La foto que ilustra este escrito, aparte de ser la portada de un álbum de cromos que sin suda recordarán los aficionados granadinistas que tengan entre cuarenta y cincuenta, recoge un lance del partido de ida de la semifinal de copa que disputaron en el viejo Los Cármenes Granada y Atlético de Bilbao el día 1 de junio de 1969, domingo de tiempo completamente veraniego en el que por la mañana los granadinos pudimos asistir al desfile conmemorativo de la victoria (¡treinta años después!) de unos españoles sobre otros no menos españoles. ¡Qué tiempos aquellos! Granada era de primera. Tenía Capitanía General y tenía equipo en Primera. La cruda realidad actual nos hace añorar unos tiempos que, al menos en lo futbolístico, fueron mejores.
La temporada 1968-1969 es destacable por varios motivos. El Granada C.F., recién ascendido a Primera, tras unos comienzos vacilantes que le llevan a la última posición de la tabla en la jornada siete, con tres negativos, al final acaba octavo clasificado, con un negativo, de una liga de dieciseis equipos, lo cual equivalía a igualar su mejor clasificación histórica hasta el momento, la de la temporada 1943-1944, octavo clasificado entre catorce clubs. Aquella temporada, con Candi en la presidencia, se trae para el banquillo a Marcel Domingo, al cual la buena temporada le servirá para dar el salto al Atlético de Madrid al que llevará al campeonato de liga la temporada siguiente. La plantilla era prácticamente la misma que la temporada anterior consiguiera brillantemente el ascenso (Ñito, Manolín, Tinas, Barrenechea, Barrachina, Lorenzo, Santos, Gerardo, Ferrando, Ureña, Flores, Vicente), con la ausencia notable de Rafa Almagro, cedido al Cádiz mientras hacía la «mili». Como refuerzos más destacados se ficha a Noya, Miralles, Martos; el ex internacional Ruiz-Sosa, ya en el final de su carrera y que sólo jugó los tres primeros partidos; Ramoní, que llegó con la temporada ya empezada, que había sido internacional en categorías inferiores y que fue traspasado al Barcelona; también un desconocido Porta, que llegaba con la vitola de máximo goleador del grupo aragonés de Tercera División y que apenas fue utilizado; y Barrios, que llegó en la recta final de la liga y sólo jugó seis partidos. Además la reincorporación de Lara después de cumplir el Servicio Militar, lo que había hecho que no se pudiera contar con él la temporada anterior.
También es destacable de esta temporada que en ella, jornada diez, se llevó a cabo la inauguración de la tribuna cubierta de Los Cármenes. Fue el día 24 de noviembre de 1968, en un partido calificado por la prensa deportiva local como muy bueno en el que el Granada se impuso al Málaga por dos a cero.
Una vez finalizada la liga comienza
La semifinal, tercera en la historia del Granada C.F. (1944-1945, 1958-1959 y ésta), empareja a los rojiblancos con el Athletic, jugándose la ida en Granada. Ambiente de gala en un Los Cármenes abarrotado aquel caluroso 1 de junio de 1969, con presencia de El Diamante Rubio luciendo atuendo rojiblanco y con una montera por sombrero. El Granada formó con Ñito; Tinas, Barrenechea, Lorenzo; Santos, Barrachina; Ferreira, Noya, Ureña, Ferrando y Lara. Por el Atlético de Bilbao: Iríbar; Betzuén, Echeberría, Sáez; Igartua, Larrauri; Argoitia, Uriarte, Arieta, Clemente y Rojo. En el Granada se hacían notar tres ausencias de hombres fundamentales en el esquema del francés Marcel Domingo: Barrios, que se lesionó y apenas pudo jugar en Copa; Martos, lesionado cuando estaba en su mejor momento; y, sobre todo, el canario Vicente, que es recordado como uno de los mejores futbolistas que han pasado por el Granada C.F. en toda su historia, el cual se había marchado a Méjico con permiso del club para casarse.
El árbitro, Cardós, pronto se convirtió en triste protagonista. En el minuto 12 anula un gol perfectamente válido de los locales. A un balón lejano bombeado sobre la frontal del área bilbaína acuden Ureña, buscando el remate, e Iríbar para hacerse con el esférico; el guardameta internacional falla estrepitosamente en un balón claramente suyo y éste, tras rebotar en el rojiblanco acaba en la red. El árbitro lo anula por supuesta falta del delantero («no lo toqué», le dijo varios años después Ureña, granadino de Pinos-Puente, desde Segovia donde reside a quien esto escribe). Esa es la jugada que se recoge en la foto que ilustra el artículo; en ella se ve en segundo plano a otro canterano, Barrachina, uno de los pocos granadinos que han alcanzado la internacionalidad y que sería traspasado al Valencia, donde se afincó y donde vive en la actualidad. En el minuto 40 de la primera parte llega el único gol local, por medio de Noya en perfecto y precioso remate de bolea. En la segunda parte hay un clarísimo penalti de Betzuén sobre Lara, auténtica pesadilla en aquel partido para el vasco, pero el árbitro no lo concedió. El Granada jugó mejor todo el partido, mas su desfondamiento físico llevó a que a falta de diez minutos, en un fallo defensivo, llegara el gol del inmerecido empate, conseguido por Javier Clemente, y que sería definitivo.
Una semana después se acaba la aventura copera granadinista cayendo derrotado 2-0 en Bilbao. El Athletic sería campeón de Copa al vencer al Elche en la final por 1-0. Pero a los aficionados granadinistas siempre les quedó el mal sabor de boca por la ocasión perdida para haber llegado a mayores cotas de no haberse tropezado con un colegiado como aquel Cardós de mal recuerdo, ya que todos los grandes habían caído en cuartos.
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