Otra gran figura del fútbol nacional y mundial para agregar a la galería de granadinistas ilustres es el húngaro Lippo Hertza. Tirando de Wikipedia podemos conocer su trayectoria. Debutó en el fútbol español como jugador de la Real Sociedad a principios de los años veinte. Del terreno de juego pasó al banquillo donostiarra en 1923, cargo que ocupó durante tres temporadas. De ahí al Athletic de Bilbao las dos temporadas siguientes. En 1927 recala en el Sevilla, al que consigue proclamar campeón de segunda división en la primera temporada de la liga española (1928-29).
En 1930 pasa al banquillo del Real Madrid. En su primer año consigue un muy discreto sexto puesto en aquella primera división de sólo diez conjuntos. Pero en 1931 se refuerza el Madrid (que con la República ha perdido su título regio) con nombres como Ciriaco, Quincoces, Hilario y Luis Regueiro, entre otros, que se unen a los Zamora, Triana, Olaso, Lazcano... que ya estaban, y así puede el húngaro Hertza anotar con letras de oro su nombre en la historia del mejor club del mundo, ya que la temporada 31-32 es la primera de las treinta y una ligas que hasta el momento han conquistado los merengues. A pesar del notable triunfo, conseguido además sin perder ni uno solo de los dieciocho partidos del calendario, el húngaro es despedido (para gran alivio de una plantilla madridista tan “galáctica” como la actual, que le había perdido el respeto) y esto propicia el debut en los banquillos, aunque de forma provisional, de Santiago Bernabéu, que, como se ve, en el club blanco lo fue todo. De Madrid se va (siguiendo con Wikipedia) al Hércules, de segunda división, club en el que permanece dos temporadas.
Y, abandonando la citada enciclopedia cibernética puesto que este dato no está allí consignado, en 1935, concretamente el 17 de enero, desembarca en nuestra tierra. A Granada lo trae Matías Fernández-Fígares en la temporada del debut del club por entonces blanquiazul en segunda división, y lo hace para sustituir al primer entrenador propiamente dicho con que contó el equipo en toda su historia, Antonio Rey, ya que hasta la llegada del sevillano ese cargo lo habían ocupado distintos jugadores; los malos resultados, como es norma, le costaron el puesto, a pesar del ascenso a la categoría de plata que muy poco antes diera al club. Con Hertza el Recreativo tiene otra cara y empiezan pronto a llegar los triunfos, pero a pesar de todo sólo consigue clasificar al equipo séptimo (de ocho), pero, eso sí, a salvo de descenso.
A mis manos ha llegado una reciente edición facsímil de un ejemplar del diario granadino de la época, El Defensor de Granada, de 20 de junio de 1935, fecha de inicio de las fiestas del Corpus. En sus enormes páginas tamaño sábana y en la sección de deportes, se puede leer un artículo de Escartín, en el que reivindica del ayuntamiento una subvención para el Recreativo, y otro de Eufrasio Martínez, Martinenç, en el que hace una valoración general de lo que ha sido la recién terminada temporada deportiva, nacional y local, y en el que dice que el Recreativo cuenta con el mejor técnico de España. Y también se puede leer una colaboración del míster húngaro del Recreativo (que, por cierto, firma Lipot Herczka, su auténtico nombre) en el que expone las dificultades económicas por las que atraviesa el club que impiden reforzarse como se querría, y al mismo tiempo habla de los fichajes ya cerrados para la temporada venidera, para la cual ha sido confirmado en el banquillo. Así hace la presentación de dos nuevos futbolistas: Barrios, medio izquierda llamado a suplir a un jugador muy querido de la afición, Basterrechea; y Castro, medio y defensa derecho que viene a sustituir a otro jugador muy querido, Luisón. Como estamos en Corpus, entre los festejos programados destaca un doble enfrentamiento amistoso Recreativo-Murcia, al que se presenta como único equipo imbatido en Granada; y en esos partidos anuncia Hertza que actuarán a prueba el guardameta Rodrigo, que viene del Madrid, y el medio centro Cuenca, del Hércules (ambos ficharon). Finaliza el húngaro su colaboración con estas líneas: «Se desea también que el terreno de juego del Stadium tenga un tapiz verde y liso, COSA INDISPENSABLE para poder desarrollar buen fútbol. Es de mucha urgencia e importancia realizar esta labor».
La temporada siguiente, la 35-36, es bastante negativa para los nuestros. Según Entrala, las bajas de Basterrechea, Luisón y Gomar fueron grandes hándicaps, y sus sustitutos no dieron la talla, en especial un húngaro llamado Bukzzasy, el primer futbolista extranjero en la historia del club, fichado del Madrid a instancias del entrenador y que venía como figura pero que recibió la baja a mediados de temporada. En el campeonato de segunda división el equipo iba francamente mal y esto le cuesta al míster el despido, cosa que sucede a finales de diciembre de 1935, así que la estancia de Hertza en Granada es de prácticamente el año 35 exacto. La marcha del técnico no supone la contratación de un nuevo entrenador, sino que sus funciones pasa a desempeñarlas el secretario técnico Juan Gómez Muros. El caso es que el equipo reacciona y consigue ganar todos los partidos de casa que faltan para concluir el campeonato, clasificándose en sexto puesto (de ocho). Ya en mayo vendría un nuevo técnico, Juan Planas, que no llegó a dirigir ni un solo encuentro. La temporada termina con un Recreativo en profunda crisis organizativa y económica, hasta el punto de que, como dice José Luis Entrala, se llegó a temer por la continuidad del club blanquiazul, al cual le salvó el parón de la Guerra Civil.
Y de Granada se marcha Hertza a Portugal donde consigue grandes triunfos al frente del Benfica, con el que logra tres campeonatos consecutivos de liga entre 1936 y 1939 para después dirigir a Os Belenenses.
Además de jugador primero y después entrenador, también desempeñó Lippo Hertza funciones de intermediario futbolístico. En este sentido hay que destacar su papel como mediador para la llegada al fútbol español en 1934 de un futuro ídolo rojiblanco, su compatriota Gyula Alberty, a quien enroló en el Madrid.
También es de destacar (siguiendo a Entrala) el hecho de que durante su estancia en Granada fue Hertza nombrado ayudante del seleccionador nacional Amadeo García Salazar para el partido amistoso Alemania-España, de 12 de mayo de 1935. En Colonia, abarrotada de símbolos nazis, consiguió la selección un gran y memorable triunfo, 1-2, ambos goles de Lángara.
En 1930 pasa al banquillo del Real Madrid. En su primer año consigue un muy discreto sexto puesto en aquella primera división de sólo diez conjuntos. Pero en 1931 se refuerza el Madrid (que con la República ha perdido su título regio) con nombres como Ciriaco, Quincoces, Hilario y Luis Regueiro, entre otros, que se unen a los Zamora, Triana, Olaso, Lazcano... que ya estaban, y así puede el húngaro Hertza anotar con letras de oro su nombre en la historia del mejor club del mundo, ya que la temporada 31-32 es la primera de las treinta y una ligas que hasta el momento han conquistado los merengues. A pesar del notable triunfo, conseguido además sin perder ni uno solo de los dieciocho partidos del calendario, el húngaro es despedido (para gran alivio de una plantilla madridista tan “galáctica” como la actual, que le había perdido el respeto) y esto propicia el debut en los banquillos, aunque de forma provisional, de Santiago Bernabéu, que, como se ve, en el club blanco lo fue todo. De Madrid se va (siguiendo con Wikipedia) al Hércules, de segunda división, club en el que permanece dos temporadas.
Y, abandonando la citada enciclopedia cibernética puesto que este dato no está allí consignado, en 1935, concretamente el 17 de enero, desembarca en nuestra tierra. A Granada lo trae Matías Fernández-Fígares en la temporada del debut del club por entonces blanquiazul en segunda división, y lo hace para sustituir al primer entrenador propiamente dicho con que contó el equipo en toda su historia, Antonio Rey, ya que hasta la llegada del sevillano ese cargo lo habían ocupado distintos jugadores; los malos resultados, como es norma, le costaron el puesto, a pesar del ascenso a la categoría de plata que muy poco antes diera al club. Con Hertza el Recreativo tiene otra cara y empiezan pronto a llegar los triunfos, pero a pesar de todo sólo consigue clasificar al equipo séptimo (de ocho), pero, eso sí, a salvo de descenso.
A mis manos ha llegado una reciente edición facsímil de un ejemplar del diario granadino de la época, El Defensor de Granada, de 20 de junio de 1935, fecha de inicio de las fiestas del Corpus. En sus enormes páginas tamaño sábana y en la sección de deportes, se puede leer un artículo de Escartín, en el que reivindica del ayuntamiento una subvención para el Recreativo, y otro de Eufrasio Martínez, Martinenç, en el que hace una valoración general de lo que ha sido la recién terminada temporada deportiva, nacional y local, y en el que dice que el Recreativo cuenta con el mejor técnico de España. Y también se puede leer una colaboración del míster húngaro del Recreativo (que, por cierto, firma Lipot Herczka, su auténtico nombre) en el que expone las dificultades económicas por las que atraviesa el club que impiden reforzarse como se querría, y al mismo tiempo habla de los fichajes ya cerrados para la temporada venidera, para la cual ha sido confirmado en el banquillo. Así hace la presentación de dos nuevos futbolistas: Barrios, medio izquierda llamado a suplir a un jugador muy querido de la afición, Basterrechea; y Castro, medio y defensa derecho que viene a sustituir a otro jugador muy querido, Luisón. Como estamos en Corpus, entre los festejos programados destaca un doble enfrentamiento amistoso Recreativo-Murcia, al que se presenta como único equipo imbatido en Granada; y en esos partidos anuncia Hertza que actuarán a prueba el guardameta Rodrigo, que viene del Madrid, y el medio centro Cuenca, del Hércules (ambos ficharon). Finaliza el húngaro su colaboración con estas líneas: «Se desea también que el terreno de juego del Stadium tenga un tapiz verde y liso, COSA INDISPENSABLE para poder desarrollar buen fútbol. Es de mucha urgencia e importancia realizar esta labor».
La temporada siguiente, la 35-36, es bastante negativa para los nuestros. Según Entrala, las bajas de Basterrechea, Luisón y Gomar fueron grandes hándicaps, y sus sustitutos no dieron la talla, en especial un húngaro llamado Bukzzasy, el primer futbolista extranjero en la historia del club, fichado del Madrid a instancias del entrenador y que venía como figura pero que recibió la baja a mediados de temporada. En el campeonato de segunda división el equipo iba francamente mal y esto le cuesta al míster el despido, cosa que sucede a finales de diciembre de 1935, así que la estancia de Hertza en Granada es de prácticamente el año 35 exacto. La marcha del técnico no supone la contratación de un nuevo entrenador, sino que sus funciones pasa a desempeñarlas el secretario técnico Juan Gómez Muros. El caso es que el equipo reacciona y consigue ganar todos los partidos de casa que faltan para concluir el campeonato, clasificándose en sexto puesto (de ocho). Ya en mayo vendría un nuevo técnico, Juan Planas, que no llegó a dirigir ni un solo encuentro. La temporada termina con un Recreativo en profunda crisis organizativa y económica, hasta el punto de que, como dice José Luis Entrala, se llegó a temer por la continuidad del club blanquiazul, al cual le salvó el parón de la Guerra Civil.
Y de Granada se marcha Hertza a Portugal donde consigue grandes triunfos al frente del Benfica, con el que logra tres campeonatos consecutivos de liga entre 1936 y 1939 para después dirigir a Os Belenenses.
Además de jugador primero y después entrenador, también desempeñó Lippo Hertza funciones de intermediario futbolístico. En este sentido hay que destacar su papel como mediador para la llegada al fútbol español en 1934 de un futuro ídolo rojiblanco, su compatriota Gyula Alberty, a quien enroló en el Madrid.
También es de destacar (siguiendo a Entrala) el hecho de que durante su estancia en Granada fue Hertza nombrado ayudante del seleccionador nacional Amadeo García Salazar para el partido amistoso Alemania-España, de 12 de mayo de 1935. En Colonia, abarrotada de símbolos nazis, consiguió la selección un gran y memorable triunfo, 1-2, ambos goles de Lángara.
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