EL ONCE FANTASMA

Pedro Escartín bautizó al Granada CF (el Recreativo Granada) con el apodo de "Once Fantasma" cuando este club era un recién llegado a la competición pero ya andaba codeándose con equipos de solera y aspiraba a lo máximo.
En este libro se narran las vicisitudes por las que atravesó el Recreativo en sus cinco primeros años de existencia y también se recogen los sucedidos ciudadanos más impactantes de aquella época revuelta que fue la de la II República.
En la foto de cabecera se ve al Recreativo que se enfrentó al Gimnástico de Valencia en el campo madrileño de El Parral, 21 de febrero de 1934. De pie: Sosa, Tomé, Calderón, Luque, Itarte, Carrera, Victorio y Tabales; agachados: Gomar, Morales y Herranz.
Para adquirir un ejemplar firmado y dedicado por el autor (20 €), dirigirse a
jlramostorres@gmail.com


Historia del Granada CF



lunes, 30 de noviembre de 2009

CON LA FRENTE MUY ALTA



28/11/09

Dieciocho años separan a uno de otro. Los que van de 1991 a 2009. En 1991, Cuerva, D. Gerardo, tuvo que hacerse cargo de un club arruinado y con su futuro en el aire, del que nadie quería saber nada. En 2009, Cuerva, D. Ignacio, hijo del anterior, fue asimismo el único valiente que se atrevió a echar sobre sus hombros la responsabilidad de intentar evitar que tuviéramos que entonar el gorigori por el histórico Granada CF.
Hay grandes paralelismos entre el papel protagonista del padre y el del hijo. Los dos tuvieron que entrar en escena urgentemente e improvisar sobre la marcha porque su antecesor había hecho mutis en mitad de la representación. Los dos tuvieron que ir interminablemente de la Ceca a la Meca intentando devolver la confianza en el club, dilapidada por gestiones caracterizadas por la excesiva soberbia y el autismo de sus predecesores. Pero en el caso de Ignacio tiene aún más mérito, porque en 1991 el club todavía tenía patrimonio.
Ignacio asumió la nada fácil tarea de intentar reanimar al que estaba en la mesa de operaciones y casi desahuciado. Para ello, buscó de entrada algún dinero con el que levantar de su arrodillamiento a los futbolistas. Alcanzó después un acuerdo con éstos que evitara la denuncia de sus contratos y con ello el descenso administrativo o lo que es lo mismo, la puntilla a la entidad. Hizo un llamamiento a la afición para que cada granadinista dentro de sus posibilidades aportara casi a fondo perdido unas cantidades que, aunque resultaron escasas (más o menos como siempre que campañas de este tipo se han puesto en marcha en la historia del club), también sirvieron en su momento para evitar la defunción del Granada CF. Finalmente, como Granada no es una ciudad en la que pueda florecer un proyecto de ídem, está claro (¿lo será alguna vez?), buscó y encontró bolsillos foráneos mucho más poderosos que se hicieran cargo del club.
Y todo lo hizo calladamente, elegantemente, sin el autobombo de otros que decían moverse por un sentimiento de amor a estos colores. Otros que prometieron el oro y el magrebí y poco faltó para que enterraran al histórico. Porque no es Ignacio amigo del populismo hueco y del compadreo.
Ahora se va. No puede ser de otra forma. No queda más remedio, porque el que paga tiene que mandar. Lástima que en Granada no haya quinientos mil habitantes que tengan el talante Cuerva y tengan que venir de fuera. Puede irse con la frente muy muy alta, y con la satisfacción de haber salvado, él sí (al menos por ahora), a nuestro Granada CF.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

UN DERBI POCO ALIMENTICIO



En la antología de derbis granatensis castizos que los cuatro años de cuarta nos dejaron a los granadinistas también es digno de rememorar, aunque no precisamente por su bondad futbolística, el de 7 de noviembre de 2004, disputado entre el 74 y el Granada.

Desde la caída a los infiernos del histórico hemos asistido las dos temporadas anteriores a derbis más o menos calientes, más o menos cardiacos y de mayor o menor calidad futbolera. En los ya vividos la nota predominante de los mismos ha sido la lucha estrecha por hacerse con la primacía del fútbol local. Nada o poco que ver con el duelo “fratricida” que nos ocupa, porque si en las dos últimas temporadas el 74 andaba rampante y en ambas era claro favorito al ascenso de categoría, cosa que estuvo a punto de conseguir si no hubiera sido por sendos fracasos en las fatídicas liguillas, en esta temporada pintan bastos para los rojillos al haberse acabado los dineros de Marsá y sólo haber podido armar una plantilla de retales, como aquél que dice. Cuando llega este primer derbi, jornada doce, anda el 74 con sólo tres puntos en la clasificación. Sólo ha conseguido una victoria (ante el Santa Fe) y sus otros diez partidos han supuesto otras tantas derrotas. Por su parte el Granada del tándem Gerardo-Maquiles anda rondando los puestos de liguilla pero sin llegar a conectar con ellos y ya ha ofrecido a sus fieles alguna que otra decepción. En lo que sí se parece este derbi a los anteriores es en que se produce en unos momentos en que las relaciones entre ambos clubes están bien tirantes.

Como sabemos, tanto Granada como 74, militando en el grupo IX de Tercera, jugaban sus encuentros como local en Los Cármenes. Pero a finales de octubre de 2004 eran “desalojados” de la instalación municipal para someter el castigado césped a trabajos de regeneración. El equipo de Marsa volvió así a su ciudad deportiva de Almanjáyar mientras que los rojiblancos se mudaban a Maracena. Pero ocurrió que el césped del José Ávila Rojas también en esos momentos era sometido a regeneración y no podía ser utilizado. Marsá buscó infructuosamente un escenario alternativo, por lo que propuso el aplazamiento del choque. Pero Gori, recién aterrizado en el cargo de presidente, optó por la no colaboración pensando que con los tres puntos -que se daban por hechos- podría por fin el equipo entrar entre los cuatro primeros y al mismo tiempo olvidaría la hinchada el mal trago de la derrota ante el Loja en Maracena del domingo anterior. Así que nada de conceder favores al rival. Nada de aplazamiento. El partido había de jugarse donde y como fuera.

De un nervioso Marsá sometido a presión puede esperarse alguna de “sus cosas”, y más cuando sólo unos días antes del partido Marsá presentó denuncia ante la justicia por haber sido amenazado de muerte en un foro de hinchas rojiblancos en Internet. Por todo eso fue D. Carlos a descolgarse con una de sus boutades y decidió que el partido se jugara, sí, en su ciudad deportiva, pero en el duro campo de tierra, señalando el comienzo a las 14 horas y fijando el precio único de 30 euros (un disparate para la época y para la categoría) con que intentar despejar de sus dominios las insignias rojiblancas. Si tirantes andaban las relaciones, después de esto se enconan muy mucho.

Ante no más de trescientos espectadores, casi todos socios del 74 que no pagaban (casi eran más los policías desplegados en prevención de altercados), a la hora y en el escenario previstos se disputó este partido que no pasará precisamente a la historia del fútbol-arte. El resultado fue de victoria local 2-1. Y ganó el casi desahuciado Granada 74 de Manuel Torres Molina porque tuvo suertecilla, pero sobre todo porque le puso más ganas. Es que este Granada de esta gris temporada, a las alturas de calendario de principios de noviembre ya había defraudado muchas esperanzas con su juego rudimentario y deslavazado.

Rafael Lamelas para Ideal y jugando con lo insólito del horario, más propio de almuerzos familiares que de partidos de fútbol, titula: «El “74” celebra su banquete». Y en la crónica del partido dice: «El equipo (el Granada CF) engaña ya a pocos. No es una ensalada a la que le falte algún aliño. Es un refrito quemado, un equipo que vive con la torrija a cuestas. Que se engulle cualquiera que ponga lo mínimo: las ganas, sobre el asador. Un grupo además con cenizo». También dice Lamelas que Gustavo «pecó de gula. Se tragó los dos tantos».

Es tan rico en anécdotas este mini derbi que para colmo, el penúltimo 74, que casi toda la segunda parte la jugó en inferioridad por expulsión de Plata, ganó su partido sin que ninguno de sus jugadores marcara gol. El primero llegó de una falta lejana colgada sobre la portería de Gustavo que cabeceó hacia atrás el central granadinista Sergio y en el que el guardameta pudo hacer algo más. Y el segundo, el de la victoria, ya en el descuento, vino de otra falta lejana colgada al área por Guerra en la que Gustavo, sin que nadie le estorbara, midió mal el vuelo del esférico y con él en las dos manos pero desequilibrado retrocedió dando traspiés hasta golpearse en la cabeza con el poste, lo que le hizo soltar el balón, que acabó en el fondo de su portería. Un gol de vídeos de primera. Con esos dos goles superaba un hundido 74 el que a poco del inicio de la segunda parte consiguiera Labella en remate desde cerca. De poco más que como alimento de la autoestima le sirvió al 74 la victoria, ya que estuvo toda la liga como vicecolista (sólo el comparsa Rusadir resultó más malo) para acabar descendiendo a Primera Andaluza.

lunes, 23 de noviembre de 2009

¿TARIQ O BERROCAL?


21/11/09
¿Tariq o Berrocal? ¿Berrocal o Tariq? Y por qué no los dos. ¿Deben jugar juntos? ¿Hay que quitar a uno para que juegue el otro o es mejor seguir dándole al cordobés sólo los últimos minutos que tan bien está sabiendo aprovechar hasta el momento?
Mi primo Felipe es marino mercante y lleva por esos mares de Dios desde enero y sin saber de su Graná nada más que lo que yo le cuento. De vez en cuando me llama (con un ojo to torsío) y no se acaba de convencer de que no le tomo el pelo y lo que él creía que sería un equipo modesto que lucha por la permanencia se ha transformado en un súper equipo para la categoría, que va líder y además nos está dando partidazos y goles en abundancia. Y cuando ya me manda al guano es cuando le digo que de todo eso es responsable nada más y nada menos que Pina, que en cierta ocasión, hace bien poco, casi sale linchado de Los Cármenes.
Tampoco se cree que en los mentideros balompédicos de lo que más se oye hablar es de eso, de fútbol, y no de otras cosas. Y ahí los sorprendidos somos ya dos, porque hacía tanto tiempo que esto no ocurría que este forofo que suscribe no sabe ya cómo ponerse y si la felicidad será duradera o pronto volveremos a tener que preocuparnos más por temas extradeportivos.
Que las conversaciones de fútbol sean las que mandan es indicativo de que las cosas van bien. Y que dure mucho tiempo.
Ahora hay que redondear la faena. Es decir, el siguiente paso será constituir cuanto antes al club en SAD. Cuando llegue el momento, lo ideal sería que la mayor parte de las acciones las adquirieran los socios, única forma de que el club siga siendo suyo, es decir de todos, pero mucho me temo que no ocurrirá así. Ya en el 97, después de varios meses, la respuesta de los granadinos fue mínima y al final el club acabó en unas únicas manos. Y eso que el capital a cubrir era la décima parte del que seguramente se necesitará en esta ocasión.
La abortada SAD de 1997 quedó en nada por motivos no muy claros, y sobre las consecuencias de aquel chasco se podría debatir largo y tendido, o de pie. Pero lo importante es que al cambiar la naturaleza jurídica de la entidad ya no serán posibles determinadas cosas a las que estábamos muy acostumbrados (unas mejores y otras peores) y, al mismo tiempo, sí que serían posibles otras cosas que uno no se atreve a decir para que no le llamen aguafiestas, y menos en estos momentos de euforia balompédica que tanto tiempo llevábamos esperando.
Que lo que tenga que ser sea. Pero que nos pille en escalones futboleros más propicios.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

URÍA EL OLVIDADIZO



Una ya larga historia como la del Granada CF da para numerosas y variadas anécdotas. La que hoy quiero contar es de todo punto insólita. Que uno sepa nunca en otro campo de fútbol ha ocurrido nada análogo a lo que sucedió en Los Cármenes el día 27 de septiembre de 1942, primera jornada de la temporada 1942-43, con motivo de la visita del Coruña.
El protagonista de este sucedido responde al nombre de Severiano Uría Cano, un delantero centro con fama de goleador, vasco de Lasarte, ya veterano, que debutaba esa misma tarde como jugador rojiblanco, recién fichado del Murcia, de Segunda. La muy importante baja de César, vuelto al Barcelona, quiso cubrirla la directiva que presidía Martín Campos con una pareja de delanteros, Nicola, del Ferrol, que era el llamado a jugar de titular, y este Uría. Pero justo una semana antes de este partido, en un bronco amistoso de pretemporada en Málaga salieron varios de los titulares lesionados y para la primera jornada de liga no se podía contar con ellos.
A la tres de la tarde echó a rodar el balón y desde ese mismo momento, tal como cuenta José Luis Entrala, la parroquia granadinista no salía de su asombro. Y no era para menos. Imagínense a un futbolista que deambula por el terreno desentendido del juego y de sus compañeros, y que cuando le llega el balón lo golpea a la buena de Dios y para donde salga. Y así una vez y otra.
Del asombro se pasó a la bronca generalizada contra este Uría, que además se encaraba -o eso parecía- con el público, todo agravado porque el rival en cuatro minutos conseguía dos goles. Algunos de los presentes seguramente se sentirían avergonzados de lo que pudieron decirle a aquella especie de zombi de rojiblanco en una fiesta tan cristiana y tan granadina como el día de la Virgen. A tanto fue la cosa que el míster Paco Bru primero optó por colocarlo en un extremo, donde al menos no estorbara a sus compañeros, para posteriormente retirarlo del terreno de juego, teniendo que jugar más de media hora con uno menos pues por entonces no se podía cambiar ni siquiera a un portero lesionado. La prensa daba al Granada como favorito pero el resultado fue de derrota. En medio de una bronca de órdago acabó 1-2 este partido ante el Coruña, también como el Granada ascendido por primera vez a la máxima categoría dos años atrás, pero que en su temporada de debut había logrado un magnífico cuarto puesto y contaba en sus filas con dos internacionales, el guardameta Acuña y el defensa Pedrito.
Nunca fue lo suficientemente aclarada cuál fue la razón que llevó a Uría a actuar de “hombre adoquín”, como lo denomina Daniel Saucedo en Patria. Este futbolista, a quien parecían afectarle extraordinariamente los silbidos que se le dirigían desde las gradas, fue sancionado por el importe de media mensualidad y sólo jugó otro partido más como rojiblanco, en Oviedo, donde no repitió el show pero tampoco destacó ni ayudó a evitar la derrota (4-2) de los nuestros en la jornada ocho.
El propio Uría, centro de la atención de la prensa y de los aficionados en los días posteriores, manifestó que no tenía explicación a su conducta, y que el murmullo de los aficionados al nombrarle por su mal juego lo puso tan nervioso que ni siquiera tenía fuerzas para andar y menos aún para ir en busca del balón, «no creía encontrarme en el campo de fútbol ni antes ni después del descanso». Un ataque de amnesia, fue la ambigua explicación con la que se quiso justificar la insólita conducta de Uría.
Tampoco tuvo mayor trascendencia el “olvido” de este jugador pues, goles son amores, a la jornada siguiente los rojiblancos se trajeron los dos puntos de su visita al Torrero zaragozano. De todas maneras, esta fue una temporada que sin ser plenamente mala, hizo añorar a los aficionados la anterior, la primera de división de honor, cuando César, Bachiller y Liz garantizaban fútbol y goles en abundancia. El triunfo ante el Valladolid en la promoción de Barcelona salvó in extremis la temporada.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

CANTARES ROJIBLANCOS




11/11/09

El amigo Emilio Ruiz me manda desde Barcelona un correo (que a su vez le han remitido a él) en el que adjunta un archivo que contiene una canción para que, según dice el texto del mensaje, nos la aprendamos todos los granadinistas y la cantemos, en plan orfeón, en cada partido, como se hace en otros muchos campos españoles y extranjeros. Se trataría de una suerte de nuevo himno con el que animar a la muchachada rojiblanca.

Si prosperara y se convirtiera en himno del Granada CF, vendría a ocupar el número cuatro de los que en la historia rojiblanca han sido. Desde 1940, cuando el maestro Luis Megías, por encargo del presidente Ricardo Martín Campos, compuso en un rato su “Campeón”, pasando por 1956, en que a principios de temporada vio la luz un segundo himno, y llegando a 1976, en que en los prolegómenos de la edición de aquel año del Trofeo Granada se estrenó otro más, tres han sido los himnos que ha tenido el club rojiblanco aunque, siguiendo a Jorge De la Chica en su «Las músicas del Granada», del libro Pidiendo la hora, ninguno de los tres tiene el título de oficial que habría de concederle un acuerdo de la junta directiva, cosa que nunca se hizo.

Incluso cabría hablar de un cuarto himno granadinista, que sería la universal canción Granada, de Agustín Lara, ya que durante el mandato del presidente Salvador Muñoz sus notas acompañaban la salida al terreno de juego de los jugadores rojiblancos.

Desconociendo si la iniciativa de que la coplilla sea conocida de todos ha partido de un grupo más o menos grande de aficionados, uno no quiere entrar a valorar si la nueva canción reúne o no la suficiente calidad artística; en si es o no es lo suficientemente bonita como para merecer la condición de nuevo himno del Granada, que sobre gustos no hay disputa, como dice el dicho. Considero que quien debe dar ese veredicto será la afición. Si la afición, tal y como se dice en el correo de Emilio, la hace suya y la canta mayoritariamente en los partidos del Granada, qué duda cabe que estaremos ante el cuarto himno, oficial u oficioso, que eso sería lo de menos.

Un servidor, hincha a la antigua, se quedó en el ya más que caduco y periclitado “alabín, alabán”, en lo que a animar a mis colores se refiere. Pero, y digo yo, si de animar al equipo con un cántico se trata, por qué aprendernos todos una nueva canción teniendo como tenemos un himno futbolero cargado de la solera que le dan sus 70 años de existencia. Posiblemente serán cosas de viejo, pero para mí que donde se pongan las notas del «Con valor, con entusiasmo y alegría…»…

EL OTRO CRUYFF



De sobras es conocido por todo el mundo futbolero que el primer partido oficial de Joham Cruyff en el fútbol español lo jugó frente al Granada CF. El holandés fue la sensación de la temporada 73-74, en la que, al levantarse la prohibición de fichar jugadores extranjeros, en vigor desde nueve años atrás, llegaron a nuestro fútbol numerosos astros internacionales, pero ninguno como Cruyff, ya considerado por entonces como el mejor del mundo. Con él el Barcelona pudo por fin acabar con una larguísima sequía de catorce años sin ganar la liga. Pero todo comenzó aquel 28 de octubre de 1973, en el incomparable marco futbolero que es el Nou Camp, lleno a rebosar.

Lo que ya no es tan conocido del futbolerismo es que en la biografía del crack holandés hay un segundo capítulo como futbolista del balompié nacional. Y por poco no se dio la coincidencia de que este segundo debut hispano ocurriera también frente al Granada CF.
El 8 de marzo de 1981 Granada (-3) y Levante (+2) se enfrentaron en Los Cármenes en la jornada 27 de Segunda. El rival de los rojiblancos se acaba de reforzar nada y más y nada menos que con Johan Cruyff, que recién llegado de su “retiro dorado” de la poco competitiva liga USA, temporalmente ha vuelto al fútbol español. Una semana antes, el 1 de marzo, jornada 26, ya había debutado y ayudado a la victoria de los granotas frente al Palencia. El Levante podía todavía enlazar con los puestos que daban el ascenso, mientras que a los nuestros les pesaban mucho los tres negativos que arrastraban, que los acercaban a los puestos de descenso.
A sus treinta y cuatro ya no es el que fue pero el solo anuncio del apellido Cruyff convocó en Los Cármenes a más de quince mil espectadores -bastantes más de los habituales esta temporada- a pesar de haberse declarado media jornada económica. Al menos de esta forma pudo la directiva de Manuel Anel pagar algo de lo mucho que adeudaba a la plantilla.

Las comparaciones, según cuándo y cómo, serán todo lo odiosas que se quiera, pero es que las diferencias entre 1973 y 1981 son bien notorias. En octubre de 1973 se vio un gran partido de primera jugado entre el futuro campeón de liga y un equipo puntero que a punto estuvo de clasificarse para una competición internacional; que se jugó con las gradas a rebosar en uno de los mejores estadios del mundo y ocupó portadas incluso de fuera de nuestras fronteras; además se vieron grandes goles (aunque fueran en nuestra contra) y se pudo ver al mejor Cruyff liderando el juego de su equipo, un Cruyff pasador, goleador, rapidísimo, líder, un Cruyff pletórico y en lo mejor de su larga y exitosa carrera. Muy distintas fueron las cosas siete años y medio después.
Este casi segundo debut de Cruyff apenas tuvo historia. Entre los jugadores rojiblancos sobrevivían de aquel partido del Camp Nou de octubre de 1973 Izcoa, Santi y Quiles (éste después de haber militado en el Alavés), más Joseíto en el banquillo, del que previamente había desalojado a Gento. El valenciano Quiles fue el autor del único gol del partido con el que los rojiblancos se hicieron con los dos puntos para evitar ver aumentado un preocupante -3. El único gol, marcado al filo del descanso a la salida de un córner, fue de lo poco reseñable del partido.
Desde luego este segundo Cruyff poco hacía recordar al de sus buenos tiempos. Apenas se le vio en funciones de distribución de juego. La velocidad y el fondo físico, no hace falta decirlo, ya no le acompañaban. Lo que no había perdido era su calidad técnica, por lo que sólo algún lanzamiento y algún que otro medido pase a un compañero fue lo exhibido por el crack holandés en este segundo y menor semidebut español. Esta nueva y breve aventura española de Cruyff se puede decir que no tuvo mucho de particular. Sólo se alineó en nueve partidos y el Levante no ascendió. Sin embargo todavía le quedaban varios buenos años al tres veces balón de oro, que volvió al fútbol holandés, donde añadió a su sobresaliente palmarés tres ligas más y dos copas jugando en Ajax y Feyenoord antes de retirarse en 1984.

El Granada experimentó una ligera mejoría a partir de esta jornada, llegando a encadenar tres victorias consecutivas después de una derrota ante el filial colchonero, de modo que a falta de siete jornadas había conseguido rebajar su cuenta de negativos a sólo uno. Pero en esas siete jornadas restantes sólo fue capaz de sumar dos míseros puntos de otros tantos empates en casa. Sólo uno más hubiera bastado. Posiblemente, cabe decir ahora, desde la distancia que supone el tiempo ya transcurrido, que el mal final de esta temporada era inevitable, teniendo en cuenta los mil problemas económicos y de organización del club y el mal ambiente en un vestuario que no cobraba y que no estaba con su entrenador. Sea como fuere, así es como se escribe la peor historia rojiblanca, y al cumplirse la jornada treinta y ocho el 17º puesto final indicó que a la temporada siguiente los rojiblancos volverían a ocupar un nivel futbolero desconocido por estas tierras desde los tiempos de la República. Desde luego, no fue la mejor manera de conmemorar las bodas de oro de la entidad.