EL ONCE FANTASMA

Pedro Escartín bautizó al Granada CF (el Recreativo Granada) con el apodo de "Once Fantasma" cuando este club era un recién llegado a la competición pero ya andaba codeándose con equipos de solera y aspiraba a lo máximo.
En este libro se narran las vicisitudes por las que atravesó el Recreativo en sus cinco primeros años de existencia y también se recogen los sucedidos ciudadanos más impactantes de aquella época revuelta que fue la de la II República.
En la foto de cabecera se ve al Recreativo que se enfrentó al Gimnástico de Valencia en el campo madrileño de El Parral, 21 de febrero de 1934. De pie: Sosa, Tomé, Calderón, Luque, Itarte, Carrera, Victorio y Tabales; agachados: Gomar, Morales y Herranz.
Para adquirir un ejemplar firmado y dedicado por el autor (20 €), dirigirse a
jlramostorres@gmail.com


Historia del Granada CF



lunes, 12 de julio de 2021

EL GOLAVERAJE DEJA AL GRANADA FUERA

 

 

                                        Una escena del Granada 2 Tarragona 1

 

Victoria ante el Tarragona que deja a tiro los puestos altos

Después de la derrota en Santander el siguiente partido era en Los Cármenes frente al Gimnástico de Tarragona, equipo nuevo por completo en esta plaza. Era un recién ascendido y debutante en la categoría pero estuvo toda la liga en los puestos de arriba para acabar tercer clasificado y disputar promoción de ascenso, aunque sin resultado. Ya la visita del Sabadell había sido día del club, pero la directiva decidió que todos los abonados debían adquirir un suplemento para ver este partido y, como medio de compensar de algún modo ese nuevo sablazo a los socios, se estableció un sorteo con los números de los suplementos cuyos ganadores (dos) serían premiados con un viaje con todos los gastos pagados a Sevilla, acompañando a la expedición granadinista en su siguiente desplazamiento, al campo del Betis.

            Con arbitraje de Escartín, que estuvo muy bien, y con una gran entrada en Los Cármenes, en los prolegómenos González como capitán rojiblanco entregó a su homónimo catalán un banderín conmemorativo de la primera visita tarraconense a Granada. Luego se pudo ver un buen partido en lo que se refiere a lucha y emoción, pero no por juego, del que dicen las crónicas que fue más bien deficiente por ambas partes. Venció el Granada (2-1) porque fue mejor que un Tarragona que sólo se ocupó de defender, y en esa tarea tuvo una magnífica actuación el defensa tarraconense Babot, que años después será convocado para un partido de la selección absoluta sin llegar a debutar. Marcó sierra de gran disparo en un golpe franco, empataron los catalanes y faltando diez minutos un nuevo gol de Zubizarreta, ya el sexto, dio la victoria.

            Después de la victoria ante el Tarragona (nada de Nastic ni mucho menos Gimnastic), la clasificación en los primeros puestos siguió tan apretada como venía siéndolo, pero ya sólo faltaban por disputarse siete jornadas. En este grupo único de segunda formado por 14 clubes, el Sabadell (acabó ascendiendo como líder) sacaba ya al segundo cinco puntos, y detrás estaban hasta siete equipos con posibilidades todavía de alcanzar la segunda plaza, que también daba el ascenso directo, o la tercera, la única que esta temporada daba derecho a promoción. El Granada estaba en ese grupo, así que todavía tenía muchas posibilidades de obtener una buena clasificación que le diera opciones de ascenso.

 

Dos puntos “caninos” en Heliópolis

               Para desplazarse a Sevilla para jugar frente al Betis, jornada 20, volvieron a presentarse dificultades de alineación. Sosa podía volver a ser alineado una vez cumplida su sanción, pero el problema gordo se presentaba en el puesto de 7 al estar lesionado Marín y no tener en realidad un sustituto ya que el otro jugador de la plantilla para ese puesto, García, no era santo de la devoción de Cholín (tampoco de la afición), y el que había venido supliendo la ausencia de Marín, Aparicio, también andaba lesionado. La solución fue adaptar al centrocampista Sierra al extremo derecho, puesto que en principio no le iba nada a sus características futboleras. Sin embargo, el experimento fue todo un éxito porque el Granada se trajo los dos puntos del campo del Betis (1-2) y los dos goles rojiblancos llevaron la firma de Sierra.


    Martí para un difícil balón ante la mirada de Millán en el Betis 1 Granada 2


A Sevilla viajaron gran número de granadinos, unos mil se calcula, algunos, muy pocos, en coches particulares, la mayoría (unos quinientos) en un tren botijo fletado por Educación y Descanso y en algunos autobuses. Se dejaron notar en Heliópolis animando a los rojiblancos, en un estadio bético que casi se llenó. El gran partido -una vez más- del trío de atrás permitió que los dos goles del improvisado extremo Sierra, al inicio de cada uno de los periodos, no pudieran ser contrarrestados por los locales. La merecida victoria según las crónicas, todas de periodistas sevillanos (que coinciden en decir que el Granada fue el mejor equipo que había pasado por allí esta temporada) ya que tampoco a Sevilla viajó ningún plumilla local, sirvió para aumentar la cuenta positiva (+4) y avanzar un puesto en la tabla y colocarse quinto, ya a sólo un punto del segundo (el Tarragona) y del tercero (Coruña).

            El Betis andaba en esos momentos de capa caída. Después de haber tenido un buen comienzo de liga, conforme se iba acercando el final de la 45-46 veía acercarse peligrosamente los puestos fatídicos del descenso, aunque finalmente logró salvar la categoría no sin apuros. En lo económico también era desastrosa su situación, por lo que no hacía ni un mes que se había visto obligado a vender al eterno rival a su mejor elemento, el defensa Antúnez, que años después alcanzaría la internacionalidad absoluta y que en los 60 entrenaría al Granada una temporada. Ese traspaso provocó un affaire entre los dos clubes sevillanos por haberse hecho de forma irregular y al final de esta temporada fue anulado por la Federación, pero como el Betis necesitaba el dinero fue nuevamente traspasado al Sevilla.       

            Bastante curioso es lo que cuentan los granadinistas a su regreso de Sevilla, y es que resulta que en el campo del Betis tienen un muy peculiar jugador número 12 que por lo visto suele “actuar” en todos los partidos caseros. Se trata de un perro de mediano tamaño que algún espectador suelta y que tiene por costumbre situarse cerca de la portería contraria y no parar de ladrar y gruñir al portero que la ocupa, arreciando sus malas pulgas cada vez que la delantera local ronda sus inmediaciones, consiguiendo así poner nervioso al guardameta forastero. Dicen que el chucho ya ha sido causa de más de un gol en otros partidos, y que está tan bien entrenado que no se deja atrapar ni por un ejército de perseguidores.


                     Dibujo aparecido en ABC de Sevilla sobre el perro forofo bético


El Ceuta no fue rival, pero la derrota ante el Coruña resultó decisiva

               El siguiente compromiso liguero fue en Los Cármenes, con la visita del colista y descolgado Ceuta, que acabó descendiendo a tercera. Una nueva victoria, 2-0, fue el resultado, pero las crónicas dicen que fue un partido malísimo de los nuestros, el peor de toda la liga, soporífero, dice La Prensa, que carga las tintas contra el equipo visitante, del que comenta que parece estar ya en tercera y sólo salva al portero Casafont, que jugaba en este equipo cedido por el Granada, y a Lesmes, que jugará de rojiblanco dos temporadas después. Dicen los plumillas que los rojiblancos jugaron como si nada les fuera en el envite, con muy pocas ganas, y que de ser otro el once que tenían enfrente no se habría podido ganar. Sierra volvió a actuar de extremo derecho.

Con los dos puntos subió el Granada al cuarto puesto de la tabla, pero todavía un punto por debajo de los puestos de ascenso y promoción cuando ya sólo faltaban cinco jornadas para terminar la liga.

            Después de vencer al Ceuta tocaba nuevamente jugar en Los Cármenes, ahora con la visita de un rival directo, el Coruña, también luchando por los puestos de arriba. Durante la semana previa se habló de la posible concentración de la plantilla en el albergue de Educación y Descanso de Sierra Nevada, pero precisamente en esos momentos se había cerrado el cielo en agua y casi estaba olvidada la pertinaz sequía, traducida en abundante nieve en las alturas serranas, razón por la cual se cambió la subida a la Sierra por otra subida menos pronunciada: a un hotel de la Alhambra.

            Este partido va a resultar clave y marcará más que ningún otro el desenlace de la liga para el Granada. De haber derrotado al Coruña el Granada habría entrado por primera vez esta liga en puesto de ascenso directo a falta de jugarse ya sólo cuatro jornadas y habría tenido todo de cara para recuperar de forma directa la categoría perdida hacía sólo un año. Incluso el empate habría valido y habría metido al Granada en promoción de ascenso. Pero lo que ocurrió fue que los gallegos ganaron y fueron ellos los que pasaron a ocupar el segundo puesto de la clasificación y se distanciaron ya tres puntos de los rojiblancos, consiguiendo acabar segundos y ascender.

Los cronistas locales casi no dejan títere con cabeza entre los granadinistas tras su partido contra el Coruña, sólo salvan a Millán y González -como siempre- y a Rey, y del resto, en especial de la delantera, donde Sierra volvió a alinearse de 7, dicen que navegaron toda la tarde y jugaron sin moral y sin entusiasmo. Capítulo aparte merece el guardameta Martí, al que le hicieron un gol de verbena, el que suponía la victoria forastera, cuando apenas quedaban cinco minutos de partido: un despeje muy largo desde la defensa coruñesa llegó hasta el área local y el bote del balón superó por alto a un adelantado y mal situado Martí hasta colarse mansamente en la red. Fernández de Burgos en Ideal dice que el Coruña no hizo nada del otro mundo pero que la razón de su victoria es precisamente la diferencia de clase que hay entre Acuña, el mejor coruñés, y Martí, del que dice que es muy inseguro en cuanto abandona los tres palos para salir a por el balón y ya le han marcado unos cuantos goles por el estilo.

            Del portero catalán Martí no se puede decir que fuera una nulidad futbolera, al contrario, abundan las crónicas, sobre todo las forasteras, en las que se alaban su colocación y sus reflejos, y que lo hacen protagonista en la obtención de no pocos resultados positivos. Había llegado muy joven al Granada en la misma temporada del ascenso a primera, es decir, la presente era ya su quinta como rojiblanco, pero hasta la anterior no había conseguido hacerse con la titularidad. Como queda dicho, no era un mal guardameta, pero los plumillas locales en más de una ocasión habían censurado su enfermiza manía de adornarse, de estar más pendiente de la fotografía que de ser efectivo en sus actuaciones. Al parecer, más o menos esto fue lo que ocurrió en la jugada del gol por el que el Coruña se llevó la victoria, que habría llegado por no estar atento al balón, de otro modo no se explica tan tremendo fallo ante un despeje lejanísimo y bombeado sobre su área y muy fácil de atajar, y más si se tiene en cuenta que ningún contrario se hallaba cerca. Sea como fuere, ésta fue su última actuación como granadinista porque su gran pifia no fue perdonada y a la jornada siguiente Floro volvió a situarse en la meta granadina y ya jugó los cuatro partidos que quedaban para finalizar la liga más los cuatro de Copa del Generalísimo que se disputaron a continuación. Al terminar la temporada Martí recibió la baja a pesar de que por su edad, 23, todavía le quedaban muchos años de profesional, años que completó en el Español y posteriormente en el Murcia para retirarse ya a mediados de los cincuenta en el Jaén.

            La derrota dejaba al Granada a tres puntos del segundo, precisamente el Coruña (que acabaría ascendiendo acompañando al Sabadell), una distancia ya muy difícil de neutralizar pues sólo faltaban por jugarse cuatro jornadas, pero no quedó totalmente eliminado de la lucha por el ascenso ya que seguía estando a sólo un punto del Tarragona (que fue derrotado en su estadio por el líder Sabadell), el tercero en la tabla y ocupando el único puesto que daba derecho a jugar promoción de ascenso.


La foto está tomada en el campo del Betis, pero estos mismos hombres derrotaron 2-0 al Ceuta a la semana siguiente. De pie: Rey, Sosa, Millán, Mas, Safont, González y Martí; agachados: Galvany, Zubizarreta, Trompi y Sierra


Paso atrás en Es Fortí

               Dolió bastante la derrota ante el Coruña y algunos de los protagonistas de la misma quedaron muy tocados, el que más Martí. Así, para jugar en Mallorca la siguiente jornada, ya la 23, se anuncian varios cambios: Floro, Portilla y García volverán al equipo en detrimento de Martí, Zubizarreta y Galvany, pasando Sierra nuevamente a la media. El jueves partió la expedición hacia tierras baleares con la advertencia previa de la directiva de que en el caso de repetirse la lastimosa actuación del último partido serían los futbolistas sancionados económicamente.

            En Mallorca el 10 de marzo, simultáneamente a la gran manifestación de varios miles de personas que desde la Facultad de Medicina hasta la Catedral se organizó en Granada para dar la bienvenida al arzobispo Parrado, que venía de Roma con el cardenalato bajo el brazo, ante un rival directo cosechó el Granada una nueva derrota, 3-2. Se adelantó en el marcador con gol de Safont, pero los mallorquines le dieron la vuelta al resultado, el segundo por un penalti injusto señalado por una mano involuntaria de Millán que además costó la expulsión de Safont por protestar; posteriormente empató Trompi con otro penalti, pero cercano al final los locales consiguieron el de la victoria que los metía también en la lucha por la promoción. Floro fue el granadinista señalado por la prensa forastera como el mejor rojiblanco.

            La derrota hizo descender al Granada hasta el sexto puesto y casi supuso decir adiós definitivamente al ascenso directo, ya a cinco puntos cuando sólo quedaban seis por disputarse, aunque no significó perder toda chance ya que el tercer puesto, el de promoción, seguía a sólo un punto, pero ahora con la complicación de haberse metido más equipos en la pomada, hasta ocho, distanciados en sólo tres puntos, entre ellos el propio Mallorca.

 

El Salamanca y un gol fantasma

            Venía ahora el Salamanca, de visita a Granada por primera vez en su historia. Era el equipo castellano-leonés en esos momentos segundo por la cola, sólo el Ceuta estaba por detrás en la tabla (ambos descendieron). El Granada goleó 4-1 a los charros, pero a pesar de todo, los escribidores locales se quejan de que el partido de los rojiblancos fue muy flojo. En realidad, la prensa se había venido quejando toda la temporada del juego deficiente del Granada en prácticamente todos los partidos, independientemente de su resultado. En la crónica de La Prensa califican el partido de los rojiblancos como pésimo, aburrido, soporífero, anodino, ante un Salamanca que no opuso apenas resistencia y que tenía que haber sido mucho más goleado todavía, y es que, dice el periodista que firma como “Seudónimo”, la delantera volvió a fracasar. Dice también que el Granada acumula muchos años en su equipo titular y que convendría ir rejuveneciéndolo de cara a la próxima temporada. Lo cierto es que de los once que vencieron al Salamanca, todos menos Zubi -como lo conoce la prensa- ya estaban el último año en primera, pero sólo dos, Floro y Marín, superaban los treinta de edad. No obstante, el reportero salva de la quema al ala derecha, que volvió a ser la formada por Marín (dos goles) y Trompi (un gol), un ala derecha jamón, como dijo de la pareja un periodista de Pueblo en sus buenos años de primera, que volvieron por sus fueros y ofrecieron lo mejor del partido rojiblanco. Los dos puntos sirvieron para recuperar la cuarta plaza y quedar a un punto del tercero, pero la desventaja de tres con el segundo dejaba pocas opciones pues ya sólo quedaban dos jornadas por disputarse.

El viejo Marín, que reaparecía tras dos meses sin jugar, volvió a brillar y a reivindicarse como titular después de tantos ensayos infructuosos en el puesto de 7. A falta de cinco meses para cumplir los 40, Marín volvía a mostrarse como uno de los mejores futbolistas que vistieron de rojiblanco en toda su historia y uno de sus fichajes más rentables. En los dos partidos que quedaban para finalizar la liga y en los cuatro de copa que se jugaron a continuación ya no abandonó la titularidad, y al concluir la temporada se proclamó segundo máximo goleador del equipo con siete tantos en los sólo diez partidos de liga que jugó, empatado con Zubizarreta, fichaje de mitad de temporada, mucho más joven. De sus cinco temporadas en el Granada, ésta es la del adiós de Luis Marín y la única de las cinco en que no fue titular indiscutible.

La anécdota del partido fue el gol fantasma del Salamanca, en un chupinazo de su delantero centro Duque, que dio con mucha fuerza en una de las barras interiores y salió despedido hacia fuera por un agujero de la red, por lo que el árbitro Asensi, debutante en Los Cármenes, dudó unos instantes si concederlo o no.

 

Otro positivo en La Creu Alta

Después de la victoria ante el Salamanca faltaban sólo dos partidos para terminar la liga y el Granada seguía teniendo opciones muy reales de alcanzar la tercera plaza, la de la promoción a primera, y algo más remotas de poder colocarse segundo, con ascenso directo. Faltaba viajar a Sabadell, líder y ya ascendido, y terminar en Los Cármenes con la visita del Jerez. La directiva prometió a la plantilla la totalidad de los derechos de taquilla del partido de promoción en campo neutral que le correspondieran al Granada, a repartirse entre ellos, claro es, si es que conseguían clasificarse.

En Sabadell conquistaron los rojiblancos un punto al empatar sin goles en un gran partido, según las crónicas catalanas, muy emocionante y disputado. También dicen esas crónicas que el Granada fue el equipo que mejor imagen dejó de su paso por la Cruz Alta a lo largo de toda la liga, y todo eso a pesar de que los rojiblancos actuaron mermados porque nada más empezar el partido se lesionó González y por esa causa la primera parte lo situó Cholín en el extremo izquierdo para devolverlo a su puesto en la segunda mitad, pero su rendimiento estuvo por muy por debajo de lo que venía siendo normal; y no se acabaron ahí las desgracias porque faltando diez minutos para el final el malparado fue Rey, en un choque violento cabeza con cabeza con su compañero Sosa que le obligó a retirarse. Sin esos contratiempos, siguen diciendo las crónicas, seguramente el Granada se habría llevado los dos puntos porque fue mejor y dominó más que el cuadro local. Rey, que jugó toda la primera parte en el puesto de González en defensa, fue uno de los rojiblancos destacados en este partido, pero el tremendo choque con Sosa le produjo una conmoción cerebral de la que tardó más de cuatro horas en recuperarse.


                    En Mundo Deportivo se publicó esta foto del Sabadell 0 Granada 0


Por los pelos

Pese al buen partido granadinista en la casa del líder y ascendido Sabadell, sólo se pudo conseguir un punto que alejó toda opción de ascenso directo, conseguido ya matemáticamente en esta penúltima jornada por el Coruña como subcampeón. Faltaba por decidirse todavía la plaza de promoción, la tercera de la tabla, y eran hasta cuatro los equipos empatados a 27 puntos: Granada, Tarragona, Córdoba y R. Sociedad. Quien lo mejor lo tenía en principio era el Granada ya que recibía en la última jornada la visita del Jerez, tercero por la cola (acabó descendiendo en promoción) y toda la liga en los puestos bajos. El Granada estaba obligado a ganar, pero la victoria no le daba matemáticamente la clasificación para promoción. Un cuádruple empate a puntos le daba el tercer puesto, también si el empate a puntos era con cualquiera de los otros tres, y de los posibles triples empates, sólo en una de las combinaciones se quedaba fuera… que fue precisamente la que acabó dándose.

 Los lesionados en Sabadell pudieron jugar sin problemas y con el único cambio de Safont, que volvía tras cumplir su sanción, por Zubizarreta, ganó el Granada por goleada (4-1) sin ningún problema ante el flojo equipo jerezano, y sin apenas tener que esforzarse; y aún pudo ser mayor el margen pues hasta tres disparos se estrellaron en los postes.

 De todas las posibles combinaciones en empates a puntos que podía arrojar la última jornada, que eran siete, en seis salía el Granada promocionista y sólo en una nos quedábamos fuera. Y ¿qué pasó?, pues eso mismo, que salió la que no. Por entonces el criterio principal para deshacer empates era distinto al actual cuando éste se da entre más de dos equipos ya que a lo que primero que se atendía era al coeficiente de goles a favor y en contra exclusivo de los partidos jugados entre los empatados, y éste era siempre favorable al Granada excepto en el caso de triple empate con Tarragona y Córdoba, que favorecía a los catalanes. De todas maneras, tanto por ese sistema ya desusado como por el actual, el Granada igualmente hubiera quedado cuarto clasificado y sin derecho a nada.  El Tarragona fue el tercer clasificado y como tal jugó la promoción (no ascendió) un mes después frente al Español, clasificado 12º en primera.


                               Jiménez Real vio así la resolución de la última jornada 45-46


La derrota de la R. Sociedad (el cuarto de los empatados a 27 puntos antes de disputarse la última jornada) en Ceuta, colista y ya descendido, dejó a los vascos fuera de la terna de aspirantes. Por su parte el Tarragona goleó al Zaragoza. Pero la sorpresa fue la victoria del Córdoba en el campo de un Betis que se salvó de la promoción por la permanencia precisamente gracias a la victoria rojiblanca. Es ésta que nos ocupa otra de esas ocasiones en que los hinchas rojiblancos pensaron en mengues antigranadinistas confabulados. También hubo desde Granada cierto reproche hacia los “hermanos” andaluces por no haber echado una mano e incluso no faltaron quienes quisieron ver falta de honestidad en algunos de los protagonistas dado que el portero del Betis, el catalán Greus, en dos de los tres goles que encajó, según la crónica de ABC de Sevilla, «en otras ocasiones los hubiera eludido con facilidad»; asimismo, catalán era también el árbitro, Vilalta, que dirigió el Betis-Córdoba. Ideal de 3 de abril recoge algunos comentarios entresacados de la crónica del partido Betis 2 Córdoba 3 del periódico sevillano Lunes, donde dice «El guardameta Greus estuvo muy deficiente en los dos tantos encajados [en la primera parte], especialmente en el segundo, verdaderamente incomprensible, y el equipo se vino abajo jugando un segundo tiempo muy desafortunado». Y del referí Vilalta dice el mismo periódico sevillano que tuvo errores de bulto que beneficiaron a los visitantes.

Finalmente fuimos a morir en la orilla. A pesar de la gran irregularidad de la trayectoria rojiblanca en esta su temporada del reingreso en la segunda categoría, y a pesar de la cortísima plantilla con que se afrontó la temporada, a punto estuvo el Granada de clasificarse para promoción y en realidad sólo la mala suerte nos privó del premio. Finalmente, la derrota casera ante el Coruña fue lo único que separó al Granada de las mieles del triunfo; un empate en aquel partido hubiera dado al menos la promoción.

 

 

CALLEJEANDO

 

La autarquía y el aislamiento

               A mediados de los cuarenta las escaseces de todo tipo propias de la posguerra seguían mortificando a la población española con la misma virulencia que en los primeros años de la década. El reciente final de la Segunda Guerra Mundial, lejos de aliviar algo la situación no hizo sino empeorarla. En su día, la posición de neutralidad en la I Guerra Mundial favoreció bastante la economía española, pero en la II GM no se puede decir que España, es decir, Franco, permaneciera neutral, por más que intentara dar a su régimen un lavado de cara cuando vio que la derrota de los amigos era inevitable. Por eso mismo, a su término, los vencedores tenían motivos para considerar enemiga a España y decidieron castigarla, y si bien toleraron el régimen del general no deponiéndolo manu militari, vetaron expresamente que nuestro país fuera admitido en la recién creada ONU o en alguno de los organismos internacionales nacidos a su amparo hasta tanto no se instaurara en España un gobierno democrático. Incluso aconsejaron a sus socios la retirada de sus embajadores en Madrid, aunque este gesto no implicara la ruptura de relaciones diplomáticas.

            La “Cuestión Española” ya había sido tratada en las Conferencias de Potsdam y San Francisco, en la primavera-verano de 1945, con resultados nada satisfactorios para el régimen del general Franco. Y fue el 9 de febrero de 1946 cuando la asamblea de la ONU, sin ningún voto en contra, aprobó una moción condenando el régimen del general Franco y vetó oficialmente el ingreso de España por considerarla un estado fascista surgido gracias al apoyo de los países del Eje.


                                                   Franco y Hitler en Hendaya


Todo repercutió en un estrangulamiento aún mayor de la ya de por sí estrangulada economía española, todavía recuperándose de los estragos de nuestra guerra y capitidisminuida por la demencial política autárquica del franquismo de primera hora. Y es que el Caudillo sabía de todo lo divino y lo humano. Sabía hasta de economía y afirmaba sin pudor que de la experiencia autárquica española copiarían hasta los gráficos que en la ciencia económica explican las leyes de la oferta y la demanda, que modificarían algunos de sus dogmas cuando vieran lo bien que iba a funcionar todo gracias a su férreo control de precios y mercados, mucho más beneficioso para el país que el nefasto liberalismo, causante del desastre español del XIX.

Pero gobernar el país como si fuera un cuartel, también en los aspectos macroeconómicos, sólo podía dar para lo que daba y que sufrían en propias carnes los españoles de a pie, y más que ninguno los de alpargata y telarañas en los bolsillos: hambre, miseria, enfermedades… y estraperlo, el mercado negro al que iban a parar no pocos productos de primera necesidad saltándose todas las limitaciones de precios y cupos y desabasteciendo de paso amplias capas sociales. La cruda realidad era que los precios se empecinaban en ser indisciplinados y subirse a la parra por más medidas que desde el poder se adoptaran para meterlos en vereda, y además éstos nunca se han dejado atrapar y enchironar por muy desafectos al Régimen que se mostraran. La tozuda realidad era que España estaba muy lejos de poderse abastecer por sus propios recursos sin tener que recurrir a las importaciones: subdesarrollada científica y tecnológicamente, con un alto nivel de analfabetismo, sin apenas materias primas, sin apenas recursos energéticos y con sus infraestructuras de transporte hechas cisco. Y para colmo, la pertinaz sequía también confabulada en contra, provocando año tras año cosechas raquíticas. Para cuando Franco se convenció de que la autarquía sólo llevaba a aumentar aún más la ruina que era el país, ya había transcurrido toda una década, la de los cuarenta, los años del hambre por antonomasia para todos los que tuvieron la mala suerte de sufrirlos en sus propios tractos digestivos.

            España se puede decir que ya vivía aislada desde hacía varios años, pero si a la desastrosa política económica se suma la enemiga de las potencias mundiales y por eso mismo España queda excluida de los organismos internacionales y de sus acuerdos de política monetaria y financiera y, como consecuencia, a pesar de haberse espercojao bien el pueblo y de que a sus moradores los hayan disfrazado de andaluces, Mr. Marshall va y pasa de largo, como pasó, el resultado es un aislamiento todavía más grande y con él el empeoramiento de las ya muy precarias condiciones de vida del españolito medio.

Para más inri, a finales del mismo mes de febrero de 1946 una nueva vuelta de tuerca viene a dejar todavía más aislada a España al decidir los franceses cerrar a cal y canto todas sus fronteras terrestres, aéreas y marítimas con nuestro país e impedir cualquier tipo de tráfico. Hasta 1948 duró el cierre de fronteras. Una drástica medida desencadenada por la reciente ejecución por el régimen franquista de Cristino García y nueve maquis más, de aquellos que habían cruzado los Pirineos tras la liberación de Francia. El asturiano Cristino García es considerado todavía en la actualidad un héroe nacional de Francia y su nombre está en el callejero de varias ciudades galas, y fue en su día condecorado por el gobierno francés (que intercedió por él infructuosamente ante Franco) por haberse distinguido luchando en la Resistencia contra el ejército alemán de ocupación.


                                                 Estraperlo al por menor por las esquinas


Una manifestación espontánea

Los diarios granadinos (como los del resto de España) de 10 de febrero de 1946 nada dicen del importante acuerdo de la ONU adoptado el día anterior y por el cual se condenaba al ostracismo al régimen de Franco. Tampoco los de los días siguientes tratan de la cuestión, aunque sí que informan de grandes manifestaciones por toda la Piel de Toro de adhesión al Caudillo en estos momentos en que se recrudece la campaña exterior contra España.

En Granada el 20 de febrero se organizó una gran manifestación callejera “espontánea” iniciada por universitarios y a la que en seguida se sumó el comercio, para reiterar públicamente la adhesión de la población granadina al Jefe del Estado, informa Ideal, y para protestar contra la campaña de difamación de España en el extranjero, promovida por el comunismo internacional. Unas cinco mil personas llevando un gran retrato enmarcado de Franco en cabeza y con gritos de ¡Franco sí, comunismo no!, partiendo de la plaza de la Universidad se dirigieron hacia la facultad de Medicina y desde allí enfilaron camino de la entonces avenida de Calvo Sotelo y Gran Vía, con parada ante el palacete del Gobierno Civil, donde se cantó reiteradamente el Cara al Sol y demás himnos y donde nadie salió a saludarlos ni arengarlos porque el gobernador Fontana estaba ausente, en uno de sus muy frecuentes viajes a Madrid. La siguiente parada fue ante el Ayuntamiento, y de ahí a la casa de Falange, en la plaza del Campillo, con más himnos patrióticos, donde fueron los manifestantes arengados por el subjefe provincial del Movimiento, Fernando Estella Doval. Continuó después la manifestación por la calle San Matías hasta Capitanía con salida al exterior para saludar del Capitán General de la IX Región Militar, general Vicente Lafuente Baleztena (el mismo del que se cuenta algún episodio de la Guerra Civil en León, con el abuelo de Rodríguez Zapatero como víctima) y nuevos cánticos y gritos de consignas.

La manifestación continuó después su camino hasta la Universidad, donde se disolvió sin ningún tipo de incidente al filo del mediodía. Pero a un puñado de vociferantes valentones aquello les había sabido a poco y, calientes como estaban después del baño de patriotismo azul mahón (y de los varios chatos trasegados), decidieron llevar también las muestras de apoyo al Caudillo a “territorio hostil”, por lo que un grupo de echaos p'alante enfiló la Calderería hacia arriba y continuó con sus gritos y sus banderas por las estrechas calles albaicineras. La mayoría, granadinos de nacimiento, era la primera vez y posiblemente también la última que ponía un pie en el barrio obrero y principalmente anarquista de la Granada de la República. Al principio serían unos centenares, pero, entre las cuestas, los resbalones en el empedrado, las caídas, los recovecos y las paradas en las tabernas albaicineras, cada vez se iban descolgando más efectivos. Entre los promotores de aquella insólita manifestación en fila india, que cada vez se iba pareciendo más a un Día de la Cruz moderno, pero sin sevillanas, no faltaban los que iban prestos y dispuestos para convencer disidentes con la dialéctica de los puños y las pistolas a la menor muestra de desafección, pero lo que ocurrió fue que los albaicineros siguieron a lo suyo y nada quisieron saber de estas querellas de señoritos ociosos buscando gresca, y no hubo lugar a episodio alguno que lamentar. Así me lo contó hace años desde detrás de su mostrador de madera un tabernero de la cuesta de San Gregorio, testigo presencial de aquella rara demostración de patriotismo que terminó en juerga por las tascas del Albaicín, por entonces muy abundantes al ser el barrio más poblado de la ciudad.

Aparte, en Granada como en el resto del país, durante todo el mes de marzo los periódicos publicaron numerosísimos reportajes e informaciones “verídicas” acerca de la “escrupulosa” neutralidad observada por España a lo largo de todo el conflicto mundial, y se repitieron las manifestaciones de próceres locales condenando la injerencia extranjera en los asuntos internos de España, dirigida por el comunismo internacional, e incluso hubo una recogida de firmas de adhesión al Jefe del Estado en la misma puerta del Ayuntamiento.


                                         Manifestación de universitarios granadinos

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