EL ONCE FANTASMA

Pedro Escartín bautizó al Granada CF (el Recreativo Granada) con el apodo de "Once Fantasma" cuando este club era un recién llegado a la competición pero ya andaba codeándose con equipos de solera y aspiraba a lo máximo.
En este libro se narran las vicisitudes por las que atravesó el Recreativo en sus cinco primeros años de existencia y también se recogen los sucedidos ciudadanos más impactantes de aquella época revuelta que fue la de la II República.
En la foto de cabecera se ve al Recreativo que se enfrentó al Gimnástico de Valencia en el campo madrileño de El Parral, 21 de febrero de 1934. De pie: Sosa, Tomé, Calderón, Luque, Itarte, Carrera, Victorio y Tabales; agachados: Gomar, Morales y Herranz.
Para adquirir un ejemplar firmado y dedicado por el autor (20 €), dirigirse a
jlramostorres@gmail.com


Historia del Granada CF



martes, 27 de mayo de 2008

"CHIQUITO" MAZURKIEWICZ



El Granada C.F. de los años setenta, aquel Granada que parecía consolidado entre los grandes, contó en sus filas con más de un jugador de fama internacional, pero nadie como el que hoy nos ocupa, un jugador considerado un mito no ya en su país sino en todo el mundo y acreditado como uno de los mejores porteros de la historia del fútbol mundial. Sin embargo esta celebridad pasó por nuestro club y por nuestro fútbol con más pena que gloria. Hablamos de Ladislao «Chiquito» Mazurkiewicz, uruguayo, de la turística localidad de Piriápolis, en el departamento de Maldonado, donde nació el 14 de enero de 1945.

Su historial deportivo es impresionante. Comienza en la cantera del Racing de Montevideo de donde pasa al Peñarol en 1964 y con sólo veinte años debuta con la selección de su país. En el Peñarol es donde desarrolla lo mejor de su carrera consiguiendo tres campeonatos de liga uruguaya además de una Copa Libertadores y una Copa Intercontinental ambas en 1966, esta última frente al R. Madrid ye-yé. De su etapa en el Peñarol son también algunos records de imbatibilidad en la liga uruguaya, todavía vigentes. Después de Peñarol pasa al Atlético Mineiro brasileño, equipo de donde lo ficha Candi para el Granada, en la temporada 1974-1975, con Joseíto en el banquillo, en aquella temporada no muy buena en la que se salvó la categoría de forma agónica en la última jornada y gracias a tener el goal-average particular superado al Málaga, que fue el que acabó descendiendo.

Pese a que cuando llega a Granada cuenta con 29 años de edad, o sea, todavía es joven, en esa su única temporada en que milita en el Granada no triunfa siendo traspasado en la siguiente al Peñarol, de donde pasa al Cobreloa chileno. Posteriormente juega en Colombia, en el América de Cali, y se retira del fútbol activo a principios de los 80 enrolado de nuevo en el Peñarol. En la actualidad es entrenador de porteros en el club de Montevideo, que siempre fue su casa, y en la selección uruguaya.

Cuando militaba en el Peñarol de los años 60 fue compañero de equipo del canario Vicente González Sosa, traspasado por José Bailón al equipo aurinegro en 1967 y al que una extraña norma federativa hizo volver al fútbol español afortunadamente para los granadinistas que aún pudimos disfrutar de su juego seis temporadas más.

Mazurkiewicz es un nombre mítico, un nombre legendario para la afición del Peñarol y de todo Uruguay e incluso de todo el mundo futbolero. Mítico es también su debut en Libertadores en las filas de «los carboneros» de Peñarol, con veinte años, en partido de desempate de semifinal 1965 ante el Santos de Pelé, al que derrotaron para caer en la final ante Independiente de Avellaneda. Aquel partido de desempate le abrió las puertas de la titularidad que ya no abandonaría hasta su salida del club aurinegro en 1971. Para la leyenda queda la gran actuación de «Mazurka» (como le apodaban cariñosamente sus compañeros) “descolgando” centros sobre Pelé.

Mazurkiewicz fue internacional con Uruguay en más de cuarenta ocasiones. Disputó tres mundiales: Inglaterra 1966, México 1970 y Alemania 1974, lo que hace que estemos ante el jugador uruguayo con más presencias en copas del mundo. La selección uruguaya de finales de los sesenta y primeros setenta era considerada una de las mejores del mundo –aparte de los dos títulos mundiales con que ya contaba, de 1930 y 1950-, como prueba el cuarto puesto conseguido en el Mundial de 1970, tercero que se anotó Brasil y con él la copa Jules Rimet en propiedad, el Mundial del «jogo bonito», considerado por muchos como el mejor de todos, donde se pudo ver la última presencia en un campeonato mundial de Pelé.


Para la historia del fútbol han quedado dos jugadas de este campeonato, ejemplos de fútbol espectacular -se pueden considerar como “clásicos” del fútbol-, las dos protagonizadas por Pelé con la particularidad de que ninguna de las dos acabó en gol pero en ambas faltó poco: una, contra Checoslovaquia, Víctor era su portero, con disparo del brasileño desde el centro del campo; la segunda en la semifinal Brasil-Uruguay (3-1), con una finta de “o rei” sin tocar el balón para burlar al guardameta Mazurkiewicz en su salida, yéndose por el lado contrario.

En la selección charrúa 1970 figuraba también otro futuro granadinista: Montero Castillo. En este Campeonato Mundial Mazurkiewicz fue considerado el mejor portero del mundo del momento e incluido en la selección ideal de aquel certamen.

Sus características más destacables como guardameta eran las que caracterizan a un gran arquero pese a ser algo corto de talla para dicha demarcación: muy bueno bajo palos, grandes reflejos y, su mejor cualidad, una gran seguridad en las salidas y los despejes. Esas características los granadinistas pudimos apreciarlas fundamentalmente por T.V., en sus tres participaciones en campeonatos mundiales, que no sobre el campo defendiendo el arco granadino, ya que su presencia en el fútbol español se reduce a los dos únicos partidos que jugó con el Granada C.F. de la temporada 74-75.

La 74-75 es una temporada atípica; en ella el Granada realizó una más que aceptable primera vuelta a cuyo final llegó con un positivo. La segunda vuelta no fue tan buena, pero con todo, tampoco se puede decir que fuera un desastre, sin embargo la salvación de la categoría fue casi milagrosa, gracias al mejor golaverage particular con el Málaga, el cual descendió con sólo tres negativos (los mismos que el Granada), de ahí lo atípico de esta campaña.

Mazurkiewicz debutó el 16 de febrero de 1975, partido de la segunda vuelta ante el Español (0-0) en Los Cármenes, única vez que los granadinos pudimos verlo defendiendo la meta rojiblanca; aquel partido también supuso el adiós en liga de un mito granadinista: por última vez se alineó en el Granada C.F. Enrique Porta (aunque todavía jugaría un último partido de copa donde marcó su último gol para nuestro equipo y volvió a escuchar a modo de emocionada despedida de la afición rojiblanca los cánticos de «Pooortaaa... Pooortaaa...»). A la semana siguiente volvió a defender la puerta granadina, en Balaídos, donde su actuación parece ser que no fue muy convincente y donde encajó los tres goles que derrotaron al Granada C.F. Por eso al siguiente partido recuperó la titularidad Javier Izcoa y Mazurkiewicz ya no volvió a alinearse con los rojiblancos. A la temporada siguiente Miguel Muñoz lo descartó y volvió a Sudamérica.

Aquel Granada de primera, aunque ya no era el de la temporada anterior en que quedó sexto, todavía conservaba el armazón de sus mejores momentos reforzado este año con hombres como Grande y Parits que venían a sustituir a otros como Jaén y Aguirre-Suárez. Lo que sí que es cierto es que la portería estaba bien cubierta, con Izcoa, que fue bastantes jornadas el portero menos goleado de Primera División y que disputó todos los partidos excepto los dos en que se alineó el uruguayo. Como tercer portero figuraba un jovencísimo Pepe Navarro, que sólo jugó unos minutos en el campo del Betis en la jornada quinta, sustituyendo a Izcoa lesionado en el transcurso del partido.

La buena forma del guardameta vasco unida a que el uruguayo ya no era el de México 70 propiciaron su fugaz paso por nuestra tierra y por nuestro fútbol, aunque seguramente no era ése su propósito porque estando en nuestra ciudad se asoció con su compañero de equipo Luis Oruezábal para abrir un negocio de hostelería que llevaría por nombre el apodo con el que era futbolísticamente conocido en su país. El establecimiento se abrió en 1975 y desde entonces el sobrenombre futbolístico del uruguayo ha quedado permanentemente unido a nuestra tierra como sinónimo de buen comer y de granadinismo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

efectivamente, Mazurka es un mito en Uruguay; es extraño, pero cuando era el portero de Peñarol yo era un niño...y cuando jugábamos todos queríamos ser Mazurkiewicz...cosa rara, pues nunca el "arquero" es el ídolo de los niños...cosa que suele estar reservada a los que hacen goles, no a los que los evitan. Saludos desde Salto, Uruguay. Bernabé