EL ONCE FANTASMA

Pedro Escartín bautizó al Granada CF (el Recreativo Granada) con el apodo de "Once Fantasma" cuando este club era un recién llegado a la competición pero ya andaba codeándose con equipos de solera y aspiraba a lo máximo.
En este libro se narran las vicisitudes por las que atravesó el Recreativo en sus cinco primeros años de existencia y también se recogen los sucedidos ciudadanos más impactantes de aquella época revuelta que fue la de la II República.
En la foto de cabecera se ve al Recreativo que se enfrentó al Gimnástico de Valencia en el campo madrileño de El Parral, 21 de febrero de 1934. De pie: Sosa, Tomé, Calderón, Luque, Itarte, Carrera, Victorio y Tabales; agachados: Gomar, Morales y Herranz.
Para adquirir un ejemplar firmado y dedicado por el autor (20 €), dirigirse a
jlramostorres@gmail.com


Historia del Granada CF



viernes, 13 de junio de 2008

MENGUES, BRUJAS Y OTRAS TARASCAS



Haberlas, haylas. Aunque no hayamos visto nunca un ente de razón o algo que se le parezca y que se pueda calificar así, para el sufrido granadinismo militante no cabe duda de que brujas, duendes, trasgos y otros seres que participan de esta escabrosa naturaleza han estado ejerciendo su poder maléfico en la sombra en más de una ocasión saldada con un resultado frustrante en la ya dilatada historia del asendereado club llamado Granada C.F. De la existencia de estos seres nadie podrá presentar una prueba concluyente, de la misma manera que tampoco se podrá presentar, y menos a estas alturas, pruebas de que ciertos resultados desfavorables para los intereses rojiblancos no se debieron exclusivamente a los méritos o deméritos de los deportistas. El caso es que nos hemos propuesto llevarles a los amables lectores de esta página determinados momentos de la historia del club en los que, para los nuestros, quedó la sospecha de que algo no limpio, no deportivo, fue lo que originó el fracaso. Son esos momentos en la historia de este aojado club, ¡ay, dolor! en los que a los granadinistas no nos quedó más remedio que pensar en la desfavorable conjura de entes de razón (que no tienen ser real y verdadero y sólo existen en el entendimiento) para poder explicarnos qué pasó en el último suspiro o qué fue lo que hizo que al final no se consiguiera lo que tan al alcance de la mano parecía.

Hablaremos por tanto de los momentos, que también forman parte de la historia del club, en que el forofo se quedó con la miel en los labios y sin poder saborearla. Historias de fracaso y también de ira y cabreo ante lo que el hincha considera una injusticia, un atropello al débil. No obstante, para que la cosa no parezca una galería de lamentos y a fin de completar el cuadro y nivelar la balanza, obligado resulta reflejar también esos otros raros instantes (muy pocos, no podía ser de otra forma) en los que también por causas no muy claras fueron los nuestros los beneficiados, o sea, otras situaciones en las que los que debieron pensar en brujas fueron los contrarios.

Casi todo lo que aquí se contará tiene una explicación terrenal, es decir, en la mayoría de las ocasiones no hay más explicación que la que lleva a concluir que el castigo recibido o el triunfo no alcanzado es la consecuencia lógica de no haber hecho las cosas como aconsejaban la prudencia y las circunstancias; o de recoger lo que realmente era lo merecido en base al talento propio o más bien a la falta del mismo. Lo que ocurre es que para el forofo que se precie (y éste que les habla lo es), para el hincha prosélito de su religión (la “granadinolatría”), escocidos como estamos después de tanto tiempo sin comernos una rosca futbolística, sólo cabe pensar en lo sobrenatural para explicar por qué la dichosa bola (hembra casquivana a fin de cuentas) es siempre reacia a darnos satisfacciones mientras que con otros se muestra mucho más obsequiosa.

Sea como fuere, el caso es que es nuestro propósito, desde la óptica de un hincha empedernido como el que suscribe, refrescar la memoria de los granadinistas (próximamente en esta pantalla) y hacer desfilar por esta sección todo un conjunto de momentos puntuales, situaciones, coyunturas, héroes y villanos (éstos casi siempre vestidos de negro) que tienen o tuvieron su instante de protagonismo en la que podríamos denominar «historia secreta» de este modesto aunque histórico club, el cual, cercano ya a sus bodas de platino, sigue vivo aunque su salud no sea en estas precisas calendas la más deseable. Son los momentos que se escriben desde el pozo del fracaso, señor éste que se enseñorea, valga la “rebuznancia”, en los lares del pobre, del paupérrimo en este caso; son esos momentos en que después de haber analizado desde todos los puntos de vista posibles lo que pasó o lo que pudo haber pasado, por suponer un varapalo para la sufrida torcida rojiblanca, sólo quedó el recurso de echar mano como todo argumento a la malafollá o al desgraciado hado que parece perseguir a nuestro equipo en forma de fuerzas ocultas que se hubieran aliado para organizar una supuesta «liga antipenibética» o conjura antirrojiblanca. En definitiva, las ocasiones en que actuaron los duendes perversos, los mengues.

¡Mecachis en los mengues

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