Murado apenas comenzada la temporada 90-91 decidió que ya estaba harto de echar dinero y energías en un saco sin fondo e intempestivamente se llevó sus “casicas” dejando tras de sí un solar, o lo que es lo mismo, un club en completa desorganización y endeudado hasta las cejas; se calcula que la deuda en estas calendas ha superado ya los ¡¡¡1.000!!! millones. La comisión gestora que se hizo cargo del poco apetecible plato, presidida por Gerardo Cuerva, consiguió terminar la temporada y finalmente encontró a un valiente que se hiciera cargo del incierto porvenir del Granada CF de nuestras cuitas, D. José Aragón, que de esta forma volvía a hacer de apagafuegos cuando nadie daba un duro por el club. La espantá de Murado ha supuesto que una vez finalizada la temporada 90-91 es el Granada una entidad sin futbolistas y sin apenas socios, y con un futuro inmediato bastante dudoso.
En estas estamos cuando una de las primeras noticias con que nos obsequia la pretemporada rojiblanca, a finales de julio de 1991, es que el Granada debe pagar algo más de sesenta millones antes de que acabe el mes en curso o de lo contrario le espera el descenso a Tercera. Y es que todos -sin excepción- los futbolistas que componían la plantilla de la temporada terminada han denunciado el impago de sus contratos ante
Virguerías de las de verdad tuvo que hacer la nueva directiva para buscar los 60 kilos que se necesitaban. De esa cantidad la mitad la aportó el ayuntamiento y de la otra mitad se consiguió reducir unos once millones en base a que los pocos jugadores con contrato profesional que se quedaron (sólo cuatro: José Manuel, Peso, Leo y Víctor) retiraron su denuncia. Todavía quedaban por cubrir 22 millones y el plazo se acercaba irremisible. Así, el día 1 de agosto, la sección de deportes de Ideal se abre con el titular: «El Granada, al borde del descenso a Tercera»; y en letras más pequeñas: «El club rojiblanco necesita recaudar 22 millones de pesetas antes de las dos de la tarde». En la misma página, en su lateral derecho, aparece una columna titulada: «Murado afirma que el Granada evitó el descenso en la temporada 89-90 (realmente fue en la 88-89) con alguna cosa»; ya en el texto, extraído de unas declaraciones a Radio Granada, manifiesta que en el fútbol es frecuente el que existan ofrecimientos de compra de partidos y de árbitros, cosa que –dice- no se da en el baloncesto.
Aragón ha de ir de
Antes de este angustioso final de julio ya ha estado la nueva directiva trabajando en la confección de la nueva plantilla rojiblanca 91-92. Han huido todos (menos los cuatro apuntados) los futbolistas de la plantilla anterior. Entre las bajas destaca la de Lina, que después de doce temporadas consecutivas perteneciendo a la plantilla granadinista decide retirarse a pesar de que aún no ha cumplido los treinta. En su última temporada de rojiblanco, la de doce, ha conseguido batir la marca que ostentaba Pepe Millán desde los años cincuenta de ser el jugador granadinista que más partidos oficiales ha disputado.
Como no hay un duro resulta muy difícil encontrar jugadores dispuestos a enrolarse en el equipo en vista de la situación. Sólo se ha podido fichar a jugadores desconocidos, como el delantero Manolo Herrera, y el centrocampista Jiménez, más el regreso de Píriz. Junto a éstos también se ha enrolado a veteranos de cuyo rendimiento se duda, como Moisés, que procede del Castellón y que jugó bastante en Primera con el Sevilla. Pero para veterano, casi anciano, el ilustre (36 años) Antonio Álvarez; sin embargo este jugador permanecerá cuatro temporadas ligado al club rojiblanco en las que dará grandes tardes de fútbol y dejará un gratísimo recuerdo entre el granadinismo como ejemplo de futbolista de clase y honrado a carta cabal, convirtiéndose, a una edad en la que muchos ya llevan varios años retirados, en un nuevo ídolo rojiblanco. Fue sin duda el mejor fichaje de la temporada.
La muy corta plantilla se completa con jugadores del filial Recreativo. Pero en agosto llegarán más refuerzos, entre ellos otro jugador cuyo fichaje también hay que catalogarlo de gran acierto, el gallego José Luis Vara, que tras jugar en Coruña, Betis y Orihuela recalaba en la que iba a ser su casa en los próximos años; otro veterano que daría un magnífico resultado. El hombre contratado para dirigir este Granada es Juan Corbacho, que años atrás había dirigido al Betis en primera división.
Hay trofeo (el XIX) a pesar de todos los pesares, pero vuelve a consistir en plato único. Una vez más el rival es nuestro mejor “enemigo”, el CD Málaga.
Un Málaga en horas muy bajas es el rival del Trofeo Granada 1991. Las dos últimas pretemporadas hemos podido verlo jugar en Los Cármenes, aunque el año pasado lo hizo fuera de cartel, o sea, no participó en el trofeo. Lo habíamos dejado como club de Segunda y tal condición es la que sigue conservando. En la temporada recién concluida ha vuelto a estrellarse contra una fatídica tanda de penaltis que lo ha apartado de la primera división, aunque esta última ha sido para intentar retornar a la categoría que perdió el año anterior por otra cardiaca y fatídica tanda de penaltis.
A las diez de la noche del día 12 de agosto de 1991, sobre un césped por grandes zonas mucho más amarillo que verde (que la gran crisis del club llega también a estos aspectos), Granada: Notario; Padial (Paquito
Como se aprecia en la alineación blanquiazul, en su plantilla se había producido una limpia considerable. Después de estrellarse consecutivamente contra sendas tandas de penaltis que le han apartado de
Es de destacar el gesto que la directiva de José Aragón tuvo para con el eterno rival, al que intentó echar una mano cediendo para las últimas ocho jornadas de la liga al ya ídolo de la afición rojiblanca, Antonio Álvarez, que nada pudo hacer para evitar el descenso a 2ª B.
Para servidor en su ya larga trayectoria de hincha rojiblanco el rival por excelencia de los nuestros siempre fue el Málaga, el “odiado boquerón”, pero no crean que me alegré de su desaparición. Con él se iba parte de la historia del propio Granada, que arranca desde prácticamente la fundación de ambos clubes. Hasta ese fatídico 1992 y desde sus respectivas fundaciones Granada y Málaga son equipos con vidas paralelas. Solamente un dato: para ambos son la 71-72 y la 73-74 las mejores temporadas de su historia.
Tras el partido y visto lo visto, nadie da una gorda por los nuestros y este equipo más bien insulso que hemos sufrido, de forma que la venta de carnés está bajo mínimos y apenas se alcanza la cifra de dos mil abonados de los que, recordemos, casi la mitad no pagan por ser de veinte años.
Tras disputarse el Trofeo Granada1991 y en vista del escaso potencial del equipo, continúan las incorporaciones de jugadores al Granada: Verdejo, que regresaba a su casa tras ser titular en el Lérida, de segunda, y cuyo fichaje obedecía al hecho de que Notario estaba a punto de ser traspasado al Sevilla, según aparecía a menudo en la prensa, cosa que no llegó a concretarse; y Barrio, delantero centro gallego que provenía del Sestao.
Y antes de echar a andar la liga hay que disputar la primera eliminatoria de Copa, en la cual los nuestros han de enfrentarse al Jaén, recién ascendido a 2ª B. La ida fue en Los Cármenes el 21 de agosto, y el Granada, con Verdejo; Padial (Píriz
Y llegan más fichajes: Figueroa, lateral zurdo; Manolo Martínez Toral, defensa izquierdo muy veterano que había jugado bastante en primera en el Barcelona y el Murcia y que fue un buen fichaje; los hermanos Cuenca (Fernando y Ángel), centrocampistas ambos, de los que sólo el segundo fue titular; y el canario Andrés González, que venía del Jerez y antes del Las Palmas, delantero centro que empezó jugando y haciendo buenos partidos hasta desaparecer de las alineaciones por prescripción médica.
Y en la jornada doce se produce el debut de un jugador sobresaliente: Roberto Valverde, que en un inmenso partido en el que hace dos goles, resulta fundamental para la victoria sobre el Jaén (3-1). En realidad no es tal debut porque el bastetano ya perteneció a la primera plantilla en la temporada 86-87; después pasó por el Jaén, donde triunfó plenamente y desde donde dio el salto al Valladolid, de primera, para volver a su tierra en ésta temporada. Con todas esas incorporaciones, la primera vuelta es al menos pasable y el Granada se mantiene en la mitad alta de la tabla, llegando al ecuador con cinco positivos.
En la jornada veintiuno los nuestros consiguen una gran victoria (1-4) en el campo del Badajoz, que acabará proclamándose campeón del grupo y ascenderá a Segunda. Pero a partir de aquí bajan bastantes enteros el juego y los resultados y se van perdiendo cada vez más puestos en la tabla, hasta que en la jornada 28 y tras perder en casa con el Ejido es cesado el míster Corbacho. Le sustituye el entrenador del Recreativo, Pepe Parejo, haciéndose cargo del filial un jovencísimo Lucas Alcaraz. Parejo introduce numerosos cambios en la alineación y opta por dar más minutos a jugadores de la casa, algunos todavía en edad juvenil, manteniéndolos incluso contra la opinión de la grada y la crítica, a las que duele mucho el 6-1 de la jornada treinta y tres en el campo del Marbella. Y en ese afán del nuevo entrenador de dar minutos a jugadores que conoce y que ha promocionado desde el filial, se produce algo insólito y nunca más repetido en la historia del Granada CF.
Cuando el calendario llega a la jornada treinta y ocho y última, en Los Cármenes, los rojiblancos ya nada se juegan porque los cuatro puestos de liguilla hace varias jornadas que han quedado fuera de su alcance. Por otra parte, el rival que nos visita es un equipo ya matemáticamente descendido, el Villanovense. La alineación que presenta Parejo es, del uno al once: Notario, Guti, Paquito, Roberto Valverde, José Luis, Lalo, Neeskens, Padial, Barea, Ángel Cuenca y Chori. En la segunda parte Víctor sustituye a Ángel Cuenca y faltando veinte minutos Ayuso hace lo propio con José Luis. Esos veinte minutos que faltan para el final constituyen un hito en la historia del Granada CF porque por primera vez podíamos ver un once de la primera plantilla rojiblanca formado íntegramente por granadinos. Existían precedentes de onces granadinistas en el que todos eran de por aquí (81-82, 2ª B, Lorca 1 Granada 1; y 84-85, 2ª A, Mallorca 5 Granada 0), pero, aparte de que en las dos ocasiones el hecho se produjo lejos de estos pagos, en ambos casos hubo que improvisar las convocatorias debido a causas de fuerza mayor como es sendas huelgas de futbolistas profesionales. En el caso que nos ocupa ni había huelga ni las lesiones obligaban a improvisar. De ahí lo insólito de lo que ocurrió.
Con el triunfo (3-2: Ángel Cuenca, Roberto Valverde de penalti y Barea) sobre el Villanovense el Granada acababa clasificado en el noveno puesto, con dos positivos, que tendrían que haber sido tres si no fuera porque la victoria en la jornada diez sobre el Huelva (2-1) fue anulada al reclamar los visitantes alineación indebida del canterano Padial y el partido repetido varios meses después acabara con empate a uno.
Así se echaba el cierre a una temporada en la que antes de empezar a rodar el balón se pasaron infinitos apuros y estuvo hasta muy última hora en el aire la continuidad del club rojiblanco. Es una temporada que se puede considerar de transición y caracterizada por el claro divorcio de la afición con su equipo, siendo la tónica de todo el año la escasísima presencia de aficionados en las gradas.
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