EL ONCE FANTASMA

Pedro Escartín bautizó al Granada CF (el Recreativo Granada) con el apodo de "Once Fantasma" cuando este club era un recién llegado a la competición pero ya andaba codeándose con equipos de solera y aspiraba a lo máximo.
En este libro se narran las vicisitudes por las que atravesó el Recreativo en sus cinco primeros años de existencia y también se recogen los sucedidos ciudadanos más impactantes de aquella época revuelta que fue la de la II República.
En la foto de cabecera se ve al Recreativo que se enfrentó al Gimnástico de Valencia en el campo madrileño de El Parral, 21 de febrero de 1934. De pie: Sosa, Tomé, Calderón, Luque, Itarte, Carrera, Victorio y Tabales; agachados: Gomar, Morales y Herranz.
Para adquirir un ejemplar firmado y dedicado por el autor (20 €), dirigirse a
jlramostorres@gmail.com


Historia del Granada CF



martes, 31 de julio de 2012

UN PUNTO ES UN PUNTO



Que un punto es un punto y que menos da una piedra y que poco a poco hila la vieja el copo y que poco a poco se anda todo y demás etcéteras de nuestro rico refranero, son cosas que caen por su peso. Desde que a partir de la 95-96 las victorias pasaron a valer tres puntos en lugar de dos parece que los empates quedaron desvalorizados y que el único punto que se suma es poco botín, sobre todo si el rival directo suma de tres en tres. Sin embargo, tanto antes como ahora un empate, es decir, un maldito puntillo, podría muy bien haber cambiado por completo el panorama. El inmediato y el posterior, pues, ya lo sabemos, todo es un continuo y todo va enlazado. En la historia rojiblanca esto ha pasado por lo menos diez veces.

La primera ocasión en que un punto (su falta) nos dejó con dos palmos de narices se dio en la 39-40, cuando el todavía Recreativo de Valderrama, pese a completar la mejor temporada de su historia en lo que se refiere a puntos conseguidos sobre el total posible (78,57%) y haber perdido sólo un partido (de 14), única vez en su historia que esto se ha dado, quedó segundo en la clasificación final del grupo V de Segunda y sin derecho a jugar liguilla de ascenso. Un punto más obtuvo el Cádiz (al que superábamos en el golaveraje particular), que fue el campeón y luchó sin resultado por el ascenso a Primera.

Damos un salto y nos trasladamos a la 45-46, en la que el Granada de Cholín, recién descendido de Primera, a punto estuvo de luchar por recuperarla en promoción por el ascenso. Con un punto más al finalizar el campeonato el Granada habría quedado tercero del único grupo de Segunda en lugar de cuarto, y habría disputado promoción de ascenso, y no el Tarragona, al que superábamos en golaveraje particular que no sirvió porque en el triple empate final se metió también el Córdoba, cosa que beneficiaba a los catalanes.

Lo de la 48-49 ya pareció cosa de brujas. Al finalizar la liga del único grupo de Segunda se dio un triple empate (con sospechas sobre los resultados de los rivales) en la cabeza de la clasificación entre R. Sociedad, Málaga y Granada, y tal como ocurrió en la 45-46, ese triple empate nos dejaba fuera. Vascos y malagueños ascendieron automáticamente, como venía siendo norma. Lo que ya no era norma, para más inri, es que precisamente aquella temporada se había decidido que no habría promoción a disputar por el tercero, así que nada sobre nada fue lo que obtuvieron los de Cholín, que con sólo un puntillo más habrían ascendido de forma directa.

En la 50-51, con Gaspar Rubio primero y después con Paco Mas (como jugador-entrenador) un solo punto más habría valido para igualar al Las Palmas o lo que es lo mismo, para haber quedado tercero del grupo Sur de Segunda, en lugar de sexto, ya que el coeficiente particular con los canarios era favorable a los nuestros. El Las Palmas, como tercer clasificado, jugó liguilla de ascenso y subió por primera vez en su historia a máxima categoría.

Saltamos a la 58-59, la del mayor hito histórico del Granada, que se proclamó subcampeón de España y con el título recién adquirido tuvo todavía que luchar por eludir el descenso en promoción ante el Sabadell, cosa que se puede decir que para el gran Granada de Kalmar fue un mero trámite, pero que se podía haber evitado con un solo mísero puntillo más.

Nuevo salto, ahora hasta la 70-71, temporada más bien buena y que se puede considerar de fogueo para la excelente que vino a continuación, pero que podría haber sido bastante mejor, tanto como que con un punto más (el que nos escamoteó Guruceta) los de Joséito habrían quedado octavos en la clasificación final de Primera, o lo que es lo mismo, se habría igualado por segunda vez la mejor clasificación histórica hasta ese momento, que databa de 1944 y 1969.

Las ocasiones que faltan son bastante más recientes. Como la de la 1999-2000, la del triste “Murcianazo”; si Jubera hubiera acertado, aún permaneciendo todo lo demás tal como ocurrió, el punto del empate hubiera significado la Segunda. O como cuando sufrimos el segundo varapalo, el del Quintanar, en el que la clave estuvo en la derrota en tierras conquenses pues con el empate nos hubiera dado igual lo que el tal “Pocholo” acabara haciendo contra su portero. Y para qué hablar de la 2004-05 en la que un puntillo más rojiblanco hubiera propiciado un triple empate con Roquetas y Alhaurino que hubiera metido en liguilla a los nuestros y dejado fuera a los malagueños. Y por último, ésta sí que es reciente, la del Granada de Óscar Cano de la 2007-08, al que la falta de un solo punto dejó quinto y fuera de toda posibilidad.

ZAMBRA



Sacromonte, 3 de diciembre de 1939. Sólo unos pocos meses antes del momento que se recoge en la foto, gran parte de los que forman esta gran piña humana vestían de caqui y estaban todavía en los parapetos y luchando por salvar el pellejo. Una guerra acabó y otra acaba de empezar, pero por lo menos ésta les pilla lo suficientemente lejos como para que no les afecte demasiado. Ahora toca divertirse y celebrar la victoria sobre el “odiado” rival boquerón.

Tres años de abstinencia no han dejado al Recreativo sin afición, al contrario, se viven unos momentos en que muchos quieren olvidar los malos tragos vividos recientemente y para ello qué mejor que el balompié. Hasta hoy sólo se habían jugado en Los Cármenes los partidos del no oficial Campeonato Regional Andaluz, y en ellos, a pesar de que al equipo le ha ido más bien mal, las entradas en Los Cármenes han sido buenas. Hay ambientillo de fútbol en Granada Así que unos aficionados organizados en peñas futboleras han decidido homenajear a los ahora rojiblancos y llevárselos a una zambra sacromontana.

De los que se ven en la foto hay que destacar al gran triunfador del día, Trompi, que está a la izquierda, agachado y con el rostro casi tocando el de una flamenca. También a Manuel Valderrama, el míster, cuya sonriente expresión destaca sobre el caracolillo de la bailaora del centro de las tres que están sentadas en el suelo. Y justo detrás de Valderrama vemos la oronda felicidad con sombrero de D. Ricardo Martín Campos, el presidente. Directivos, entrenador, jugadores y peñistas, celebran la victoria de hace un rato sobre el eterno rival malacitano en un partido muy bronco en el que parece ser que los boquerones han repartido más de la cuenta. Primer partido del corto calendario del grupo V de Segunda, de sólo catorce jornadas. Y primera victoria, y además sobre el eterno rival que encima era favorito y que había venido arropado por numerosos hinchas desplazados en tren botijo, que por las infraestructuras de la España de posguerra han tardado sólo cinco horas en viajar desde la ciudad vecina y otras tantas les aguardan de regreso. Eso sí que es afición.

Algunos de los retratados no saben todavía ni dónde van a vivir en Granada, porque apenas llevan entre nosotros cuarenta y ocho horas, como Trompi. O como Gaspar Rubio. Nada menos que el Mago Gaspar, fichaje bomba que ha sido otro de los destacados en la victoria que se celebra y que, como el que dice, pasó directamente del vagón de tren al césped de Los Cármenes. El Malacitano lo quería pero el Recreativo ha sido más rápido.

El nuevo Recreativo, muy distinto al que ha tenido un gris papel en el recién terminado Campeonato Regional Andaluz, hay que agradecérselo al míster Manuel Fernández Valderrama, ex internacional de los años veinte que había jugado en el R. Madrid, al que recurrieron los camaradas Martín Campos y Cristiá porque ya lo conocían de cuando jugó en el Recreativo en su segundo año de vida, en la 32-33, y colaboró en el ascenso a Tercera. Recomendados por Valderrama se han venido a Granada –alguno para siempre- los madrileños Floro, González, (los dos lesionados, no han jugado hoy) Victoriano Santos, Maside y Trompi.

La crónica del partido Recreativo-Malacitano que firma en Patria “Z” (Zubeldia), carga contra la excesiva dureza de los malagueños y contra el árbitro por permitirla. No hay en la crónica más comentario al estreno de los colores rojiblancos que en el apartado de incidencias, al final, junto a las alineaciones y el árbitro. El cronista sí que destaca a un jugador sobre los demás. Entusiasmado ante la sensacional actuación del gran pequeño Trompi, escapándose con mil filigranas y con el balón controlado de las tarascadas que le mandaban los recios defensas malacitanos Chales y Salazar, le dedica varios párrafos de alabanzas y lo señala como el mejor de los veintidós. Los dos puntos con los que empezar la liga se deben al solitario gol del nuevo interior derecho reacritivista, rematando de cabeza un medido pase de Gaspar Rubio tras una jugada que el propio Trompi comenzó. Seguramente será éste uno de los pocos goles que conseguiría de cabeza en toda su carrera. La hinchada granadina acaba de conocer a un nuevo ídolo futbolero y ya hasta ha coreado su nombre en las gradas. José Sánchez Pérez, madrileño castizo, chulapo de Cuatro Caminos, no pudo tener un mejor debut en Granada.

EL GOL 500



Si los cálculos no me fallan, 610 en total son los goles que el Granada CF consiguió en las diecisiete temporadas en que se contó entre los grandes. En esas 17 temporadas hay una clasificación de goleadores que encabeza el catalán Nicola, seguido de Porta, Marín y Vicente González. Pero prescindiendo de la cantidad, me gustaría destacar (esto para los amantes de los datos poco prácticos pero con su pizca de sal), contando de cien en cien, a Marín, Galvany, Luis Martínez, Hidalgo, Porta y Lis, como autores respectivamente de goles que redondean una centena. Y entre todos ellos me ocuparé del que supone la bonita cifra de 500, cuyo autor no fue otro que Porta.

El gran rematador que era Porta nos obsequió en sus siete temporadas entre nosotros con goles de todo tipo. Sus 43 goles en total como rojiblanco fueron muy variados. Se puede decir que fueron de casi todos los tipos que sobre un campo de fútbol pueden verse. Y digo casi porque al menos hay un gol que nunca estuvo en sus registros, y es ese gol que consigue un jugador muy concreto, el ariete rompedor, el delantero centro con poderío físico que suele salir ventajoso de los choques con sus marcadores. Una clase de delantero avasallador del que en la historia del Granada podemos citar como modelos a Carranza o a Barrios.

Enrique Porta no era ni mucho menos de ese tipo de futbolista. Al contrario. Era de estatura media tirando a bajito. Su peso no superaría los setenta kilos, y su complexión era muy poco musculosa. Un tío de lo más normal en apariencia. Pero lo que le faltaba de cachas lo suplía con fineza e inteligencia. En su gran temporada, la 71-72, la del pichichi, supo sacar excelente provecho a los medidos pases de gol de Vicente y a los muchos balones sueltos que propiciaba la pelea incansable con las defensas de Barrios.

El gol número 500 de la historia primerdivisionista del Granada es de la temporada siguiente, concretamente de la jornada 19, segunda de la segunda vuelta de la 72-73, disputada el domingo 28 de enero de 1973 en Los Cármenes. El rival era el Coruña de Arsenio, en aquellos momentos en puesto de descenso (bajó a Segunda ese año), y el gol que redondea la mágica cifra de 500 fue el segundo rojiblanco con el que completar el 2-0 final. A poco de iniciarse la segunda parte se había adelantado el Granada por un cabezazo de Quiles a saque de falta de Vicente. Después vivimos ciertos apuros hasta que faltando diez minutos apareció el mejor Porta: aprovechando un sensacional pase en profundidad de Vicente, el mañico quebró la cintura de dos defensas coruñeses para plantarse solo ante el meta Aguilar y superarlo por alto en su media salida con un remate sutil que el propio Porta remachó a la red casi en la misma línea; un golazo de pañuelos por el que fue felicitado hasta por los rivales y que volvió a poner en las gradas el cántico aquel de ¡Poooortaaaa! Un golazo para la ocasión, digno merecedor de ser el número quinientos de todos los rojiblancos en Primera. Gol puro Porta que daba la tranquilidad.

El gol de Porta fue lo mejor y casi lo único de un partido bastante flojo pero que al menos se ganó. Con los dos puntos el Granada se afianzaba en los puestos medios de la tabla que ocupó casi ininterrumpidamente hasta quedar decimotercer clasificado en esta regular tirando a mala temporada intermedia entre las dos mejores de la historia. Los traspasos de final de la gloriosa 71-72 transformaron bastante al equipo, sobre todo en la faceta atacante. Sin la velocidad de Lasa y la acometividad de Barrios, ni las cabalgadas por la derecha de De la Cruz, el Granada del conservador Pasieguito sólo fue capaz de conseguir 25 goles (de los que 10 llevan la firma de Enrique Porta), que es la segunda peor marca de toda la historia del Granada en lo que a goles a favor se refiere.

MIÉRCOLES DE GLORIA



De todos los que aparecen en la foto sólo puedo identificar al, a la sazón, presidente rojiblanco Ricardo Martín Campos, al que se aprecia casi en el extremo izquierdo (para el observador), parcialmente tapado y dirigiendo un saludo brazo en alto a la cámara que inmortaliza este momento de celebración y felicidad desde los escalones de la grada de General de Los Cármenes. Mientras, ajenas al jolgorio, las mulillas pasan el rodillo sobre un terreno en el que parece que no abunda la hierba.

Tampoco sabe uno ponerle una fecha exacta a este ágape ni un por qué. Puede tratarse de cualquier triunfo rojiblanco, como una victoria sobre el eterno rival boquerón, que por entonces solían celebrarse con zambras multitudinarias y otros saraos. En fin, podría tratarse de una simple celebración familiar.

Pero yo me inclinaría por decir que lo que se celebra es el ascenso a Primera. Y me atrevería a ponerle la fecha del miércoles 9 de abril de 1941. Se trataría así del primero de los muchos homenajes que tendrían lugar en este día histórico.

El larguísimo viaje por ferrocarril de la expedición granadinista (“equipiers”, técnico, delegado, masajista, más Zubeldía, de Patria, y Fernández de Burgos, de Ideal) había comenzado dos días antes en Castellón y había concluido en Córdoba a las siete de la mañana de este miércoles 9, para seguir en un moderno ómnibus que les trasladaría a Granada, con parada y agasajo en Cabra, Rute, Loja y finalmente Santa Fe, donde es de suponer se trasladarían los retratados nada más levantar los manteles. Y de ahí a Granada, haciendo su entrada en el Triunfo pasadas las tres de la tarde, para seguir con miles de granadinos encabezados por guardias de gala a caballo y por la banda municipal, hasta converger en la Plaza del Carmen y ser cumplimentados por las autoridades y saludar a la ciudadanía, concluyendo el acto con la interpretación por el tenor Julio Vidal del himno “Campeón”, acompañado por la banda y coreado masivamente por muchos miles de gargantas.

Después todos a almorzar. Y después les esperaba un acto de acción de gracias ante la Patrona. Finalmente una recepción con más agasajos en la redacción de Patria, en la calle Oficios, para acabar a las tantas molidos pero felices por la gran proeza conseguida tres días antes en La Plana.

Toda Granada era una fiesta, no vamos a decir que rojiblanca porque por entonces no existía eso que ahora se llama merchandising (si acaso algún banderín o alguna insignia llevaría alguien), y otros acontecimientos locales habían pasado a segundo plano, como la visita a nuestra ciudad del general Moscardó. Nadie hablaba esos días del paseo militar alemán en los Balcanes. El único tema de conversación era el campeón de campeones, el Granada, el Recreativo, que todavía muchos no se habían enterado del cambio de nombre.

El camarada Martín Campos (así lo nombra el diario Patria), de cuyo archivo personal procede esta foto, con su gran humanidad y campechanía, seguramente no se arredraría ante tanta bulla maratoniana, ni tampoco por el hecho de que al día siguiente, Jueves Santo, le esperaba una siempre agotadora procesión de Santa María de la Alhambra, como ferviente cofrade que era. Desde luego la ocasión merecía la pena. Por lo menos desde este día y hasta el sábado no tendría que preocuparse por su negocio, que como todos los cines y espectáculos quedaban cerrados por orden de la autoridad.

EN TRES LETRAS



Se puede hacer una plantilla, algo corta, eso sí, pues sólo contaría con dieciocho elementos, con jugadores de todas las épocas del Granada CF que tienen en común el único dato de que su nombre deportivo estaba formado por sólo tres letras. La alineación titular sería: Gil; Rey, Osa, Pla, Leo; Oti, Cea; Nin, Mas, Liz; y Mel. Y quedarían para el banquillo, junto al míster, Bru: Che, Gil, Liz II, Lin, Lis, Rai y Ros.

El único guardameta de tres letras es alguien que no disputó ni un solo encuentro oficial con el primer equipo: José María Gil Pérez, un catalán fichado para la primera plantilla en la 71-72 que acabó jugando en el Recreativo.

El lateral derecho sería para Jesús Rey Martínez, defensa zaragozano fichado para la 44-45 que estuvo seis años en el Granada y jugó 130 partidos de rojiblanco.

En el centro de la zaga tendríamos a Pedro Pla Reixach, catalán de Gerona, defensa que apuntaba muy buenas maneras cuando muy joven se incorporó en la 71-72. Le cerraban el paso jugadores como Aguirre Suárez y Fernández y además tuvo muy mala suerte con las lesiones, por eso aunque perteneció al Granada cinco temporadas sólo jugó 13 encuentros con el primer equipo. Acabó cedido al Real Granada

Su pareja en el centro de la zaga sería Frutos Osa Muñoz, un buen defensa del Granada de José Enrique Díaz de la 89-90 que también estuvo la siguiente y jugó entre ambas 66 partidos.

En el lateral izquierdo situaríamos a un granadino muy cumplidor: Leopoldo Linares De la Osa. Siete temporadas (entre 1987 y 1994) y un total de 115 encuentros jugó en el Granada. Pero salvo las dos últimas apenas contó para los distintos técnicos.

En el pivote estaría un canario, Antonio Manuel Rodríguez Cabo, Oti. La primera vez que lo vimos en Los Cármenes dejó a todo el mundo maravillado, conduciendo al modestísimo equipo del Realejos para que éste infligiera al Granada la más abultada derrota de toda su historia en su propia casa (0-5). Por eso a la temporada siguiente, 94-95, con buen criterio fue fichado por José Aragón. Pero no llegó a terminar la campaña porque se lo llevó el Las Palmas al terminar la primera vuelta de aquel año en el que varios componentes de la plantilla huyeron ante los sucesivos retrasos en los pagos. Volvió para la 95-96 y dejó acreditada su gran calidad siendo básico para que el Granada jugara liguilla de ascenso. 58 partidos jugó en total y marcó 17 goles entre los dos años.

También para el centro del campo estaría otro granadino: Emilio Cea Arquelladas, uno de los mejores productos del renacido Recreativo de Manolo Ibáñez de finales de los cuarenta. Nueve temporadas, desde 1948 hasta 1957, perteneció a la primera plantilla y jugó 170 partidos. Cea era un magnífico interior con mucho recorrido y mucha llegada que anotó un total de 41 goles.

Para la delantera el primero es Nin, jugador del que desconocemos nombre y apellidos y lugar de nacimiento, y que se incorporó al todavía Recreativo de la primera temporada tras la Guerra Civil, el de la 39-40. En ese año sólo jugó cinco partidos pero a pesar de todo fue el máximo artillero del equipo con diez goles. Estuvo también la siguiente temporada, en la que jugó otros cinco partidos pero no anotó ningún gol.

El siguiente, al que adaptaríamos a la media punta, sería el barcelonés Francisco Mas Piqué. Al Granada llegó en la 42-43 procedente del Español y aquí permaneció diez temporadas, siendo de los pocos futbolistas de toda la historia rojiblanca que superan la cifra de doscientos encuentros (235 y 46 goles). Además también fue entrenador-jugador de la primera plantilla y después de retirarse dirigió al Recreativo. En sus comienzos jugaba de extremo izquierdo pegado a la cal. Con el tiempo fue adaptándose al puesto de interior, pero siempre destacó como un jugador de gran clase. De toda la lista de esta improvisada plantilla es sin duda el más ilustre.

Para la izquierda del ataque tenemos a todo un Camilo Liz Salgado, el único representante de la legendaria delantera rojiblanca que formaban Marín, Trompi, César, Bachiller y Liz, la de más poder realizador de toda la historia granadinista. Las cabalgadas por la izquierda del orensano Liz y sus medidos centros al área tuvieron gran parte de la “culpa” de ese gran poder goleador. Dos temporadas fue rojiblanco, la del ascenso, 40-41, y la primera de división de honor, 41-42. Entre ambas jugó 55 partidos y consiguió 14 tantos.

Y en punta de lanza tenemos al madrileño José Mel Pérez, delantero que vino ya veterano para la 93-94 y la 94-95 y en ambas fue el máximo goleador granadinista, por lo que su rendimiento fue bastante aceptable en un Granada más bien desangelado. 60 partidos y 33 goles fue su aportación a la historia del Granada CF.

De los que quedan destacaremos al más joven de todos, Emilio José Rosales Ramírez, Che, lateral derecho del filial que sólo en una ocasión ha vestido la camiseta del primer equipo; fue en Badajoz, en partido de vuelta de la Copa Federación de la 2008-09. Y junto a él el delantero Ramón Lis March, fichado a mitad de la 74-75 y que estuvo cuatro temporadas jugando 75 partidos; era un delantero bastante torpón y que aquí no acreditó la fama de goleador con la que vino: sólo 13 tantos consiguió. También podríamos mencionar al otro Gil, que con sus 21 partidos contribuyó algo al ascenso a Segunda de la 82-83

LA HISTORIA DEL HISTÓRICO



Hace algún tiempo dije o di a entender que el gran historiador granadinista José Luis Entrala había colgado el teclado, cosa que no es cierta. Me alegro de haberme equivocado. No sólo no se ha jubilado D. José Luis sino que ha retomado desde el principio la historia del Granada CF y le ha añadido los capítulos que siguen desde la 85-86, que fue donde se interrumpió su magnífica serie por entregas que publicó Ideal en el verano de 1986.

La historia del Granada CF es apasionante. Por lo menos para un maniático de todo lo histórico relacionado con Granada como servidor. Hombre, grandes triunfos y títulos no hay en ella, sino que lo que en esa historia encontraremos serán triunfos escasos y modestos, como modesto es el historiado, y en cambio habrá no pocos fracasos. Pero qué importa eso para quien, como el que suscribe, lo que vale es que el protagonista de lo que se cuenta es el nuestro. No ganará grandes competiciones pero para mí es como si fuera de la familia y por eso no se le puede abandonar.

El mejor patrimonio que tiene el Granada, que nunca podrá perder, es el de su historia.

Y quién mejor para contárnosla que alguien como Entrala, que ya demostró en dos grandes coleccionables lo interesante, por amena, que puede resultar la historia de nuestro Granada CF. Así que Entrala la ha actualizado y la alargado hasta los momentos actuales, añadiendo también varias entrevistas y biografías de distintos personajes clave en la historia del club, y también una sección con los partidos más señalados disputados por el Granada en sus ya casi ochenta años de vida, todo ilustrado por un sinfín de magníficas fotos. En toda esa gran tarea me enorgullezco de haber colaborado y haber aportado mi grano de arena. El resultado es un considerable volumen de lo que por ahora no pasa de ser un montón de folios en donde está toda la historia del Granada.

Casi estaba arreglada la publicación de tan magna obra por el difunto diario La Opinión, pero ya saben lo que le ha ocurrido al joven periódico granadino cuando parecía que precisamente estaba en su mejor momento (vaya desde aquí mi solidaridad para con todos los perjudicados, entre los que tengo varios amigos). La obra está terminada a falta sólo de mínimos retoques, pero ahora no hay quien la haga llegar a los buenos granadinistas. Y me consta que los interesados en una publicación de la historia del Granada al estilo Entrala son bastantes.

Como Ideal me ha brindado esta tribuna, quiero aprovecharla para decir -a quien corresponda y tenga posibles, claro- que sería una lástima que las nuevas generaciones de granadinistas pierdan la oportunidad de conocer la historia de su equipo contada de la mejor manera, la de José Luis Entrala. El momento es el adecuado para sacar a la luz un magnífico trabajo que todo indica que tendría una buena acogida.

LOS ANTONIOS


Un servidor, aficionado a coleccionar datos inútiles para llenar ocios y apagar bostezos, y “enteraillo” (perdón por la inmodestia) como pocos de todo lo que atañe al Granada CF, se ha entretenido en hacer un recuento de nombres de futbolistas de todas las épocas que hayan lucido la gloriosa camiseta rojiblanca (algunos la blanquiazul) por esos campos de Dios. Y empezando por el principio, por la letra “a”, el primer nombre lo suficientemente representativo con el que nos tropezamos es el de Antonio. ¿Cuántos son los Antonios del Granada? Pues salvo error u omisión yo diría que son once, por lo se podría improvisar un equipo.

Bueno, en realidad, futbolistas del Granada que respondieran al nombre de Antonio, así a secas, hay sólo dos, y los dos son de los buenos. El más ilustre no es otro que el toledano Antonio Díaz Vaquerizo, centrocampista que acabó jugando de libre, que perteneció ocho temporadas al club y que jugó la muy considerable suma de 282 partidos oficiales entre 1976 y 1986. Un futbolista rentable como pocos que siempre fue titular y que además volvió al equipo después de estar ya retirado para convertirse otra vez en insustituible.

El otro es Antonio José González Santos, sevillano, defensa central que llegó en la 95-96 y estuvo tres temporadas, también siempre como titular hasta jugar 124 partidos. Después continuó su carrera por equipos como Jerez, Numancia y Córdoba, y llegó a debutar en máxima categoría. Un buen defensa que jugó dos liguillas de ascenso de rojiblanco.

De Antonios con apellido tenemos cuatro. El más conocido es el madrileño Antonio Díaz (Jurado), centrocampista que había jugado en Primera y Segunda con Osasuna, Salamanca y Compostela y que aquí llegó ya algo cascado, con 32, en la temporada anterior a la debacle del descenso administrativo, la 2001-02, y no lució especialmente en un Granada más bien gris. Le sigue un canario, Antonio Jorge (Ruano), también centrocampista, que vino cedido del Las Palmas en la primera de la historia granadinista en 2ª B, la 81-82, y que pasó por nuestra tierra con más pena que gloria. El tercero es otro centrocampista, un gallego, Antonio Fernández (Rivadulla), que pertenece ya a la negra época de Tercera, la temporada 2003-04, en la que tuvo un buen pasar y fue titular.

Y el cuarto con apellido es un delantero granadino, se trata de Antonio Carmona (Ros) o Carmona III, el menor de la saga Carmona Ros de la que también forman parte sus hermanos  Pepe y Paquito, más Enrique, los tres del Recreativo, es decir, de la época de anteguerra, aunque Enrique no fue futbolista y sí presidente y directivo; Antonio Carmona Ros sólo jugó dos partidos con el Granada de la 40-41, pero su mejor papel lo desempeñó desde los banquillos, dirigiendo al Granada un partido, como puente entre Álvaro Pérez y Pasarín en la 56-57. Después se fue al Málaga, equipo al que perteneció casi veinte años y donde destacó como descubridor de jóvenes valores y donde entrenó al filial y en distintas ocasiones se hizo cargo del primer equipo.

Antoñitos tenemos tres. El que más jugó fue un sevillano, Antonio Suárez Angulo, delantero cedido por el Sevilla en la 82-83, en la que contribuyó al ascenso a Segunda con los siete goles que consiguió. Le sigue un portero, también sevillano, de la cantera del Betis, José Antonio Márquez Vergara, que fue uno de los jugadores que se trajo de la zona occidental andaluza José Enrique Díaz en la 89-90 y que también estuvo la siguiente, jugando entre las dos sólo 21 partidos. Y el tercero es un granadino del que el único dato que tenemos es que su nombre deportivo era Antoñito y que jugaba de delantero; pertenecía al Recreativo y sólo jugó un partido, en Mallorca, en la segunda jornada de la 84-85, cuando una huelga de jugadores profesionales propició una alineación entera de jugadores del filial que sucumbieron en el Luis Sitjar 5-0.

Otro Antonio con diminutivo, aunque no castellano, es Antoniet, el alicantino Antonio Iborra Iborra, que jugó en el Granada dos temporadas. En la primera, la 63-64, las lesiones hicieron que sólo jugara siete partidos. Pero en la segunda, 64-65, realizó un magnífico papel como interior con mucha llegada y gran pasador para dar balones de gol, de lo que se benefició el delantero Miguel, que consiguió aquella temporada 19 goles. Antoniet era un jugador de gran clase que jugó muchos años en Primera con el Sevilla y antes con el Jaén.

Para cerrar esta antología de Antonios nos queda otro granadino del que, como del otro paisano, tampoco tenemos demasiados datos aparte de que respondía al nombre de Antón, que era delantero y que del Recreativo pasó al Granada en la 55-56, en la que sólo jugó tres partidos.