciones que debían reunir los que quisieran embarcar para las posesiones españolas, en realidad un trámite burocrático que antes no había que cumplir, pero como en el club nadie se había enterado de esta novedad, no tuvieron más remedio que pernoctar en Málaga, con el consiguiente gasto extra, y retrasar en un día su partida. En Melilla, cuyo equipo militaba en tercera y lo entrenaba Gaspar Rubio, salieron los nuestros derrotados 4-2. Como queda dicho, estaba previsto que en el desplazamiento al norte de África se jugaran varios amistosos, pero las ofertas recibidas por jugar en otras plazas no compensaban por ser muy bajas, así que tras el amistoso de Melilla se volvió la expedición a Granada. Otro amistoso, ya a mediados de junio, llevó a los rojiblancos a Almería para enfrentarse al club Motoaznar, de regional, rival que había sido esta misma temporada del granadino At. Aviación, al que se puede considerar filial del Granada; en la capital vecina ganaron los nuestros de paliza, 1-5, en el partido de debut del recién fichado Escobar.

Terminó la temporada definitivamente para los futbolistas después de jugarse un último amistoso en Baza, en homenaje al ex recreativista de los años 30, el portero-músico Fidel del Campo. En estos años cuarenta ya había firmado la autoría de alguna que otra banda sonora de películas españolas. Del Campo llevaba ya varios años retirado y se había avecindado en Baza, donde además de director de su banda municipal era también entrenador de su equipo de fútbol, de regional. Ganaron los rojiblancos 1-2, con goles de Galvany y de Florencio, extremo a prueba proveniente del Toledo que no gustó y no llegó a fichar.




                                      Cholín no seguirá como entrenador


Dimisión de Cholín

El día primero de junio dimitió el entrenador Ignacio Alcorta, Cholín. Fernández de Burgos comenta la noticia y se lamenta en Ideal de su marcha, resaltando que no puede considerársele fracasado ya que, aparte de ser una excelente persona, sus buenas cualidades de competencia como entrenador son indudables y no se le pueden pedir milagros; bastante buen papel –dice- ha desarrollado a pesar de estar gran parte de la liga con lo puesto en cuestión de jugadores con los que formar las convocatorias y además tampoco puede responsabilizársele de que los pocos fichajes realizados en el ejercicio recién terminado no hayan servido para gran cosa.

Suenan para sustituir a Cholín los nombres de Luis Marín y del ex granadinista Antonio Conde. Al día siguiente se publica la contratación de Conde y también un comentario de Cholín (quien ha decidido quedarse a residir permanentemente en nuestra tierra) diciendo que él no ha dimitido y que tiene contrato en vigor hasta final de junio. Sea como fuere, lo cierto es que Conde se hizo cargo inmediatamente del equipo e incluso fue el míster que lo dirigió en el amistoso celebrado por el Granada en Cabra de Córdoba el 3 de junio.

En la misma página publica también Ideal una nota de la directiva del Granada que podemos decir que es cíclica ya que todos los años por estas mismas fechas solía aparecer en la prensa local, y es el llamamiento a los socios para que no se den baja en los meses de verano ya que en ese tiempo el club tiene los mismos gastos, pero sus ingresos se ven drásticamente recortados debido a esa odiosa práctica. De esta manera el club advierte a los que se den de baja en junio sin causa justificada que si en septiembre quieren volver a ser de nuevo socios, se les exigirá el pago de los meses no abonados. Al mismo tiempo comunica la directiva que quienes quieran inscribirse como socios a partir de este momento, no tendrán que abonar cantidad alguna en concepto de alta, sólo con pagar el mes en curso quedarán inscritos.


                Miranda sobre la dimisión de Cholín


Lesmes y Escobar

A primeros de junio, con el cambio de míster ya efectuado, realizó el Granada su primer fichaje cara la 46-47, el mediocentro defensivo del Ceuta Lesmes, que firmó por dos temporadas, excelente fichaje que dio un rendimiento magnífico y que andando los años llegaría a alcanzar la internacionalidad absoluta. Antes, a finales del mes anterior, se había producido la primera baja, Safont, que cumplía contrato, abandonó nuestra ciudad de común acuerdo con la directiva y a su Cataluña se marchó; para la 46-47 fichará por el Córdoba, rival del Granada en segunda.

Pocos días después fichó Escobar, delantero centro madrileño de 25 años del que la noticia de Ideal comenta que perteneció al At. Aviación, que lo tenía cedido al Ávila, de tercera, equipo del que procede; las gestiones las llevó personalmente Paco Cristiá, pero éste fue en realidad un fichaje menor que en su única temporada como rojiblanco sólo se alineará en cuatro partidos oficiales. Al mismo tiempo informa la prensa de la reincorporación del portero Casafont, que vuelve tras su cesión al Ceuta.

De los integrantes de la plantilla, Aparicio quedó en libertad. Todos los demás tenían contrato en vigor a excepción de Floro y Marín, que quedaron retenidos.

 

CALLEJEANDO

 

La VI Vuelta a España

            Editorial Católica, propietaria entre otros del diario Ideal, un año más patrocinó y organizó la vuelta ciclista a España, así que Granada no podía dejar de ser final de etapa, al igual que en ejercicios anteriores. La VI etapa de la VI Vuelta, Sevilla-Granada, tuvo su pancarta de llegada en la Cruz Blanca, en el cruce de la entonces avenida de Calvo Sotelo con avenida de Madrid.

            A Granada, con gran retraso sobre el horario previsto, llegó portando el maillot blanco con franja roja de líder el mismo que el año anterior, Delio Rodríguez, que también fue su vencedor absoluto, pero esta vez le tocó perder el liderato en nuestra tierra y ya no volver a recuperarlo, siendo además penalizado con diez minutos en la general.

Los primeros en cruzar la cinta de Cruz Blanca fue una pareja, y lo hizo con casi media hora de ventaja sobre un grupo de perseguidores en el que marchaba Langarica, del equipo Galindo, que a partir de esta etapa fue segundo en la general y que acabaría ganando la carrera. En la meta entró primero el catalán Manuel Costa, pero la victoria se la dieron los jueces a su compañero de escapada, el holandés Jan Lambrichs, debido a una reclamación de éste. Manuel Costa, que corría por libre, esto es, sin equipo, a partir de esta llegada y durante doce etapas más lució el jersey de líder de la general para ver cómo en la última semana de competición le era arrebatado por Dalmacio Langarica, que fue el vencedor de esta sexta edición de la Vuelta a España.

            Como aperitivo a la llegada del pelotón estaba prevista una competición ciclista en un circuito urbano, a disputar entre corredores de la tierra, con Tolínez (alias deportivo de Guillermo Peregrina Alcalá) como máximo as, pero fue suspendida porque llovía torrencialmente. Entre la lluvia y que en esta ocasión no había en el pelotón ningún ciclista de la tierra, fue poco el público que acudió a la línea de meta para ver la llegada de la etapa en comparación con los varios miles de paisanos que en otras ocasiones había congregado el acontecimiento. Al día siguiente de buena mañana siguieron los 41 supervivientes camino de Baza, donde tenía su fin la 7ª etapa y donde ganó Langarica.

 

Persecución y muerte de Paco Quero

            Ideal de 31 de marzo de 1946 da noticia en primera página de la muerte de Francisco Quero Robles. Dice Ideal que sobre las cuatro de la tarde del día anterior, las fuerzas de orden público dieron muerte al conocido ganster Francisco Quero, resultando herido su acompañante Antonio Morales, (a) El Palomica, que quedó detenido y hospitalizado. También murieron en la refriega por disparos de los maquis, sigue diciendo el diario granadino, el sargento de la Policía Armada Servando Bernáldez Piris y un obrero pintor que se encontraba trabajando en la fachada de una casa, Miguel Riquelme Ballesteros; además, un brigada de la Guardia Civil, Quintín Arias Carmona, resultó herido.


                             Francisco Quero Robles


La escueta nota de Ideal se completa con la crónica de La Prensa, del lunes 1 de abril, y del Ideal del martes 2, donde informan del entierro del policía y del pintor, que fue presidido por el capitán general, Lafuente Baleztena, el gobernador, Fontana, y el alcalde, Gallego Burín, más otras autoridades provinciales y locales, y al que asistieron varios miles de personas. El inmenso cortejo partió del Hospital Militar, en el Campo del Príncipe, y se despidió frente al convento de Los Ángeles, en la calle Molinos.

            Como era habitual cuando de informar de este tipo de hechos se trataba, nada dicen los diarios locales de los detalles del suceso, pero no resulta demasiado dificultoso reconstruir los hechos ya que abundan los trabajos literarios e historiográficos que los recogen. Según éstos, Paco Quero y el Palomica se escondían en una vivienda de una calle cercana a la plaza de los Lobos, en donde fueron cercados por la fuerza pública, conducida hasta el lugar por uno de los muchísimos confidentes con que contaba. Los sitiados se abrieron paso a tiro limpio matando en la refriega al sargento Servando Bernáldez para huir a continuación a la carrera por las calles granadinas, perseguidos muy de cerca por agentes de Policía y Guardia Civil. Por la calle Mesones y después por la plaza del Carmen siguieron las carreras y los disparos, y en la misma puerta del Ayuntamiento cayó muerto, alcanzado por una bala perdida, el pintor Miguel Riquelme, que encaramado a su escalera trabajaba en la fachada de Paños Ramos. Seis años después, en 1952, el Tribunal Supremo admitió en casación el derecho de la viuda del pintor al cobro de una indemnización por parte del Estado que en primera instancia le había sido denegada.

Por calle Navas continuó la persecución y la balacera hasta llegar a la puerta de la iglesia de San Matías en cuya escalinata fue herido e inmediatamente apresado el Palomica, que moriría una semana después en el hospital, al parecer por el método de él mismo desgarrarse sus heridas y desangrarse. La persecución llegó finalmente a la calle Solares, en pleno Realejo, un callejón sin salida donde murió acribillado Paco Quero para después, según algunos relatos del hecho, ser tiroteado ya muerto y caído, y pateado con saña hasta dejarle el rostro totalmente desfigurado.

            Quedan todavía numerosos granadinos que recuerdan estos espectaculares hechos por haberlos presenciado in situ ya que ocurrieron a plena luz del día, sobre las cuatro de la tarde de un sábado, y se desarrollaron por el mismo corazón de la ciudad.

            Los Quero antes de este hecho ya andaban de franca capa caída tras las sucesivas muertes de José y de Pedro. Tras la desaparición de Francisco ya sólo quedaba uno de los hermanos, Antonio, de escondite en escondite y con un ejército de soplones y de policías pisándole los talones. Su famosísima partida, que llegó a estar integrada por casi una veintena, se ha quedado menos que en cuadro y, que se sepa, la forman sólo Juan Mérida Robles, primo de los Quero que respondía al alias de Catalán, y también Antonio Ibáñez Huete, alias Chato Borrego de Dólar, aparte de Antonio Quero. Y otro componente, de alias Pajarillo, poco tiempo después se entregará a la justicia. De otro miembro que fue de la partida, José Bueno Liñán (alias Comandante Villa), algunos autores afirman que cuando estos hechos ocurrieron llevaba ya más de un año escondido en el convento de Zafra, de donde salió meses después para entregarse a cambio de delatar a algunos de los que fueron sus compañeros, cosa que tampoco lo libró de ir a presidio aunque sí pudo conservar la vida. No obstante, en esta historia de sangre a la que no le falta cierto halo romántico, todavía quedaban algunos capítulos por escribir con un Quero como protagonista.

 

Corpus 1946

Más de setenta años han pasado y es de lógica que en ese tiempo hayan cambiado mucho las cosas, vistas desde la actualidad. Y por las cosas entendemos todo, la sociedad, los que la componen, las costumbres y, por supuesto, el ocio, la forma de divertirse. Un buen ejemplo se extrae de un paseo por la prensa de la época cuando informa y describe las especialmente esplendorosas y brillantes fiestas del Corpus de 1946.

En Granada, de siempre, cuando iba acercándose el Corpus se decía que ya olía a barretas. Para servidor siempre fue lo más típico de nuestras fiestas mayores, esa especie de turrón que tanto gustaba a la gente más menuda, esos cuadrados de azúcar caramelizada con almendras embutidas hechas de forma artesana que cíclicamente cada mayo o junio ocupaban los escaparates de las confiterías y los mostradores de los muchos puestos ambulantes en las inmediaciones del ferial. Es ésta una de esas tradiciones gastronómicas granadinas, las barretas, de las que se puede decir que pasaron a mejor vida y ya no reinan en cada Corpus o, si acaso, han quedado dentro del terreno de lo testimonial y ya son muy pocos los que se acuerdan de una cosa tan genuinamente granadina como las barretas.


Miranda hace alusión a la costumbre granadina del desfile de coches antes y después de asistir a los toros


Ya olía a barretas, es decir, todavía no habían empezado las fiestas en Granada, pero faltaban escasos días para que esto ocurriera cuando un auténtico acontecimiento ciudadano convocó a decenas de miles de personas y llenó las principales calles de la ciudad de familias enteras y gentes de toda condición (como se decía antiguamente) para contemplar la cabalgata organizada por el Circo Price de Madrid. Otra práctica ya olvidada, la de que los circos hicieran como reclamo una demostración callejera de su arte. La carpa del Price se instaló en el ruedo de la vieja plaza de toros del Triunfo y desde allí partió el mismo día de su estreno para bajar por San Juan de Dios y buscar el centro por San Jerónimo, con sus elefantes y fieras, sus malabaristas y todo su elenco entre el que iba un trío de payasos musicales que respondían al nombre de Gaby, Fofó y Miliki, los hermanos Gabriel, Alfonso y Emilio Aragón, de ascendencia granadina, hijos y sobrinos de una amplia dinastía de clowns, que en esos momentos se iniciaban en esto del circo y a los pocos meses de su estancia granadina partirían a hacer las Américas para no volver hasta los años setenta y alcanzar gran fama como Los Payasos de la Tele.

            El Ayuntamiento de Gallego Burín, para promocionar las fiestas de cara al exterior invitó a visitar Granada y vivir de cerca las celebraciones a un nutrido grupo de periodistas nacionales y extranjeros entre los que estaban los directores en España de las agencias Reuter, United Press y Asociated Press. El propio Gallego Burín hizo de cicerone para este grupo en su visita a la Capilla Real y otros monumentos, acompañado también por Pedro Gómez Aparicio, en su día, 1932, primer director de Ideal y en esos momentos director-gerente de la agencia EFE. Todos ellos no se perdieron las cosas dignas de recordar que conllevaban por entonces las fiestas del Corpus en Granada: la procesión de la Custodia, los toros, con plato fuerte el Domingo de Feria en forma de ganado de Villamarta y con los diestros Pepín Martín Vázquez, Agustín Parra Parrita y Luis Miguel Dominguín, más, por supuesto, visita al ferial, instalado en los paseos del Salón y de la Bomba, además de asistir a las representaciones teatrales y musicales en el Palacio de Carlos V. También hubo en esos días un equipo cinematográfico de la National Geographic Magazine americana haciendo tomas de la procesión del Corpus y de la de la Tarasca, así como de toda la ciudad y sus rincones más castizos. Es esta una práctica, la de invitar a periodistas forasteros que promocionen el evento, que se repetirá en años venideros.

            Un plato fuerte de aquellas fiestas lo fue la representación patrocinada por la Asociación de la Prensa en el Palacio de Carlos V de El sueño de una noche de verano, de Shakespeare, por la compañía de teatro universitario Lope de Vega, que dirigía el ilustre paisano que fue José Tamayo, con Maruchi Fresno y Asunción Balaguer en los papeles principales, pareja de actrices que repitió actuación y protagonismo a los pocos días en el auto sacramental El gran teatro del mundo, de Calderón de la Barca, representado a las puertas de la Catedral, en la plaza de las Pasiegas, y también interpretado por la compañía de Tamayo y con coros dirigidos por Valentín Ruiz Aznar. Estaba programado un segundo pase del auto sacramental de Calderón, pero no pudo llevarse a cabo porque Maruchi Fresno tuvo que marcharse a Madrid para protagonizar La Reina Santa, una película de aquel cine histórico de la época que empezaba su rodaje. José Tamayo Rivas, uno de los Cien Granadinos del Siglo XX para Ideal, estaba por entonces empezando una carrera que en todo lo relacionado con el mundo de la escena lo llevaría a lo más alto como director teatral y empresario. Dos años antes, en 1944, había fundado en Granada su grupo de teatro universitario Lope de Vega, con el que se dio a conocer. En años sucesivos dirigirá distintos teatros de Madrid y llevará por todo el mundo su espectáculo Antología de la Zarzuela.

            Pero había más espectáculos escénicos en Granada. En el teatro Cervantes actuaba cada tarde-noche durante todas las fiestas, con un programa cambiante, la compañía de Manuel González, Carmen Carbonell y Antonio Vico. Y en el teatro al aire libre Gran Capitán, la compañía de alta comedia de María Fernanda Ladrón de Guevara actuaba también hasta el segundo domingo de feria con distintas representaciones, llevando como plato fuerte El Clavo, de Pedro Antonio de Alarcón, con Amparito Rivelles de protagonista, por entonces ya una actriz plenamente consagrada por sus películas y tremendamente popular. Amparo Rivelles, hija de la Ladrón de Guevara, tuvo que interrumpir su presencia en Granada a los tres días para viajar urgentemente a Madrid para ser operada de apendicitis.

También son muy de destacar los cinco conciertos en el Palacio de Carlos V, organizados por el Centro Artístico y ofrecidos por la Orquesta Filarmónica de Madrid, con la dirección de Ernesto Halffter, un aperitivo de lo que seis años más tarde se convertirá en nuestro Festival de Música y Danza.


                               Reinauguración del Estadio de la Juventud


            También como espectáculo podemos catalogar la segunda inauguración del Estadio de la Juventud, ya nombrado en la prensa por ese nombre. Recordemos que el estadio, todavía a medio hacer, había sido inaugurado solemnemente por el, a la sazón, ministro de Agricultura, Miguel Primo de Rivera y Sáenz de Heredia, casi un año exacto antes, el 4 de junio de 1945, con Granada también en Corpus. En junio de 1946 todavía faltaban algunos detalles para terminar por completo la obra y hasta unos días antes estuvieron los albañiles dando los últimos toques a la escalinata y triple arcada y esculturas alegóricas de la entrada, y así, el 21 de junio vivió el estadio una segunda inauguración, ahora ya sin tanta solemnidad, pero con la presencia de autoridades locales y provinciales, con el gobernador civil, Fontana a la cabeza. Estaba prevista la asistencia del general Moscardó, Delegado Nacional de Deportes, de visita oficial en otras ciudades andaluzas, pero finalmente no vino. Este segundo estreno del estadio consistió básicamente en unos campeonatos de atletismo y natación, con una exhibición de polo acuático (wáter polo) y hockey sobre ruedas, que eran deportes por completo desconocidos en Granada, y su función más importante consistió en una velada nocturna o festival-verbena celebrado en las inmediaciones de la piscina, recién estrenada.

            También era costumbre desde antiguo la celebración de pruebas hípicas y carreras en el hipódromo de Armilla, todavía en funcionamiento, así como los concursos de tiro en Las Conejeras, que este año volvieron a celebrarse.

            Y aunque no formaban parte del programa de fiestas del Corpus, como este año duraron hasta el 30 de junio, se dio lugar a que el día antes, el 29, empezaran las fiestas del barrio de San Pedro, con su plato fuerte con el que se daba el pistoletazo de salida, las pasaeras sobre el Darro, en las que sólo podían participar señoritas, es decir, mujeres solteras.

Las fiestas del Corpus, como éstas de 1946, duraban por entonces casi el doble que en la actualidad. Empezaron, según era costumbre, el miércoles anterior al día que según el dicho es uno de esos tres jueves que relucen más que el sol (Jueves Santo, Corpus Christi y el día de la Ascensión), que caía en 19, y acabaron el domingo 30, es decir doce días ininterrumpidos de jolgorio. Se iniciaron con el desfile de la Pública de las Fiestas, o sea, ese cortejo grotesco (Ideal dixit) en el que van la Tarasca con los gigantes (sólo los dos musulmanes) y cabezudos más toda la parafernalia municipal a la federica: maceros, pertigueros, pajes, palafreneros y demás, con el escudo de la ciudad, un arcón (que nadie sabe para qué sirve ni qué simboliza, comenta Ideal) y también una silla de mano y la carroza barroca de San Ildefonso. El maniquí que va sobre la que propiamente es la Tarasca, o sea el dragón alado, iba este año vestida de maja goyesca, y es que en los cuarenta no solía llevar los atavíos de la moda femenina del momento y casi siempre vestía traje regional. Tampoco en 1946 hubo carocas en plaza Bib-Rambla, como venía ocurriendo desde 1936.



Al día siguiente, el día del Señor, jueves 20 de junio, salía la procesión de la Catedral, un desfile sólo para hombres ya que, cosa curiosa, por entonces y hasta bastantes años después estaba prohibido que desfilaran las mujeres, ni aun las que pertenecieran a alguna orden religiosa. La gran novedad de este año fue la ausencia de los toldos para dar sombra que se instalaban en todo el recorrido, lo cual no dejó de ser un gran inconveniente dado que el sol golpeaba las calvas sin misericordia por lo avanzado de las fechas y además Granada, como toda España, sufría una gran ola de calor; además, los niños que vivían en casas con balcón al recorrido de la procesión se quedaron sin una de sus distracciones favoritas como era la de recortar cartulinas con figuras tales como casitas, flores, muñequitos, etc, que luego tiraban sobre los toldos de manera que sus siluetas fueran visibles desde la calle. La presidencia la ostentaba el arzobispo Parrado, luciendo el capelo cardenalicio recién adquirido, y no faltaban todas las demás autoridades. En todo el recorrido, previamente alfombrado con hierbas aromáticas, fueron adornadas las fachadas con banderas, colgaduras, tapices, mantones de Manila, cornucopias y cobres antiguos, y en el tradicional concurso de altares ganó (1.000 pesetas era el primer premio) el de la calle Cárcel Baja adosado a los muros de la Catedral. Cinco bandas de música figuraron en el cortejo, así como varios cientos de niños vestidos de primera comunión. En esto sí que es verdad que podemos hablar de mantenimiento de las tradiciones.

El ferial se instaló en los paseos del Salón y de la Bomba, y el número de casetas de baile, alguna con fachada de fantasía, no superaron el número de cuatro: de la Real Sociedad de Tenis, en sus locales del paseo del Violón; del Centro Artístico, en los jardines del Salón; del Liceo y la Agrupación Álvarez Quintero en la Acera del Darro (vulgo Filomátic años después); y de Educación y Descanso en el Corral del Carbón.

Y otra feria dentro de la Feria que no podía faltar ningún año era la de ganado, que ocupaba la totalidad de la superficie del Violón y donde por 500 del ala se podía comprar una cabra, aunque también se podía llegar a pagar hasta 50.000 ptas. (una fortuna por entonces) por una buena pareja de mulas.

lunes, 12 de julio de 2021

EL GOLAVERAJE DEJA AL GRANADA FUERA

 

 

                                        Una escena del Granada 2 Tarragona 1

 

Victoria ante el Tarragona que deja a tiro los puestos altos

Después de la derrota en Santander el siguiente partido era en Los Cármenes frente al Gimnástico de Tarragona, equipo nuevo por completo en esta plaza. Era un recién ascendido y debutante en la categoría pero estuvo toda la liga en los puestos de arriba para acabar tercer clasificado y disputar promoción de ascenso, aunque sin resultado. Ya la visita del Sabadell había sido día del club, pero la directiva decidió que todos los abonados debían adquirir un suplemento para ver este partido y, como medio de compensar de algún modo ese nuevo sablazo a los socios, se estableció un sorteo con los números de los suplementos cuyos ganadores (dos) serían premiados con un viaje con todos los gastos pagados a Sevilla, acompañando a la expedición granadinista en su siguiente desplazamiento, al campo del Betis.

            Con arbitraje de Escartín, que estuvo muy bien, y con una gran entrada en Los Cármenes, en los prolegómenos González como capitán rojiblanco entregó a su homónimo catalán un banderín conmemorativo de la primera visita tarraconense a Granada. Luego se pudo ver un buen partido en lo que se refiere a lucha y emoción, pero no por juego, del que dicen las crónicas que fue más bien deficiente por ambas partes. Venció el Granada (2-1) porque fue mejor que un Tarragona que sólo se ocupó de defender, y en esa tarea tuvo una magnífica actuación el defensa tarraconense Babot, que años después será convocado para un partido de la selección absoluta sin llegar a debutar. Marcó sierra de gran disparo en un golpe franco, empataron los catalanes y faltando diez minutos un nuevo gol de Zubizarreta, ya el sexto, dio la victoria.

            Después de la victoria ante el Tarragona (nada de Nastic ni mucho menos Gimnastic), la clasificación en los primeros puestos siguió tan apretada como venía siéndolo, pero ya sólo faltaban por disputarse siete jornadas. En este grupo único de segunda formado por 14 clubes, el Sabadell (acabó ascendiendo como líder) sacaba ya al segundo cinco puntos, y detrás estaban hasta siete equipos con posibilidades todavía de alcanzar la segunda plaza, que también daba el ascenso directo, o la tercera, la única que esta temporada daba derecho a promoción. El Granada estaba en ese grupo, así que todavía tenía muchas posibilidades de obtener una buena clasificación que le diera opciones de ascenso.

 

Dos puntos “caninos” en Heliópolis

               Para desplazarse a Sevilla para jugar frente al Betis, jornada 20, volvieron a presentarse dificultades de alineación. Sosa podía volver a ser alineado una vez cumplida su sanción, pero el problema gordo se presentaba en el puesto de 7 al estar lesionado Marín y no tener en realidad un sustituto ya que el otro jugador de la plantilla para ese puesto, García, no era santo de la devoción de Cholín (tampoco de la afición), y el que había venido supliendo la ausencia de Marín, Aparicio, también andaba lesionado. La solución fue adaptar al centrocampista Sierra al extremo derecho, puesto que en principio no le iba nada a sus características futboleras. Sin embargo, el experimento fue todo un éxito porque el Granada se trajo los dos puntos del campo del Betis (1-2) y los dos goles rojiblancos llevaron la firma de Sierra.


    Martí para un difícil balón ante la mirada de Millán en el Betis 1 Granada 2


A Sevilla viajaron gran número de granadinos, unos mil se calcula, algunos, muy pocos, en coches particulares, la mayoría (unos quinientos) en un tren botijo fletado por Educación y Descanso y en algunos autobuses. Se dejaron notar en Heliópolis animando a los rojiblancos, en un estadio bético que casi se llenó. El gran partido -una vez más- del trío de atrás permitió que los dos goles del improvisado extremo Sierra, al inicio de cada uno de los periodos, no pudieran ser contrarrestados por los locales. La merecida victoria según las crónicas, todas de periodistas sevillanos (que coinciden en decir que el Granada fue el mejor equipo que había pasado por allí esta temporada) ya que tampoco a Sevilla viajó ningún plumilla local, sirvió para aumentar la cuenta positiva (+4) y avanzar un puesto en la tabla y colocarse quinto, ya a sólo un punto del segundo (el Tarragona) y del tercero (Coruña).

            El Betis andaba en esos momentos de capa caída. Después de haber tenido un buen comienzo de liga, conforme se iba acercando el final de la 45-46 veía acercarse peligrosamente los puestos fatídicos del descenso, aunque finalmente logró salvar la categoría no sin apuros. En lo económico también era desastrosa su situación, por lo que no hacía ni un mes que se había visto obligado a vender al eterno rival a su mejor elemento, el defensa Antúnez, que años después alcanzaría la internacionalidad absoluta y que en los 60 entrenaría al Granada una temporada. Ese traspaso provocó un affaire entre los dos clubes sevillanos por haberse hecho de forma irregular y al final de esta temporada fue anulado por la Federación, pero como el Betis necesitaba el dinero fue nuevamente traspasado al Sevilla.       

            Bastante curioso es lo que cuentan los granadinistas a su regreso de Sevilla, y es que resulta que en el campo del Betis tienen un muy peculiar jugador número 12 que por lo visto suele “actuar” en todos los partidos caseros. Se trata de un perro de mediano tamaño que algún espectador suelta y que tiene por costumbre situarse cerca de la portería contraria y no parar de ladrar y gruñir al portero que la ocupa, arreciando sus malas pulgas cada vez que la delantera local ronda sus inmediaciones, consiguiendo así poner nervioso al guardameta forastero. Dicen que el chucho ya ha sido causa de más de un gol en otros partidos, y que está tan bien entrenado que no se deja atrapar ni por un ejército de perseguidores.


                     Dibujo aparecido en ABC de Sevilla sobre el perro forofo bético


El Ceuta no fue rival, pero la derrota ante el Coruña resultó decisiva

               El siguiente compromiso liguero fue en Los Cármenes, con la visita del colista y descolgado Ceuta, que acabó descendiendo a tercera. Una nueva victoria, 2-0, fue el resultado, pero las crónicas dicen que fue un partido malísimo de los nuestros, el peor de toda la liga, soporífero, dice La Prensa, que carga las tintas contra el equipo visitante, del que comenta que parece estar ya en tercera y sólo salva al portero Casafont, que jugaba en este equipo cedido por el Granada, y a Lesmes, que jugará de rojiblanco dos temporadas después. Dicen los plumillas que los rojiblancos jugaron como si nada les fuera en el envite, con muy pocas ganas, y que de ser otro el once que tenían enfrente no se habría podido ganar. Sierra volvió a actuar de extremo derecho.

Con los dos puntos subió el Granada al cuarto puesto de la tabla, pero todavía un punto por debajo de los puestos de ascenso y promoción cuando ya sólo faltaban cinco jornadas para terminar la liga.

            Después de vencer al Ceuta tocaba nuevamente jugar en Los Cármenes, ahora con la visita de un rival directo, el Coruña, también luchando por los puestos de arriba. Durante la semana previa se habló de la posible concentración de la plantilla en el albergue de Educación y Descanso de Sierra Nevada, pero precisamente en esos momentos se había cerrado el cielo en agua y casi estaba olvidada la pertinaz sequía, traducida en abundante nieve en las alturas serranas, razón por la cual se cambió la subida a la Sierra por otra subida menos pronunciada: a un hotel de la Alhambra.

            Este partido va a resultar clave y marcará más que ningún otro el desenlace de la liga para el Granada. De haber derrotado al Coruña el Granada habría entrado por primera vez esta liga en puesto de ascenso directo a falta de jugarse ya sólo cuatro jornadas y habría tenido todo de cara para recuperar de forma directa la categoría perdida hacía sólo un año. Incluso el empate habría valido y habría metido al Granada en promoción de ascenso. Pero lo que ocurrió fue que los gallegos ganaron y fueron ellos los que pasaron a ocupar el segundo puesto de la clasificación y se distanciaron ya tres puntos de los rojiblancos, consiguiendo acabar segundos y ascender.

Los cronistas locales casi no dejan títere con cabeza entre los granadinistas tras su partido contra el Coruña, sólo salvan a Millán y González -como siempre- y a Rey, y del resto, en especial de la delantera, donde Sierra volvió a alinearse de 7, dicen que navegaron toda la tarde y jugaron sin moral y sin entusiasmo. Capítulo aparte merece el guardameta Martí, al que le hicieron un gol de verbena, el que suponía la victoria forastera, cuando apenas quedaban cinco minutos de partido: un despeje muy largo desde la defensa coruñesa llegó hasta el área local y el bote del balón superó por alto a un adelantado y mal situado Martí hasta colarse mansamente en la red. Fernández de Burgos en Ideal dice que el Coruña no hizo nada del otro mundo pero que la razón de su victoria es precisamente la diferencia de clase que hay entre Acuña, el mejor coruñés, y Martí, del que dice que es muy inseguro en cuanto abandona los tres palos para salir a por el balón y ya le han marcado unos cuantos goles por el estilo.

            Del portero catalán Martí no se puede decir que fuera una nulidad futbolera, al contrario, abundan las crónicas, sobre todo las forasteras, en las que se alaban su colocación y sus reflejos, y que lo hacen protagonista en la obtención de no pocos resultados positivos. Había llegado muy joven al Granada en la misma temporada del ascenso a primera, es decir, la presente era ya su quinta como rojiblanco, pero hasta la anterior no había conseguido hacerse con la titularidad. Como queda dicho, no era un mal guardameta, pero los plumillas locales en más de una ocasión habían censurado su enfermiza manía de adornarse, de estar más pendiente de la fotografía que de ser efectivo en sus actuaciones. Al parecer, más o menos esto fue lo que ocurrió en la jugada del gol por el que el Coruña se llevó la victoria, que habría llegado por no estar atento al balón, de otro modo no se explica tan tremendo fallo ante un despeje lejanísimo y bombeado sobre su área y muy fácil de atajar, y más si se tiene en cuenta que ningún contrario se hallaba cerca. Sea como fuere, ésta fue su última actuación como granadinista porque su gran pifia no fue perdonada y a la jornada siguiente Floro volvió a situarse en la meta granadina y ya jugó los cuatro partidos que quedaban para finalizar la liga más los cuatro de Copa del Generalísimo que se disputaron a continuación. Al terminar la temporada Martí recibió la baja a pesar de que por su edad, 23, todavía le quedaban muchos años de profesional, años que completó en el Español y posteriormente en el Murcia para retirarse ya a mediados de los cincuenta en el Jaén.

            La derrota dejaba al Granada a tres puntos del segundo, precisamente el Coruña (que acabaría ascendiendo acompañando al Sabadell), una distancia ya muy difícil de neutralizar pues sólo faltaban por jugarse cuatro jornadas, pero no quedó totalmente eliminado de la lucha por el ascenso ya que seguía estando a sólo un punto del Tarragona (que fue derrotado en su estadio por el líder Sabadell), el tercero en la tabla y ocupando el único puesto que daba derecho a jugar promoción de ascenso.


La foto está tomada en el campo del Betis, pero estos mismos hombres derrotaron 2-0 al Ceuta a la semana siguiente. De pie: Rey, Sosa, Millán, Mas, Safont, González y Martí; agachados: Galvany, Zubizarreta, Trompi y Sierra


Paso atrás en Es Fortí

               Dolió bastante la derrota ante el Coruña y algunos de los protagonistas de la misma quedaron muy tocados, el que más Martí. Así, para jugar en Mallorca la siguiente jornada, ya la 23, se anuncian varios cambios: Floro, Portilla y García volverán al equipo en detrimento de Martí, Zubizarreta y Galvany, pasando Sierra nuevamente a la media. El jueves partió la expedición hacia tierras baleares con la advertencia previa de la directiva de que en el caso de repetirse la lastimosa actuación del último partido serían los futbolistas sancionados económicamente.

            En Mallorca el 10 de marzo, simultáneamente a la gran manifestación de varios miles de personas que desde la Facultad de Medicina hasta la Catedral se organizó en Granada para dar la bienvenida al arzobispo Parrado, que venía de Roma con el cardenalato bajo el brazo, ante un rival directo cosechó el Granada una nueva derrota, 3-2. Se adelantó en el marcador con gol de Safont, pero los mallorquines le dieron la vuelta al resultado, el segundo por un penalti injusto señalado por una mano involuntaria de Millán que además costó la expulsión de Safont por protestar; posteriormente empató Trompi con otro penalti, pero cercano al final los locales consiguieron el de la victoria que los metía también en la lucha por la promoción. Floro fue el granadinista señalado por la prensa forastera como el mejor rojiblanco.

            La derrota hizo descender al Granada hasta el sexto puesto y casi supuso decir adiós definitivamente al ascenso directo, ya a cinco puntos cuando sólo quedaban seis por disputarse, aunque no significó perder toda chance ya que el tercer puesto, el de promoción, seguía a sólo un punto, pero ahora con la complicación de haberse metido más equipos en la pomada, hasta ocho, distanciados en sólo tres puntos, entre ellos el propio Mallorca.

 

El Salamanca y un gol fantasma

            Venía ahora el Salamanca, de visita a Granada por primera vez en su historia. Era el equipo castellano-leonés en esos momentos segundo por la cola, sólo el Ceuta estaba por detrás en la tabla (ambos descendieron). El Granada goleó 4-1 a los charros, pero a pesar de todo, los escribidores locales se quejan de que el partido de los rojiblancos fue muy flojo. En realidad, la prensa se había venido quejando toda la temporada del juego deficiente del Granada en prácticamente todos los partidos, independientemente de su resultado. En la crónica de La Prensa califican el partido de los rojiblancos como pésimo, aburrido, soporífero, anodino, ante un Salamanca que no opuso apenas resistencia y que tenía que haber sido mucho más goleado todavía, y es que, dice el periodista que firma como “Seudónimo”, la delantera volvió a fracasar. Dice también que el Granada acumula muchos años en su equipo titular y que convendría ir rejuveneciéndolo de cara a la próxima temporada. Lo cierto es que de los once que vencieron al Salamanca, todos menos Zubi -como lo conoce la prensa- ya estaban el último año en primera, pero sólo dos, Floro y Marín, superaban los treinta de edad. No obstante, el reportero salva de la quema al ala derecha, que volvió a ser la formada por Marín (dos goles) y Trompi (un gol), un ala derecha jamón, como dijo de la pareja un periodista de Pueblo en sus buenos años de primera, que volvieron por sus fueros y ofrecieron lo mejor del partido rojiblanco. Los dos puntos sirvieron para recuperar la cuarta plaza y quedar a un punto del tercero, pero la desventaja de tres con el segundo dejaba pocas opciones pues ya sólo quedaban dos jornadas por disputarse.

El viejo Marín, que reaparecía tras dos meses sin jugar, volvió a brillar y a reivindicarse como titular después de tantos ensayos infructuosos en el puesto de 7. A falta de cinco meses para cumplir los 40, Marín volvía a mostrarse como uno de los mejores futbolistas que vistieron de rojiblanco en toda su historia y uno de sus fichajes más rentables. En los dos partidos que quedaban para finalizar la liga y en los cuatro de copa que se jugaron a continuación ya no abandonó la titularidad, y al concluir la temporada se proclamó segundo máximo goleador del equipo con siete tantos en los sólo diez partidos de liga que jugó, empatado con Zubizarreta, fichaje de mitad de temporada, mucho más joven. De sus cinco temporadas en el Granada, ésta es la del adiós de Luis Marín y la única de las cinco en que no fue titular indiscutible.

La anécdota del partido fue el gol fantasma del Salamanca, en un chupinazo de su delantero centro Duque, que dio con mucha fuerza en una de las barras interiores y salió despedido hacia fuera por un agujero de la red, por lo que el árbitro Asensi, debutante en Los Cármenes, dudó unos instantes si concederlo o no.

 

Otro positivo en La Creu Alta

Después de la victoria ante el Salamanca faltaban sólo dos partidos para terminar la liga y el Granada seguía teniendo opciones muy reales de alcanzar la tercera plaza, la de la promoción a primera, y algo más remotas de poder colocarse segundo, con ascenso directo. Faltaba viajar a Sabadell, líder y ya ascendido, y terminar en Los Cármenes con la visita del Jerez. La directiva prometió a la plantilla la totalidad de los derechos de taquilla del partido de promoción en campo neutral que le correspondieran al Granada, a repartirse entre ellos, claro es, si es que conseguían clasificarse.

En Sabadell conquistaron los rojiblancos un punto al empatar sin goles en un gran partido, según las crónicas catalanas, muy emocionante y disputado. También dicen esas crónicas que el Granada fue el equipo que mejor imagen dejó de su paso por la Cruz Alta a lo largo de toda la liga, y todo eso a pesar de que los rojiblancos actuaron mermados porque nada más empezar el partido se lesionó González y por esa causa la primera parte lo situó Cholín en el extremo izquierdo para devolverlo a su puesto en la segunda mitad, pero su rendimiento estuvo por muy por debajo de lo que venía siendo normal; y no se acabaron ahí las desgracias porque faltando diez minutos para el final el malparado fue Rey, en un choque violento cabeza con cabeza con su compañero Sosa que le obligó a retirarse. Sin esos contratiempos, siguen diciendo las crónicas, seguramente el Granada se habría llevado los dos puntos porque fue mejor y dominó más que el cuadro local. Rey, que jugó toda la primera parte en el puesto de González en defensa, fue uno de los rojiblancos destacados en este partido, pero el tremendo choque con Sosa le produjo una conmoción cerebral de la que tardó más de cuatro horas en recuperarse.


                    En Mundo Deportivo se publicó esta foto del Sabadell 0 Granada 0


Por los pelos

Pese al buen partido granadinista en la casa del líder y ascendido Sabadell, sólo se pudo conseguir un punto que alejó toda opción de ascenso directo, conseguido ya matemáticamente en esta penúltima jornada por el Coruña como subcampeón. Faltaba por decidirse todavía la plaza de promoción, la tercera de la tabla, y eran hasta cuatro los equipos empatados a 27 puntos: Granada, Tarragona, Córdoba y R. Sociedad. Quien lo mejor lo tenía en principio era el Granada ya que recibía en la última jornada la visita del Jerez, tercero por la cola (acabó descendiendo en promoción) y toda la liga en los puestos bajos. El Granada estaba obligado a ganar, pero la victoria no le daba matemáticamente la clasificación para promoción. Un cuádruple empate a puntos le daba el tercer puesto, también si el empate a puntos era con cualquiera de los otros tres, y de los posibles triples empates, sólo en una de las combinaciones se quedaba fuera… que fue precisamente la que acabó dándose.

 Los lesionados en Sabadell pudieron jugar sin problemas y con el único cambio de Safont, que volvía tras cumplir su sanción, por Zubizarreta, ganó el Granada por goleada (4-1) sin ningún problema ante el flojo equipo jerezano, y sin apenas tener que esforzarse; y aún pudo ser mayor el margen pues hasta tres disparos se estrellaron en los postes.

 De todas las posibles combinaciones en empates a puntos que podía arrojar la última jornada, que eran siete, en seis salía el Granada promocionista y sólo en una nos quedábamos fuera. Y ¿qué pasó?, pues eso mismo, que salió la que no. Por entonces el criterio principal para deshacer empates era distinto al actual cuando éste se da entre más de dos equipos ya que a lo que primero que se atendía era al coeficiente de goles a favor y en contra exclusivo de los partidos jugados entre los empatados, y éste era siempre favorable al Granada excepto en el caso de triple empate con Tarragona y Córdoba, que favorecía a los catalanes. De todas maneras, tanto por ese sistema ya desusado como por el actual, el Granada igualmente hubiera quedado cuarto clasificado y sin derecho a nada.  El Tarragona fue el tercer clasificado y como tal jugó la promoción (no ascendió) un mes después frente al Español, clasificado 12º en primera.


                               Jiménez Real vio así la resolución de la última jornada 45-46


La derrota de la R. Sociedad (el cuarto de los empatados a 27 puntos antes de disputarse la última jornada) en Ceuta, colista y ya descendido, dejó a los vascos fuera de la terna de aspirantes. Por su parte el Tarragona goleó al Zaragoza. Pero la sorpresa fue la victoria del Córdoba en el campo de un Betis que se salvó de la promoción por la permanencia precisamente gracias a la victoria rojiblanca. Es ésta que nos ocupa otra de esas ocasiones en que los hinchas rojiblancos pensaron en mengues antigranadinistas confabulados. También hubo desde Granada cierto reproche hacia los “hermanos” andaluces por no haber echado una mano e incluso no faltaron quienes quisieron ver falta de honestidad en algunos de los protagonistas dado que el portero del Betis, el catalán Greus, en dos de los tres goles que encajó, según la crónica de ABC de Sevilla, «en otras ocasiones los hubiera eludido con facilidad»; asimismo, catalán era también el árbitro, Vilalta, que dirigió el Betis-Córdoba. Ideal de 3 de abril recoge algunos comentarios entresacados de la crónica del partido Betis 2 Córdoba 3 del periódico sevillano Lunes, donde dice «El guardameta Greus estuvo muy deficiente en los dos tantos encajados [en la primera parte], especialmente en el segundo, verdaderamente incomprensible, y el equipo se vino abajo jugando un segundo tiempo muy desafortunado». Y del referí Vilalta dice el mismo periódico sevillano que tuvo errores de bulto que beneficiaron a los visitantes.

Finalmente fuimos a morir en la orilla. A pesar de la gran irregularidad de la trayectoria rojiblanca en esta su temporada del reingreso en la segunda categoría, y a pesar de la cortísima plantilla con que se afrontó la temporada, a punto estuvo el Granada de clasificarse para promoción y en realidad sólo la mala suerte nos privó del premio. Finalmente, la derrota casera ante el Coruña fue lo único que separó al Granada de las mieles del triunfo; un empate en aquel partido hubiera dado al menos la promoción.

 

 

CALLEJEANDO

 

La autarquía y el aislamiento

               A mediados de los cuarenta las escaseces de todo tipo propias de la posguerra seguían mortificando a la población española con la misma virulencia que en los primeros años de la década. El reciente final de la Segunda Guerra Mundial, lejos de aliviar algo la situación no hizo sino empeorarla. En su día, la posición de neutralidad en la I Guerra Mundial favoreció bastante la economía española, pero en la II GM no se puede decir que España, es decir, Franco, permaneciera neutral, por más que intentara dar a su régimen un lavado de cara cuando vio que la derrota de los amigos era inevitable. Por eso mismo, a su término, los vencedores tenían motivos para considerar enemiga a España y decidieron castigarla, y si bien toleraron el régimen del general no deponiéndolo manu militari, vetaron expresamente que nuestro país fuera admitido en la recién creada ONU o en alguno de los organismos internacionales nacidos a su amparo hasta tanto no se instaurara en España un gobierno democrático. Incluso aconsejaron a sus socios la retirada de sus embajadores en Madrid, aunque este gesto no implicara la ruptura de relaciones diplomáticas.

            La “Cuestión Española” ya había sido tratada en las Conferencias de Potsdam y San Francisco, en la primavera-verano de 1945, con resultados nada satisfactorios para el régimen del general Franco. Y fue el 9 de febrero de 1946 cuando la asamblea de la ONU, sin ningún voto en contra, aprobó una moción condenando el régimen del general Franco y vetó oficialmente el ingreso de España por considerarla un estado fascista surgido gracias al apoyo de los países del Eje.


                                                   Franco y Hitler en Hendaya


Todo repercutió en un estrangulamiento aún mayor de la ya de por sí estrangulada economía española, todavía recuperándose de los estragos de nuestra guerra y capitidisminuida por la demencial política autárquica del franquismo de primera hora. Y es que el Caudillo sabía de todo lo divino y lo humano. Sabía hasta de economía y afirmaba sin pudor que de la experiencia autárquica española copiarían hasta los gráficos que en la ciencia económica explican las leyes de la oferta y la demanda, que modificarían algunos de sus dogmas cuando vieran lo bien que iba a funcionar todo gracias a su férreo control de precios y mercados, mucho más beneficioso para el país que el nefasto liberalismo, causante del desastre español del XIX.

Pero gobernar el país como si fuera un cuartel, también en los aspectos macroeconómicos, sólo podía dar para lo que daba y que sufrían en propias carnes los españoles de a pie, y más que ninguno los de alpargata y telarañas en los bolsillos: hambre, miseria, enfermedades… y estraperlo, el mercado negro al que iban a parar no pocos productos de primera necesidad saltándose todas las limitaciones de precios y cupos y desabasteciendo de paso amplias capas sociales. La cruda realidad era que los precios se empecinaban en ser indisciplinados y subirse a la parra por más medidas que desde el poder se adoptaran para meterlos en vereda, y además éstos nunca se han dejado atrapar y enchironar por muy desafectos al Régimen que se mostraran. La tozuda realidad era que España estaba muy lejos de poderse abastecer por sus propios recursos sin tener que recurrir a las importaciones: subdesarrollada científica y tecnológicamente, con un alto nivel de analfabetismo, sin apenas materias primas, sin apenas recursos energéticos y con sus infraestructuras de transporte hechas cisco. Y para colmo, la pertinaz sequía también confabulada en contra, provocando año tras año cosechas raquíticas. Para cuando Franco se convenció de que la autarquía sólo llevaba a aumentar aún más la ruina que era el país, ya había transcurrido toda una década, la de los cuarenta, los años del hambre por antonomasia para todos los que tuvieron la mala suerte de sufrirlos en sus propios tractos digestivos.

            España se puede decir que ya vivía aislada desde hacía varios años, pero si a la desastrosa política económica se suma la enemiga de las potencias mundiales y por eso mismo España queda excluida de los organismos internacionales y de sus acuerdos de política monetaria y financiera y, como consecuencia, a pesar de haberse espercojao bien el pueblo y de que a sus moradores los hayan disfrazado de andaluces, Mr. Marshall va y pasa de largo, como pasó, el resultado es un aislamiento todavía más grande y con él el empeoramiento de las ya muy precarias condiciones de vida del españolito medio.

Para más inri, a finales del mismo mes de febrero de 1946 una nueva vuelta de tuerca viene a dejar todavía más aislada a España al decidir los franceses cerrar a cal y canto todas sus fronteras terrestres, aéreas y marítimas con nuestro país e impedir cualquier tipo de tráfico. Hasta 1948 duró el cierre de fronteras. Una drástica medida desencadenada por la reciente ejecución por el régimen franquista de Cristino García y nueve maquis más, de aquellos que habían cruzado los Pirineos tras la liberación de Francia. El asturiano Cristino García es considerado todavía en la actualidad un héroe nacional de Francia y su nombre está en el callejero de varias ciudades galas, y fue en su día condecorado por el gobierno francés (que intercedió por él infructuosamente ante Franco) por haberse distinguido luchando en la Resistencia contra el ejército alemán de ocupación.


                                                 Estraperlo al por menor por las esquinas


Una manifestación espontánea

Los diarios granadinos (como los del resto de España) de 10 de febrero de 1946 nada dicen del importante acuerdo de la ONU adoptado el día anterior y por el cual se condenaba al ostracismo al régimen de Franco. Tampoco los de los días siguientes tratan de la cuestión, aunque sí que informan de grandes manifestaciones por toda la Piel de Toro de adhesión al Caudillo en estos momentos en que se recrudece la campaña exterior contra España.

En Granada el 20 de febrero se organizó una gran manifestación callejera “espontánea” iniciada por universitarios y a la que en seguida se sumó el comercio, para reiterar públicamente la adhesión de la población granadina al Jefe del Estado, informa Ideal, y para protestar contra la campaña de difamación de España en el extranjero, promovida por el comunismo internacional. Unas cinco mil personas llevando un gran retrato enmarcado de Franco en cabeza y con gritos de ¡Franco sí, comunismo no!, partiendo de la plaza de la Universidad se dirigieron hacia la facultad de Medicina y desde allí enfilaron camino de la entonces avenida de Calvo Sotelo y Gran Vía, con parada ante el palacete del Gobierno Civil, donde se cantó reiteradamente el Cara al Sol y demás himnos y donde nadie salió a saludarlos ni arengarlos porque el gobernador Fontana estaba ausente, en uno de sus muy frecuentes viajes a Madrid. La siguiente parada fue ante el Ayuntamiento, y de ahí a la casa de Falange, en la plaza del Campillo, con más himnos patrióticos, donde fueron los manifestantes arengados por el subjefe provincial del Movimiento, Fernando Estella Doval. Continuó después la manifestación por la calle San Matías hasta Capitanía con salida al exterior para saludar del Capitán General de la IX Región Militar, general Vicente Lafuente Baleztena (el mismo del que se cuenta algún episodio de la Guerra Civil en León, con el abuelo de Rodríguez Zapatero como víctima) y nuevos cánticos y gritos de consignas.

La manifestación continuó después su camino hasta la Universidad, donde se disolvió sin ningún tipo de incidente al filo del mediodía. Pero a un puñado de vociferantes valentones aquello les había sabido a poco y, calientes como estaban después del baño de patriotismo azul mahón (y de los varios chatos trasegados), decidieron llevar también las muestras de apoyo al Caudillo a “territorio hostil”, por lo que un grupo de echaos p'alante enfiló la Calderería hacia arriba y continuó con sus gritos y sus banderas por las estrechas calles albaicineras. La mayoría, granadinos de nacimiento, era la primera vez y posiblemente también la última que ponía un pie en el barrio obrero y principalmente anarquista de la Granada de la República. Al principio serían unos centenares, pero, entre las cuestas, los resbalones en el empedrado, las caídas, los recovecos y las paradas en las tabernas albaicineras, cada vez se iban descolgando más efectivos. Entre los promotores de aquella insólita manifestación en fila india, que cada vez se iba pareciendo más a un Día de la Cruz moderno, pero sin sevillanas, no faltaban los que iban prestos y dispuestos para convencer disidentes con la dialéctica de los puños y las pistolas a la menor muestra de desafección, pero lo que ocurrió fue que los albaicineros siguieron a lo suyo y nada quisieron saber de estas querellas de señoritos ociosos buscando gresca, y no hubo lugar a episodio alguno que lamentar. Así me lo contó hace años desde detrás de su mostrador de madera un tabernero de la cuesta de San Gregorio, testigo presencial de aquella rara demostración de patriotismo que terminó en juerga por las tascas del Albaicín, por entonces muy abundantes al ser el barrio más poblado de la ciudad.

Aparte, en Granada como en el resto del país, durante todo el mes de marzo los periódicos publicaron numerosísimos reportajes e informaciones “verídicas” acerca de la “escrupulosa” neutralidad observada por España a lo largo de todo el conflicto mundial, y se repitieron las manifestaciones de próceres locales condenando la injerencia extranjera en los asuntos internos de España, dirigida por el comunismo internacional, e incluso hubo una recogida de firmas de adhesión al Jefe del Estado en la misma puerta del Ayuntamiento.


                                         Manifestación de universitarios granadinos