12/06/09
Con Paco vivíamos mejor. Algunos granadinistas, es verdad, con Paco vivían mejor. Ellos, naturalmente. No está tan claro que la mayor parte de la afición y el club en general viviera mucho mejor. Porque lo que cuenta es lo de siempre, lo que queda una vez que los amores (es decir, los dineros) se agotan: un club en la más absoluta bancarrota y con un futuro, incluso a corto plazo, por lo menos, dudoso; y unas gradas en las que todos los que estamos nos podríamos saludar por nuestro nombre y apellidos, de pocos que somos y de lo vistos que nos tenemos unos a otros.
En los primeros años de la Transición era esta frase un slogan de los nostálgicos por el orden impuesto manu militari por el viejo general. El progrerío de la época también era nostálgico y le daba la vuelta a la famosa frase y hacía suyo el slogan “contra Paco vivíamos mejor”. Como ahora mismo en algún ámbito informativo, en el que echan de menos la marcha que caracterizó al dimitido Sanz.
Y hablando de la Transición, desde que este proceso histórico comenzó, Granada, y no sólo en lo balompédico, no ha hecho sino retroceder. Desde entonces para acá Granada ha pasado de primera a 2ª B. No es que fuéramos antes unos potentados, pero teníamos un buen pasar, que se dice. La diferencia es bien apreciable. De cola de león hemos pasado a otra cola mucho más humilde, la de ratón. Últimos de España en todo. En breve la única provincia andaluza de 2ª B (ánimo R. Jaén), categoría que incluso puede perderse si no llegan los dineros públicos a suplir los que se quedaron en promesa. Mire usted por donde los granadinos, eterna agua oculta que llora, sí que tendríamos y según se mire otra razón para derramar indolentes lágrimas y repetir la frase según la cual bajo el régimen anterior vivíamos mejor.
Algunos hinchas rojiblancos añoran también el sanzismo y estarían encantados si volviera el que se fue. Hombre, si viniera otra vez con la talega, bienvenido sea. Pero no creo, estando la cosa como está.
Más arriba he dicho que los poquísimos que seguimos yendo al fútbol nos podríamos saludar por nuestros nombres y apellidos. Pero no creo. Lo impide el muro que entre los escasos incondicionales levantó el sanzismo y su artificial e interesada división entre buenos y malos aficionados, entre vendidos y leales. Porque otra de las características de los mecenazgos autoritarios es lo que suelen dividir a la afición. Son ya casi ochenta los años que tiene la institución (¿los cumplirá?) y en ese tiempo ha pasado por la poltrona rojiblanca todo tipo de formas de dirigir el club. Lo de Sanz y su desdén para cualquiera que no le bailara el agua tampoco fue una novedad.
La continuidad del club rojiblanco todavía no está cien por cien asegurada. Son momentos más de ir todos en una misma dirección -los que con Paco vivían mejor y los que estábamos algo peor- que de buscar poner ladrillos en el camino de los únicos valientes que se han atrevido a intentar sacar al Granada adelante.
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