EL ONCE FANTASMA

Pedro Escartín bautizó al Granada CF (el Recreativo Granada) con el apodo de "Once Fantasma" cuando este club era un recién llegado a la competición pero ya andaba codeándose con equipos de solera y aspiraba a lo máximo.
En este libro se narran las vicisitudes por las que atravesó el Recreativo en sus cinco primeros años de existencia y también se recogen los sucedidos ciudadanos más impactantes de aquella época revuelta que fue la de la II República.
En la foto de cabecera se ve al Recreativo que se enfrentó al Gimnástico de Valencia en el campo madrileño de El Parral, 21 de febrero de 1934. De pie: Sosa, Tomé, Calderón, Luque, Itarte, Carrera, Victorio y Tabales; agachados: Gomar, Morales y Herranz.
Para adquirir un ejemplar firmado y dedicado por el autor (20 €), dirigirse a
jlramostorres@gmail.com


Historia del Granada CF



domingo, 25 de mayo de 2008

1979 TERREMOTO MAGREBÍ


La temporada 78-79 no se puede decir que fuera buena por la gran frustración con que acabó, pero como ese histórico batacazo rojiblanco llegó al final del todo, mientras tanto Los Cármenes muchos domingos recuperó algo del colorido de pocos años atrás y se registraron bastantes buenas entradas. A pesar de todo el déficit del ejercicio ascendió a casi cincuenta y cinco millones, que unidos a la losa con la que se inició la temporada nos dan la cifra de ¡ciento ochenta y dos millones de vellón en el debe total! Por eso Ideal de 3 de agosto de 1979 abre su sección de deportes con un titular en grandes caracteres: «EL GRANADA AL BORDE DE LA RUINA». En información que firma Antonio Prieto, el presidente Manuel Anel, en rueda de prensa, manifiesta que su antecesor en el cargo ha vendido todos sus bienes (ha hecho alzamiento de bienes, en palabras textuales del mandatario), por lo que resulta insolvente para respaldar la deuda del club de más de cien millones con el Banco de Crédito Comercial, que ha vencido y puede ser ejecutada judicialmente en cualquier momento. Como el único patrimonio del club corre peligro, propone como posible solución hipotecar Los Cármenes mientras aparece un comprador del campo. En asamblea extraordinaria de 27 del mismo mes treinta y dos compromisarios (de los sólo cuarenta y cuatro que se presentaron) dieron el visto bueno a la operación, operación que, si se llegó a realizar, para poco sirvió pues la deuda estaba ya desbocada y era la preocupación dominante en el ambiente futbolero local.

Sólo dos años fue Salvador Muñoz presidente del Granada CF. En tan corto periodo le dio tiempo a enrollar varias capas más a la bola de nieve echada a rodar por Candi hasta ponerla más del doble de grande. Por este motivo era el centro de todas las críticas de la prensa y era calificado como el peor presidente de la historia rojiblanca. Claro, que los vinieron después no mejoraron nada la gestión de Muñoz y no impidieron que la bola creciera y creciera.

Así están las cosas en agosto de 1979. Cuando las preocupaciones económicas son el principal tema de conversación en el mundillo futbolero, mala señal. Así, a principios de agosto el club cuenta con sólo seiscientos abonados (que encima han soportado una importante subida en los abonos) y cuando eche a rodar el balón apenas llegarán a los tres mil. Y en cada partido irá aumentando cada vez más el color cemento propio de una gris temporada.

Como en estas calendas ya lo económico lastra tanto todo lo rojiblanco, al igual que sucedió el año anterior con la sexta, hubo serias dudas sobre si se llegaría a jugar la séptima edición del trofeo veraniego. Pero, a pesar de todo, se convoca para los días 21, 22 y 23 de agosto el VII Trofeo Ciudad de la Alhambra, a disputar por los equipos Granada CF, CD Málaga y Selección de Marruecos.

Los magrebíes, cuya presencia en el certamen fue negociada por su compatriota, el míster rojiblanco Ben Barek, en el partido que abría el festival futbolero anonadaron, destrozaron y arrollaron a los nuestros derrotándolos por 0-5. La selección marroquí que pudimos ver en el trofeo formaba el germen del mejor combinado del reino alauí de toda su historia futbolera. Se trataba de un cuadro bastante joven en el que formaban ya algunos de los hombres que seis años después conseguirían por primera y única vez que Marruecos disputara la fase final de un mundial de fútbol; aquel Marruecos de México 86, que consiguió un magnífico undécimo puesto (de veinticuatro) y que contaba con el que es considerado como uno de los mejores futbolistas de todas las épocas del fútbol del llamado continente negro, Mohamed Timoumi, Balón de Oro africano en 1985. Este jugador, que cuando se celebra el trofeo aún no ha cumplido los diecinueve años, jugaría en la 86-87 en un Murcia de primera.



El verano de 1979 se recuerda en Granada por la gran cantidad de terremotos que vinieron a sobresaltar las pacíficas noches de no pocos paisanos. Y algo parecido a un seísmo fue el meneo a que se vieron sometidos los rojiblancos en el primer partido del trofeo Ciudad de la Alhambra de aquel año. La selección marroquí, sin duda un magnífico equipo, dio todo un baño al Granada, al que humilló a base de un fútbol en el que predominaron justo las dos cosas que más se echaron a faltar en los rojiblancos, ganas y condición física. Los marroquíes, corriendo que se las pelaban, tardaron treinta minutos en conseguir que los nuestros arrastraran las botas y la lengua por el césped, pero una vez logrado y tras introducir en el terreno a su estrella Timoumi (que no salió de inicio), empezaron a llegar una y otra vez con peligro ante un Izcoa también poco afortunado y antes del descanso ya ganaban dos a cero. La segunda parte sólo tuvo el color de las camisetas del combinado magrebí y en ella cayeron tres goles más en las redes locales. A destacar el que suponía el 0-4, conseguido por Timoumi de gran tirazo desde fuera del área, que fue largamente aplaudido por los casi cinco mil espectadores que acudieron a ver el partido.

El equipo rojiblanco que se enfrentó a Marruecos es muy parecido al titular de la anterior campaña en la que a punto estuvo de conseguir el ascenso; sólo destacan las novedades de Carrión, fichado del Málaga, y Planas, del Tarrasa. Pero aunque el entrenador continúa siendo Ben Barek, realmente el equipo no es el mismo. Estamos en pretemporada y la forma física todavía no es los que debe ser, pero lo que más se echa a faltar es el espíritu de lucha que se pudo ver casi toda la temporada anterior, de ahí el resultado ante los magrebíes. También falta algún hombre muy importante el pasado año porque, como manda la mala situación económica, está en venta todo lo vendible. Así, a estas alturas de agosto de 1979 ya no está en el equipo el que fue gran protagonista de la casi buena campaña anterior, el canario goleador José Luis, que acaba de ser traspasado al Huelva por nueve millones. También falta en el once rojiblanco otro de los destacados en el anterior ejercicio, el defensa central canterano Francis, que se encuentra en Japón como integrante de la selección española en el mundial juvenil que se va a disputar en el país nipón. El nombre de este granadino, a la sazón diecinueve años y un gran porvenir, se señala en la prensa como inminente traspaso, al que acompañarían otros jugadores con proyección como Benítez y Gerardo.

Viberti, entrenador malaguista con el carné de Kalmar, que presenció el choque entre granadinos y marroquíes tomó buena nota de qué había que hacer para frenar las acometidas de los norteafricanos. En el segundo partido del trofeo, con un planteamiento a base de cerrar cualquier espacio en la zona ancha consiguió el Málaga derrotar a la selección magrebí por 2-0 (Macías y Cantarutti de penalti), pero no lo tuvo nada fácil porque los jóvenes rivales hicieron sudar la gota gorda a los malacitanos, que sólo lo vieron claro cuando consiguieron su segundo tanto merced a un penalti más bien raro y muy protestado, y cuando ya los marroquíes jugaban con dos hombres menos por expulsión.

Los de la Costa del Sol, que en la anterior temporada consiguieron el ascenso que se les negó a los nuestros, afrontaban su retorno a la primera división con el refuerzo de un viejo conocido de la afición, Megido, que jugó los dos partidos del trofeo y lo hizo a bastante buen nivel. Si cinco años antes, tras el segundo Trofeo Granada, inauguraron la lista de perjudicados por la presunta “leyenda negra” del trofeo granadino, después de esta séptima edición volvieron a inscribir su nombre en tan poco grata lista, pues su retorno a la máxima categoría fue fugaz y el tándem Kalmar-Viberti no pudo sacar al equipo en toda la temporada del farolillo rojo que al final lo devolvieron a segunda.


El tercer y último partido del trofeo de 1979 fue bastante malo, con un Málaga agazapado atrás y cediendo toda la iniciativa a los rojiblancos, y un Granada negado ante la meta de Corral, que paró todo lo parable. Pero lo más destacado del partido empezó mediada la segunda parte, cuando Benítez, que necesitaba poco para caldearse, agredió a Cantarutti siendo expulsado. A partir de aquí un sector importante del público, que entendía que si el rojiblanco iba a la calle debía acompañarle el malacitano, comenzó a arrojar objetos al terreno sufriendo numerosas interrupciones el juego. Y cuando faltaban cinco minutos para el final se produjo una jugada en el área blanquiazul en la que Carrión fue derribado sin que el árbitro murciano Pérez Sánchez quisiera saber nada. Ya no se jugó más porque ahora la lluvia de objetos (entre ellos botellas y piedras) era un auténtico turbión. El colegiado decidió dar por terminado el encuentro con el resultado de empate a cero, y ante el gran “follaero” concluyó el certamen sin la consiguiente ceremonia de entrega de trofeos.

El ambiente de la noche, ya de por sí bien cálido, subió algunos grados más entre la hinchada al suspenderse el choque. No hubo que lamentar ya más desmanes pero tampoco faltaron los tres o cuatro más lanzadillos de siempre que se dirigieran bufando a la entrada de vestuarios a esperar al referí con las de Caín y, tras calmarse algo después de su buen rato de plantón, irse rumiando sus frustraciones por unas calles granadinas que aquel telúricamente movido verano del 79 mostraban más animación de lo habitual para la hora.

A la cuarta consiguió el eterno rival hacerse con un trofeo granadino. Pero no pudieron salir con él de Los Cármenes porque al haberse suspendido el partido antes de llegar a su final y ante la reclamación marroquí se dejó la cuestión en manos de la Federación, la cual falló al cabo de los meses que la cosa tenía que quedarse como estaba y que el Málaga era el vencedor. Pero lo más gracioso (que no se enteren los amigos boquerones) es que la joya salida del taller de los orfebres granadinos Hermanos Moreno, que les llegó en Alsina cuando ya ni se acordaban, era de segunda mano. Y es que a estas alturas, cuando no hay comicios en puertas y las instituciones no se muestran tan generosas, y cuando el club es una pura deuda, ni para encargar una copa nueva teníamos y la que se puso en juego era la ganada por el Granada un año antes, con el añadido de una I que convertía el VI en VII.

Mientras en el césped de Los Cármenes caía todo tipo de objetos, en el palco se había cerrado la operación de traspaso de Francis al Betis, que pagó por el jugador dieciséis millones. El joven defensa partía así hacia un destino llamado a las más altas metas futboleras que se vio truncado sólo unos años después por una grave lesión que le obligó a la retirada antes de los veinticinco años. También el Betis fue el destino de Gerardo Castillo (por diez millones) más de un mes después y con la temporada ya en la jornada seis. En la recámara quedaba Benítez, tasado inicialmente en veinte millones. No se encontró comprador y en abril de 1980 se frustró definitivamente cualquier operación de venta provechosa pues el paraguayo junto a su compatriota Fernández (que se había retirado dos temporadas antes pero se había quedado a vivir en la que siempre consideró su casa) tuvieron que salir por pies de nuestro país para evitar la trena por un asunto poco claro sucedido cuatro años atrás. Esta fuga hizo que sólo se le pudieran sacar cinco milloncillos al Olimpia de Asunción, club al que fue a parar Gustavo Benítez al volver a su país.

Visto el panorama Ben Barek dice claramente a todo el que quiera escucharle que hacen falta refuerzos y que con este equipo a lo más que se aspira es a conservar la categoría. Parece ser que hubo conversaciones con el triunfador del reciente torneo, el joven delantero marroquí (21 años) Yamal, que ganó los trofeos al mejor jugador y máximo goleador del festival futbolero. El míster pidió su fichaje pero -no hace falta decirlo- en caja sólo había telarañas. Sí llegará con la temporada ya iniciada un refuerzo, el granadino Aguilera, que volvía a su casa después de su paso por Córdoba y Burgos y que jugó unos pocos partidos en éste, su último año en activo.

Propiamente no eran refuerzos pero en esta temporada y la siguiente una norma federativa obligaba a todos los clubes de Segunda y Segunda B a alinear en el once titular en cada partido a dos jugadores menores de veinte años, y eso hizo que dieran el salto al primer equipo unos cuantos jovencísimos canteranos, entre ellos Lina, con diecisiete años, que a partir de esta temporada y durante muchas más será siempre titular en la defensa rojiblanca y llegará a batir la marca que ostentaba Millán y convertirse en el granadinista que más partidos oficiales ha jugado en toda la historia del club. Otros jóvenes granadinos que se beneficiaron de esta norma y jugaron bastantes partidos fueron Pepe Gómez, Alberto, Róbert y Alete.

Cuando la competición echa a andar los comienzos son buenos y el Granada figura con positivos en las primeras posiciones hasta el ecuador de la liga para después meterse en negativos y sufrir algo en la recta final. La decimotercera posición alcanzada al terminar el ejercicio nos dice claramente que ésta es una temporada de más fu que fa. Una temporada de transición. Sólo que el tránsito del equipo rojiblanco no fue precisamente hacia algo positivo.

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