EL ONCE FANTASMA

Pedro Escartín bautizó al Granada CF (el Recreativo Granada) con el apodo de "Once Fantasma" cuando este club era un recién llegado a la competición pero ya andaba codeándose con equipos de solera y aspiraba a lo máximo.
En este libro se narran las vicisitudes por las que atravesó el Recreativo en sus cinco primeros años de existencia y también se recogen los sucedidos ciudadanos más impactantes de aquella época revuelta que fue la de la II República.
En la foto de cabecera se ve al Recreativo que se enfrentó al Gimnástico de Valencia en el campo madrileño de El Parral, 21 de febrero de 1934. De pie: Sosa, Tomé, Calderón, Luque, Itarte, Carrera, Victorio y Tabales; agachados: Gomar, Morales y Herranz.
Para adquirir un ejemplar firmado y dedicado por el autor (20 €), dirigirse a
jlramostorres@gmail.com


Historia del Granada CF



lunes, 24 de enero de 2022

LA HINCHADA QUIERE FICHAR

 La peña Millán rodea al presidente Martín Campos

 

Derrota en Badalona

La siguiente jornada de la 48-49, la once, llevó al Granada a Badalona, equipo de la zona baja y que acabó descendiendo, pero que el domingo 21 de noviembre de 1948, el mismo día en que la democracia orgánica había convocado a las urnas para la elección de concejales por el tercio familiar, derrotó 2-0 al Granada. Según las crónicas el Granada es un claro aspirante al ascenso y jugó un partido bueno y dominó, pero como en otras muchas ocasiones anteriores, fue nulo en ataque. La incorporación de Millán a la delantera no surtió efecto en esta ocasión. Fue novedad en la alineación Toñín, que debutaba en sustitución de Arencibia, lesionado y que ya no volverá a jugar hasta el último partido de la temporada, de Copa del Generalísimo. También Luiqui, ausente desde la segunda jornada por lesión. El resultado adverso hizo al Granada perder un puesto en la clasificación y pasar al cuarto.

Mientras el Granada caía derrotado en Badalona, en Los Cármenes el filial goleaba 4-0 al Esperanza de Jaén en la jornada quinta y última de la primera vuelta y se reafirmaba en el liderato de su grupo. Según las crónicas, a pesar del resultado, fue un partido anodino.

 

Las peñas quieren fichar jugadores

La derrota en Murcia de dos jornadas antes, la 9, y la constatación de la mala actuación de la línea delantera, como en tantos anteriores choques, movió a algunos aficionados a buscar una solución, y así en la prensa del 10 de noviembre apareció una carta abierta firmada por “un grupo de aficionados” en la que dicen que, en vista de las deficientes actuaciones que tarde tras tarde vienen dando determinados elementos de la delantera y teniendo en cuenta las grandes posibilidades de ascenso que existen y la falta de monetario del Granada, proponen abrir una cuestación popular para recaudar fondos con los que adquirir tres o cuatro jugadores de valía.

Una semana después una peña, la del bar Andalucía, fue la primera en responder a la llamada y abrió la suscripción con 500 pesetas recaudadas entre sus peñistas. La segunda lista de donantes aparecida en la prensa la encabeza Manuel Torres Molina con 50 pesetas. Tras esa segunda lista se alcanzó la cantidad de 1.140. En días sucesivos y durante todo el mes de noviembre los diarios granadinos incluyeron listas en las que figuraban nombres y apellidos de los donantes y las cantidades aportadas por cada uno. Hubo muchísimos modestos donativos de diez pesetas, pero tampoco faltaron otros más generosos, de tres cifras, y gran parte del comercio y la hostelería local aportaron sus cantidades.

Las peñas granadinistas, tan activas la temporada pasada, en ésta sin embargo parecían adormecidas hasta que se puso en marcha esta iniciativa. Los presidentes de todas las peñas fueron reunidos por el diario Patria y de esa reunión salió una comisión comandada por el periodista de Patria Daniel Saucedo Aranda, que quedó encargada de intervenir en la aplicación de las cantidades recaudadas y asesorar sobre los jugadores a fichar. Sólo la peña de empleados de Banca y Bolsa se opuso a lo tratado.

La respuesta del club no se hizo esperar y tan solo un día después apareció en los diarios una nota oficial de la directiva en la que se lee que en modo alguno puede permitir que se constituyan comisiones al margen del club para adquirir jugadores ya que esta misión corresponde en exclusiva a sus órganos rectores. En la misma nota el club también hace saber que admitirá de muy buen grado cuantos donativos les ofrezcan aficionados a título particular o comisiones de los mismos, pero que la elección de jugadores para fichar de ninguna manera la delegará en terceros. Ya no se habló más de la cuestión y desconocemos si las cantidades recaudadas fueron finalmente a parar a poder del club o se procedió a devolver lo aportado por cada cual.


Megino, fichaje con la temporada ya empezada


Ficha Megino y debuta en la victoria sobre el Levante

Sin guardar relación alguna con esa colecta de generosos aportadores para fichajes del Granada y pese a que reiteradamente venían apareciendo en la prensa comentarios acerca de la imposibilidad de que el club fichara nuevos futbolistas por ser muy precaria su situación económica, a principios de noviembre comentan los diarios que el Granada está en negociaciones con el Jaén, de tercera, para fichar al extremo blanco Megino, nombre que ya sonó la temporada anterior pero fue descartado porque desde el club vecino se descolgaron pidiendo una cantidad exagerada. En primera instancia el Granada ofreció al Jaén el trueque de su jugador por los granadinistas Díaz y Toñín, y ambos jugaron un amistoso en las filas del Jaén, pero no convencieron. A pesar de todas las dificultades crematísticas, a finales de noviembre y después de la jornada once en la que el Granada cayó derrotado en Badalona, fichó Megino por cuatro temporadas por 65.000 pesetas y un partido amistoso en Jaén.

Un jueves fichó Megino y el domingo siguiente ya se enfundaba la zamarra rojiblanca para ser alineado en el puesto de extremo derecho en el partido de la jornada 12 en el que el Granada derrotó 3-0 al Levante, equipo de la zona media que entrenaba el ex granadinista Antonio Bonet. Según la prensa granadina, nuestro equipo jugó un gran partido de entrega y pundonor y derrotó con toda justicia a los valencianos, cuajando una buena actuación el debutante Megino. Y eso que en principio la alineación rojiblanca hubo que recomponerla por lesiones, enfermedad o circunstancias familiares de varios integrantes de su equipo titular. En la portería se mantuvo Candi, pero en la defensa Toñín acompañó a Lesmes y Rey sustituyó a Millán, quien a su vez se alineó de delantero centro (y consiguió dos de los goles) en lugar del lesionado ariete Morales. La línea media fue por completo novedosa porque la lesión del veterano Arencibia hizo debutar al canterano Montilla, quien venía dando grandes actuaciones en las filas del filial, y para el otro puesto, ante la ausencia de Sosa, que viajó a su tierra natal por estar su padre grave, Almagro retrasó su posición y actuó en el volante izquierdo. En la delantera también hubo novedades con el debut de Megino y la vuelta de Millán al puesto de delantero centro, completando el quinteto Trompi, Fraga y Mas (que marcó el otro gol). Con la victoria el Granada recuperó la tercera plaza, ya a sólo dos puntos del líder Málaga.

El filial Granada B descansó esta semana al no poder jugarse el partido que debía enfrentarle al nuevo Recreativo de Granada, ya la jornada seis y primera de la segunda vuelta. Esta circunstancia fue aprovechada por el Bailén, su más directo rival, para arrebatarle temporalmente el liderato.


 Recorte de Ideal del partido Granada-Levante


En ascenso directo al ganar en Gerona

En la jornada 13 y última de la primera vuelta al Granada le tocaba jugar en Gerona, pero como la siguiente, la 14 y primera de la segunda ronda, suponía un nuevo desplazamiento, a Castellón, la expedición rojiblanca, formada por catorce futbolistas más el entrenador Cholín, el directivo delegado y el masajista, salió para tierras catalanas el jueves antes del partido, despidiéndose hasta diez días después, como era habitual en aquellos años de infraestructuras ferroviarias en precario. Para ayudar económicamente en el doble desplazamiento se cerró un acuerdo para la disputa entre semana de un amistoso en Les Corts frente al Barcelona.

En Gerona el Granada, apoyado desde la grada por un gran número de quintos granadinos haciendo la mili en aquellas tierras, aumentó a cuatro su cuenta de positivos consiguiendo su primera victoria a domicilio por 0-1 ante el once local, equipo de la zona baja. El gol de la victoria lo consiguió Morales, que volvía aún sin estar plenamente recuperado, aprovechando un magnífico pase del recién fichado Megino y, según las crónicas, el Granada fue mejor y ganó con justicia.

Para el diario gerundense Los Sitios, el Granada es sin duda el mejor equipo que esta temporada ha pasado por el campo de Vista Alegre, formado por once atletas duros, fuertes y tenaces y que además saben jugar al fútbol y practicar los modernos sistemas de juego (la WM). Destaca la cerrada defensa de cuatro que dispuso Cholín en toda la segunda parte para conservar la ventaja en el marcador, y también la buena actuación del canterano Montilla, de nuevo en el once titular. También merece comentario favorable la actuación de Candi, cada vez más afianzado en la titularidad; el guardameta se lesionó en un brazo, pero aguantó los noventa minutos. Gracias a la victoria, por primera vez esta temporada el Granada se situó en puesto de ascenso directo, el segundo, a dos puntos del líder Málaga y empatado con el tercero, el Hércules.

Mientras tanto en Los Cármenes el filial Granada B, reforzado con los profesionales de la primera plantilla Laureano Martín, Luiqui y Díaz, derrotó 4-1 al Baeza, otro de los gallitos. Dos horas antes de la celebración del encuentro del Granada B y en el mismo escenario, el nuevo Recreativo de Granada consiguió su primera victoria de la liga al derrotar al Español de Santiago, de Córdoba, por 6-4. La noticia de la fundación de este tercer Recreativo fue recibida en su día con recelo en el seno del club rojiblanco, pero en estos momentos sus relaciones con el Granada habían cambiado a positivo y por esa razón había obtenido autorización de la directiva rojiblanca para jugar como local en Los Cármenes, abandonando el estadio de la Juventud, que venía siendo el escenario de sus partidos caseros, y además había obtenido la cesión de algún elemento del Granada B que no venía siendo utilizado por el míster Manolo Ibáñez.


 Recorte de Mundo Deportivo con dos momentos del amistoso Barcelona-Granada

Amistoso en Les Corts y derrota en Castellón

Tras jugar y ganar en Gerona, la expedición rojiblanca acudió al campo barcelonés de Les Corts para la disputa de un amistoso frente al equipo blaugrana, el miércoles 8 de diciembre de 1948, fiesta en toda España. El Barcelona fue el campeón de la liga 48-49, pero en esos momentos marchaba tercero clasificado, por detrás de Madrid y Atlético de Madrid. Los catalanes jugaron los primeros cuarenta y cinco minutos con su equipo titular, introduciendo cambios en la segunda mitad, entre ellos el del futuro granadinista Manchón, de 18 años, que era la primera vez que disputaba un partido con el primer equipo azulgrana. Y el Granada presentó la misma alineación que en Gerona excepto la reaparición de Sosa, en detrimento del granadino Montilla, y la de Fraga en punta de ataque en sustitución de un tocado Morales. Vencieron los locales 2-1 y las crónicas alaban el buen juego del Granada, en especial en la primera mitad. Mundo Deportivo dice que el Granada desplegó, a ratos, un gran juego.

La expedición del Granada permaneció en Barcelona hasta el sábado, día en el que partió hacia Castellón para disputar el primer partido de la segunda vuelta, jornada 14. En El Sequiol un Granada nuevamente con alineación de circunstancias perdió 1-0 en un partido en el que, según los plumillas levantinos, tuvo mala suerte y fue a encajar ese único gol (marcado por Mamblona, uno de los fallecidos en el accidente del Melilla en Loja tres años después) faltando menos de cinco minutos para el final y por culpa del fuerte viento que hacía en La Plana. A última hora se le presentó al Granada la importantísima baja de Lesmes y esto obligó a recomponer la defensa, actuando Rey de central y Sosa de defensa izquierdo, con Millán por la derecha, y en la delantera la nueva ausencia de Morales hizo jugar a Fraga de 9, como ya lo había hecho en el amistoso de Barcelona. El ventarrón reinante impidió que se viera un juego mínimamente trenzado. La derrota relegó al Granada a la cuarta plaza, aunque sin aumentar su distancia de dos puntos respecto del líder Málaga, que tropezó en esta jornada.

Mientras el Granada era derrotado en Castellón, en Los Cármenes el filial, sin el concurso de ningún profesional, consiguió una nueva victoria por paliza, esta vez frente al Español de Santiago cordobés. El resultado fue de 0-6 porque, aunque el encuentro tuvo como escenario el estadio granadino, en realidad el Granada B actuaba en calidad de visitante porque su rival, que había sido filial del Córdoba, al desligarse de la tutela de éste se había quedado sin campo donde jugar sus encuentros locales, de manera que toda la liga actuó en los campos de sus rivales, tanto como visitante como en calidad de local. Previamente tenía que haberse jugado el partido de la misma categoría entre el Recreativo y el Esperanza de Jaén, pero éste se presentó tarde cuando el encuentro ya había sido suspendido. Simultáneamente a la disputa del partido del filial, en la finca lindera a Los Cármenes el arzobispo Santos Oliveras inauguraba solemnemente las nuevas escuelas del Ave María.


 Cholín, míster de la 48-49

Homenaje a Cholín

Después del partido en Castellón toda la plantilla tomó las vacaciones navideñas y la liga quedó aplazada hasta dos semanas después. El parón fue aprovechado para tributar un homenaje al entrenador de la primera plantilla, Ignacio Alcorta, Cholín, celebrando una cena en el restaurante Los Leones a la que por el precio de 39 pesetas por cubierto asistieron ciento treinta comensales de toda clase y condición social, muchos de ellos sin ninguna vinculación con el deporte. Pepe Millán a los brindis obsequió al homenajeado con un juego de cartera, billetera y petaca en cuero repujado por artesanos granadinos. Cholín agradeció el homenaje y los regalos y dijo que desde la primera vez que vino a nuestra tierra se quedó enamorado de ella y se formó el propósito de quedarse aquí a vivir, y que puesto que sus hijos han nacido en Granada él se consideraba un granadino más. La cena fue no obstante sólo una primera entrega de un homenaje más amplio que estaba previsto y que consistiría en un partido amistoso a celebrar ya en enero y para el cual todavía no se había encontrado adversario. Tras interminables gestiones fue contratado finalmente el At. Madrid, y el día señalado fue el de San Cecilio, o sea, el 1 de febrero, fiesta local.

 

El Granada B, campeón, asciende a Regional Preferente

La primera plantilla se había ido de vacaciones a mediados de diciembre, pero la competición de 1ª Regional no se detuvo. Así el filial el 19 de diciembre se enfrentó al único rival que podía disputarle el campeonato de su grupo, el Bailén, que marchaba un punto por delante, pero con un partido más. En Los Cármenes el Granada B no tuvo demasiados problemas para imponerse a su rival por el tanteo de 2-0, con lo que el campeonato del grupo quedó virtualmente asegurado porque el filial recuperó el liderato y distanció a su rival en un punto más el golaveraje, teniendo en cuenta que al Bailén sólo le quedaba por jugar un último partido mientras que el Granada B todavía tenía que disputar dos encuentros al tener aplazado su enfrentamiento con el Recreativo.

Al domingo siguiente, 26 de diciembre de 1948, en la décima jornada y última del calendario, en La Victoria ante el Esperanza, equipo filial del R. Jaén que actuó reforzado con algún elemento de la primera plantilla, el Granada B se impuso 2-3, consiguiendo así ya matemáticamente el campeonato en solitario del grupo y con él el ascenso a Regional Preferente. La crónica, escrita por un periodista local, dice que el Granada B fue netamente superior y mereció ganar por más amplio margen, pero se le anularon tres goles y además Mas falló un penalti (también reforzaron al filial los integrantes de la primera plantilla Díaz y Luiqui).


 Una formación del filial Granada B

Doble palizón del filial al tercer Recreativo

El partido aplazado de la jornada sexta o primera de la segunda vuelta, entre el Granada B y el nuevo Recreativo, ya sin ninguna trascendencia para la clasificación, se jugó por fin el sábado 1 de enero de 1949 en Los Cármenes, actuando el filial como visitante. Este partido tiene la particularidad histórica de que en él se estrenaron las porterías de Los Cármenes ya con sus postes redondeados, tal como dispuso la Federación a principio de temporada. Con arbitraje del ex del Once Fantasma Eloy Díaz, acabó con el resultado de 1-7 ante poquísimo público en una tarde fría y lluviosa y con el terreno en pésimas condiciones. En el Granada B se alinearon Toñín y Megino, éste por no poder actuar en Copa dado que esta misma temporada ya lo había hecho en las filas del Jaén. Como interior, pero en el otro equipo, salió Almagro II, hermano del jugador de la primera plantilla, que actuaba cedido por el Granada en este tercer Recreativo de efímera vida puesto que sólo existió la temporada que se narra. De esta brillante manera terminaba la segunda liga del equipo filial del Granada, en la que sólo perdió un partido siendo capaz de conseguir 47 goles por 13 encajados.

Los dos mismos contendientes, Granada B y Recreativo, volvieron a verse las caras en el mismo escenario cinco días después, pero ahora para dilucidar el campeón provincial de la Copa de Aficionados. Para llegar a este choque ambos previamente habían eliminado a distintos cuadros de la provincia. El resultado fue una nueva paliza de los blanquiazules, que jugaron sin ningún refuerzo del primer equipo ya que en esta competición, como su nombre indica, sólo podían alinearse jugadores amateur; 9-0 fue el resultado, que muestra bien a las claras la potencialidad del filial rojiblanco así como la debilidad de su oponente. Tres de los goles los encajó el recreativista Vicente (Vicente Díaz), que tuvo que ocupar la puerta ante la expulsión del portero Quinito. De esta manera el Granada B se clasificó para la fase regional de este trofeo que había de enfrentarle con los campeones de otras provincias andaluzas.

 

Victoria en Tomelloso y pase a la siguiente ronda de Copa

Durante las vacaciones de Navidad se sorteó la cuarta eliminatoria de Copa del Generalísimo en la que al Granada le correspondió como rival el Tomelloso, de tercera. Este año la copa tuvo varias eliminatorias previas que disputaron los equipos de los seis grupos de tercera, estando establecido que a partir de la cuarta entraran en juego los equipos de primera y segunda, y se haría a partido único, repartiéndose por mitades la taquilla ambos contendientes. Hasta cuartos de final se mantendría la fórmula de eliminatoria a partido único. La suerte decretó que ese único choque se disputara en tierras manchegas, y ante lo exiguo de la recaudación que se preveía, la directiva inició gestiones para que el partido se jugara en Los Cármenes o en un campo neutral, pero no se llegó a acuerdo dado que el club ciudarrealeño pedía la muy exagerada cantidad de 50.000 pesetas libres de todo gasto además del coste del desplazamiento y manutención en Granada para que el partido se celebrara en Los Cármenes (el Granada ofrecía 35.000).

Así el domingo 2 de enero de 1949 compareció en Tomelloso por primera vez en su historia el Granada, que alineó a todos sus titulares y logró pasar a la siguiente ronda al derrotar a los locales por 0-1, gol de Fraga en un partido malo de solemnidad.

Unos días después, el jueves 6 de enero, compareció el equipo rojiblanco en La Victoria de Jaén para disputar un amistoso con el cuadro local, partido que formaba parte del pago por el traspaso de Megino. Ganó el Granada 2-5 con arbitraje de Morales, otro ex del Once Fantasma de los años treinta. Lo más positivo fue constatar la recuperación del guardameta Valero, ausente por lesión desde hacía más de dos meses.


El Granada que derrotó al Baracaldo. De pie: Lesmes, Millán, Mas, Candi y Rey; agachados: Sosa, Almagro, Trompi, Megino, Fraga y Morales

Victoria ante el Baracaldo con arbitraje de Eloy

Por fin y tras casi un mes de parón, desde el 12 de diciembre, volvió la liga a disputarse el domingo 9 de enero, ya de 1949, con la jornada 15, segunda de la segunda vuelta. El Granada recibía en Los Cármenes al Baracaldo, que esta temporada era filial del Bilbao y estuvo toda la liga en los primeros puestos, así que a priori era temible. Pero ante este cualificado rival el Granada consiguió una victoria por 3-1 que se fraguó en la primera parte, que fue cuando se consiguieron los cuatro goles, en un partido bien jugado por ambos contendientes mientras el terreno de Los Cármenes aguantó, ya que como no paró de llover el estado del césped fue paulatinamente impidiendo trenzar jugadas.

La anécdota estuvo en que el partido comenzó con casi media hora de retraso porque a la hora fijada para el comienzo, cuatro menos cuarto de la tarde, el árbitro designado, el santanderino Celestino Rodríguez Mato, veterano con amplísimo recorrido en primera y segunda, no había comparecido debido a las varias horas de retraso acumuladas por el tren que lo traía a Granada; por esa razón se decidió que el partido fuera arbitrado por un colegiado local, Eloy Díaz, granadino y ex portero del Once Fantasma de los años treinta, tal como prevén las normas reglamentarias y para evitar que una prolongada espera motivara que la noche se cerniera sobre el campo imposibilitando la visión pues en Los Cármenes no había iluminación. La directiva desplazó un coche hasta Iznalloz para recoger en esa estación al árbitro con objeto de ganar tiempo, pero a pesar de todo, cuando llegó por fin el trencilla a Los Cármenes, casi una hora después de lo previsto, su papel fue el de mero espectador y los noventa minutos fueron dirigidos por Eloy, quien no influyó nada en el resultado según las crónicas locales y corroboró el esa tarde espectador Celestino Rodríguez.

Las crónicas destacan por encima de todos al granadino Manolo Almagro, superior en varios codos (dice Fernández de Burgos en Ideal) al resto de jugadores. Con la victoria subió el Granada a la tercera plaza, empatado a puntos con el Málaga, pero uno por debajo de la Real Sociedad.

 

 

 

CALLEJEANDO


Las Cortes de Franco

La democracia orgánica

            Que España desde el final de la Guerra Civil y hasta la muerte de Franco estuvo regida por una dictadura no es precisamente un secreto. El parlamentarismo y los partidos políticos fueron abolidos en todo ese periodo, treinta y seis años largos. No obstante, buscando siempre la aprobación del exterior y para dar la imagen de que en España no imperaba un régimen autocrático feroz, también hubo algunos momentos, muy pocos, en que los españoles fueron llamados a las urnas. Así se hacía ver a quienes mantenían aislada a España y fuera de los organismos internacionales nacidos tras la II GM que el régimen de Franco era en realidad una democracia.   

Democracia sí, pero ¿qué tipo de democracia? ¿La liberal propia de la España de finales del XIX y principios del XX? De ninguna manera podría tolerar el general la vuelta a aquello que, según los ideólogos del franquismo, trajo la ruina y la decadencia a estos predios. Los españolitos, eternos menores de edad para el franquismo, no habrían sabido discernir con criterio propio y usar su voto en el sentido correcto si volvían las trasnochadas retóricas de las peleas políticas y las marrullerías del viejo caciquismo decimonónico. Democracia sí, era lo que necesitábamos, pero con sifón, esto es, siempre dentro de un orden, o sea, la democracia orgánica, la verdadera y real democracia, ya lo dijo el mismísimo Franco. Nada de partidos políticos como en las funestas democracias liberales -las democracias inorgánicas, plaga espantosa per se-, organizaciones artificiales a fin de cuentas. Los órganos naturales de asociación son la familia, el municipio y el sindicato, o sea, donde se nace, se vive y se trabaja, y los españoles podrían participar en la vida política por medio de esas organizaciones naturales. Nada de sufragio universal individualista y fuente de incesantes conflictos y de desunión entre los españoles, en la nueva España corporativista se participaba en política a través de esos órganos naturales y jerarquizados.

Ya lo decía en 1934 el punto 6 de los 27 de que constaba el programa fundacional de Falange Española de las JONS: «Nuestro Estado, será un instrumento totalitario al servicio de la integridad de la patria. Todos los españoles participarán en él al través de su función familiar, municipal y sindical. Nadie participará al través de los partidos políticos. Se abolirá implacablemente el sistema de los partidos políticos, con todas sus consecuencias…».

Así, en 1942 nacieron las Cortes, el supuesto órgano superior de participación del pueblo en las tareas del Estado, cuyos miembros serían designados en teoría por los españoles a través precisamente de la familia, el municipio y el sindicato. Pero las Cortes de Franco fueron en realidad un simulacro de parlamento. Nacieron presuntamente para limitar el poder absoluto del dictador, que a partir de ese momento tendría que someter a consulta a este órgano todas las leyes antes de ser sancionadas, luego nacía este organismo como un poder legislativo que debatía los proyectos de ley y los aprobaba o rechazaba por el mecanismo de las mayorías. Pero en la práctica su labor se limitaba a decir ¡si señor, sí señor! a cuanto se le presentaba, la mayor parte de las veces elaborado de espaldas por completo a este seudo Congreso, y además Franco seguía conservando intacta la decisión última de dar validez o no a cualquier disposición legislativa.

Los miembros de esta cámara, los procuradores, fueron en su totalidad designados a dedo desde la creación del organismo, de ellos, unos cincuenta directamente nombrados por el jefe del Estado. Hasta 1967, con la Ley Orgánica del Estado (la última de las Leyes Fundamentales o seudo Constitución franquista), los pretendidos representantes de las familias españolas, uno de esos pretendidos órganos naturales que pretendidamente encauzaban la democracia orgánica, estuvieron ausentes de los escaños del palacio de la Carrera de San Jerónimo. En una fecha ya tan lejana a la instauración de la dictadura como 1967 se dispuso por fin que los procuradores por el tercio familiar serían elegidos directamente por el pueblo mediante sufragio universal, directo y secreto, lo más parecido a unas elecciones libres en una democracia de verdad. Pero las dos veces que se desempolvaron las urnas para que los españolitos votaran a quienes iban a ser sus representantes por el tercio familiar, las dos celebradas con un índice de abstencionismo cercano al 50%, no pasó aquello de otro paripé más y los elegidos fueron siempre personas del Régimen, sin cuyo requisito no se podía siquiera aspirar a presentarse a la elección.


Modelo de papeleta que publicaban los periódicos y podía recortarse para ser usada

Elecciones municipales

La democracia orgánica también debía regir en los ayuntamientos franquistas y estar éstos compuestos por representantes de los llamados tres órganos naturales de participación de la ciudadanía en política a nivel doméstico: familia, sindicatos y entidades económicas, culturales y profesionales. En 1945 el Fuero de los Españoles y la Ley de Bases de Régimen Local establecieron el marco legislativo para la renovación de los ayuntamientos. Se quiso empezar por el tercio familiar, que sería el único en el que se diera la palabra al pueblo, pero sólo a los cabezas de familia, fijando la cita con las urnas para el domingo 21 de noviembre de 1948. Los otros dos tercios también serían renovados, pero se haría con designaciones corporativas, es decir, sin tener que recurrir a votaciones populares, a las que tan alérgicos fueron siempre los aparatos del franquismo. Los alcaldes siguieron siendo nombrados directamente por los gobernadores civiles o por el ministro de la Gobernación.

La elección de concejales por el tercio familiar en Granada, por su población (unos 170.000 habitantes) se traducía en que los nombres de siete personas, la tercera parte del total de ediles, saldrían de las urnas designados por los cabezas de familia granadinos. El procedimiento para la votación consistía en que el elector escribía directamente en la papeleta de votación el nombre de los siete candidatos seleccionados entre un total de dieciocho proclamados. Ni que decir tiene que cualquiera no podía aspirar sin más a munícipe. Los candidatos a morar en la plaza del Carmen tenían que ser obligatoriamente personas de orden y de probada adhesión al Régimen, de lo contrario –obviamente- no podrían superar el filtro previo de la Jefatura Provincial del Movimiento, el Gobierno Civil, que era quien proclamaba a los futuribles.

Que sepamos, sólo una suerte de candidatura oficial hizo algo parecido a una campaña electoral, que se limitó a que los siete nombres de quienes la integraban aparecieran en las páginas de los diarios locales en un recuadro en el que se pedía el voto para esa lista. La encabezaba Juan Ossorio Morales, decano de la facultad de Derecho en nuestra Universidad, futuro alcalde de Granada y futuro presidente del Granada CF; y le acompañaban en la lista de siete otros como el también catedrático (decano de Medicina) Miguel Guirao Gea, que fue quien más votos recibió; también el propietario e industrial, caballero mutilado por la patria, José María Dávila Valverde, quien ya había sido directivo del Granada en la corta presidencia del marqués de las Torres de Orán y también en la de su sucesor, Manuel López Font, en 1945, y que en los cincuenta llegará a presidente del Granada CF; otro era Santiago González Sola, en esos momentos presidente de la Cámara Urbana, quien ya había sido alcalde accidental de Granada durante tres meses en 1919; y también iba en la lista el comerciante Moisés Linares Martín, otro ex directivo del Granada CF cuando el presidente era Juan Diego Pérez de Haro, en la temporada 1944-45. Un procurador de los tribunales, Benito Alguacil González, y un maestro nacional, Andrés Gómez Castaño, completaban la lista. Esos siete fueron los que finalmente resultaron elegidos e ingresaron en la corporación municipal.

En Granada y provincia no hubo el menor incidente durante la jornada electoral y, según datos oficiales, participó el 74% del censo. En trece municipios no hubo votación porque el número de candidatos presentados no superaba el de plazas a cubrir, por lo cual aquéllos quedaban automáticamente proclamados concejales. No obstante, esos datos oficiales deben ser puestos en cuarentena porque fue práctica común en todas las consultas del franquismo en las que hubo que votar algo la de la alteración de los porcentajes de participación dado que todas ellas fueron entendidas desde el poder como un plebiscito sobre el propio Régimen, por lo cual se necesitaban cifras elevadas de participación y reducir al mínimo el número de abstenciones, interpretadas como voto de oposición o descontento. Además, si todos los rígidos mecanismos de control sobre el proceso en sí, los candidatos o los electores, fallaban o los resultados no eran satisfactorios, no había pudor alguno en directamente recurrir al pucherazo y dar oficialidad a unos datos totalmente falseados. Ya lo dijo José Antonio Primo de Rivera: lo mejor que se puede hacer con las urnas es romperlas de un garrotazo.

En Granada todo parece indicar que los votantes fueron poco más de la mitad del censo, y es que la inmensa mayoría de la población consideraba estos simulacros de democracia como una simple pantomima y daba por descontado que los resultados serían siempre los que de antemano hubieran planeado los paniaguados del Régimen.

La retórica oficial a través de los periódicos locales se encargó de resaltar que España había demostrado al mundo cómo, «sin alharacas ni pirotecnia, remozaba sus organismos administrativos por cauces de verdadera democracia (¿?), en un ambiente de orden y decencia, como corresponde a la era feliz que abrió el 18 de julio de 1936.»

Los concejales del tercio sindical, también siete, fueron proclamados una semana más tarde, el 28 de noviembre, entre ellos alguien más con significación en la historia del GCF: del sindicato de la construcción, José Serrano Moleón, quien fue el contratista que se encargó de levantar Los Cármenes en 1934. Luis Rivas Gálvez, otro futuro presidente del Granada CF, sólo obtuvo once votos y no llegó a salir elegido pese a que era uno de los que estaban en las listas. En la elección de estos siete concejales del tercio sindical no participaba nadie ajeno a la organización de los sindicatos verticales franquistas, sino que se verificaba por medio de compromisarios. Por esta vía, andando los años, personas de ideología izquierdista lograron infiltrarse en el esqueleto mismo del Régimen y erosionarlo desde dentro.

Dos semanas más tarde respecto de la primera votación, 5 de diciembre, los concejales elegidos por el tercio familiar y los del tercio sindical, se reunieron y eligieron a su vez a los otros siete del tercio restante, el de representantes de entidades económicas, culturales y profesionales no integradas en la organización sindical, también llamado tercio corporativo. Así quedó totalmente renovado el Ayuntamiento de Granada, al cual dejó de pertenecer como concejal el presidente del Granada CF en esos momentos, Ricardo Martín Campos. El mandato de los nuevos ayuntamientos era por el periodo de tres años.


 Los siete nuevos concejales por el Tercio Familiar

Otoño de 1948

               A principios de octubre la prensa granadina publica el proyecto, recién aprobado por el Consejo de Ministros junto con el presupuesto para su ejecución, del nuevo edificio de Comunicaciones, Correos y Telégrafos de Granada.

Desde muchísimos años atrás estaba previsto el traslado de Correos desde su estrecha e insuficiente sede en los bajos de una casa de vecinos en Reyes Católicos (donde hoy se abre la Plaza de Isabel la Católica) a otros locales más amplios y desde los que se pudiera ofrecer un mejor servicio para una ciudad que no paraba de crecer en población. Con los derribos de La Manigua y la apertura de la calle Ganivet, se presentó la ocasión y se decidió que el nuevo Correos iría en un solar de Puerta Real, y en 1943 se elaboró el proyecto. Pero hete aquí que en 1948 lo único que se había hecho era la tapia que delimitaba el terreno donde se iba a edificar, una tapia, por cierto, asesina, porque en los muchísimos años que estuvo cerrando aquel espacio, al menos dos personas que pasaban despreocupadamente por el céntrico lugar encontraron la muerte al venírseles encima parte de ese muro, vencido por los vientos y las lluvias, pero más que nada por la desidia de quienes no acababan de rematar la obra. Todavía tendrán que pasar ¡¡¡diez años!!!, junio de 1958, para que entrara en servicio la nueva sede granadina de Correos. Y es que ya se sabe lo que ocurre en nuestra tierra con cualquier obra pública, que siempre tarda cuatro veces más que en otros lugares.

            Ideal detalla los pormenores de lo que “en breve” será la casa de Correos. El proyecto es de los arquitectos Luis Lozano y Joaquín Otamendi, el mismo que, en unión de Antonio Palacios, diseñó el palacio de Comunicaciones de Madrid, frente a La Cibeles, hoy sede del Ayuntamiento de la Villa y Corte. Constará de cinco plantas, todas dedicadas al servicio, una de ellas en semisótano, y en la planta baja se abrirá un amplísimo hall, al que se accederá por una escalinata desde la rotonda de Puerta Real y donde irán instaladas las ventanillas de atención al público. Los aparatos telegráficos irán en la primera planta, y el resto se destina a oficinas, despachos y servicios interiores. Los buzones se instalarán en los soportales de la calle Ganivet.

             También en octubre, a mediados, quedaba inaugurada la nueva Facultad de Filosofía y Letras en lo que fue Palacio de los Condes de Luque, más conocido por Palacio de las Columnas o de los Pérez de Herrasti, al final de la calle Puentezuelas, adquirido por el Estado dos años atrás por dos millones de pesetas al que era su propietario, Ramón Contreras y Pérez de Herrasti, y que ha estado en obras de reforma para adaptarlo a sus nuevas funciones docentes. El acto fue presidido por el ministro de Educación Nacional, José Ibáñez Martín, a quien el día de la víspera se le nombró hijo adoptivo de Granada y se le impuso la medalla de oro de la ciudad.

El séptimo conde de Luque, Cristóbal Fernández de Córdova y Pérez de Barradas, también sexto marqués de Algarinejo y titular de una larguísima lista de otros títulos nobiliarios, entre ellos el de veinticuatro y alférez mayor perpetuo de Granada, fue quien levantó este palacio de corte clasicista para vivienda propia a principios del siglo XIX. Por entonces esa zona constituía los arrabales de la ciudad.

El día anterior se instaló en el centro de la Plaza de la Universidad la estatua de su fundador, el emperador Carlos V, obra del escultor Barral hijo, copia de la que esculpiera en el siglo XVI Pompeyo Leoni, que se encuentra en el Museo del Prado. Todo se realizó dentro de unas jornadas dedicadas a conmemorar el cuarto centenario del nacimiento del Padre Suárez, a las que asistieron varios académicos nacionales y extranjeros además del ministro de Educación, José Ibáñez Martín y el de Justicia, Raimundo Fernández Cuesta.

En noviembre vino a Granada en visita turística la actriz mejicana María Félix, quien no hacía ni un año que había puesto fin a su conflictiva relación con Agustín Lara, el autor de la universal canción Granada, desde 1997 himno oficial de nuestra ciudad. Acompañada del productor Cesáreo González, acababan de terminar el rodaje de su primera película española, Mare Nostrum, y pronto empezaría el de Una Mujer Cualquiera. Sólo estuvieron un día, que dedicaron a visitar Alhambra y Generalife.



lunes, 10 de enero de 2022

LAS ANGUSTIAS DE LA RIVALIDAD

Lesmes, Candi y Rey

 

Victoria ante el Santander con el primer cambio en partido oficial

La corta plantilla y la falta de suplentes de garantía que denunciaba Fernández de Burgos desde las páginas de Ideal, se puso de manifiesto en la previa de la cuarta jornada, al lesionarse dos titulares, Lesmes y Luiqui (éste enfermo). Nos visitaba el Santander (nada de Racing en aquellos años), un recién ascendido que traía como entrenador al mítico míster irlandés Patrick O’Connell, quien dio al Betis su único título de liga en 1935 y que fue varias temporadas entrenador del Barcelona y del Sevilla.

Lesmes se recuperó a tiempo y pudo actuar en el eje de la defensa, y la otra baja fue cubierta con la alineación de Almagro, todo un redescubrimiento pues, olvidado desde su debut con el primer equipo la temporada anterior, se convirtió sin embargo en titular a partir de este partido y hasta el final de la liga. Por otro lado, la vuelta de Mas relegó de nuevo a la suplencia al canterano Díaz Cara y a Laureano Martín.

            En Los Cármenes el Granada fue muy superior al Santander, al que derrotó 3-0 en una muy buena segunda parte. Ambos equipos posicionaron a sus efectivos con el sistema ya generalizado en el fútbol español de la WM. El triunfador una vez más fue el delantero centro Morales, autor de los tres goles con los que se ponía al frente de la clasificación de anotadores. Los seis goles que por el momento llevaba el Granada en la jornada cuatro los había marcado el delantero murciano. La presente era ya su tercera temporada como rojiblanco, pero hasta esta 48-49 siempre tropezó este buen ariete con las críticas negativas de la prensa local y con la incomprensión de la grada, que muchas veces lo abucheó, e incluso en su primera temporada fue relegado a la más absoluta suplencia mientras que en el puesto de ariete se hacían mil y una probaturas; ahora sucedía todo lo contrario y no le faltaban los comentarios elogiosos de los plumillas ni los aplausos del respetable. La victoria aupó al Granada hasta el tercer puesto de la clasificación, con un positivo.

La anécdota la protagonizaron los dos porteros rojiblancos: Valero, que salió como titular, y el suplente Candi. Resulta que en la segunda parte se lesionó levemente Valero en un choque con un contrario, por lo que fue sustituido por Candi. Recordemos que a partir de esta temporada estaba permitido sustituir a un portero lesionado, único cambio autorizado en un partido de fútbol hasta más de veinte años después. Lo curioso del caso fue que a los pocos minutos y una vez repuesto Valero ya que su incidente no tenía apenas importancia, volvió a éste al campo retirándose Candi. Es la primera sustitución de un jugador por otro realizada por el Granada en toda su historia en un partido oficial, y se ve que la norma no era muy conocida, pero no sólo por el técnico rojiblanco, tampoco por el árbitro del partido, La Riva, quien permitió este segundo cambio. Por lo visto, lo mismo pasó en otros campos por toda España, así que la Federación días después publicó una nota aclaratoria estableciendo que sólo está permitida una única sustitución, por lo que una vez cambiado un portero no puede éste volver a salir en el mismo partido ni aunque también se lesione el sustituto, quien sólo podrá actuar como guardameta y nunca en otra posición, y además esa única sustitución sólo se admite en caso de lesión o indisposición del titular.

 

No se pudo obtener nada en El Molinón   

            Otro nuevo desplazamiento, esta vez a Gijón, traía la quinta jornada. Trompi se quedó en tierra por estar lesionado, circunstancia que sirvió para dar entrada en la expedición al jugador del filial Cea, que debutó en El Molinón en la posición de interior derecho en su única aparición en una formación del primer equipo esta temporada. Una nueva derrota 2-0, la segunda en las cinco jornadas disputadas, fue el resultado en un partido en el que según las crónicas el Granada jugó bien, pero careció por completo de remate.

En la crónica para Ideal volvemos a encontrarnos con el periodista granadino afincado en Asturias Antonio Crovetto, que dice que el Granada tiene una magnífica defensa, pero una delantera nula. Según el redactor de La Nueva España, el portero Valero estuvo sensacional y fue ovacionado por el público gijonés. La crónica del diario asturiano Voluntad coincide en presentar al Granada como un equipo que juega muy bien.

Hacía dos temporadas que se había modificado el criterio imperante desde hacía muchos años según el cual ante la coincidencia de colores de los contendientes eran los locales quienes cambiaban su atuendo habitual, por lo que el Granada jugó en Gijón luciendo las camisetas blanquiazules del filial. Con la derrota el Granada bajó al quinto puesto de la clasificación.


Recorte del diario asturiano Voluntad con el banquillo del Granada en Gijón


Victoria ante el Mestalla

            Al domingo siguiente, en la sexta jornada, se recuperó la cuarta plaza al vencer en Los Cármenes al filial del Valencia, el Mestalla, 4-2. El resultado podría indicar que fue un partido dominado por los rojiblancos y ganado con facilidad, pero nada de eso. Faltando un cuarto de hora para el final perdía el Granada 1-2, y fue en esos quince minutos donde a base de coraje pudo nuestro equipo dar la vuelta al resultado. El partido fue bonito en general y muy bien jugado por los jóvenes canteranos ches, que impusieron su ritmo y cerraron muy bien su puerta, ante lo que el Granada se vio impotente. La clave de la victoria estuvo en el cambio ordenado por Cholín, quien mediada la segunda parte y ante el resultado adverso mandó a Millán a la delantera, retrasando a la defensa a Arencibia y al argentino Laureano Martín a la media (fue su segundo y último partido de rojiblanco en liga; sólo jugó un tercer partido, pero ya de copa). Con el bravo defensa arriba derrochando pundonor, empezaron a abrirse huecos en la defensa mestallista y el propio Millán acertó a conseguir el empate a la media hora del segundo tiempo. Dos goles más de Morales (que también había hecho el primero) sirvieron para que los dos puntos se quedaran en casa.

El mismo día en que el Granada derrotaba al Mestalla, a muchos kilómetros de aquí un ex granadinista, el portero Martí, que se había marchado de nuestro equipo hacía dos temporadas para enrolarse en el Español y pasar esta temporada al Murcia, en la jornada sexta, en Gerona, sufrió un choque con un contrario que le causó aplastamiento de un riñón con una fuerte hemorragia interna que hizo temer por su vida. Afortunadamente no pasó de ahí pero el que fuera portero del Granada tuvo que quedarse ingresado en un hospital gerundense más de una semana y ya no volvió a jugar  en toda la temporada, barajándose la posibilidad de que tuviera que abandonar el fútbol.

 

Positivo en Bardín

La siguiente jornada, ya la siete, llevaba al Granada a Alicante para enfrentarse al Hércules. El equipo partió con tiempo el sábado 23 de octubre, pero el día anterior una gota fría había inundado gran parte de la provincia de Murcia y el campo de Orihuela, así que al llegar el autobús granadinista a Puerto-Lumbreras se encontró la carretera cortada, lo que obligó a la expedición rojiblanca a dar un enorme rodeo por vías secundarias para llegar muy de noche a Murcia, donde decidieron quedarse a pernoctar. Al día siguiente emprendieron viaje hasta Alicante llegando con tiempo suficiente para jugar el partido.

El Hércules marchaba segundo en la clasificación y era claro aspirante al ascenso, pero el Granada jugó un gran partido y fue mejor, dicen las crónicas, y poco le faltó para traerse los dos puntos. El resultado final fue de empate a tres goles, pero nuestro equipo fue por dos veces por delante en el marcador hasta que los locales le dieron la vuelta, consiguiendo a poco del final Morales el definitivo empate. Presentó el Granada una alineación formada con hasta tres canteranos (aparte de Millán): Rivera, que debutaba esta temporada y consiguió el primer gol rojiblanco, Almagro, ya definitivamente convertido en titular, que fue el mejor de los veintidós y consiguió el segundo tanto, y Díaz Cara, que volvió al equipo en sustitución de Mas, jugador que se quedó en Granada y reforzó al filial en su primer encuentro de esta temporada.

Las crónicas de este partido, todas de periodistas alicantinos puesto que ningún plumilla granadino solía acompañar al equipo en sus desplazamientos en aquellos años, alaban el ordenado sistema del Granada (la WM) e incluso hablan de injusticia en el resultado porque el primero de los goles herculanos fue en clarísimo fuera de juego que el árbitro Vilalta no quiso ver. En el estadio de Bardín, cuando los locales lograron ponerse por delante en el marcador Cholín reaccionó como en el anterior envite en Los Cármenes, mandando a la delantera a Millán y retrasando a Arencibia, y con esa variación pudo conseguirse un nuevo positivo (ya dos en la cuenta). El empate conquistado hizo al Granada reafirmarse en la cuarta posición de la tabla, sólo un punto por debajo del segundo clasificado, el Hércules, o sea, de los puestos de ascenso directo.


Otro canterano promocionado al primer equipo: Díaz Cara


El Granada B se estrena con una paliza al Recreativo

            El filial Granada B comenzó su liga en la categoría de Primera Regional a finales de octubre después de llevar más de dos meses de entrenamientos y haber disputado varios partidos amistosos. En principio su grupo iba a estar formado por veinte equipos de toda la región andaluza, pero gran parte de los inscritos renunciaron porque a partir de esta temporada se estableció como obligatorio el pago de cantidades a la mutualidad de futbolistas y esto suponía un gran esfuerzo económico para clubes de pequeños pueblos. Así, finalmente fueron sólo seis los equipos que quedaron encuadrados en el grupo del filial granadinista, cuatro de Jaén, uno de Córdoba y el Granada B. Muy a última hora renunció uno de los jienenses, el Linares, y ante esta contingencia y para evitar que el grupo quedara cojo fue invitado (y aceptó) el Recreativo de Granada, o sea, el club recién fundado por antiguos granadinistas y que en principio iba a jugar en la categoría inmediatamente inferior, 2ª Regional, que era entonces el nivel más bajo del fútbol español.

            El domingo 24 de octubre de 1948, mientras el Granada jugaba en el Bardín alicantino, echó a andar la competición de Primera Regional y en el primer partido el Granada B destrozó en Los Cármenes al recién creado Recreativo de Granada, que en su estreno se llevó un 8-1 que dejó bien a las claras las diferencias entre los dos conjuntos. No fue rival el nuevo Recreativo para los pupilos de Manolo Ibáñez, que pudieron incluso hacer más sangre en un cuadro que dejó al aire todas sus muchas carencias. Formaban en este tercer Recreativo, equipo bastante veterano, algunos jugadores con pasado rojiblanco como Antonio Carmona o Cepillo, y otros que habían militado la temporada anterior en el filial. Por su parte el Granada B jugó reforzado con los profesionales Mas, Díaz y Laureano Martín, que fue el mejor y marcó cuatro de los goles, y además también jugó Cea, quien ya había intervenido esta misma temporada en un partido del primer equipo.

 

La Virgen de las Angustias y el derbi granadino-malagueño

            El domingo 31 de octubre estaba prevista la visita a Los Cármenes del Málaga para disputar el partido de la jornada 8. Pero ese mismo día se había programado, desde al menos un mes antes, una salida extraordinaria de la Virgen de las Angustias en procesión desde la Catedral hasta su basílica con motivo de su proclamación por el Vaticano y el Papa Pío XII como patrona de la archidiócesis de Granada. La Virgen de las Angustias ya era patrona de Granada desde que en 1887 así lo proclamara el Papa León XIII, pero en estas fechas se hizo extensivo el patronazgo a toda la archidiócesis, es decir, las provincias de Granada, Málaga, Jaén, Almería y también Guadix-Baza, Melilla y Cartagena. Se quería desde el Arzobispado que esta celebración revistiera caracteres de grandísima fiesta mayor por lo que durante todo el mes de octubre hubo cultos extraordinarios, besamanos y rosarios de la aurora cada día excepto festivos, con peregrinaciones desde todos los pueblos de la provincia y de la archidiócesis hasta la basílica de la Carrera del Genil. El 27 de octubre fue trasladada la imagen de la patrona en un rosario de la aurora que salió a las siete de la mañana de su templo y acabó en la Catedral. Asimismo, los días previos se celebró un solemne triduo en el que participaron los obispos de la archidiócesis, con la intervención destacada de quien en su día fundara la Editorial Católica y el diario Ideal, Ángel Herrera Oria, a la sazón obispo de Málaga. El día señalado, domingo 31 de octubre por la tarde, salió con toda solemnidad la procesión, en la que participaron más personas que las de costumbre, de modo que cuando la imagen de la Virgen salía de la Catedral ya iba la cabeza por la esquina de Reyes Católicos y Gran Vía, teniendo en cuenta que la comitiva partió hacia San Juan de Dios por la calle Duquesa. Todo resultó con la grandeza que se perseguía.

            Previamente y ante la importancia que iba tomando la manifestación religiosa, la directiva del Granada a mediados de octubre se había dirigido a la del Málaga pidiendo el aplazamiento del partido hasta el día siguiente, lunes 1 de noviembre, fiesta en todo el territorio nacional. También fueron cursadas peticiones en el mismo sentido a las federaciones nacional y sur. Pero la directiva del equipo boquerón contestó negándose al aplazamiento y admitiendo como mucho un adelanto de la hora de comienzo o que se jugara por la mañana, pero siempre dentro del mismo día 31 de octubre. La razón que aducían era que ya había contratados por el mismo CD Málaga decenas de autobuses con entrada para el partido el 31, incluso un tren botijo, y se calculaba que más de cinco mil malagueños se desplazarían.

Ante la negativa se buscó la mediación de las autoridades. El gobernador civil, el alcalde y el arzobispo se dirigieron a sus homónimos de la Costa del Sol para que trataran de convencer a la directiva del club vecino y se aplazara un día el choque, pero los blanquiazules seguían sin admitir la propuesta granadina. Por fin el 26 de octubre accedieron los malagueños a que el partido se celebrara el lunes 1 de noviembre a las cuatro de la tarde.


González vistiendo la camiseta del CD Málaga


Victoria ante el eterno rival y puesto de ascenso

Todo quedó preparado para vivir un Granada-Málaga en la línea de la mejor tradición de la rivalidad entre ambos clubes, es decir, por todo lo alto, con lleno hasta la bandera asegurado en día del club. El Málaga del míster Urquiri era líder destacado y de los siete partidos ya disputados había ganado seis y empatado uno, de manera que el ambiente futbolero en la Costa del Sol era inmejorable y se esperaban varios miles de hinchas malagueños a pesar de la variación de la fecha del partido. El Málaga solicitó jueces de línea neutrales. Por su parte, los jugadores del Granada fueron recluidos desde el viernes anterior en el hotel Alhambra Palace hasta la hora del partido. Como medida excepcional y en vista de que muchos se quedarían sin poder entrar al campo por agotarse el papel, la directiva del Granada aprobó la retransmisión por radio a Málaga y a Granada y, para evitar incidentes, se suprimió el alquiler de almohadillas.

A la hora señalada del día primero de noviembre, con Los Cármenes más lleno que nunca, echó a rodar el balón en uno de los derbis Granada-Málaga que mejor recuerdo dejaron en la larga historia de estos enfrentamientos entre eternos rivales. Con un gran arbitraje de Tamarit, que tuvo el único lunar de no sancionar (no vio la acción) una alevosa agresión por la espalda del malaguista Bazán a Rey, se vio un choque en el que predominó la gran pasión y el nerviosismo sobre el buen juego entre dos equipos muy igualados en cuanto a fuerzas y recursos técnicos, y la victoria fue para el Granada merced a un solitario gol de Morales (ya el décimo) a poco del comienzo de la segunda parte, una victoria justa, así reconocida incluso por la prensa malagueña. Para Fernández de Burgos en Ideal, corta, porque el Granada dispuso de más ocasiones para golear y se empleó con mayor entusiasmo que los de la Costa del Sol. No hubo ni un solo incidente entre las dos aficiones pese a que existía cierto ambiente de revancha por las agresiones hacia la afición y el equipo rojiblanco en el campo malagueño de la temporada anterior.

El ex granadinista González, que por primera vez jugaba en este escenario vistiendo otros colores, no dio que hablar y fue aplaudido por sus antiguos hinchas a pesar de que en los días previos se había recordado que no era González precisamente un angelito del cielo cuando se empleaba, como bien sabíamos todos.

Con esta victoria el Granada subió hasta la segunda plaza de la clasificación, puesto de ascenso directo, tres puntos por debajo de su rival de aquella tarde, el Málaga, que a pesar de perder su primer partido esta liga, al finalizar este campeonato subirá a máxima categoría por primera vez en su historia.

El filial Granada B jugó el domingo 31 de octubre el segundo partido de su corta liga en Baeza, donde no pudo puntuar y perdió 3-2, una derrota que le apeó del primer puesto de la clasificación.


 Recorte de Ideal del partido Granada-Málaga


Derrota en La Condomina

La jornada nueve llevó al Granada hasta Murcia con la importante baja del guardameta Valero, lesionado en una mano en un entrenamiento entre semana. Candi volvió así a la titularidad y como segundo portero viajó Espinosa, el titular del filial. Con el cambio en la portería y la entrada en las bandas de los canteranos Rivera y Díaz Cara en sustitución de Mas y Trompi, el Granada que había vencido al hasta entonces invicto líder Málaga no pudo sin embargo traerse nada de la casa de uno de los equipos de la zona baja como era el Murcia, que derrotó a los rojiblancos 2-1 en un partido decidido a poco del final. Como en salidas anteriores, las crónicas dicen que el Granada es un gran equipo y que no mereció la derrota, pero una vez más estuvo falto de recursos atacantes. También como en anteriores choques, Millán en la segunda parte y con 1-0 en el marcador fue situado por Cholín en vanguardia y gracias a su trabajo sin desmayo pudo el Granada empatar por mediación de -cómo no- Morales. Tras el empate volvió Millán a su posición natural para aguantar el resultado, pero ésta precisamente fue la equivocación del Granada, que de haber seguido atacando, según las crónicas de Hoja del Lunes de Murcia y del diario murciano Línea, seguramente se habría llevado los dos puntos al tener a los locales contra las cuerdas.

Una vez más Candi recibió malas críticas ya que, según cuentan los periodistas murcianos, un débil rechace suyo propició el gol de la victoria murciana a poco del final, no obstante, esas mismas crónicas dicen que ése fue su único fallo y que en general estuvo muy bien.

Los dos positivos seguían figurando en la cuenta del Granada, pero la derrota hizo bajar al equipo hasta la cuarta posición, aunque a sólo un punto de la segunda plaza.

Por su parte el Granada B derrotó amplísimamente, 6-0, en Los Cármenes al débil Español de Córdoba, equipo que había sido filial del R. Córdoba, por entonces en tercera, del que se había desligado antes de empezar el campeonato. En las filas del filial se alinearon otra vez algunos profesionales como Mas y el fichado esta temporada Luiqui, ausente por enfermedad desde la primera jornada, y ambos anotaron un gol. Volvía así el Granada B al liderato de su grupo de Primera Regional. La nota desgraciada fue la lesión del portero del filial Cervilla, que debutaba y sufrió un golpe similar al del ex granadinista Martí, gran contusión renal con hemorragia interna en un choque con dos contrarios, aunque a pesar de lo grave de su lesión aguantó los noventa minutos sobre el terreno de juego.


Fraga


En puesto de ascenso

La siguiente jornada liguera, ya la 10, traía a Granada a la Real Sociedad, equipo puntero de la categoría que acabaría ascendiendo a primera como campeón. A su frente venía su eterno míster, Benito Díaz, quien pasa por ser el introductor la temporada anterior de la WM en España, sistema que a partir de ésta adoptaron la casi totalidad de los equipos de primera y segunda. Efectivamente, en todos los tratados de historia del fútbol en España Benito Díaz figura como el primer técnico español que utilizó la WM, pero para los granadinistas esta afirmación merece matizarse porque mucho antes, en 1943, ya vimos cómo el técnico de nuestro equipo por entonces, el húngaro Esteban Platko, impuso ese posicionamiento al equipo rojiblanco; lo que ocurre es que -resultados mandan- como el experimento no funcionó, se vio obligado a abandonar aquel innovador método y volver a lo tradicional.

En Los Cármenes el 10 de noviembre de 1948 el Granada derrotó al equipo donostiarra 3-0 y volvió a colocarse segundo en la tabla, empatado a puntos con el tercero, el Hércules, y tres puntos por debajo del Málaga, que en esta misma jornada sufrió su segunda derrota. Por el resultado parecería que el Granada no tuvo excesivos problemas para imponerse, pero en las reseñas se lee que el juego de ambos equipos, más preocupados de defender que de atacar, dejó mucho que desear y abundaron los patadones a la bola sin ton ni son, y que el partido estuvo muy igualado hasta la consecución de los goles rojiblancos. Fraga, Morales (con 13, al frente de la clasificación de goleadores empatado con el malaguista Bazán) y Trompi, dieron la victoria a los rojiblancos.

Para el cronista de El Diario Vasco, José María Easo, habría sido más justo un empate porque ambos conjuntos jugaron mal y también porque –dice- los liniers barrieron para casa y equivocaron intencionadamente en repetidas ocasiones al árbitro La Riva. Recordemos que por entonces los jueces de línea no eran neutrales y solían ser árbitros de la localidad donde se jugaba el partido.

Simultáneamente a este partido, el Granada B en Bailén consiguió un empate a cuatro tantos ante precisamente el rival que le seguía más estrechamente, y con ese punto se reafirmó en la cabeza de la tabla. Debutó en el filial el portero Julio, fichado en la semana previa del Íllora ante la grave lesión de Cervilla en el partido anterior y dado que el guardameta de la primera plantilla, Valero, seguía de baja y esto obligaba al titular del filial, Espinosa, a entrar en todas las convocatorias del Granada. Actuaron también en el filial Toñín, inédito hasta ese partido esta temporada, y Díaz, más los regresados Rivera y Díaz Cara, que jugaron de rojiblanco la anterior jornada en La Condomina.

 

 

 

 

CALLEJEANDO

 

 

Curandero réprobo

            En el verano de 1948 el “santo” de Fuente-Vaqueros, de nombre Antonio Delgado López, de 28 años, mereció del Tribunal Metropolitano del Arzobispado granadino una sentencia condenatoria y la prohibición de desplegar sus artes sanatorias, fundada en motivos de superstición latente.

El susodicho Delgado recibía a sus clientes en su casa del pueblo veguero: paralíticos, tullidos, baldados y demás dolientes, y después de preguntarles si creían en Dios (si la respuesta era negativa, el interfecto era despedido en el acto), les recetaba remedios ineptos, dice la nota episcopal que publica la prensa. La misma nota comenta que la autoridad eclesiástica deja en manos de la autoridad civil el juicio sobre el peligro social y daño que semejantes prácticas de vana observancia puedan ocasionar a los crédulos e ignorantes, y ordena a Antonio Delgado López y a su familia que se abstengan en lo sucesivo de recibir visitas de enfermos, con la advertencia de que, en el caso de reincidir, le serán aplicadas las penas previstas en el canon 2.325 (del código anterior a la reforma de 1983) de Derecho Canónico, que es el que en el cuerpo jurídico eclesiástico penaliza todo lo relativo a conductas sacrílegas y en uno de sus apartados dice: «Qui superstitionem exercuerit... , pro gravitate culpae ab ordinario puniatur, salvis poenis iure statutis contra aliquos actus superstitiosos.», o sea, más o menos y según los distintos traductores disponibles en la Red: quienes ejerzan la superstición, serán sancionados según la gravedad de la falta, sin perjuicio de las penas que establezca la ley no eclesiástica. Lo que ignoramos es si el tal Delgado dejó efectivamente de practicar la curandería o siguió contumaz en el ejercicio de su ministerio y por tal motivo fue excomulgado o condenado a abjuración.


Tumba en el cementerio de Huétor-Santillán del Santo Manuel

El paisano de García Lorca, uno más de la legión de curanderos, saludadores, hechiceros, ensalmadores y demás videntes que pululaban (y siguen pululando) por toda la Piel de Toro, utilizaba el método de hacer ingerir a sus pacientes papelillos de fumar y vasos de agua, y con eso y una oración mascullada entre dientes, lo mismo “curaba” un cáncer que una verruga rebelde. Otros “santos”, como el famoso Custodio de Noalejo, usaban también de “prácticas ineptas y de vana observancia” (como se lee en la condena del Arzobispado granadino) y tenían como método la insalivación (salivica santa) además de la imposición de manos (mano de santo, oiga), y sabemos de otros que despachaban a sus dolientes soplándoles do más pecado había o con una galleta maría y un tiento a un pipo. Famoso como pocos fue en su vida terrenal y lo sigue siendo en la celestial el Santo Manuel de la Venta del Molinillo, a cuya tumba acuden en peregrinación gentes de todas partes. Y en Baza hay montada ahora mismo toda una religión del Arco Iris cuyo patriarca, el Santón Esteban, apacienta a sus ovejas montándoles espectáculos sobrenaturales en los que hace bailar al sol y sólo los faltos de fe acaban con la retina achicharrada.

Todos los sanadores que conocemos tienen en común que no piden nada por sus prodigios, sólo aceptan lo que buenamente les ofrezcan los favorecidos con su “gracia”, dinero o regalos, pero en el desempeño de su oficio algunos han amasado verdaderas fortunas.

Parecería que todo lo que va por delante corresponde a una España rural y del pasado, tiempo ha periclitada, poco que ver con la del siglo XXI, pero nada de eso. El fenómeno del curanderismo sigue a día de hoy pujante y rampante, y no hay más que darse una vuelta por la web Milanuncios y constatar que en ella aparecen no menos de sesenta páginas, a razón de unos diez anuncios en cada una de ellas, en las que se ofrecen los servicios de curanderos para todos los males que el ser humano pueda padecer, físicos o síquicos, chamanes que afirman que con sus conjuros lo curan todo y que pueden acabar con los hechizos y el mal de ojo, o conseguirte la novia que más te guste y también la viceversa, o sea, finiquitar un mal amor. Y los hay por toda España, tanto en pueblos perdidos como en grandes ciudades.

No negaré el poder sanatorio de todos estos taumaturgos. Tratados hay a porrillo donde se explica que el efecto placebo de sus métodos y su aura de personas que se salen de la norma, realmente cura o de alguna manera mitiga ciertas dolencias, sobre todo las del espíritu (Tu fe te ha salvado, vete en paz; Lucas 7,36-50) y hay muchas personas sencillas que encuentran consuelo acudiendo a ellos.

En siglos pasados, una conducta como la del nigromante fuenterino habría acabado en la hoguera o con el “santo” azotado públicamente, encarcelado, paseado con sambenito y expuesto a la vergüenza pública o, en el mejor de los casos, desterrado, pero a mediados del siglo XX ya no se llevaban esas cosas. En 1948, pese a que, como decía la nota eclesiástica citada más arriba, el proceder de Delgado es intolerable y gravemente nocivo para la Religión de Cristo, no llegaba a tanto el poder de las sotanas, aun estando en pleno nacionalcatolicismo. El celo de la Santa Madre Iglesia por suprimir toda competencia y buscar el escarmiento ante posibles imitadores, no dio mucho resultado. A la vista está.


La vieja plaza de toros del Triunfo comienza a ser derribada


Derribo de la plaza de toros del Triunfo

            A mediados del mes de julio de 1948, Manuel Fernández Jiménez, como representante de la sociedad propietaria, y Antonio Gallego Burín, como alcalde de Granada, firmaron ante el notario Antonio García Trevijano la escritura de demolición de la vieja plaza de toros del Triunfo, estableciendo que las obras de derribo deberían iniciarse en el plazo de un mes. Estaba previsto en el plan de ordenación que en el solar resultante se construyeran cuatro grandes bloques de viviendas y se abrieran dos calles perpendiculares, dejando en el centro un espacio circular que sería una plaza pública toda rodeada de soportales, donde se instalaría el monumento a la Inmaculada, trasladándolo desde su cercana ubicación, delante del ex convento de la Merced, por entonces una alameda. Este fue otro de los proyectos de reforma de la ciudad de Gallego Burín que no pasó de los planos a la realidad. Afortunadamente, hay que decir. La plaza de toros era propiedad de una sociedad privada, pero se levantaba sobre terrenos públicos por lo que gracias a un antiguo pleito no resuelto entre el municipio y los propietarios no se pudo iniciar en estas fechas el proyecto de construcción de viviendas y al cabo de los años, en 1960, se lo pensaron mejor y el resultado fue el que ahora mismo ofrecen los jardines del Triunfo, que es una de las panorámicas más señeras de Granada, con el monumento a la Inmaculada y la fuente de colorines, con el Hospital Real y la ladera del Tambor y la “casa del miedo” de fondo.

            La plaza de toros del Triunfo se construyó por encargo del empresario Pedro Álvarez Moya, de ahí que también se la conociera como plaza de Álvarez, y esto ocurrió en 1879, cuando vino a sustituir a otra más antigua que estaba a apenas cien metros de distancia, en lo que hoy es avenida de la Constitución, la plaza de la Real Maestranza de Caballería de Granada, construida en 1768 y destruida por completo por un incendio algo más de un siglo después, en 1876.

            La plaza del Triunfo se inauguró los días 3 y 4 de abril de 1880 con sendas corridas en las que repitieron los diestros Lagartijo, Frascuelo y Cara-Ancha (o Carancha, el del poema machadiano), un cartel de lujo donde los haya, formado por tres diestros de los que hacen época y merecen muchísimos renglones del Cossío, en especial los dos primeros. Las crónicas de la inauguración nos retratan una plaza engalanada con banderas y arcos de flores y abarrotada en sus 14.000 localidades, ocupadas por granadinos, pero también por un gran número de personas de otras provincias, llegadas expresamente para la ocasión a pesar de que las entradas de sol costaban cinco duros, una exageración para la época. Según esas mismas crónicas, el triunfador de las dos tardes fue el paisano de Churriana Frascuelo, el único torero de leyenda nacido en Granada, de quien dice la revista “El Tío Jindama” que le llovieron desde las gradas aplausos, dulces, sombreros, chaquetas, camisas y «todos los estancos de Granada», de manera que no tendrá que gastar nada en fumar por lo menos en una semana. Ninguno de los tres diestros cortó oreja alguna, pero esto obedece al simple hecho de que por entonces no era costumbre, siendo ésta, la del corte de apéndices, una usanza más propia del siglo XX.

El primer día los toros eran de Miura y dieron buen juego, matando dieciocho caballos. En la corrida del día 4, que en nada desmereció a la del día anterior, los toros, que eran de Laffite, se superaron y el número de caballos muertos ascendió a veinte, de los que ocho los liquidó él solito el cuarto de la tarde, Corcito de nombre.

            La revista semanal El Toreo le dedicó a la inauguración un número extraordinario de cuatro páginas, disponible en Internet. Empieza diciendo el gacetillero enviado especial de la revista madrileña que en Granada hay algunas calles buenas, entre ellas una gran esplanada muy parecida o casi exacta al Coso de Zaragoza, y se llama Puerta Real, y «por debajo de este paseo pasa completamente cubierto el río Jenil» [sic]. De allí parten veloces los ómnibus para la plaza de toros, que está muy lejos, a la entrada de la población. Y continúa diciendo que hay en Granada más animación que en Madrid a la ida y a la vuelta de los toros: «Todos los balcones y ventanas se encuentran llenos de preciosas mujeres, adornadas de las más hermosas flores, á pesar de que para ser bonitas no necesitan adornarse. Los coches van por las calles de la carrera entre multitud de publico, que se encuentra apiñado como si pasara una procesión». Como no se había abierto todavía la Gran Vía suponemos que esa carrera sería por Mesones, Duquesa y San Juan de Dios. En la pequeña Granada de 1880 las tardes de toros, tres o cuatro veces por año, no más, había por las calles de la ciudad tanta gente como en el Corpus o Semana Santa, para ver el desfile de las carrozas de los pudientes en dirección al Triunfo y también al regreso.

Del nuevo coso dice El Toreo que su aspecto es bello, aunque está sin terminar, faltándole todas las cubiertas, destacando su estilo muy parecido al mudéjar de la plaza de Madrid (la de la Fuente del Berro o de la calle Goya, también de reciente construcción; era en esos momentos la única de la capital) y añade que parece que la hubieran copiado.

El primer brindis de la nueva plaza correspondió a Lagartijo, de grana y oro, y lo hizo por Boabdil y por los últimos moros que pisaron la Vega. Tanto Lagartijo como Frascuelo se embolsaron 3.500 pesetas por barba y el tercero en discordia tuvo que conformarse con bastante menos porque los otros dos eran en esos momentos y desde muchos años atrás las primeras figuras del toreo nacional mientras que Cara-Ancha apenas llevaba seis años de doctorado taurino. En 1880 ya se había inventado el fútbol pero en España todavía no nos habíamos enterado. Nuestros tatarabuelos no discutían sobre Cristiano o Messi, sino sobre Lagartijo o Frascuelo. Dos toreros de los que crean escuela y sobre los que se sigue hablando a pesar de que vivieron hace siglo y medio. Ambos protagonizan una de esas dualidades irreconciliables a las que tan aficionados somos los españoles (lagartijistas, más partidarios de la fineza y la elegancia del torero de Córdoba contra frascuelistas, a los que gustaba más la valentía y el pundonor del de Churriana de la Vega) y llenan con su rivalidad algo más de dos décadas del XIX a las que los taurinos califican como la primera edad de oro de la fiesta nacional. Una rivalidad que nació precisamente en Granada, en la plaza de la Maestranza de Caballería, en el Corpus de 1868, y duró hasta 1890, cuando Frascuelo se retiró.


Vista aérea de la plaza de toros del Triunfo

El tercero de la terna aquellas dos tardes de inauguración, Carancha, no sabemos si alguna vez llegó a cobrar por cada corrida lo que sus compañeros de cartel pero al año siguiente llegó a ser muy famoso por matar como nadie “recibiendo”, una suerte del toreo ya en desuso desde hacía más de cien años, desde que Costillares inventara el volapié a mediados del siglo XVIII, de ahí que aquel hombre del casino provinciano diera la tabarra al personal relatando entusiasmado, una y otra vez hasta la náusea, aquella ocasión en que en sus años mozos «vio a Carancha recibir un día», según el poema de Antonio Machado. Matar recibiendo y hacerlo bien y como mandan los cánones taurinos es por lo visto algo que está muy fuera del alcance del 99%, algo así como marcar de chilena. A Carancha parece ser que lo de matar “recibiendo”, le costó –precisamente- recibir de verdad muchos chichones y varias heridas graves en su carrera. Uno se confiesa ignorante en cualquier disciplina taurina, pero en la Red hay millones de webs que explican que “Recibir” en la tauromaquia es la forma más antigua de ejecutar la suerte suprema del arte de Cúchares, la muerte a estoque del cornúpeta, mucho más arriesgada que la que en la actualidad y desde hace más de doscientos años se practica por la totalidad del escalafón torero, la del volapié. Recibir equivale a citar al toro aguantando la embestida a pie firme para clavarle la espada, mientras que en la suerte del volapié es el torero el que se lanza sobre el toro estoque en ristre. En los primeros años del toreo se mataba al toro siempre recibiendo porque aquel ganado solía llegar todavía con fuerza a la hora de la verdad suprema de una corrida, que es la estocada. Aquellos búfalos que se estilaban en los albores de la fiesta nacional fueron con el tiempo sustituyéndose por otro ganado de menos edad y peso, y estos toros llegaban a ese momento de la pelea sin apenas poder moverse, explican los tratados de la cosa taurina.

            En sus 68 años de existencia sólo un torero encontró la muerte en el recinto de la plaza del Triunfo, fue el novillero granadino Miguel Morilla Espinar, Atarfeño, a quien mató el toro Estrellito, segundo de la tarde en una encerrona con seis novillos, en septiembre de 1934. Otro torero también resultó muerto a consecuencia de una cogida ocurrida en este coso, el banderillero Gregorio Caro Mateos, Valencia, en 1941, que resultó corneado y una semana después murió en Madrid al gangrenársele la herida. Aparte, sufrieron percances de alguna gravedad toreando en la vieja plaza, otros como el propio Frascuelo, Bocanegra, Martín Vázquez y más.

            En una ocasión la cogida la sufrió la propia plaza. A los nueve años de ser inaugurada, en agosto de 1889, fue destruida por un vendaval en todas sus partes no hechas de obra, como las arcadas superiores de las andanadas, de hierro y madera. Un ciclón fue el causante del siniestro, un fenómeno meteorológico muy poco habitual –por fortuna- en estas tierras que milagrosamente no causó heridos de consideración pero que levantó una nube de polvo de dimensiones bíblicas y que en los quince segundos aproximadamente que duró arrasó árboles, persianas, macetas, toldos, cristales, tejados, chimeneas y voladizos por toda la ciudad, a la que dejó incomunicada telegráficamente. En 1912 un incendio obligó a remodelar nuevamente la plaza. Las distintas remodelaciones fueron reduciendo su aforo inicial.

            Desde su inauguración en 1880 pasaron por su arena los mejores diestros de cada momento, pero también sirvió para funciones de circo, de música y teatro, para la celebración de mítines políticos y mil cosas más. En sus últimos años casi todos los veranos venía funcionando como cine al aire libre. Pero desde que en 1928 se construyera la que entonces se llamó Nueva Plaza de Toros, la que queda, la de la avenida del Doctor Olóriz, mal que bien habían convivido ambos cosos compitiendo por llevarse a su terreno y a sus gradas a la nunca muy numerosa afición taurina penibética. Muchas veces se programaban festejos taurinos en ambas plazas el mismo día y a la misma hora, y además en algunas ocasiones esa misma tarde había también partido del Recreativo. Demasiado para una ciudad como Granada, así que la muerte de la más vieja de las dos estaba cantada, aunque llegaron a convivir ambas durante veinte años.

            Una vez firmada el acta de demolición de la plaza, apuró ésta el mes de vida que le quedaba y distintos espectáculos se pudieron ver en su arena. Es destacar entre ellos “Carrusel 1948”, que se presentó la tarde-noche del sábado 17 de julio de 1948, con el recinto casi lleno de público. Consistía en un festival cómico-taurino-circense, una charlotada para el purista, salido del magín de Rafael Dutrús, Llapisera de nombre artístico, el que es para la historia el creador del toreo bufo y del Bombero Torero y la Banda del Empastre. Un espectáculo con música, equilibristas y payasos-toreros que matan un par de becerros, y en medio, la parte seria de la función, la lidia y muerte de una vaquilla por un profesional. Aparte y en sucesivos días hubo boxeo por aficionados, festivales de cante jondo y alguna corrida menor con sorteo de regalos. Una novillada nocturna fue la última función que se vio en el coso del Triunfo, el 14 de agosto de 1948, en la que, con la plaza abarrotada de público, intervinieron cuatro torerillos de la tierra que empezaban, encabezados por Enrique Bernedo, “Bojilla”, el triunfador de la noche, quien años después fue un banderillero de cierta fama en la cuadrilla de varias primeras figuras; el primer premio a sortear entre los presentes consistió en un aparato de radio-gramola o dos mil duros a elegir. Metidos ya en la madrugada del día 15 de agosto de 1948, casi simultáneamente al momento en que las mulillas arrastraban al último de la noche, comenzaron los trabajos de demolición, empezando por los tejados de las andanadas. Diego García Molina, novillero de Cájar, al matar a una vaquilla burriciega y mansurrona según la reseña de Ideal, realizó la última faena en la plaza popularmente conocida como “la Chata”.


Otra vista del viejo coso del Triunfo


Tesoros penibéticos

            La nota pintoresca del verano de 1948 la pone un señor llamado Enrique García Roldán, de 66 años, natural de Úbeda y vecino de Granada, jubilado de la Guardia Civil, quien en agosto presentó en el registro del Ayuntamiento una instancia, debidamente reintegrada, dice la nota que leemos en la prensa (es decir, con sus timbres móviles y pólizas correspondientes), y correctamente redactada, en la que solicita licencia para la búsqueda de un tesoro enterrado a diez metros de profundidad bajo la Fuente de los Leones de la Alhambra. Se trata, según García, de una cantidad fabulosa de lingotes de oro guardados en un arca de hierro que tiene puesta la llave en la cerradura. También dice que sabe de la existencia del tesoro por «noticias facilitadas por sus antepasados», y agrega que la excavación quiere empezar a hacerla desde un subterráneo descubierto en el solar que dejó la demolición de la antigua casa de los juzgados, en Plaza Nueva frente a la Audiencia.

            Un año después volvimos a saber de las “cosas” de García Roldán, que presentó en el Ayuntamiento una nueva solicitud, tan peregrina o más que la anterior. Vestido con larga capa española, sombrero cordobés y amplia faja encarnada, y portando un artístico bastón tallado y con flecos, se presentó de nuevo en el registro municipal, ahora solicitando ser coronado rey de los gitanos para seguir la tradición de Chorrojumo, cuya efigie enmarcada y en color también portaba. Resulta que el tal García Roldán no es gitano y no han valido -dice la nota de prensa- los alegatos que se le han hecho para hacerle entrar en razón, don Enrique, erre que erre, quiere ser coronado solemnemente en las fiestas del Corpus porque estima que esto sería un gran atractivo para el turismo.

No sabemos si las pretensiones de García merecieron una respuesta oficial o si fueron contestadas con ese eufemismo que se conoce como silencio administrativo. El que calla otorga, dice el refrán, pero cuando nos referimos a los poderes públicos significa justo lo contrario y así, a la vista está, lo más seguro es que las dos extravagancias descritas sólo sirvieran para divertir a los funcionarios del negociado de registro municipal.

Para más inri, dos años después, en octubre de 1950, supimos de un serio competidor al cetro cañí, pero éste de verdad, lejos de folclores y guardarropías. Es un señor que responde al nombre de Celedonio Vázquez Silva, de Lora del Río, Sevilla, auténtico calé por los cuatro costados, bien ensortijado con tumbagas doradas y enarbolando la que él llama vara simbólica, de bambú, heredada. Está de paso por Granada, adonde ha venido a que lo vean los médicos del corazón pues según él aquí están los mejores de España. Afirma ser el verdadero rey de los gitanos desde los 18 años (tiene unos sesenta), aunque por su carácter serio, nada que ver con el disparate de su “rival” García Roldán, no ambiciona reconocimientos ni títulos, que le basta con ser respetado por todo el mundo y con que su presencia sirva para apagar las discordias entre los de su raza.

 De la búsqueda de otro tesoro también se hace eco la prensa granadina, pero éste bastante más pequeño y que requiere una labor paciente de hormiga incansable, que es la que cíclicamente aparece (más bien aparecía) en las márgenes del Darro. Cada verano en aquellos años de tantas privaciones volvían como las golondrinas los buscadores del oro aluvial que de siempre se ha creído que arrastra el humilde arroyo al que los granadinos concedemos la categoría de río y al que los romanos bautizaron como Dauro precisamente por eso mismo, por arrastrar oro. Según Ideal, los esforzados del dornillo y el amocafre tienen su fábrica en las orillas del Darro desde Jesús del Valle y hasta debajo mismo de la bóveda urbana que lo convierte en túnel, pero su lugar favorito es detrás de la iglesia de San Pedro, aprovechando el recodo que hay bajo el gran tajo del mismo nombre, y aunque los hallazgos no son abundantes, un gramo o dos de oro en polvo después de días de cerner y lavar con paciencia franciscana, les permite sacar un jornal decente, unas 25 pesetas por barba, aunque a veces un golpe de suerte les proporciona algo más mollar, como una moneda del tiempo de los moros o un trozo de alguna joya de la misma procedencia.

En la revista Alhambra, que se publicaba en Granada a principios del siglo XX, Francisco de Paula Valladar insertó un artículo en el que cuenta cómo recién conquistada Granada por los Reyes Católicos, eran abundantes los moriscos que podían verse dedicados a eso de buscar oro en el Darro. Y además, en el mismo artículo refiere que en 1848, simultáneamente a la famosísima de California que tanta literatura y películas inspiró, estalló en nuestra ciudad una particular fiebre del oro penibética y Granada se vio invadida por multitudes provenientes de otros lares en busca del Dorado; en los cafés, paseos, teatros y tertulias no se hablaba de otra cosa -dice Valladar- que de las explotaciones auríferas y de la inmensa riqueza que había oculta en Granada. Rápidamente florecieron explotaciones más o menos rústicas, más o menos científicas, en las riberas del Genil (porque el Genil también es aurífero): en el Barranco Bermejo, de Lancha de Cenes, en el Barranco de Doña Juana, que pertenece a Huétor-Vega, y en el Cerro del Sol, o sea, la ladera del Llano de la Perdiz, y hasta se constituyó una Sociedad Aurífera Granada, a la búsqueda del criadero primitivo o filón principal. Parece ser que la calentura aurífera se apagó dos años después y tan súbitamente como había empezado desapareció, volviendo nuevamente los humildes buscadores de artesa y azada a realizar su paciente trabajo de tratar de arrancarle a la tierra unos gramos de oro. Todavía a principios de los años sesenta era posible ver a algún paisano entregado a esta ocupación.

En los años setenta del siglo XIX se intentó la explotación aurífera a escala industrial por el método de desmontar los cerros con la fuerza de un potente chorro de agua (o sea, el ruina montium de los romanos en las Médulas, provincia de León) y conducir por canales las arenas desprendidas con el resultado de que las pequeñas partículas del mineral precioso se depositaban en recipientes dispuestos ex profeso. Pero el rendimiento obtenido no cubría siquiera los gastos, así que pronto se abandonó la explotación. Sus restos están todavía visibles en la ladera del Cerro del Sol, a la altura de la Lancha de Cenes.


Buscadores de oro en el Darro. Recorte de Granada Gráfica