La historia de la 45-46 se repite en la 48-49, pero en ésta con el agravante de que la igualdad entre los equipos de arriba es todavía más grande y, por eso mismo, más frustrante para el granadinismo. En este caso quedan los nuestros en el tercer puesto del único grupo de Segunda, empatados a puntos con el líder y con el segundo y, para que sea más mortificante, sin que en este año haya derecho a promoción la cual se había suprimido ¡mire usted por dónde! precisamente la temporada anterior pero que después de ésta volvió a instaurarse y se mantuvo durante muchos años. Y por si les parece poco, encima resulta que estaba prevista la ampliación del número de participantes en la máxima categoría de catorce a dieciséis que hubiera dado un ascenso, de despacho pero ascenso al fin, pero no, no podía ser si los beneficiados iban a ser los rojiblancos, así que se decidió la ampliación de Primera en la temporada siguiente, cuando el Granada quedó muy lejos de los puestos de privilegio, ¡porca miseria! Aquí ya que sí que hay que pensar en entes malignos, brujas, tarascas y demás, porque lo de este club no es normal, es paranormal, por no acudir al tópico tan granadino que nos remite a la malafollá, con habas y con jamón, y con vinillo de Huétor, y con cultivos de primor de la costa, ¡oiga!
El banquillo lo ocupaba nuevamente Cholín y en la plantilla habían causado baja nombres que forman parte de la historia del club en el cual llevaban muchas temporadas, como Floro, González y Sierra. Quedaban en el equipo hombres como Millán, Rey, Sosa, Trompi y Mas, todavía de la época de primera, y otros, como Lesmes I, que después fue internacional, Valero, Arencibia, Fraga y el goleador Morales. La nota destacada de aquella plantilla es que en ella figuraban varios jugadores de la cantera que dieron sus primeros pasos en el fútbol profesional, como Díaz Cara, Cea, Sueza, Montilla, y otros de la importancia de Manolo Almagro y Méndez. En la portería se hizo con la titularidad un joven recién llegado a la que se iba a convertir en su tierra de adopción: Candi. Esta plantilla se había hecho, según se decía a principio de temporada, con el objetivo de mantener la categoría y no pasar los apuros de la anterior en la que se ocupó bastantes jornadas el farolillo rojo hasta que la mano sabia de Cholín hizo reaccionar al equipo.
A pesar de ser ése el objetivo inicial, las cosas rodaron bien desde casi el principio y el Granada se mantuvo toda la liga en los puestos altos de la tabla del único grupo de Segunda División, en lucha apasionante con Real Sociedad, Málaga y Hércules. Al llegar a los últimos partidos de la ronda se pierden puntos preciosos con rivales directos, haciéndolo además de forma contundente, cosa que al final se lamentará, (empate en Granada con el Hércules, 5-0 en Málaga y 5-1 en San Sebastián) y así desembocamos en la jornada 26 y última en la que el 3-0 al Gerona en Los Cármenes nuevamente para lo único que sirve es para que los granadinistas se lleven otra decepción ya que sospechosísimamente (para el forofismo militante, entiéndaseme) tanto R. Sociedad (1-3 en Mestalla ante el filial valencianista) como Málaga (su 1-5 en Ferrol levantó todo tipo de comentarios) ganan sus respectivos partidos. El Granada acaba la liga en el tercer puesto, con nueve positivos, y se da un triple empate entre primero segundo y tercero que deja fuera al Granada, otra vez, por el maldito golaverage.
A pesar de que los nuestros ocuparon en algunas jornadas el ilusionante liderato de la categoría, al final los hados se confabularon en su contra y los seguidores rojiblancos no pudieron celebrar un ascenso que tan cerca vieron. Hasta ahí todo bien, es algo que entra, dentro de lo que cabe, en la normalidad. Pero lo que ya no parece normal y, por ello, hace pensar en brujas «antipenibéticas» es que precisamente este año no hubiera el premio consolación que es la promoción, y que se ampliara
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