EL ONCE FANTASMA

Pedro Escartín bautizó al Granada CF (el Recreativo Granada) con el apodo de "Once Fantasma" cuando este club era un recién llegado a la competición pero ya andaba codeándose con equipos de solera y aspiraba a lo máximo.
En este libro se narran las vicisitudes por las que atravesó el Recreativo en sus cinco primeros años de existencia y también se recogen los sucedidos ciudadanos más impactantes de aquella época revuelta que fue la de la II República.
En la foto de cabecera se ve al Recreativo que se enfrentó al Gimnástico de Valencia en el campo madrileño de El Parral, 21 de febrero de 1934. De pie: Sosa, Tomé, Calderón, Luque, Itarte, Carrera, Victorio y Tabales; agachados: Gomar, Morales y Herranz.
Para adquirir un ejemplar firmado y dedicado por el autor (20 €), dirigirse a
jlramostorres@gmail.com


Historia del Granada CF



sábado, 31 de mayo de 2008

VEINTICINCOJOTA


Cosa de duendes y brujas
es lo que ocurrió en Graná
la tarde de un veinticinco
con mucha malafollá.
Que por junio era por junio,
en la estación estival,
año dos mil, Corpus Christi,
bajo un calor infernal.

Por Bibrrambla o por... Mesones,
es nuestra oportunidad,
al Murcia superaremos
y el Granada ascenderá.
Mares color blanquirrojo;
optimismo en el mirar;
banderas, gorros... ¡bufandas!
bastará con empatar.

¡Alabín! ¡Alabán!

Sudorosas masas rugen
con el campo a rebosar;
todo está presto y dispuesto,
puede el partido empezar.
Bajo un cielo gris plomizo
la pelota echó a rodar
y al mismo tiempo volaba
el gafe, libre y fatal.

Contamos en nuestras filas
con Notario y con Pascual,
Jubera, Ismael, Navarro,
también Jesús Capitán,
Tabuenka, Méndez, García,
¡atentos!, hay que triunfar,
Torres, Huegún y los otros:
¡mi Granada! ¡Ra! ¡Ra! ¡Ra!

¡Alabín! ¡Alabán!

Sobre el papel un equipo
de bastante calidad;
sobre el césped, ¡dita sea!,
ése es ya otro cantar;
cada atleta rojiblanco,
(con rayas en vertical)
no da ni una a derechas.
¡Ay qué penita, mamá!

Al fin del primer periodo
sólo sudar y sudar;
ni goles ni fútbol vimos,
canguelo, nervios “na más”.
“Cafelito” mesoniano
al descanso tomarán,
que diz que lo cura todo,
fuerte, “cargado”, especial.

¡Alabín! ¡Alabán!

Tras merecido intervalo
el balón vuelve a girar;
el milagroso brebaje
nada parece operar;
entorrijados, los nuestros
siguen jugando muy mal:
nada cambia el decorado,
continúa todo igual.

Casi al borde del infarto:
Jubera acierta a chutar;
desvíanla diablillos
y al palo se va a estrellar.
Y el auditorio enmudece
cuando el “traidor” Aguilar
desde casi medio campo
transforma su tiro en goal.

¡Alabín! ¡Alabán!

De tornaboda está el cántabro.
¿Qué hace en este lugar
pudiendo estar disfrutando
luna de miel en Nepal?
Aunque el calor es horrible
ha comenzado a escarchar
en la grada y en el palco:
todo es un tiritar.

Don Felipe en el banquillo,
embutido en su anorak,
no siente calor ni frío;
impasible el ademán;
no padece, nada inmuta
(no se le ve reaccionar)
su inalterado semblante
de tahúr profesional.

¡Alabín! ¡Alabán!

El blanco es como de mármol,
el rojo pesa un quintal;
el azul de los calzones
plomo pone en el andar.
Queda chance, queda tiempo
para intentar igualar.
«-Por caridad: un golito».
«-¡A mí algo me va a dar!».

«-Al nublado firmamento
yo me quiero encomendar:
seré bueno, seré santo.
¡Por vuestro padre: empatad

Muchas y grandes maldades
te propones enmendar
invocando a Santa Bárbara
cuando se pone a tronar.

¡Alabín! ¡Alabán!

«-¡Ay Virgen de las Angustias!
¡Válgame la Trinidad!
¡Todos los santos del Cielo,
con San Cosme y San Damián!
».
«-Ya no iré más a ese sitio

donde vigila Colás».
«-A mi suegra, aunque me cueste,
ya no voy a maltratar
».

«-Del cepillo de las ánimas
prometo no sisar más
si el año que viene vemos
fútbol de Segunda A
».
Pero el cielo no se apiada
y así se llega al final;
la derrota ya es un hecho,
ha triunfado Satanás.

¡Alabín! ¡Alabán!

Las fervorosas plegarias
que oíamos musitar
truécanse en un instante
en amargo blasfemar.
Es el sino de este equipo,
su eterna importunidad:
no alcanzar lo que se palpa;
al hincha la fiesta aguar.

Amagando eternamente,
pero sin llegar a dar,
Ilusionando al forofo
que la miel no va a catar.
Caravanas de tristeza
comienzan a desfilar;
las orgullosas enseñas
ya no osan flamear.

¡Alabín! ¡Alabán!

Un chasco morrocotudo.
Murcianazo al costillar.
¿Todos los protagonistas
obraron con lealtad?
Tanto me escuece esta herida
que a mí me da por pensar
que hubo felino cautivo
y que faltó honestidad.

Duro palo en los ijares
de la hinchada, ¡otro más!
Pasará bastante tiempo
para poder olvidar.
Y aquí se acaba este cuento,
ya no me quiero acordar
de aquel veinticincojota
con tanta malafollá.

¡Alabín! ¡Alabán! ¡Alabín, bon ban!

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