EL ONCE FANTASMA

Pedro Escartín bautizó al Granada CF (el Recreativo Granada) con el apodo de "Once Fantasma" cuando este club era un recién llegado a la competición pero ya andaba codeándose con equipos de solera y aspiraba a lo máximo.
En este libro se narran las vicisitudes por las que atravesó el Recreativo en sus cinco primeros años de existencia y también se recogen los sucedidos ciudadanos más impactantes de aquella época revuelta que fue la de la II República.
En la foto de cabecera se ve al Recreativo que se enfrentó al Gimnástico de Valencia en el campo madrileño de El Parral, 21 de febrero de 1934. De pie: Sosa, Tomé, Calderón, Luque, Itarte, Carrera, Victorio y Tabales; agachados: Gomar, Morales y Herranz.
Para adquirir un ejemplar firmado y dedicado por el autor (20 €), dirigirse a
jlramostorres@gmail.com


Historia del Granada CF



jueves, 19 de enero de 2012

LA NARANJA MANUAL















Granada 2 Rayo Vallecano 0

28 de noviembre de 1976

Estadio Los Cármenes, algo más de tres cuartos de entrada, quince mil espectadores en tarde soleada y de buena temperatura. Partido correspondiente a la jornada trece del Campeonato de Liga de Segunda División, 1976-77

Granada CF: Izcoa; Casuco, Édison, Grande, Gerardo; Oruezábal, Benítez, Santi (Orihuela 90'); Lorenzo, Dueñas y Parits (Quiles 22')

Rayo Vallecano: Alcázar, Anero, Uceda, Fuster, Tanco, Guzmán (Iglesias 54'), Alvarito, González, Rial, Felines y Francisco

Goles: 1-0, min 32, Quiles; 2-0, min 43, Quiles

Árbitro: Urío Velázquez, guipuzcoano. Mostró tarjetas amarillas a los locales Oruezábal, Benítez y Grande, y al rayista Anero. Desastrosa actuación con continuos errores. Al filo del descanso fue alcanzado en la espalda por una naranja lanzada por una mano anónima desde la preferencia del marcador

El descenso de pocos meses atrás no había alterado demasiado las cosas en el seno del Granada CF ni había hecho cundir excesivamente el nerviosismo. El presidente era el mismo y la plantilla con la que echar a andar en la 76-77 prácticamente la conformaban los mismos jugadores de Primera. El único cambio significativo era el del nuevo míster, el uruguayo Héctor Núñez. Todo estaba preparado para que el paso por el segundo nivel del fútbol fuera lo más corto posible.

Pero en cuanto echó a rodar el balón la realidad se mostró muy alejada de lo que estaba previsto y en sólo un mes ocupaba nuestro equipo el farolillo rojo, lo que traía la dimisión del presidente Cándido Gómez, incapaz de soportar las broncas de una hinchada a la que le costaba asumir el papel de colista de Segunda después de haber vivido ocho temporadas consecutivas entre los grandes, una hinchada por otra parte cada vez menos numerosa.

Cuando nos visitaba el Rayo Vallecano, equipo de la zona alta de la tabla, el sillón presidencial acababa de estrenar nuevo inquilino, Salvador Muñoz, que irrumpía con fuerza tras haberse retirado el otro candidato, Ángel Fernández Oliveros, y que como primera medida ponía al día a unos futbolistas a los que se adeudaban varias mensualidades. Se puede hablar de que cuando noviembre de 1976 terminaba, estaba simultáneamente empezando una nueva era en la historia del Granada CF, pero lo que ni el más agorero de los granadinistas podía sospechar es que esa nueva era iba a ser la peor de todas las vividas hasta entonces, y que iba a durar la friolera de treinta y cinco años.

De salida el Granada se topó con un Rayo atrincherado atrás que apenas dejaba resquicios, situación que duró lo que tardó el Granada en marcar. Antes del ecuador de la primera parte Parits tenía que retirarse al sufrir un tirón muscular y su puesto lo ocupaba Quiles, jugador que iba a resultar providencial pues fue el autor de los dos goles de la tarde, el primero al aprovechar el gran fallo del rayista Rial, que quiso ceder a su portero sin apercibirse de que por allí andaba el granadinista, que no desaprovechó el regalo y puso el 1-0 de remate a placer. Poco antes del descanso llegaba el 2-0, obra también de Quiles, de remate cruzado desde la frontal en pared con Lorenzo.

Pero el gran –el triste- protagonista del partido fue el árbitro Urío Velázquez, con sus continuos errores y mostrándose excesivamente meticuloso y anticasero, sobre todo en lo que respecta a su desigual criterio para la distribución de tarjetas de amonestación. La grada, progresivamente caliente ante lo que entendía doble rasero para enjuiciar la labor de unos y otros, acabó por llegar a la exasperación y gran parte del partido transcurrió entre lanzamientos de objetos al terreno y entre abucheos al trencilla, que recibió en su espalda el impacto de una naranja lanzada desde la grada de la preferencia del marcador. Si antes se había mostrado remiso a querer saber nada de lo que ocurría en las áreas, a partir de ese momento ya ni se acercaba, por lo que a poco del final ignoró un claro penalti por mano de un rayista. Al finalizar el partido numerosos hinchas lo esperaban a la puerta de vestuarios, no para felicitarlo precisamente, por lo que tuvo que abandonar el estadio en un Jeep de la Policía Armada.

Que sepamos, el naranjazo a Urío sólo trajo como consecuencia la imposición de una multa al club y el apercibimiento de cierre de Los Cármenes. Pero lo importante fue que con esta victoria consiguió el Granada abandonar el último puesto de la clasificación y tranquilizar algo los nervios. Lo malo fue que enseguida se volvió a las andadas, y las derrotas en Puertollano y en casa ante el Huelva trajeron de nuevo el farolillo rojo y con él la destitución de Héctor Núñez, sustituido durante tres partidos por el técnico del filial, Errazquin, hasta la llegada de Vavá, quien pudo no sin esfuerzos y tras no pocos reveses frenar la que parecía imparable caída hacia un nuevo descenso.