EL ONCE FANTASMA

Pedro Escartín bautizó al Granada CF (el Recreativo Granada) con el apodo de "Once Fantasma" cuando este club era un recién llegado a la competición pero ya andaba codeándose con equipos de solera y aspiraba a lo máximo.
En este libro se narran las vicisitudes por las que atravesó el Recreativo en sus cinco primeros años de existencia y también se recogen los sucedidos ciudadanos más impactantes de aquella época revuelta que fue la de la II República.
En la foto de cabecera se ve al Recreativo que se enfrentó al Gimnástico de Valencia en el campo madrileño de El Parral, 21 de febrero de 1934. De pie: Sosa, Tomé, Calderón, Luque, Itarte, Carrera, Victorio y Tabales; agachados: Gomar, Morales y Herranz.
Para adquirir un ejemplar firmado y dedicado por el autor (20 €), dirigirse a
jlramostorres@gmail.com


Historia del Granada CF



martes, 28 de octubre de 2008

DOCTOR BENAVÍDEZ



La galería de ilustres en rojiblanco no podría estar completa si faltara éste que tenemos aquí, Benavídez, considerado uno de los futbolistas con más clase que por el Granada pasaron en cualquiera de sus épocas. En este dibujo, de una colección de cajas de cerillas (o “cahillas de mixtos”, así, en granaíno castizo) que Fosforera Española lanzó a finales de los años cincuenta y que fue muy popular, lo vemos caricaturizado con su matera y su bombilla en la mano, como cuadra a un gaucho. En el reverso, sobreimpreso en el escudo de nuestro Granada CF, se lee: «Juan Armando Benavídez nació en Tucumán (Argentina) el 20 se septiembre de 1927. Actuó en el Independiente, Tucumán, Estudiantes, Newell’s Old Boys, San Lorenzo de Almagro, Atlético de Madrid, Español de Barcelona y finalmente en el Granada C.F. en cuyas filas milita actualmente. Está nacionalizado español.»

Los jugadores argentinos suelen tener varios apodos. Benavídez no es una excepción. Uno de ellos es el de “patón” (que tiene los pies muy grandes), de cuando militaba en el equipo de su tierra. Otro apodo con el que era conocido en Argentina es el de “gallego”, por su ascendencia española. Y en sus dos años granadinos sus compañeros de equipo le llamaban “papá”, por el respeto que les infundía aquel veterano sabio, y por su gran calidad para dar a los balones que por sus pies pasaban la salida que mejor conviniera o bien retenerlos hasta encontrar al mejor situado para recibir, a base de driblar a quien se pusiera por delante, pues tenía un regate sensacional, de ahí otro apelativo cuya paternidad corresponde a Ramón Ramos: “el rey del tempo” (de su obra «Los Finalistas del 59»). En el estupendo trabajo de la “factoría” Ramos también se puede encontrar el comentario que sobre él dice el que fuera su compañero de plantilla, el pinero Baena: “el que inventó el fútbol”. Pero el apodo con el que es más conocido y que mejor lo define es el de “doctor”, porque Benavídez era realmente un doctor con cátedra futbolera.

El club de sus grandes éxitos es el San Lorenzo de Almagro, con el que consiguió la llamada para la albiceleste y también ser el máximo goleador del campeonato argentino de 1953 (ex aequo con Pizzutti de Rácing), con veintidós goles. Además de sus magníficas cualidades de pelotero o pasador de clase también tenía mucho gol.

Sobre su paso por el club colchonero, según la web «Rincón Atlético», el Atlético de Madrid, que a mediados de los cincuenta atravesaba una época de fracasos, para salir de la mediocridad decidió reforzarse con fichajes de relumbrón, entre ellos el que fue presentado como “el nuevo Di’Stéfano” y que no es otro que Benavídez. Pero ocurrió que en su partido de presentación, un amistoso ante el Botafogo en el verano de 1955, dio la petardada y decepcionó a propios y extraños, que vieron a un Juan Armando Benavídez gordo, lento y apático. Fue tal el fracaso y los grandes abucheos que cosechó que hubo de ser sustituido en el descanso. El propio Benavídez, en un gesto muy poco usual y que le honra, al día siguiente decidió devolver lo anticipado y rescindir su contrato y volverse por donde había venido, en vista de lo poco que había gustado su trabajo. Pero a mediados de la 55-56 lo fichó el Español, club en el que permaneció tres temporadas siempre como titular indiscutible.

Tras su paso por el club catalán y ya con treinta y un años es fichado en el verano de 1958 por el Granada. Su debut como rojiblanco se produce en la jornada sexta en la que los nuestros se imponen en Los Cármenes al Valencia con un solitario gol de Vázquez. En sus comienzos como granadinista el míster Scopelli le hace jugar arriba, pero su mejor versión la conoceremos cuando ya, a ocho jornadas para el final de la temporada, llegue Kalmar y retrase su posición a lo que hoy se conoce como media punta, lo cual le hará rendir a mucho mejor nivel: «A mí me venía bien jugar un poquito atrasado porque además de que hacía goles daba goles también. Siempre me he comparado, no tanto como él, pero un estilo a Laudrup, que marca pero asiste» (habla el propio Benavídez en «Los finalistas del 59»). Cuando un par de jornadas después se incorpore Carranza se acabará de armar aquel Granada de tan grandísimo poder goleador. Valga el dato de que el Granada de la 58-59 antes de la llegada de Carranza sólo había conseguido 25 goles en veinticuatro partidos; con Carranza en racha y bien provisto de buenos balones por su compadre Benavídez va a conseguir un total de 42 tantos en los dieciocho partidos que quedan para terminar la temporada (seis de liga, diez de copa y dos de promoción).

Con la pareja de argentinos y un equipo muy bien conjuntado y no exento de buen fútbol, el Granada era una máquina de hacer goles. Y de esa manera y con la suerte de no toparse con un primera hasta semifinales, consiguió el club rojiblanco la mayor proeza de su palmarés, el subcampeonato copero de 1959. Vázquez, Carranza, Loren, Benavídez y Arsenio forman el inmortal quinteto en rojiblanco protagonista de la gesta.

A la siguiente temporada, la 59-60, con prácticamente la misma plantilla y el mismo técnico, no pudo Benavídez lucir tanto pues se pasó gran parte del campeonato lesionado o sancionado, y su aportación fue de sólo nueve partidos. El equipo no tuvo que jugar promoción para conservar la máxima categoría, pero el fantasma del descenso rondó hasta prácticamente el último suspiro, jornada treinta, en la que un solitario gol de penalti, precisamente de Benavídez al Valencia, dio los dos puntos y con ellos la salvación, gracias también a los resultados de otros implicados en la lucha por la permanencia. Después, en Copa, la eliminación en la primera ronda por parte del Huelva decidió a la directiva a poner en marcha la que se llamó “operación escoba”, que supuso la salida del club de jugadores considerados viejos.

La escoba de José Jiménez Blanco barrió del Granada a Ramoní, Becerril, Mauri, Ramírez, Pellejero y Benavídez, entre otros, y resultó -contra pronóstico- desastrosa. Un año después estaba el equipo en segunda. Benavídez, el rechoncho futbolista de los pases “medio-gol”, a pesar de su físico orondo (notoriamente gordo) y sus treinta y tres cumplidos, todavía podría haber prestado buenos servicios al club, como demostró en sus dos últimas temporadas en activo, en el Málaga, al que contribuyó a devolverlo a primera en 1962. En Málaga se afincó una vez retirado del fútbol y allí falleció en agosto de 2005.

domingo, 26 de octubre de 2008

1993 PACO SANZ EN GRANADA. EL PASMO DE REALEJOS



La pretemporada 1993 del Granada se inicia con la presentación de la plantilla a mediados de julio. Después del brillante anterior ejercicio, la directiva de José Aragón ha renovado al míster Nando Yosu y también ha contratado como secretario técnico al que en su día fuera “el cacique del área” granadinista, Aguirre Suárez, el cual asiste al acto de presentación. Pero después de estar dos o tres semanas en Granada y sin que sepamos las auténticas causas, finalmente decide Aguirre (previo pago de sus honorarios, eso sí) volverse a Argentina. Es ésta ya la segunda (pero no la última) de algunas idas y venidas que protagonizó el que fuera insigne defensa del Granada de sus años dorados, en las que se anuncia que viene a hacerse cargo del equipo para al poco tiempo volverse por donde había venido.


A últimos de julio, como en ejercicios anteriores, el club debe hacer frente a la denuncia de buena parte de los jugadores de su plantilla ante la AFE. La deuda con los futbolistas casi asciende a los cuarenta millones. Una vez más la directiva de José Aragón ha de hacer maravillas para poder salir a competición, cosa que se consigue gracias a una subvención municipal y a un aval de La General por algo más de veinte millones. Los apuros económicos del club rojiblanco casi no son noticia. Qué lejanos parecen ya los tiempos de primera y de Candi. Entonces lo que predominaba cuando una nueva temporada iba a echar a andar era cuál sería el fichaje bomba con que nos ilusionaríamos los forofos.


Y la precariedad general se refleja también en los rivales de pretemporada. Para calmar nuestro furor hinchístico, lo primero que tenemos es baezas y similares. No obstante, el caso es que antes de que empiece la liga tendremos ocasión de ver al nuevo equipo rojiblanco 1993 en numerosas ocasiones. En este sentido es destacar la participación del Granada en el I Trofeo Feria de Málaga. En La Rosaleda y en el segundo partido del certamen, que enfrentó a Marbella (de 2ª A) y Granada y que ganaron los de la Costa del Sol 2-1, fue memorable la ovación que dedicó el público malagueño a Antonio Álvarez cuando se retiraba expulsado al ver la segunda amarilla a poco del final del partido. Ya no quedan, se puede decir, futbolistas como Álvarez, ejemplo como nadie de clase futbolera y nobleza y honradez, que pueden atestiguar las aficiones de los tres clubes en que militó. La terna del trofeo se completaba con el Atlético Malagueño, el filial del fenecido CD Málaga, del cual tomó el relevo y en una sola temporada consiguió ascender a 2ª B, la misma categoría de nuestro equipo por entonces, para después cambiar su nombre por el actual, Málaga CF. Y no le fue mal al nuevo Málaga pues antes de terminar la década de los noventa volverá a la máxima categoría del fútbol español.


A mediados de agosto se presenta una nueva edición del Trofeo Granada (sigue siendo ése su nombre). Estamos en 1993 y ya han pasado aquellos tiempos en que en cada ciudad y en cada pueblo se organizaba un cuadrangular. Excepto los de solera de toda la vida, la mayoría de los trofeos veraniegos que se celebran por la piel de toro o han pasado a mejor vida o han reducido bastante el número de participantes. En Granada también. Así, la XXI edición del trofeo se anuncia para el día 18 de agosto y volverá a consistir en un partido único. El rival será el R. Madrid “B”, que el nombre de Castilla lo había perdido hacía algunos unos años.


Pero antes, un día antes, el 17, hay que afrontar la ida de la primera eliminatoria de Copa del Rey, y el rival no es otro que el Jaén, que en la temporada recién terminada ha realizado un magnífico papel que le ha llevado al cuarto puesto (uno por debajo del Granada) y a disputar (también sin resultado) liguilla de ascenso, la primera de las cinco que jugó consecutivamente hasta conseguir dar el salto a Segunda A en 1997. De Jaén el Granada CF se trae una victoria 0-1 (gol de Molina en tiempo de descuento) que pone muy de cara la eliminatoria.


Al día siguiente, jueves 18 de agosto de 1993, a las nueve y media de la noche, se disputa en Los Cármenes la XXI edición del Trofeo Granada. La razón de que se jueguen los dos partidos tan seguidos es que la fecha del trofeo ya estaba fijada antes de saber cuándo se iba a disputar la Copa, y una vez conocida el Jaén se ha negado a adelantar el partido al martes, excusándose en que el míster jienense Tolo Plaza no ha atendido a razones.




Al partido Granada R. Madrid B del XXI trofeo acudieron unos cuatro mil seguidores y el Granada alineó a: Juan Carlos (Carlos Gomes 46’); Santi, José Manuel (José Luis 46’), Álvarez, Paquito (Leo 46’); Carlos (Padial 63’), Onofre, Lucas, Sabín Bilbao (Guti 70’); Mel (Molina 46’) y Roberto Valverde (Ángel 57’). Y por el R. Madrid B jugaron: Contreras, Bermejo (Edu 74’), Villoria, Santamaría, Fernando Sanz, Sierra (Jovicevic 46’), Paco Sanz, Sandro, Vilaseca (Fernando 46’), Soto y Luis Fernando (Morales 46’).


Del buen equipo rojiblanco que en la temporada recién terminada consiguió brillantemente la clasificación para la liguilla de ascenso han sido bajas: Notario (que se ha marchado al Valencia B), Hernández, Queco, y Andrés González. Para sustituirlos se han incorporado el meta vallisoletano Juan Carlos, el lateral izquierdo vasco proveniente del Coruña Sabín Bilbao (que pasó por nuestra tierra con mucha más pena que gloria), el lateral derecho canario Carlos y el delantero centro muy goleador Pepe Mel, que salido de la cantera del R. Madrid y tras jugar bastante en Osasuna, Castellón y Betis, dará un magnífico rendimiento en la temporada que está por comenzar y conseguirá veinte goles en liga más uno en copa. Aparte también se ha acertado con el regreso de Roberto Valverde tras una temporada en el Jaén.


La XXI edición del Trofeo Granada significó la onceava vez que lo ganaba el Granada al vencer en este partido al filial madridista merced a un solitario gol conseguido por Mel a centro desde la izquierda de Sabín Bilbao, al cuarto de hora de partido. En esta edición y con el patrocinio de la Diputación se hizo un esfuerzo y se encargó una nueva copa, valorada en un millón de pesetas, frente a las dos anteriores, en las cuales se recurrió a copas que ya estaban en las vitrinas rojiblancas, alteradas en los romanos del ordinal. La crónica de Ideal, que firma Antonio Espina, destaca el buen partido de los rojiblancos y el acierto que suponen las nuevas incorporaciones, así como lo oportuno de haber conservado el bloque que tan buena temporada realizó. Destaca también la crónica el papel del canario Onofre, en cuya labor de organizador se tienen depositadas grandes esperanzas de cara a la temporada por comenzar; este jugador ya estaba desde la temporada anterior, temporada en la que apenas jugó por las lesiones. Concluye la crónica haciendo una valoración del filial madridista del cual dice que estuvo discreto y evidenció algo de bisoñez en sus muy jóvenes futbolistas.


El R. Madrid B, acababa de finalizar una brillante temporada en segunda división en la que había quedado sexto clasificado. En su papel de suministrador de jóvenes promesas al primer equipo y al fútbol español en general, acaban de dejar el filial madridista, casi todos promocionados a equipos de primera división, jugadores como Ramis, Urzáiz o Esnáider, y se ha producido una gran renovación. La primera, en el banquillo, que de ser dirigido por García Remón ha pasado a ocuparlo un por entonces joven y desconocido -puesto que hasta ese momento sólo ha dirigido a juveniles- Rafa Benítez. Benítez no llegará a finalizar la temporada al ser sustituido por García Hernández, pero el filial volverá a realizar una gran campaña en segunda división y repetirá el sexto puesto final, a la vez que darán sus primeros pasos en la división de plata esta temporada algunos jugadores que alcanzarán la internacionalidad años después. Es de destacar la presencia en la plantilla del filial merengue de algunos futbolistas que aún siguen en activo, como Contreras, Valerio, Gerardo, Víctor, Fernando, Marcos o Velasco, más algunos recién retirados, casos de Sandro o Dani. Y otros futbolistas que pasaron por varios equipos de primera, como Morales, Santamaría o los hermanos Sanz. También militaba un futuro granadinista, el delantero centro Vilaseca.


Punto y aparte merecen los hermanos Sanz, a los cuales no dedica la crónica de Ideal más mención que la de sus nombres en la alineación inicial. Cuando comparecen en Granada en este agosto de 1993 cuentan respectivamente con 20 (Paco) y 19 (Fernando) añitos y sólo son por tanto dos jovencísimas promesas, además de los hijos del presidente merengue. Qué habría pensado si en aquel momento alguien en plan pitoniso le hubiera dicho a Paco Sanz que andando el tiempo llegaría a tener gran protagonismo en la tierra que visitaba y en el club al cual se enfrentaba.



Tres días después de adjudicarse el XXI Trofeo Granada hay que encarar la vuelta de la primera eliminatoria de Copa (0-1 de la ida). En Los Cármenes el Granada consiguió pasar a la segunda ronda al eliminar al Jaén, que nuevamente se negó a retrasar el partido al lunes 23 de agosto, como se le había solicitado. Con prácticamente los mismos hombres que ganaron al R. Madrid B, los de Yosu empataron (1-1). La asistencia no sobrepasó los tres mil aficionados en un partido en el que los nuestros se adelantaron en el marcador cuando finalizaba la primera parte con gol de Mel a gran servicio de Padial; y empataron los del Santo Reino en el minuto 60 por medio de Cardona. A partir de esta temporada se adoptó el sistema por el cual los goles en campo contrario valen doble en caso de empate, así que, como faltaba todavía media hora, el pase a la siguiente eliminatoria no estuvo en ningún momento claro, mostrando el Jaén de Tolo Plaza el gran equipo que había logrado conjuntar.


El pase a la segunda ronda de los rojiblancos propicia un nuevo partido en menos de una semana. Así, el jueves siguiente, 26 de agosto, se disputa la segunda eliminatoria de Copa. El rival fue también otro equipo del grupo IV de 2ª B, el Almería CF, un recién ascendido. La ida se jugó en Los Cármenes resultando derrotado el Granada 0-1 con gol del ex granadinista Miguel Ángel Barbancho. Las relaciones con los almerienses parece que eran mejores que con los del Santo Reino ya que el partido de vuelta se avinieron a retrasarlo hasta el lunes siguiente, día 30 de agosto. Pero el resultado de empate a cero significó la eliminación del Granada.


Y en menos de una semana ya están los rojiblancos inmersos en la liga 93-94, que a fin de cuentas es lo que interesa al aficionado más que ninguna otra cosa. En la primera jornada son derrotados por la mínima los nuestros en el campo del Sevilla Atlético. Pero tres victorias consecutivas ponen a los rojiblancos en los primeros puestos, hasta que en la jornada sexta se lleva el Mensajero dos de los tres positivos con que se contaba. No obstante vuelven los resultados positivos y nuevamente se encaraman arriba. Hasta que en la jornada trece nos visita el Realejos. Ése es su nombre, y se trata de un equipo no con sede en el Campo del Príncipe ni en la calle Molinos o adyacentes, no, sino que se trata de un modestísimo equipo de un pueblo de la isla de Tenerife. El 29 de diciembre de 1957 había establecido el Granada CF un récord negativo, el de la mayor derrota sufrida en su propio campo. Fue con motivo de la visita de: Ramallets; Segarra, Biosca, Gracia; Vergés, Gensana; Basora, Kubala, Eulogio Martínez, Ribelles y Tejada, o sea, el sensacional Barcelona de HH, que obtuvo una concluyente victoria de 0-4. Pero treinta y seis años después, el 13 de noviembre de 1993, quedó batido ese mal récord al perder el Granada en Los Cármenes 0-5 frente al Realejos.


Ni el R. Madrid, ni ninguno de los grandes que en tantas ocasiones pasaron por el césped del recinto de la carretera de Jaén lograron nunca una victoria tan apabullante. Tuvo que venir este modestísimo club, cuyo palmarés se resume en tres años en 2ª B, en su temporada de debut en la categoría (la mejor de su historia) a batir ese dudoso récord. En los escalones de la General me recuerdo como uno de los menos de doscientos que aquella tarde-noche de noviembre aguantamos hasta el pitido final. Y me recuerdo asistiendo, literalmente helado, al 0-5 en contra, escardón que supone la mayor derrota del Granada en su campo de sus va para setenta y ocho años de vida. Sin duda en la historia del modesto equipo canario estará señalada en letras de oro esta temporada y este partido. Lo cierto es que los de azul (que esos eran sus colores), muy bien conducidos por un futuro granadinista, Oti, pasaron por encima de los rojiblancos que quizás aquel día salieron con aires de autosuficiencia y cuando quisieron reaccionar ante un marcador adverso sólo consiguieron dejar enormes huecos atrás por donde entraron los canarios como por su casa.


Afortunadamente lo que pasó en ese partido se puede catalogar como mera anécdota, como un accidente y una cura de humildad. A la jornada siguiente se incorpora al equipo un magnífico refuerzo, el canario Armando, comodín que en el centro del campo o en el lateral o el centro de la defensa dará muy buenos partidos y conseguirá hasta seis goles siendo fundamental su concurso. Con este último fichaje consigue el Granada encadenar una racha de once encuentros seguidos sin perder, y vuelve a figurar entre los aspirantes al ascenso. El último cuarto de liga nos dejó grandes partidos, como aquel Las Palmas-Granada en el Insular, saldado con una gran victoria rojiblanca (2-3). La característica más acusada de la temporada granadinista es la irregularidad, como vemos en el hecho de ser capaces de derrotar a domicilio al todopoderoso Las Palmas (acabó segundo aunque no ascendió) y perder escandalosamente con el Realejos.


En la antepenúltima jornada pierden los nuestros (1-0) en el campo del Extremadura (que fue campeón y ascendió). Pero no todo está perdido. Queda un último partido en Los Cármenes y es ante un club ya descendido, el Atlético Malagueño; y fueron los nuestros a dar la de arena justamente en ese partido, el cual acabó con empate a dos merced a un gol forastero con el tiempo cumplido que dejó a los rojiblancos a merced de una serie de carambolas para la última jornada, carambolas que no se produjeron, cosechando además una nueva derrota (2-1) en el campo del San Roque.


Al final fue a quedar el Granada sexto clasificado, a tres puntos del cuarto, el Jaén. Así acababa la era Yosu. Las dos temporadas del cántabro al frente de nuestro equipo fueron buenas en líneas generales e incluso dejaron para el recuerdo varios momentos que se pueden catalogar como de los más brillantes mientras que la categoría del Granada CF ha sido el tercer nivel del fútbol español. Para la siguiente asistiremos a una gran renovación que no acabó saliendo bien precisamente.



miércoles, 22 de octubre de 2008

RECOGIDAS




17/10/08

Si en los casi ya setenta y ocho años de vida del Granada CF hay una temporada destacable sobre las demás, ésa es sin duda la 71-72. Y lo es por varios motivos: mejor clasificación histórica hasta ese momento; primera temporada de las de división de honor en las que el equipo acababa con positivos; ningún equipo ganó en Los Cármenes, de donde todos los grandes salieron derrotados; el Pichichi de Porta; De la Cruz debutó como internacional absoluto y otros granadinistas vistieron también la camiseta de la selección, aunque en categorías inferiores; campeón de la I Liga Andaluza; primer partido internacional oficial en Granada. Y todo bien regado con estadios a rebosar, abundante buen fútbol y goles.

Y también es memorable esa temporada porque el club pasó a disponer de unos locales propios donde exhibir sus modestos pero muy honradamente ganados trofeos y donde atender todo lo relacionado con la necesaria burocracia. A finales de 1971 se inauguraba la flamante sede situada en el piso primero derecha de la granadina calle de Recogidas, número 35, en un bloque de viviendas recién levantado justo enfrente del palacio de Los Patos, en terrenos que no demasiados años antes constituían el primer encuentro con la Vega en una Granada tristemente ya irrecuperable.

Hasta ese momento había ocupado el club distintas sedes. Que uno sepa y tirando del amigo y maestro Entrala, desde la carpintería de Julio López, que estaba en la estrechísima calle Portería de Santa Paula, pasando por el bar Alegría, en la calle Tinajilla, y el cine Regio propiedad de Ricardo Martín Campos, en el Escudo del Carmen, hasta distintos pisos: en la propia calle Recogidas o en la calle Mariana Pineda. Y en los primeros sesenta José Jiménez Blanco adquirió en propiedad un piso en la calle Ganivet, piso que dos o tres años después, ya con José Bailón en la presidencia, se vio el club obligado a dejar y mudarse a otro local más modesto en la calle Lepanto. Excepto los pocos años de la sede de Ganivet todos esos locales, cuyas paredes si pudieran hablar nos contarían sabrosos pasajes de la historia rojiblanca, vieron pasar a las personas que en distintas épocas manejaron las interioridades del club como meros inquilinos. Cuando a poco de iniciarse la triunfal temporada 1971-72 el Granada CF dejaba atrás su condición de arrendatario y se mudaba como propietario a la zona más pudiente de la ciudad, todo indicaba que el Granada ya no era un segundón y había que considerarlo un club puntero, consolidado en primera y aspirante a pasear su nombre y sus símbolos por Europa.

Treinta y siete años después la cruda realidad es muy otra. Tras malbaratar su inmovilizado mayor, todavía conservaba el club ese mini patrimonio, último vestigio de un esplendor ya demasiado lejano.

En la pérdida del piso de Recogidas, si llega a consumarse (porque todavía hay esperanzas), quiere ver uno retratado un pasaje más en la historia de esa especie de indolentes Batuecas que son estos andurriales, un pasaje más de la historia de despojos de este paraíso para mandamases incompetentes, con su paisanaje, que no pía y asiste impasible a éstas y a otras pérdidas –y más importantes, y no sólo futboleras- que le llevan a tener que desalojar la zona pija en la que estaba acomodado y verse obligado a volver al alquiler y a las afueras de la vecindad.

¿Lucharemos los granadinos alguna vez por nuestras cosas o seguiremos indefinidamente «ESPERANDOLADELCIELO»?

viernes, 3 de octubre de 2008

EL DEBUT




Forman en la foto, de izquierda a derecha, de pie: Marín, Maside, Floro, Bonet, César, Cholín y Liz; y agachados: González, Sierra, Trompi y Millán. El escenario es Los Cármenes y la fecha el 28 de septiembre de 1941. Es, no hace falta decirlo, una foto histórica, porque es la del debut como primerdivisionista del club rojiblanco. Acaba de cumplir los diez años de existencia la entidad (que en realidad son siete) y, casi a ascenso por año, ya lo tenemos encaramado entre la élite del fútbol español.

Es una tarde de estrenos: el del club como equipo de máxima categoría, el del campo de Los Cármenes como recinto de primera, el de varios de los jugadores que posan en la foto como futbolistas de primer nivel; y estreno-estreno, no se puede decir que lo sean, pero casi: el de los colores rojiblancos y el del mismo nombre de la entidad, hasta el punto de que en muchos medios informativos nacionales todavía se nombra a los nuestros como Recreativo de Granada y se alude a ellos como los blanquiazules.

También se estrena el otoño, por lo que esta tarde de finales de septiembre de 1941 se presenta desapacible, con viento y con cielo encapotado. Es un típico día de la Virgen. Al terminar el partido gran parte del público que abarrota las gradas del estadio de la carretera de Jaén tiene una cita en las calles del centro para ver la procesión de la patrona. A miles de kilómetros de la calma provinciana está a punto de producirse otro estreno, el bautizo de fuego en el cerco de Leningrado de la Einheit spanischer Freiwilliger o División Azul. Aunque se vivan tiempos de escaseces de todo lo más necesario pero de excesos de sangres, al menos en Granada durante cuatro inolvidables años los futboleros van a disfrutar manjares balompédicos de primera.

Quiso el destino que en la primera etapa en división de honor del Granada CF el estreno y la despedida fueran ante el mismo rival, el Celta de Vigo. El equipo gallego, en su tercera temporada en primera, es un club que está en una de sus mejores épocas, sólo superada por recientes temporadas en las que consiguió clasificarse para competiciones internacionales. Y esta tarde de debut granadinista entre los grandes dejará clara la diferencia entre un club rodado y otro bisoño. Así, las crónicas de este Granada-Celta coinciden en que los visitantes fueron mejores y que sólo les faltó fortuna para hacerse con los dos puntos. Se adelantaron los celtiñas faltando poco para el descanso en remate desde cerca de su ariete Del Pino, en una jugada en la que parece que el guardameta Floro no estuvo fino. Y marcó para los rojiblancos “el pelucas”, como sería conocido después, cuando se convirtió en figura del fútbol nacional, tilular del Barcelona y de la selección, César Rodríguez, de cabezazo a la salida de un córner lanzado por el extremo izquierdo Camilo Liz en el minuto 69. De esta forma hacía César, cedido del Barcelona, el primero de los veintitrés goles (tres más en Copa) que le harían quedar segundo en la lista de máximos realizadores esta liga. Era el del definitivo empate a uno y el primero de los goles rojiblancos de la historia de la militancia del club en Primera División.

En el banquillo, con su inseparable puro, dirigía a los nuestros por primera vez Paco Bru, el primer seleccionador español de la historia y el que llevó a nuestra selección a conseguir la medalla de plata en la Olimpiada de Amberes, en 1920, cuando nació el mito de la furia española. La presidencia la ocupaba Ricardo Martín Campos.

El fútbol español de la época, anterior a la WM, es decir, de bastantes menos precauciones defensivas, propiciaba en no pocas ocasiones tanteadores amplios. En esta temporada consiguió el Granada (Entrala dixit) el mejor promedio de goles de sus diecisiete temporadas en primera: en 32 partidos (veintiséis de liga y seis de copa) consiguió 78 goles, casi dos y medio por partido. Hasta en siete ocasiones pudieron salir los aficionados de Los Cármenes eufóricos después de ver a su equipo golear: al Coruña (4-1), al Oviedo (8-0), al Hércules (7-2), estos tres de forma consecutiva; ¡al Barcelona! (6-0), al Castellón (7-3, con seis goles de César y arbitraje de Escartín) y al Español (4-0), además de un 1-4 a domicilio, en Riazor. Esto en liga. Además, en copa hubo también un Málaga 2 Granada 4 y un Granada 4 Oviedo 0. A cambio también tuvimos que sufrir las derrotas de Madrid (5-2), Barcelona (4-0), y Valencia (5-0), en liga, más otro 5-0 también en Valencia (que fue campeón) en copa. No está nada mal para un modesto debutante.

Floro; Millán, González; Maside, Bonet, Sierra; Marín, Trompi, Cholín, César y Liz; ésa es la primera alineación granadinista en división de honor por orden de puestos sobre el terreno de juego, que no de dorsales, ya que hasta al menos seis años después no empezarán a utilizarse. En esta alineación sólo eran nuevos el extremo derecho muy veterano Marín y el medio Sierra, ambos habían jugado en el R. Madrid y dieron un excelente resultado. César ya había debutado en los partidos de liguilla de ascenso la temporada anterior. Andando las jornadas se verá esta alineación retocada en algunos puestos: en la portería el húngaro Alberty sustituirá a Floro (sólo media liga); en la media Sosa será el relevo de Maside; y en la delantera Bachiller hará lo propio con Cholín. Así tenemos el once titular de la 41-42, once de oro y clásico entre los clásicos rojiblancos: Alberty (o Floro); Millán, González; Sosa, Bonet, Sierra; Marín, Trompi, César, Bachiller y Liz; un once de lujo que completó una buena temporada y aseguró la permanencia.