26/05/04
Lo piden los jugadores,
lo pide ya la afición,
se lo dicen hasta en bable:
señor Ruiz, dimisión.
Lo están gritando las gradas;
es un clamor popular.
Se puede decir más alto
mas no con más claridad.
como el que oye llover,
nuestro hombre mira y dice:
de aquí no me han de mover.
Sólo son quince o veinte
los que piden mi cabeza.
No les daré el gustazo.
Aguantaré de una pieza.
A este judeo-masónico
complot no haré ningún caso.
Permaneceré en mi puesto
pues de malvados yo paso.
De aquí yo no me voy.
En el río me han ahogar.
-Si sólo cubre el tobillo...
-Entonces me han de colgar.
Estos chicos ¡cuán ingratos!
Se encierran por cuatro perras
y me hacen pasar un mal rato.
Patadas a los balones
pagaré con calderilla;
pero no den más patadas
en mis pobres espinillas.
Allá bajó a la caseta,
cual paquidermo en bazar:
salgan y ganen partidos
es una orden, ¡ar!
No me toquen las mis partes.
No se sienten en la hierba.
Miren que si lo hicieren
los apuntaré en mi agenda
que es muy poco divertido.
Abandonen su actitud.
No sean teledirigidos.
piden en su verde encierro
(verde suelo, cama verde)
verdes billetes de euro.
Que se cumpla lo pactado,
que nos den lo que nuestro es.
No podemos pagar letras
ni tampoco el alquilé.
Además, aunque les paguen,
cual Salomé, ¡estos chiquillos!
la testa del presi quieren,
y es que son muy malvadillos.
Menos mal que por lo menos,
estando así el patio, amigos,
la talla se da con creces
en el plano deportivo.
en esta guerra de guerrillas,
servidor no entra ni sale.
Sólo pide una cosilla.
Un deseo balbuceante:
que saquen a mi Graná
del pozo de la tercera.
Después podré al fin palmar.
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