EL ONCE FANTASMA

Pedro Escartín bautizó al Granada CF (el Recreativo Granada) con el apodo de "Once Fantasma" cuando este club era un recién llegado a la competición pero ya andaba codeándose con equipos de solera y aspiraba a lo máximo.
En este libro se narran las vicisitudes por las que atravesó el Recreativo en sus cinco primeros años de existencia y también se recogen los sucedidos ciudadanos más impactantes de aquella época revuelta que fue la de la II República.
En la foto de cabecera se ve al Recreativo que se enfrentó al Gimnástico de Valencia en el campo madrileño de El Parral, 21 de febrero de 1934. De pie: Sosa, Tomé, Calderón, Luque, Itarte, Carrera, Victorio y Tabales; agachados: Gomar, Morales y Herranz.
Para adquirir un ejemplar firmado y dedicado por el autor (20 €), dirigirse a
jlramostorres@gmail.com


Historia del Granada CF



viernes, 15 de diciembre de 2017

SUPERADO EL EXAMEN DE ESTADO

Patria publicó esta foto-composición de la expedición granadinista que partía a Barcelona para intentar salvar la máxima categoría: Floro, Paco Bru, Pérez, Millán, González, Neira, Bonet, Sosa, Sierra, Conde, Marín, Nicola, Aparicio, Trompi y Gaspar Rubio la integraban

 El Granada promocionista
Al terminar la liga regular de Primera División 1942-43, el Granada quedó clasificado 12º (de 14), o sea, en puesto de promoción y obligado a intentar salvar la categoría en un partido único a disputar en campo neutral. Su rival era el Valladolid, por entonces inédito en primera, que había terminado tercero en la liguilla de ascenso recién disputada.
 Los castellanos querían que ese partido se jugara en Chamartín y el Granada pretendía que se dirimiera en La Condomina de Murcia, pero finalmente lograron ponerse de acuerdo en que el decisivo partido con la Primera División en juego tuviese como escenario el barcelonés estadio de Les Corts, fijando el encuentro para dos semanas después de terminado el campeonato, esto es, el domingo 18 de abril. La directiva estableció que la expedición granadinista partiría para Barcelona el lunes anterior y se alojaría en el hotel Florida, del Tibidabo, con Paco Cristiá como delegado y con el presidente Martín Campos y el directivo Indalecio, más Daniel Saucedo, redactor de Patria y encargado de radiar el partido para el público granadino, que se incorporó días después
En la semana previa al decisivo envite, las mesas de billar y ping-pong y los paseos por los cercanos pinares del Tibidabo ocuparon la mayor parte de los ocios de la muchachada rojiblanca, que sólo bajaba a la ciudad para entrenar en el campo del Europa de la calle Cerdeña, en el barrio de Gracia, y en otra ocasión para asistir al amistoso Barcelona-At. Bilbao, que se celebró en Les Corts dentro de las conmemoraciones de los 450 años desde la visita a Barcelona de Cristóbal Colón al regreso de su primer viaje al Nuevo Mundo. De todas esas actividades granadinistas en Barcelona estaba la hinchada puntualmente informada gracias a las crónicas que redactaba el viejo conocido José Zubeldia Amador, del diario La Prensa, abogado y periodista granadino, muchos años redactor de Patria y antes del Defensor, y en 1936 fugaz secretario técnico del Recreativo.     
             Mientras, en Valladolid, el camarada José Antonio Girón de Velasco (el futuro León de Fuengirola del bunker tardofranquista), vallisoletano y a la sazón ministro de Trabajo, disipó las trabas que en primera instancia impedían que un tren botijo organizado por Educación y Descanso y cargado de hinchas pucelanos viajara hasta Barcelona. El Valladolid, que dirigía el húngaro Carlos Platko (hermano del futuro entrenador granadinista Esteban Platko y del célebre Franz Platko del poema de Alberti) tenía como hombres más destacados al ex recreativista Torquemada y al interior Barinaga, cedido del Madrid, que estuvo a punto de venir a nuestro equipo la temporada anterior. Favorito en los pronósticos, como equipo de primera, era nuestro Granada.
El anuncio del partido de promoción hizo que la corrida de Manolete en la Monumental, prevista para el mismo día y a la misma hora, quedara aplazada para otra fecha.

Recorte de Mundo Deportivo sobre el Granada 2 Valladolid 0 de promoción

Salvación en Les Corts
A la hora anunciada, con Les Corts lleno y presidido por el General Moscardó, capitán general de la IV Región Militar, en la tarde del domingo 18 de abril de 1943, el Granada (Pérez; Millán, González; Sosa, Bonet, Sierra; Marín, Trompi, Nicola, Conde y Aparicio), con arbitraje de Vilalta, escribió una nueva página histórica gloriosa al superar al Valladolid 2-0, ambos de Nicola, y certificó su permanencia en Primera División una temporada más. En un partido más bien malo, al Granada no le fue nada fácil superar al aspirante, que por momentos fue mejor y aguantó casi una hora el cero en su marcador, pero el mayor oficio rojiblanco sirvió para que en dos jugadas se aprovechara de los fallos vallisoletanos y sellara la permanencia cuando ya empezaba a pensarse en la prórroga. González, en el mejor partido de su carrera según propia confesión años después, estuvo colosal y junto a Millán formó un muro que no pudieron superar los vallisoletanos.
Entre el público estuvo César, desplazado desde León para asistir al partido, quien al terminar el partido fue llevado en hombros hasta los vestuarios por sus ex compañeros y en medio de la euforia manifestó que si el año que viene no jugaba en el Granada estaba dispuesto a retirarse (o eso pudo leerse en la prensa granadina). Días después el Granada presentó una oferta en firme al Barcelona por César, pero los culés se negaron a dejarlo salir. También días después la prensa barcelonesa publicaba una entrevista a César en la que éste decía que se habían malinterpretado sus palabras, y que de ninguna manera estaba pensando en volver al Granada, cosa que significaría dar un paso atrás en su carrera, y que él sólo había dicho que se sentía muy orgulloso de su estancia en nuestro equipo.
En los vestuarios se brindó con gaseosa y con mucha alegría por el triunfo. Pero allí mismo y en medio del bochinche el presidente Ricardo Martín Campos anunció su dimisión. Dos semanas más tarde se lo pensó mejor y se volvió atrás de esta decisión, continuando como presidente.

Colección de cromos con el Granada 42-43

Eliminados por el Ceuta en Copa del Generalísimo
La disputa de la promoción y su feliz desenlace no supuso el final de la temporada oficial para el Granada. Ahora había que jugar la Copa del Generalísimo y el primer rival era un segunda, aunque cualificado, el Ceuta, que recientemente se había quedado a las puertas de disputar promoción de ascenso a Primera en la liguilla, en la que en el último partido perdió en casa precisamente con el Valladolid y así se clasificaron los castellanos.
La ida, jugada al domingo siguiente del partido en Les Corts, fue en tierras norteafricanas y de allí se trajeron los rojiblancos un escardón de 5-0 en contra. En cada uno de los veintiséis partidos de la liga recién terminada más el de promoción por la permanencia habían logrado los nuestros al menos un gol, récord absoluto de toda la historia del club, todavía vigente e inigualado, pero éste fue el único partido de toda la temporada oficial en que el Granada acabó con un 0 en su casillero. Se alinearon los mismos once que aseguraron la permanencia en máxima categoría frente al Valladolid, pero con la gran diferencia de que en Ceuta comparecieron prácticamente sin descanso y con algunas juergas de celebración y muy poco entrenamiento. Y esos mismos hombres fueron barridos por el Ceuta en su pequeño campo sin una brizna de hierba, en un partido en el que el Granada no existió, según las crónicas. Así se perdió la eliminatoria, porque el margen de goles tan grande no pudo superarse en el partido de vuelta en Los Cármenes, y el 3-0 final de una semana después resultó insuficiente y supuso el adiós a la Copa a las primeras de cambio.
El final feliz de la temporada que pudo haber sido quedó así bastante empañado y el mal humor de la afición fue lo que se apoderó de los ambientes futboleros. Mal humor de la afición pero también de la directiva, que anunció sanciones a los jugadores por su falta de entusiasmo en su partido en Ceuta.

 Paco Bru

No sigue Paco Bru
La eliminación del Granada por el Ceuta a primeros de mayo, lógicamente, hizo que el ambiente futbolero decayera muchísimo. Desde esas fechas los hinchas tuvieron que conformarse con algún que otro amistoso frente a rivales de escasa entidad, como la Olímpica de Jaén o el Linares, a los que concurrió un muy escaso número de aficionados. El mayor interés a estas alturas estaba centrado en la composición de la plantilla para la temporada venidera, y en ese sentido, a últimos de mayo se daba a conocer que Paco Bru, a pesar de las dos permanencias logradas, no continuará para el siguiente ejercicio. Diferencias económicas decidieron a la directiva a no renovar al buen técnico. Tampoco seguirán Maside, Pérez, Leal, Uría, Gárate, Gaspar Rubio y Mújica, todos ellos muy poco utilizados en la temporada recién terminada.     


Amistoso de pretemporada en La Rosaleda. Forman de pie: Conde, Múgica, Pérez, Bonet, Camoto, González, Leal y Muñoz; agachados: Gárate, Maside, Trompi, Nicola y Sierra                  
               
Examen de Estado
Este año no hubo Copa Granada, esto es, el tradicional trofeo futbolero organizado durante las fiestas del Corpus y como parte de su programa de festejos. Hasta mediados de junio no hubo un plato futbolero de cierta categoría que echarse a la andorga hinchística, cuando en una especie de revancha se enfrentó el Granada en un doble amistoso con su “víctima”, el Valladolid, saldado el de tierras castellanas con un 3-1 adverso y el de devolución de visita en Los Cármenes con victoria rojiblanca 5-3. Al encuentro asistieron escasos aficionados que soportaron un calor de caldera.
                Y eso fue todo lo que dio de sí la segunda temporada del Granada CF entre los grandes, de la que sin poder decirse que fue totalmente buena porque prácticamente transcurrió entera con el equipo en los puestos bajos y hubo que pasar por el mal trago de la promoción, al menos se salvó la categoría, que era el objetivo marcado. El Granada al superar la promoción podemos decir que aprobó el Examen de Estado, que era para los estudiantes de aquellos años algo así como lo que después se llamó Reválida y bastantes más años después Selectividad.

 Dos fotos de las demoliciones de La Manigua

Calle Ganivet
Los trabajos de reforma del centro de la ciudad, iniciados dos años atrás continuaban a buen ritmo y eran una realidad que día a día transformaba el paisaje urbano, en especial los que afectaban a la demolición del barrio de la Manigua.                             
                El 8 de mayo de 1943 Ideal informa que ha quedado ya totalmente pavimentada la calle “A” de la Manigua, que va de Puerta Real a la plaza de la Mariana. Es la calle Ángel Ganivet a la que todavía no se había decidido llamarla así. La noticia de Ideal se completa con una foto en la que puede verse la recién abierta nueva calle sin una sola edificación y en primer término las tapias del solar donde se proyecta edificar las nuevas oficinas de Correos.
                A propósito del nombre con que finalmente se bautizó el nuevo vial, no deja de ser un contrasentido ponerle el nombre de Ganivet a una nueva calle hecha para ensanchar el centro de la ciudad. Precisamente el pensador granadino en varios de sus artículos remitidos desde Finlandia y publicados por El Defensor de Granada  y posteriormente recopilados para su libro Granada la bella, censuró hasta el hartazgo la “epidemia ensanchadora” propia del urbanismo de finales del XIX, cuando se estaba ejecutando el ensanche de los ensanches urbanos granadinos que es la Gran Vía.
Según Ganivet, además del destrozo causado desde el punto de vista estético, el derribo de zonas antiguas para construir en sus solares calles anchas era una moda artificial y postiza, y una decisión poco apropiada para estas latitudes de solaneras y calorines extremos: «A Granada llegó la epidemia del ensanche, y como no había razón para que nos ensancháramos, porque teníamos nuestros ensanches naturales en el barrio de San Lázaro, Albaicín y Camino de Huétor, y más bien nos sobraba población, concebimos la idea famosa de ensancharnos por el centro y el proyecto diabólico de destruir la ciudad…», escribió Ganivet en su artículo titulado Luz y Sombra, en 1896. Y en el mismo artículo pero más adelante se puede leer algo que viene aquí que ni pintado y que suena a premonición: «Hay días del año en que es peligroso cruzar la Carrera del Genil desde el Campillo a la Puerta Real: todo el mundo echa por las callejuelas de la espalda. Transformemos éstas en otra calle ancha, y tendremos que ir por la calle de Navas; demos a esta calle la anchura de la plaza del Carmen hasta unir esta plaza con la de los Campos y será preciso dar la vuelta por la calle de la Colcha». Quién le iba a decir a Ganivet que lo que él escribió con sorna y así como pensando que nunca se llegaría a hacer se iba a convertir en realidad casi cincuenta años después y encima el resultado sería bautizado con su propio nombre.

En el solar de La Manigua se ha abierto ya una nueva calle, todavía sin nombre

No se tuvieron en cuenta para nada las diatribas anti-ensanchadoras de Ganivet escritas casi medio siglo antes. Al contrario, sólo unos días después de la inauguración de la calle “A” de la derribada Manigua informa la prensa que dicha calle llevará el nombre de Ángel Ganivet a propuesta del alcalde Antonio Gallego Burín, aprobada por unanimidad no sin previamente escuchar a los camaradas Méndez Rodríguez-Acosta y Martín Campos, quienes opinaban que la nueva calle debería llevar el nombre de Antonio Gallego Burín, tal como se acordó en un pleno de dos años atrás, cuando éste ocupaba el cargo de gobernador civil de la provincia. Pero esta propuesta fue firmemente rechazada por el propio Gallego. No deja de sorprender que alguien tan ganivetiano como Gallego Burín, quien sin duda conocería de pe a pa todo lo escrito por Ganivet, finalmente fuera el que decidiera un nombre tan poco apropiado para un ensanche urbano granadino.
Al día siguiente, domingo 9 de mayo de 1943, el mismísimo Franco en persona, boinilla tradicionalista y escolta mora, inauguró solemnemente la nueva calle todavía innominada.   

Franco y señora    

 Franco de visita
            A Granada había venido el invicto caudillo proveniente de Almería y Motril, como remate a unos bolos por todas y cada una de las provincias andaluzas. Era la segunda visita oficial como jefe del Estado de Franco a Granada, donde ya había estado en abril de 1939, pocos días después de terminada la guerra. A las tres de la tarde, con palmas reales y repique general de campanas, acompañado de su esposa y de Arrese, Muñoz Grandes y bastantes más, Guardia Mora incluida, fue recibido por las fuerzas vivas penibéticas bajo mazas, con el alcalde Gallego Burín al frente, en la Cruz Blanca, avenida de Calvo Sotelo (ahora de la Constitución, pero antes: de la República, de Alfonso XIII y de las Estaciones, según las épocas), y por legiones de camisas azules a las que revistó. De ahí, en coche de caballos, marchó a la Catedral y Capilla Real entre los vivas incesantes de la multitud y por un itinerario engalanado y alfombrado corpusísticamente de juncia y mastranzo, pasando bajo un arco triunfal construido ad hoc en cartón-piedra en plena Gran Vía. Después de un tedeum, ante la tumba de los católicos monarcas dijo que «Al alzarnos para salvar y redimir a España lo hicimos pensando seguir el camino que ellos nos marcaron» (gran lección de historia, ignorábamos que los Reyes Católicos hubieran sido golpistas).
En la Capilla Real, Ricardo Martín Campos, en su condición no de presidente del Granada CF sino de teniente de alcalde, en unión de otro edil, hizo entrega a Franco de una reproducción de la espada de Fernando el Católico, ofrenda de Granada «al victorioso debelador de la barbarie asiática» (editorial de Ideal), fabricada por artesanos locales bajo la dirección de José Navas Parejo, a la sazón Jefe Provincial del Sindicato de Artesanía, con acero y ¡¡¡oro del Darro!!! de 22 kilates en la empuñadura, y con su correspondiente estuche de cuero repujado, obra de los hermanos Vázquez Parra. La espada era un regalo de la ciudad que había quedado pendiente desde su visita anterior en 1939.                  
De la Catedral a la plaza del Carmen, haciendo su entrada bajo otro arco de triunfo allí levantado. Aquí la guardia mora tuvo que repartir algún que otro pescozón, al desbordarse los entusiasmos y amenazar el buen orden de la comitiva. Tras unos cuantos caralsoles desde el balcón coreados por la multitud brazo en alto y una breve alocución, bien pasadas las cuatro de la tarde, almuerzo en la propia casa consistorial, donde se hospedaban el general superlativo y esposa. El salón de sesiones del Ayuntamiento se transformó en esos días en comedor y en un salón vecino fueron instaladas sendas amplias camas de matrimonio para la autocrática pareja, con sus mesillas de noche donde lucían el brazo incorrupto de Santa Teresa, del que Franco no se despegaba, y el que suponemos su libro de cabecera, “Los protocolos de los sabios de Sión”. Varias familias bien granadinas cedieron temporalmente parte de sus tesoros en forma de muebles nobles y obras de arte para decoración de los aposentos de quien regía con mano de acero los destinos patrios, tal como ocurrió en su visita de cuatro años atrás.  

Franco y su amplio séquito inaugurando la calle “A” de La Manigua
Continuó la visita a las seis de la tarde, con entrada bajo palio y salve en la basílica de la Virgen de las Angustias. Y de allí al final del paseo de Isabel la Católica (antes de Fernando de los Ríos y antes y después de la Bomba), para depositar una corona de flores ante la Cruz de los Caídos, situada a la entrada de la carretera de la Sierra. Vuelta al centro a paso de marcha militar y corte de cinta que inauguraba la nueva calle de la Manigua (Ganivet) con un paseíto a pie. Vuelta a la motorización y, a toda pastilla, por Gran Vía, Triunfo, calle Real de Cartuja y el Tambor, parada en la plaza albaicinera del Salvador, cuyo templo acababa de ser restaurado, con entrada bajo otro arco de triunfo levantado para la ocasión. De ahí y a un ritmo frenético, bajada por la cuesta del Chapiz y Carrera del Darro para continuar por Gomérez hasta la Alhambra e inaugurar el Hogar José Antonio, de Auxilio Social, para huerfanitas de la guerra y de la “revolución marxista”. Y de ahí al Generalife, donde merendó toda la comitiva y asistió a la representación de un auto sacramental. Aún le dio tiempo a darse un paseíllo por los palacios alhambreños, iluminados con antorchas por miembros del Frente de Juventudes, y ver las obras de restauración del palacio de Carlos V que se llevaban a cabo. Finalmente y con la lengua fuera, ya con la noche bien entrada, traslado al Ayuntamiento, con nueva salida al balcón y más caralsoles antes de dar cuenta de una abundante cena. Todavía le quedaba asistir a una zambra sacromontana en el mismo patio consistorial. Pasada la una de la madrugada llegó por fin la retreta y hasta el día siguiente.
Por la mañana temprano partía Franco y su amplio séquito a toda mecha  con dirección a Jaén, única provincia andaluza que le faltaba por visitar.

El No-Do
Un breve resumen de la visita del Caudillo a Granada y a toda Andalucía fue filmada por el No-Do (Noticiario y Documentales Cinematográficos, el mundo entero al alcance de los españoles) y se pudo ver concretamente en el numerado como 21 B, disponible en la web filmoteca de rtve.es.
                En enero de 1943 había empezado a producirse este noticiero nacional, estableciéndose mediante decreto su exhibición obligatoria en todas las salas de cine españolas como aperitivo a la proyección de la correspondiente película. Producido al estilo propagandístico de los reportajes de la UFA de la Alemania de Hitler o de los de la LUCE de la Italia de Mussolini, que antes de la creación del No-Do solían formar parte de los programas en los cines españoles, a estos mismos vino a sustituir. El No-Do, junto a la difusión de noticias relacionadas con el régimen del general Franco y su lucha contra la lacra del comunismo, y de la marcha de la guerra en Europa y el Pacífico, especialmente en lo que atañía a las potencias amigas, con frecuencia incluyó en su primer año de existencia reportajes sobre Granada, sus bellezas y sus costumbres: la fiesta de la Toma, la restauración del palacio de Carlos V, los buscadores de oro en el Darro y el Genil, la artesanía granadina o su Semana Santa.



Gran incendio
Durante la visita de Franco prácticamente todas las fachadas de las calles de la ciudad por donde había de pasar lucieron profusamente exornadas, como detallan las crónicas del gran evento que supuso la estancia en Granada del jefe del Estado y su amplia comitiva. Cobres, mantones de manila, damascos, colchas, banderas y otros mil objetos desempolvados para la ocasión colgaron de balcones y ventanas, y también se erigieron por toda la ciudad distintos monumentos de lo que se conoce como arquitectura efímera, como al menos tres arcos de triunfo en Gran Vía, plaza del Salvador y plaza del Carmen. Este último, el levantado junto al Ayuntamiento, a punto estuvo de ser causa de una gran tragedia casi dos meses después ya que no se procedió a su desmontaje una vez terminada la visita oficial de Franco, sino que se dejó tal cual y, pensando en el cercano Corpus, le fueron añadidas ristras de bombillas de colores para que formara parte del adorno de las fiestas.               
                El 26 de junio de 1943, al filo del mediodía del primer sábado de Corpus, con todo el centro de Granada rebosando gente celebrando las fiestas mayores, el arco de triunfo, que ocupaba todo el lateral de la plaza del Carmen que da a Reyes Católicos, de la casa de la Bernina a la del Royal, y que había sido erigido a principios de mayo para la visita de Franco, por causas desconocidas empezó a arder. Sus quince metros de altura a base de maderas viejas procedentes de derribos y ramajes de pino muy resecos, formaron en unos instantes una enorme pira de la que salían llamas de cinco metros y más. El estallido de las bombillas con que se cubría el arco fue la primera señal de alarma y a punto estuvo de causar una  estampida de los varios miles de personas que ocupaban la plaza del Carmen y también de los que en la plaza de Bib-Rambla asistían en esos momentos a un concierto de la Banda Municipal.
                La casa de la Bernina quedó casi destruida, y con ella las oficinas de la agencia de publicidad Alas Azules, de tanta significación en la historia del ascenso a Primera del Granada CF dos años atrás, y el fuego también afectó a varios de los inmuebles de la otra acera de la calle Reyes Católicos, al propio edificio del Ayuntamiento y al del café Royal, en construcción, en la otra esquina de la plaza. Justo en la casa que hace esquina con la calle del Príncipe, donde vivía Ricardo Martín Campos, teniente de alcalde y concejal delegado de policía urbana e incendios, no quedó ni un cristal sano y las maderas de los balcones ardieron hasta que los vecinos del inmueble pudieron apagar las llamas. Aparte de los grandes daños materiales, sólo hubo que lamentar las leves lesiones que sufrieron algunos de los bomberos que consiguieron apagar la hoguera más de dos horas después de iniciada.

La procesión del Corpus pasando junto al arco de triunfo levantado en la plaza del Carmen. Dos días después arderá por completo