EL ONCE FANTASMA

Pedro Escartín bautizó al Granada CF (el Recreativo Granada) con el apodo de "Once Fantasma" cuando este club era un recién llegado a la competición pero ya andaba codeándose con equipos de solera y aspiraba a lo máximo.
En este libro se narran las vicisitudes por las que atravesó el Recreativo en sus cinco primeros años de existencia y también se recogen los sucedidos ciudadanos más impactantes de aquella época revuelta que fue la de la II República.
En la foto de cabecera se ve al Recreativo que se enfrentó al Gimnástico de Valencia en el campo madrileño de El Parral, 21 de febrero de 1934. De pie: Sosa, Tomé, Calderón, Luque, Itarte, Carrera, Victorio y Tabales; agachados: Gomar, Morales y Herranz.
Para adquirir un ejemplar firmado y dedicado por el autor (20 €), dirigirse a
jlramostorres@gmail.com


Historia del Granada CF



lunes, 21 de febrero de 2022

MORIR EN LA ORILLA

Ros, Cea, Requena, Sueza y Díaz Cara, una de las mejores delanteras que ha tenido el filial

              

El Granada B campeón andaluz de la Copa de Afcionados

            Mientras el Granada era goleado en San Sebastián, el Granada B conseguía proclamarse campeón de Andalucía de la Copa de Aficionados al derrotar en la final andaluza al Peñarroya en Los Cármenes por 4-0. El rival resultó bastante más flojo que el Dos Hermanas de la anterior ronda, y apenas opuso resistencia. Los cordobeses sufrieron un accidente en la Cuesta de las Cabezas (a la altura del pantano de Cubillas) y tuvieron que llegar a Granada en taxis y con bastante retraso, aunque no hubo necesidad de atrasar la hora de comienzo. Por otra parte y según confesión propia, era la primera vez que jugaban en césped. De esta forma el Granada B quedó clasificado para disputar la fase nacional de esta copa de aficionados.

El filial alineó a su once de gala, base de la exitosa temporada: Julio; Atanasio, Méndez, Jaime; Montilla, Tobalina; Ros, Cea, Requena, Sueza y Díaz Cara. Es un once que sabría declamar cualquier aficionado de la época y casi se puede decir que es el mejor de toda su historia; de los once, ocho jugaron en el primer equipo, y de esos ocho cuatro fueron titulares varias temporadas.

 

Eliminación del Hércules en Copa del Generalísimo

Tras jugarse la jornada 23 quedó la liga paralizada por espacio de casi un mes, hasta primeros de abril, para que se atendieran algunos compromisos internacionales con Portugal e Italia y para que en ese periodo se disputaran las primeras eliminatorias de Copa del Generalísimo, ya con la intervención de los equipos de primera.

            El segundo compromiso de Copa del Generalísimo para el Granada, después de eliminar al Tomelloso hacía más de un mes, llegó el domingo 13 de marzo de 1949, ya XVI de final. La suerte emparejó al Granada con el Hércules, rival que hacía un mes justo (13 de febrero) nos había visitado en liga y se llevó el único punto cedido por el Granada en su terreno en todo el campeonato. Los blanquiazules en esos momentos también luchaban por dar el salto a primera, bien clasificados. Por sorteo el partido único en que consistía la eliminatoria correspondió jugarse en Los Cármenes, con recaudación al 50% para cada equipo.

            En Los Cármenes, con una buena entrada el Granada se clasificó para VIII derrotando al equipo de Gaspar Rubio por 2-1 aunque, según la prensa local, fue un mal partido del Granada en el que logró la victoria a poco del final, confirmando su crisis de juego de los últimos choques, dice Seudónimo en La Prensa.


Recorte de Ideal con el partido Granada-Hércules de Copa del Generalísimo

Parón liguero

            En las tres semanas siguientes los diarios granadinos apenas dedicaron unas líneas a hablar del Granada CF. Los entrenamientos siguieron a su ritmo habitual y como toda actividad al margen se organizó un amistoso en Los Cármenes frente al Iliturgi de Andújar, equipo de la tercera división andaluza que contaba en sus filas, cedido por el Sevilla, con el ariete vasco muy goleador Arregui, que en años futuros será figura del Jaén. También venía con el equipo de Andújar el ex granadinista Martín, granadino de nacimiento y que perteneció al equipo rojiblanco en su segunda temporada en primera, la 42 43, aunque sólo se alineó en algún amistoso; este Martín dos años después será una de las víctimas del accidente que en Loja acabó con la vida de tres personas al chocar contra un camión el autobús del Melilla, equipo en el que militaba.

El amistoso acabó en empate a un gol. El Granada alineó un equipo mixto entre la primera plantilla y el filial, produciéndose el debut del recién fichado Vicente Díaz, que militaba en el tercer Recreativo, el equipo fundado esta temporada y de vida efímera. El partido se había organizado en atención a los socios del club, para que éstos no estuvieran más de un mes sin poder ver un partido, así que los abonados no pagaban, pero a pesar de todo acudió poco público.

 

Triple empate en cabeza tras la victoria sobre el Badalona

            Casi un mes justo después de jugar el Granada en San Sebastián volvió la liga de segunda el domingo 3 de abril de 1949. Tocaba jugar la jornada 24 de un total de 26 y para el Granada significaba la visita del Badalona, equipo que acabó descendiendo a tercera como vicecolista. Una nueva victoria 4-2 fue el resultado en un partido malo, según La Prensa, para la que nuestro equipo sigue en un bache de juego a pesar del resultado, una crisis que afecta de manera especial a la media y a la delantera, con la excepción de Trompi, en gran estado de forma toda la temporada, siempre según el semanario, lo cual no supone novedad alguna pues es un comentario común a todos los partidos caseros con pocas excepciones.

            Los resultados de los demás rivales directos propiciaron un triple empate en cabeza entre R. Sociedad, Málaga y Granada, quedando con un punto menos el Hércules, que perdió en casa su partido ante el desahuciado Ferrol. El Granada tenía el golaveraje perdido con los dos equipos con los que empataba, así que su posición en la tabla era la de tercero.


No le fue difícil al Granada derrotar al Badalona, como se lee en el recorte de Ideal

El Granada B sale de Andalucía

            Por su parte el filial comenzó la fase nacional de la Copa Aficionados, que le enfrentó al Electrodo, equipo de Madrid que había quedado campeón de Castilla. En tierras madrileñas, en el campo federativo del Cerro del Pimiento, sin rastro de hierba, cosechó una derrota mínima por 2-1, remontable en cualquier caso a la vuelta, una semana después en Los Cármenes. Las crónicas señalan que al Granada B le fue anulado injustamente un gol que hubiera supuesto el empate. Es un partido histórico ya que significa que por primera vez el equipo filial, con tan sólo dos años de existencia, traspasaba las fronteras regionales y salía fuera de Andalucía para disputar un partido oficial.

 

En avión a Valencia con victoria

            Para la siguiente jornada, ya la 25 y penúltima, tocaba viajar a Valencia, al campo del Levante, equipo de la zona media y con todo ya resuelto. El desplazamiento del Granada a tierras valencianas fue algo histórico porque, que sepamos, era la primera vez que nuestro equipo utilizaba el avión como medio de transporte. En efecto, del aeródromo de Armilla partió la expedición rojiblanca, acompañada por una decena de aficionados, la misma mañana del partido, 10 de abril, Domingo de Ramos, para estar a mediodía a la vera del Turia. Y es que a partir de 1948 empezaron a fletarse desde Granada vuelos bisemanales de pasajeros y carga con Sevilla, Madrid y Barcelona, además del de Valencia. La ida fue en avión, pero la vuelta se hizo por ferrocarril.

            La experiencia no dio mal resultado y un Granada muy superior y que no puso en juego su táctica ultradefensiva, se apuntó una victoria, 2-3, en el campo de Vallejo, repleto de público en día del club. Según las crónicas de periodistas valencianos, el Granada es el equipo más completo, mejor conjuntado y con mejor fútbol de la categoría; dicen los plumillas ches que el Granada practica un fútbol moderno, la WM, mientras que el Levante está anclado en el pasado. En un diario valenciano se comentaba que con un trío defensivo como el que forman Millán, Lesmes y Rey, puede Valero (sustituto en este partido de Candi) sacar tranquilamente una silla para tomar el sol. Lo malo fue que tanto el Málaga (que venció al Hércules) como la Real ganaron sus respectivos partidos, de manera que el triple empate no se deshizo.

            Mientras el Granada se traía los dos puntos del campo de Vallejo, el Granada B conseguía clasificarse para la siguiente ronda, ya cuartos de final, de la Copa de Aficionados al derrotar en Los Cármenes al Electrodo madrileño por 5-2 en una sensacional segunda parte. Esa misma tarde se conoció que el siguiente rival sería el Utiel, equipo valenciano.


Otro recorte de Ideal con las alineaciones del Granada B y del Electrodo de Madrid

Triunfo ante el Gerona y muerte en la orilla

            Así llegamos a la 26 y última jornada 48-49 con todas las posibilidades de ascenso intactas para el Granada. Independientemente del resultado de su último partido de la liga, en casa frente al Gerona, el tercer puesto al menos estaba garantizado ya que el Hércules, el cuarto clasificado, había quedado distanciado a tres puntos, pero lamentablemente esta temporada no había promoción para el tercero y solamente ascendían los dos primeros, dándose la circunstancia de que nuestro equipo no dependía de sí mismo, es decir, para alcanzar una de las dos plazas de ascenso era necesario que R. Sociedad o Málaga, primero y segundo, con los mismo puntos que los rojiblancos, no ganaran su partido. Desde el jueves previo se marcharon los futbolistas concentrados a Lanjarón, desde donde se dirigirían a Los Cármenes el mismo domingo.

            El domingo 17 de abril de 1949 quedó definitivamente resuelta la incógnita. El Granada no tuvo excesivos problemas para doblegar (3-0) al Gerona que entrenaba Carlos Platko, hermano del ex granadinista Esteban Platko, pero la Real ganó en Valencia al Mestalla y el Málaga hizo lo propio en el campo del descendido Ferrol, así que el Granada acabó tercero, empatado a 35 puntos con los dos que ascendieron y que tenían ganado el golaveraje particular a los rojiblancos. Los tres equipos habían ganado sus compromisos ligueros en casa frente a los otros dos y perdido a domicilio, así que había completa igualdad en los puntos obtenidos por unos y otros en sus enfrentamientos, pero la gran diferencia se daba en el número de goles marcados y encajados, y el peor de los tres era el Granada. Finalmente el único punto cedido en Los Cármenes en toda la liga y la exagerada e injusta goleada encajada en San Sebastián costaron un ascenso. También es mala suerte.

Lo más destacable es que esta plantilla había sido confeccionada con el fin exclusivo de mantenerse en la categoría ya que la economía manda y no había dinero para más, pero poco a poco y de la mano sabia de Cholín fue el equipo remontando puestos en la clasificación y el resultado ya se ve. Sólo la mala suerte apartó al Granada de dar el salto a la máxima categoría.

            El partido frente al Gerona, que venía fuertemente primado por terceros, no tuvo más historia que la del enorme esfuerzo que derrocharon los catalanes, que nada se jugaban, y lo difícil que lo pusieron en los primeros cuarenta y cinco minutos. En la segunda parte el Gerona se quedó en inferioridad por lesión de uno de sus futbolistas y ya fue otra cosa para los nuestros, que no tuvieron problema alguno e incluso pudieron haber marcado más goles.

            Por su parte, el filial Granada B en el pueblo valenciano de Utiel, resultó derrotado por la mínima, 4-3, un resultado superable para la vuelta. Encajaron los nuestros dos goles tempraneros, pero antes del descanso le habían dado la vuelta y mandaban en el marcador 2-3; en la segunda parte se desfondaron y los locales consiguieron dos goles más. Las crónicas alaban el juego desplegado por los jóvenes del filial rojiblanco.


 
Distintas escenas del último partido de la liga 48-49 con la inútil victoria sobre el Gerona

Pataleo ante la Federación que de nada sirve

            A los pocos días de terminar la liga, la directiva del Granada elevó respetuosa protesta a la Federación y a la Delegación Nacional de Deportes ante las anormales circunstancias registradas en los encuentros de Ferrol (Málaga) y Mestalla (R. Sociedad). Martín Campos comunicó a la prensa que el Granada basaba su protesta en las noticias llegadas de Ferrol y de Valencia.

En tierras gallegas, con el equipo colista desde hacía varias jornadas, el Málaga se impuso 1-5 (0-5 al descanso), pero hubo grandes protestas de la hinchada local ante la pasividad de los jugadores ferrolanos, los cuales, según Hoja del Lunes de La Coruña, no querían sufrir lesiones dado que cifraban sus esperanzas de salvación en una liguilla que estaba previsto se jugara frente a los mejores clasificados de tercera.

Y en Valencia ganó la Real Sociedad 1-3 en un partido que se jugó en el campo de Vallejo, propiedad del Levante, porque el primer equipo valenciano jugaba esa misma tarde su último partido de liga en su terreno de Mestalla. Las crónicas hablan de actitud pasiva y bochornosa de los locales, y dicen que los tres goles donostiarras fueron irregulares. Hubo incidentes de público en protesta al finalizar los noventa minutos que obligaron a la intervención de la fuerza pública.

            Alternativamente el Granada proponía a la Federación que, dado que para la siguiente temporada estaba aprobada la ampliación de la segunda a dos grupos, se ampliara también la primera (cosa de la que se venía hablando desde hacía ya algunos años), de manera que ésta estuviera compuesta por dieciséis equipos, ascendiendo también el Granada al haber obtenido los mismos puntos que Málaga y R. Sociedad, y dando la oportunidad a Alcoyano y Sabadell (los dos colistas de primera, descendidos) de jugarse la otra plaza a un partido en campo neutral. Con esta ampliación se conseguiría que de los dos grupos de segunda subiera el campeón de cada uno, promocionando los segundos clasificados. Pero nada obtuvo el Granada con sus protestas y en segunda tuvo que quedarse, y la cosa tiene sus bemoles porque la ampliación de primera a dieciséis equipos que pretendía el Granada para la siguiente temporada se hizo por fin… pero fue para la 50-51.

Más de un mes después, ya a principios de junio, la Federación en su pleno desestimó oficialmente la propuesta del Granada de ampliación de Primera División, defendida por Muñoz Calero, quien a pesar de ser en esos momentos presidente del mismo organismo, nada consiguió. El mismo pleno acordó la concesión de la medalla de bronce al Mérito Deportivo a Pepe Millán por su actuación en Lisboa en su única presencia internacional, 1945, cuando a pesar de sufrir una lesión importante aguantó todo el partido y fue uno de los destacados.


Miranda vio así la victoria sobre el Gerona

El Granada B semifinalista de Copa Aficionados

            Tras la liga vino la copa, en la que el Granada quedó emparejado con el Valladolid para disputar los VIII de final, que seguía siendo a partido único, y la suerte deparó que ese único partido fuera en Los Cármenes. Como había coincidencia de fechas con el filial, en cuartos de final de Copa de Aficionados, se solicitó y se obtuvo la venia para que su partido se adelantara a la víspera, sábado 23 de abril de 1949.

Ese día el Granada B derrotó al Utiel, de Valencia, 6-3 (4-3 de la ida) y se clasificó para semifinales. Fue un partido épico en el que los blanquiazules, muy mermados por enfermedad de algunos de sus componentes, necesitaron de una prórroga para superar a su oponente. Al final de los 90 minutos se llegó con el resultado de 3-2 a favor de los locales. La nota negativa estuvo en las gradas donde, a pesar de la importancia del partido y de los excelentes ratos de fútbol que venía ofreciendo el filial en todos sus compromisos, fue muy escaso el número de espectadores.

 

CALLEJEANDO

 

El fumeque de posguerra

            El tabaco fue también un bien muy escaso en la posguerra y, por tanto, estuvo sometido a tasa, o sea, racionado, igual que otros muchos productos. Los fumadores, si querían seguir echando humo por sus fauces, tenían obligatoriamente que disponer de la que se llamó tarjeta de fumador, que al igual que las cartillas para la alimentación, venían también dotadas de cupones recortables, y esto daba derecho a comprar cada diez o quince días una cantidad exigua de lo que poco a poco iba proporcionando la Comisaría de Abastecimientos.

            Las cartillas de racionamiento eran al principio familiares, una para cada familia. Posteriormente, en 1943, pasaron a ser individuales y eso supuso que en la práctica, además de dar derecho a determinadas cantidades del escaso condumio que distribuía Abastos, se convirtieron también las cartillas en una cédula personal. Al DNI obligatorio le faltaban todavía algunos años para que se implantara en toda España. Por el sólo hecho de existir se tenía derecho a la cartilla de racionamiento.

Otra cosa era la tarjeta de fumador. Con la tarjeta se podía comprar una picadura infame, infumable, que era lo único que había, pero para hacerse con ella había que presentar una pila (literal) de papeles, entre ellos, certificado de buena conducta y una declaración jurada de ser fumador, y pólizas y timbres móviles mil. Pero a pesar de todas las trabas burocráticas, o más bien por eso mismo, en España fumaban también los muertos, cuyas cartillas de racionamiento y fumador eran parte de la herencia que recibían los deudos. Todo el mundo tenía cartilla de racionamiento y tarjeta de fumador, le gustara o no la nicotina, usada ésta también comúnmente como moneda de pago. Bueno, todo el mundo no, porque las mujeres quedaban excluidas ya que, para la moral puritana de la época, el fumar no era propio de las decentes y sólo las descarriadas le daban al fumeque.

             Los muy viciosos del humo apenas tenían para un rato con lo que se podía comprar de racionamiento. Si eran personas de posibles, lo mismo que la carne, el pan blanco, los huevos y la leche, también podían comprar a los estraperlistas una pastilla (picadura) de tabaco rubio americano o inglés de Gibraltar. Pero sólo los señoricos podían permitirse mandar un propio a la plaza de Mariana Pineda a comprar a los muchos (que todo el mundo conocía, también la autoridad) que vendían de extranjis la mercancía; frecuentes eran las broncas, por cuestiones de competencia, entre los varios contrabandistas que pululaban por la Mariana, según puede leerse en los sucesos de los diarios.

Por otra parte, en noviembre de 1950 la policía desmanteló una fábrica clandestina de tabaco instalada en el número uno triplicado de la calle Lavadero de las Tablas, que falsificaba hasta los precintos y abastecía, eso dice la noticia, a los estraperlistas locales de tabaco de marcas extranjeras. Todo el material y maquinaria fue embargado y su responsable, que poseía hasta veinte tarjetas de fumador, enchironado.


El popularísimo Caldo de Gallina

El personal de alpargata, la inmensa mayoría, si le podía el vicio, recurría a los sucedáneos y era capaz de fumarse hasta los jaramagos de su tejado después de haber hecho lo propio con las mondaduras de patatas y otras muchas y variadas porquerías. Si era más moderado en su tabaquismo tenía que apañarse con lo que le daban. Por su parte, los no fumadores a menudo comerciaban con las labores de Tabacalera que les correspondían por cupo, o con la misma tarjeta.

            Por todo eso fue una noticia de sensación el anuncio a mediados de 1949 de que pronto volvería a los estancos el Ideales al Cuadrado, conocido popularmente como caldo de gallina.

Finalizando la década de los cuarenta el racionamiento venía siendo cada vez menos estricto. Algunos productos que habían estado racionados ya eran de venta libre. El tabaco empezaba a serlo de forma tímida y así Tabacalera volvió a producir el popularísimo ya en tiempos de la República caldo de gallina. El mismo diseño que tuvo antes de la guerra el Ideales se mantuvo: un envoltorio de papel en azul y negro por mitades. Dentro, 18 cilindros en papel amarillento (de ahí le viene el nombre popular de caldo de gallina, dicen algunos) que había primero que desliar para con el mismo papel que traía volver a liarlo más apretado o menos. Se decía que era de excelente calidad, elaborado en su mayor parte con tabaco de Vueltabajo, pero para los gustos actuales, un caldo de gallina sería algo demasiado agreste, un mataquintos con un humazo que raspa. Cuando por fin pudo ser comprado libremente en los estancos, cosa que en Granada ocurrió ya bien entrado 1950, el caldo de gallina le supo a gloria al personal en comparación con lo que había antes de su irrupción, y volvió a venderse como rosquillas. Sin recurrir al estraperlo, hasta ese momento los empedernidos sólo habían podido consumir una cosa negra y recia que era más chasca que picadura y que difícilmente ardía de la cantidad de palitroques que entraban en el cuarterón.

El caldo de gallina se vendía a duro el paquete de 18, precio nada barato en comparación con las otras muchas labores nacionales, sin ir más lejos el otro Ideales, el de hebra y paquete blanco, valía 2,10.

La estrella en los estancos fue un tiempo el Bubi, la primera marca de tabaco rubio español que hubo en el mercado, que valía la exagerada cantidad de 7,75 pesetas la cajetilla. Los americanos (Winston, Marlboro y demás) sólo podían adquirirse de estraperlo ya que a España no llegaban de otro modo. Aunque pronto lo harán, cuando se acabe el bloqueo internacional al régimen franquista. Quizá porque el Bubi no se vendía demasiado, poco tiempo después Tabacalera sacó otra marca de rubio, Tritón, se llamaba, pero pronto cambió su denominación (no el dibujo de su envoltorio) por la marca Timonel, que se fabricaba, o eso dice la prensa de la época, con tabaco veguero granadino de Valderrubio.

Otra marca de cigarrillos en directa relación con el tabaco granadino será lanzada al mercado pocos años después, casi simultáneamente al Celtas. Es el Peninsulares, que empezó a comercializarse luciendo un dibujo de la Alhambra en su envoltorio y tiempo después fue sustituido este diseño por una franja roja en diagonal sobre fondo blanco y en su ángulo superior izquierdo aparecía el escudo de la ciudad de Granada. Era éste un tabaco negro negrísimo y de escasa calidad, pero muy asequible por su bajo precio.

En Valderrubio, pionero en esta cuestión, se cultivaba en estos años el llamado tabaco amarillo o virginia, o sea, el rubio, curado con aire caliente en secaderos con “estufas”, pero la variedad más abundante en nuestra vega era el tabaco negro curado al aire natural, o burley.

De tierras granadinas sale en estos años hasta el 60 % de la producción tabaquera nacional, con 3.200 hectáreas (o 60.000 marjales) sembradas y 4.600 cultivadores. Es un cultivo bastante rentable ya que está asegurada la venta del total de lo producido al Estado, que en régimen de monopolio es el único que comercializa el producto, y además es una planta que sólo ocupa de media unos 110 días la tierra, pudiendo el resto del año dedicarla a otras cosechas. En la Vega granadina cada vez hay más secaderos de obra y más hectáreas sembradas de tabaco, lo que va en detrimento de la remolacha, que hasta hace nada lo dominaba todo, pero a diferencia de la planta azucarera, no hay factorías transformadoras a pie de plantación y éstas se han instalado en otras provincias (Málaga) que no son productoras de tabaco. Se encuentra a medio construir el centro de fermentación de tabacos Virgen de las Angustias (lo que después será Cetarsa), en la carretera de Pinos-Puente, donde van a parar la totalidad de las cosechas tabaqueras granadinas. Pero las fábricas de tabaco, las que elaboran el producto para el consumo y dan trabajo a cientos, ésas no están en nuestra provincia. Cosas de la economía penibética.

 La Plaza Bib-Rambla hacia finales del siglo XIX

Bib-Rambla

            En 1940 existió un proyecto municipal de actuación sobre las fachadas de la plaza Bib-Rambla, promovido, como tantísimas otras reformas urbanas de por entonces, por Gallego Burín. No pasó de proyecto en este caso, pero de haberse llevado a cabo habría modificado bastante el aspecto de la plaza más granadina, la que sin duda es la plaza mayor de nuestra ciudad, aunque no se escriba con mayúscula. Consistía la reforma en ceder a los propietarios de las casas de dicha plaza dos metros de terreno público para que las fachadas avanzaran y de esa manera convertir la plaza en porticada, excepto la parte del Palacio Arzobispal. En siglos pasados ya tuvo soportales la plaza, así la describe Henríquez de Jorquera, aunque sólo en su lateral norte. Los diarios granadinos dieron la noticia y llegó a publicarse un dibujo con el aspecto que adquiriría la plaza, y esto coincidió con el traslado y colocación en el centro de Bib-Rambla de la magnífica fuente de los Gigantones, coronada por un Neptuno ya por entonces tan manco como ahora mismo, que desalojó del emplazamiento en que llevaba treinta años a la estatua de Pablo Loyzaga con la efigie de Fray Luis de Granada, que se mudó a su vez al atrio y plaza de la iglesia de Santo Domingo. Como queda dicho, lo de los soportales, que habrían acabado de darle un aspecto de plaza mayor castellana, no pasó de proyecto, seguramente porque exigía elevados costes.

            A finales de los cuarenta, todavía bajo el mandato de Gallego Burín, lo que sí que se acometió en la plaza Bib-Rambla fue una reforma menor pero que también contribuyó a dar encanto a este espacio urbano: la instalación de puestos para la venta de flores, trasladándose a este emplazamiento los que ya se dedicaban al comercio floral en la vecina Plaza de las Pasiegas, que por eso mismo también fue conocida antaño como Plaza de las Flores. Se levantaron nueve quioscos, se puede leer en Ideal, aunque en realidad no eran espacios cerrados, no eran quioscos propiamente dichos, sino que más bien hay que hablar de puestos, mesas de obra con una toldilla, de algo más de un metro de altura por dos de largo, de hormigón revestido de mármol y rematado en su parte superior con un pequeño armazón de hierro. Se instalaron en el lateral oriental de la plaza, el de la desembocadura de Zacatín, Alcaicería y Libreros, y allí estuvieron hasta la última gran reforma de la plaza, en 1977, cuando se suprimió la circulación rodada y se construyeron, ahora sí, diez quioscos de los que apenas quedan hoy cuatro, ninguno ya dedicado a la floristería.

Servidor nació muy cerca de esa maravillosa plaza granadina que conocemos como Bib-Rambla (o Bibarrambla). Por ahí ha leído uno que la verdadera, la única patria de cada cual, es la infancia, y eso mismo es para mí esta granadinísima plaza. Bib-Rambla es mi naturaleza, es mi niñez, es una pelota perseguida por una patulea de chaveas en las horas vespertinas, siempre mirando de reojo para dar el queo (queos, decíamos nosotros) si venían los guris y salir pitando, de lo contrario la cosa podía terminar con la requisa del esférico o, peor aún, que te llevaran preso al cuartelillo de donde sólo te sacaba el pago de la correspondiente multa; los niños de hoy día pueden jugar al fútbol incluso en la misma puerta del Ayuntamiento sin ser molestados, pero en aquellos autoritarios años eso de patear una pelota en espacios públicos estaba muy perseguido.

Uno vino al mundo bastantes años después de la época que se refleja en estos escritos, pero por artículos de prensa costumbristas publicados a finales de los años cuarenta del siglo anterior donde se recoge el día a día en la plaza Bib-Rambla, puedo dar fe de que cuando servidor apenas levantaba dos palmos del suelo, casi veinte años después, poco habían cambiado las cosas en este espacio público. Así, la Bib-Rambla que uno conoció seguía albergando una estrafalaria almoneda diaria de baratillo, tan estrafalaria como quienes ofertaban: un solo zapato sin su par, pero con bastante uso, una rueda de bicicleta sin todos sus radios, un gramófono mudo de Maricastaña, una chistera polvorienta del año del catapún, una pierna ortopédica usada, piedras de mechero y cordones de yesca y muchas otras cosas por el estilo. También estaban los vendedores de jilgueros y colorines, con su montaña de jaulas, que los despachaban en un cartucho de papel con agujeros. A menudo se veían corros de paisanos rodeando a un charlatán encaramado en un banco pregonando las maravillas del Diamante Omega, que abre botellas, afila cuchillos y corta el vidrio como el papel, o el de las hojas de afeitar Palmera, que por cada paquetillo vendido regalaba un peine y una lendrera. Y también formaba parte del paisaje Manolico el de los cartones, con su perpetua jumera, retrepado más que sentado en alguno de los cuatro bancos-farolas y canturreando flamenco entre dientes.

En Navidad la plaza era invadida por barracas de quita y pon para la venta de figurillas de barro y zambombas, formando un dédalo de callejones y recovecos ideal para que los zangolotinos de entonces jugáramos a policías y ladrones. Pero la mejor versión de la plaza era cada Corpus: Chacolines todos los días, todo bajo la fragancia de los tilos en flor y de los puestos ambulantes para la venta de tejeringos, con ese museo humorístico que siempre fueron las carocas.

No me atrevería a afirmar que aquella plaza que conocí en mi infancia y juventud sea mejor que la actual, de lo que sí que estoy seguro es de que era bastante más castiza. Tendría, desde luego, un aspecto más provinciano, pero sin duda también tenía mucho más encanto. Dos o tres jugueterías y una tienda de artículos de broma, una papelería e imprenta, dos ferreterías, varias zapaterías y tiendas de tejidos y dos cafeterías (Bib-Rambla y Flor), tenían establecimiento permanente en una plaza que estaba viva y era de todos los granadinos. Todos esos comercios desaparecieron a excepción de la cafetería del mismo nombre de la plaza. A cambio nos han dejado un espacio impersonal en cuanto a los negocios que la pueblan, especializados únicamente en la hostelería y al servicio del forastero. Y encima apenas dejan espacio para embocar cualquiera de las varias calles que desembocan en la plaza.


El Ayuntamiento de Granada de Gallego Burín fue distinguido con la Medalla de Honor de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando

Medalla de Honor de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando

            El 3 de mayo de 1949, mientras en nuestras calles se celebraba el Día de la Cruz, sin mucho lucimiento puesto que no paró de llover, el todo Granada se encontraba en Madrid para recibir la Medalla de Honor de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, otorgada a nuestro Ayuntamiento un año antes. Además de las primeras autoridades: capitán general, arzobispo, gobernador civil, presidente de la Diputación y alcalde con todos sus concejales, también viajaron a los madriles los maceros, reyes de armas, pajes y demás personal que forma la Pública ataviado a la federica, portando el escudo oficial de la ciudad (la Tarasca, los cabezudos y los gigantes no viajaron, claro).

            Al acto, en realidad un reconocimiento a la labor desarrollada por Gallego Burín desde que se convirtiera en alcalde en 1938, acudieron varios ministros y primeras figuras de las artes y de las letras. Abrió el turno de discursos el Conde de Romanones, Álvaro de Figueroa y Torres, director de la Real Academia de Bellas Artes, quien entre otras cosas dijo: «Si preguntáis cuál es la ciudad española que acusa mayor grado de belleza y una sensibilidad artística más perfilada, os contestarán sin vacilar: Granada. La fisonomía de Granada, su exquisita personalidad, tiene desde su nacimiento un tono y un estilo inconfundible, sin semejanza y sin posible rivalidad con ninguna otra ciudad española». A continuación le fue entregada al alcalde la medalla que allí los había reunido, y éste repitió una frase que ya le habíamos oído en anteriores intervenciones públicas: «Granada no tiende a ser una gran ciudad más de España, porque eso significaría abdicar del puesto que le corresponde: una gran ciudad del Universo». También dijo que sus esfuerzos al frente de la alcaldía se habían centrado en conservar la ciudad antigua, así como a darle el tono y el estilo espiritual debido al alma universal de Granada, huyendo de encerrarla en el aldeano concepto de ciudad pintoresca, falsa y teatral; Granada tiene que ser una ciudad para el espíritu, para el arte y para el pensamiento.

En los mismos locales de la Real Academia, en la calle Alcalá, se expuso, con bocetos, fotos y planos, todo lo actuado por la corporación de Gallego Burín, así como el recientemente aprobado plan de urbanismo de la ciudad.

Al día siguiente, 4 de mayo por la mañana, en el Palacio del Pardo era recibido Gallego Burín por el mismísimo Franco en audiencia especial, a quien hizo entrega de la medalla de oro de la ciudad de Granada, acordada su concesión al Jefe del Estado por el pleno municipal años atrás, la primera de esta naturaleza que otorgaba la corporación. Por la tarde, en el Teatro Español, el Ayuntamiento granadino ofreció un concierto y recital literario a cargo de la orquesta de Radio Nacional, con un programa todo de piezas evocadoras de nuestra tierra a base de Falla, Albéniz, Turina, Bretón y Debussy, y con la intervención del poeta Gerardo Diego. También actuó el paisano Ángel Barrios. Además, se organizó en el Círculo de Bellas Artes una exposición de pintura granadina contemporánea, con cuadros de López Mezquita, Rodríguez Acosta, Morcillo, Gómez Mir, Soria Aedo, los hermanos Carazo, Bertuchi y otros muchos artistas de menos nombradía. Como fin de fiestas, Gallego Burín fue homenajeado con un banquete de postín en el hotel Astoria al que asistieron ilustres personalidades y una amplia representación de los granadinos residentes en la capital.

 

lunes, 7 de febrero de 2022

LÍDER EFÍMERO

Recorte de Ideal del partido Granada-Ferrol

 

Mal partido ante el Ferrol y dos puntos

Continuó la liga 48-49 y para el Granada trajo un nuevo partido casero, frente al Ferrol, equipo en apuros, farolillo rojo y descolgado, y que acabó descendiendo como colista a pesar de contar en su portería con el que pronto será guardameta indiscutible del R. Madrid y de la selección, Juanito Alonso. El Granada, en el peor partido de la temporada, según la prensa local, derrotó a los gallegos por 3-0, los tres de Morales, quien a estas alturas de la liga, jornada 18, era segundo máximo goleador de la categoría, sólo superado por el malaguista Bazán. Fue un partido muy malo, tremendamente soporífero y anodino, en el que los rojiblancos apenas se esforzaron y que se pudo ganar a pesar de todo porque el rival dejó claro que la posición que ocupaba era por méritos propios. Con la victoria se recuperó la segunda plaza, es decir, puesto de ascenso directo, ya superando en un punto al Málaga, en franco declive, y un punto por debajo del líder Real Sociedad.

 

Seis positivos en Santander. El Granada B semifinalista andaluz

La siguiente jornada, la 17, supuso la suma por nuestro equipo de dos nuevos positivos, ascendiendo ya su cuenta a +6. En Santander el Granada jugó de forma magnífica según las crónicas y gustó mucho al deportivo público montañés, que despidió a los rojiblancos con una gran ovación al finalizar el partido. Los de Cholín desarrollaron en El Sardinero una táctica de 4-3-3, que parece un posicionamiento en WM, pero ya evolucionado, es decir, una defensa de cuatro formada por los habituales marcadores Lesmes, central y Rey, lateral izquierdo, ayudados por Toñín en el lateral derecho y con la novedosa posición de Millán actuando de líbero (aunque ese término todavía lo desconoce la prensa), o sea, sin marcar a nadie en concreto y atento siempre al fallo de sus compañeros de cobertura. Que sepamos, es la primera vez que el Granada usaba este sistema, en esos momentos novedoso pero que pronto será cotidiano en el fútbol español. El innovador Cholín así lo dispuso, además de retrasar a Almagro y Fraga para que se desenvolvieran en la media ayudando a Sosa, y dejando en punta a Megino, Morales y Mas. De esta manera y con rápidas transiciones y mucho orden en todas las líneas, el Granada sorprendió y casi se puede decir que dio una lección de fútbol moderno (para la época) y se impuso 1-2 con goles de Megino y Mas.

Un granadino presente en El Sardinero, Miguel Garzón Pareja (puede ser un hermano del ilustre historiador Manuel Garzón Pareja) en los vestuarios y antes del partido entregó a Cholín la cantidad de 1.100 pesetas para repartir entre los futbolistas si éstos ganaban el partido y, de no ser así, para engrosar las donaciones que en esos momentos y desde hacía ya dos meses se recaudaban por suscripción popular para la adquisición de futbolistas por el Granada. Así que a veinte duros por barba salieron los vencedores en tierras cántabras. Eso y el afianzamiento en la segunda posición de la tabla, que siguió encabezada por la R. Sociedad, un punto por encima.

El Granada B por su parte, ya ascendido a Regional Preferente como campeón de su grupo de 1ª Regional y tras proclamarse campeón provincial de la Copa de España Aficionados eliminando al efímero Recreativo de Granada, pasó a la fase regional (cuartos de final) y su primer rival fue el Antequera, campeón de Málaga. Simultáneamente al partido del Granada en Santander, en Los Cármenes el filial rojiblanco volvió a ganar de palizón en el partido de ida de la eliminatoria y endosó a los malagueños un 7-1. Ningún jugador de la primera plantilla reforzó al filial ya que las normas de la competición prohibían la participación de profesionales. En la vuelta, jugado una semana después en Antequera, perdió el filial 2-0, así que quedó clasificado para semifinales de Andalucía.

El viaje del Granada a Santander fue aprovechado para a la vuelta jugar un amistoso en el Metropolitano frente al At. Madrid, que se impuso 3-1 con un equipo mezcla de reservas y titulares, con presencia del marroquí y figura rojiblanca Ben Barek, alma y cerebro del equipo colchonero. En el Granada, que no puso en juego la misma táctica que en Santander, Millán actuó como delantero centro en la primera mitad, y jugaron los que habían actuado el domingo en tierras cántabras más algunos otros que viajaron desde Granada para estar presentes en este partido, como Trompi y Montilla, más el ariete, también del filial, Requena, que además marcó el gol del Granada, otro canterano era así promocionado al primer equipo. Un tal Troncho (sic), interior izquierdo del Segoviana, actuó la segunda parte a prueba en el Granada y está claro que no gustó. Las directivas de ambos conjuntos acordaron la visita del Atlético a Granada para jugar el amistoso pospuesto como homenaje a Cholín el día 1 de febrero.


Revista Fútbol, especial para el homenaje a Cholín


El Granada líder de segunda

En la jornada 18 el Granada consiguió por primera vez en esta liga 48-49 colocarse como líder de segunda al vencer en Los Cármenes 1-0 al Gijón (nada de Sporting en aquellos años), equipo recién descendido de primera y que andaba por la zona media de la tabla pero que contaba en sus filas con bastantes jugadores con muchas temporadas en máxima categoría, entre los que sobresalía el medio canario Campos, ex internacional y que jugó en aquel gran Atlético Aviación de la primera posguerra que ganó dos ligas, aunque no vino a Granada por estar lesionado. Para la prensa local fue el gijonés el equipo más difícil de batir de cuantos habían pasado hasta ese momento por Los Cármenes. Con mucho sufrimiento pudo el Granada anotarse los dos puntos gracias a un gol a falta de algo más de diez minutos, conseguido de cabeza por Morales. Otro canterano fue promocionado al primer equipo, Sueza, actuando de interior izquierdo en sustitución del lesionado Fraga; al parecer no tuvo un debut afortunado y ya no volvió esta temporada a asomarse a las alineaciones del primer equipo. Con los dos puntos se situó el Granada líder en solitario, un punto por encima de la Real Sociedad y el Hércules.

La crónica del diario gijonés Voluntad dice que el Granada ganó inmerecidamente, porque la iniciativa y el dominio fueron siempre de los forasteros, y que los locales defraudaron a su parroquia. También acusa a los jugadores granadinistas de excesiva dureza, y se centra en Millán, quien una vez más y en vista de que el gol no llegaba fue mandado al ataque por el míster.


Méndez, otro canterano promocionado al primer equipo


Amistoso frente al At. Madrid homenaje a Cholín

En la previa del homenaje a Cholín, devolución de visita del At. Madrid, la prensa local publicó una nota de la directiva, todo un panegírico del homenajeado, afirmando que la situación del club, en esos momentos líder de segunda, hay que agradecérsela por entero a Ignacio Alcorta, quien con su labor supo suplir la falta de medios y jugadores y formar un conjunto que ha sido capaz de situarse en posición de privilegio para intentar el ascenso.

El partido se jugó el martes 1 de febrero, San Cecilio, fiesta local. El recién electo concejal Moisés Linares donó una copa para el vencedor del amistoso y joyería La Purísima un trofeo para entregar al jugador más destacado. La copa se la llevó el equipo colchonero con un once casi por entero de suplentes al vencer 2-4. Los Cármenes registró una muy buena entrada porque el rival era muy atractivo, especialmente su figura, el negro (así aparece en las crónicas, en tiempos lejanos a lo que hoy llamamos políticamente correcto) Ben Barek, que fue largamente ovacionado por la parroquia rojiblanca cada vez que el marroquí obsequiaba con pases de tiralíneas y asistencias a sus delanteros y además marcó uno de los goles, llevándose el trofeo donado por la joyería La Purísima.

Ben Barek, invitado por directivos del Granada, dedicó la mañana a visitar nuestros monumentos y en el pos partido declaró a la prensa local que después de haber visto monumentos y obras de arte por todo el mundo, podía afirmar que la Alhambra es lo más maravilloso que ha visto nunca, y que esperaba poder verla con más detalle la temporada siguiente, cuando viniera con su equipo a jugar en Granada en liga porque esperaba el ascenso del Granada.

En el Granada se alinearon un total de dieciocho jugadores, con gran número de futbolistas del filial entre los que destacó Méndez, que por primera vez se enfundaba la camiseta rojiblanca. Unamuno, delantero centro vasco amigo personal de Cholín, actuó prestado por su equipo, el Jaén, y consiguió el primero de los goles rojiblancos (el otro fue de Rivera); la temporada siguiente, la 49-50, fichará por nuestro equipo.


 El amistoso homenaje a Cholín versión Miranda


En Mestalla +8

La siguiente jornada de liga, ya la 19, a falta de siete para el final, se jugó el sábado 5 de febrero de 1949 en Mestalla ante el filial che y supuso una nueva victoria rojiblanca, la quinta consecutiva, que reafirmó más a nuestro Granada en la posición de líder e incrementó la cuenta positiva a +8. Con Trompi, esta temporada volviendo a ser el que fue, que marcó los dos goles, y con Lesmes de gran figura en la defensa, el Granada ganó brillantemente poniendo en práctica otra vez el “cerrojo”, o sea, el 4-3-3, que Cholín reservaba para los partidos a domicilio.

Lo malo fue que los rivales directos, Real Sociedad, Hércules y Málaga, también obtuvieron resultados positivos, así que no se les pudo distanciar y continuó la lucha estrecha entre ellos y nuestro equipo, con dos puntos respecto del cuarto, el Málaga. A pesar de la buena marcha rojiblanca y de la racha de cinco ganados consecutivamente, no es sino hasta este momento cuando en los medios y en la afición empieza a hablarse del ascenso como algo muy al alcance de la mano, aunque sin olvidar que todavía había que ir a Málaga y San Sebastián y recibir en Los Cármenes al Hércules.


Trompi volvía por sus fueros


Tropiezo frente al Hércules

El Hércules precisamente era el siguiente rival, en Los Cármenes, con lo que la directiva aprovechó para señalar el partido como día del club. Los jugadores granadinistas, como en citas caseras anteriores, fueron recluidos por Cholín en el hotel Alhambra Palace desde dos días antes de la fecha señalada. En la ida el Granada había arrancado un empate a tres goles en un partido que pudo haber ganado.

Entrenaba al Hércules Gaspar Rubio, quien entrevistado la víspera por la prensa local dijo que Granada y Hércules serían los dos equipos que ascenderían, y que ambos cuadros vencerían en su visita a La Rosaleda; desde luego como pitoniso no tenía mucho futuro el gran Gaspar.

Hasta el momento, los nueve partidos jugados por el Granada en Los Cármenes en la 48-49 se habían saldado con victoria rojiblanca, pero frente al Hércules se rompió la racha y los alicantinos arrancaron un empate a un gol que, aunque no supuso la pérdida del liderato, sí que fue un golpe moral y el desperdicio de una magnífica oportunidad de poner tierra por medio con los perseguidores, distanciando al Hércules a tres puntos más el golaveraje y casi perdiendo de vista a Málaga y R. Sociedad, derrotados en sus desplazamientos. Una vez más el mejor fue Trompi, autor del gol con una jugada para enmarcar, plena de técnica; el pequeño interior esta temporada volvió a ser el que era y volvió a convertirse en ídolo de la hinchada.

Fue en cualquier caso un mal partido del Granada, que en ningún momento pudo superar la ordenada defensa herculina. Como queda dicho, el Granada conservó la primera plaza, con un punto sobre el Hércules, dos sobre la Real Sociedad y tres sobre el Málaga. Ya sólo faltaban seis jornadas por jugarse y el Granada seguía espléndidamente colocado para intentar el salto a primera.

El Granada B por su parte, en la ida de semifinales de copa de aficionados en su fase andaluza, se trajo un empate a dos goles del terreno del Dos Hermanas, campeón de Sevilla, buen resultado que ponía al alcance de la mano el acceso a la final.


Tres momentos del Granada-Hércules, recorte de Ideal


Paliza en Málaga y pérdida del liderato

            Sin tiempo para digerir el tropiezo frente al Hércules, empezó a organizarse el siguiente partido de la liga, ya la jornada 21, a falta de cinco para terminar, que suponía otra prueba de fuego para los rojiblancos ya que era en La Rosaleda frente al Málaga, todavía con muchas opciones de ascenso. Un tren botijo fletado por Educación y Descanso y con varios cientos de hinchas al precio por cabeza de 48 pesetas salió para la Costa del Sol a las once de la noche del sábado previo al día del partido, teniendo prevista su llegada a Málaga ¡a las cinco y media de la madrugada! A la vez se organizaron numerosos viajes en autobús.

            En La Rosaleda, abarrotada de público como no se había visto nunca, los nuestros sucumbieron ampliamente derrotados, 5-0, por un Málaga pletórico que burló fácilmente la disposición defensiva que solía emplear Cholín para los partidos a domicilio. La clave estuvo en que mediada la primera mitad y cuando los rojiblancos ejercían el control del centro del campo, fueron éstos a encajar tres goles en cinco minutos que dejaron el partido sentenciado. Las crónicas resaltan que, a pesar del resultado adverso, la forma de jugar del Granada siguió encorsetada en su defensa de cuatro y sin reacción de ningún tipo. Fernández de Burgos para Ideal, que viajó con el equipo, dice que el Granada acusó inseguridad en todas sus líneas e incapacidad absoluta para reaccionar.

            Unos tres mil granadinos dieron color a la mañana malagueña y no hubo incidentes de ninguna clase entre las aficiones.

Debutó en el Granada otro canterano del filial, en este caso ilustre y llamado a ocupar por derecho propio un lugar destacado en la historia rojiblanca, el gran Manolo Méndez, alineado en la media ante la ausencia por lesión de Almagro. Según las crónicas, de no ser por Candi el Granada habría perdido por un margen más amplio. Candi era hasta ese momento el portero menos goleado de primera y segunda, pero con los cinco de Málaga perdió tal condición respecto del primer nivel, aunque siguió siendo el menos goleado de segunda, pero ya en una marca compartida con el Baracaldo. La derrota supuso la pérdida del liderato (que ya no se recuperará) y la caída a la tercera plaza, empatado con el segundo (R. Sociedad) y un punto por debajo del Hércules, nuevo líder.


Candi en una jugada del Málaga-Granada

El Granada B finalista andaluz de la Copa Aficionados

            Simultáneamente al partido de Málaga, en Los Cármenes el Granada B, que echó mucho de menos a su mejor elemento, Méndez, actuando en La Rosaleda con el primer equipo, en la devolución de visita del Dos Hermanas para la semifinal de copa aficionados no pudo superar a su rival y su partido acabó en empate a dos goles, idéntico resultado al del partido de ida, así que se hubo de jugar una prórroga de media hora en la que ambos contendientes hicieron un gol cada uno por lo que a continuación hubo una segunda prórroga, pero cuando sólo se habían jugado quince minutos y sin que el marcador se hubiera movido, y dado que apenas se veía en Los Cármenes, después de 145 minutos de juego se decidió dar por finalizado el choque y fijar otro día para la celebración de un tercer partido de desempate. Esa misma noche ambos clubes se pusieron de acuerdo y fijaron que el desempate sería en Los Cármenes el martes siguiente a cambio de alguna ventaja económica para los sevillanos.

            El día previsto a las 16,15 horas en Los Cármenes ante escasísimo público se jugó ese tercer partido que acabó con la victoria del Granada B por 2-1. No mejoró demasiado el juego del filial a pesar de que ya pudo contar con Méndez, pero con trabajo y sufrimiento logró deshacerse de su incómodo rival y clasificarse para la final de la fase andaluza de este trofeo amateur. La final, a partido único en campo neutral sería contra el Peñarroya, de Córdoba, que se deshizo del Emeritense por nada menos que 10-1 en la otra semifinal. A los pocos días se llegó a un acuerdo con el club cordobés para que la final se jugara en Los Cármenes el 6 de marzo a cambio de una compensación.


El filial Granada B, finalista andaluz de la Copa Aficionados


Escardón al Murcia

            Tras el varapalo en Málaga nos visitaba el Murcia, equipo de la zona baja de la clasificación. Nuevamente fueron los jugadores rojiblancos recluidos en el hotel Alhambra Palace. En la previa la directiva regaló a Méndez un valioso reloj de pulsera, dice Ideal, en agradecimiento a sus meritorios y desinteresados servicios y por haber debutado con el primer equipo.

            El Granada fue un ciclón frente a los pimentoneros, que en ningún momento fueron rival y sucumbieron 5-1, la más amplia victoria rojiblanca de toda la temporada. No obstante, para la prensa granadina el encuentro fue insulso y de escasa calidad, y para La Prensa el Granada evidenció que atraviesa por una crisis de juego, especialmente su delantera, cosa que no es de ahora sino que viene arrastrándose toda la temporada, y de no ser por eso el partido tendría que haber acabado con diez goles a favor, porque se fallaron no menos de cinco ocasiones clarísimas. Se adelantaron en el marcador los visitantes en los primeros compases, pero a partir de ese momento sólo existió un equipo, el local, que a pesar de no ofrecer un buen partido ganó con comodidad y como para resarcirse de lo de Málaga. Los dos puntos sirvieron para volver a puesto de ascenso directo, segundo, empatado con el líder R. Sociedad y un punto sobre el Hércules y dos sobre el Málaga cuando ya sólo faltaban cuatro jornadas por disputarse.

            El Murcia jugó en Los Cármenes con un ex granadinista de los años de primera, el medio Sierra, que fue baja al terminar la temporada anterior después de siete temporadas de rojiblanco, pero pasó desapercibido dice la crónica de Ideal, y junto a él se alinearon dos futuros granadinistas, Mompeán y Becerril, y ambos destacaron porque fueron excesivamente duros. Aún podría haber alineado el Murcia a dos más con vinculación con nuestro equipo, el portero Martí, lesionado desde las primeras jornadas, y el delantero centro Morera, también baja por lesión.


Tira de humor de Diario Vasco sobre el partido R. Sociedad-Granada


Nueva paliza, ahora en Atocha

            Una nueva prueba de fuego para las aspiraciones de ascenso se presentó en la jornada siguiente, ya la 23, a falta de sólo cuatro para terminar, en Atocha ante la Real Sociedad, líder en esos momentos, aunque empatado con los nuestros. Un empate hubiera sido un buen resultado y además hubiera supuesto ganar a los donostiarras el golaveraje, pero el Granada cayó derrotado por nada menos que 5-1 en un partido plagado de incidentes en el que el árbitro Azón pitó un penalti en contra y dio por válido un gol fantasma en el que, según toda la prensa, el balón no llegó a entrar; para colmo de mala suerte, Rey hizo en propia puerta otro gol de los locales. Encima no paró de llover y el terreno de Atocha era un barrizal impracticable, razón por la cual Cholín reservó a Trompi y a Luiqui. El gol local que suponía el 3-1 fue concedido por el trencilla de turno aduciendo que el balón había entrado en la puerta y salido por un roto en la red, sin que valieran las protestas de los rojiblancos y el mostrar reiteradamente la red intacta. Con todo, las crónicas coinciden en que el equipo local fue mucho mejor y mereció ganar, aunque por menos margen y, una vez más, vuelven a señalar la absoluta inoperancia de la delantera rojiblanca. El Granada no recurrió esta vez al “cerrojo”, es decir, no colocó cuatro defensas, aunque de poco le valió. Atocha registró un lleno hasta la bandera en día del club.

La crónica de Ideal la firma Iturrioz, el mismo plumilla de El Diario Vasco que dos temporadas atrás firmaba la reseña del partido (más bien un pliego de acusaciones e insultos al trencilla de la ocasión: Álvarez Santullano) del Granada en este mismo escenario de la 46-47 que acabó en empate a un gol. Ahora, feliz por el triunfo de su equipo, se muestra bastante más moderado y alaba al árbitro Azón; también dice que el resultado es engañoso y que el Granada no debió perder por tantos goles. Por otra parte, refiere Iturrioz, aunque no en Ideal sino en su crónica para El Diario Vasco, la anécdota de que el Granada actuó con dos sietes, o sea, dos jugadores, Megino y Toñín, lucieron el número 7 a la espalda, y no hubo 8; no sabemos la causa, quizá fuera que la del 8 se perdió o estaba deteriorada.

            Todavía no se sabía con certeza, pero sí que se sospechaba que la inoportuna derrota ante la R. Sociedad podría ser la que en definitiva tendría la culpa de que finalmente la temporada acabara en fracaso para el Granada. Ya sólo quedaban por jugarse tres partidos y el Granada había quedado relegado a la cuarta plaza, a dos puntos del equipo donostiarra, a uno del Hércules y empatado con el Málaga, pero de esos tres posibles rivales, en caso de cuádruple empate final, el golaveraje era desfavorable para los rojiblancos excepto con el Hércules, equipo con el que se empataba.

 

 

CALLEJEANDO

 

 

Granada y la cultura

            Para ser Granada una ciudad mediana, su vida cultural ya la quisieran para sí muchas otras de mayor importancia poblacional y económica. Sin duda la institución universitaria, presente en nuestra tierra desde el siglo XVI, ha tenido gran influencia en que esto sea así. En cualquier caso, es motivo de orgullo para los granadinos el hecho de que de siempre han existido en Granada extraordinarios focos culturales de donde han salido o por donde han pasado algunos nombres de relevancia universal. Tertulias, asociaciones, compañías, corporaciones, reuniones informales, peñas de amigos u otras mil fórmulas distintas, todas ellas con el denominador común de no ser promovidas por los poderes públicos sino de obedecer a meras inquietudes culturales de sus asociados, existieron y existen en Granada. Nos ocuparemos de aquellas que dejaron huella.

La primera asociación cultural granadina de que tenemos noticia fue la que se llamó Academia del Trípode, de mediados del siglo XVIII, una tertulia fundada por tres clérigos del Sacromonte. Se reunían al principio en la Abadía y el tema principal que trataban era la poesía del Barroco, sobre todo Góngora y el culteranismo. Se conservan las actas de sus reuniones y de ellas se extrae que sus miembros, todos del clero o la aristocracia, tenían apodos de personajes de novelas de caballería.

            La más antigua sociedad artística y literaria del siglo XIX en Granada fue el Liceo, que se fundó en 1833 y tuvo su sede muchos años en el por entonces ex convento de Santo Domingo, trasladándose después al teatro Cervantes, para lo cual se remodeló su planta noble añadiendo algunos elementos y terrazas en la esquina que daba a la plaza del Campillo. En franca decadencia andaba el Liceo cuando entró como vicepresidente Luis Seco de Lucena, fundador y director de El Defensor de Granada, quien le dio gran impulso a la entidad. De Seco de Lucena partió la idea de la coronación de José Zorrilla como Poeta Nacional en la Alhambra, en 1889, gran acontecimiento de repercusión nacional que colocó a nuestra ciudad en boca de todos y sobre el que todavía se sigue escribiendo largamente. Precisamente la celebración de este evento multitudinario se señala como el principio de la total decadencia y práctica desaparición de la sociedad a principios del siglo XX. Años después hubo otro Liceo granadino de efímera existencia.

En el seno del Liceo se formó “El Pellejo”, pero sus tenidas perseguían fines báquicos y gastronómicos y de pura diversión más que intelectuales o artísticos, según refieren las crónicas de la época.


Algunos “nudos” de La Cuerda

Y como “hijo” pellejuno nació también a mediados del XIX la famosa Cuerda Granadina, grupo de jóvenes liberales y bohemios en el que se inscriben nombres - los nudos de la cuerda- muy ilustres de las letras y las artes hispanas, como Pedro Antonio de Alarcón, el alma mater del grupo, con el alias de Alcofre. Otro nudo de aquella cuerda fue el novelista sevillano, estudiante en nuestra Universidad, Manuel Fernández y González, muy famoso en su época como autor de numerosos folletines por entregas que le hicieron muy rico, aunque hoy está más bien olvidado. También muy famoso en su tiempo fue el poeta satírico Manuel del Palacio, catalán de Lérida al que la profesión de su padre, militar, trajo a estas tierras cuando era muy joven. Célebre fue también otro nudo: el barítono italiano Giorgio Ronconi, quien se afincó en nuestra tierra por voluntad propia y adquirió como vivienda el carmen de Buenavista (que existe en la actualidad con el nombre de Carmen de Ronconi), en Peñapartida, al final de la Cuesta del Realejo, una de las sedes donde se reunía esta alegre congregación. Quedan así citados los más célebres nudos de la Cuerda, pero en ella se integraban muchísimos más que llegaron a descollar en las más variadas profesiones: músicos, pintores, militares, juristas, políticos, médicos, catedráticos, periodistas y hasta gastrónomos.

La Cuerda era, más que tertulia literaria y artística, una especie de pandilla casi adolescente y gamberra que dio bastante que hablar en Granada en su momento, promoviendo todo tipo de actos culturales o armando alboroto con sus extravagancias, como la de recorrer la ciudad para asistir a los actos que organizaban montados en burros. El pronunciamiento liberal de O’Donnell conocido como la Vicalvarada, en 1854, y los actos revolucionarios que como consecuencia se produjeron por todo el país -también en Granada- y en los que los nudos de la Cuerda tomaron parte activa, significó de alguna manera la disolución del alegre grupo juvenil ya que varios de sus más preclaros miembros se marcharon a Madrid, algunos de ellos por motivos políticos y otros buscando mayores horizontes a su arte. En la capital no obstante siguieron con sus movidas transgresoras hasta el punto de hablarse de una Colonia Granadina en Madrid también célebre por sus humoradas y excentricidades.

En 1885 nació el Centro Artístico Literario y Científico de Granada, asociación cultural que de todas las tratadas en este trabajo es la única que aún pervive, aunque en franca decadencia desde hace décadas. Si hay alguna institución cultural emblemática en Granada ésta es sin duda el Centro Artístico, promotor desde su fundación de innumerables actos culturales, exposiciones, conferencias, conciertos, escuelas pictóricas y muchas más actividades. Tuvo una primera etapa más bien corta ya que en 1898 feneció, refundándose diez años después, en 1908. De este periodo, 1912, data la organización de la que pasa por ser la primera cabalgata de los Reyes Magos de España. Tras ocupar distintas sedes, en 1951 se trasladó a la Acera del Casino, al edificio del teatro Isabel la Católica, todavía sin terminar por completo, donde se ubica en la actualidad el Centro Artístico, aunque capitidisminuido a causa de las grandes deudas que acumuló, y de estar integrado por miles de asociados y ocupar varias plantas del edificio, en la actualidad sólo un puñado de granadinos siguen fieles a la institución, que ha pasado a ocupar sólo un piso del inmueble. El Centro Artístico bien puede enorgullecerse de un pasado esplendoroso y de, bajo sus auspicios, haber hecho posible algunos actos culturales de importancia capital y de los que se sigue y se seguirá hablando largo tiempo no sólo en Granada y en España, como la organización del mítico Concurso de Cante Jondo de 1922 y el nacimiento del Festival Internacional de Música y Danza en 1952.

Muy célebre es también la tertulia granadina que llevó el nombre de Cofradía del Avellano, fundada hacia 1895 por un grupo de intelectuales y artistas de la tierra sobre los que destaca el que fue su principal impulsor y alma mater, Ángel Ganivet, por aquel entonces ejerciente de su carrera diplomática, lo que le obligaba a pasar largas temporadas lejos de nuestra tierra. En ese singular paraje granadino, la Fuente del Avellano, se reunía en tertulia este grupo de amigos y allí se desgranaban los más diversos temas de conversación, siendo a menudo lugar de primicias de lo que cada cual se traía entre manos en lo referente a su arte literaria, pictórica o poética. La muerte de Ganivet en 1898 significó también la defunción de esta atípica cofradía agüista.

Cafés con tertulia sobre los más variados temas los ha habido en abundancia, según se puede leer en diferentes textos que recuerdan la Granada del XIX y primera mitad del XX: Café León, en calle Mesones; Suizo, en Puerta Real; Italia, en calle Hileras; Callejón, en Callejón de Arjona; España, en Plaza Nueva; Pasaje, en el Zacatín; y, en fin, El Siglo, Colón, Royal y más. Entre todos destaca el Café Alameda, en la Plaza del Campillo. En el Alameda, en los primeros años 20 nació la más famosa de todas las tertulias granadinas de café, la del Rinconcillo, donde se juntaban jóvenes vanguardistas disconformes con el costumbrismo conservador y burgués y con las ideas culturales dominantes en la época. Federico García Lorca es el más conocido de los asiduos de esta tertulia, y se cuenta que en alguna de sus reuniones estuvieron presentes personajes de la talla de H.G Wells, Rudyard Kipling o Arthur Rubinstein.

Con vocación asimismo vanguardista en todo lo relacionado con el mundo cultural nació en 1926 el Ateneo de Granada. Sus impulsores fueron antiguos rinconcillistas y vio la luz casi como una escisión del Centro Artístico, al que sus fundadores consideraban un mausoleo artrítico y reaccionario. Los nombres ligados al Ateneo que más suenan son los de Fernando de los Ríos, Manuel de Falla, Constantino Ruiz Carnero y Francisco Soriano Lapresa, y también García Lorca, aunque éste ya en esa fecha se había trasladado a Madrid, todo según se lee en la web universolorca.com. Al igual que el Liceo, tuvo su sede en el teatro Cervantes, aunque en su segunda planta, y sus salones fueron el escenario de varias de las más famosas conferencias de Federico García Lorca. No sobrevivió a la Guerra Civil. En la actualidad existe una asociación cultural que responde a ese mismo nombre de Ateneo de Granada, fundada en 2009.

 Todas estas asociaciones y tertulias nacieron y tuvieron su época dorada en tiempos ya lejanos a aquellos a los que nos referimos bajo el título “El Once del Racionamiento”. La razón obvia es que no fueron los tiempos de posguerra precisamente propensos, no ya a la existencia de vanguardias culturales transgresoras de ningún orden, tampoco a iniciativas que en cualquier aspecto se apartaran siquiera mínimamente de los dictados oficiales. Así, en lo cultural, en Granada se puede hablar de un auténtico desierto de posguerra que abarca toda la década de los cuarenta. En la primera posguerra la cultura, lo que entiende por ello la dictadura franquista, debe ajustarse antes que nada a la moral de sacristía imperante en todos los demás órdenes de la vida en España, y cualquier cosa que se aparte de esos cánones es mal vista e incluso puede traer nefastas consecuencias para quien se atreva a no seguirlos. No es sino hasta finales de los cuarenta y primeros cincuenta cuando algo empieza a moverse en Granada y así van naciendo distintos movimientos culturales que se desarrollarán principalmente en la década de los cincuenta, pero esto ocurrirá siempre en un tono menor y lo que no se recuperará será aquel antiguo esplendor cultural de nombres y obras que tanta nombradía dio a nuestra tierra.


El Granada que cayó goleado en La Rosaleda. De pie: Candi, Sosa, Millán, Lesmes, Méndez y Rey; agachados: Megino, Trompi, Toñín, Mas y Morales

 

Wenceslao Fernández Flórez sobre el partido Málaga-Granada

            El gran escritor Wenceslao Fernández Flórez publicaba por aquellos años una columna semanal en el ABC: “De portería a portería” (posteriormente recopilado en un volumen así titulado) que trataba sobre fútbol, deporte del que el autor se reconocía lego por completo en todo lo referente a sus protocolos e invenciones. En esta sección del diario madrileño apareció el martes 22 de febrero de 1949 (reproducido por Ideal del día siguiente), bajo el título “La lucha por el gol”, un suelto en el que se refiere al partido Málaga-Granada, del cual fue testigo por encontrarse en la Costa del Sol por cuestiones de salud, para curarse una gripe, según comenta en el propio artículo. No me resisto a reproducirlo íntegro:

            «Tardé en percatarme de que estaba preso en un torbellino del que no podría salir.

            Primero fue el simple anuncio de que ocurriría un encuentro con el “Granada”. Me pareció natural. En todas partes hay choques futbolísticos cada domingo. Luego pulsé latidos apresurados en la ansiedad de la gente. “¿Usted irá?” “Sí, yo iré.” Estoy en Málaga; se me ofrece una ocasión de hacer un bolo en provincias y nutrir mi escasa experiencia estudiando las peculiaridades de una lucha entre equipos de la segunda división. ¿Cómo son los equipos de la segunda división? Ahora sé que no se diferencian de los de la primera, y hasta me pareció que algunos jugadores tenían las piernas más gordas. A mí -será que no entiendo- se me antoja ilógica esta confusión. Las barras de pan de primera no son como las de segunda, ni los coches del tren, ni los jefes de negociado. Yo creo que en la segunda categoría los balones debían ser más chicos; las puertas más grandes; los futbolistas más débiles, y las entradas, más baratas. Pero, en fin…

            El caso es que los comentarios acerca del encuentro fueron haciéndose tan categóricos como alarmantes. Descubrí sin esfuerzo una pugna apasionada. Fundida en un impulso, toda Málaga quería ganar, toda Málaga hablaba del partido, toda Málaga se estremecía ante la sospecha de una derrota. Un excelente sistema de información permitía conocer cuanto se escribía acerca del trance en la Prensa granadina y hasta las frases cáusticas que en la ciudad de la Alhambra se pronunciaban descontando el éxito, y las veces que se llamaba allí “boquerones” a los malagueños en tono despectivo. El alcalde de Granada había venido para pronunciar dos conferencias. Pero ¿puede creerse que en vísperas de tan importante choque un hombre de tal representación venga a hablar del barroco? ¿No se trasluce claramente una función de espionaje? ¿Barroco? ¡Sí, sí; barroco…!

Algunas frases irreverentes me permitieron descubrir que, por su relación con Granada, los Reyes Católicos comenzaban a ser puestos en entredicho en Málaga; supe también que, en ocasiones semejantes, excursionistas malagueños habían recibido más pedradas que buenos tratos en pueblos granadinos. En un escaparate de la calle de Larios apareció un cuadro en el que estaba pintado un plato de boquerones y una granada. Con este letrero: “Los eternos rivales”. El gobernador civil tenía apercibidos todos sus guardias…

Pensé:

-Es la guerra.

Tres meses antes de intervenir el Japón en la última contienda, tenía yo preparado un viaje a aquellas islas, que hube de suspender por un azar, y me estremecí muchas veces imaginando cuál pudiera haber sido mi suerte en la nación que sirvió de experimento para la bomba atómica. Otra fútil casualidad hizo, por el contrario, que en julio del 36 retrasase mi salida de Madrid veinticuatro horas que me costaron después un año de angustias. Nadie se extrañará, sabido esto, que recele de sorpresas belicosas en cuanto hay un viaje por medio. Ahora estaba cogido y bien cogido. Los malagueños me han colmado de atenciones; comparten conmigo desde hace unos días los “chanquetes” y el sol; el último bacilo de la gripe que traje murió anteayer; en mi solapa está la insignia de la Orden del Boquerón de Plata de la que trataré en otra crónica. ¿Qué puedo hacer? No siento la menor animadversión contra Granada, pero si la lucha estalla, si la degollina es inevitable… yo combatiré bajo la bandera del F.C Málaga, que ni siquiera sé qué color tiene. Como Simbad el Marino en sus desdichas, como Gulliver en sus tribulaciones, como tantos y tantos incorregibles viajeros ilustres, me arrepiento a mi vez de haber abandonado mi casa.

-Lo peor -me instruye un amigo- es que hay aquí una fuerte “quinta columna” granadina.

-¿Es posible? -me alarmo.

-Si; granadinos que viven en Málaga desde hace muchos años; gente importante y gente modesta. Estimularán a los suyos.

-¡Vaya, hombre!

En verdad no había razones para ser demasiado optimistas. El equipo del “Granada” está a la cabeza de los de su categoría y parece que no se le puede batir fácilmente. La excitación iba en aumento por horas; se hablaba del partido y nada más que del partido: los trescientos mil habitantes de Málaga (son 275.000, pero yo sé que les agradará que les achaque más; es lo corriente) vivían con su ansia puesta en el acontecimiento futuro; aquellos que creen que yo entiendo de fútbol y lo disimulo me preguntaban: “¿Quién supone usted que vencerá?”, pero en sus ojos leía una petición de ayuda. Los síntomas marciales se multiplicaban. A un vecino se le ocurrió simbólicamente rifar una estaca. A las cinco de la madrugada llegó de Granada un tren colmado de agentes provocadores. En otros trenes y en numerosos automóviles se infiltraron muchos más. Antes, cuando los forasteros llegaban para presenciar una corrida de toros, eran amigos alegres y gratos. Ahora, si se trata de fútbol, son considerados como agentes provocadores. Yo bien sabía lo que iba a pasar. Derrotado el Málaga, saldríamos a vengar la ofensa, trepando por las ásperas sierras que nos separan de Granada. Acaso, por haberme injerido temerariamente en estos asuntos, me nombrarían teniente en una compañía de goleadores alpinos y me vería comprometido en la arriesgada empresa de una nueva toma de Granada, quizás gloriosa, pero excesivamente traumática para mis aspiraciones personales.

Y llegó el domingo. El campo colmado; los nervios, tensos; los montes del bello paisaje circundante, estirando sus cumbres para ver mejor; silbidos, aplausos, lucha homérica. Como los dioses invisibles se mezclaron, según “La Ilíada”, entre los combatientes, junto a las murallas de Troya para favorecer a sus elegidos, así descendieron aquí sobre el estadio de La Rosaleda, en ayuda de uno y otro bando. Apolo manejaba sus rayos para deslumbrar a los jugadores forasteros, porque ya se sabe que el sol es muy malagueñista, y Minerva -ligada a los granadinos por razones universitarias- se dolía de que su escudo, y su casco y su lanza y su embarazosa túnica le impidiesen ser eficaz. Lo que hoy importa y mueve a los humanos no es Helena, es un gol.

Cinco se apuntó el “Málaga” en el marcador del estadio, que parece uno de esos anuncios de neumáticos o de leche condensada que hay al borde de las carreteras. Y sus contrarios, ninguno.

Ya no había que tomar Granada. Pero en una y otra parte la hostilidad queda viva.

Así es el futbol, que estrecha lazos entre los pueblos.»


Wenceslao Fernández Flórez y De portería a portería