EL ONCE FANTASMA

Pedro Escartín bautizó al Granada CF (el Recreativo Granada) con el apodo de "Once Fantasma" cuando este club era un recién llegado a la competición pero ya andaba codeándose con equipos de solera y aspiraba a lo máximo.
En este libro se narran las vicisitudes por las que atravesó el Recreativo en sus cinco primeros años de existencia y también se recogen los sucedidos ciudadanos más impactantes de aquella época revuelta que fue la de la II República.
En la foto de cabecera se ve al Recreativo que se enfrentó al Gimnástico de Valencia en el campo madrileño de El Parral, 21 de febrero de 1934. De pie: Sosa, Tomé, Calderón, Luque, Itarte, Carrera, Victorio y Tabales; agachados: Gomar, Morales y Herranz.
Para adquirir un ejemplar firmado y dedicado por el autor (20 €), dirigirse a
jlramostorres@gmail.com


Historia del Granada CF



miércoles, 5 de noviembre de 2008

1994 TRES EN UNO. ÚLTIMA SESIÓN

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En marzo de 1994, con financiación de la Junta de Andalucía, comienzan las obras del nuevo estadio, el cual va a tener su ubicación en el barrio del Zaidín. El nuevo campo de fútbol, parte de las infraestructuras que dejará la celebración en nuestra Sierra Nevada del mundial de esquí 1995, se empieza a levantar justamente sobre unos terrenos con solera balompédica, los que ocupaban, por un lado, el campo que primero era conocido como Sánchez Lázaro y posteriormente se llamó Sánchez Herrera, y por otro, el campo de la Federación conocido como José Carmona, en homenaje al que fuera jugador del Recreativo de los años treinta y después cargo federativo. Los dos campos desaparecidos fueron escenario durante muchos años de partidos de fútbol modesto. El nuevo estadio, que será de titularidad municipal, está llamado a sustituir al que desde sesenta años atrás, desde 1934, viene siendo el marco habitual del futbolerismo granadino, y heredará su bonito nombre.

Pero la mejor noticia para el granadinismo es que la calificación urbanística de los terrenos que ocupa el estadio de Los Cármenes ha cambiado y han pasado a considerarse como suelo edificable. Quiere esto decir que todos los males rojiblancos pueden quedar resueltos en breve y que la asfixiante deuda podrá por fin olvidarse cuando dichos terrenos se vendan, porque con el cambio de calificación su valor ha subido considerablemente. Lo que ocurre es que la deuda del club, su cifra exacta, se desconoce, como siempre ha sido norma en la entidad rojiblanca. A estas alturas (julio de 1994), la directiva de José Aragón ha hecho público en numerosas ocasiones que se ha conseguido rebajar el débito total en un cuarenta y cinco por ciento, y se manejan cifras por debajo de los mil millones. Ya veremos posteriormente lo lejos que estaban de la realidad.

Ya a finales de julio la nueva plantilla se presenta a la afición en ceremonia oficial en Los Cármenes. El objetivo de cara a la temporada que se iniciará en menos de un mes no es otro que el ascenso, una vez más. Pese a las dos buenas temporadas anteriores, no sigue en el banquillo Nando Yosu y en su lugar José Aragón ha contratado al que fuera ariete rojiblanco de su época dorada, el canario José Antonio Barrios. De su mano vienen numerosos futbolistas de las Islas Afortunadas: el lateral derecho Isidro, del Orotava y antes del Tenerife, más una pareja procedente del Realejos que en la temporada pasada tan buena impresión (y tan duro correctivo) nos dejara en Los Cármenes, se trata de Víctor Platero, defensa central, y Oti, medio centro organizador, el mejor fichaje de la temporada. Aparte también se incorpora otro canario, el delantero centro Nando, del Jerez. Además, un fichaje, que casi se puede catalogar de “bomba” como es el del centrocampista veterano (34) Antonio Orejuela, que tras jugar en el Mallorca y en el Atlético de Madrid ha militado el último año en el Rayo Vallecano, de primera. Otros fichajes de menos fuste son los del defensa Almeida y el lateral Palacios. A cambio se le ha dado la baja a hombres que fueron titulares toda la campaña terminada, como Carlos, Onofre, José Luis y José Manuel, no demasiado entendibles las de estos dos últimos.

A mediados de agosto se presenta una nueva edición del Trofeo Granada, la XXII. Este año se vuelve a cambiar de formato y se vuelve a un triangular, pero no al estilo de los triangulares que tantos años fueron la norma, con tres partidos en tres días, sino que en esta ocasión y al dictado de las modas, por primera y hasta el momento última vez, consistirá en un tres en uno, es decir, tres partidos de cuarenta y cinco minutos cada uno a disputar en una sola sesión enfrentándose todos contra todos, puntuándose tres puntos la victoria, dos el empate y uno la derrota. Los rivales de los rojiblancos serán el Rayo Vallecano, recién descendido a segunda, y el filial Valencia B, que milita en el grupo III de 2ª B. Desde luego, el trofeo cada vez ofrece menos alicientes y está más devaluado.

El Rayo Vallecano de Ruiz Mateos acaba de descender de primera división después de perder la promoción frente al Compostela en una eliminatoria que necesitó de un tercer partido de desempate, sin que el concurso de Hugo Sánchez, en su última temporada en activo haya podido evitar la caída. Su paso por la segunda será fugaz pues en la temporada que está por comenzar, tras un arranque dubitativo que le costará el cargo al míster David Vidal y su sustitución por Paquito, volverá a la máxima categoría como segundo clasificado, consiguiendo el ascenso varias jornadas antes de finalizar el campeonato. Si la leyenda negra del Trofeo Granada es cierta o no (ya saben, aquello de que el equipo que lo juega desciende en esa misma temporada) habría que preguntárselo al Rayo Vallecano, porque el equipo madrileño era la segunda vez que participaba en el trofeo (ya lo había hecho en 1988), y en la anterior ocasión lo mismo que en ésta lo que le trajo la temporada por jugarse fue un ascenso a primera. Con una plantilla bastante renovada, su fichaje estrella era el del delantero danés Soren Andersen. Aparte también contaba con jugadores como Wilfred, Calderón, Jose, Onésimo, De Quintana, Guilherme y dos futuros granadinistas, Simón y Josip Visnjic.



A las 21,30 del caluroso jueves 18 de agosto de 1994 Rayo Vallecano y Valencia B abrieron la serie de tres en uno del trofeo y disputaron los primeros cuarenta y cinco minutos, en los cuales se impusieron los madrileños por el resultado de 1-0, gol conseguido por Baroja tras lanzar un penalti que rechazó en primera instancia el meta valencianista Bartual y que remachó el propio lanzador de la pena máxima. En los segundos cuarenta y cinco minutos, el filial valencianista, como perdedor, se enfrentó a los rojiblancos y el resultado fue de empate a cero. Y en el tercer y definitivo enfrentamiento, Granada y Rayo Vallecano también empataron sin goles. La velada de ciento treinta y cinco minutos de fútbol sólo dio para un gol, y de penalti. De esta forma el XXII Trofeo Granada fue para el Rayo.

En la Granada del verano de 1994 se atraviesan unos tiempos de monopolio informativo en papel, o sea, sólo disponemos de un único diario. Quizás por eso las noticias deportivas relacionadas con el Granada CF se nos dan con cuentagotas en este mes de agosto en que tanto personal toma sus vacaciones. Para quebranto de los que –como servidor- somos asiduos a las hemerotecas, se puede hablar de auténtica penuria informativa, y hojeando las amarillentas páginas del único periódico de por entonces, sorprende la cantidad de días del mes de agosto en los que en la sección de deportes no aparece ni una sola línea dedicada al club rojiblanco. Incluso se llega a no informar ni siquiera del resultado de algún bolo ante rivales de poco fuste, tan habituales en las pretemporadas. En esta línea, en la sección de deportes de Ideal de 19 de agosto de 1994 sólo aparece una sucinta crónica del evento futbolero agosteño de la noche anterior. Servidor se atrevería a afirmar que la persona que firma la mini crónica ni siquiera estuvo presente en el estadio de la carretera de Jaén, e incluso la reseña del por entonces único diario granadino casi no se puede catalogar como crónica pues no aparece lo que conocemos como “ficha técnica” (alineaciones, sustituciones, goles, árbitro, incidencias) ni se relatan jugadas destacables, limitándose a una impresión general de lo que fue la velada.

Así que habrá que tirar de la propia memoria de uno, que sí que estuvo en el que fue el último Trofeo Granada que se celebró en el viejo Los Cármenes. Por el Granada jugaron entre los dos minipartidos todos los componentes de la plantilla, y fueron los más destacados los canarios Armando y Oti, y Roberto Valverde, y el que mejor impresión dejó fue Orejuela. Y del Rayo Vallecano Visjnic se mostró como lo que se conoce como un grandísimo pelotero. Por el Valencia B eran jugadores destacados el portero Bartual, más Clotet, Javi Sanchís y Raúl Ibáñez, por citar a los que llegaron a jugar en primera. Y uno recuerda que, pese a que tan sólo tres años antes se había renovado todo el césped, cuando se celebró esta XXII edición en el aspecto que ofrecía la hierba del viejo campo predominaba mucho más el pardusco que el verde. Y también recuerdo que la asistencia de público fue muy escasa y que el aburrimiento y el escaso juego fue la nota más destacada, resultando que lo que se vio fueron tres mini partidos con innumerables cambios de jugadores hasta no saber ya ni quiénes jugaban. Quizás lo que más cuadre a lo visto es que no fue “ni chicha ni limoná”, tres insulseces que dejaron al personal mucho más insatisfecho y aburrido que otra cosa.

Entre bostezos nos retiramos a las tantas de la madrugada los escasos tres mil empedernidos hinchas que asistimos a la edición del Trofeo Granada más atípica y devaluada de las veintidós que ya se llevaban disputadas, con la impresión de que había pocas conclusiones que sacar sobre el nuevo once rojiblanco 94-95 porque aquello que acabábamos de presenciar se parecía sólo lejanamente a un partido de fútbol.


Todavía antes de echar a andar la liga en el grupo IV de 2ª B, el 20 de agosto de 1994, el Granada gana (0-2) un amistoso en Peligros ante el Vandalia, partido por el cual se inaugura oficialmente el estadio Antonio Bailón.


Y dos días después y a petición de Barrios llega un refuerzo para el centro del campo del cual se espera mucho: el también canario Luis Delgado, que había jugado varias temporadas en el mejor Tenerife de su historia y que, ya veterano, pertenecía al descendido de primera Rayo Vallecano -con el cual había disputado el reciente trofeo- pero no contaba para David Vidal. Como futurible sonó Mágico Díaz, del Betis, sin que viniera finalmente.




La liga 94-95 comienza muy mal, con varapalo (4-1) en el campo del Betis B, y sigue con resultados negativos, como la derrota en casa frente al Yeclano (0-1). En la jornada seis el San Fernando (1-2) nos deja en puestos de descenso y con -2. Y encima ése es el último partido de dos pilares básicos para Barrios hasta ese momento, porque Luis Delgado y Orejuela obtienen la carta de libertad. La razón es que no ven claro que se vaya a cumplir con ellos en lo económico, por lo que llegan a un acuerdo con Aragón y se marchan. El segundo fichará por el Mallorca, de segunda, en el mercado de invierno. Para sustituir la importante baja de dos titulares ficha Rai, que ya había estado en el Granada en los últimos partidos de la temporada anterior.

Cinco jornadas más tarde, el equipo ha salido de la zona comprometida pero no pasa de la mitad baja de la tabla. Y en ese momento se produce otra importante fuga y por las mismas razones que los dos anteriores: se marcha al Las Palmas, de otro grupo de 2ª B, otro jugador básico para Barrios, Armando. Para sustituirlo viene Ricardo Sanz.

En la zona media continúa varias jornadas más el Granada hasta que en la dieciséis el Córdoba se lleva los dos positivos que tenía el equipo y esto le cuesta el puesto a José Antonio Barrios. Con Pellejero de puente, se hace cargo del equipo José Víctor Rodríguez, al que nada más incorporarse se le marcha otro pilar básico de aquel desangelado Granada, el mejor fichaje de aquella temporada, Oti, que se va también al Las Palmas.

El nuevo técnico permanecerá hasta completar el calendario de esta mala e insulsa temporada en la que nunca estuvo el equipo rojiblanco clasificado más arriba del décimo puesto y en la que incluso en algún momento se temió por la permanencia. Una temporada en la que hubo bastantes fugas, en la plantilla y en las gradas, acabando el ejercicio con asistencias que en varios partidos estuvieron por debajo de los mil espectadores.

Pese a que en el verano se había anunciado que para febrero de 1995 jugaría el Granada en el nuevo campo que se estaba construyendo, la temporada entera se juega en el viejo Los Cármenes, siendo ésta la última de sus cincuenta y ocho como campo de fútbol. Se pensaba que para febrero el nuevo campo estaría ya más que terminado y en su césped se habría celebrado la ceremonia de apertura del campeonato mundial de esquí alpino. Pero, como sabemos, precisamente el año 95 se comportó en lo meteorológico como uno de los más malafondingas del siglo XX y la sierra mostraba en febrero el aspecto menos blanco que un servidor recuerda de toda su vida, así que hubo que aplazar el campeonato al año siguiente y se aprovechó para ultimar detalles de las nuevas instalaciones del Zaidín. El 21 de mayo de 1995 Granada y Sevilla B echaron el cierre al histórico Los Cármenes en un mal partido jugado ante quinientos espectadores y en el que el resultado fue de empate a un gol, conseguido el granadino por Roberto Valverde.

Lo que sí que ocurre en febrero es que Aragón dimite. Dos meses antes, por primera vez en la historia del Granada -que uno sepa- una asamblea extraordinaria no ha aprobado las cuentas que presenta la directiva. Y es que la gestión de D. José viene siendo desde hace tiempo contestada por distintas “familias” rojiblancas, porque, cercana como se intuye la salud monetaria de la entidad una vez se venda el viejo campo, la presidencia vuelve a ser plato apetecible, volviendo a sonar los nombres de Murado y Candi.

Una vez dimitido el presidente se hace cargo del sillón el vicepresidente Jaime Marti, al que tampoco la asamblea le aprueba las cuentas. Cuando está la temporada cercana a su final se hace pública una auditoría llevada a cabo que sitúa la deuda del Granada CF en algo más de mil quinientos millones.

Antes de concluir la temporada tiene lugar la inauguración oficial del Nuevo Los Cármenes, concretamente el 26 de mayo de 1995, con el partido R. Madrid-Bayern Leverkusen, que ganaron los merengues 1-0 con gol de Dubosky casi sobre la campana. El R. Madrid, inmerso por entonces en estrecha lucha por el título liguero (que acabó ganando) con el Coruña, presentó una alineación formada en gran parte con jugadores del filial y en la que sólo se alinearon dos titulares, Raúl y Laudrup, que entró a poco del final. En el equipo teutón destacó la presencia de Schuster. El único protagonismo rojiblanco en el evento fue el saque de honor a cargo del capitán granadinista Antonio Álvarez, en su condición de jugador en activo de más edad (cuarenta cumplidos), saque de honor que hizo al alimón con el por entonces jugador más joven de la provincia con ficha federativa, que no es otro que el hoy futbolista del Vandalia, Rafa Líndez.

Dos días antes tuvieron lugar las elecciones a la presidencia del club rojiblanco. Sólo Cándido Gómez presentó candidatura. Era la tercera vez que Candi se hacía cargo de la presidencia granadinista. Pero esto pertenece ya a la temporada siguiente.

Así terminaba una temporada histórica por ser la última de la existencia del viejo estadio de Los Cármenes. Carlos Gomes, Santi, Paquito, Almeida, Guti, Víctor Platero, Rai (Ángel), Molina, Nando (Mel), Ricardo y Roberto Valverde, son los últimos rojiblancos que aquel 21 de mayo de 1995 empataron a uno con el filial sevillista y clausuraron las instalaciones de la carretera de Jaén. Sesenta y un años de historia granadinista terminaban en ese momento. Desde el ya lejano 23 de diciembre de 1934 y excepto en momentos muy puntuales en que su cometido no fue aquél para el que fue concebido (v.b.: mítines políticos o actuaciones artísticas), en sus escalones de cemento pudimos los futboleros emocionarnos, inquietarnos, ilusionarnos, quedar seducidos, enfadarnos... y, en fin, todas esas sensaciones tan vivificantes que hacen que el intrascendente juego que –en el fondo- es el fútbol pueda hacernos quedar enganchados. Los últimos años de existencia del coliseo granadinista, en consonancia con la trayectoria del club, fueron de gran decadencia y abandono.



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