05/03/09
Haciendo balance de la labor del presidente saliente, en el haber de Sanz pesa mucho algo que nunca podremos olvidar: que llegara en el momento justo para evitar el funeral del histórico Granada y que devolviera al club rojiblanco a un escalón futbolero al menos tolerable. Su gestión ¿ha sido buena o mala? Yo diría que ha sido todo lo buena que podía ser. Pero esta afirmación lleva en sí misma encerrada la contraria y cabe decir, por tanto, que ha sido también todo lo mala que podía ser.
Porque la cuestión no es si el último mecenas que ha pasado por Recogidas 35 ha administrado bien el club o no lo ha hecho. La cuestión, lo que importa, es que la fórmula de hacer recaer la buena o mala marcha de este o de cualquier otro club sólo en las aportaciones de una única economía, puede ir medianamente bien o muy bien mientras el bolsillo del único aportador no se desfonde. Pero más tarde o más temprano sólo puede acabar como ha acabado: con el club igual o peor que cuando llegó. No se puede esperar que indefinidamente vaya a estar el padrino de turno aportando dinero de su bolsillo a cambio de nada. Lo que falla es la misma estructura que soporta el tinglado.
Por otra parte, del paso de Sanz por el Granada hay varios aspectos que sí que eran manifiestamente mejorables. Y casi todos derivan del carácter altanero de la persona o del hecho de pretender gobernar el club desde Madrid viniendo sólo cada dos semanas: ese querer sólo relacionarse con una ínfima parte del granadinismo (la de las “adhesiones inquebrantables”), demonizando a cualquiera que se atreviera a criticar y, por eso mismo, vetando periodistas y medios hasta llegar casi a la completa incomunicación; ese fomentar posturas forofas extremas y participar por acción u omisión en auténticos aquelarres de injurias a personas y entidades que a la larga (y a la corta) han perjudicado al club. Y alguna más que, como las anteriores, tendrían su origen en el pensamiento simple de “como todo sale de mi bolsillo, hago lo que quiero”. Ha habido momentos en que esto se ha parecido más a un régimen de partido único que a un club de fútbol.
Una nueva era empieza en el club rojiblanco. Y tal como está el panorama no es cosa baladí que haya un puñado de valientes que se atrevan a intentar impedir que tengamos que entonar el gorigori por nuestro Granada CF. Toda la suerte del mundo les deseo en la incierta aventura en que acaban de embarcarse y también expreso mi deseo de que no incurran en los mismos errores de los que se van. Porque los benefactores acaban yéndose una vez se les pasa su gran amor por unos colores, pero los cuatro chalaos de siempre nos quedamos.
Pronto cumplirá el club rojiblanco sus primeros 78 años de existencia. Servidor se atrevería a decir que, si queremos celebrar el 79 aniversario, a esto hay que darle un giro radical. No podemos seguir indefinidamente esperando a que al mirlo blanco ido le suceda el siguiente. Que tenemos que ser los granadinos los que sustentemos un club de fútbol que a su vez tiene que ser de todos los granadinos. Que el club de fútbol representativo de la ciudad tiene que ser un proyecto de eso mismo, de la ciudad, de toda la ciudad. O no será.
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