«Para contento y consuelo / de la sufrida afición, / fue campeón por un pelo; / pelo que, en esta ocasión, / lo fue de un Calvo... Sotelo». Aquí tenemos a Joseíto con su famosa escalera al hombro. De ella lleva colgado por muy poco, por el forro del calzón, al rojiblanco, que se agarra al único pelo del calvo (Sotelo) para no caer. Es el caso que la temporada ha concluido y, aunque con mucho sufrimiento y una ventaja exigua, ya tenemos al Granada CF otra vez entre los grandes. Se trata del último ascenso (por ahora, siempre por ahora) a la división de honor del Granada, el que culminó una temporada dominada casi de principio a fin por el club rojiblanco que, como campeón del grupo sur de Segunda División, consiguió el ascenso directo al superar en un punto a su inmediato perseguidor, el Calvo Sotelo de Puertollano, en la temporada 1967-68.
Tras el descenso un año antes después de perder la promoción frente al Betis, se iniciaba una temporada que en principio planteaba muchas dudas ya que para la siguiente se había previsto la reestructuración de la categoría, reduciendo los dos grupos de segunda de dieciséis equipos a uno sólo de veinte, por lo que el descenso afectaba a la mitad de los que formaban la categoría de plata. A pesar de contar con una plantilla muy corta en la que eran bajas gran parte de los futbolistas del año anterior en primera, entre ellas la muy sensible del armillero Eloy Matute, traspasado al Sevilla, con la sabia y seria dirección de Joseíto, el Granada CF. se aupó a la primera plaza del grupo desde la jornada cinco y en esa misma posición logró culminar la jornada treinta y última. La corta plantilla se completó con una única incorporación de un jugador foráneo, el catalán Ferrando, que no jugó demasiado, y con canteranos. El buen míster había sido entrevistado por la prensa a poco de llegar a Granada y había manifestado la idea de que la liga era una escalera en la que poco a poco, con trabajo y seriedad, se habrían de ir subiendo peldaños hasta alcanzar el objetivo previsto. Esta manifestación, dicha así, como para salir del paso ante la incógnita de una temporada que echa a andar, tuvo sin embargo gran impacto entre los periodistas deportivos de la época e hizo fortuna hasta el punto de que la temporada 67-68 será ya para siempre en los anales rojiblancos la ”temporada de la escalera”.
El equipo titular fue: Ñito; Lorenzo, Barrenechea, Zubiaurre; Santos Barrachina; Flores, Almagro, Ureña (o Miguel), Gerardo y Vicente. Como se aprecia, todos excepto dos ya estaban la temporada anterior, y esas dos incorporaciones se habían producido desde la propia cantera: Ureña, de Pinos-Puente, que colgó la sotana y desde el seminario pasó al Recreativo y a las pocas semanas ya era titular en el Granada, donde sus doce goles lo convirtieron junto con Vicente en el máximo goleador del equipo; y Gerardo Jiménez, atarfeño, centrocampista de labor oscura pero muy efectiva, todo pundonor y entrega. La gran clase del canario Vicente, la agilidad felina de Ñito en la que quizás sea su mejor temporada de rojiblanco y en la que consiguió ser el portero menos goleado en categoría nacional, la seguridad en defensa de Barrechenea y Barrachina, el gran sacrificio de Santos y el trabajo fino de Rafa Almagro en la media punta... Esas fueron las armas de este gran Granada. También hay que destacar que en este Granada campeón hay cuatro granadinos (Barrachina, Almagro, Ureña y Gerardo) más otro que si no lo es de nacimiento lo ha sido siempre de corazón (Santos), a los que podríamos unir los nombres de otros paisanos que jugaron menos pero que también aportaron su grano de arena al ascenso, como Tinas, Ortega y Villalta.
Era la primera temporada de Joseíto en el banquillo del Granada, y era también la primera temporada de Candi en la presidencia. Gran estreno el del binomio, que abría con este meritorio ascenso la época más gloriosa de la historia del Granada y su etapa más prolongada entre los grandes, gestas ambas en las que volverán a tener gran protagonismo.
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