EL ONCE FANTASMA

Pedro Escartín bautizó al Granada CF (el Recreativo Granada) con el apodo de "Once Fantasma" cuando este club era un recién llegado a la competición pero ya andaba codeándose con equipos de solera y aspiraba a lo máximo.
En este libro se narran las vicisitudes por las que atravesó el Recreativo en sus cinco primeros años de existencia y también se recogen los sucedidos ciudadanos más impactantes de aquella época revuelta que fue la de la II República.
En la foto de cabecera se ve al Recreativo que se enfrentó al Gimnástico de Valencia en el campo madrileño de El Parral, 21 de febrero de 1934. De pie: Sosa, Tomé, Calderón, Luque, Itarte, Carrera, Victorio y Tabales; agachados: Gomar, Morales y Herranz.
Para adquirir un ejemplar firmado y dedicado por el autor (20 €), dirigirse a
jlramostorres@gmail.com


Historia del Granada CF



jueves, 29 de mayo de 2008

PACO BRU. A BARCO NUEVO CAPITÁN VIEJO


Los escasos documentos gráficos de la época nos lo representan en plena faena de entrenamiento sobre el césped de Los Cármenes, enfundado en una de aquellas camisolas rojiblancas abotonadas que lucía el Granada por entonces, colocada sobre su ropa de calle de forma que le asoma el nudo de la corbata y el cuello de la camisa, mientras que mordido entre los dientes mantiene un gran puro. Es Francisco Bru Sanz, Paco Bru, nacido en Madrid pero catalán a todos los efectos, otro nombre ilustre del balompié ligado a la historia del Granada CF, al que entrenó dos temporadas, las dos primeras de la historia rojiblanca en Primera División.
Antes había sido jugador del Español y del Barcelona, árbitro, federativo, periodista, seleccionador nacional de dos países (España y Perú, a la que dirigió en el primer Mundial, Uruguay 1930), y hasta entrenador de un incipiente fútbol femenino (en 1914), pleno de pololos y melindres.
En su faceta de jugador fue un portero famoso por pararle dos penaltis al mismísimo Bernabéu en el tercer encuentro de una épica semifinal de copa R. Madrid-Barcelona que necesitó de hasta cuatro partidos para dilucidar qué equipo pasaba a la final de 1916, primer precedente en la historia de agravios mutuos de la ya casi centenaria rivalidad entre merengues y culés.
Como entrenador, aparte de su trayectoria como biseleccionador, dirigió a Español y Real Madrid (con el que consiguió los campeonatos de Copa de 1934 y 1936). Y, para un debutante, quién mejor que un hombre con mucha experiencia; en 1941 Ricardo Martín Campos, desde sus oficinas del Salón Nacional, lo contrató por dos temporadas para dirigir al Granada, que estaba a punto de dar sus primeros pasos en la máxima categoría. La cifra en que fue cerrada la operación era mareante para la época: 25.000 pesetas de ficha y 1.500 mensuales en su doble cargo de entrenador y secretario técnico. Pero no fue una mala inversión ya que Bru fue el que conjuntó al inolvidable cuadro rojiblanco de Floro (Alberty); Millán, González; Sosa (Maside), Bonet, Sierra; Marín, Trompi, César, Bachiller y Liz, que en su debut primerdivisionista ofreció al granadinismo grandes tardes de gloria, con amplias goleadas a equipos como Coruña (en casa y a domicilio), Español. Barcelona, Hércules, Oviedo y Castellón, hasta conseguir un total de sesenta y cuatro goles a favor y un muy digno décimo puesto final, a salvo de cualquier contingencia.
Para la temporada siguiente, la 42-43, las bajas de César, Bachiller y Liz dejaron al equipo bastante mermado, sobre todo en lo que se refiere a poder goleador. No se pudo repetir la buena temporada anterior y hubo que jugarse el todo por el todo en partido único de promoción en el campo barcelonés de Montjuich y ante el Valladolid. Los dos goles de Nicola por ninguno en contra certificaron la permanencia del Granada entre los grandes un año más. Con este último partido se despediría Paco Bru de Granada, donde siempre se le recordó como un gran entrenador. Posteriormente entrenaría a equipos como Málaga y, nuevamente, Español; por último desempeñaría funciones técnicas en Zaragoza y Córdoba, entre otros.
El nombre de Paco Bru está inscrito con letras de oro en los anales del fútbol español por haber sido el primer seleccionador nacional de la historia y, sobre todo, por haber conseguido en ese debut internacional y al frente de un inmortal combinado (con Zamora, Belauste, Sabino, Pichichi, Sesúmaga, Patricio, Samitier, Acedo, Vallana, Pagaza...) la medalla de plata en la Olimpiada de Amberes 1920, cuando nació el mito de “la Furia Española”, cuya paternidad pertenece a un periodista holandés impresionado por la testiculina que los hispanos derrochaban. Heroicos y raciales tiempos aquellos en que no pocos futbolistas jugaban con boina y en el que los internacionales viajaban en vagones de tercera, se alojaban en barracones militares y se mantenían a base de rancho cuartelero, y además tenían que jugar cinco partidos en nueve días. De Bru se destaca en los tratados de historia futbolera su gran personalidad para no dejarse influir por las presiones a que se vio sometido por parte de los jugadores vascos, que querían dejar fuera del once titular a los pocos futbolistas de aquel combinado que no eran euskaldunes, y en este sentido casi se puede decir que fue el gran descubridor de Ricardo Zamora, al que, con sólo diecinueve años, prefirió como titular de aquella selección española que brillantemente conquistó la plata, en detrimento del que era considerado el mejor portero español del momento, el donostiarra más veterano y hecho, Agustín Eizaguirre, padre del también portero internacional que bastantes años después entrenaría al Granada, Ignacio Eizaguirre.
Un libro -apreciada pieza de coleccionista- titulado «La rocambolesca historia de Paco Bru» relata lo que a todas vistas fue una intensa vida. Entre otras mil cosas dignas de mención cuenta cómo nuestro hombre se dedicó en algún momento de esa movida existencia al oficio de forzudo circense, dominador del arte marcial del jiu-jitsu y especializado en retar a cualquier espectador y vencerlo sin remisión.
Paco Bru, un hombre polifacético inseparable de su puro, de acusada personalidad y muy seguro de su propia capacidad, es otro de los nombres para recordar y para engrosar una galería de ilustres en rojiblanco, no demasiado concurrida.

1 comentario:

Luis Yrissarri Auyanet dijo...

Hola!! buscando información de mi bisabuelo me encontré con tu blog!!! genial, y gracias!! ;)

Mi Padre, Luis Yrissarri Bru, también tiene otro blog de mi bisabuelo! Historias contadas por él mismo.

Saludos!