Siguiendo con esta serie de resultados frustrantes para los rojiblancos, en los que no quedó muy claro (al menos para la hinchada granadina) si no habían intervenido factores extradeportivos, nos detenemos en la temporada 45-46. El Granada había descendido de primera la temporada anterior tras perder en el madrileño estadio Metropolitano la promoción con el Celta en eliminatoria a un único partido, cerrando así su primera comparecencia de cuatro temporadas en primera. El entrenador es Cholín, con una plantilla que es prácticamente la misma que descendió de primera: continúan Floro, Martí, Millán, González, Sosa, Rey, Sierra, Trompi, Marín, Más, Safont, Aparicio y otros, con la baja importante del goleador Nicola, traspasado al Hércules, de Primera División, en la segunda jornada.
En esta temporada de la mano de Cholín el Granada hace una irregular campaña en la que echa siempre en falta la presencia de un delantero goleador, pero llega a la recta final con muchas posibilidades de clasificarse para el ascenso (suben los dos primeros) o cuando menos para la promoción (que juega sólo el tercero).
La clave del batacazo rojiblanco está en que faltando cinco partidos para el final pierden los nuestros en casa con otro club también enfrascado en la lucha por el ascenso, el Coruña, en un partido vital en el que se escapan los dos puntos porque el guardameta Martí encaja un gol de verbena: en un balón que llega a sus inmediaciones bombeado desde muy lejos, sin que nadie le estorbe, Martí calcula mal el bote y le supera el esférico por alto tras botar para alojarse mansamente en las mallas. Este cancerbero, muy discutido por la afición y por la prensa deportiva -no era la primera vez que le marcaban un gol churroso-, ya no volvió nunca más a alinearse en las filas granadinistas, pero su sustituto, Floro, no pudo tampoco evitar la derrota en la siguiente jornada en Mallorca. Tras estas dos derrotas queda el Granada muy lejos de los dos puestos que dan el ascenso directo. Una victoria ante el Salamanca y un empate a domicilio en el campo del líder y ascendido Sabadell hacen que lleguemos a la ultima jornada todavía con posibilidades de alcanzar el tercer puesto y con él la promoción.
Y es aquí donde vuelven a aparecer los mengues antigranadinistas. En esa jornada última los resultados arrojan el ascenso de Sabadell y Coruña (estaban ya ascendidos desde la jornada anterior), como primero y segundo clasificados del único grupo de segunda, y la victoria granadina ante el Jerez en Los Cármenes sólo sirve para empatar a puntos con el tercer clasificado, el Tarragona. Total, cuarto puesto que no da derecho a nada más que al cabreo de los granadinistas que hasta el último momento no sintieron la camisa sobre sus cuerpos, pero sin que la zozobra se tradujera en nada positivo, acabando en chasco la temporada en la que se pensaba que se iba a recuperar rápidamente la categoría perdida.
El caso es que tras los resultados de la última jornada se produce un triple empate a veintinueve puntos entre tercero (Tarragona), cuarto (Granada) y quinto (Córdoba). Individualmente, o sea, en caso no de triple sino de doble empate con cualquiera de los otros dos rivales, el tercer clasificado y promocionista hubiese sido el Granada que superaba en el golaverage individual al Tarragona y en el general al Córdoba. Pero como el Córdoba había perdido sus dos partidos contra los catalanes, al darse el triple empate resultó afortunado el Tarragona, el cual jugó la promoción contra el Español, con resultado negativo.
Como en otras muchas ocasiones, el duende malo de esta frustración tiene nombre, y ese nombre es el del portero del Betis, el catalán Greus, que parece ser que no se empleó todo lo deportivamente a fondo que los granadinos hubiéramos deseado en el partido que en esa última jornada enfrentaba en Heliópolis a Betis y Córdoba y que ganaron agónicamente los forasteros 2-3, marcador por el cual se dio el triple empate final que propició la clasificación del Tarragona; además, este partido fue dirigido por el colegiado catalán Vilalta. Pero claro, sobre la deportividad o falta de ella en la actuación de unos y otros nada se demostró y quedó en eso, en simples sospechas.
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