EL ONCE FANTASMA

Pedro Escartín bautizó al Granada CF (el Recreativo Granada) con el apodo de "Once Fantasma" cuando este club era un recién llegado a la competición pero ya andaba codeándose con equipos de solera y aspiraba a lo máximo.
En este libro se narran las vicisitudes por las que atravesó el Recreativo en sus cinco primeros años de existencia y también se recogen los sucedidos ciudadanos más impactantes de aquella época revuelta que fue la de la II República.
En la foto de cabecera se ve al Recreativo que se enfrentó al Gimnástico de Valencia en el campo madrileño de El Parral, 21 de febrero de 1934. De pie: Sosa, Tomé, Calderón, Luque, Itarte, Carrera, Victorio y Tabales; agachados: Gomar, Morales y Herranz.
Para adquirir un ejemplar firmado y dedicado por el autor (20 €), dirigirse a
jlramostorres@gmail.com


Historia del Granada CF



lunes, 4 de octubre de 2021

FIN DE UNA TEMPORADA ANODINA

 Floro recayó en Bardín y tuvo que sustituirlo Galvany
 

Goleada en Bardín con portero improvisado

Jugadas 24 jornadas de la liga de segunda 46-47, a un Granada a salvo de sustos por abajo, pero sin aspiraciones por arriba, ya sólo le quedaba jugar en Alicante frente al Hércules y recibir al Málaga. El Hércules era también uno de los gallitos de la categoría, se encontraba empatado a puntos con la R. Sociedad en lucha estrecha ambos por hacerse con el único puesto de promoción de ascenso (el tercero).

En la semana previa a viajar a Alicante hubo relevo en el puesto de masajista, que dejó Manolo Ibáñez y le sustituyó el sevillano José Fernández Bravo, Fernández, ex futbolista que había pertenecido a nuestro equipo de 1939 a 1942.

Para el partido de Alicante el primer problema fue la ausencia de porteros al estar lesionados tanto Floro como Casafont, aunque finalmente se recuperó el primero. En la delantera Morales se cayó de la convocatoria y el míster Conde hizo su cuarta prueba en el eje del ataque, recurriendo al granadino Manolo Almagro, de 17 años, quien debutaba en partido oficial tras ser fichado hacía ya algunos meses, y aunque jugó en un puesto poco habitual fue de lo poco salvable de un mal Granada en el campo de Bardín. La primera parte Floro ocupó la portería rojiblanca, pero dejó claro que no estaba totalmente recuperado y así el primer disparo a portería de los blanquiazules, balón nada difícil se puede leer en la prensa, se convirtió en el 1-0 en el primer minuto. La segunda parte entera la jugó el Granada con sólo diez y con Galvany bajo palos; hasta esta temporada, siempre que ocurría algo similar y había que prescindir del portero, el designado para colocarse el jersey solía ser González, pero ahora le tocó a Galvany, a quien le hicieron la mitad de los goles en contra del Granada en Bardín. Según las crónicas, no tuvo el Hércules adversario en el Granada, al que venció concluyentemente 4-0. La derrota descolgó a los nuestros hasta el puesto noveno pero sin que esto inquietara nada ya que desde la semana anterior estaban los rojiblancos a salvo de cualquier peligro.

 

Victoria ante el eterno rival para cerrar la liga. Dimisión de la directiva y del entrenador

La segunda temporada tras el descenso de 1945 en general se puede decir que resultó bastante anodina, con un equipo que estuvo toda la liga en los puestos medios de la clasificación y viendo de lejos los de ascenso. Al principio las asistencias a Los Cármenes eran buenas, pero fueron disminuyendo paulatinamente conforme avanzaba la temporada y el juego de los rojiblancos cada vez ofrecía menos alicientes. Pero de todas formas, al granadinismo pilló de sorpresa la presentación de su dimisión por toda la directiva dos días antes de liquidar la liga con la visita en la última jornada del Málaga. El motivo alegado para dar este paso fue que lo hacían en solidaridad con Paco Cristiá, eterno secretario rojiblanco y delegado, quien acababa de ser suspendido en sus funciones por la Federación hasta final de temporada en base al informe presentado por el presidente del Colegio Nacional de Árbitros, Álvarez Corriols, en el que se decía que en el partido Granada-Alcoyano fue Cristiá el inductor de los incidentes de público.

También presentó su dimisión el entrenador Antonio Conde, pero éste lo hizo en diferido, es decir, para después del partido contra el Málaga. Como una vez terminada la liga quedaba la copa, fue designado Pepe Millán como entrenador-jugador.

En la última jornada de la liga 46-47, la 26, el Granada venció al eterno rival 4-2 en el que quizás fue el mejor partido de la temporada según las crónicas locales. Los rojiblancos realizaron una primera parte plena de fútbol y apabullaron a su rival que al descanso perdía 4-0, pero en la segunda bajó muchísimo la intensidad y acortaron distancias los malacitanos. Lo mejor fue el debut ante su público de Almagro, «una revelación, domina como nadie el balón y prodiga el disparo», dice Seudónimo en La Prensa, y se extraña de que su debut no se haya producido antes pues fue de largo el mejor de los rojiblancos y anotó dos de los goles. En esta ocasión jugó Almagro de interior izquierdo porque Conde ensayó otro futbolista en la punta de ataque (ya el quinto), Sosa, aunque el canario ya había actuado muchas veces de ariete en otras temporadas. Se lamentan los periodistas locales de que el equipo haya dado su mejor partido de la temporada precisamente cuando ha recurrido a una alineación en la que, salvo dos puestos (Sánchez y Parra), que fueron justamente los que más flojearon, todos los demás (a excepción del debutante Almagro) eran veteranos con muchas temporadas de rojiblanco, con un espléndido Trompi que volvió a ser el de sus grandes tardes, y es que, concluyen, no ha habido suerte con los fichajes.

Los Cármenes registró una buena entrada al tratarse del eterno rival, que vino acompañado de algunos cientos de malagueños desplazados en tren botijo. Los rivales no se veían la cara en liga desde hacía seis años, pero sin duda restó público el hecho de ser el último partido de la liga y estar todo decidido para ambos contendientes, sin nada que ventilar ni por arriba ni por abajo. No hubo el menor incidente entre aficiones contrarias como venía siendo norma los últimos años. La victoria dejó al Granada definitivamente clasificado séptimo, con 25 puntos y un negativo.


Escenas del último partido de la liga 46-47, Granada-Málaga

Eliminación en Copa ante el Celta

Terminada la liga a mediados de abril, tocaba jugar la Copa del Generalísimo, con la ida en Los Cármenes justo al domingo siguiente del partido frente al Málaga. La suerte quiso que el rival designado fuera el Celta, de primera, categoría que ocupaba desde hacía dos años, desde que se la arrebatara al Granada en promoción. Ése era precisamente el tiempo que llevaban sin verse las caras granadinos y celtiñas ya que la última vez que se enfrentaron fue en aquel partido en el Metropolitano que supuso el primer descenso de la historia rojiblanca. Venía el Celta de completar una temporada en la que terminó noveno (de 14), aunque esa plaza era provisional porque aún tenía pendiente su partido contra el Sabadell. Como su última cita liguera había sido en Sevilla, no regresaron a Galicia sino que se quedaron en Antequera hasta el día del partido en Granada, previo amistoso en Huelva. Su entrenador era el divino Ricardo Zamora y contaba con futbolistas como Gabriel Alonso, después y muchos años defensa del Madrid y de la selección, más Miguel Muñoz y Pahíño, quienes también pasaron al Madrid poco tiempo después y fueron internacionales, futuros granadinistas como entrenador y jugador respectivamente.

Conde hizo efectiva su dimisión diferida nada más terminar la liga, por lo que los entrenamientos pasaron a ser dirigidos por Millán. La directiva, también dimisionaria permaneció no obstante en sus puestos hasta tanto se celebrara la preceptiva asamblea de socios. Esos mismos directivos dimitidos se enfrentaron a un primer problema como fue el de que el domingo 20 de abril por la tarde estaba señalada la celebración del partido Granada-Celta pero también, a las cinco y media, una novillada en la plaza del Triunfo de inauguración de temporada taurina, con Manolo González, Juanito Bienvenida y Chávez Flores. Finalmente lograron ponerse de acuerdo y fijaron como hora de comienzo del Granada-Celta las tres y media de la tarde.

En el partido de ida de copa en Los Cármenes los visitantes hicieron valer su condición de primerdivisionistas y se impusieron por un gol a cero. Jugó Millán, a pesar de llevar varias semanas arrastrando una lesión. También repitió Sosa como delantero centro y volvió a alinearse Almagro, pero el Celta, con una defensa muy eficaz, fue superior. La prensa local, aunque señala al árbitro Caballero como influyente en el resultado al no ver un claro penalti de los gallegos, daba ya la eliminatoria como virtualmente perdida.

Al domingo siguiente, 27 de abril, en Balaídos, se acabó la copa para el Granada al salir fuertemente derrotado 5-2.

Casi a la misma hora, pero en Granada, en Pinos-Genil, un camión de Educación y Descanso cargado de montañeros, de los que muchos de ellos venían de competir en una prueba de esquí en sierra Nevada (uno de los heridos era Demetrio Spínola, ganador del Descenso del Veleta), sufrió un accidente por vuelco del que resultó una persona muerta y más de veinte heridos.

En Vigo el Granada, según las crónicas, no dio mala imagen a pesar del resultado y logró empatar el tanteo en dos ocasiones, pero evidenció que no tenía remate mientras que los celtistas contaban arriba con mucha calidad y dos goles de Pahíño pusieron suficiente margen. Esas crónicas destacan el papel de Trompi y también, aunque en sentido contrario, el de Casafont, quien pudo haber evitado al menos dos de los goles gallegos, dicen.


Almagro y Rivera, dos jóvenes canteranos promocionados esta temporada al primer equipo


Copa Primavera

Terminada la temporada para el Granada a finales de abril, quedaban todavía dos meses para finiquitarla totalmente, por lo que enseguida se contrató un amistoso al domingo siguiente de jugar en Vigo, en Huelva, por entonces en tercera. Una derrota 3-1 fue el resultado. Al poco el Granada aceptó jugar la llamada Copa Primavera, un torneo en forma de liga organizado por la Federación Sur en el que podía participar voluntariamente cualquier equipo andaluz de las tres primeras categorías, como ocurría en los desaparecidos campeonatos regionales de antaño, pero sólo el Huelva, el Cádiz (ambos de tercera) y el Córdoba, de segunda, además del Granada, se inscribieron de inicio, y después se sumaron el Málaga y el Betis al ser eliminados de la copa, también ambos de segunda, aunque el Betis acababa de descender a tercera. El Sevilla, el único andaluz de primera, no quiso disputar este trofeo regional. El premio era una copa donada por la directiva del Recreativo de Huelva.

El debut del Granada en esta competición casera fue en Córdoba, de donde nos vinimos con un 3-0 en contra, es decir, por el momento el Córdoba le había hecho nueve goles a los rojiblancos por ninguno de éstos en los tres partidos disputados frente a los cordobeses en esta misma temporada; era la tercera vez que el Granada se enfrentaba a los cordobeses en la 46-47 y en las tres ocasiones salía derrotado, y todo a pesar de que en la liga recién terminada el Córdoba acabó por detrás de los nuestros. En El Arcángel los rojiblancos no jugaron un mal partido según las crónicas, pero, una vez más y como fue norma en esta temporada, se mostraron nulos de cara a la portería contraria.

El segundo partido de la Copa Primavera fue para los rojiblancos en Los Cármenes y con el Málaga como rival, y se jugó en uno de esos jueves que antiguamente relucían más que el sol, el de la Ascensión, día de fiesta en todo el territorio nacional. Empate a un gol fue el resultado. Como ya se ha dicho en otro apartado, toda la temporada fue para el Granada un continuo ensayo en la punta del ataque dado que los jugadores fichados para esa demarcación (Morales y Escobar) no lograron convencer primero a Conde y después a Millán. Así, en este partido frente al Málaga hubo la sexta prueba de la temporada en el puesto de ariete y el propio Millán ocupó la demarcación y estuvo voluntarioso, pero poco más, según Fernández de Burgos. Fue un partido jugado con mucho ardor por unos y otros en el que casi se llegó a lo violento y también con muy poco acierto hasta el punto de que tanto González como Sierra desperdiciaron sendos penaltis lanzando el balón muy desviado de la puerta. Almagro, convertido en titular desde el final de la liga, consiguió el único gol rojiblanco y el Granada una vez más se mostró inoperante de cara al gol.

A la tercera jornada del campeonato andaluz llegó la primera victoria rojiblanca, 4-1 al Betis, nuevamente en Los Cármenes al domingo siguiente al partido frente al Málaga. Hubo una enésima probatura en el puesto de 9, en esta ocasión le tocó a Mendoza, quien estuvo algo mejor que sus predecesores, pero también sin remate. El Betis no fue rival para el Granada que pudo marcar algún gol más. Los sevillanos acababan de dar inicio a la época más negra de su historia ya que acaban de perder la categoría y les esperaba un infierno de siete años seguidos sin pisar la segunda división. Poquísimo personal acudió a ver el choque, y es que esta competición regional apenas interesaba.


Partido Granada-Málaga de la Copa Primavera

La cuarta jornada de la Copa Primavera fue un empate a dos tantos en el campo del Huelva, con lo que situó nuestro equipo en el tercer puesto de la clasificación. En la quinta jornada y última de la primera vuelta el Granada goleó 5-2 al Cádiz, de tercera, el más flojo de los participantes. Debutó en el puesto de extremo derecho el joven granadino Rivera, recién incorporado desde el conjunto de Educación y Descanso, un equipo que acababa de completar un buen campeonato amateur y cuyos integrantes, como el propio Rivera, pasaron casi en bloque pocos meses después a integrar el recién constituido filial Recreativo de Granada.

El jueves 6 de junio, día grande de las fiestas del Corpus en Granada, por fin (a la cuarta) pudieron los rojiblancos derrotar al Córdoba esta temporada venciéndolo 3-1 en Los Cármenes, en el primer partido de la segunda vuelta de esta competición de escaso tirón denominada Copa Primavera. Con el Córdoba venía el recordado Camilo Liz, recién fichado del Cádiz, apurando sus últimos años como profesional del fútbol. Liz formó en el mejor quinteto atacante del Granada en toda su historia, el que formaban Marín, Trompi, César, Bachiller y Liz. Al domingo siguiente tocó visitar La Rosaleda y de allí se trajeron los rojiblancos un empate a dos goles.

Continuó para el Granada esta competición regional andaluza con un desplazamiento del equipo a Sevilla, para jugar, ya en la octava jornada, contra el descendido a tercera como colista Betis, donde los rojiblancos, desmotivados y apáticos dieron una lamentable imagen y salieron goleados 5-0.

Este campeonato semi-oficial organizado por la Federación Sur, si poco había interesado a los aficionados de primeras, a las alturas de mediados de junio con los calores ya era meramente testimonial la presencia de hinchas en los partidos. Así en el campo del Betis apenas hubo un puñado de personas presenciando el partido. Tampoco parecía importar nada a la prensa granadina ya que en Ideal apenas le dedican espacio durante las jornadas previas y las crónicas de los partidos a domicilio se despachan en cuatro líneas. Además, justo cuando los rojiblancos caían apalizados en Sevilla, en Granada era recibida en loor de multitudes Eva Perón, luego los `plumillas locales tenían tema de conversación en abundancia como para reparar en una competición doméstica. Días después de haberse marchado la primera dama argentina publicaba Ideal un corto comentario del partido en Heliópolis en el que dice que los rojiblancos actuaron sin energías y con sensación de agotamiento, pero que el colegiado les anuló injustamente dos tantos. En la misma página de Ideal se da noticia de la muerte tras una larga enfermedad en su pueblo malagueño de Calderón, aquel delantero centro recreativista muy goleador del Once Fantasma de los años de la República.

El día 22 de junio, con poquísimo personal en las gradas y bajo un calor achicharrante, se jugó la última jornada de la Copa Primavera en Granada y penúltima de esta poco interesante competición regional menor. El Granada derrotó en Los Cármenes al Huelva 2-0. Esta vez los periódicos locales sí le dedican al encuentro algo más de espacio y una crónica más amplia; lo que no mejoró para nada, según esas crónicas, fue el juego de los rojiblancos, pésimo según La Prensa, a pesar de la victoria. El mejor rojiblanco fue el canterano Rivera, alineado por segunda vez en este trofeo.

La competición andaluza terminó por fin el 29 de junio, y con ella la temporada futbolera de los rojiblancos, y lo hizo para el Granada con una derrota 5-3 a domicilio, en el campo del tercera Cádiz, adonde viajaron los nuestros con un equipo de circunstancias que hubo que improvisar como se pudo y en el que estuvieron ausentes por lesión tanto Millán como González, cuyo puesto lo ocupó Sierra, dando entrada en la media a Escobar, que había venido siempre actuando como delantero centro. El Granada quedó finalmente tercero en este trofeo y el título fue para el Málaga.

Las desiertas gradas de Heliópolis dan testimonio del escaso interés que levanta la Copa Primavera. En la imagen uno de los cinco goles encajados por Casafont frente al Betis

Vuelve a la presidencia Ricardo Martín Campos

Dimitida la directiva de López Font, aunque había quedado en funciones hasta encontrar sustituto, ya desde la previa de los partidos de Copa se venía hablando de que, por parte de la Federación Sur y su presidente Antonio Leal Castaño, se había ofrecido la presidencia vacante del club a Ricardo Martín Campos. Fue una noticia que cayó muy bien entre los aficionados pues esos apellidos siempre se asociaron en Granada a la mejor época del club rojiblanco hasta ese momento, y nadie olvidaba que fue este presidente el que lo ascendió a primera.

Ya en mayo, Ideal publicaba que Martín Campos acababa de regresar después de varias semanas en Madrid, donde había recibido de directivos de la Federación Nacional el encargo de ponerse al frente del Granada, habiendo también obtenido autorización para la creación de un equipo filial independiente del club principal. Pero pasaban las semanas y el club seguía sin nueva directiva porque parece ser que Martín Campos quería que una asamblea lo ratificara en su cargo, pero en la Federación Sur decían que el presidente lo designaba este organismo sin necesidad de más trámite. Y es que no eran tiempos de prácticas democráticas de ningún tipo, ni aun en el seno de un club deportivo. No obstante, como se verá, Martín Campos se saldrá con la suya.

La cosa quedó parada más de un mes y no se volvió a hablar de ello hasta la segunda mitad del mes de junio de 1947. Una junta consultiva integrada por los ex presidentes y algunos socios fundadores fue constituida ex profeso y dicha junta se encargó de convocar asamblea de socios. La junta consultiva la componían Manuel Montero, Manuel López Font, Ricardo Martín Campos, Antonio Becerra Entrambasaguas, Juan Diego López de Haro, Francisco Cristiá, Miguel Olalla y José Carmona Ros, este último como delegado en Granada de la Federación Sur. La comisión acordó convocar asamblea para el sábado 28 de junio a las once de la noche en los salones del Liceo, pudiendo asistir todos los socios que estuvieran al día en el pago de cuotas.


Chiste de Miranda en Ideal sobre la vuelta de Ricardo Martín Campos

Así, por fin el día señalado para la asamblea general tuvo el Granada nuevo presidente y éste fue el que había sonado en primera instancia, Ricardo Martín Campos, proclamado por aclamación unánime de los presentes. A la reunión acudieron más de cuatrocientos socios. En ella se puso de manifiesto por el presidente dimisionario, López Font, que la situación del club era preocupante pero no desesperada pues, si bien se calculaba una deuda global de 660.000 pesetas, la propiedad de Los Cármenes constituía una garantía. En esa deuda se incluyen 55.000 que se deben a los herederos de García Ruiz por la compra de los terrenos que ocupa Los Cármenes; también 40.000 a los herederos de Fernández-Fígares, por la construcción del estadio; la partida más abultada es de 195.000 pesetas por una póliza del Banco de España. En caja había en esos momentos 6.741 ptas. pero estaban ya comprometidas porque al día siguiente viajaba el equipo a Cádiz para jugar el último partido de la Copa Primavera.

Martín Campos tomó la palabra y dijo que no había crisis de hombres ni de dinero, la única crisis en el seno del club –dijo- era de entusiasmo, y que las soluciones tendrían que salir de los socios, con una cooperación eficaz y activa. Propuso a continuación Martín Campos, tomando como modelo lo ocurrido recientemente en Vigo, comenzar una suscripción popular creando una categoría de abonados comerciales, buscando el apoyo del comercio local. Otra solución posible pasaría por ampliar el campo de Los Cármenes para de esa manera abaratar el coste de las entradas, y también adquirir un autobús porque los desplazamientos son difíciles y muy costosos. En el terreno deportivo la propuesta estrella fue la de la creación de un equipo filial para acomodar a los jugadores reservas y aficionados y que sirva para tener en todo momento jugadores en forma y al mismo tiempo fomentar la cantera.

También en esta asamblea se puso de manifiesto la situación de la plantilla. Tenían contrato en vigor: Floro, Millán, Sierra, Morales Mendoza, Sánchez, Mas y Lesmes, si bien éste con el contrato en suspenso por haber estado toda la temporada cumpliendo el servicio militar. Retenidos: Casafont, González, Rey, Sosa, Galvany, Trompi y Escobar. Quedan en libertad: Moleón más los cedidos: Parra, Mendi y Sánchez Vigo, que vuelven a sus clubes de origen. Junto a todos estos, también son futbolistas del Granada, pero con ficha amateur: Almagro, Díaz Cara, Rivera, Álvarez y Delgado.


Ricardo Martín Campos en su época de concejal junto al alcalde Antonio Gallego Burín


 

CALLEJEANDO

 

 

Fabulosas herencias

            Desde hacía algo más de un año venían los periódicos locales y nacionales hablando de forma ocasional de la que se llamó Herencia del virrey Bonet, aunque la cosa al parecer venía dando que hablar desde más de veinte años atrás. Según podía leerse, todo aquel que se apellidase Bonet tendría derecho a reclamar una parte alícuota de la inmensa fortuna amasada por el aventurero catalán Claudio (o Gabriel) Bonet Vidal, natural del pueblo tarraconense de La Senia, aunque otros varios pueblos valencianos y catalanes se disputaban ser el lugar de su nacimiento. Este Bonet, convertido vía matrimonio en virrey de Madagascar, lo que le habría permitido reunir un descomunal patrimonio de 1.500 millones de libras esterlinas depositado en el Banco de Londres, habría dispuesto por testamento a finales del siglo XVIII que su inmensa fortuna no pasara a sus herederos forzosos hasta la cuarta generación desde su muerte, esto es, 140 años después, en venganza porque sus contemporáneos no lo habían tomado en serio en su día. Y resultaba que esa cuarta generación era la actual en esos momentos al cumplirse el plazo dado, así que todo aquel que se apellidara Bonet o demostrara ser descendiente de algún Bonet podía reclamar su parte en la herencia.

            La historia tenía mucho más de fantasía que de cosa real, no obstante, llegó a formarse una asociación de personas apellidadas Bonet para luchar por sus derechos hereditarios y el asunto estuvo coleando hasta muchos años después sin que se desanimaran los asociados pese a que en consultas a bancos ingleses éstos negaran la existencia del famoso testamento y la de la propia fabulosa fortuna del virrey.

            En una versión más de andar por casa, Ideal de 11 de febrero de 1947 publica en primera página lo siguiente: «Varias familias granadinas esperan otra famosa herencia, como la de los Bonet» «La fortuna que dejó el general Urquiza y aún está en espera de los herederos, se calcula en 500 millones de pesos». Según la noticia, ésta más modesta herencia afectaría a familias de Motril, Dúrcal, Lentejí y Granada, apellidadas Urquiza, descendientes del general argentino Justo José Urquiza.

La herencia, valorada en 500 millones de pesos argentinos, consiste en muchas hectáreas de tierra en La Pampa y más de un millón de cabezas de ganado. Según cuenta Ideal, un matrimonio guipuzcoano habría emigrado a Uruguay a finales del siglo XVIII, donde habría tenido como descendencia al que después sería general y presidente de Argentina, pero ese matrimonio habría dejado dos hijos en España, uno de los cuales se asentó en Andalucía, y éste sería el tronco del cual descenderían los potenciales herederos granadinos. Un abogado se ha dirigido a los posibles descendientes del general Urquiza y ha comenzado el acopio de documentos oficiales que prueben la descendencia directa ante el gobierno de Argentina, quien guarda en depósito la fortuna del general Urquiza al no tener otros herederos conocidos, termina la noticia.

            Se trata de una versión a la penibética de casi la misma historia de los Bonet. Y tal como aquella, tiene muy pocos visos de ser algo distinto a pura fantasía. El general Justo José Urquiza, toda una gloria nacional argentina decimonónica que rellena varias páginas de la no muy extensa historia de aquel país, según puede leerse en las varias biografías que hay disponibles en la Red, tuvo a lo largo de su vida más de veinte hijos, entre legítimos, naturales y presuntos, por lo que es de suponer que parientes reivindicativos de una sustanciosa herencia nunca le faltaron. Por otra parte, en ninguna de sus biografías se señala la existencia de dos hermanos dejados en la madre patria por sus progenitores antes de embarcarse hacia las Américas.

            La cosa dio en su momento bastante que hablar y durante algún tiempo ocupó metros cuadrados de papel prensa, como la noticia que aparece en primera página de Ideal un mes después de destaparse el asunto. Según se informa, la fortuna del general Urquiza que presuntamente debían heredar sus parientes granadinos llegaba hasta los dos mil millones de rubias pesetas, y una comisión de estos presuntos herederos, unas 150 personas cuya mayor parte reside en el Valle de Lecrín, encabezada por el abogado que lleva la cuestión, Francisco Retamar Pizarro, ha estado recientemente en Madrid para hacer gestiones en centros oficiales y diplomáticos.

            En años venideros saltarán también a las noticias otros apellidos de otros presuntos “tíos de América” muertos sin descendencia y dejando increíbles fortunas a la busca de herederos en la madre patria. Pero lo cierto es que nadie conoce a alguien que por esta vía llegara a embolsarse ni un maravedí.


El bluf de la herencia del virrey Bonet

Último episodio de los Quero

            Ideal de 24 de mayo de 1947 publica en primera página, en un diminuto recuadro, que dos días antes, perseguidos por la policía, tres bandidos se habían refugiado en una casa del Camino de Ronda, a la salida del Callejón de Gracia. El inmueble, de tres pisos y doce viviendas pudo ser desalojado de los inquilinos que en él habitaban. Sigue la noticia de Ideal informando que en la mañana del día anterior había sido retirado de los bajos del edificio el cadáver de uno de los sitiados, del que se dice que tuvo participación en la muerte de Indalecio Romero de la Cruz. En el momento de dar esta información sigue el asedio de las fuerzas del orden a la casa, completamente rodeada.

Eso es todo cuanto se puede obtener en Ideal sobre el importante suceso porque el ejemplar del día siguiente en su hemeroteca, 25 de mayo, aparece mutilado en su primera página, de la que sólo se conserva un mínimo girón, y en las páginas interiores nada se comenta acerca del hecho.

No obstante, hay abundante literatura sobre las andanzas de los Quero y podemos reconstruir lo ocurrido. Un suceso que conmocionó a toda la ciudad por ocurrir a la vista de no pocas personas y ser por eso tan espectacular como el de un año antes, cuando cayó abatido Paco Quero tras una persecución y tiroteo por el centro de Granada.

            Desde la muerte de Francisco Quero y el Palomica, la partida de los Quero había quedado reducida a su mínima expresión y la integraban sólo Antonio Quero, el único con vida de los cuatro hermanos que la lideraron, más el Catalán, el Chato Borrego de Dólar y el Comandante Villa. Otro miembro que fue de la partida, el Pajarillo, se había entregado hacía un año. Excepto el último, el Comandante Villa, incorporado recientemente, los otros eran los tres bandoleros asediados en la casa de Camino de Ronda a que se refiere Ideal.

Según el libro de Julio Aróstegui y Jorge Marco, El último frente, los tres de la partida se habían refugiado en el inmueble de Camino de Ronda 73, adonde dos delatores condujeron a las fuerzas del orden el 22 de mayo de 1947. El despliegue policial fue sonado. Policía, Guardia Civil, soldados y hasta un helicóptero se emplearon en la operación. El primero en morir, el mismo día 22, fue Antonio Ibáñez Huete (el Chato Borrego de Dólar), al intentar escapar lanzándose desde el segundo piso en que se hallaban sitiados envuelto en un colchón (es el cadáver en los bajos del edificio a que se refiere la noticia de Ideal), quien al aterrizar fue acribillado por los sitiadores. Le siguió al día siguiente José Mérida Robles (Catalán), que moriría por los disparos de Antonio Quero, su primo, cuando intentaba entregarse. Antonio Quero ya por completo en solitario, continuó resistiendo casi un día más y los que lo rodeaban hicieron venir a su padre, Francisco, y a su hermana embarazada, Matilde, para que lo convencieran de entregarse, pero en cuanto éstos se retiraron Antonio se suicidó pegándose un tiro.

Días después Ideal da la noticia de que han sido detenidos catorce encubridores de atracadores en Granada y en Churriana, y viene una relación con los nombres de los detenidos, muchos de ellos en unión de sus esposas e hijos. Su delito es haber albergado en sus domicilios y en diferentes ocasiones a los atracadores muertos por la fuerza pública en fecha reciente en el Camino de Ronda, así como a una individua [sic] llamada Carmela, alias “La Remamá”, amiga de Antonio Benito Quero Robles; se trata de Carmen Guardia López, al parecer, amante de Antonio Quero, al que acompañaba cuando el frustrado secuestro y muerte de Indalecio Romero.

De esta manera, en mayo de 1947, acababan definitivamente las andanzas de los Quero. Para que desaparezcan por completo las partidas de maquis en nuestra provincia todavía tendrán que transcurrir algunos años más.


Antonio Quero Robles, el último de la partida

Nuevo gobernador civil

            El 11 de junio de 1947 terminaba la estancia granadina del político del franquismo que más impronta dejó en nuestra tierra mientras fue gobernador civil de esta provincia. Ese día José María Fontana Tarrats cesaba como máxima autoridad provincial y era sustituido por Servando Fernández-Victorio y Camps, nombrado nuevo gobernador civil y jefe provincial del Movimiento en Granada. Fernández-Victorio, de 43 años de edad, nacido en Barcelona, falangista camisa vieja, licenciado en derecho, ejerció como juez militar en 1940 para después integrarse en el Cuerpo Jurídico Militar y formar parte de la División Azul como auditor oficial jurídico en el frente ruso hasta 1942. En el momento de su nombramiento como gobernador civil de Granada venía desempeñando funciones como segundo jefe de la fiscalía de la I Región Militar, con el grado de comandante.

Curiosamente, en varias de las webs que contienen datos biográficos de Fernández-Victorio, por ejemplo, en Wikipedia (se ve que unos se han copiado de los otros), incluyen como uno de sus grandes méritos que mientras fue gobernador civil de Granada consiguió en 1953 que el ferrocarril llegara a Motril. Qué más quisiéramos los granadinos que fuese verdad lo del ferrocarril a Motril, seguramente la reivindicación penibética más añeja (tan antigua como el propio invento del ferrocarril) y nunca atendida por las autoridades de turno. Precisamente quien más bregó por que se convirtiera en una realidad algo tan necesario para el desarrollo económico de la provincia como un ferrocarril a la costa, eternamente postergado, fue el predecesor del nuevo gobernador civil de la provincia, José María Fontana Tarrats. Y si Fontana no lo consiguió…


Servando Fernández-Victorio, nuevo gobernador civil

Desde luego a Fontana en el momento de su salida del Gobierno Civil, de lo que nadie podría nunca acusarlo es de no haberse movido incansablemente en pro de la mejora económica y social de la provincia en los tres años y medio que ocupó el palacete de los Muller en la Gran Vía. Innumerables mejoras se debieron a su iniciativa: promoción de viviendas sociales, construcción de instalaciones deportivas y de infraestructuras de transporte, fomento del turismo, además de un sinfín de medidas para acabar con el paro agrario y el analfabetismo.

Fontana, cuya preocupación fundamental durante sus años granadinos fue sacar a la provincia de la postración económica en la que se encontraba, llegó a cuestionar las mismas estructuras de la propiedad agraria en la provincia (¡Vade retro!) y en sus escritos criticó un problema económico típicamente granadino: términos municipales enteros propiedad de unos pocos que viven en Granada o Madrid, adonde se llevan sus rentas dejando en la tierra sólo unos pocos jornales de hambre, causa directa de la miseria de los moradores de grandes zonas rurales de la provincia.

Y todo lo hacía Fontana, sus obras y sus razonamientos, desde la más estricta ortodoxia nacionalsindicalista. Pero, por eso precisamente, por ser tan azul mahón, el gobernador saliente se buscó durante su mandato granadino unos cualificados enemigos que finalmente pudieron más que él y fueron determinantes en su cese y salida de la política activa. Según Manuel Martín Rodríguez en  “Fontana Tarrats: un economista falangista en el Gobierno Civil de Granada”, desde casi el mismo momento de su llegada a nuestra tierra, Fontana, muy imbuido del credo jonsista, sobre todo en lo tocante a las grandes reformas sociales y económicas que necesitaba España, chocó de frente con ciertas fuerzas vivas (alcalde y rector magnífico principalmente) inmovilistas que, aunque lucieran camisa azul (sólo en las grandes solemnidades), estaban muy lejos de comulgar con esa fe nacionalsindicalista y al gobernador civil lo consideraban un bolchevique. Y tan lejos, en las antípodas políticamente hablando. Seguramente (esto ya no lo dice Martín) habrían coincidido con aquel carnicero que asimismo vestía camisa azul y que se apellidaba Valdés y fue también gobernador civil de Granada, aunque éste durante la Guerra Civil, del que se cuenta que no se cortaba un pelo en afirmar que a él lo de nacional le parecía muy bien, pero lo de sindicalista le daba cien patadas en el estómago (y lo tenía enfermo, añadía).

            Para Martín Rodríguez, el orden público alterado por la guerrilla, esa china en el zapato que representaban los maquis campando por las sierras y por la propia Granada, fue lo que en definitiva sirvió para que sus enemigos encontraran la palanca con la que moverle el sillón y desalojarlo del Gobierno Civil. Especialmente después de los asesinatos de Miláns del Bosch y de Indalecio Romero, que tanta repercusión tuvieron en Granada y en toda España. Y eso que sólo dos meses antes Fontana había sido recibido en El Pardo por el mismísimo Franco, quien, según contó el propio Fontana a su vuelta, había quedado muy interesado en el plan económico y social para la provincia de Granada que el todavía gobernador civil le presentara. Pero 1947 no eran ya tiempos propicios para el falangismo ortodoxo, con España aislada del resto del mundo por la ONU, se imponía desfascistizar o desfalangelizar el Régimen y darle otra apariencia, no fuera a ser que -¡horror!- esos poderosos enemigos en contubernio decidieran que lo que España necesitaba era desfranquizarse y pasaran del bloqueo al desalojo.


El plan social y económico de Fontana para el desarrollo de la provincia de Granada

            Siempre según Martín Rodríguez, Gallego Burín fue quien principalmente se encargó de que Fontana fuera removido de su cargo buscando y encontrando poderosos valedores a los que ir con la queja de que el gobernador civil de la provincia sólo se ocupaba de deportes y cacerías, y que no sabía coordinar Policía y Guardia Civil.

Cuando se estaba cociendo su salida del cargo, Fontana se defendía en cartas al ministro de Gobernación, Blas Pérez González, cargando contra Gallego y pidiendo asimismo su cabeza; de Gallego Burín dice en esas cartas que ya chocó con su antecesor Pizarro Cenjor y también chocaría con cualquiera que le sustituyera, y que «Granada entera suspirará el día en que se libre de este político profesional (y hace un extenso recorrido por el historial político-veletil de Gallego) que la conturba y aplasta con su largo cacicato».

En la balanza estuvo el cese simultáneo de ambos políticos claramente enemistados, pero finalmente sólo Fontana fue apartado de la política activa y relegado a un cargo burocrático como el de jefe nacional del Sindicato Textil e inspector nacional del Movimiento.

De esta manera terminaba la estancia en nuestra tierra del político falangista de mayor talla que pasó por Granada. Granada a su vez se quedó sin el desarrollo del interesante plan económico y social para la provincia elaborado por el propio Fontana y publicado en forma de libro en 1945 con el título “Política Granadina”, cuando no llevaba ni un año en el cargo, un plan muy falangista, pero a la vez revolucionario (dentro de un orden, claro) que, a la vista de lo que vino después y llega a nuestros días, estamos seguros que habría cambiado bastante (a mejor) la situación de esta cada vez más olvidada provincia del profundo sur carpetovetónico. En ese volumen, un compendio economicista elaborado con cuidado y con profusión de gráficos y datos estadísticos, además Fontana expone que sus actuaciones buscando el desarrollo económico de la provincia, hasta el momento habían sido sobre los efectos, y que había llegado el momento de actuar sobre las causas mediante una completa reforma.

¡Vade retro! ¿Una reforma agraria o cosa por el estilo? Eso era lo que querían los rojos. Ni hablar. Poderosos enemigos se ganó Fontana con planteamientos como el expuesto. Además, en 1945 el Régimen aceleraba hacia la total desfalangización de todos sus estamentos. No sería un político nombrado democráticamente, pero de lo que no cabe duda es de que políticos de su talla no se han vuelto a ver por estos andurriales.  

Fontana, nombrado en su día presidente honorario del Granada CF, al que subvencionó a fondo perdido en una ocasión muy comprometida para su supervivencia, se marcharía con el pergamino en el que se contenía tal nombramiento debajo del brazo y ya nunca más volvió a detentar un cargo ejecutivo en el franquismo desde el que pudiera desarrollar sus políticas reformistas.


Acontecimiento en Granada sin igual fue la visita de Eva Duarte


Eva Duarte de Perón en Granada

            La resolución 39 de la Asamblea de las Naciones Unidas, de diciembre de 1946, supuso para España quedar aislada del resto del mundo al ser excluida de la organización supranacional recién creada y de cualquiera de sus organismos dependientes, viendo además cómo los embajadores abandonaban Madrid por expresa recomendación de la propia ONU. Por ser el último vestigio del fascismo derrotado en la Segunda Guerra Mundial, la ONU condenaba así al régimen del general Franco, aunque aplazando (que no descartando) algún tipo de intervención directa en nuestro país que supusiera un cambio de régimen si éste no viraba a políticas que trajeran las libertades formales a España, tan contrarias a la esencia del estado salido de la Guerra Civil.

El aislamiento español respecto a las democracias occidentales venía siendo una realidad casi desde 1939, pero esa resolución de las Naciones Unidas marca el inicio oficial de lo que se conoce como los años del bloqueo o del repudio internacional, periodo que durará hasta la década de los cincuenta, cuando la Guerra Fría llegue a su punto culminante y Estados Unidos vea en el dictador un buen aliado frente al comunismo. Para el pueblo llano la nueva situación internacional no vino a suponer muchos más padecimientos de los que ya venía sufriendo en forma de privaciones de todo tipo. Sí que fue un motivo serio de preocupación para el propio dictador, que veía así aún más estrangulada una economía ya de por sí muy en precario como la española, por más que desde el poder se preconizaran unas pretendidas virtudes de la autarquía. Y a esa preocupación se unía otra aún mayor, el peligro de que en cualquier momento las Naciones Unidas pasaran a la acción y decidieran acabar con su dictadura interviniendo en España manu militari, como postulaba la Unión Soviética y sus países satélites, empeñados en considerar al régimen de Franco como un peligro para la paz mundial.

            La Argentina del general Perón, que en su día votó en contra de la resolución 39 de la ONU, fue uno de los pocos países que decidió saltarse el bloqueo y ayudar al régimen del general Franco, incrementando desde 1946 sus envíos a España de trigo, maíz, carne congelada, legumbres, cuero, lana y otros insumos que de alguna manera vinieron a paliar las hambres de los españolitos de a pie. Por eso, en agradecimiento, Franco distinguió a Perón con el Collar de la Orden de Isabel la Católica, la máxima condecoración civil que otorga el estado español, invitándolo a venir expresamente a España a recogerla. Pero el general argentino declinó realizar el viaje y mandó en su lugar a su bien amada esposa.

            María Eva Duarte Ibarguren, Eva Perón o simplemente Evita para la historia, llegó a Madrid el 8 de junio de 1947, siendo recibida por Franco, esposa e hija a pie de escalerilla en Barajas. Así empezaba la que se llamó “Gira del Arco Iris”. Tras una semana de visita a ciudades de recia estirpe castellana y de asistir a mil saraos folklóricos en la capital de España, la primera dama argentina abandonó la capital para proseguir su visita oficial por otros puntos de la Piel de Toro. Su primera escala fue en nuestra Granada.

            Acontecimiento de los muy muy gordos, todavía hoy recordadísimo a la vera de la Alhambra, fue la visita a Granada de Eva Perón el domingo 15 de junio de 1947, al día siguiente de la toma de posesión del nuevo gobernador civil, Servando Fernández-Victorio y Camps, en el mismo día en que terminaban las fiestas del Corpus y a la misma hora en que el Granada era goleado en el Heliópolis bético en disputa de la Copa Primavera. Servidor recuerda de su niñez oír contar (y no acabar) a sus mayores cómo nunca se vio en Granada otra igual y que ni ese día ni el siguiente por las calles se podía dar un paso, abarrotadas de personal llegado de toda la provincia y de las vecinas, y cómo todas las fachadas de las calles por las que había de pasar lucían engalanadas con banderas españolas y argentinas y gallardetes, y con colgaduras, tapices, reposteros, cornucopias y demás parafernalia típica de las grandes solemnidades.

            A las siete de la tarde aterrizó Eva Perón en el aeródromo de Armilla, donde habían acudido a recibirla todas las autoridades a excepción del alcalde Antonio Gallego Burín, convaleciente de una intervención quirúrgica, sustituido por el teniente de alcalde José Méndez Rodríguez-Acosta (padre del futuro granadinista Manolo Méndez), y no faltó una amplia representación de la buena sociedad granadina, como dice la prensa. Una compañía de honores del arma de Aviación y también la banda municipal esperaban. La primera en descender del avión Douglas Skymaster de Iberia fue la homenajeada, que vestía un sencillo traje rosa con lunares blancos, de media manga y su cabellera rubia era recogida por un pequeño sombrero de paja adornado con flores blancas y sujetas con cinta azul; calzaba de blanco y portaba debajo del brazo un bolso, también blanco, de plexiglás, dice La Prensa, siendo recibida a pie de escalinata por el capitán general de la IX Región, general González Badía y esposa. A la primera dama argentina en su periplo español se le rindieron honores de jefe de estado y por esa razón sonaron en esos momentos las 21 salvas reglamentarias al tiempo que la banda municipal interpretaba los himnos de los dos países y los militares presentaban armas. Lo de los himnos y las salvas se repetirán cada vez que la ilustre visitante entre o salga de algún recinto.

            En el coche del capitán general marchó Eva Perón directamente a la Virgen de las Angustias, recibiendo en su recorrido incesantes vivas a Argentina y a Evita y gritos de ¡Franco y Perón! que los granadinos que abarrotaban las aceras le dedicaban, y al entrar en la Carrera nuevamente sonaron otros 21 cañonazos provenientes de la batería de Artillería situada en el Violón. En la puerta de la basílica le esperaban el nuevo arzobispo, Santos Olivera y el párroco Fernández Arcoya, y una compañía de honores del regimiento Córdoba 10; nuevos himnos e inmediatamente entraba en el templo bajo palio la señora de Perón y toda la comitiva para asistir a una salve tras la cual era nombrada camarera de honor de la hermandad de la patrona. A la salida montó en coche de caballos y acompañada de numerosos jinetes ataviados a la andaluza, la egregia dama se dirigió al hotel Alhambra Palace, donde se hospedaba y donde se repitieron himnos y cañonazos, todo entre un gentío inmenso y entre incesantes vivas. El hotel de Peña Partida había sido adornado previamente con ricos tapices del palacio de Carlos V y de la abadía del Sacromonte y con muebles nobles cedidos por familias granadinas de prosapia, tal como se hizo años atrás con Franco cuando éste vino a Granada y se alojó en el Ayuntamiento.


Eva Duarte de Perón recibiendo un obsequio de los obreros polvoristas de El Fargue

Más cañonazos e himnos al salir del hotel a eso de las once y media para dirigirse al Ayuntamiento, donde se le había preparado una cena de gala servida por el hotel Victoria en el salón de plenos. Con estas sesiones maratonianas y con tanto ajetreo, los largos retrasos sobre los horarios previstos fue la nota dominante de su visita granadina, en este caso de hora y media puesto que la cita era inicialmente a la diez. Tras entrar a la casa consistorial del brazo del alcalde accidental, salió la dama al balcón principal para saludar a la multitud que la aclamaba. Acabada la cena la corporación municipal hizo entrega a Eva Perón de un cuadro de Morcillo, ex presidente del Granada CF (del Recreativo) en los años 30, regalo de la ciudad. A la una de la madrugada se levantaron los manteles y todos partieron camino de la Alhambra, iluminada a tal efecto y donde tras una breve visita asistieron en los jardines del Partal a una fiesta que empezó con música de Falla y a la que siguió una zambra gitana. A las tantas de la madrugada terminó la función.

Con tanto trasnoche, al día siguiente, lunes declarado festivo en Granada para que todo el mundo pudiera asistir al resto de actos programados, la cosa empezó pasado el mediodía con una visita al Generalife, acompañada por Prieto Moreno. De ahí a la Catedral, con entrada bajo palio para asistir a un tedeum y posterior visita a la Capilla Real para depositar una corona de flores ante la tumba de los Reyes Católicos.

La egregia dama, cosas del justicialismo, en cada una de sus escapadas allá por donde iba, tenía como parada obligatoria la visita a alguna fábrica para pulsar de cerca el ambiente obrero, pero, claro, Granada no es precisamente un lugar donde abunden las industrias; ¿dónde llevarla para satisfacer sus anhelos de confraternización proletaria?, pues a la única instalación más o menos industrial de cierta enjundia existente a la vera de la Penibética, la fábrica de pólvoras del Fargue. Así, al filo de las dos y media, tras los consabidos himnos en la placeta que hay delante de la Capilla Real, toda la comitiva partió motorizada camino de El Fargue, donde estaba previsto un almuerzo al aire libre con los trabajadores de la fábrica de pólvoras y explosivos, también servido por el hotel Victoria. Terminado el almuerzo, hubo discursos del coronel jefe de la factoría y entrega de regalos a Eva Perón, quien a su vez arengó a los obreros polvoristas con un discurso cargado de justicialismo (que los medios informativos no reproducen por ser algo inapropiado, según los cánones oficiales). 

Del Fargue al Palace para recoger sus cosas. Ya sólo quedaba despedir a la ilustre visitante, y esto fue sobre las siete de la tarde. En el mismo coche de caballos que la había trasladado el día antes y con el mismo recorrido, ahora a la inversa, y nuevamente acompañada de caballistas a la andaluza, la esposa de Perón salió hacia la Virgen de las Angustias y otra vez el gentío en las aceras era atronador en sus vítores. De la Carrera a Armilla en el coche municipal y de allí, en el mismo avión que la trajo partió en dirección a Sevilla para continuar con su visita a España, que se prolongaría después a Galicia y Cataluña y posteriormente a otros países europeos.

            El Régimen utilizó a fondo la visita de Eva Perón con fines propagandísticos. Pero en tan exhaustivo y bien estudiado protocolo la nota discordante de la “Gira del Arco Iris” en su etapa española (esto, naturalmente, ya no aparece en las crónicas) la puso Juancito Duarte, hermano de Eva y secretario privado de Perón, que formaba parte del amplísimo séquito de la primera dama en Granada, de quien la web Página/12 dice que en Europa el tal Juancito “tiró manteca al techo”, o sea, que sacó los pies del tiesto, que decimos más bien a este lado del charco. Parece ser que Juancito en su única noche granadina quiso conocer de cerca la “movida” penibética y se escabulló en unión de un compinche de la fiesta nocturna en el Partal para, por la puerta del Arrabal y la cuesta de los Chinos, irse de farra al Rey Chico a altísimas horas de la madrugada, lo cual originó un problema a sus escoltas, que no pudieron seguirlo. En Internet hay varios y distintos relatos de este sucedido según los cuales el ministro español de Asuntos Exteriores, Martín Artajo (resulta poco creíble ya que este ministro no estuvo en Granada en estas fechas), habría puesto en conocimiento de la ilustre visitante el incidente y en su presencia habría escuchado el rapapolvo telefónico de la primera dama al cuñado de Perón, que le habría espetado frases tales como: «¡Nos estás haciendo quedar como el culo! ¿Qué van a pensar estos gallegos? ¿Que somos unos bárbaros?»; y también: «¡Una puta más y te volvés a la Argentina!». Y es que el hermanísimo Juan Ramón Duarte Ibarguren, encumbrado por el sólo hecho de ser familia de quien era, además de hacerse millonario como campeón de los chanchullos en su beneficio, era también un tarambana, un atorrante, que dicen a la vera del Río de la Plata, un sinvergüenza sólo interesado en sus calaveradas, en correrse juergas y mariposear cerca de todo tipo de faldas a pesar de desempeñar un cargo de tantísima importancia como el de secretario personal del presidente de la República Argentina. 


Cena de gala en el Ayuntamiento con regalo de un cuadro de Morcillo
           

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