EL ONCE FANTASMA

Pedro Escartín bautizó al Granada CF (el Recreativo Granada) con el apodo de "Once Fantasma" cuando este club era un recién llegado a la competición pero ya andaba codeándose con equipos de solera y aspiraba a lo máximo.
En este libro se narran las vicisitudes por las que atravesó el Recreativo en sus cinco primeros años de existencia y también se recogen los sucedidos ciudadanos más impactantes de aquella época revuelta que fue la de la II República.
En la foto de cabecera se ve al Recreativo que se enfrentó al Gimnástico de Valencia en el campo madrileño de El Parral, 21 de febrero de 1934. De pie: Sosa, Tomé, Calderón, Luque, Itarte, Carrera, Victorio y Tabales; agachados: Gomar, Morales y Herranz.
Para adquirir un ejemplar firmado y dedicado por el autor (20 €), dirigirse a
jlramostorres@gmail.com


Historia del Granada CF



lunes, 31 de mayo de 2021

REESTRENO EN SEGUNDA DIVISIÓN


Goleada para empezar

Empezó la liga 45-46 de segunda a últimos de septiembre. El primer partido trajo a Los Cármenes a la R. Sociedad y su hora de comienzo, para que diera tiempo a ir a ver la procesión de la Virgen de las Angustias, fue las 4,30 de la tarde del domingo 23 de septiembre de 1945. Hay que aclarar que hasta 1947 no se acordó que la procesión de la Patrona fuera el último domingo de septiembre, por entonces el día señalado era el cuarto domingo del mes; en 1945 hubo cinco domingos en septiembre. Bajo un solazo y un calor asfixiante comparecieron los rojiblancos sobre un Los Cármenes prácticamente pelado de césped por culpa de la pertinaz sequía y las restricciones de líquido elemento, y luciendo en sus camisetas unos enormes escudos. Para volver a verlos de tal guisa habrá que dar un salto en el tiempo de 23 años, en 1967, cuando Candi desde la presidencia rompa con la no tradición de que las camisetas rojiblancas luzcan el emblema del club.

Por primera vez desde 1939 un partido del Granada no tenía como prólogo el cántico por todos los presentes, incluidos futbolistas y árbitros, brazo en alto y en posición de firmes, de los himnos patrióticos de rigor (Oriamendi, Cara al Sol y Marcha Real). Un decreto de 11 de septiembre de 1945 derogó otro de 1937 que había establecido la obligatoriedad del saludo a la romana. Dicho decreto dice en su preámbulo que, frente al saludo con el puño cerrado propio de los marxistas que amenazaban destruir la patria, a partir del 18 de julio de 1936 había surgido entre el pueblo “de forma espontánea” este saludo brazo en alto y con la palma abierta, de rancio abolengo ibérico pues ya en los albores de nuestra historia constituyó símbolo de paz y de amistad, «Mas circunstancias derivadas de la gran contienda han hecho que lo que es signo de amistad y de cordialidad venga siendo interpretado torcidamente, asignándole un carácter y un valor completamente distinto de los que representa.», así que a partir de ahora no será obligatorio saludar brazo en alto.

            Para el estreno de la temporada casi se puede hablar de un once de circunstancias ya que el Granada seguía sin delantero centro porque, aunque Nicola el mismo día anterior al partido había dejado de ser rebelde, su larga inactividad de tres meses pesó en Cholín para no alinearlo. A la ausencia de Nicola se sumaba la de otro titular, Galvany, sancionado con dos partidos por su expulsión en el partido de promoción ante el Celta en el Metropolitano con el que finalizó la temporada anterior y que consumó el descenso de categoría. Jugaron: Martí; Millán, González; Rey, Melito, Sierra; Marín Trompi, Sosa, Safont y Mas. Como se ve, todos los que actuaron eran de la temporada anterior porque a estas alturas el Granada no había podido cerrar ni un sólo fichaje. Para ocupar el puesto de 9 el elegido fue Sosa, que ya había actuado en esa posición en ocasiones anteriores, del que dice Saucedo en Patria que «es tan delantero centro como nosotros turcos», y que su puesto está en la media por mucho que algunos se empeñen en que juegue en otra posición. Pero lo cierto es que Sosa consiguió el primero de los cuatro goles rojiblancos y además lo hizo al más puro estilo cazagoles, atento a un rechace para cabecear desde cerca en lucha con un oponente.

Venció el Granada 4-1, todos los goles en la segunda parte, pero los plumillas locales coinciden en que no les gustó el equipo, que sólo jugó bien a ráfagas y los últimos quince minutos, periodo en el que consiguió dos tantos, aunque reconocen que no faltó entusiasmo a los rojiblancos. Para Fernández de Burgos en Ideal, a quien preocupa la corta plantilla con la que se cuenta, es evidente que todos los rojiblancos actuaron por debajo de sus posibilidades debido a que estamos a principios de temporada.


                                Marín, autor de un gol a la R. Sociedad


Derrota en el estreno de El Arcángel

            La segunda jornada era en Córdoba y antes de viajar surgió la duda de si lo haría González en razón a la anécdota que se lee en Patria según la cual el defensa, que «las goza planteando “discos” a cada instante, inventando pegas y pretextos...» (Saucedo), fingió haberse lastimado un tobillo al bajarse de un tranvía en marcha, pero todo era un cuento, una trola urdida para evitarse tener que viajar en los incómodos trenes de la época y poder hacerlo en automóvil. Al conocerse lo falso de la excusa Cholín estaba dispuesto a dejarlo en tierra, pero González humildemente pidió perdón y al final marchó en tren junto a sus compañeros. 

            El partido, jugado el domingo 30 de septiembre de 1945, acabó con el resultado de 2-0 a favor de los locales, y debe tener gran importancia histórica a la vera del Guadalquivir porque fue el primero de carácter oficial que se disputó en el estadio de El Arcángel (el viejo, lógicamente), todavía sin terminar, que había sido inaugurado hacía menos de un mes. Hubo lleno hasta la bandera, 15.000 espectadores, la mejor entrada registrada en la ciudad de Córdoba desde que allí se practica el balompié, dicen las crónicas del evento, todas de periodistas locales ya que ningún plumilla granadino viajó. Con arbitraje de Escartín, hubo más emoción que buen juego, y ganó el recién ascendido Córdoba porque puso más ganas en la pelea que su oponente. Este equipo era el Real Club Deportivo Córdoba, desaparecido en 1954, heredero del disuelto Rácing y antecesor del Córdoba CF actual. Lo dirigía desde el banquillo el ex granadinista Bonet.

             Reapareció Nicola en el eje de la delantera, pero no dio una a derechas y apenas tocó balón según  las crónicas, que inciden en que está muy desmejorado, falto de peso debido a una enfermedad gástrica sufrida en el verano.

El Granada jugó muy mal, contaron a su vuelta hinchas desplazados, y volvió a evidenciar falta de fondo físico y de entrenamiento. Los mejores rojiblancos fueron Millán y, sobre todo, González, a pesar de que se lesionó poco antes del descanso en un choque con un contrario que le obligó a retirarse para volver en la segunda mitad luciendo vendaje-turbante.




Victoria ante el Zaragoza y derrota en El Inferniño

A Córdoba no viajó ningún gacetillero local pero testigos presenciales volvieron contando que el Granada fue un auténtico desastre y que algunos futbolistas se escondieron y no se les vio en todo el partido, cosas que hicieron que durante la semana previa al siguiente compromiso liguero, jornada 3 con la visita del Zaragoza, el ambiente futbolero que se desprende de las secciones de deportes de Ideal y de Patria estuviera muy en contra de los rojiblancos, cargándose las tintas en la falta de entrega de estos «que se dicen a sí mismos futbolistas como se podrían denominar remeros del Volga…», dice Saucedo Aranda en Patria. Hubo cambios en la alineación y el partido acabó 3-1 a favor de los rojiblancos, aunque a los periodistas locales no les gustó su juego.

La jornada cuarta llevaba al Granada a una plaza hasta ese momento inédita para el equipo rojiblanco, El Ferrol (por entonces del Caudillo), donde nunca había jugado nuestro equipo ni siquiera un amistoso. Un desplazamiento hasta esta localidad en la otra esquina de la Península, con las infraestructuras ferroviarias de mediados de los cuarenta, era toda una odisea de más de 24 horas, de este modo, como era costumbre en este tipo de desplazamientos, el jueves anterior al partido salió la expedición granadinista camino de la llamada ciudad departamental, teniendo prevista su llegada el sábado por la mañana.  

En el Inferniño, con su terreno levemente en cuesta, era día del club y se llenó a reventar, obteniendo el club Ferrol la mejor recaudación de su historia hasta ese momento. En medio de un gran ambiente futbolero, se vieron numerosas peñas con banderitas verdes y pancartas que animaron con los clásicos alaví, alavá, ra-ra-ra, como destaca la crónica de Hoja del Lunes de La Coruña, que también hace hincapié en la excesiva dureza de los rojiblancos y la permisividad del árbitro Álvarez Antón, factor al que obedece que no se viera un buen partido. Perdió el Granada, con varios cambios en su alineación, por un único gol marcado al cuarto de hora. Las crónicas del partido son todas gallegas, por entonces raramente algún periodista local acompañaba a nuestro equipo, ni aun en los desplazamientos cortos, y según esas mismas crónicas, el Granada mostró clase de equipo de primera, pero el Ferrol le puso mucho más entusiasmo.  

A la vuelta de los expedicionarios, el delegado del equipo, Francisco Carmona Ros, contó que jamás vio una afición tan desenfrenada como la de El Ferrol, tanto durante el partido como al final, con apedreamiento del autobús rojiblanco y con agresión a Nicola, que había pertenecido dos temporadas al club gallego antes de recalar en el Granada, teniendo que hacer el trayecto hasta el hotel protegidos por la fuerza pública. Y aparte de eso, también dice el recreativista de los 30 Paquito Carmona que el Granada dominó gran parte de los noventa minutos y que todos se entregaron y no merecieron la derrota.  

 

Portilla

El primer fichaje del Granada 45-46 se produce cuando ya se han disputado las tres primeras jornadas del campeonato. Se trata del delantero centro cántabro Portilla, de 24 años, que las dos temporadas anteriores había jugado –poco- en el Murcia, la última en primera, y venía con la carta de libertad y con vitola de gran cabeceador y anotador al haber conseguido ocho goles en sólo seis partidos más una cifra similar en copa. Ha firmado por dos temporadas y cobrará 45.000 pesetas por ambas, siendo así uno de los mejor pagados de la plantilla. En entrevista para Patria dice el propio Portilla que lo querían At. Aviación, Madrid, Hércules y Español, todos de primera, pero que él ha preferido venirse al Granada porque aquí será más fácil triunfar, y añade que ha forzado su salida de Murcia, donde andaba peleado con directiva y entrenador.


                                                           Portilla

Debutó en la jornada quinta frente al Santander y consiguió el segundo de los goles con los que el Granada se anotó los dos puntos, siéndole anulado otro. Pareció en esa su primera actuación un acertadísimo fichaje por su gran poder cabeceador. Volvió a marcar a la jornada siguiente, sexta, con empate a tres en el campo del Tarragona. Dos goles en dos partidos confirmaban la idea inicial de que se había acertado con su fichaje. Pero en su tercer partido como granadinista, en casa frente al Betis, estuvo francamente mal, nefasta actuación que el propio Portilla justificó diciendo que se había lesionado del menisco externo de la rodilla izquierda, y que esa lesión se la había producido en ese partido frente al Betis, pero la prensa local acogió esta justificación con reservas, dando a entender que se le había fichado estando ya lesionado.

Una lesión como la de Portilla era en aquellos años mucho más grave de lo que lo es en la actualidad e incluso podía significar el final de una carrera deportiva. Y eso fue precisamente lo que ocurrió con este Portilla, al que ya sólo se le verá de rojiblanco en dos partidos más de esta temporada, después de largos meses de operaciones y convalecencia, y a su término abandonará el fútbol profesional.

 

Victoria casera ante el Santander

Y de Racing a Racing, o de Ferrol a Santander, aunque ninguno de esos dos clubes podía usar sus antiguas denominaciones en aquellos años imperiales en que los términos extranjeros estaban prohibidos. El ahora llamado Real Santander visitaba Los Cármenes por primera vez, pero ya había estado por estos predios en el Corpus de 1934, cuando vino a jugar aquella Copa Granada que cada año, hasta 1944, se disputaba en las fiestas mayores y que solía patrocinar el Ayuntamiento. En aquel ya lejano junio de 1934 el Rácing de Santander acababa de quedar tercero en primera y estaba en su mejor época histórica. Aquí jugó dos partidos, primero contra el Sevilla, recién ascendido a primera (perdió 2-1), y al día siguiente nueva derrota, ésta de fuerte paliza (nada menos que 7-1) a pies del Recreativo, el Once Fantasma (que diría Escartín), por entonces en tercera y que acababa de disputar sin suerte fase de ascenso a segunda siendo eliminado por el Gimnástico de Valencia, pero que cinco meses después debutaría en la categoría de plata. Aquel triangular se jugó en el vallado de madera situado detrás de la prisión provincial y que conocemos como campo de la Tablas, terreno de tierra situado justo al lado de Los Cármenes (que en esa fecha estaba empezando a construirse), separado de éste sólo por la calle Concepción Arenal.

El Santander fue uno de los diez clubes españoles que empezaron militando en máxima categoría al echar a andar el Campeonato Nacional de Liga, en 1929, y sus años dorados fueron los de la II República. En 1940 descendió a segunda y en 1943 cayó a tercera, recuperando la categoría en una sola temporada. En 1945 estaba integrado por un plantel bastante joven de jugadores que empezaban en esto del fútbol, como el portero Calleja, que después pasó al R. Madrid, o como los futuros granadinistas Miguel Muñoz, el medio Felipe (fue rojiblanco en la 55-56) y el defensa vasco Suárez (éste no jugó en Los Cármenes), que militó en nuestro equipo de 1956 a 1958.

Ganó el Granada 2-0 pero las crónicas locales nuevamente inciden en que el juego del Granada no gusta por excesivamente lento, por el contrario, sí les gustó bastante a los plumillas de la casa el juego rápido y puramente norteño del Santander, dominador de toda la primera mitad. Se pudo ganar porque en la segunda parte pusieron bastante más entusiasmo los rojiblancos y así llegaron los goles, el primero de Safont y el segundo de gran cabezazo del debutante Portilla, que causó una buena impresión. Las mismas crónicas cargan las tintas en contra del árbitro Álvarez Santullano, quien anuló sin que se sepa por qué un gol al debutante Portilla. El referí, también debutante en Granada, fue excesivamente contemporizador con el juego marrullero de unos y otros.

Marín fue expulsado por revolverse desde el suelo contra el montañés Ameztoy, también expulsado, después de que éste lo derribara con una entrada criminal. El extremo granadinista tuvo que retirarse ayudado por sus compañeros porque la embestida del defensa contrario le dejó muy maltrecha su rodilla derecha y encima le cayeron dos partidos de sanción, aunque la lesión no fue tan grave como en principio pareció. El tal Ameztoy, además de ser sancionado por la Federación, también fue castigado por su propio club, que lo mantuvo apartado del equipo hasta la completa recuperación de Marín. Tras jugarse las cinco primeras jornadas, el Granada quedó clasificado en quinta posición, pero a sólo dos puntos del primero.

 

Primer positivo en Tarragona

En la jornada sexta tocaba visitar Tarragona, plaza en la que sólo había comparecido nuestro equipo en una ocasión, justo el año anterior en una mini gira catalana de pretemporada que le llevó a disputar un amistoso en el que se impusieron los rojiblancos 0-2. El equipo local era un recién ascendido y debutante en la categoría (aunque estuvo toda la liga arriba y acabó tercero, jugando promoción de ascenso sin resultado), y sucedió que su terreno de juego en principio no fue homologado por la Federación, así que sus dos primeros partidos como local tuvo que disputarlos en Les Corts de Barcelona, pero para recibir al Granada ya se habían solucionado las deficiencias iniciales, así que el partido Gimnástico de Tarragona-Granada debe ser considerado como histórico para la afición tarraconense porque además de ser el primero oficial entre ambos contendientes también fue el primero de segunda división disputado en ese terreno, el antiguo campo de la Avinguda Catalunya.

El campo tarraconense se llenó por completo ya que aparte de ser el primer partido de segunda que veían los hinchas locales, el Granada, como equipo que recientemente había militado en máxima categoría, tenía bastante tirón. El Tarragona entregó a Millán un banderín por ser la primera vez que el Granada jugaba allí un partido oficial y Millán como capitán correspondió con un ramo de flores. Fue un gran partido del Granada que, apoyándose en la gran firmeza de su defensa Millán-González y la buena actuación de Martí en la puerta, y de la línea media que formaron Sosa, Rey y Galvany, dominó y tuvo en sus manos anotarse los dos puntos, llegando a disponer de un 1-3 a favor cuando apenas faltaban diez minutos por jugarse, pero en tiempo de descuento vio como los catalanes empataban. El resultado final fue de 3-3 y dejó mal sabor de boca ya que la victoria estuvo en el bolsillo rojiblanco para escaparse a muy última hora. Portillla, en su segundo partido de rojiblanco volvió a marcar de gran cabezazo a la salida de un córner, Trompi y García fueron los otros goleadores. El Granada conservó su quinto puesto en la clasificación, aunque ya a tres puntos del líder y a dos del segundo, que también ascendía directamente.


                                                       Floro en caricatura de López Sancho


Atlético Aviación de Granada

El Granada CF en 1945 no tenía todavía un filial estable, esto es, otro club que sirviera de vivero y compitiera en alguna liga, como dos años después lo fue el Recreativo, sólo disponía del llamado equipo amateur, es decir, los suplentes reforzados según la ocasión con jóvenes meritorios y que nada más que disputaba amistosos en los que muchas veces su única finalidad era probar a jóvenes de la tierra que en algún momento pudieran pasar al primer equipo. Pero sí existían otros equipos de la provincia que intervenían en el campeonato de primera regional, concretamente dos, el Baza y el Atlético Aviación de Armilla. Al segundo también se le denominaba indistintamente Atlético de Granada. Vestía de blanco entero y jugaba sus partidos en el ya inaugurado aunque todavía en construcción estadio de la Juventud. En esta temporada funcionó de hecho este equipo como filial del Granada: le fueron cedidos determinados futbolistas rojiblancos, y su entrenador fue Luis Marín.

Más adelante, para la competición llamada Copa de Primavera, que se disputaba entre abril y mayo, el Granada, sin tener todavía finiquitada su temporada oficial puesto que en esos momentos disputaba Copa del Generalísimo, cedió al Aviación a su portero Martí, más los jugadores Palacios, García y Rufino, éste último delantero del amateur. Además, en el equipo armillero jugaron este año jóvenes valores que después pasarían por la primera plantilla o se integrarían en el filial Recreativo cuando éste sea creado en 1947, el más conocido era Manolo Almagro y junto a él Díaz Cara, Pareja, Ros y otros, más Cepillo y Antonio Carmona, que ya no eran tan jóvenes pero que tiempo atrás militaron en el Granada.

A primeros de noviembre comenzó el campeonato de primera regional del grupo Granada-Almería, formado por los dos clubs granadinos, Baza y Aviación, más el Motoaznar y el Ferroviario, ambos de la capital vecina. Para la disputa de su corto calendario pidió al Granada la cesión de Floro, en aquel momento tercer portero ya que el titular fue Martí prácticamente toda la temporada y también estaba Casafont, reintegrado tras su cesión al Betis de la temporada anterior y antes de que en esta misma se marchara cedido al Ceuta. No fue atendida la petición aviadora. Precisamente en esos momentos estaba sonando el nombre de Florito como posible fichaje del Español al habérsele lesionado los tres porteros con que contaba, y al poco tiempo se publicaba que ahora era el Betis quien lo quería, pero no se fue a ningún otro equipo y acabará la temporada como titular.

En la corta liga de regional, de sólo seis jornadas, el At. Aviación de Armilla quedó segundo, empatado a puntos con el Motoaznar de Almería, que lo superaba en golaveraje particular y que fue el que jugó la liguilla de ascenso a tercera. A pesar de marcar nada más y nada menos que 20 goles en sus seis partidos, más del doble que cualquiera de sus competidores, finalmente no pudo conseguir nada este modesto equipo granadino, que se puede considerar un embrión del Recreativo de Granada que fundará dos años después, en 1947, Ricardo Martín Campos y que en la actualidad sigue siendo el primer filial del Granada CF.


El Atlético Aviación de Armilla. Varios de los de la foto pasarán al filial Recreativo al fundarse éste dos años después

 

CALLEJEANDO

 

Muerte de Pedro Quero

A mediados de 1945 la guerrilla antifranquista seguía muy viva en Granada y en toda Andalucía. Numerosas partidas de huidos poblaban las sierras de toda la provincia, aunque ya no encontraban tantas facilidades como sólo unos años antes y empezaban las cosas a marchar cada vez peor para los maquis porque las autoridades franquistas habían destinado muchos más medios y personal para acabar con ellos.

El 11 de julio la prensa informa de varias acciones exitosas de la fuerza pública contra la guerrilla durante el último mes: ha sido detenido el bandolero Francisco Vázquez Rodríguez, alias “Saltatrenes”, y junto a él once cómplices que realizaban sus fechorías en la Alpujarra, tanto la granadina como la almeriense. Dos más se han entregado con armas y bagajes: Francisco Bonilla López (“el Bonilla”) y Rafael Barbero Sánchez (“Porras”). El Bonilla tiempo después se escapó de la cárcel de Almería, donde estaba recluido condenado a muerte para incorporarse a la partida de los Clares hasta ser abatido por la Guardia Civil en 1947.


                              Libro sobre los Quero


En la misma información se da cuenta de la muerte en distintos enfrentamientos con la Benemérita de: Juan Garrido López (“el Garrido”) y José López Zorrilla (“el Tomatero”); y también de Rafael Carrasco Soto (“Loco Rizado”), Francisco Carrasco Soto y Francisco de la Cruz García, estos tres últimos de la partida de Ollafría, que actuaba por la parte de Colomera; otro más que ha caído en un tiroteo ha sido Rafael Nuño Álvarez (“Rabín”), éste en Laroles; y otro más: Francisco Rodríguez Moreno (“Frasco de la Muerte”).

Punto y aparte merece la muerte de “el Modesto” (o Modestico), Modesto Delgado Hidalgo, al que se acusaba del asesinato un año antes de José Guinea, un conocido confidente de la policía. Modestico era mucho más famoso en Granada capital porque había pertenecido a la partida de los Quero. Escondido en una cueva del Barranco del Abogado, fue rodeado por guardias armados y cayó acribillado cuando intentaba huir, o sea, le aplicaron la ley de fugas.

Dos días después, 13 de julio de 1945, el mismo día que se conmemoraba el noveno aniversario del asesinato de José Calvo Sotelo y las Cortes aprobaban el Fuero de los Españoles, esa cuasi constitución franquista para la democracia orgánica, en primera página de Patria y en una escueta nota aparece la noticia de la muerte de Pedro Quero, dando cuenta también del fallecimiento en acto de servicio del número de la Policía Armada José Márquez Rubia. En la edición de la tarde nada se comenta del suceso, y en las dos ediciones del día siguiente sólo se informa del entierro del guardia llevado a cabo en Pinos-Puente, de donde era natural y vecino. Esa es toda la información que puede extraerse de la prensa de la época.

Pero sobre los Quero y sus hazañas es muy abundante la literatura disponible, y la hay de distintos signos, desde los que muestran claras simpatías por los Quero y su lucha antifranquista hasta los que los presentan como simplemente bandoleros y terroristas, pasando por los que tratan de relatar sus andanzas desde la asepsia y sin cargar las tintas en uno u otro sentido. Así, por los numerosos trabajos que sobre la famosa partida se han escrito sabemos que Pedro Quero, el mayor de los cuatro hermanos que pertenecieron a la banda, fue el último en incorporarse ya que apenas llevaba seis meses en estos menesteres guerrilleros cuando se convirtió en el segundo de los Quero en encontrar la muerte. Se había sumado a la partida en enero de 1945, después de la desaparición de Pepe Quero y después de haber sido un “topo” durante cinco años, desde 1940, periodo que pasó escondido en un zulo en la casa de sus padres, en la albaicinera placeta de los Castillas. Allí decidió enclaustrarse en vida para evitar ir preso como había sucedido con dos de sus hermanos. Sus padres hicieron circular el bulo de que se había marchado a Francia. 

Al día siguiente de haber dado muerte al Modestico, por una confidencia se localizó a algunos componentes de la partida en una casa de la placeta del Aljibe de la Vieja, a escasos metros del domicilio familiar de los Quero. Allí se organizó una gran balacera, pero los sitiados lograron escapar abandonando una maleta que contenía 200.000 pesetas en billetes, seguramente parte del botín obtenido poco más de un mes antes por la banda, cuando en una sola jornada secuestraron al banquero Manuel Rodríguez-Acosta y al comerciante Andrés Sánchez Montes, obteniendo como rescate por ambos 475.000 pesetas. Huyendo de la encerrona en Aljibe de la Vieja y herido en una pierna, Pedro Quero se escondió en una cueva del Sacromonte, donde un nuevo chivatazo hizo que se viera otra vez sitiado por la policía al día siguiente, 12 de julio. Ocho kilos de dinamita explosionados por la fuerza pública no consiguieron acabar con el Quero ni que éste se entregara o se derrumbara la cueva, así que los sitiadores hicieron venir a la mujer de su hermano Paco para tratar de convencerlo de que se rindiera. Finalmente, después de fumarse un cigarrillo que había pedido a la fuerza pública por mediación de su cuñada y de disparar contra los dos agentes que habían entrado en la cueva a por él (el policía José Márquez Rubia resultó muerto) Pedro Quero acabó con su vida disparándose en la cabeza (Julio Aróstegui y Jorge Marco: El último frente).

José Quero, el que era considerado el cerebro de la partida guerrillera, había muerto el 2 de noviembre de 1944, así que de la partida ya sólo quedaban dos Queros: Antonio y Francisco. El cerco sobre los famosos rebeldes albaicineros se iba estrechando cada vez más y a la vez iba desapareciendo gran parte de la leyenda que bastante tiempo los acompañó y que los presentaba como guerrilleros invulnerables a la acción de la justicia. No obstante, aún le quedaban a la banda algunos palos que dar antes de su total aniquilación.

 

El incendio de la Compañía Granadina de Industria y Comercio

            Un gran incendio conmocionó Granada a primeros de septiembre de 1945, el de la casa de la Compañía Granadina de Industria y Comercio, que afectó a toda la manzana que delimitan las muy céntricas calles de Alhóndiga, Hileras, Mesones y Jáudenes. La CGIC era una empresa dedicada a la venta al mayor de productos de droguería, perfumería y farmacia, cuya sede estaba en la calle Alhóndiga, en la placeta que hace esquina con la calle Jáudenes. El incendio se declaró la madrugada del 5 de septiembre y rápidamente se extendió a las fincas linderas hasta afectar a casi la totalidad de la manzana dada la naturaleza de los productos almacenados y las estructuras de madera de la mayoría de las construcciones. Quince inmuebles acabaron dañados y hasta cien familias resultaron perjudicadas y algunas lo perdieron todo. Los daños y las pérdidas fueron cuantiosos, pero afortunadamente no hubo desgracias personales, tan sólo algunos heridos leves.



            Leer las reseñas del incidente equivale a recorrer el pasaje de terror que vivieron los vecinos de la zona, por entonces muy poblada. Llamas de hasta cinco metros y un espesísimo humo asfixiante dominaron la noche granadina sin luna, una noche negra negrísima por culpa de la pertinaz sequía que obligaba a cortar el suministro eléctrico, sólo iluminada con el fantasmal y ondulante resplandor de las lenguas de fuego. Todo en medio de un babel de vecinos a medio vestir evacuados de sus domicilios y tropezando en la oscuridad entre ellos o con los enseres desalojados y amontonados a toda prisa en cualquier rincón. Y por si el cuadro fuera poco espeluznante, refieren las crónicas del suceso que todo ocurría bajo la macabra banda sonora que producían las muy numerosas explosiones de las botellas con productos químicos que se almacenaban en las dependencias de la empresa siniestrada al ser alcanzadas por las llamas. Y por encima de todo el sonido de las campanas de la catedral tocando a rebato. Cuando se hizo de día no mejoraba mucho el panorama que se ofrecía a los ojos de los curiosos: sillas, camas, cómodas, mesas, aparadores, maletas y bultos con ropa... en cualquier acera o rincón, unos debidamente apilados y otros amontonados a la buena de dios, unos a medio socarrar, otros totalmente calcinados… y escombros, muchos escombros. Y todo presidido por el olor a chamusquina. Al menos, siendo verano, no se sumó también el frío a los muchos padecimientos del paisanaje.

            Los bomberos tropezaron al principio con la falta de agua, suministro también suspendido por culpa -otra vez- de la pertinaz sequía, y también con lo anticuado e ineficaz de sus equipos. Hubo que movilizar una compañía de Policía Armada y al Regimiento Córdoba 10 y finalmente hubo que recurrir a los bomberos del parque de Málaga, que vinieron a reforzar. También hubo que traer bombas de la fábrica de pólvoras de El Fargue y del aeródromo de Armilla. Más de diez horas se tardó en sofocar el incendio.


                     Primera página de Ideal de 6 de septiembre de 1945


            El fuego se inició, se dijo en una primera versión de los hechos, en las cuadras del “Parador de la Granada”, situado en la calle Mesones, a espaldas de la CGIC, una de aquellas posadas existentes en la zona hasta no hace demasiados años, uno de aquellos mesones que daban nombre a la calle y donde solían alojarse con caballerías y carros los que provenientes de los pueblos de la provincia acudían a la capital a sus gestiones o negocios. Una colilla mal apagada podría haber prendido en la paja de las caballerizas, se dijo. Pero el dueño del establecimiento salió al paso de esta primera afirmación alegando que desde hacía más de veinte años no se almacenaba paja en sus instalaciones, que ahora se dedicaban exclusivamente al alojamiento de viajeros, y lo que fueron cuadras era almacén de jamones y otros productos de alimentación, propiedad de un hijo suyo con comercio en la calle Navas, además, precisamente lo que se guardaba en ese almacén de la planta baja era de las pocas cosas que se habían salvado de la destrucción. Vecinos presenciales corroboraban el testimonio del propietario del parador y afirmaban que el fuego se había iniciado en los almacenes de la Compañía Granadina de Comercio e Industria. También el dueño de la pensión Moles, en Mesones 32, lindante con la casa de la CGIC, que milagrosamente apenas sufrió daños, dijo que a la misma hora (2,30 de la madrugada) en que llegaban los artistas que venían de actuar en el teatro Gran Capitán y que se alojaban en la pensión, fue cuando se inició el fuego, y que sin duda éste había empezado en los almacenes de la Cia Granadina. Los cómicos eran los de la compañía de Pedro Terol y “Tiene razón don Sebastián”, sainete lírico en dos actos, de Rafael Fernández Shaw y con música del maestro Jacinto Guerrero, era la zarzuela representada en el reinaugurado teatro al aire libre, con función desde la 11 de la noche.

            En la manzana siniestrada había numerosos negocios. Aparte del almacén en el que se inició el fuego y del Parador de la Granada, ambos edificios prácticamente destruidos por completo, el que más pérdidas sufrió al arder casi todos los géneros que guardaba fue el comercio “La Isla de Cuba”, tejidos y novedades, en calle Hileras. Con daños menores resultaron: el comercio “La Mariposa”, de quincalla y paquetería; la farmacia “La Magdalena”; Bazar “El 95”, artículos de regalo; calzados “La Unión”; y dos armerías de la calle Mesones: “El Caballo”, guarnicionería, e “Hijos de Joaquín Ruiz”. Las armerías en los primeros momentos del incendio fueron rápidamente desalojadas de los materiales que almacenaban ya que entre ellos había dinamita y otros explosivos.

            La Compañía Granadina de Industria y Comercio había sido fundada años atrás por Manuel Conde Alcalá, fallecido un año antes del siniestro. Era Conde Alcalá un prócer granadino que presidió la Cámara de Comercio y que, en unión del duque de San Pedro de Galatino y otros, fue uno de los impulsores del Tranvía de la Sierra. También se dedicó a la política por el partido liberal a caballo de los siglos XIX y XX y fue diputado provincial. Un pasaje de comercio que une las calles Alhóndiga y Mesones lleva en la actualidad su nombre por haberse abierto, ya en los años sesenta, sobre terrenos que le pertenecieron y que ocuparon parte de las fincas siniestradas en este gran incendio de principios de septiembre de 1945. Un hijo suyo, Fernando Conde Teruel, fue directivo del Granada CF a caballo de los años cuarenta-cincuenta. También es digno de recordar su pequeño protagonismo en la historia del Granada CF puesto que fue uno de los suscriptores de aquellos bonos que el club puso en circulación en 1934 apelando a la generosidad de los granadinos para que con sus aportaciones pudiera financiarse la construcción del estadio de Los Cármenes. 200 pesetas del ala, contribución nada desdeñable para la época, fue su óbolo.


                                Manuel Conde Alcalá

 

 

 

 

lunes, 17 de mayo de 2021

UN NUEVO CICLO SE INICIA

 

 

                  


 

 Se acabó la Primera División

El Granada CF estuvo toda la anterior temporada, 1944-45, ocupando puestos de descenso o muy cerca de ellos. Una extraordinaria reacción final le permitió eludir las dos últimas posiciones de la tabla que significaban pérdida directa de la máxima categoría, pero, muy lastrado el equipo por los resultados negativos anteriores, no pudo completar su gran mejoría eludiendo también la trampa de la promoción por la permanencia. Por otra parte, su magnífico papel en la Copa del Generalísimo, competición que se jugó una vez agotado el calendario liguero y que contempló a un Granada por primera vez en su historia semifinalista, convencieron a muchos de que íbamos a seguir viendo fútbol de primer nivel al menos un año más. Parece ser que este mismo era el pensamiento de los once rojiblancos que comparecieron en el Metropolitano el 17 de junio de 1945 para jugárselo todo a una carta en el único partido en que por entonces consistía la promoción y así, según las crónicas, el Granada salió con aires de autosuficiencia y no llegó nunca a meterse en el partido mientras que su rival, el Celta de Vigo, que además había gozado de todo un mes de descanso antes de encarar esta cita decisiva, se empleó con mucho más interés y fue justo ganador. Así que cuando ya se daba todo por resuelto llegó un descenso inapelable con el que ya no se contaba.

Así terminó la temporada 1944-45. El Granada CF vivió su mayor decepción desde el momento de su fundación porque el perder aquel partido contra el Celta supuso el primer descenso de su historia. Hasta ese momento y desde su fundación en 1931, todos los cambios de categoría habían sido para mejorar. Perder la primera fue una tragedia y significó el fin de un ciclo y el comienzo de otro, ya no tan triunfal como el que se cerraba.

 

Comisión gestora. Fontana presidente de honor

A mediados de junio de 1945 la triste realidad hinchística se manifiesta en toda su crudeza. Se ha consumido una era gloriosa en la historia del GCF y con ella se han acabado los días de vino y rosas que para un modesto como nuestro equipo han supuesto los cuatro años seguidos en máxima categoría. A partir de ahora el fútbol que se podrá ver en Los Cármenes será de bastante peor calidad. Pero no terminan ahí los males. Lo peor de todo es que no hay ni para tabaco en las arcas del club, al que se le calcula una deuda algo superior al medio millón de pesetas, muchísimo dinero para la época. Es un panorama desolador que pone en duda la continuidad del club. Falta monetario y tampoco hay directivos, se puede decir. El presidente Pérez de Haro y su junta expresaron su voluntad de dimitir, manifestada en los mismos vestuarios del Metropolitano una vez consumado el descenso, aunque esa decisión había quedado aplazada hasta la vuelta del gobernador civil Fontana, con quien pensaban reunirse y poner los cargos a su disposición.

Por eso la primera noticia de la temporada 45-46, el día 1 de julio, es esa reunión postergada en su momento y llevada a cabo por fin el día anterior en el Gobierno Civil, presidida por la primera autoridad provincial. Allí se dieron cita más de treinta personas, con asistencia de varios notables del granadinismo y de la vida económica de la ciudad, para tratar de encontrar una solución a la preocupante situación del club. De esta reunión salió una comisión integrada por el todavía presidente, Juan Diego Pérez de Haro, el ex presidente Antonio Becerra Entrambasaguas, más los ex directivos Manuel Morales Souvirón y Francisco Cabezas, y también el que sonaba como posible nuevo presidente, Manuel Fernández de Prada. A esta comisión se le encomendó el estudio de la situación, así como la propuesta de posibles soluciones y el nombramiento de nueva directiva. En la misma reunión y por unanimidad de todos los presentes, se acordó nombrar presidente de honor al gobernador civil José María Fontana, quien prometió a los reunidos prestar su colaboración entusiasta en pro del Granada. Esa colaboración se tradujo a los pocos días en la concesión de un crédito de 30.000 pesetas avalado por el propio gobernador y que, una vez finalizada esta temporada y en vista de que la mala situación económica seguía presidiendo el día a día del Granada CF, le fue condonado al club.

Tras una semana de reuniones, la comisión hizo a través de la prensa un llamamiento a la afición y a Granada entera para que todos colaboraran en pro de la institución que lleva el nombre de la ciudad por toda España. Pero en realidad, aparte de alguna propuesta que quedó en nada, poco efectivo fue el papel de la comisión y un mes después no habrán conseguido sus componentes llegar a conclusión alguna, ante lo cual a primeros de agosto se hace efectiva la dimisión de Pérez de Haro, presentada personalmente en la sede de la Federación Sur en Sevilla. Queda en esos momentos como presidente interino el eterno secretario técnico rojiblanco, Paco Cristiá.

 

Nuevo presidente: el Marqués de las Torres de Orán

La interinidad de Cristiá duró sólo un día porque el 4 de agosto ya tiene el Granada nuevo presidente: un aristócrata, Manuel Fernández de Prada y Villarreal, V Marqués de la Torres de Orán. El nuevo presidente dice que, para evitar la desaparición del Granada CF, ha aceptado ante los reiterados requerimientos del presidente interino y de la Federación Regional Sur a instancias del gobernador civil, camarada Fontana, a pesar de que su salud y sus innumerables ocupaciones aconsejaban sensatamente lo contrario. Serán sus vicepresidentes: José María Dávila Valverde, José Fernández-Fígares Méndez e Indalecio Romero de la Cruz, y a éstos acompaña una larga lista de más de 30 personas que completan la nueva directiva.

Lo primero con que tropieza el nuevo presidente es que en poco más de una semana hay que pagar un total de 150.000 pesetas y en caja hay en esos momentos apenas 60. Entre fichas y la última mensualidad, debida a prácticamente toda la plantilla de la temporada anterior, se necesitan esos 30.000 duros, de lo contrario, de no pagar, todos quedarán en libertad, con gran dolor en el caso de los tres futbolistas más cotizados: Millán, González y Trompi, que son también los que más pegas ponen para renovar un contrato que ya ha cumplido. Además, también hay que contratar un nuevo entrenador. Desde luego es un panorama que desanimaría al más pintado aunque finalmente se pudo salvar la comprometida situación. ¿Cómo?, pues con aportaciones personales de los nuevos directivos.

Una de las medidas que establece la nueva directiva es la creación cara a la 45-46 de diez clases distintas de socios. Por primera vez se van a admitir abonados de la localidad de General, que pagarán 10,15 pesetas mensuales (7,15 señoras y 5,15 niños) pero tendrán que acreditar su condición de obreros y se pretende que su número no sea superior a mil. Los precios para las demás gradas son: protectores (son todos socios de tribuna y abonan su cuota de una sola vez y por toda la temporada), 250 pesetas (150 señora y niño); los socios de número pagarán de cuota mensual: tribuna 21,15 (15,15 señora y niño); preferencia, 12,15 (8,15 señora y 6,15 niño).


                            El Marqués de las Torres de Orán


No sigue Emilio Vidal

El entrenador que terminó la temporada anterior, Emilio Vidal, de vacaciones en Castellón, donde reside, había confirmado por escrito su renovación por el Granada para la temporada entrante. Pero apenas una semana más tarde el propio Vidal, por telegrama, comunica al club que no puede ser entrenador del Granada porque sus negocios privados se lo impiden (tenía una ferretería en Castellón), así que a poco más de un mes del comienzo de la competición el Granada no tiene técnico. Emilio Vidal, un buen entrenador, en la media temporada en que fue míster rojiblanco había conseguido que un equipo apático como el de la primera vuelta 44-45 cambiara de actitud en la segunda y reaccionara logrando evitar un descenso directo que parecía cantado, y consiguiendo también que por primera vez un modesto como el Granada llegara a semifinales de Copa. No pudo eludir la pérdida de categoría por un único mal partido, el de promoción, pero todos habían quedado muy contentos con su trabajo desde el banquillo. Parecería que los motivos explicados por Vidal no eran del todo ciertos y que estaba esperando mejores ofertas. Y así fue, porque al poco tiempo fichó por el Castellón, por entonces en primera. En el equipo de La Plana permanecerá toda la temporada 45-46 realizando un gran papel que un año después lo convertirá en míster del poderoso Atlético Aviación.

 

Cholín entrenador

Cuando falta apenas una semana para la fecha fijada para el comienzo de los entrenamientos se recibe en el club el ofrecimiento de Cholín, que la temporada anterior ha entrenado al Alavés. Así lo anuncia Ideal. En Patria quieren darle más misterio y comentan la inminente contratación de un nuevo entrenador del que no revelan su nombre (sólo dicen que tiene seis letras) pero añaden que se trata de un ex jugador norteño que perteneció a nuestro equipo y que es recordado con cariño por los aficionados.

Hubo rápido acuerdo para la contratación de Cholín, quien firmó en blanco, esto es, fiándose de la cantidad de ficha y de sueldo que quisiera fijarle la nueva directiva, y enseguida se vino para Granada (lo primero que hizo al llegar fue visitar a la Virgen de las Angustias), a la que considera su segunda tierra y donde tiene muchos afectos, como el mismo Cholín refiere a la prensa.

Así se estrenaba Cholín como entrenador del Granada, un banquillo que volverá a ocupar en varias temporadas venideras hasta convertirse en el míster que más partidos de segunda ha dirigido al Granada en toda su historia, marca todavía vigente. Nada más llegar y en entrevista para la prensa local dice que el Granada tiene equipo para recuperar inmediatamente la primera, y que hay que volver a la antigua forma de juego que tantos triunfos dio: pase corto y a ras del suelo.

También nada más llegar, Cholín recomienda el fichaje de un extremo izquierdo paisano suyo de Tolosa, equipo en el que juega, tiene 18 años y se llama Pedro Mari Arsuaga y se dice que andan tras él R. Sociedad, Bilbao y Aviación. Una delegación del club viajó hasta Tolosa para traérselo, ofreciéndole una ficha de 55.000 pesetas y sueldo mensual de 1.000, pero no quiso firmar pues sólo le preocupaban sus estudios, dijo. Habría sido sin duda un gran fichaje, pero el Granada no podía competir con esos otros clubes que lo pretendían y fue el R. Madrid quien se lo llevó un año después, y a ese club perteneció ocho temporadas. Andando el tiempo este Arsuaga acabará jugando en el Granada, pero esto ocurrirá ya en la temporada 1953-54, cedido del Madrid.


                          Cholín, entrenador del Granada 45-46 


Empiezan los entrenamientos

Los entrenamientos empezaron el 20 de agosto en un Los Cármenes sin prácticamente hierba por culpa de la pertinaz sequía (se lee en la prensa), que ha impedido su riego regular pues Granada lleva todo el verano sufriendo restricciones. Al primer entreno sólo asistieron siete jugadores (Martí, Floro, Millán, González, Sierra, Melito y García). La directiva se apresuró a publicar una nota diciendo que salvo Trompi, con el que todavía se anda en conversaciones para su renovación, y Nicola, que a última hora se ha subido a la parra económica, todos los demás tienen permiso para incorporarse algo más tarde.

Con el beneplácito de Cholín, las primeras bajas en la plantilla fueron: Martín Pica, Llano y Marín. Este último andaba ya por los 39 tacos y su última temporada no había sido tan buena como las otras tres anteriores, de ahí que se hubiera pensado en darle la baja, pero la dirección técnica se lo pensó mejor y decidió renovarle otra temporada más.

 

Caso Nicola

Nicola no se incorporó hasta bastantes días después de empezar los entrenamientos. Desde su Barcelona mandó una carta al club diciendo que no venía si previamente no se le ingresaba una determinada cantidad, y la directiva contestó fijando un plazo para su incorporación o de lo contrario se le declararía en rebeldía. Hay que aclarar que por aquellos años y hasta bastantes después existía en el fútbol profesional español el llamado derecho de retención, por el cual cualquier futbolista podía ser obligado a quedarse en el club al que perteneciera aunque ya su contrato hubiera cumplido, o sea, podía ser retenido y bastaba con aumentarle un pequeño porcentaje, y si el futbolista no estaba de acuerdo y se negaba a reintegrarse era declarado en rebeldía, lo que significaba que no podía fichar por ningún otro club. Nicola, con contrato hasta 1947, uno de los mejor pagados de la plantilla, tras su negativa a incorporarse fue efectivamente declarado en rebeldía.

Finalmente, a falta de una semana para el comienzo de la liga, el delantero catalán pareció dar su brazo a torcer y se avino a renovar su contrato, aunque para cuando se dejó caer por Granada faltaban ya sólo tres días para el partido de la primera jornada. Pero una vez ya por estos andurriales tuvo la salida de insistir en su demanda crematística y pidió 40.000 pesetas en el acto y 30.000 más por cada año, cifras que estaban muy por encima de lo que cobraban los mejor pagados de la plantilla, a lo que el club naturalmente contestó que ni hablar del peluquín. Por fin la víspera del estreno liguero hubo reconciliación y Nicola volvió, ahora sí, a la disciplina rojiblanca, pero su larga inactividad aconsejó que no se alineara en ese primer partido frente a la Real Sociedad. Reapareció en la segunda jornada en Córdoba, pero fue una figura decorativa (en otro lugar común gacetillero muy de la época) por encontrarse falto de entrenamiento y mermado en su condición física al haber estado todo el verano enfermo. Por esa misma razón, por estar muy lejos de su mejor forma, volvió a la suplencia en la tercera jornada, en la que el Granada venció en Los Cármenes (3-1) al Zaragoza. Reapareció en la jornada cuatro, segunda salida del calendario, a Ferrol (1-0 perdimos), donde parece ser que jugó algo mejor. Y ahí se acabó Nicola. Fue su último partido como rojiblanco.

Tras algo más de una semana de negociaciones y después de jugada la jornada quinta, a finales de octubre, Nicola fue traspasado al Hércules, recién ascendido a primera, que pagó al Granada 80.000 pesetas por el delantero catalán. La muy preocupante situación económica del Granada y el hecho de haber fichado otro delantero, Portilla, decidieron a la directiva a desprenderse de Nicola, que acababa de empezar su cuarta temporada como rojiblanco.

Nunca llegó Nicola a conectar plenamente con la grada ni a ser un verdadero ídolo, sin embargo, sus números como granadinista no son nada malos: 49 goles en 70 partidos, que lo convierten en el sexto en la clasificación de goleadores de toda su historia (sólo Rafa, Trompi, Morales, Miguel y Mas están por delante), y que si atendemos a la clasificación por promedio le hace subir un puesto más, el quinto. La temporada anterior fue la que mejores registros presentó, un total de 22 goles entre liga y copa, pero sus grandes números anotadores no volvería a repetirlos lejos de Los Cármenes ya que en su nuevo club sólo intervino en diez encuentros y nada más que dos goles consiguió, pasando posteriormente al Murcia donde también fueron muy discretos sus números.


                                                                                                 Nicola


Millán, González, Sosa y Trompi pueden irse

El descenso también ha traído la muy preocupante situación en que quedan sus jugadores más cotizados: Millán, González, Trompi y Sosa, que tienen ofertas y no quieren renovar. No obstante Sosa fue el primero en firmar su nuevo compromiso con el Granada por un año, y lo hizo a primeros de julio, antes de marcharse de vacaciones a su tierra canaria. Respecto de González, en Patria apareció publicado que se había descolgado pidiendo 250.000 por renovar, cantidad que por entonces significaba un capitalazo y además estaba muy por encima de lo que venía cobrando normalmente cada temporada (unas 5.000 pesetas de ficha) y de lo que ingresaban los futbolistas de los equipos grandes, y encima, por si fuera poco -se dijo- exige también la carta de libertad al terminar la temporada, de lo contrario se niega en redondo a firmar. Millán por su parte también se ha subido a la parra, aunque algo menos alta, y exige 150.000 por tres temporadas más, aunque alternativamente ofrece jugar gratis este año a cambio de obtener también la libertad al finalizar junio. 

En entrevista con Saucedo para Patria pocos días después, el propio González desmiente que haya pedido esa cantidad tan enorme y también que exija la carta de libertad al finalizar la temporada, pero se reitera en que quiere cambiar de aires y añade que está cansado de Granada y hasta de la Alhambra, y que pretende ser traspasado porque hay ofertas por él del Barcelona (que pagaría al Granada 75.000 y al jugador 20.000 por año) y del Sevilla (dispuesto a dar casi el doble). Para concluir dice que, para quedarse, el Granada tendría que pagarle 60.000 pesetas por temporada, que sigue siendo una cantidad astronómica para las posibilidades del club.

El acuerdo para la renovación de González se alcanzó al fin unos días antes de comenzar los entrenamientos mediante una entrevista personal en el domicilio del recién nombrado presidente Manuel Fernández de Prada, de la que existe un testimonio sabroso en la Historia del Granada CF Entrala-Ramos (página 135) por el cual nos enteramos de que González consiguió renovar con una ficha de 25.000 pesetas anuales y 1.500 de sueldo, una considerable mejora en su contrato. El mismo día renovó también Millán en las mismas condiciones económicas que su más famosa pareja, aunque lo hizo por tres temporadas con derecho a retención por parte del club. Fueron las dos primeras gestiones llevadas a cabo por el flamante presidente Fernández de Prada.

A Trompi costó algo más convencerlo, pero por fin también firmó, por dos años en su caso, cuando ya se llevaba una semana de entrenamientos, y lo hizo en las mismas condiciones económicas que González, Millán y Sosa.

 

Corta pretemporada

Dos semanas antes de empezar la liga jugó el Granada su primer encuentro de pretemporada, en un Los Cármenes prácticamente sin hierba y lleno de hoyos, frente a la Olímpica Jienense, que militaba en tercera pero puso las cosas muy difíciles, acabando el partido 5-4 a favor de los nuestros. Según las crónicas, el Granada estuvo horroroso y los jiennenses fueron mejores y merecieron la victoria. Ante la rebeldía de Nicola hubo que improvisar delantero centro, posición en la que actuó de inicio Rey, que dejó claro que ése no era su puesto, y después le sustituyó Sosa (recién vuelto de las islas), que ya había actuado otras veces en esa demarcación, pero no mejoró el papel de Rey. El cronista no salva de la quema ni a Millán, que desde que se lesionó de gravedad en su única presencia como internacional, en febrero, no se le había vuelto a ver vestido de corto. La impresión general que sacaron los asistentes fue que el equipo estaba todavía muy falto de forma (algunos de los alineados acababan de incorporarse) y que hacía falta urgentemente reforzarse, de lo contrario sería muy difícil volver a primera.

Con un segundo amistoso en Los Cármenes se cerró la pretemporada. El Granada jugó frente a una selección de jugadores sevillanos improvisada para la ocasión en la que venían un ex rojiblanco, Acedo (autor del gol forastero), el delantero centro cedido del Sevilla la temporada anterior y vuelto a su club en la presente; y un futuro granadinista seis años más tarde, el defensa Japón, por entonces en el Ceuta. Ganaron los rojiblancos 2-1 pero fue otro pésimo encuentro de los nuestros caracterizado por el peloteo insulso que presidió el juego de unos y otros, por usar ese término al que tanto recurría la prensa de la época para decir que el partido había resultado aburrido. De rojiblanco actuaron a prueba tres granadinos que habían destacado la temporada anterior en el llamado Trofeo de Tercera, que disputaban sólo conjuntos locales y no tenía carácter federado; uno de los tres era Cepillo, medio de la tierra que ya había pertenecido al club antes y después de la guerra y que siempre apuntó buenas maneras pero una gravísima lesión de menisco que se produjo en el partido Granada-Gerona de la temporada del ascenso, 40-41, lo había apartado del deporte más de dos años. Ninguno de los canteranos a prueba llegó a fichar.


Manuel López Font, nuevo presidente del Granada CF

Se va el Marqués. López Font nuevo presidente   

            A falta de poco más de una semana surge la sorpresa en el seno del Granada CF: cuando nadie lo esperaba, el presidente, Manuel Fernández de Prada, presenta su dimisión. Poco más de un mes llevaba en el cargo el marqués, como se le conocía. Era un viejo aficionado de los de primera hora, pero nunca antes había tenido protagonismo en la vida interior del club. Sin duda acabaron de desanimarlo los mil problemas económicos y de organización que vivía en esos momentos nuestro GCF.

Reunida de urgencia la directiva, decidieron por unanimidad proponer nuevo presidente en la persona del hasta ese momento vocal, Manuel López Font, comandante de intendencia en activo, que aceptó y enseguida recibió el beneplácito de la Federación Sur. López Font apenas tocó la directiva que ya existía, sólo nombró un nuevo vicepresidente, Pablo Acosta Medina, y un nuevo tesorero, Joaquín Sánchez Sanjuán. No entró con mal pie la nueva directiva ya que a los pocos días de tomar posesión se puede leer en la prensa que el Granada ha saldado con sus futbolistas todas las deudas que con ellos mantenía.

 

CALLEJEANDO

 

Teatro Gran Capitán. Demolición del palacio de los Córdova

En el ámbito ciudadano destaca el re-estreno del teatro Gran Capitán. Volvió a las carteleras el 30 de mayo de 1945, con Granada iniciando sus fiestas del Corpus. Se trataba de un local al aire libre situado en la calle Sierpe Alta, esquina a plaza de las Descalzas, justo detrás de la casa de Correos en su antiguo emplazamiento, en terrenos que en la actualidad ocupan en parte la plaza de Isabel la Católica y el mamotrético edificio Banco de Santander. Fue en su día muy polémica la construcción de este teatro porque para llevarla a cabo hubo que previamente demoler el palacio de los Córdova.

Casi a la vez que el camarada Miguel Primo de Rivera y Sáenz de Heredia, a la sazón ministro de Agricultura, inauguraba oficialmente en el Camino de Ronda el campo de deportes del SEU o del Frente de Juventudes (el Estadio de la Juventud) a medio hacer, se re-inauguraba esta sala que para su vuelta se estrenó con el espectáculo “Relieves de España”, con Gloria Romero y Pepe Blanco, más las Hermanas Irene y Charito Jara, el caricato Sepepe, y la Orquesta “Mihúras de Sobré”, destacada agrupación musical-cómico-excéntrica. A partir de esta fecha e ininterrumpidamente funcionará cada verano como teatro-cine al aire libre hasta 1953 y por su escenario desfilarán de junio a septiembre primeras figuras del teatro, la zarzuela y las varietés.

Como queda dicho, el local se re-inauguró en el Corpus 1945, pero ya tenía a sus espaldas una larga historia, y esa historia toca de forma indirecta a la del GCF ya que su propietario, Ricardo Martín Flores, era el padre de Ricardo Martín Campos, en esos momentos ex presidente del club rojiblanco (volverá a serlo en 1947) y presidente honorario.

 La primera noticia que del teatro tenemos consiste en un pequeño recuadro de El Defensor, marzo de 1919, donde se lee que el gobernador civil de la provincia ha recibido un telegrama del ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, ordenándole que prohíba la demolición de la casa de los Córdova, que perteneció a Gonzalo Fernández de Córdova, el Gran Capitán. En realidad, el propietario y el que levantó el palacio en el siglo XVI fue Luis Fernández de Córdova, sobrino-nieto del Gran Capitán. Pero para cuando se recibe la orden de Madrid ya de la casona apenas queda nada. Su propietario era en esos momentos Martín Flores, también propietario del teatro-cine Regio, en la calle Escudo del Carmen, el primer local estable construido expresamente para exhibición de cine que se levantó en Granada, que llegó hasta los años 80. Don Ricardo, industrial muy conocido en Granada y a quien apodaban “Merengue”, no por ser madridista sino porque también había sido dueño de la confitería Los Alpes, en Reyes Católicos esquina calle del Príncipe, recurrió a lo que se conoce como política de hechos consumados y en un tiempo récord demolió el palacio. De esa forma consiguió evitar que le pasara lo mismo que un año antes, en 1918, cuando tropezó con la negativa de las autoridades para cometer la barbaridad que pretendía: demoler el Corral del Carbón (también por entonces en manos privadas) y levantar en su solar un nuevo teatro. Don Ricardo fue más rápido y para cuando los poderes públicos entraron en acción ya no cabía más actuación que obligar al dueño a conservar aquellos elementos del edificio derribado que se consideraran de «utilidad para el arte».


                        Patio de butacas del teatro Gran Capitán

En 1919 el palacio de los Córdova todavía no había sido declarado monumento nacional e incluso un intelectual de la época como Francisco de Paula Valladar en su revista quincenal de artes y letras, La Alhambra, calificó a la parte exterior del palacio como exponente de un renacimiento de bastante mal gusto, y dijo del conjunto que tenía un mayor interés histórico que artístico, pero sin que esto pudiera justificar su derribo ya que en su interior albergaba numerosos elementos arquitectónicos dignos de preservarse, en especial las lacerías mudéjares de sus techos y los capiteles y zapatas de su patio. Afortunadamente casi todos esos componentes de valor se salvaron y al menos se consiguió que no se perdiera por completo esta notable construcción.

Martín Flores, con los despojos de la casa de los Córdova una vez derribada, confeccionó un catálogo indicando el precio de cada pieza y de todo el lote, y montó en una finca de su propiedad, situada en lo que hoy es Almanjáyar, una suerte de exposición con columnas, rejas, artesonados, mármoles, zapatas y otros muchos elementos interesantes desde el punto de vista artístico, incluida la curiosa columnilla de la esquina izquierda de la fachada principal en la que se ve esculpida una especie de serpiente (sierpe) que fue la que dio nombre a la calle con la que hacía esquina el palacio cuando todavía se mantenía en pie.

Casi milagroso es que el palacio de los Córdova pueda ser hoy admirado en un paraje granadino, aunque ya no sea exactamente como era y esté en un sitio distinto de su primitivo emplazamiento. Perfectamente podría haber ocurrido que algunos de sus elementos de valor (o todos) acabaran adornando la mansión de algún ricacho o que hubiera que ir hasta Hollywood para poder verlo, como sucedió con otras muchas casas nobles repartidas por toda España. Esto ocurrió gracias -al parecer- a que no se encontró un comprador que estuviera dispuesto a desembolsar lo que Martín Flores pedía. Ya en la segunda mitad de los años sesenta los duques de Montellano, descendientes del Gran Capitán, compraron el conjunto y reconstruyeron el palacio en su emplazamiento actual, en la orilla derecha del río Darro, con acceso por la cuesta del Chapiz, en una finca de su propiedad. En 1980 fue declarado monumento nacional. Hoy pertenece al Ayuntamiento, que lo adquirió en 1983 y lo destinó a archivo histórico de la ciudad.


            Un combate de boxeo en el teatro Gran Capitán hacia 1927

Sólo tres meses después de la total demolición del palacio de los Córdova, 19 de junio de 1919, en pleno Corpus, abrió sus puertas por primera vez al público granadino el teatro-circo-parque-cine de verano Gran Capitán. Tras sus tapias y bajo el cielo granatensis se desarrollaron toda clase de espectáculos escénicos, también algunos de tipo deportivo, como combates de boxeo, e incluso mítines políticos. A los pocos días del estreno, en la primera página de El Defensor podía leerse una columna sin firma titulada “Barraca molesta” que empezaba tal que así: «Para mayor jocosidad, con el nombre gloriosísimo de El Gran Capitán, se ha inaugurado una barraca de espectáculos de género ínfimo, en el sitio donde estuvo situada la grandiosa artística casa del insigne Gonzalo Fernández de Córdova….». Pocos días después el mismo diario publicaba una carta de réplica firmada por Ricardo Martín Flores en la que dice que el teatro-parque Gran Capitán no es una barraca, al contrario, está montado con lujo, comodidad y gusto artístico, y nada de cultivar el género ínfimo sino que sobre su escenario están actuando primeras figuras como Dora la Cordobesita o Adelita Lulú (las dos fueron muy famosas en su tiempo y ambas quintaesencian lo más racial del carpetovetonismo: tonadillera que casa con torero, la primera con Chicuelo, la segunda con un diestro llamado Joselito, pero no el famoso), y que allí se cultiva el arte, no la chocarrería; asimismo, que la instalación del teatro de verano es provisional y las obras para la construcción del coliseo definitivo ni se han suspendido ni se suspenderán.

El propósito del propietario del teatro Gran Capitán era construir un recinto moderno, con los adelantos técnicos y el confort de la época y, por supuesto, techarlo todo. Pero se ve que no pudo realizar al completo el proyecto porque el negocio nunca fue lo suficientemente rentable, como lo prueba que en largos periodos de su existencia permaneciera sin actividad: de 1920 a 1922 estuvo cerrado; volvió a abrir entre 1923 y 1929 para volver a quedar cerrado y sin actividad de 1930 a 1944. Desde 1945 hasta 1953 funcionó con regularidad cada año del Corpus a la Virgen. Después ya no volvió a abrir sus puertas al público hasta que a principios de los 60 fue demolido junto con la casa de Correos para que se pudiera hacer la plaza de Isabel la Católica. Lo que su dueño pretendía que fuera un gran coliseo no pasó de sala de verano al aire libre.

 

Los Sucesos de Febrero de 1919

Sólo un mes antes de que empezara toda la polémica por el derribo del palacio de los Córdova, en febrero de 1919, el nombre del promotor de la misma como propietario que era de la casona y del local que sobre su solar se construyó, Ricardo Martín Flores, tuvo cierto protagonismo pasivo (como víctima) en unos sucesos muy graves que acontecieron en nuestra ciudad y que han quedado para los anales de la pequeña historia local englobados bajo el nombre genérico de “Sucesos de Febrero”. En el domicilio de Martín flores no quedó un cristal sano y su negocio, el popular teatro-cine Regio, fue asaltado y sufrió grandes estragos que le obligaron a permanecer varios días cerrado.

El año 1919 y los inmediatamente anteriores en Granada fueron bastante movidos. Huelgas y manifestaciones mil (que a menudo acababan como el rosario de la aurora) se produjeron en abundancia. El principal caballo de batalla de las muchas movilizaciones sociales que vivieron las calles granadinas era lo que en la prensa del momento se denominaba la crisis de las subsistencias, es decir, los productos de primera necesidad y el coste elevado de los mismos, todo en una situación de gran recesión económica y la consiguiente penuria para los más humildes, sin ninguna clase de subsidios por desempleo ni prestaciones sociales de ningún tipo. Recién terminada la I GM, en España el paro obrero era enorme y los precios se habían multiplicado hasta por tres respecto a los que regían antes del conflicto, pero los salarios apenas habían aumentado. Entre los muchos enfrentamientos callejeros que tanto abundaron ese año destacan los hechos violentos que tuvieron lugar en Granada entre los días 9 al 13 de febrero de 1919, los llamados Sucesos de Febrero. Los precios por las nubes y el ya insufrible caciquismo, todo en conjunción, fue el detonante de las interminables jornadas de enfrentamientos callejeros con la fuerza pública, que culminaron en un motín callejero y la muerte de tres inocentes.


                       Los hermanos La Chica, caciques de Granada

Al caciquismo «compadre y aparcero del favoritismo», se le acusaba, entre otras muchas maldades, de ser también la causa, con sus corruptelas, de la miseria y el desabastecimiento que sufría la población. Los caciques de cada provincia, cada comarca, cada ciudad, cada pueblo, imponían su santa voluntad y amañaban elección tras elección pues las urnas por entonces para lo único que servían en España era para dar una apariencia de democracia que estaba muy lejos de ser real. Los caciques gobernaban en beneficio propio y de sus clientes comarcas enteras. En 1919 los caciques máximos en Granada eran los hermanos La Chica: Felipe, el alcalde, y Juan Ramón, diputado a Cortes, ambos pertenecientes al partido dinástico liberal-prietista.

Lo más grave ocurrió el martes 11 de febrero, Jornada Sangrienta, como titula El Defensor. De buena mañana comenzaron los incidentes, protagonizados en un principio por contingentes de universitarios pidiendo ante su domicilio y a grito pelado la cabeza del cacique, el alcalde Felipe la Chica, en las inmediaciones de la Universidad, que por entonces tenía todas sus facultades excepto la de medicina en lo que hoy es solamente la parte de la facultad de derecho que da a la plaza de la Universidad. A los estudiantes se unieron los obreros y así continuaron los saltos a lo largo de toda la jornada y por toda la ciudad hasta bien entrada la noche. Tres personas muertas y numerosos heridos fue el muy lamentable balance: un estudiante de medicina, un obrero ferroviario y una dependienta. Los tres fallecidos lo fueron por disparos de la Guardia Civil contra los manifestantes, que por entonces la Benemérita no disponía de más medios antidisturbios que sus máusers y sus sables. Fueron unos sucesos muy graves que dieron mucho que hablar también lejos de nuestra tierra, y en varias capitales hubo huelgas y manifestaciones de protesta. La sesión del Congreso de Diputados del día 12 fue dedicada en exclusiva a debatir los sucesos de Granada. El mismo día, el presidente del Consejo de Ministros, Conde de Romanones, destituyó al gobernador civil y al alcalde, y con él se marcharon, al dimitir, todos los concejales de la mayoría liberal, entre ellos Ricardo Martín Flores y Federico García Rodríguez, el padre de Federico García Lorca.

«Los moros perpetúan su imperio sobre Darro y Genil. El siglo XV sobrevive. Sólo la dinastía ha cambiado. Pasaron los Nazaritas, con su romántica pompa, su aire de zambra y de rabel. Los ha sustituido otra dinastía soez e inelegante, sin turbante y sin gumía, con hongo y con navaja. A Boabdil El Chico sucede Boabdil La Chica. El señor La Chica es rey incircunciso de Granada la bella.» […] «Arrojemos el hecho al rostro de los que se llaman pedantescamente “hombres de orden”. Para ellos el orden es esto: que el señor La Chica ejerza su vampirato sobre la amada ciudad andaluza contra la voluntad de ésta, que manipule los fondos municipales, que trafique y negocie con los intereses públicos, que conceda actas, que persiga a los ciudadanos, que amenace al liberto y apriete al humilde. Tras el moro La Chica garantizan el “orden” los moros mayores de Magerit. En cambio es esto “desorden”: el pueblo, exasperado, se incorpora. La conciencia de la dignidad civil da un latigazo en los lomos de la ciudad. Todos: ricos y pobres, fieles e infieles, derechas e izquierdas, zegríes y abencerrajes forman un tropel vengativo contra el audaz opresor...». (El Sol, de Madrid, 13-02-1919; firma Esquivel).


                                 Los sucesos de febrero en la prensa nacional

Una huelga general fue convocada para el día siguiente, el 12, y por esa razón faltan en la hemeroteca los ejemplares del día 13 de febrero de los cuatro diarios locales: La Publicidad, Gaceta del Sur, Noticiero Granadino y El Defensor de Granada. A este último alcanzaron también los desmanes de la jornada de huelga y fue atacada su redacción, en Reyes Católicos 8, así como sus talleres e imprenta, en la calle Paco Seco de Lucena, en el Realejo, y estuvo sin publicarse dos días más, reapareciendo el 16 de febrero. Los revoltosos acusaban al diario de dar informaciones tendenciosas en apoyo de los caciques. El 12 de febrero de 1919 el seguimiento de la huelga fue de casi el cien por cien y Granada amaneció sin actividad alguna, sin circulación de tranvías y con prácticamente todo el comercio cerrado, en protesta por la brutal reacción de la fuerza pública, sólo con el tañer de las campanas de los templos en duelo por los fallecidos mientras las principales calles eran patrulladas por soldados a caballo del regimiento de Lusitania.

Ricardo Martín Flores, Merengue, apodo con el que en Granada se le conocía, era concejal del Ayuntamiento de Granada por la facción lachiquista, esto es, del alcalde que gobernaba en mayoría, Felipe la Chica y Mingo, y como tal fue víctima de los disturbios durante la jornada de huelga: los mismos exaltados que acababan de destrozar la imprenta de El Defensor, en el camino de vuelta hacia el Ayuntamiento hicieron una parada en su domicilio, en calle Jesús y María, y éste fue apedreado, y un automóvil de su propiedad, aparcado en la puerta, quedó volcado y para el arrastre. No contentos con eso, los descontrolados siguieron su peregrinar y asaltaron también su negocio, el salón teatro-cine Regio, que quedó asimismo destrozado y con parte de su mobiliario arrancado, sin que se salvara el piano con el que se acompañaban las películas en tiempos de cine mudo. Todo fue transportado a la vecina plaza del Carmen junto con algunas cintas de celuloide que se exhibían, para servir de combustible a una improvisada hoguera en el centro de la plaza.


                Hoguera en la plaza del Carmen con el mobiliario del cine Regio

 Todos los cristales de las ventanas que dan a la plaza del Carmen acabaron hechos añicos, también la cristalera de colores de su escalinata principal, que da a Escudo del Carmen. De ahí –y tiro porque me toca- se fue la turbamulta al puente del Genil y nueva hoguera, ahora con la caseta que albergaba a los empleados recaudadores del Impuesto de Consumos, odiada exacción municipal cuya concesión arbitraria por la corrupción caciquil estaba muy en candelero en aquellos momentos, aunque esto de quemar los fielatos era por lo visto un deporte local y ya habían sido estas casetas víctimas de las muchedumbres exaltadas en sucesos de lucha callejera ocurridos en años anteriores. Y, sigue la ronda –ya puestos…-; después le tocó el turno al chalé que en los jardines del Salón tenía como sala de baile el Casino Principal y que la República reconvirtió en 1931 en biblioteca pública, pero para entonces ya se había presentado la Guardia Civil dando cargas y esto evitó daños mayores. Ya por la tarde hubo tiros (sin víctimas) en plena Puerta Real, al parecer procedentes de los locales del Círculo Liberal, que estaba en el primer piso del edificio del Suizo.

Ese mismo día 12, al atardecer, fue declarado el estado de guerra en Granada. Fuerzas del regimiento de infantería Córdoba 10 salieron de su acuartelamiento en el ex convento de la Merced y a golpe de tambor y trompeta fue leído de viva voz el bando que firmaba el gobernador militar de la plaza, general Manuel Prieto Valero, y que establecía el imperio de la ley marcial, quedando prohibidas las reuniones de más de cuatro personas.

El día 13, toda Granada quedó nuevamente paralizada y sin actividad para asistir al entierro de las tres víctimas mortales que, previa autorización, subió al cementerio de San José atravesando los bosques de la Alhambra. «Puede decirse que cuanto vale y tiene marcada significación en la ciudad figuraba en el grandioso acto fúnebre de ayer tarde» (Gaceta del Sur). Toda Granada, incluidos varios cientos de pobres [sic] portando velas, incluido el arzobispo Meseguer, figuró en el cortejo, si bien éste último y los que le acompañaban se despidieron en la Puerta de las Granadas. El día 14 todo volvió por fin a la normalidad.

Los Sucesos de Febrero, que tanta difusión tuvieron en toda España, en especial entre los estudiantes madrileños, y provocaron una campaña nacional en contra del caciquismo, supusieron el fin de las carreras políticas de los hermanos La Chica. El diputado a Cortes, Juan Ramón La Chica, en Madrid, fue perseguido hasta el hotel Palace donde se alojaba, apedreado y descalabrado por decenas de estudiantes a la salida del Congreso en aquellos días convulsos de febrero. En las siguientes elecciones generales, el 1 de junio de 1919, no se presentó como candidato y quien más votos consiguió por la circunscripción de Granada capital fue el socialista catedrático de Derecho Político Fernando de los Ríos, que por primera vez se convertía en parlamentario.

Pero las movilizaciones por todo el país no consiguieron extirpar de la piel de toro el fenómeno del caciquismo, sus corruptelas y su clientelismo. Ya estaba dando sus últimas boqueadas, igual que el periodo histórico de la Restauración y el turnismo político, en la cual tuvo su apogeo, pero aún le quedaban largos años de seguir pimpante, sobre todo en la España rural.

 

Amelia-Agustina

 En muchas de las numerosas acciones de protesta que tanto abundaron en Granada por entonces, destacan las crónicas de aquellas algaradas callejeras el protagonismo desempeñado en ellas a menudo por una mujer joven, la activista Amelia la llaman. Bandera roja en ristre, podía vérsela al frente de los huelguistas y manifestantes o arengándolos, ya fueran éstos estudiantes, albañiles, dependientes, panaderos..., y sin arredrarse cuando los guardias de Seguridad o la Benemérita repartían a diestro y siniestro. Ver a una mujer en medio de los fregados era algo del todo insólito, pero esta mujer no es otra que la combativa Agustina Mercedes González López, conocida por el nombre de Amelia con el que firmaba sus cuadros, y también por el de “la zapatera”, porque su padre tenía un comercio de zapatería en el número 6 de la calle Mesones. Intelectual, escritora y pintora, también hizo Agustina sus pinitos políticos fundando años después el Entero (partido no, entero) Humanista Internacional, cuyo lema era Alimento y Paz y cuya doctrina ella misma definía como comunismo blanco, y al frente de esa candidatura llegó a presentarse a las elecciones constituyentes de la República de 1931, obteniendo 16 votos, aunque, que sepamos, los carnés de militante de su Entero Humanista nunca llegaron ni siquiera al número dos. En cualquier caso, fue Agustina-Amelia una adelantada a su tiempo: era feminista, vestía pantalones, entraba sola a los cafés y se permitía tener sus propias opiniones, improvisando mítines en los que exponía ideas revolucionarias a la menor ocasión. Pero sobre todo fue un espíritu libre e independiente.

Todas esas cosas que cuentan que hacía y decía Agustina-Amelia eran demasiado para la pacata sociedad granadina de aquellos años (¡dónde vamos a llegar, una mujer comportándose como un hombre, y encima difundiendo doctrinas subversivas!). En Granada no se la tomaba en serio y se la tenía por loca, y era para muchos sólo uno más de esos personajes extravagantes o majaretas que en todas las épocas han callejeado por la ciudad y a los que se les coloca un mote y suelen ser el centro de las burlas de la chiquillería. Pero es el caso que sus rarezas y su presunta vesania no la libraron del paseo en Víznar en 1936, casi a la vez y en el mismo sitio que García Lorca, y también de mano de los mismos sanguinarios verdugos.


               La activista Agustina-Amelia, “la Zapatera”, en una imagen de 1928