Hablaremos por tanto de los momentos, que también forman parte de la historia del club, en que el forofo se quedó con la miel en los labios y sin poder saborearla. Historias de fracaso y también de ira y cabreo ante lo que el hincha considera una injusticia, un atropello al débil. No obstante, para que la cosa no parezca una galería de lamentos y a fin de completar el cuadro y nivelar la balanza, obligado resulta reflejar también esos otros raros instantes (muy pocos, no podía ser de otra forma) en los que también por causas no muy claras fueron los nuestros los beneficiados, o sea, otras situaciones en las que los que debieron pensar en brujas fueron los contrarios.
Casi todo lo que aquí se contará tiene una explicación terrenal, es decir, en la mayoría de las ocasiones no hay más explicación que la que lleva a concluir que el castigo recibido o el triunfo no alcanzado es la consecuencia lógica de no haber hecho las cosas como aconsejaban la prudencia y las circunstancias; o de recoger lo que realmente era lo merecido en base al talento propio o más bien a la falta del mismo. Lo que ocurre es que para el forofo que se precie (y éste que les habla lo es), para el hincha prosélito de su religión (la “granadinolatría”), escocidos como estamos después de tanto tiempo sin comernos una rosca futbolística, sólo cabe pensar en lo sobrenatural para explicar por qué la dichosa bola (hembra casquivana a fin de cuentas) es siempre reacia a darnos satisfacciones mientras que con otros se muestra mucho más obsequiosa.
Sea como fuere, el caso es que es nuestro propósito, desde la óptica de un hincha empedernido como el que suscribe, refrescar la memoria de los granadinistas (próximamente en esta pantalla) y hacer desfilar por esta sección todo un conjunto de momentos puntuales, situaciones, coyunturas, héroes y villanos (éstos casi siempre vestidos de negro) que tienen o tuvieron su instante de protagonismo en la que podríamos denominar «historia secreta» de este modesto aunque histórico club, el cual, cercano ya a sus bodas de platino, sigue vivo aunque su salud no sea en estas precisas calendas la más deseable. Son los momentos que se escriben desde el pozo del fracaso, señor éste que se enseñorea, valga la “rebuznancia”, en los lares del pobre, del paupérrimo en este caso; son esos momentos en que después de haber analizado desde todos los puntos de vista posibles lo que pasó o lo que pudo haber pasado, por suponer un varapalo para la sufrida torcida rojiblanca, sólo quedó el recurso de echar mano como todo argumento a la malafollá o al desgraciado hado que parece perseguir a nuestro equipo en forma de fuerzas ocultas que se hubieran aliado para organizar una supuesta «liga antipenibética» o conjura antirrojiblanca. En definitiva, las ocasiones en que actuaron los duendes perversos, los mengues.
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