EL ONCE FANTASMA

Pedro Escartín bautizó al Granada CF (el Recreativo Granada) con el apodo de "Once Fantasma" cuando este club era un recién llegado a la competición pero ya andaba codeándose con equipos de solera y aspiraba a lo máximo.
En este libro se narran las vicisitudes por las que atravesó el Recreativo en sus cinco primeros años de existencia y también se recogen los sucedidos ciudadanos más impactantes de aquella época revuelta que fue la de la II República.
En la foto de cabecera se ve al Recreativo que se enfrentó al Gimnástico de Valencia en el campo madrileño de El Parral, 21 de febrero de 1934. De pie: Sosa, Tomé, Calderón, Luque, Itarte, Carrera, Victorio y Tabales; agachados: Gomar, Morales y Herranz.
Para adquirir un ejemplar firmado y dedicado por el autor (20 €), dirigirse a
jlramostorres@gmail.com


Historia del Granada CF



jueves, 12 de junio de 2008

ADIÓS A LOS CÁRMENES



10/06/03

Permítaseme tomar prestado este encabezamiento del libro de igual título del periodista granadino Ramón Ramos, publicado en 1995 con ocasión de la que sería la última temporada del coliseo de la Carretera de Jaén. En dicho libro, imprescindible para los pocos granadinistas empedernidos que aún quedamos, escrito desde el rigor periodístico pero con una gran carga sentimental, se ponen de manifiesto los avatares del estadio que durante 61 años fue santo y seña del muy sufrido granadinismo, avatares que son los mismos del club que fue su propietario y que nos hablan de las glorias y desgracias (más de esto último que de lo otro como no podía ser de otra forma ya que se trata de un modesto club de una modesta provincia) de una institución histórica en el mundo del balompié. Partiendo de este excelente trabajo sobre la historia del club de nuestros amores, ahora que, ya sí, han entrado a saco en el que fue templo del futbolerismo local las máquinas que dejarán aquello como un solar –nunca mejor dicho- hemos creído oportuno llevarles a los aficionados locales algunas curiosidades y nostalgias que sirvan de sentido adiós a la que fue su casa.

Desde las gradas de Los Cármenes los granadinos hemos podido disfrutar de diecisiete temporadas entre la “aristocracia del fútbol español” y otras treinta en Segunda A e incluso once más en esa categoría, tercera división, disfrazada eufemísticamente de Segunda B, por la que hoy suspiramos. Esas gradas, presididas por el misterioso Panderete de las Brujas o Golilla de Cartuja o, más popularmente, Monte del Sombrero, del cual algunos autores de obras de tema granadino dicen que pudiera tratarse de un túmulo celta; y sobre todo, presididas por la presencia en la distancia del impresionante macizo de Sierra Nevada que en tardes claras permitía verificar aquello tan lorquiano que más o menos viene a decir que la luz se resiste a abandonar Granada y va trepando por sus montes conforme cae la tarde a la vez que nos deja contemplar las variaciones de color de las cumbres nevadas. Así era al menos hasta que el estadio fue rodeado con bloques de pisos, ya en los ochenta.

Los granadinistas tenemos una deuda de gratitud con un hombre providencial para la existencia del que fue único patrimonio del club, don Matías Fernández Fígares, quien desde la presidencia puso su trabajo y su propio patrimonio sin contraprestación alguna para poder hacerlo realidad allá por los revueltos años de la República, 1934, cuando el club apenas contaba con tres años de vida. Un estadio que nunca tuvo un acto oficial de inauguración; un estadio cuyo nombre no está muy claro quién ni cuándo se lo puso; un estadio que nunca llegó a pagarse en su totalidad y que no fue escriturado a nombre de su propietario hasta más de veinte años después.

Lo más curioso es que el Granada C.F. nunca pudo celebrar sobre su césped los momentos clave más gloriosos de su baqueteada vida: los cuatro ascensos a primera división se consiguieron en tierras forasteras; también los dos ascensos a Segunda A. Incluso el que sigue siendo todavía su más importante hito, clasificarse para la final de Copa en 1959, hubo de dilucidarse en campo neutral tras empatar la eliminatoria en terreno valenciano. Más aun, ni siquiera la que después de 72 años de vida del club sigue siendo la mayor goleada en partido oficial se consiguió en el viejo Los Cármenes, fue un 11-0 endosado al Jerez y que tuvo por escenario el campo de Las Tablas, primer terreno de juego del, por entonces, Recreativo Granada, allá por 1933.

En el campo de Los Cármenes han tenido que humillar la cabeza los grandes en más de una ocasión al conocer la derrota –R. Madrid y Barcelona cuatro veces cada uno, Atlético de Madrid en ocho ocasiones, Atlético de Bilbao en seis y Valencia en diez-. También ha tenido el honor de albergar como local a la Selección Española en más de una ocasión, siempre con victoria de nuestros internacionales: la primera vez fue en 1960, partido de selecciones “B”, España-Marruecos (4-3); la segunda en 1971, único partido oficial de la Selección jugado en el viejo Los Cármenes, España-Chipre (7-0), valedero para la clasificación de la Copa de Europa de naciones 1972; en 1978 partido amistoso España-México (2-0); y, por último, en 1981, partido de selecciones “B” España-Inglaterra (2-1).

La primera alineación granadinista que saltó al terreno de juego de Los Cármenes fue: Tabales; Carreras, Luisón; Torquemada, Itarte, Basterrechea; Victorio, Gomar, Calderón, Mitge y Luque; fue el 23 de diciembre de 1934, partido que el Recreativo venció al Malacitano (posteriormente C.D. Málaga) por dos a uno, correspondiendo a Calderón el honor de marcar el primer gol en el nuevo estadio. Por contra, el último partido disputado en el campo de la Carretera de Jaén fue un Granada-Sevilla B, en mayo de 1995, que terminó 1-1 con estos hombres: Carlos Gomes, Santi, Paquito, Almeida, Guti, Víctor Platero, Rai (Ángel), Molina, Nando (Mel), Ricardo y Roberto Valverde, cabiéndole a éste último el honor de haber sido el jugador que marcó el último gol granadinista en el viejo Los Cármenes.

En 1995 se firmó su sentencia de muerte, aunque todavía ha sobrevivido malamente como garaje durante ocho años. El producto de la venta fue a enjugar la astronómica cifra que suponía la deuda acumulada por sucesivas malas gestiones presidenciales. Era entonces el momento de haber puesto los cimientos para un futuro prometedor, pero nada se hizo y tan sólo ocho años después la demolición del estadio puede ir de la mano de la demolición del club rojiblanco, cosa que esperamos no llegue a suceder.

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