EL ONCE FANTASMA

Pedro Escartín bautizó al Granada CF (el Recreativo Granada) con el apodo de "Once Fantasma" cuando este club era un recién llegado a la competición pero ya andaba codeándose con equipos de solera y aspiraba a lo máximo.
En este libro se narran las vicisitudes por las que atravesó el Recreativo en sus cinco primeros años de existencia y también se recogen los sucedidos ciudadanos más impactantes de aquella época revuelta que fue la de la II República.
En la foto de cabecera se ve al Recreativo que se enfrentó al Gimnástico de Valencia en el campo madrileño de El Parral, 21 de febrero de 1934. De pie: Sosa, Tomé, Calderón, Luque, Itarte, Carrera, Victorio y Tabales; agachados: Gomar, Morales y Herranz.
Para adquirir un ejemplar firmado y dedicado por el autor (20 €), dirigirse a
jlramostorres@gmail.com


Historia del Granada CF



lunes, 18 de octubre de 2021

MARTÍN CAMPOS ANIMA EL COTARRO

 

Directiva de Martín Campos 47-48

 

Nueva directiva

            La noticia futbolera de más impacto en 1947 fue la vuelta del presidente de los éxitos, Ricardo Martín Campos. Al calorcillo de su buen cartel entre la hinchada, de primeras los socios aumentaron muy considerablemente en comparación con las temporadas anteriores, y las peñas granadinistas se multiplicaron por diez. El cotarro futbolero penibético andaba bastante alicaido desde el descenso, y las dos temporadas anteriores se caracterizaron porque los huecos de cemento en las gradas de Los Cármenes eran cada vez mayores. La vuelta del industrial de los espectáculos despertó a la torcida y así la 47-48 empezará con llenos en cada partido.

            También ayudó mucho para que el personal se animara a volver a Los Cármenes la otra gran aportación de Martín Campos a la historia del club junto al primer ascenso a primera, la de la creación del filial Recreativo de Granada, lo que vino a duplicar la oferta a razón de un partido cada semana.

Al día siguiente de la asamblea en la que Martín Campos fue aclamado nuevo presidente del Granada, a primeros de julio de 1947, éste manifestó a la prensa su intención de constituir una junta directiva algo diferente a lo que venía siendo habitual, diferencia que fundamentalmente vendría a consistir en la existencia de dos juntas, una primera (la directiva propiamente dicha) o comisión ejecutiva integrada por el presidente, dos vices, secretario, tesorero, contador y nueve vocales, y una segunda junta que podría llamarse comisión consultiva y que estaría integrada hasta por cincuenta miembros que periódicamente se reunirían con la comisión ejecutiva para conocer la marcha del club, y que vendría a suplir en parte a las juntas generales (asambleas) al estar en ella representados todos los socios de la entidad.

            La composición de la comisión ejecutiva fue dada a conocer antes de una semana, destacando la inclusión de dos futuros presidentes: Juan Alonso Roda como vicepresidente segundo, y Joaquín Serrano González como tesorero. La de la comisión consultiva tardó una semana más; en la larga lista publicada por la prensa local hay nombres conocidos, como el antiguo directivo, entrenador y secretario técnico Juan Gómez Muros, o como José Boloix Villalba, que fue directivo en 1932, o como José Amigo Vico, socio fundador y número uno durante muchísimos años, el único con antigüedad de abril de 1931, más otros bastante más jóvenes como Antonio Gallego Morell, hijo del alcalde Gallego Burín. Esta junta consultiva en una de sus primeras reuniones, a propuesta de Martín Campos, acordó nombrar un comité de honor presidido por el jefe superior de Policía, Antolín Cadenas, e integrada por el director en Granada del Banco de España, los directores de los periódicos locales y de la emisora de radio, más algunos gerifaltes locales.

             

Valderrama otra vez entrenador

            Ricardo Martín Campos, igual que ya hiciera en su etapa anterior al frente del Granada, asumió también y simultáneamente las labores de secretario técnico. Su primera decisión deportiva fue conceder la baja al extremo Sánchez, aunque tenía contrato en vigor.

A los pocos días llegó a un acuerdo con el viejo conocido Manolo Valderrama para que éste se ocupara de la preparación del equipo. Valderrama vino a Granada y enseguida existió entendimiento con Martín Campos en su minúscula oficina del Salón Nacional, quedando contratado con el encargo de sugerir jugadores por él conocidos para incorporarlos, en recuerdo de su buen ojo cuando ocho temporadas atrás, en 1939, armó el excelente Recreativo que se quedó muy cerca del ascenso a primera para al año siguiente conseguirlo. Valderrama, cuya contratación cayó muy bien entre el granadinismo, igual que había hecho en 1940 para despedirse, a su llegada se dirigió a los hinchas mediante una nota manuscrita que reprodujo Ideal y en la que saludaba a los aficionados y decía que venía con el mismo entusiasmo de su anterior etapa.

La primera tarea de Valderrama fue, con objeto de ver qué jugadores de la plantilla eran aprovechables, convocar a los futbolistas para un partido de entrenamiento en Los Cármenes frente a una selección de equipos modestos granadinos, y a pesar de que estábamos ya casi a mediados de julio y era un domingo por la mañana, sólo el jugador de la primera plantilla Mendoza no asistió. Y es que en este año la Federación había ampliado la temporada hasta el 15 de julio. En esa fecha se fueron todos los futbolistas de vacaciones hasta la segunda quincena de agosto. A raíz de este partido informal Valderrama informó a la directiva que debían quedar retenidos sólo ocho futbolistas: Casafont, Millán, González, Sosa, Rey, Trompi, Morales y Mas, dejando transferibles a Floro, Sierra, Galvany y Mendoza. El resto no interesaban de ninguna de las maneras. De los cuatro en situación de transferibles el único que no continuó fue Mendoza, los otros tres renovaron sus contratos.

El mismo día en que Valderrama rubricaba su contrato como entrenador del Granada, llegaba desde Baza la triste noticia del Fallecimiento de Fidel del Campo a los 45 años de edad, portero que fue del Once Fantasma, esto es, el Recreativo Granada de la República y, por tanto, compañero de equipo de Manolo Valderrama. Fidel del Campo era más conocido en su faceta de músico y compositor de la banda sonora de algunas películas españolas de los años cuarenta.


Manolo Valderrama de nuevo entrenador rojiblanco

Nace el Recreativo

Otra de las primeras decisiones de Martín Campos fue que el nuevo equipo a punto de fundarse como filial, según lo aprobado en la última asamblea, llevaría el nombre de Recreativo de Granada, en recuerdo a la denominación primera del equipo rojiblanco. El primer presidente designado para el Recreativo fue José Domínguez, a quien acompañaban, entre otros, José Amigo Vico, el socio número uno, vice presidente; José Boloix, secretario; Francisco Carmona Ros, secretario técnico. La preparación del filial correrá a cargo de Valderrama, auxiliado por Manolo Ibáñez, hasta la temporada pasada masajista del equipo, pero en la práctica el auténtico responsable de la dirección del Recreativo será Manolo Ibáñez en solitario.

Se solicitó de la Federación que el filial militara en tercera, formada esta temporada por ocho grupos de catorce equipos cada uno, en previsión de que alguno renunciara, pero hubo que empezar dos categorías más abajo, Primera Regional.

El lunes siguiente al partido de La Coruña de la segunda jornada, 29 de septiembre de 1947, día de San Miguel y fiesta local en Granada, con la romería al cerro del Aceituno como plato fuerte, el Recreativo recibía su bautismo balompédico al disputar el que es para la historia su primer partido con todas las de la ley (ya había jugado contra el Betis Cruz Blanca, pero aquello fue más bien un entrenamiento), es decir, con árbitro, liniers, marcador y con taquilla para presenciar el espectáculo. Fue un amistoso en Armilla frente al Arenas como parte de los festejos de la feria patronal armillera del que no podemos decir ni resultado ni alineación blanquiazul porque la prensa local no informa de esos extremos. Ganó el Recreativo y se adjudicó una copa donada por el ayuntamiento de la localidad que la directiva recreativista decidió grabarla con la fecha del debut y entregarla al Granada, en cuya secretaría –suponemos- debe seguir en la actualidad.

 

Ficha Arencibia

El primer fichaje fue el del veterano Arencibia, del At. Madrid (ya no se llamaba Aviación, desde la temporada anterior había vuelto a su antigua denominación), club en el que había desarrollado toda su carrera. Medio organizador e interior, nacido en Cuba pero de filiación canaria, había sido internacional años atrás y fue base del At. Aviación que con Ricardo Zamora ganó las dos primeras ligas tras la Guerra Civil. Andaba ya cerca de cumplir los 35 pero se le puede considerar el fichaje bomba de la temporada y en nuestro equipo será titular indiscutible toda la liga. Ideal da la noticia en primera página y dice que ha habido que pelear por él porque el Córdoba se había metido por medio a última hora. 40.000 pesetas serán sus honorarios como rojiblanco.


 Arencibia, fichaje bomba, mientras que la pareja Millán-González es pretendida

Millán, González y sus novias

Después de este primer fichaje y puesto que todo el personal andaba de vacaciones, la información futbolera entró en un periodo de calma chicha caracterizado por la ausencia de noticias, sólo el enésimo rumor, como cada verano, de la posible marcha de nuestra más famosa pareja, los defensas Millán y González, a algún equipo puntero, en este caso el Sevilla.

Mientras tanto Valderrama está en Madrid y en Ideal se hacen eco de una entrevista concedida por el nuevo entrenador a un periódico de la capital, según el cual a González lo quiere el Barcelona, pero sólo se le dejaría ir a cambio de Calo, un hermano de César que actuaba de defensa y que jugó hasta bien entrados los cincuenta en varios equipos además del Barcelona para retirarse con más de cuarenta años. A Millán quien lo quiere es el Madrid, pero tampoco se le dejaría ir si no fuera a cambio de jugadores.

Parecía el rumor de cada verano, pero la cuestión llegó a ser tratada en la primera reunión de la llamada comisión consultiva, a la que asistieron casi la totalidad de los cincuenta miembros que la integraban, y allí puso de manifiesto Martín Campos que la pareja se tasaba en 600.000 pesetas (más o menos el montante por entonces de la deuda global del GCF), y que sólo se dejaría marchar a González al Barcelona a cambio de los jugadores César, Canals y Calo, o 300.000 pesetas en el caso de que no cediera ningún jugador el club catalán, mientras que Millán sólo sería traspasado al Madrid por 300.000 pesetas.

A finales de julio Martín Campos emprendió viaje a la capital de España por motivos particulares y para realizar gestiones tendentes al fichaje de futbolistas. A su vuelta tras dos semanas ausente fue preguntado por la prensa acerca de las gestiones sobre Millán y González, a lo que contestó que por el momento no había oferta firme ni del Madrid ni del Barcelona. Y ya no volvió a hablarse de la cuestión, así que los dos defensas permanecieron una temporada más en el Gramada.

 

Más fichajes

El segundo fichaje 47-48, ya en agosto, fue el del extremo granadino de 20 años Rivera, quien ya había jugado con la primera plantilla la anterior temporada dos partidos de la que se llamó Copa Primavera, un campeonato regional andaluz disputado al término de la liga regular.

Bien entrado ya agosto y tras el viaje a Madrid del presidente y su ausencia durante dos semanas, a su vuelta de la capital se trajo bajo el brazo tres jugadores: Fraga, extremo derecho de 22 años, de la Gimnástica Lucense; Mateo, defensa de 26 años que anteriormente había jugado en el Salamanca; y Laureano Martín, de 21 años, interior de nacionalidad argentina que había jugado en el Vélez Sarsfield. De los tres sólo el primero será titular, y el argentino Martín no jugará ni un solo minuto ya que no podrá ser alineado hasta el mes de abril por defectos en su documentación.

Otra incorporación fue la de Ricart, delantero de 30 años del Sabadell y antes del Castellón, que vino a prueba y quedó fichado, aunque jugó muy poco en la liga a punto de comenzar y sólo estuvo esta temporada a pesar de haber fichado por cuatro años.

El 23 de agosto comenzaron los entrenamientos y por sus sesiones desfilaron innumerables futbolistas a prueba sin llegar a convencer.


Lesmes, la mejor de las novedades 47-48

Se incorpora Lesmes

No se puede hablar de nuevo fichaje propiamente dicho cuando nos referimos a Lesmes, puesto que éste había sido contratado hacía más de un año, pero por estar cumpliendo el servicio militar en Ceuta hasta ahora ni siquiera había puesto un pie en Granada. Por fin en agosto de 1947 acabó su larga mili y se incorporó este magnífico medio y defensa. Fue el mejor refuerzo de cara a la temporada a punto de empezar. Años después y militando ya lejos de estos pagos alcanzará la internacionalidad absoluta.

 

Peñas a porrillo

La reincorporación a la presidencia del Granada de Ricardo Martín Campos, cuatro años después, tuvo el efecto positivo de que la afición, más bien dormida y apática la temporada anterior, despertara y volviera a adquirir protagonismo como ya tuvo en los mejores años pasados, cuando el equipo figuraba en la máxima categoría. Se notó sobre todo en el número de socios que esta temporada tuvo el Granada, que llegaron a ser casi 5.000 mientras que en las temporadas inmediatas anteriores apenas se llegaba a los 1.500 de media. Y en ese resurgir de la afición tuvieron gran protagonismo las numerosas peñas rojiblancas que se fundaron en esta misma temporada. El presidente Martín Campos y su junta directiva pusieron interés en fomentar este fenómeno asistiendo a las distintas inauguraciones y reuniéndose con sus componentes y apoyando su creación y mejor marcha.

Así, a finales de julio, la directiva hizo una visita a la decana de las peñas, la del Realejo, con sede en el bar Ocaña de la plaza de Fortuny, existente desde antes incluso que el propio club, allá por 1929, cuando apoyó de forma decidida al que todavía se denominaba club Recreativo Español. Fue su presidente fundador Antonio Barragán Fernández, que a su vez formó parte de la directiva del Recreativo de Gabriel Morcillo, en 1932, pasando después a integrarse en la de Matías Fernández-Fígares. La peña rojiblanca decana acababa de ser reorganizada, nombrando nueva directiva presidida por Ángel Fernández Guerrero, un granadinista de pro que murió en 2011 después de haber sido durante muchos años el socio rojiblanco de más antigüedad. Fue la peña más numerosa, llegando a contar con más de mil integrantes. Con la temporada ya avanzada, todas las peñas formaron una asociación que fue presidida por Ángel Fernández Guerrero y que nombró presidente de honor a Ricardo Martín Campos.

Una anécdota: la muerte a finales de agosto de 1947 del torero Manolete, que tanta conmoción causó en todo el país, tuvo cierta repercusión en la marcha de la peña del Realejo ya que el rabo del morlaco que corneó al diestro, Islero de nombre, fue exhibido en sus locales a los pocos días del suceso, traído por Mariano Peña, un guía de la Alhambra ya setentón que se encontraba en Linares cuando los hechos.

Y un inciso: lo de Manolete con el toro Islero ocurrió en un momento de gran escasez de papel prensa. Así, Ideal desde hacía un tiempo venía incluyendo solamente seis páginas y algunos días nada más que cuatro, frente a las habituales ocho. A otras publicaciones les fue incluso peor, como La Prensa, que era el nombre en aquellos años de la Hoja del Lunes, que no pudo salir el lunes 1 de septiembre de 1947 por falta de papel. En esa situación de penuria extrema es curioso constatar cómo en el ejemplar de Ideal del día 30 de agosto de 1947, las cuatro páginas de que consta las dedica casi por entero a comunicar la muerte del torero cordobés. Al día siguiente el propio diario Ideal comenta en un recuadro que se agotó rápidamente por completo la edición y que algunos ejemplares fueron revendidos por avispados lectores hasta por cinco pesetas cuando su precio era de 50 céntimos.

Volviendo a lo de las peñas, en agosto surgió la primera de las de nueva creación. Se fundó en Moreda, aprovechando la estancia en este pueblo del presidente Martín Campos (que volvía de Madrid) para inscribir a numerosos socios, prometiendo éstos viajar a Granada cada domingo en que hubiera partido. Ya en septiembre quedó constituida la Peña granadinista Albayzín. Poco tiempo después se crearon nuevas peñas: Café Americano, Café Zeluán, Café Colón, Barrio de la Magdalena (peña Millán), Pescadería (con Pepe Millán como presidente honorario), cuartel de Artillería, más las constituidas en Maracena y La Zubia, que se unieron a otras que ya existían de antes, como la de Plaza nueva. Con la temporada ya en marcha se fundaron nuevas peñas en Atarfe, más la de empleados de banca y bolsa y la de San Juan de Dios.

            Las peñas más antiguas y que contaban con mayor número de peñistas, como la del Realejo, decidieron motu proprio primar mensualmente, con 150 pesetas, al jugador del filial Recreativo que más hubiera destacado en un partido, ya que como amateurs que eran no cobraban cantidad alguna; y también para ayudar a los gastos ocasionados por los desplazamientos. Aparte, la peña del Realejo durante la temporada en algunos partidos ofreció un premio de 100 pesetas al jugador rojiblanco que mejor hubiera actuado. Esta conducta fue imitada por algunas de las de nuevo cuño, que también instituyeron primas especiales en determinados partidos tanto del Granada como del Recreativo. Asimismo, varias de las peñas acordaron regalar en algunos partidos el balón con el que había de jugarse.


Martín Campos en medio de este gentío de la Peña Millán

Empate casero frente al Castellón y gran escándalo Gojenuri

La pretemporada 47-48 la llevó a cabo el Granada en el estadio de la Juventud. El campo de Los Cármenes estuvo todo el verano en obras. Se resembró el césped en una amplia zona que había quedado totalmente pelada. También se renovó toda la valla del perímetro que separa las gradas del terreno de juego. Asimismo, se pintó todo el cemento de las gradas en rojo y blanco y se realizaron mejoras en la enfermería y los vestuarios, y por fin el Ayuntamiento construyó una acera en las puertas de acceso al campo. Todos los trabajos estuvieron concluidos para la primera jornada de la liga 47-48.

Con sólo dos amistosos, en Almería y Jaén, la liga de segunda empezó para el Granada el 21 de septiembre de 1947 con un empate casero (2-2) frente al Castellón, pero a pesar del resultado negativo los distintos periodistas locales coinciden en que les gustó mucho más este Granada, en el que debutaban cuatro nuevos elementos, que el de la temporada anterior. La primera parte, muy buena por los rojiblancos, terminó con un 2-0 a favor, goles de los debutantes Arencibia y Ricart, éste último espectacular. En la segunda parte se relajaron algo los granadinistas pero sin que el bajón de juego hiciera peligrar la victoria de un Granada muy superior a su adversario (el Granada botó 18 córners por cero el Castellón), siempre según las crónicas locales. Así hasta que el trencilla Gojenuri, de triste recuerdo, la liara señalando un penal que sólo él vio. Fue un escándalo mayúsculo, de los que permanecen en la memoria de la hinchada que casi llenaba por completo el estadio y se mostraba muy animada, con presencia de numerosas pancartas portadas por las muchas peñas rojiblancas, la mayoría de las cuales acababan de fundarse.         

Del negativo anotado en la casilla local todos, futbolistas, plumillas y aficionados, culparon al árbitro guipuzcoano Gojenuri. Las crónicas le dedican un largo párrafo señalando que a lo largo del partido tuvo errores de bulto en varios lances que perjudicaron a ambos contendientes para a diez minutos del final acabar de exasperar a la parroquia señalando un penalti en contra del Granada, que costó el empate, por mano de González que se produjo claramente fuera del área. El capitán granadinista, González, fue además expulsado y fuertemente sancionado. La decisión del referí estuvo a punto de provocar un altercado de orden público y el partido terminó con una gran bronca hacia el de negro y lanzamiento de objetos desde las gradas.

“Seudónimo” en La Prensa dice que no quisiéramos volver a ver por aquí a Gojenuri. Por su parte, Ideal titula la crónica «El Granada, gracias a Gojenuri, empata su partido con el Castellón». Fernández de Burgos dice refiriéndose al árbitro: «Porque las facultades omnímodas en una persona incompetente, falto de serenidad o de otras cualidades, es un arma terrible en contra del fútbol» y añade que dio una amplísima muestra de su ineptitud y que sería conveniente que el señor Gojenuri abandonara, por decisión propia o por disposición de la autoridad competente, una profesión para la que no está capacitado.

            Llovía sobre mojado en cuestión de perjuicios hacia el Granada causados por el del pito: en la temporada del debut rojiblanco en la máxima categoría, 41-42, en el campo de Vallecas frente al At. Aviación ya había dejado Gojenuri resentida a la expedición rojiblanca con una actuación muy deficiente en la que expulsó sin causa aparente a Sierra y permitió todas las brusquedades de los contrarios. Tres temporadas después, en la 44-45, volvieron los nuestros a tener un encontronazo con el tal Gojenuri, en Sabadell, donde también expulsó a un granadinista, Melito, y señaló un penalti en contra dejando sin pitar uno a favor muy claro, y además tuvo un lapsus monumental y señaló el final del partido cuando faltaban por jugarse más de diez minutos, costando un mundo hacerle salir de su error.

            Gojenuri era una especie de Guruceta de la época, muy polémico, famoso porque en los partidos por él pitados era muy frecuente que al menos uno de los contendientes no acabara con sus once integrantes sobre el terreno, y también por haber provocado distintos altercados hinchísticos por media España. En varios campos de la Piel de Toro se la tenían jurada y su apellido era usado a gritos como sinónimo de insulto cuando un trencilla perjudicaba a los de casa, tal como sucedió con el mentado Guruceta treinta años después.


La primera alineación de la temporada; empate a dos frente al Castellón con escándalo Gojenuri. Forman: Rey, Lesmes, Millán, Floro y Arencibia; con Mas Ricart, González, Trompi, Fraga y Sierra

Adiós a González hasta la segunda vuelta

            La directiva acordó al día siguiente del partido contra el Castellón elevar una protesta formal a la Federación pidiendo que se abriera una investigación sobre el papel de Gojenuri en Los Cármenes y solicitando que nunca más volviera a dirigir un partido de los rojiblancos. Asimismo, numerosos telegramas de protesta fueron remitidos por las peñas granadinistas y por simples aficionados a título particular.

Como era de esperar, no sirvió de mucho la protesta ante la Federación. Pero lo peor estaba todavía por llegar ya que la víspera del partido de la segunda jornada, que llevó a los nuestros hasta La Coruña, se conoció casi en los mismos vestuarios de Riazor que González, que había viajado con los demás y tenía previsto ser alineado, había sido suspendido por nada más y nada menos que ¡doce! partidos, cosa que equivalía a que ya hasta la segunda vuelta no podría volver a jugar en aquella liga de sólo 26 jornadas. Quedarse sin González toda una vuelta de calendario era una tragedia en este Granada pues con Millán era un seguro atrás y formó una de las mejoras parejas defensivas del fútbol español de la época.

            Recientemente habían sido modificadas las normas federativas en cuestión de sanciones, agravándolas en grado sumo buscando acabar con la excesiva dureza y los malos modos en los estadios. En ese sentido, lo de González fue un primer escarmiento y un mensaje a posibles imitadores. La razón de tan dura sanción, según la nota oficial, fue la de ser expulsado por insolentarse contra la autoridad del árbitro, con el agravante de ser el capitán de su equipo. Lo cierto es que, leyendo las crónicas del partido Granada-Castellón, en ninguna se señala que González fuera expulsado. Por lo visto el detalle se escapó a los cronistas por el follón impresionante que se formó a raíz de la señalización del penalti que Gojenuri pitó erróneamente. Al parecer González al señalarse la pena máxima se había dirigido al trencilla en estos términos: «¿está usted borracho?», y además se negó a marcharse. El Granada fue multado con 1.800 pesetas por el comportamiento de la parroquia, y días después fue también castigado a abonar el coste de la reparación de los daños sufridos por el autobús del Castellón, alcanzado por algunas piedras.

            El Granada remitió sucesivos escritos de súplica a la Federación para que esta reconsiderara la sanción y la rebajara en algo, y hasta Martín Campos viajó a Madrid y se entrevistó con el presidente de la Federación, Muñoz Calero, y con el secretario, Cabot, pero ningún resultado positivo se alcanzó y González cumplió íntegros los doce partidos de suspensión.


González, sancionado con 12 partidos, ya no estará disponible hasta la segunda vuelta

 

 

CALLEJEANDO

 

 

Referéndum de la Ley de Sucesión

            El régimen de Franco no tuvo nada de democrático, no hace falta jurarlo. Para el general eso de que la gente expresara su voluntad política depositando una papeleta en una urna no era sino una nefasta reminiscencia del no menos nefasto liberalismo, causa y origen de todos los males de la nación. Durante la vigencia del franquismo nunca se convocaron unas elecciones libres. Pero cuando le interesó, sobre todo de cara a la imagen exterior del régimen, usó éste de las urnas en forma de referéndums para cuestiones puntuales, aunque sólo en dos ocasiones recurrió a esta fórmula (no fuéramos los españolitos a aficionarnos en exceso a esa funesta práctica) y con un intervalo de veinte años entre uno y otro.

Tampoco existió durante el franquismo una constitución otorgada de forma democrática como norma suprema a la cual debía adaptarse cualquier otra norma de rango inferior. A cambio existieron las llamadas Leyes Fundamentales del Reino, cuyo conjunto representaba una cuasi constitución con la que regir la “democracia orgánica” genuino invento franquista con el que se pretendía dar la imagen de que España bajo Franco no era una dictadura. Fueron un total de siete leyes a las que se sumó ya en la Transición, 1977, una octava -para la Reforma Política- que desde la legalidad liquidó todo lo anterior y abrió la puerta a la democracia real.

La Ley de Sucesión, aprobada por las Cortes el 7 de junio de 1947 y cuyo sometimiento a la ratificación de los españoles mediante referéndum anunciaba reiteradamente la prensa a primeros de julio del mismo año, venía a ser la quinta de esas leyes fundamentales. La Ley del Referéndum Nacional fue la inmediata anterior, la cuarta, de 1945, según la cual se sometería a la decisión de los españoles cualquier asunto importante, así que ésta era la primera ocasión en la que el régimen recurría al ejercicio de la “democracia directa”, como proclamaba la propaganda oficial. Leyes Fundamentales anteriores eran el Fuero del Trabajo (de 1938), la Ley Constitutiva de las Cortes (1942), y el Fuero de los Españoles (1945), que proclamaba formalmente una serie de derechos y libertades: de residencia, de religión, de exposición de pensamiento y de asociación, etc. Pero siempre con sometimiento a las leyes –franquistas, por supuesto, unas leyes muy restrictivas-, es decir, sólo sobre el papel existían tales derechos y libertades. Más tarde completarían este cuerpo legal la Ley de Principios del Movimiento Nacional (1958) y la Ley Orgánica del Estado (1966), que fue aprobada mediante el segundo y último referéndum del franquismo.


No eran tiempos de bromear con estas cosas de la política. Miranda se la juega con este chiste sobre el referéndum de la Ley de Sucesión

 La Ley de Sucesión, que omitía cualquier referencia al nacionalsindicalismo y a la Falange, establecía que España era un estado católico, social y representativo (¿), que se declaraba constituido en reino de acuerdo con su tradición, confirmando la jefatura del estado vitalicia en la persona de Franco, quien se reservaba el derecho a nombrar su sucesor cuando a él le pareciera bien.

Pero no le pareció bien hasta más de veinte años después, luego más que aprobar una ley sucesoria lo que el régimen perseguía era la legitimación jurídica de la victoria bélica de facto y la jefatura del estado perpetua de Franco, sobre todo frente a los que desde el extranjero insistían en que su régimen era una dictadura impuesta sobre los españoles a sangre y fuego.

Desde la aprobación por las Cortes de la Ley de Sucesión venían apareciendo en la prensa a diario comentarios acerca de su próximo sometimiento a la decisión de los españoles en referéndum. El día 1 de julio de 1947 en primera página de Ideal, en un recuadro se lee: «El próximo día 6 de julio debes votar: 1º Porque legalmente es obligatorio. 2º Porque, en el orden moral, no es lícito abstenerse en un asunto que afecte constitucionalmente al porvenir político de la Patria. 3º Porque los enemigos de España querrían que no lo hicieses. Y debes votar «¡Si!». 1º Porque la ley de Sucesión garantiza la estabilidad política de España y que la sangre de un millón de muertos durante la Cruzada no fue estéril. 2º Para proclamar ante el mundo la unión de todos los españoles frente a la intervención extranjera y la voluntad firme de mantener a toda costa nuestra soberanía».

Lo anterior es sólo un ejemplo del empeño de la autoridad en concienciar a la población mediante mensajes directos en forma de recuadros en la prensa afirmando que votar “sí” equivalía a votar contra el comunismo, contra la legislación laica de la II República, contra los enemigos externos, contra las logias del exterior, contra el nefasto liberalismo, causante de todos los males españoles desde la Cortes de Cádiz. Por el contrario, votar “no” sería pisotear las tumbas de los mártires y de los héroes; si votas “no” entregas tu patria a Rusia (Ideal 03/07/47); o Franco o guerra civil; el no en las urnas el 6 de julio puede significar algún día otra vez una España martirizada a merced de los traficantes de la política.

También la Iglesia se sumó a la campaña a favor del Sí mediante pastorales y homilías.

Aparte, las paredes de las ciudades fueron empapeladas literalmente de pasquines con propaganda a favor del voto favorable. Ni que decir tiene que ni un solo anuncio o comentario que propugnara el voto negativo pudo verse en esta mini campaña electoral, ni en la prensa -por supuesto-, ni en forma de publicidad callejera; si alguien se hubiera atrevido a disentir públicamente de la propaganda oficial, inmediatamente habría sido detenido y encarcelado.

Y así llegó por fin el domingo 6 de julio de 1947, día señalado para la consulta. Los colegios permanecían abiertos de 9 de la mañana a 5 de la tarde. Desde febrero de 1936, cuando el Frente Popular ganó las elecciones generales, no había sido convocado el pueblo español a las urnas. Hombres y mujeres mayores de 21 años, esto es, mayores de edad, tenían derecho a voto. Y además de un derecho era una obligación, previéndose sanciones para quienes sin causa justificada no votaran, consistentes en que su nombre sería publicado y sufriría un recargo de un 2 por ciento en la Contribución, y además se consideraría una nota desfavorable en la carrera administrativa de la persona, si es que ésta la tenía, según disponía una ley electoral de 1909.

Por entonces todavía no se había implantado en España la obligatoriedad del DNI, por lo que la mayoría de la población no tenía más medio de identificarse que a través de la cartilla de racionamiento, de carácter individual, así que si ésta no llevaba el sello de haber votado, la persona titular quedaba señalada y su escaso condumio corría el riesgo de desaparecer. Así mismo, a los abstencionistas se les negaba el certificado de buena conducta, tan necesario para numerosos trámites en aquella España de colas interminables ante las ventanillas oficiales.

En prevención de la falta de papel en aquellos años de escaseces extremas, en los periódicos había venido insertándose, previamente a la votación, un modelo de papeleta que podía recortarse del diario y rellenarse con el sí o el no para llevarlo directamente al colegio electoral constituido y depositarlo en la correspondiente urna, resultando válido este método.

En Granada capital, dividida en nueve distritos y 139 mesas, votó ¡el 94%! del censo electoral, que alcanzaba casi los 88.000 votantes. Votaron el 90,6% en la capital y el 97,6% en la provincia, unos resultados muy similares a los obtenidos en el resto del país. Por otra parte, en la capital hubo 4.770 votos a favor del No (menos del 7%), 2.386 votos en blanco y 11.668 abstenciones. Los diarios resaltan en letras grandes que hubo miles de personas que entregaron sus papeletas abiertas sin doblar (se introducía en la urna la papeleta sin sobre) y dieron vivas a España y a Franco; así mismo, fueron también miles las papeletas en las que los electores habían escrito frases tales como «Por Franco, sí» o «Una y mil veces sí», y la anécdota, según refiere Ideal, fueron las cuatro papeletas de votantes a favor del sí donde habían escrito «Soy comunista». No se registró el más mínimo incidente. Total, un rotundo éxito para Franco y para su régimen, aunque no hay que perder de vista que todo se llevó a cabo en un contexto de ausencia total de garantías de los derechos fundamentales y del propio proceso electoral (legislación, campaña, censo, recuento).


Papeleta publicada en Ideal que podía recortarse y servía para la votación


La guerrilla que no cesa

            Los Quero ya habían sido eliminados y otras partidas, como la de Yatero, se habían disuelto, pero ni mucho menos estaba zanjada la muy preocupante cuestión del maquis provincial. A últimos de julio de 1947 ocurrió otro grave suceso con derramamiento de sangre en el que se vieron implicados varios bandoleros, como son nombrados por la prensa. En Motril, cortijo de los Maldonados, donde se refugiaban, en un tiroteo con la fuerza pública caían abatidos los guerrilleros Serafín Lorenzo Cara (a) Serafín el de Cástaras y Francisco el de la Haza del Trigo, de la partida de El Polopero; también los guardias civiles José Rodríguez y el teniente de la Benemérita Francisco Morales Rodríguez, de 29 años y natural de Molvízar. Éste último fue trasladado aún con vida al Hospital Militar, pero sus heridas eran muy graves y murió a las pocas horas.

            Desde el asesinato del coronel Miláns del Bosch, llevado a cabo por el Clares y los suyos, y una vez desaparecidas las bandas de los Quero y del Yatero, era la aniquilación de la partida del Clares lo que centraba los esfuerzos policiales. Frente a años pasados, ahora los periódicos sí suelen comentar con más detalle las operaciones de lucha contra los empecinados granadinos, sobre todo cuando los resultados son favorables a las fuerzas del orden, y así en los meses siguientes suelen abundar las noticias de detenciones, tiroteos y muertes. Y a finales de noviembre da cuenta la prensa local de la muerte en enfrentamiento con la Policía Armada y la Guardia Civil del Clares (Rafael Castillo Clares) y del Medina (Vicente Medina, aunque en algunos de los trabajos sobre la guerrilla granadina antifranquista se da el nombre de Jesús Medina Jiménez), así como del teniente de la policía Manuel García Espinosa, hijo del decano de la Facultad de Farmacia, José García Vélez. Ideal del día siguiente aclara que el tiroteo fue en la Lancha de Cenes y en el mismo murieron el Clares, otros dos bandoleros y tres mujeres que les acompañaban y que también se enfrentaron a la fuerza pública.

            Sabemos, por la abundante literatura sobre la cuestión, que hubo un primer tiroteo, en Cenes, donde la partida del Clares, de Güéjar-Sierra, había sido cercada, y tras un intenso y prolongado intercambio de disparos algunos de los que la formaban se habían abierto paso a base de lanzar bombas de mano que causaron abundantes bajas entre los cercadores, pero en el tiroteo cayó el Medina, no así el Clares, cosa que ocurrió a los pocos días y en otra refriega en lugar distinto aunque cercano, en la Lancha de Cenes, donde también habrían muerto la amante del Clares, Asunción González Toro (a) Catalina y tres personas más, además de resultar heridos al menos cinco de los agentes del orden intervinientes en la acción.


El teniente de la Policía Armada Manuel García Espinosa, muerto en enfrentamiento con la partida de los Clares


El propietario no es responsable

            Hasta 1971 aproximadamente existió en la calle Gran Capitán, un poco más abajo de donde hoy está el ambulatorio de la Seguridad Social, a la altura del ensanche que en esa vía granadina forma una especie de placeta, pero en la acera opuesta, existió -digo- un palacete muy peculiar construido a principios del siglo XX. Es una zona céntrica hoy, pero por entonces estaba en las afueras de Granada. Aquel área, como otras muchas de la ciudad, fue destrozada por la especulación salvaje característica del tardofranquismo y del desarrollismo más cateto que imaginarse pueda, que en Granada gozó de carta blanca y campó a sus anchas, causando grandísimos estropicios arquitectónicos. Así, del palacete no queda nada, en su lugar se levanta un adocenado y mamotrético bloque-colmena de pisos, una construcción igualita igualita a las que pueda uno encontrar en cualquier ciudad. 

            A partir de la segunda mitad de la década de los 40, más que el valor estético o artístico del palacete, lo que llamaba la atención de quienes pasaban por su puerta era el azulejo que lucía en su frontal con la siguiente leyenda: «De esta fachada no es responsable el actual propietario». El personal transeúnte que leía el mensaje solía preguntarse a santo de qué estaba el mosaico de marras en aquel lugar y qué habría querido decir exactamente la persona que mandó la fijación del letrero. Unos, echándole imaginación a la cosa, decían que era porque por las noches, noches oscuras como boca de lobo en la Granada de las restricciones eléctricas, bailaban en sus muros las sombras de los espíritus de los enterrados en aquel sitio, antiguo cementerio del cercano monasterio de San Jerónimo; otros decían que era por razón de pagar menos impuestos, y también oyó uno decir que era para prevenir posibles responsabilidades de accidentes por desprendimientos.

            Pero en realidad la única razón era que a su propietario, que acababa de adquirir la casa y se había instalado allí con su familia mediado el año 1947, el aspecto exterior de su nueva vivienda no le gustaba nada, y ordenó que se fijara el mensaje. Esa persona, el nuevo propietario de la casa en cuestión, no era otro que Ramón Contreras y Pérez de Herrasti, jefe del tradicionalismo penibético, que acababa de mudarse desde su Palacio de las Columnas (o de los Condes de Luque) en la calle Puentezuelas, al ser éste vendido a la Universidad para que poco después se instalara allí la Facultad de Filosofía y Letras. Para el gusto aristocrático del prócer granadino, como él mismo manifestó en entrevista a Ideal, el contraste con su antigua residencia era grandísimo: «Acostumbrado a aquella arquitectura, esta fachada me desagradó mucho… Primeramente pensé reformarla por completo; pero luego lo pensé mejor y decidí poner la lápida.» Así que nada de fantasmas o motivos crematísticos, lo que movió a don Ramón a hacer lo que hizo fueron razones estéticas y de puro prestigio social. ¿Qué cosa chocante es eso del modernismo para un tradicionalista?


Azulejo en la fachada de la casa de la calle Gran Capitán nº 10. Foto bajada de El Independiente de Granada

Los Pérez de Herrasti constituyen una familia de próceres granadinos cuya estirpe tiene como inicio el mismo momento de la conquista de Granada por los Reyes Católicos, quienes premiaron a sus huestes con grandes posesiones de tierras, entre ellos al caballero Domingo Pérez de Herrasti, y así en la zona de Iznalloz el pueblo Domingo Pérez lleva ese nombre por levantarse en sus antiguos predios. Por otro lado, Andrés Pérez de Herrasti y Pulgar es considerado el héroe de la defensa de Ciudad Rodrigo frente a la francesada en 1811, y en su honor la calle Arandas, donde nació y tenía su residencia en el palacio dieciochesco allí existente (hoy colegio mayor femenino), durante algo más de un siglo (hasta 1932) llevó su nombre. Además, el Ayuntamiento llegó a aprobar un monumento, que finalmente no se hizo, que se levantaría en el centro de la plaza del Carmen en memoria de los héroes granadinos de la Guerra de la Independencia en el que se recordaría a este Pérez Herrasti junto al alcalde Caridad de Otívar, el alcalde carbonero de La Peza y el defensor de Gerona, Álvarez de Castro.

Además del Palacio de las Columnas, actual facultad de Traductores, otro palacio, el de los Marqueses de Cartagena, al final de la Cuesta de Gomérez, pegado a la Puerta de las Granadas, también perteneció a la familia Pérez de Herrasti.

En la misma entrevista de Ideal, Ramón Contreras dice que “lo de las patadas”, el fútbol, sólo le produce indiferencia, sin embargo, sigue con interés y está al día en las noticias que atañen a dos equipos: el Granada CF y el Osasuna, éste segundo porque dice que, como carlista confeso, es suscriptor del diario El Pensamiento Navarro. Don Ramón añade que nunca ha asistido a un partido de fútbol. Pero como otros varios cientos de granadinos nada futboleros, en su día, 1934 (esto ya no lo dice en la entrevista), aportó sus buenos veinte duros a cambio de aquellos bonos reintegrables (que nunca se reintegraron y lo fueron a fondo perdido) que Matías Fernández-Fígares puso en circulación para con lo recaudado financiar la construcción del estadio de Los Cármenes.

Recientemente y gracias a un artículo publicado en El Independiente de Granada con la firma de Gabriel Pozo Felguera, titulado “La tercera muerte del padre del Modernismo arquitectónico en Granada”, hemos conocido más detalles de la casa de la calle Gran Capitán nº 10. El palacete tuvo como autor al arquitecto modernista Juan Jordana Montserrat, sobrino de otro ilustre arquitecto como es Juan Montserrat y Vergés. A ambos se debe gran parte de las construcciones singulares de la Gran Vía y otras muchas obras repartidas por la provincia. Según Pozo Felguera, el hotelito de Gran Capitán 10 es (era) el edificio cumbre del modernismo granadino y data de 1903, y su primer propietario fue el constructor Miguel Serrano Martínez. En su día fue lo más “in”, pero pasados los años y con el inevitable cambio de gustos y tendencias, sobre todo tras la Guerra Civil, ese tipo de edificaciones estaban muy lejos de los cánones estéticos de la “España Imperial”, de ahí que su nuevo propietario a partir de 1947 hiciera fijar el azulejo famoso.

            Nosotros ni entramos ni salimos en la cuestión de si el palacete era de gran valor artístico o carecía de él (entre otras cosas porque nos falta formación y criterio en estas cuestiones). Posiblemente la casa del letrero de la calle Gran Capitán no era ninguna maravilla arquitectónica, pero de lo que no cabe duda es de que siempre sería preferible haber conservado este tipo de edificios y no macizar la ciudad con feos bloques de pisos en serie, de forma que al pasar por allí uno ya no sabe si está en Granada o en Ponferrada.


El palacete modernista de Gran Capitán 10. Foto bajada de El Independiente de Granada

lunes, 4 de octubre de 2021

FIN DE UNA TEMPORADA ANODINA

 Floro recayó en Bardín y tuvo que sustituirlo Galvany
 

Goleada en Bardín con portero improvisado

Jugadas 24 jornadas de la liga de segunda 46-47, a un Granada a salvo de sustos por abajo, pero sin aspiraciones por arriba, ya sólo le quedaba jugar en Alicante frente al Hércules y recibir al Málaga. El Hércules era también uno de los gallitos de la categoría, se encontraba empatado a puntos con la R. Sociedad en lucha estrecha ambos por hacerse con el único puesto de promoción de ascenso (el tercero).

En la semana previa a viajar a Alicante hubo relevo en el puesto de masajista, que dejó Manolo Ibáñez y le sustituyó el sevillano José Fernández Bravo, Fernández, ex futbolista que había pertenecido a nuestro equipo de 1939 a 1942.

Para el partido de Alicante el primer problema fue la ausencia de porteros al estar lesionados tanto Floro como Casafont, aunque finalmente se recuperó el primero. En la delantera Morales se cayó de la convocatoria y el míster Conde hizo su cuarta prueba en el eje del ataque, recurriendo al granadino Manolo Almagro, de 17 años, quien debutaba en partido oficial tras ser fichado hacía ya algunos meses, y aunque jugó en un puesto poco habitual fue de lo poco salvable de un mal Granada en el campo de Bardín. La primera parte Floro ocupó la portería rojiblanca, pero dejó claro que no estaba totalmente recuperado y así el primer disparo a portería de los blanquiazules, balón nada difícil se puede leer en la prensa, se convirtió en el 1-0 en el primer minuto. La segunda parte entera la jugó el Granada con sólo diez y con Galvany bajo palos; hasta esta temporada, siempre que ocurría algo similar y había que prescindir del portero, el designado para colocarse el jersey solía ser González, pero ahora le tocó a Galvany, a quien le hicieron la mitad de los goles en contra del Granada en Bardín. Según las crónicas, no tuvo el Hércules adversario en el Granada, al que venció concluyentemente 4-0. La derrota descolgó a los nuestros hasta el puesto noveno pero sin que esto inquietara nada ya que desde la semana anterior estaban los rojiblancos a salvo de cualquier peligro.

 

Victoria ante el eterno rival para cerrar la liga. Dimisión de la directiva y del entrenador

La segunda temporada tras el descenso de 1945 en general se puede decir que resultó bastante anodina, con un equipo que estuvo toda la liga en los puestos medios de la clasificación y viendo de lejos los de ascenso. Al principio las asistencias a Los Cármenes eran buenas, pero fueron disminuyendo paulatinamente conforme avanzaba la temporada y el juego de los rojiblancos cada vez ofrecía menos alicientes. Pero de todas formas, al granadinismo pilló de sorpresa la presentación de su dimisión por toda la directiva dos días antes de liquidar la liga con la visita en la última jornada del Málaga. El motivo alegado para dar este paso fue que lo hacían en solidaridad con Paco Cristiá, eterno secretario rojiblanco y delegado, quien acababa de ser suspendido en sus funciones por la Federación hasta final de temporada en base al informe presentado por el presidente del Colegio Nacional de Árbitros, Álvarez Corriols, en el que se decía que en el partido Granada-Alcoyano fue Cristiá el inductor de los incidentes de público.

También presentó su dimisión el entrenador Antonio Conde, pero éste lo hizo en diferido, es decir, para después del partido contra el Málaga. Como una vez terminada la liga quedaba la copa, fue designado Pepe Millán como entrenador-jugador.

En la última jornada de la liga 46-47, la 26, el Granada venció al eterno rival 4-2 en el que quizás fue el mejor partido de la temporada según las crónicas locales. Los rojiblancos realizaron una primera parte plena de fútbol y apabullaron a su rival que al descanso perdía 4-0, pero en la segunda bajó muchísimo la intensidad y acortaron distancias los malacitanos. Lo mejor fue el debut ante su público de Almagro, «una revelación, domina como nadie el balón y prodiga el disparo», dice Seudónimo en La Prensa, y se extraña de que su debut no se haya producido antes pues fue de largo el mejor de los rojiblancos y anotó dos de los goles. En esta ocasión jugó Almagro de interior izquierdo porque Conde ensayó otro futbolista en la punta de ataque (ya el quinto), Sosa, aunque el canario ya había actuado muchas veces de ariete en otras temporadas. Se lamentan los periodistas locales de que el equipo haya dado su mejor partido de la temporada precisamente cuando ha recurrido a una alineación en la que, salvo dos puestos (Sánchez y Parra), que fueron justamente los que más flojearon, todos los demás (a excepción del debutante Almagro) eran veteranos con muchas temporadas de rojiblanco, con un espléndido Trompi que volvió a ser el de sus grandes tardes, y es que, concluyen, no ha habido suerte con los fichajes.

Los Cármenes registró una buena entrada al tratarse del eterno rival, que vino acompañado de algunos cientos de malagueños desplazados en tren botijo. Los rivales no se veían la cara en liga desde hacía seis años, pero sin duda restó público el hecho de ser el último partido de la liga y estar todo decidido para ambos contendientes, sin nada que ventilar ni por arriba ni por abajo. No hubo el menor incidente entre aficiones contrarias como venía siendo norma los últimos años. La victoria dejó al Granada definitivamente clasificado séptimo, con 25 puntos y un negativo.


Escenas del último partido de la liga 46-47, Granada-Málaga

Eliminación en Copa ante el Celta

Terminada la liga a mediados de abril, tocaba jugar la Copa del Generalísimo, con la ida en Los Cármenes justo al domingo siguiente del partido frente al Málaga. La suerte quiso que el rival designado fuera el Celta, de primera, categoría que ocupaba desde hacía dos años, desde que se la arrebatara al Granada en promoción. Ése era precisamente el tiempo que llevaban sin verse las caras granadinos y celtiñas ya que la última vez que se enfrentaron fue en aquel partido en el Metropolitano que supuso el primer descenso de la historia rojiblanca. Venía el Celta de completar una temporada en la que terminó noveno (de 14), aunque esa plaza era provisional porque aún tenía pendiente su partido contra el Sabadell. Como su última cita liguera había sido en Sevilla, no regresaron a Galicia sino que se quedaron en Antequera hasta el día del partido en Granada, previo amistoso en Huelva. Su entrenador era el divino Ricardo Zamora y contaba con futbolistas como Gabriel Alonso, después y muchos años defensa del Madrid y de la selección, más Miguel Muñoz y Pahíño, quienes también pasaron al Madrid poco tiempo después y fueron internacionales, futuros granadinistas como entrenador y jugador respectivamente.

Conde hizo efectiva su dimisión diferida nada más terminar la liga, por lo que los entrenamientos pasaron a ser dirigidos por Millán. La directiva, también dimisionaria permaneció no obstante en sus puestos hasta tanto se celebrara la preceptiva asamblea de socios. Esos mismos directivos dimitidos se enfrentaron a un primer problema como fue el de que el domingo 20 de abril por la tarde estaba señalada la celebración del partido Granada-Celta pero también, a las cinco y media, una novillada en la plaza del Triunfo de inauguración de temporada taurina, con Manolo González, Juanito Bienvenida y Chávez Flores. Finalmente lograron ponerse de acuerdo y fijaron como hora de comienzo del Granada-Celta las tres y media de la tarde.

En el partido de ida de copa en Los Cármenes los visitantes hicieron valer su condición de primerdivisionistas y se impusieron por un gol a cero. Jugó Millán, a pesar de llevar varias semanas arrastrando una lesión. También repitió Sosa como delantero centro y volvió a alinearse Almagro, pero el Celta, con una defensa muy eficaz, fue superior. La prensa local, aunque señala al árbitro Caballero como influyente en el resultado al no ver un claro penalti de los gallegos, daba ya la eliminatoria como virtualmente perdida.

Al domingo siguiente, 27 de abril, en Balaídos, se acabó la copa para el Granada al salir fuertemente derrotado 5-2.

Casi a la misma hora, pero en Granada, en Pinos-Genil, un camión de Educación y Descanso cargado de montañeros, de los que muchos de ellos venían de competir en una prueba de esquí en sierra Nevada (uno de los heridos era Demetrio Spínola, ganador del Descenso del Veleta), sufrió un accidente por vuelco del que resultó una persona muerta y más de veinte heridos.

En Vigo el Granada, según las crónicas, no dio mala imagen a pesar del resultado y logró empatar el tanteo en dos ocasiones, pero evidenció que no tenía remate mientras que los celtistas contaban arriba con mucha calidad y dos goles de Pahíño pusieron suficiente margen. Esas crónicas destacan el papel de Trompi y también, aunque en sentido contrario, el de Casafont, quien pudo haber evitado al menos dos de los goles gallegos, dicen.


Almagro y Rivera, dos jóvenes canteranos promocionados esta temporada al primer equipo


Copa Primavera

Terminada la temporada para el Granada a finales de abril, quedaban todavía dos meses para finiquitarla totalmente, por lo que enseguida se contrató un amistoso al domingo siguiente de jugar en Vigo, en Huelva, por entonces en tercera. Una derrota 3-1 fue el resultado. Al poco el Granada aceptó jugar la llamada Copa Primavera, un torneo en forma de liga organizado por la Federación Sur en el que podía participar voluntariamente cualquier equipo andaluz de las tres primeras categorías, como ocurría en los desaparecidos campeonatos regionales de antaño, pero sólo el Huelva, el Cádiz (ambos de tercera) y el Córdoba, de segunda, además del Granada, se inscribieron de inicio, y después se sumaron el Málaga y el Betis al ser eliminados de la copa, también ambos de segunda, aunque el Betis acababa de descender a tercera. El Sevilla, el único andaluz de primera, no quiso disputar este trofeo regional. El premio era una copa donada por la directiva del Recreativo de Huelva.

El debut del Granada en esta competición casera fue en Córdoba, de donde nos vinimos con un 3-0 en contra, es decir, por el momento el Córdoba le había hecho nueve goles a los rojiblancos por ninguno de éstos en los tres partidos disputados frente a los cordobeses en esta misma temporada; era la tercera vez que el Granada se enfrentaba a los cordobeses en la 46-47 y en las tres ocasiones salía derrotado, y todo a pesar de que en la liga recién terminada el Córdoba acabó por detrás de los nuestros. En El Arcángel los rojiblancos no jugaron un mal partido según las crónicas, pero, una vez más y como fue norma en esta temporada, se mostraron nulos de cara a la portería contraria.

El segundo partido de la Copa Primavera fue para los rojiblancos en Los Cármenes y con el Málaga como rival, y se jugó en uno de esos jueves que antiguamente relucían más que el sol, el de la Ascensión, día de fiesta en todo el territorio nacional. Empate a un gol fue el resultado. Como ya se ha dicho en otro apartado, toda la temporada fue para el Granada un continuo ensayo en la punta del ataque dado que los jugadores fichados para esa demarcación (Morales y Escobar) no lograron convencer primero a Conde y después a Millán. Así, en este partido frente al Málaga hubo la sexta prueba de la temporada en el puesto de ariete y el propio Millán ocupó la demarcación y estuvo voluntarioso, pero poco más, según Fernández de Burgos. Fue un partido jugado con mucho ardor por unos y otros en el que casi se llegó a lo violento y también con muy poco acierto hasta el punto de que tanto González como Sierra desperdiciaron sendos penaltis lanzando el balón muy desviado de la puerta. Almagro, convertido en titular desde el final de la liga, consiguió el único gol rojiblanco y el Granada una vez más se mostró inoperante de cara al gol.

A la tercera jornada del campeonato andaluz llegó la primera victoria rojiblanca, 4-1 al Betis, nuevamente en Los Cármenes al domingo siguiente al partido frente al Málaga. Hubo una enésima probatura en el puesto de 9, en esta ocasión le tocó a Mendoza, quien estuvo algo mejor que sus predecesores, pero también sin remate. El Betis no fue rival para el Granada que pudo marcar algún gol más. Los sevillanos acababan de dar inicio a la época más negra de su historia ya que acaban de perder la categoría y les esperaba un infierno de siete años seguidos sin pisar la segunda división. Poquísimo personal acudió a ver el choque, y es que esta competición regional apenas interesaba.


Partido Granada-Málaga de la Copa Primavera

La cuarta jornada de la Copa Primavera fue un empate a dos tantos en el campo del Huelva, con lo que situó nuestro equipo en el tercer puesto de la clasificación. En la quinta jornada y última de la primera vuelta el Granada goleó 5-2 al Cádiz, de tercera, el más flojo de los participantes. Debutó en el puesto de extremo derecho el joven granadino Rivera, recién incorporado desde el conjunto de Educación y Descanso, un equipo que acababa de completar un buen campeonato amateur y cuyos integrantes, como el propio Rivera, pasaron casi en bloque pocos meses después a integrar el recién constituido filial Recreativo de Granada.

El jueves 6 de junio, día grande de las fiestas del Corpus en Granada, por fin (a la cuarta) pudieron los rojiblancos derrotar al Córdoba esta temporada venciéndolo 3-1 en Los Cármenes, en el primer partido de la segunda vuelta de esta competición de escaso tirón denominada Copa Primavera. Con el Córdoba venía el recordado Camilo Liz, recién fichado del Cádiz, apurando sus últimos años como profesional del fútbol. Liz formó en el mejor quinteto atacante del Granada en toda su historia, el que formaban Marín, Trompi, César, Bachiller y Liz. Al domingo siguiente tocó visitar La Rosaleda y de allí se trajeron los rojiblancos un empate a dos goles.

Continuó para el Granada esta competición regional andaluza con un desplazamiento del equipo a Sevilla, para jugar, ya en la octava jornada, contra el descendido a tercera como colista Betis, donde los rojiblancos, desmotivados y apáticos dieron una lamentable imagen y salieron goleados 5-0.

Este campeonato semi-oficial organizado por la Federación Sur, si poco había interesado a los aficionados de primeras, a las alturas de mediados de junio con los calores ya era meramente testimonial la presencia de hinchas en los partidos. Así en el campo del Betis apenas hubo un puñado de personas presenciando el partido. Tampoco parecía importar nada a la prensa granadina ya que en Ideal apenas le dedican espacio durante las jornadas previas y las crónicas de los partidos a domicilio se despachan en cuatro líneas. Además, justo cuando los rojiblancos caían apalizados en Sevilla, en Granada era recibida en loor de multitudes Eva Perón, luego los `plumillas locales tenían tema de conversación en abundancia como para reparar en una competición doméstica. Días después de haberse marchado la primera dama argentina publicaba Ideal un corto comentario del partido en Heliópolis en el que dice que los rojiblancos actuaron sin energías y con sensación de agotamiento, pero que el colegiado les anuló injustamente dos tantos. En la misma página de Ideal se da noticia de la muerte tras una larga enfermedad en su pueblo malagueño de Calderón, aquel delantero centro recreativista muy goleador del Once Fantasma de los años de la República.

El día 22 de junio, con poquísimo personal en las gradas y bajo un calor achicharrante, se jugó la última jornada de la Copa Primavera en Granada y penúltima de esta poco interesante competición regional menor. El Granada derrotó en Los Cármenes al Huelva 2-0. Esta vez los periódicos locales sí le dedican al encuentro algo más de espacio y una crónica más amplia; lo que no mejoró para nada, según esas crónicas, fue el juego de los rojiblancos, pésimo según La Prensa, a pesar de la victoria. El mejor rojiblanco fue el canterano Rivera, alineado por segunda vez en este trofeo.

La competición andaluza terminó por fin el 29 de junio, y con ella la temporada futbolera de los rojiblancos, y lo hizo para el Granada con una derrota 5-3 a domicilio, en el campo del tercera Cádiz, adonde viajaron los nuestros con un equipo de circunstancias que hubo que improvisar como se pudo y en el que estuvieron ausentes por lesión tanto Millán como González, cuyo puesto lo ocupó Sierra, dando entrada en la media a Escobar, que había venido siempre actuando como delantero centro. El Granada quedó finalmente tercero en este trofeo y el título fue para el Málaga.

Las desiertas gradas de Heliópolis dan testimonio del escaso interés que levanta la Copa Primavera. En la imagen uno de los cinco goles encajados por Casafont frente al Betis

Vuelve a la presidencia Ricardo Martín Campos

Dimitida la directiva de López Font, aunque había quedado en funciones hasta encontrar sustituto, ya desde la previa de los partidos de Copa se venía hablando de que, por parte de la Federación Sur y su presidente Antonio Leal Castaño, se había ofrecido la presidencia vacante del club a Ricardo Martín Campos. Fue una noticia que cayó muy bien entre los aficionados pues esos apellidos siempre se asociaron en Granada a la mejor época del club rojiblanco hasta ese momento, y nadie olvidaba que fue este presidente el que lo ascendió a primera.

Ya en mayo, Ideal publicaba que Martín Campos acababa de regresar después de varias semanas en Madrid, donde había recibido de directivos de la Federación Nacional el encargo de ponerse al frente del Granada, habiendo también obtenido autorización para la creación de un equipo filial independiente del club principal. Pero pasaban las semanas y el club seguía sin nueva directiva porque parece ser que Martín Campos quería que una asamblea lo ratificara en su cargo, pero en la Federación Sur decían que el presidente lo designaba este organismo sin necesidad de más trámite. Y es que no eran tiempos de prácticas democráticas de ningún tipo, ni aun en el seno de un club deportivo. No obstante, como se verá, Martín Campos se saldrá con la suya.

La cosa quedó parada más de un mes y no se volvió a hablar de ello hasta la segunda mitad del mes de junio de 1947. Una junta consultiva integrada por los ex presidentes y algunos socios fundadores fue constituida ex profeso y dicha junta se encargó de convocar asamblea de socios. La junta consultiva la componían Manuel Montero, Manuel López Font, Ricardo Martín Campos, Antonio Becerra Entrambasaguas, Juan Diego López de Haro, Francisco Cristiá, Miguel Olalla y José Carmona Ros, este último como delegado en Granada de la Federación Sur. La comisión acordó convocar asamblea para el sábado 28 de junio a las once de la noche en los salones del Liceo, pudiendo asistir todos los socios que estuvieran al día en el pago de cuotas.


Chiste de Miranda en Ideal sobre la vuelta de Ricardo Martín Campos

Así, por fin el día señalado para la asamblea general tuvo el Granada nuevo presidente y éste fue el que había sonado en primera instancia, Ricardo Martín Campos, proclamado por aclamación unánime de los presentes. A la reunión acudieron más de cuatrocientos socios. En ella se puso de manifiesto por el presidente dimisionario, López Font, que la situación del club era preocupante pero no desesperada pues, si bien se calculaba una deuda global de 660.000 pesetas, la propiedad de Los Cármenes constituía una garantía. En esa deuda se incluyen 55.000 que se deben a los herederos de García Ruiz por la compra de los terrenos que ocupa Los Cármenes; también 40.000 a los herederos de Fernández-Fígares, por la construcción del estadio; la partida más abultada es de 195.000 pesetas por una póliza del Banco de España. En caja había en esos momentos 6.741 ptas. pero estaban ya comprometidas porque al día siguiente viajaba el equipo a Cádiz para jugar el último partido de la Copa Primavera.

Martín Campos tomó la palabra y dijo que no había crisis de hombres ni de dinero, la única crisis en el seno del club –dijo- era de entusiasmo, y que las soluciones tendrían que salir de los socios, con una cooperación eficaz y activa. Propuso a continuación Martín Campos, tomando como modelo lo ocurrido recientemente en Vigo, comenzar una suscripción popular creando una categoría de abonados comerciales, buscando el apoyo del comercio local. Otra solución posible pasaría por ampliar el campo de Los Cármenes para de esa manera abaratar el coste de las entradas, y también adquirir un autobús porque los desplazamientos son difíciles y muy costosos. En el terreno deportivo la propuesta estrella fue la de la creación de un equipo filial para acomodar a los jugadores reservas y aficionados y que sirva para tener en todo momento jugadores en forma y al mismo tiempo fomentar la cantera.

También en esta asamblea se puso de manifiesto la situación de la plantilla. Tenían contrato en vigor: Floro, Millán, Sierra, Morales Mendoza, Sánchez, Mas y Lesmes, si bien éste con el contrato en suspenso por haber estado toda la temporada cumpliendo el servicio militar. Retenidos: Casafont, González, Rey, Sosa, Galvany, Trompi y Escobar. Quedan en libertad: Moleón más los cedidos: Parra, Mendi y Sánchez Vigo, que vuelven a sus clubes de origen. Junto a todos estos, también son futbolistas del Granada, pero con ficha amateur: Almagro, Díaz Cara, Rivera, Álvarez y Delgado.


Ricardo Martín Campos en su época de concejal junto al alcalde Antonio Gallego Burín


 

CALLEJEANDO

 

 

Fabulosas herencias

            Desde hacía algo más de un año venían los periódicos locales y nacionales hablando de forma ocasional de la que se llamó Herencia del virrey Bonet, aunque la cosa al parecer venía dando que hablar desde más de veinte años atrás. Según podía leerse, todo aquel que se apellidase Bonet tendría derecho a reclamar una parte alícuota de la inmensa fortuna amasada por el aventurero catalán Claudio (o Gabriel) Bonet Vidal, natural del pueblo tarraconense de La Senia, aunque otros varios pueblos valencianos y catalanes se disputaban ser el lugar de su nacimiento. Este Bonet, convertido vía matrimonio en virrey de Madagascar, lo que le habría permitido reunir un descomunal patrimonio de 1.500 millones de libras esterlinas depositado en el Banco de Londres, habría dispuesto por testamento a finales del siglo XVIII que su inmensa fortuna no pasara a sus herederos forzosos hasta la cuarta generación desde su muerte, esto es, 140 años después, en venganza porque sus contemporáneos no lo habían tomado en serio en su día. Y resultaba que esa cuarta generación era la actual en esos momentos al cumplirse el plazo dado, así que todo aquel que se apellidara Bonet o demostrara ser descendiente de algún Bonet podía reclamar su parte en la herencia.

            La historia tenía mucho más de fantasía que de cosa real, no obstante, llegó a formarse una asociación de personas apellidadas Bonet para luchar por sus derechos hereditarios y el asunto estuvo coleando hasta muchos años después sin que se desanimaran los asociados pese a que en consultas a bancos ingleses éstos negaran la existencia del famoso testamento y la de la propia fabulosa fortuna del virrey.

            En una versión más de andar por casa, Ideal de 11 de febrero de 1947 publica en primera página lo siguiente: «Varias familias granadinas esperan otra famosa herencia, como la de los Bonet» «La fortuna que dejó el general Urquiza y aún está en espera de los herederos, se calcula en 500 millones de pesos». Según la noticia, ésta más modesta herencia afectaría a familias de Motril, Dúrcal, Lentejí y Granada, apellidadas Urquiza, descendientes del general argentino Justo José Urquiza.

La herencia, valorada en 500 millones de pesos argentinos, consiste en muchas hectáreas de tierra en La Pampa y más de un millón de cabezas de ganado. Según cuenta Ideal, un matrimonio guipuzcoano habría emigrado a Uruguay a finales del siglo XVIII, donde habría tenido como descendencia al que después sería general y presidente de Argentina, pero ese matrimonio habría dejado dos hijos en España, uno de los cuales se asentó en Andalucía, y éste sería el tronco del cual descenderían los potenciales herederos granadinos. Un abogado se ha dirigido a los posibles descendientes del general Urquiza y ha comenzado el acopio de documentos oficiales que prueben la descendencia directa ante el gobierno de Argentina, quien guarda en depósito la fortuna del general Urquiza al no tener otros herederos conocidos, termina la noticia.

            Se trata de una versión a la penibética de casi la misma historia de los Bonet. Y tal como aquella, tiene muy pocos visos de ser algo distinto a pura fantasía. El general Justo José Urquiza, toda una gloria nacional argentina decimonónica que rellena varias páginas de la no muy extensa historia de aquel país, según puede leerse en las varias biografías que hay disponibles en la Red, tuvo a lo largo de su vida más de veinte hijos, entre legítimos, naturales y presuntos, por lo que es de suponer que parientes reivindicativos de una sustanciosa herencia nunca le faltaron. Por otra parte, en ninguna de sus biografías se señala la existencia de dos hermanos dejados en la madre patria por sus progenitores antes de embarcarse hacia las Américas.

            La cosa dio en su momento bastante que hablar y durante algún tiempo ocupó metros cuadrados de papel prensa, como la noticia que aparece en primera página de Ideal un mes después de destaparse el asunto. Según se informa, la fortuna del general Urquiza que presuntamente debían heredar sus parientes granadinos llegaba hasta los dos mil millones de rubias pesetas, y una comisión de estos presuntos herederos, unas 150 personas cuya mayor parte reside en el Valle de Lecrín, encabezada por el abogado que lleva la cuestión, Francisco Retamar Pizarro, ha estado recientemente en Madrid para hacer gestiones en centros oficiales y diplomáticos.

            En años venideros saltarán también a las noticias otros apellidos de otros presuntos “tíos de América” muertos sin descendencia y dejando increíbles fortunas a la busca de herederos en la madre patria. Pero lo cierto es que nadie conoce a alguien que por esta vía llegara a embolsarse ni un maravedí.


El bluf de la herencia del virrey Bonet

Último episodio de los Quero

            Ideal de 24 de mayo de 1947 publica en primera página, en un diminuto recuadro, que dos días antes, perseguidos por la policía, tres bandidos se habían refugiado en una casa del Camino de Ronda, a la salida del Callejón de Gracia. El inmueble, de tres pisos y doce viviendas pudo ser desalojado de los inquilinos que en él habitaban. Sigue la noticia de Ideal informando que en la mañana del día anterior había sido retirado de los bajos del edificio el cadáver de uno de los sitiados, del que se dice que tuvo participación en la muerte de Indalecio Romero de la Cruz. En el momento de dar esta información sigue el asedio de las fuerzas del orden a la casa, completamente rodeada.

Eso es todo cuanto se puede obtener en Ideal sobre el importante suceso porque el ejemplar del día siguiente en su hemeroteca, 25 de mayo, aparece mutilado en su primera página, de la que sólo se conserva un mínimo girón, y en las páginas interiores nada se comenta acerca del hecho.

No obstante, hay abundante literatura sobre las andanzas de los Quero y podemos reconstruir lo ocurrido. Un suceso que conmocionó a toda la ciudad por ocurrir a la vista de no pocas personas y ser por eso tan espectacular como el de un año antes, cuando cayó abatido Paco Quero tras una persecución y tiroteo por el centro de Granada.

            Desde la muerte de Francisco Quero y el Palomica, la partida de los Quero había quedado reducida a su mínima expresión y la integraban sólo Antonio Quero, el único con vida de los cuatro hermanos que la lideraron, más el Catalán, el Chato Borrego de Dólar y el Comandante Villa. Otro miembro que fue de la partida, el Pajarillo, se había entregado hacía un año. Excepto el último, el Comandante Villa, incorporado recientemente, los otros eran los tres bandoleros asediados en la casa de Camino de Ronda a que se refiere Ideal.

Según el libro de Julio Aróstegui y Jorge Marco, El último frente, los tres de la partida se habían refugiado en el inmueble de Camino de Ronda 73, adonde dos delatores condujeron a las fuerzas del orden el 22 de mayo de 1947. El despliegue policial fue sonado. Policía, Guardia Civil, soldados y hasta un helicóptero se emplearon en la operación. El primero en morir, el mismo día 22, fue Antonio Ibáñez Huete (el Chato Borrego de Dólar), al intentar escapar lanzándose desde el segundo piso en que se hallaban sitiados envuelto en un colchón (es el cadáver en los bajos del edificio a que se refiere la noticia de Ideal), quien al aterrizar fue acribillado por los sitiadores. Le siguió al día siguiente José Mérida Robles (Catalán), que moriría por los disparos de Antonio Quero, su primo, cuando intentaba entregarse. Antonio Quero ya por completo en solitario, continuó resistiendo casi un día más y los que lo rodeaban hicieron venir a su padre, Francisco, y a su hermana embarazada, Matilde, para que lo convencieran de entregarse, pero en cuanto éstos se retiraron Antonio se suicidó pegándose un tiro.

Días después Ideal da la noticia de que han sido detenidos catorce encubridores de atracadores en Granada y en Churriana, y viene una relación con los nombres de los detenidos, muchos de ellos en unión de sus esposas e hijos. Su delito es haber albergado en sus domicilios y en diferentes ocasiones a los atracadores muertos por la fuerza pública en fecha reciente en el Camino de Ronda, así como a una individua [sic] llamada Carmela, alias “La Remamá”, amiga de Antonio Benito Quero Robles; se trata de Carmen Guardia López, al parecer, amante de Antonio Quero, al que acompañaba cuando el frustrado secuestro y muerte de Indalecio Romero.

De esta manera, en mayo de 1947, acababan definitivamente las andanzas de los Quero. Para que desaparezcan por completo las partidas de maquis en nuestra provincia todavía tendrán que transcurrir algunos años más.


Antonio Quero Robles, el último de la partida

Nuevo gobernador civil

            El 11 de junio de 1947 terminaba la estancia granadina del político del franquismo que más impronta dejó en nuestra tierra mientras fue gobernador civil de esta provincia. Ese día José María Fontana Tarrats cesaba como máxima autoridad provincial y era sustituido por Servando Fernández-Victorio y Camps, nombrado nuevo gobernador civil y jefe provincial del Movimiento en Granada. Fernández-Victorio, de 43 años de edad, nacido en Barcelona, falangista camisa vieja, licenciado en derecho, ejerció como juez militar en 1940 para después integrarse en el Cuerpo Jurídico Militar y formar parte de la División Azul como auditor oficial jurídico en el frente ruso hasta 1942. En el momento de su nombramiento como gobernador civil de Granada venía desempeñando funciones como segundo jefe de la fiscalía de la I Región Militar, con el grado de comandante.

Curiosamente, en varias de las webs que contienen datos biográficos de Fernández-Victorio, por ejemplo, en Wikipedia (se ve que unos se han copiado de los otros), incluyen como uno de sus grandes méritos que mientras fue gobernador civil de Granada consiguió en 1953 que el ferrocarril llegara a Motril. Qué más quisiéramos los granadinos que fuese verdad lo del ferrocarril a Motril, seguramente la reivindicación penibética más añeja (tan antigua como el propio invento del ferrocarril) y nunca atendida por las autoridades de turno. Precisamente quien más bregó por que se convirtiera en una realidad algo tan necesario para el desarrollo económico de la provincia como un ferrocarril a la costa, eternamente postergado, fue el predecesor del nuevo gobernador civil de la provincia, José María Fontana Tarrats. Y si Fontana no lo consiguió…


Servando Fernández-Victorio, nuevo gobernador civil

Desde luego a Fontana en el momento de su salida del Gobierno Civil, de lo que nadie podría nunca acusarlo es de no haberse movido incansablemente en pro de la mejora económica y social de la provincia en los tres años y medio que ocupó el palacete de los Muller en la Gran Vía. Innumerables mejoras se debieron a su iniciativa: promoción de viviendas sociales, construcción de instalaciones deportivas y de infraestructuras de transporte, fomento del turismo, además de un sinfín de medidas para acabar con el paro agrario y el analfabetismo.

Fontana, cuya preocupación fundamental durante sus años granadinos fue sacar a la provincia de la postración económica en la que se encontraba, llegó a cuestionar las mismas estructuras de la propiedad agraria en la provincia (¡Vade retro!) y en sus escritos criticó un problema económico típicamente granadino: términos municipales enteros propiedad de unos pocos que viven en Granada o Madrid, adonde se llevan sus rentas dejando en la tierra sólo unos pocos jornales de hambre, causa directa de la miseria de los moradores de grandes zonas rurales de la provincia.

Y todo lo hacía Fontana, sus obras y sus razonamientos, desde la más estricta ortodoxia nacionalsindicalista. Pero, por eso precisamente, por ser tan azul mahón, el gobernador saliente se buscó durante su mandato granadino unos cualificados enemigos que finalmente pudieron más que él y fueron determinantes en su cese y salida de la política activa. Según Manuel Martín Rodríguez en  “Fontana Tarrats: un economista falangista en el Gobierno Civil de Granada”, desde casi el mismo momento de su llegada a nuestra tierra, Fontana, muy imbuido del credo jonsista, sobre todo en lo tocante a las grandes reformas sociales y económicas que necesitaba España, chocó de frente con ciertas fuerzas vivas (alcalde y rector magnífico principalmente) inmovilistas que, aunque lucieran camisa azul (sólo en las grandes solemnidades), estaban muy lejos de comulgar con esa fe nacionalsindicalista y al gobernador civil lo consideraban un bolchevique. Y tan lejos, en las antípodas políticamente hablando. Seguramente (esto ya no lo dice Martín) habrían coincidido con aquel carnicero que asimismo vestía camisa azul y que se apellidaba Valdés y fue también gobernador civil de Granada, aunque éste durante la Guerra Civil, del que se cuenta que no se cortaba un pelo en afirmar que a él lo de nacional le parecía muy bien, pero lo de sindicalista le daba cien patadas en el estómago (y lo tenía enfermo, añadía).

            Para Martín Rodríguez, el orden público alterado por la guerrilla, esa china en el zapato que representaban los maquis campando por las sierras y por la propia Granada, fue lo que en definitiva sirvió para que sus enemigos encontraran la palanca con la que moverle el sillón y desalojarlo del Gobierno Civil. Especialmente después de los asesinatos de Miláns del Bosch y de Indalecio Romero, que tanta repercusión tuvieron en Granada y en toda España. Y eso que sólo dos meses antes Fontana había sido recibido en El Pardo por el mismísimo Franco, quien, según contó el propio Fontana a su vuelta, había quedado muy interesado en el plan económico y social para la provincia de Granada que el todavía gobernador civil le presentara. Pero 1947 no eran ya tiempos propicios para el falangismo ortodoxo, con España aislada del resto del mundo por la ONU, se imponía desfascistizar o desfalangelizar el Régimen y darle otra apariencia, no fuera a ser que -¡horror!- esos poderosos enemigos en contubernio decidieran que lo que España necesitaba era desfranquizarse y pasaran del bloqueo al desalojo.


El plan social y económico de Fontana para el desarrollo de la provincia de Granada

            Siempre según Martín Rodríguez, Gallego Burín fue quien principalmente se encargó de que Fontana fuera removido de su cargo buscando y encontrando poderosos valedores a los que ir con la queja de que el gobernador civil de la provincia sólo se ocupaba de deportes y cacerías, y que no sabía coordinar Policía y Guardia Civil.

Cuando se estaba cociendo su salida del cargo, Fontana se defendía en cartas al ministro de Gobernación, Blas Pérez González, cargando contra Gallego y pidiendo asimismo su cabeza; de Gallego Burín dice en esas cartas que ya chocó con su antecesor Pizarro Cenjor y también chocaría con cualquiera que le sustituyera, y que «Granada entera suspirará el día en que se libre de este político profesional (y hace un extenso recorrido por el historial político-veletil de Gallego) que la conturba y aplasta con su largo cacicato».

En la balanza estuvo el cese simultáneo de ambos políticos claramente enemistados, pero finalmente sólo Fontana fue apartado de la política activa y relegado a un cargo burocrático como el de jefe nacional del Sindicato Textil e inspector nacional del Movimiento.

De esta manera terminaba la estancia en nuestra tierra del político falangista de mayor talla que pasó por Granada. Granada a su vez se quedó sin el desarrollo del interesante plan económico y social para la provincia elaborado por el propio Fontana y publicado en forma de libro en 1945 con el título “Política Granadina”, cuando no llevaba ni un año en el cargo, un plan muy falangista, pero a la vez revolucionario (dentro de un orden, claro) que, a la vista de lo que vino después y llega a nuestros días, estamos seguros que habría cambiado bastante (a mejor) la situación de esta cada vez más olvidada provincia del profundo sur carpetovetónico. En ese volumen, un compendio economicista elaborado con cuidado y con profusión de gráficos y datos estadísticos, además Fontana expone que sus actuaciones buscando el desarrollo económico de la provincia, hasta el momento habían sido sobre los efectos, y que había llegado el momento de actuar sobre las causas mediante una completa reforma.

¡Vade retro! ¿Una reforma agraria o cosa por el estilo? Eso era lo que querían los rojos. Ni hablar. Poderosos enemigos se ganó Fontana con planteamientos como el expuesto. Además, en 1945 el Régimen aceleraba hacia la total desfalangización de todos sus estamentos. No sería un político nombrado democráticamente, pero de lo que no cabe duda es de que políticos de su talla no se han vuelto a ver por estos andurriales.  

Fontana, nombrado en su día presidente honorario del Granada CF, al que subvencionó a fondo perdido en una ocasión muy comprometida para su supervivencia, se marcharía con el pergamino en el que se contenía tal nombramiento debajo del brazo y ya nunca más volvió a detentar un cargo ejecutivo en el franquismo desde el que pudiera desarrollar sus políticas reformistas.


Acontecimiento en Granada sin igual fue la visita de Eva Duarte


Eva Duarte de Perón en Granada

            La resolución 39 de la Asamblea de las Naciones Unidas, de diciembre de 1946, supuso para España quedar aislada del resto del mundo al ser excluida de la organización supranacional recién creada y de cualquiera de sus organismos dependientes, viendo además cómo los embajadores abandonaban Madrid por expresa recomendación de la propia ONU. Por ser el último vestigio del fascismo derrotado en la Segunda Guerra Mundial, la ONU condenaba así al régimen del general Franco, aunque aplazando (que no descartando) algún tipo de intervención directa en nuestro país que supusiera un cambio de régimen si éste no viraba a políticas que trajeran las libertades formales a España, tan contrarias a la esencia del estado salido de la Guerra Civil.

El aislamiento español respecto a las democracias occidentales venía siendo una realidad casi desde 1939, pero esa resolución de las Naciones Unidas marca el inicio oficial de lo que se conoce como los años del bloqueo o del repudio internacional, periodo que durará hasta la década de los cincuenta, cuando la Guerra Fría llegue a su punto culminante y Estados Unidos vea en el dictador un buen aliado frente al comunismo. Para el pueblo llano la nueva situación internacional no vino a suponer muchos más padecimientos de los que ya venía sufriendo en forma de privaciones de todo tipo. Sí que fue un motivo serio de preocupación para el propio dictador, que veía así aún más estrangulada una economía ya de por sí muy en precario como la española, por más que desde el poder se preconizaran unas pretendidas virtudes de la autarquía. Y a esa preocupación se unía otra aún mayor, el peligro de que en cualquier momento las Naciones Unidas pasaran a la acción y decidieran acabar con su dictadura interviniendo en España manu militari, como postulaba la Unión Soviética y sus países satélites, empeñados en considerar al régimen de Franco como un peligro para la paz mundial.

            La Argentina del general Perón, que en su día votó en contra de la resolución 39 de la ONU, fue uno de los pocos países que decidió saltarse el bloqueo y ayudar al régimen del general Franco, incrementando desde 1946 sus envíos a España de trigo, maíz, carne congelada, legumbres, cuero, lana y otros insumos que de alguna manera vinieron a paliar las hambres de los españolitos de a pie. Por eso, en agradecimiento, Franco distinguió a Perón con el Collar de la Orden de Isabel la Católica, la máxima condecoración civil que otorga el estado español, invitándolo a venir expresamente a España a recogerla. Pero el general argentino declinó realizar el viaje y mandó en su lugar a su bien amada esposa.

            María Eva Duarte Ibarguren, Eva Perón o simplemente Evita para la historia, llegó a Madrid el 8 de junio de 1947, siendo recibida por Franco, esposa e hija a pie de escalerilla en Barajas. Así empezaba la que se llamó “Gira del Arco Iris”. Tras una semana de visita a ciudades de recia estirpe castellana y de asistir a mil saraos folklóricos en la capital de España, la primera dama argentina abandonó la capital para proseguir su visita oficial por otros puntos de la Piel de Toro. Su primera escala fue en nuestra Granada.

            Acontecimiento de los muy muy gordos, todavía hoy recordadísimo a la vera de la Alhambra, fue la visita a Granada de Eva Perón el domingo 15 de junio de 1947, al día siguiente de la toma de posesión del nuevo gobernador civil, Servando Fernández-Victorio y Camps, en el mismo día en que terminaban las fiestas del Corpus y a la misma hora en que el Granada era goleado en el Heliópolis bético en disputa de la Copa Primavera. Servidor recuerda de su niñez oír contar (y no acabar) a sus mayores cómo nunca se vio en Granada otra igual y que ni ese día ni el siguiente por las calles se podía dar un paso, abarrotadas de personal llegado de toda la provincia y de las vecinas, y cómo todas las fachadas de las calles por las que había de pasar lucían engalanadas con banderas españolas y argentinas y gallardetes, y con colgaduras, tapices, reposteros, cornucopias y demás parafernalia típica de las grandes solemnidades.

            A las siete de la tarde aterrizó Eva Perón en el aeródromo de Armilla, donde habían acudido a recibirla todas las autoridades a excepción del alcalde Antonio Gallego Burín, convaleciente de una intervención quirúrgica, sustituido por el teniente de alcalde José Méndez Rodríguez-Acosta (padre del futuro granadinista Manolo Méndez), y no faltó una amplia representación de la buena sociedad granadina, como dice la prensa. Una compañía de honores del arma de Aviación y también la banda municipal esperaban. La primera en descender del avión Douglas Skymaster de Iberia fue la homenajeada, que vestía un sencillo traje rosa con lunares blancos, de media manga y su cabellera rubia era recogida por un pequeño sombrero de paja adornado con flores blancas y sujetas con cinta azul; calzaba de blanco y portaba debajo del brazo un bolso, también blanco, de plexiglás, dice La Prensa, siendo recibida a pie de escalinata por el capitán general de la IX Región, general González Badía y esposa. A la primera dama argentina en su periplo español se le rindieron honores de jefe de estado y por esa razón sonaron en esos momentos las 21 salvas reglamentarias al tiempo que la banda municipal interpretaba los himnos de los dos países y los militares presentaban armas. Lo de los himnos y las salvas se repetirán cada vez que la ilustre visitante entre o salga de algún recinto.

            En el coche del capitán general marchó Eva Perón directamente a la Virgen de las Angustias, recibiendo en su recorrido incesantes vivas a Argentina y a Evita y gritos de ¡Franco y Perón! que los granadinos que abarrotaban las aceras le dedicaban, y al entrar en la Carrera nuevamente sonaron otros 21 cañonazos provenientes de la batería de Artillería situada en el Violón. En la puerta de la basílica le esperaban el nuevo arzobispo, Santos Olivera y el párroco Fernández Arcoya, y una compañía de honores del regimiento Córdoba 10; nuevos himnos e inmediatamente entraba en el templo bajo palio la señora de Perón y toda la comitiva para asistir a una salve tras la cual era nombrada camarera de honor de la hermandad de la patrona. A la salida montó en coche de caballos y acompañada de numerosos jinetes ataviados a la andaluza, la egregia dama se dirigió al hotel Alhambra Palace, donde se hospedaba y donde se repitieron himnos y cañonazos, todo entre un gentío inmenso y entre incesantes vivas. El hotel de Peña Partida había sido adornado previamente con ricos tapices del palacio de Carlos V y de la abadía del Sacromonte y con muebles nobles cedidos por familias granadinas de prosapia, tal como se hizo años atrás con Franco cuando éste vino a Granada y se alojó en el Ayuntamiento.


Eva Duarte de Perón recibiendo un obsequio de los obreros polvoristas de El Fargue

Más cañonazos e himnos al salir del hotel a eso de las once y media para dirigirse al Ayuntamiento, donde se le había preparado una cena de gala servida por el hotel Victoria en el salón de plenos. Con estas sesiones maratonianas y con tanto ajetreo, los largos retrasos sobre los horarios previstos fue la nota dominante de su visita granadina, en este caso de hora y media puesto que la cita era inicialmente a la diez. Tras entrar a la casa consistorial del brazo del alcalde accidental, salió la dama al balcón principal para saludar a la multitud que la aclamaba. Acabada la cena la corporación municipal hizo entrega a Eva Perón de un cuadro de Morcillo, ex presidente del Granada CF (del Recreativo) en los años 30, regalo de la ciudad. A la una de la madrugada se levantaron los manteles y todos partieron camino de la Alhambra, iluminada a tal efecto y donde tras una breve visita asistieron en los jardines del Partal a una fiesta que empezó con música de Falla y a la que siguió una zambra gitana. A las tantas de la madrugada terminó la función.

Con tanto trasnoche, al día siguiente, lunes declarado festivo en Granada para que todo el mundo pudiera asistir al resto de actos programados, la cosa empezó pasado el mediodía con una visita al Generalife, acompañada por Prieto Moreno. De ahí a la Catedral, con entrada bajo palio para asistir a un tedeum y posterior visita a la Capilla Real para depositar una corona de flores ante la tumba de los Reyes Católicos.

La egregia dama, cosas del justicialismo, en cada una de sus escapadas allá por donde iba, tenía como parada obligatoria la visita a alguna fábrica para pulsar de cerca el ambiente obrero, pero, claro, Granada no es precisamente un lugar donde abunden las industrias; ¿dónde llevarla para satisfacer sus anhelos de confraternización proletaria?, pues a la única instalación más o menos industrial de cierta enjundia existente a la vera de la Penibética, la fábrica de pólvoras del Fargue. Así, al filo de las dos y media, tras los consabidos himnos en la placeta que hay delante de la Capilla Real, toda la comitiva partió motorizada camino de El Fargue, donde estaba previsto un almuerzo al aire libre con los trabajadores de la fábrica de pólvoras y explosivos, también servido por el hotel Victoria. Terminado el almuerzo, hubo discursos del coronel jefe de la factoría y entrega de regalos a Eva Perón, quien a su vez arengó a los obreros polvoristas con un discurso cargado de justicialismo (que los medios informativos no reproducen por ser algo inapropiado, según los cánones oficiales). 

Del Fargue al Palace para recoger sus cosas. Ya sólo quedaba despedir a la ilustre visitante, y esto fue sobre las siete de la tarde. En el mismo coche de caballos que la había trasladado el día antes y con el mismo recorrido, ahora a la inversa, y nuevamente acompañada de caballistas a la andaluza, la esposa de Perón salió hacia la Virgen de las Angustias y otra vez el gentío en las aceras era atronador en sus vítores. De la Carrera a Armilla en el coche municipal y de allí, en el mismo avión que la trajo partió en dirección a Sevilla para continuar con su visita a España, que se prolongaría después a Galicia y Cataluña y posteriormente a otros países europeos.

            El Régimen utilizó a fondo la visita de Eva Perón con fines propagandísticos. Pero en tan exhaustivo y bien estudiado protocolo la nota discordante de la “Gira del Arco Iris” en su etapa española (esto, naturalmente, ya no aparece en las crónicas) la puso Juancito Duarte, hermano de Eva y secretario privado de Perón, que formaba parte del amplísimo séquito de la primera dama en Granada, de quien la web Página/12 dice que en Europa el tal Juancito “tiró manteca al techo”, o sea, que sacó los pies del tiesto, que decimos más bien a este lado del charco. Parece ser que Juancito en su única noche granadina quiso conocer de cerca la “movida” penibética y se escabulló en unión de un compinche de la fiesta nocturna en el Partal para, por la puerta del Arrabal y la cuesta de los Chinos, irse de farra al Rey Chico a altísimas horas de la madrugada, lo cual originó un problema a sus escoltas, que no pudieron seguirlo. En Internet hay varios y distintos relatos de este sucedido según los cuales el ministro español de Asuntos Exteriores, Martín Artajo (resulta poco creíble ya que este ministro no estuvo en Granada en estas fechas), habría puesto en conocimiento de la ilustre visitante el incidente y en su presencia habría escuchado el rapapolvo telefónico de la primera dama al cuñado de Perón, que le habría espetado frases tales como: «¡Nos estás haciendo quedar como el culo! ¿Qué van a pensar estos gallegos? ¿Que somos unos bárbaros?»; y también: «¡Una puta más y te volvés a la Argentina!». Y es que el hermanísimo Juan Ramón Duarte Ibarguren, encumbrado por el sólo hecho de ser familia de quien era, además de hacerse millonario como campeón de los chanchullos en su beneficio, era también un tarambana, un atorrante, que dicen a la vera del Río de la Plata, un sinvergüenza sólo interesado en sus calaveradas, en correrse juergas y mariposear cerca de todo tipo de faldas a pesar de desempeñar un cargo de tantísima importancia como el de secretario personal del presidente de la República Argentina. 


Cena de gala en el Ayuntamiento con regalo de un cuadro de Morcillo