Este R. Madrid de posguerra, en el que se alinearon cuatro jugadores internacionales, no es todavía el todopoderoso que conocemos pues hasta este momento sólo contaba en su palmarés con dos ligas, ambas de los tiempos de
Floro; Millán González; Sosa, Melito, Sierra; García, Trompi, Nicola, Safont y Mas. Estos son los hombres que jugaron y vencieron aquella tarde. Nicola y Safont fueron los goleadores.
Se trata de un Granada en su tercera temporada entre los grandes, la mejor de las cuatro de ésta su primera aparición en la máxima categoría. De la mano del húngaro Esteban Platko, hermano del famosísimo Frank Platko, portero del Barcelona de los años veinte inmortalizado por Rafael Alberti, el Granada C.F. tuvo un comienzo de liga más bien malo, pero al final consiguió la que durante veinticinco años fue su mejor clasificación histórica, un más que digno octavo puesto (de catorce) en Primera División. Marcel Domingo en la 68-69 lograría igualar la marca y tres años después, en la 71-72, Joseíto la superaría con un sexto puesto (en ambos casos en una primera división de dieciséis clubes) y volvería a igualar el nuevo récord dos años después, aunque ya en esta ocasión con una primera de dieciocho clubes.
A pesar del logro histórico no fue un camino de rosas la labor del míster magiar a lo largo de la temporada pues, siguiendo a José Luis Entrala en su magnífica serie publicada en Granada Hoy, 60 Partidos Inolvidables, eran bastantes los aficionados granadinistas que no estaban de acuerdo con sus planteamientos por considerarlos excesivamente conservadores, ya que retrasaba al medio centro y eso de jugar con ¡¡¡tres defensas!!! no gustaba demasiado, faltaba el espectáculo.
En cuartos de final el Granada se tropezó con el club que por entonces era intratable en la competición copera, el At. Bilbao. El 6-1 de la ida en San Mamés dejó la eliminatoria más que resuelta y aquí se acabó la aventura en el torneo del KO. Pero ahí queda para la historia la primera vez que los rojiblancos hacían morder el polvo a los de la capital en su propio feudo.
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