EL ONCE FANTASMA

Pedro Escartín bautizó al Granada CF (el Recreativo Granada) con el apodo de "Once Fantasma" cuando este club era un recién llegado a la competición pero ya andaba codeándose con equipos de solera y aspiraba a lo máximo.
En este libro se narran las vicisitudes por las que atravesó el Recreativo en sus cinco primeros años de existencia y también se recogen los sucedidos ciudadanos más impactantes de aquella época revuelta que fue la de la II República.
En la foto de cabecera se ve al Recreativo que se enfrentó al Gimnástico de Valencia en el campo madrileño de El Parral, 21 de febrero de 1934. De pie: Sosa, Tomé, Calderón, Luque, Itarte, Carrera, Victorio y Tabales; agachados: Gomar, Morales y Herranz.
Para adquirir un ejemplar firmado y dedicado por el autor (20 €), dirigirse a
jlramostorres@gmail.com


Historia del Granada CF



domingo, 18 de septiembre de 2022

RELEVO EN LA PRESIDENCIA

El Granada que empató en el campo del Linense. De pie: Martín, De la Vega, Sáenz, Chaves, Malia (suplente) y Requena; agachados: Mompeán, Pérez, Japón I, Salvador, Cea e Ibáñez

Sólo un negativo tras empatar en La Línea. El Recreativo abandona el farolillo rojo

En la jornada 14, la penúltima de la primera vuelta 51-52, el Granada obtuvo un resultado que era la primera vez que se daba en todo lo que iba de liga: un empate, lo que supuso dejar su cuenta de negativos ya con una única unidad, prolongando así su buena racha, la mejor de toda la temporada, de cuatro partidos sin perder.

No hubo goles en el choque que llevó a los nuestros a La Línea, equipo de la cola, pero lo que sí que hubo, como en partidos de anteriores temporadas, fue leña en abundancia por parte de los dos contendientes, lesionados (en especial el granadinista Ibáñez, que será baja los próximos partidos) y un expulsado por agresión, el linense Vicente Vázquez (Vázquez I), hermano mayor de Juan Vázquez, futuro granadinista que también actuaba en este partido. Por lo demás, el fútbol estuvo ausente, según las crónicas, y sólo se vio un forcejeo en todas las zonas y un gran nerviosismo por ambas partes. Un único cambio hubo en el Granada respecto de la anterior jornada, el de Requena por el desafortunado Miro en el eje de la delantera. El empate no bastó para mantener el puesto 10º y el Granada acabó la jornada en el 11º, aunque sí que sirvió para acrecentar las esperanzas de salvación quedando a tres puntos del 7º. Al menos en esta ocasión tampoco se pudo acusar a los rojiblancos de falta de entusiasmo.

No estuvo el Granada solo en La Línea de la Concepción, fueron tres o cuatro autobuses cargados de hinchas los que lo acompañaron, y en uno de ellos viajó el reportero de Ideal y Hoja del Lunes José de Vicente, quien dice que fueron incontables las interrupciones del juego para que el masajista Fernández atendiera a algún lesionado, y que unos y otros repartieron leña de lo lindo mientras las gradas echaban chispas y hasta fue necesario que la fuerza pública tuviera que actuar para calmar los ánimos. Días después fue el club linense multado por la actitud de su hinchada.

La mejor noticia futbolística fue que el Recreativo pudo, por fin, abandonar el farolillo rojo del grupo VI de tercera que ocupaba desde la jornada 3, al vencer en Los Cármenes al Español de Tetuán muy apuradamente por 4-3, y de esta forma dio alcance al Larache, que fue el nuevo colista a partir de este momento. El Recreativo, tras una primera parte muy buena, vencía 4-0 a poco de comenzar la segunda mitad, pero los norteafricanos, un buen equipo (o eso acreditó en Los Cármenes) de la mitad de la clasificación, apretaron de lo lindo y a punto estuvieron de aguar una fiesta que ya se celebraba por anticipado. Merece destacarse el primero de los goles recreativistas, conseguido por el defensa Santi con un chupinazo de golpe franco desde más de cuarenta metros.


En la previa del partido Granada-Málaga pudieron verse pancartas como la de la foto

El Málaga deja dos negativos mientras el filial se trae los dos puntos de La Rosaleda

Los siete puntos conseguidos en las últimas cuatro jornadas, más que en las diez anteriores, en las que sólo habían sumado seis, devolvieron a los rojiblancos las esperanzas de poder salvar la categoría. Para completar la primera vuelta y seguir alimentando las ilusiones faltaba recibir al Málaga, el mejor equipo del grupo, líder desde las primeras jornadas y con marcha firme hacia primera, que sólo había perdido un partido. Pero siendo el Málaga temible, lo cierto es que llegaba en el mejor momento de los rojiblancos, y como había vuelto el ambientillo y estaba asegurado el lleno, con varios miles de malagueños desplazados, la directiva decidió que fuera día del club.

Conforme se acercaba la cita iba creciendo el mejor ambiente futbolero de siempre que nos visitaba el eterno rival, cosa que llevaba dos temporadas sin ocurrir, y así desde el día antes pudieron verse pancartas pasear por la ciudad portadas por hinchas malagueños, entre ellas una que llamó la atención y en la que se veía un boquerón comiéndose una granada.


Chiste de Miranda sobre el Granada-Málaga

El Málaga, embalado camino a primera, fue muy superior y se llevó los dos puntos, 1-3, acabando también con la racha rojiblanca de cuatro partidos sin perder y dejando la cuenta negativa en -3, aumentando a cuatro puntos la distancia a la zona tranquila. Nada que objetar a la victoria boquerona, dicen las crónicas, ante un Granada que había mejorado últimamente en lo tocante a la moral, pero no en juego, el que faltó para derrotar a un muy sólido Málaga en plena forma y con el uruguayo Rodríguez en figura, que marcó los tres goles forasteros. La baja del lesionado en La Línea Ibáñez fue cubierta con la reaparición de Mas, y también volvió al equipo Morera en lugar del canterano Requena, pero el delantero se volvió a lesionar nada más empezar el partido y dejó en inferioridad al Granada.

La mayor expectación entre la parroquia local estaba en ver al granadino Méndez, alineado en Los Cármenes de defensa lateral derecho, que estuvo algo nervioso, dicen las crónicas, sin duda por encontrarse en el escenario en el que se encontraba. Al final del partido manifestó a la prensa que estaba contento con el resultado de su equipo pero que sentía como nadie la derrota del Granada, «Hoy me he dado cuenta del cariño que le tengo», a la vez que mandaba un saludo a toda la afición. También jugó con el Málaga el futuro rojiblanco Becerril. Por lo demás, el campo se llenó y al menos hubo una buena taquilla, en esos momentos la mayor de la historia rojiblanca, que sirvió para liquidar parte de los atrasos que se debían a la plantilla, y no se registró ni un solo incidente entre hinchas ni entre jugadores. Como solía ocurrir por entonces, toda la mañana del domingo por Granada fueron bien visibles los grupos de malagueños que recorrían la ciudad y llenaban los establecimientos de hostelería, y desde dos horas antes de empezar el choque la grada de General aparecía repleta de personal.

Menos mal que el Recreativo salvó el honor local y en su mini derbi, en La Rosaleda y ante el Atlético Malagueño, también de la zona baja de la tabla, se trajo los dos puntos venciendo 0-2 en un gran partido de los jóvenes canteranos, cada vez más entonados en esta difícil categoría. Otro futuro granadinista, el centro delantero malagueño Galacho, desperdició dos penaltis que le fueron pitados en contra al Recreativo. Las lesiones obligaron a alinear en la media a Álvarez, de la primera plantilla, y a la reaparición de Toto, ahora en el puesto de extremo izquierdo. La victoria sirvió para acercarse al tercero por la cola y a distanciar al último, Larache, en dos puntos.


Recorte de Ideal con escenas del partido Granada-Málaga

Homenaje a Sosa

Al finalizar la primera vuelta tras el partido frente al Málaga, en vísperas navideñas, quedó suspendida la liga en primera y segunda hasta el 30 de diciembre, y algunos componentes de la plantilla marcharon de vacaciones a sus lugares de origen. Así el domingo 23 de diciembre fue aprovechado para llevar a cabo el prometido y postergado homenaje al ex granadinista Valentín Jorge Sosa, que tenía que haberse hecho la temporada anterior. Era un homenaje más que merecido pues fue Sosa un jugador muy rentable en las doce temporadas que perteneció al Granada, desde 1939, cuando hacía la mili, hasta 1951, y más si tenemos en cuenta que su prima de fichaje fue ¡una gabardina! que le sacara los fríos penibéticos de sus huesos de recluta guanche. En esas doce temporadas de rojiblanco siempre fue titular, llegando a alinearse en todas las posiciones menos en la de portero y sumar un total de 248 partidos oficiales jugados (el 11º de la clasificación histórica) y 25 goles conseguidos. Fue siempre Sosa un ejemplo de futbolista eficaz y que lo da todo.

En Los Cármenes un combinado Granada-Recreativo se enfrentó a una selección de jugadores de toda la geografía nacional y en el que estuvieron presentes antiguos jugadores rojiblancos como Floro (en esos momentos entrenador del Cuenca), González, Trompi, Almagro y Sierra, además del propio Sosa y su hermano del Córdoba Jorge, y fallaron a última hora otros que estaban previstos, como el añorado César, el portero Martí y varios jugadores canarios de primera. También volvió a vestirse de corto el masajista Fernández, quien actuó con el combinado visitante.

Asistió poco público en una tarde muy fría y desapacible y el partido finalizó con el resultado de empate a dos goles. En los prolegómenos un representante del club Andaluz hizo entrega a Sosa de un obsequio y el ex directivo Moisés Linares donó una copa que fue al final a manos del granadino Almagro, distinguido como el mejor futbolista del partido. El Granada CF no estuvo a la altura de las circunstancias y no mandó representación alguna ni tuvo ningún detalle con el homenajeado.


Sosa, futbolista ejemplar homenajeado

El Recreativo elimina al Bastetano en Copa Aficionados

A la misma hora en que se jugaba el partido homenaje a Sosa, pero en Baza, estaba previsto que el Recreativo disputara el partido de ida de semifinales de la Copa Aficionados en su fase provincial, frente al Atlético Bastetano, equipo líder de la primera regional, pero la fuerte lluvia convirtió en laguna el terreno de juego y no hubo más remedio que aplazar el choque, con gran perjuicio para los locales que habían vendido todo el aforo en día del club.

El partido de ida pudo jugarse dos días después, el 25 de diciembre y lo ganó el filial rojiblanco por 3-6 sin el concurso, como estaba prescrito, de ninguno de sus profesionales, un resultado que dejó de cara la eliminatoria para el Recreativo. Un día después, el miércoles 26, en Los Cármenes se jugó el partido de vuelta, en el que con los mismos hombres volvió a imponerse el Recreativo, 3-2, ganándose el derecho a pasar a la final provincial que le enfrentaría al Arenas de Armilla, que se deshizo del tercer filial rojiblanco, el Andaluz. Tanto en la ida como en la vuelta alineó el Recreativo en la media a Espada, hermano del míster de la primera plantilla, recién fichado.

 

El colista Cartagena se lleva un empate mientras el Recreativo es derrotado en Algeciras

El día 30 de diciembre de 1951 comenzó con la disputa de la jornada 16 la segunda vuelta en las tres primeras categorías del fútbol español. Al Granada le tocó recibir en Los Cármenes, con una muy mala entrada, al Cartagena, el farolillo rojo durante prácticamente toda la liga. Los nuestros aumentaron su cuenta de negativos a -4 porque el resultado fue de empate a dos goles en un partido insufrible que titula así Hoja del Lunes: «Granada y Cartagena jugaron un partido impropio de la Segunda División», y añade que lo que se vio fue fútbol de plazuela, patadones, constantes errores individuales y de conjunto y un largo etc de despropósitos y, lo que es peor, tampoco apareció en esta ocasión el entusiasmo de los rojiblancos que se había dejado ver en los últimos partidos; el cronista no salva ni al portero Martín, exceptuado a menudo del suspenso general en otros chascos rojiblancos de esta temporada. Para colmo, Chaves falló un penalti. El Granada quedó 10º, pero ya a cinco puntos de la salvación.

En el Cartagena venían varios con protagonismo en la historia rojiblanca. En primer lugar su entrenador, en este caso entrenador-jugador, que no era otro que Antonio Sierra, medio que jugó de rojiblanco siete temporadas, incluidas las cuatro de primera, que fue uno de los destacados de su equipo; Sosa, doce temporadas granadinista, que se alineó de falso 9 y fue el autor del segundo gol cartagenero de un magnífico remate de cabeza; y Amaro, rojiblanco dos temporadas después y que tiene el dudoso honor de ser el granadinista sobre el que recayó la mayor sanción de toda la historia del club. También estaba en la plantilla cartagenera el guardameta Valero, pero no jugó en Granada. La ausencia del defensa Japón I hizo jugar en el eje de la cobertura a Mompeán, quien consiguió el gol granadino del definitivo empate al lanzar un golpe franco que se tragó el meta visitante. El Cartagena era el colista y en ese mismo puesto acabó la temporada y descendió.

Por su parte el Recreativo, con la importante baja de Cuerva, enfermo, sustituido por Álvarez, cosechó una nueva derrota, 3-0, en su visita a Algeciras, equipo toda la liga en la zona media de la tabla. Una vez más (y van…) las crónicas hablan de un buen equipo, el nuestro, que sin embargo es inoperante de cara a la portería contraria y al que derrota su inexperiencia. En el Algeciras jugaba y era su estrella el veterano ex del Sevilla muchos años, Mateo, autor de un gol. El filial siguió ocupando el puesto 15º de vicecolista.



El Recreativo campeón provincial de Aficionados

El miércoles siguiente a su partido en Algeciras, ya el 2 de enero de 1952, día de la Toma, jugó el Recreativo en Los Cármenes a partido único la final provincial de la Copa Aficionados ante el Arenas de Armilla, de primera regional. No tuvo problema alguno el filial para vencer, 4-1, y proclamarse campeón de Granada, clasificándose para la fase regional de este trofeo. Las diferencias de categoría entre ambos equipos quedaron de manifiesto y el Recreativo pudo haber conseguido un tanteo de escándalo, según las crónicas.

 

Dimiten presidente y directiva

Que el Granada carezca de liquidez y su deuda no pare de crecer (en esos momentos un millón más o menos, cifra ya muy preocupante), nunca fue una novedad desde casi el mismo momento de su fundación, capeándose mal que bien los compromisos con las aportaciones personales de los directivos de turno. Lo de siempre. Pero en el último tercio de noviembre, después de la victoria sobre el Levante de la jornada 11, se agudizó la permanente crisis institucional en el seno de la directiva y ésta amagó con dimitir en bloque. La taquilla de ese partido fue exigua y parte de la misma fue embargada por la autoridad para pagar deudas federativas antiguas, a lo que se añade que un directivo tuvo que completar de su bolsillo en los mismos vestuarios de Los Cármenes lo necesario para poder pagarles a los futbolistas la prima conquistada, aparte de que a varios jugadores se les debían mensualidades y la ficha, incluso tanto Espada como Cholín, los dos entrenadores hasta el momento, habían adelantado cantidades que les eran adeudadas. Todo ese cúmulo de adversidades desencadenó la crisis institucional.

El club emitió una nota oficial en la que decía que, frente a lo que ocurre en otras ciudades, incluso de menos importancia que Granada, aquí el equipo representativo no recibe ayuda alguna de los organismos oficiales ni del comercio, y que es imposible mantener el club con las cuotas de un reducido número de aficionados y el sacrificio de media docena de directivos. Continuaba la nota dando a conocer que por la vía de la suscripción popular que se puso en marcha dos meses atrás, consistente en que los socios voluntariamente aportaran suplementos de 25 pesetas, apenas se habían recaudado 4.500, y que la taquilla del Granada-Levante dejó en caja sólo 15.000. En la misma nota se dice que la junta había decidido hacer una última aportación de 50.000 pesetas con la que pagar a los futbolistas y costear el siguiente desplazamiento. En esas condiciones, dice la misma nota, estaban todos dispuestos a dimitir y dejar paso a otros con soluciones.

El que sí que dimitió definitivamente en esa misma sesión fue Cholín como delegado deportivo, un cargo del que el propio Ignacio Alcorta decía que no sabía muy bien cuáles eran sus funciones. También dijo Cholín que esperaba que le fueran reembolsadas las 30.000 que de su bolsillo adelantó para el fichaje de un jugador en su día.

La crisis en esa ocasión quedó momentáneamente aparcada, a lo que contribuyeron también los buenos resultados deportivos que el equipo encadenó finalizando la primera vuelta y la gran taquilla que dejó la visita del Málaga. Pero nada más empezar 1952, a primeros de enero y después de otra mínima taquilla que ni cubría los gastos, en el partido en Los Cármenes frente al Cartagena, y ante la necesidad de nuevas aportaciones que permitieran siquiera cubrir los gastos del siguiente desplazamiento, los directivos cumplieron su amenaza y el día 3 de enero de 1952 dimitieron todos a una, con su presidente Joaquín Serrano a la cabeza. En ese momento sonó el nombre del vicepresidente José Bailón Verdejo como posible solución, y tras asegurar la prensa local que daría el paso, finalmente el industrial atarfeño declinó en esta ocasión asumir la presidencia.

No había en caja ni siquiera fondos con que sufragar los gastos del desplazamiento a Alcoy de la jornada 17, pero a última hora quedó este problema resuelto al recibirse en el club la cantidad de 5.000 pesetas que el Hércules debía desde que, a su paso por Granada proveniente de Málaga, su autobús sufrió una avería y el Granada le prestó esa cantidad para poder continuar su viaje a Alicante.


El buen Recreativo de la 51-52. De pie: Urquizar (suplente), Diaz Cara, Jaime, Rafa, Rivera, Sánchez y Cuerva; agachados: Vicente, Guerrero, Santi, Garrido y Julio

Juan Alonso Roda nuevo y breve presidente

La dimisión de la directiva y su presidente levantó una cascada de críticas de aficionados entrevistados por el diario Patria, y salieron a relucir las grandes pifias de la temporada, sobre todo en lo tocante a la confección de la plantilla para la 51-52, en especial su excesivo número de componentes y su elevado coste, sin olvidar la escasa calidad futbolística de la mayoría de los fichajes. El primer señalado fue el míster de las cuatro primeras jornadas, Ignacio Alcorta, Cholín, quien se defendió en las páginas de Ideal alegando que él sólo había intervenido en el fichaje de Japón I, dando su visto bueno para la incorporación del defensa y adelantando de su bolsillo 30.000 pesetas, de las cuales sólo había podido recuperar la mitad. En los demás fichajes de la temporada no intervino y la mayoría habían sido contratados por teléfono –dijo- o marchando los directivos a por los jugadores, y que él personalmente siempre mantuvo que todos los esfuerzos debían haberse centrado en conseguir a los jugadores Callejo y Verde, que estuvieron la anterior temporada cedidos del At. Madrid, más sólo tres futbolistas de primera, con esos y los que ya estaban más algunos del Recreativo, hubiera quedado confeccionada sin duda una mejor plantilla y más económica, dijo.

El delegado de la Federación Andaluza, José Carmona Ros, inició enseguida gestiones para la designación de un nuevo presidente, pulsando a varios ex directivos y notables del granadinismo y de la vida ciudadana, recibiendo a menudo como respuesta la frase que de labios del propio Carmona reproduce Ideal: «¿Hacerme cargo de la presidencia del fútbol? No, hombre, todavía no estoy loco del todo». Pasados varios días y en vista de que no se encontraba a nadie dispuesto a asumir la presidencia del Granada, Carmona Ros convocó a una reunión en los locales de la Federación a ex presidentes, ex directivos, aficionados con posibles y otras personas con algún tipo de relieve en la ciudad. Treinta y cinco eran los convocados el día 12 de enero de 1952, pero sólo acudieron catorce y tras más de cuatro horas no se alcanzó acuerdo alguno, así que seguíamos sin directiva. En la reunión el nombre que más sonó como presidenciable fue el de Juan Alonso Roda, quien ya había ocupado una vicepresidencia del club en la temporada 1947-48. Se necesitaban ya, en esos precisos momentos, se dijo en la reunión, unas 650.000 pesetas para terminar la temporada, y sólo se disponía como toda fuente de ingresos de las taquillas de los seis partidos que faltaba jugar en casa y las cuotas de los escasos socios de número. Interpelados los presentes a ver cuánto podía aportar cada cual, ante lo insuficiente de lo ofrecido no se alcanzó acuerdo alguno.

No obstante, a los pocos días de la reunión la prensa local publicó que Juan Alonso Roda por fin se había decidido y era ya presidente del Granada. En una segunda reunión con menos asistentes que la anterior, ahora en el domicilio particular de Carmona Ros, se llegó a ese acuerdo. La nueva directiva la integrarán algunos ex presidentes como Ricardo Martín Campos (vocal) y Juan Diego Pérez de Haro (vocal), y otros como Francisco Cristiá López (secretario), José Bailón Verdejo (vicepresidente) y Fernando Bex Cascales (tesorero), más el presidente del Recreativo Francisco Jiménez Callejas (vocal) y otros muchos. Su primera actuación fue la de abonar a los futbolistas la mensualidad de diciembre cuando éstos habían empezado a ponerse nerviosos e incluso algunos hablaban de denunciar ante la Federación, así como sufragar el desplazamiento a Salamanca correspondiente a la jornada 19 (en total unas 60.000 pesetas).

En el aspecto deportivo la intención de Alonso Roda era, para la temporada en curso, aliviar la excesivamente recargada nómina de futbolistas revisando todos los contratos y dando bajas inmediatamente (sumadas las 28 fichas de los integrantes de la plantilla daban la barbaridad de 1.091.000 pesetas), a la vez que reforzando el equipo con un delantero y un defensa de categoría, y para la venidera se proponía estudiar muy bien cada posible fichaje modificando el modo de actuar para «acabar con los petardos en el Granada». La nueva directiva se vio obligada, según propia manifestación, a abrir nuevos libros de contabilidad porque –explicaron- no era posible enlazar la anterior con las cuentas propias. En esos momentos se calculaba que la deuda global del GCF iba ya por 1.300.000 pesetas.

Pero la primera resolución adoptada, en el mismo día de su toma de posesión, fue la de nombrar presidente honorario del Granada al alcalde Juan Ossorio Morales, así como girar visita al Ayuntamiento para entrevistarse con él a fin de allegar alguna solución para la grave crisis de la entidad. De lo allí hablado no trascendió ninguna resolución ultimada de ayuda del municipio al club, dejando esos aspectos para posteriores reuniones, pero el reportero de Ideal se atreve a adelantar que muy bien podrían ir los tiros por el acuerdo de condonación de los impuestos municipales que en esos momentos adeudaba el Granada, o bien, la obtención de una ayuda económica, o bien, la municipalización de Los Cármenes, asumiendo la corporación la deuda del club; cualquiera de los tres aspectos, o los tres en su conjunto, serían muy bien recibidos. Días después el Ayuntamiento en pleno aprobó una subvención al Granada, pero en otro pleno posterior y ante el informe negativo de la comisión municipal de Hacienda decidió no conceder la ayuda prometida.

Otra de las primeras decisiones adoptadas por la nueva junta fue la de captar nuevos socios protectores de tribuna y preferencia al precio de 1.000 y 500 pesetas, y empezaron a salir en la prensa las primeras listas de nuevos socios, el primero de ellos el alcalde Juan Ossorio Morales, que suscribió su carnet por 1.000 del ala, seguido de los miembros de la directiva. En esta primera lista se alcanzaron las 39.000 pesetas. Por esta vía se recaudaron 60.000 pesetas aproximadamente.

Otra posible solución que barajó la nueva directiva fue la de la venta de los terrenos de la explanada de Los Cármenes, entre la puerta principal y la tribuna, una idea que ya plantearon anteriores directivas también en momentos de crisis.

Por lo que respecta a la revisión de contratos, La comisión deportiva trató de llegar a un acuerdo para la rescisión con los futbolistas Álvarez, Bosque, Japón II, La Rubia, Felipe Martín, Ortega y Botella, pero de primeras no hubo acuerdo porque los jugadores exigían que se les liquidara hasta la última peseta. Continuadas las gestiones, éstas dieron como resultado la rescisión solamente del contrato de Bosque, (aunque la prensa granadina informó que también habían rescindido Botella y Ortega). Bosque se marchó al Motril, de Regional Preferente pero con aspiraciones de ascenso a tercera. Varias semanas después se alcanzó acuerdo de rescisión con Álvarez, socio del anterior ya que ambos tenían a medias un bar en Granada, quien también emprendió el camino de la costa y se enroló asimismo en el Motril.

Y siguieron las gestiones para la incorporación de nuevos fichajes para lo quedaba de temporada, sonando los nombres de los ex granadinistas González, por entonces en el R. Madrid, y del delantero Morales, en el Zaragoza, también en primera, los cuales podían incorporarse al no haber debutado esta liga en sus respectivos equipos, pero no vino ninguno de los dos.

Apenas un mes después de la toma de posesión de la directiva encabezada por Alonso Roda, tras la derrota en Los Cármenes frente al Murcia y ante el fracaso de la mayor parte de las gestiones emprendidas, dimitió la directiva con su presidente al frente, quien dijo a la prensa que él no hundía al Granada en tercera.

Sólo un mes fue Juan Alonso Roda presidente del Granada

 

 

CALLEJEANDO

 

 

Accidente de la Alsina de Sevilla con resonancias lorquianas

            En la Navidad de 1951, la Alsina que venía de Sevilla chocó contra un árbol llegando a Santa Fe al esquivar a un camión que circulaba en dirección contraria y que se le vino encima. Resultaron heridos leves catorce viajeros. Nada de particular tendría la noticia si no fuera porque entre los lesionados que fueron atendidos en el hospital de San Juan de Dios, cuyas señas publica la prensa, encontramos un nombre que nos evoca al García Lorca de sus últimas horas en la colonia de Víznar: José Jover Tripaldi, funcionario domiciliado en Cárcel Baja 11, que sufrió contusiones y erosiones diversas.  

            Este Jover es el que en 1955 contó a Agustín Penón que él personalmente había compartido un cigarrillo con García Lorca en su última noche e incluso había rezado con el poeta una oración pocas horas antes de ser pasado por las armas. Según el propio Jover Tripaldi, esa noche estaba en la colonia de Víznar como soldado falangista a las órdenes del capitán Nestares, en servicio de custodia sobre los presos que esperaban en capilla, a los que comunicó su triste destino, y el propio Federico le regaló en agradecimiento por su trato humano su encendedor de plata, que no quiso aceptar.

En el libro “Miedo, olvido y fantasía. Crónica de la investigación de Agustín Penón sobre Federico García Lorca (1955-1956)”, de Marta Osorio, se lee el siguiente comentario sobre Jover: «La verdad es que me ha ayudado mucho, demasiado, lo que hace que me sienta un poco avergonzado por no corresponderle mejor, pero me agota.», escrito por Penón acerca de Tripaldi, del que dice que se sentía agobiado por su carácter acaparador en la relación de amistad que surgió entre ambos. Sin embargo, para otros historiadores, todo lo relatado por Jover Tripaldi era fruto de su imaginación, e incluso niegan que se encontrara aquella noche fatídica y sin luna en Víznar.


Caricatura de José María Granada por Tovar


Retractación de José María de Granada

            Hoy está prácticamente olvidado, pero en su tiempo, los alegres años veinte del siglo pasado, fue un autor de éxito José María de Granada (o sin la preposición “de”), seudónimo de José María Martín López, nacido en nuestra tierra en 1893. Ordenado sacerdote, tras algún éxito menor como dramaturgo, en 1920 se trasladó a Madrid y colgó los hábitos para sentar cátedra como sainetista, además de llevar una vida bohemia y rodar de tasca en tasca y de colmao en colmao, se lee en Wikipedia. Títulos como ¡El demonio son los hombres!, Granada mía, ¡Si fue Don Juan andaluz…!, Manolito pamplinas, El niño de oro, La hija de Juan Simón y otros muchos, fueron éxitos teatrales que llevaban su firma.

En la misma página de Wikipedia leemos que también hizo sus pinitos en el séptimo arte. De su escasa producción cinematográfica destaca el film El Niño de Oro, una adaptación al cine de su sainete costumbrista andaluz del mismo título, su mayor éxito, película muda estrenada en 1925 y financiada por el paisano marqués de Portago, dueño también de la productora Cinematografía Granada, rodada en gran parte en el Albaicín, el Sacromonte y la Alhambra, con dirección y guion del propio José María Granada, que también fue uno de sus protagonistas junto a otras varias personas que nunca habían pisado un escenario, entre ellos el dramaturgo y poeta granadino Alberto Álvarez de Cienfuegos, además de algún actor profesional. 

            A mediados de diciembre de 1951 los periódicos granadinos publicaban un artículo firmado por el propio José María Granada, utilizando ya su nombre verdadero, José María Martín López, y bajo el título “Voluntaria y pública retractación de un sacerdote extraviado”, que comienza así: «A los fieles católicos en general, a mis hermanos en el sacerdocio y a cuantos han sido testigos de mis errores y extravíos, va dirigido el presente escrito de retractación de cuantas palabras, acciones u omisiones mías hayan sido motivo de escándalo, de las que abjuro en este momento con toda la sinceridad de mi alma». Ideal comenta que, deseoso de reparar su pasada vida aseglarada y restablecerse a su estado y dignidad sacerdotal se ha dirigido a su diócesis y arzobispo, y en la Curia se le ha incoado expediente de rehabilitación.

Dicho expediente culminó con el reingreso en el sacerdocio, que ejerció en Madrid varios años, aunque en 1959 volvió a Granada, donde murió un año después en el hospital de San Juan de Dios, solo y olvidado.

 

Día del guardia urbano

            El año 1952 se estrenó en Granada recuperando una costumbre que había quedado olvidada en los últimos años, pero que tenía cierta solera puesto que existían precedentes en nuestra ciudad en los años anteriores a la Guerra Civil: el día del Guardia Urbano. Ya saben, por un día, siempre el 1 de enero, los automovilistas dejaban a un lado sus rencillas y malquerencias con los multadores y homenajeaban a los guardias de la porra, o sea, los encargados de dirigir el tráfico, porra blanca en ristre, a pie firme en alto desde estrechas plataformas situadas en medio de la vorágine circulatoria, o bien pisando el adoquinado, en tiempos anteriores a la regulación automática del tránsito por semáforos.

            Era ésta una costumbre nacida allende nuestras fronteras, en Londres concretamente, y que fue adoptada en distintas ciudades españolas conforme iban creciendo sus respectivos parques automovilísticos. Hasta 1935 no llegó a Granada. Su principal impulsor fue el periodista de Ideal que ya ha aparecido varias veces en estas mismas líneas y que firmaba con el seudónimo de Zirto, o más brevemente Z, (Cándido García Ortiz de Villajos). En las páginas del diario granadino, cercana la Navidad de 1933, ya lo había propuesto, pero no le hicieron caso alguno. Volvió a la carga un año después publicando un artículo en la sección Siluetas y Momentos, al que tituló “Para los hombres del casco blanco”, donde se confesaba rabioso defensor de las tradiciones patrias, pero nada opuesto a importar las foráneas cuando éstas significan ampliar el sentimiento fraternal entre los hombres, por ejemplo, la costumbre extranjera de obsequiar en navidades con regalos propios de esas fiestas a los guardias de la circulación. El artículo concluía haciendo un llamamiento a la población en general para que en Granada se les rindiera también un homenaje.

            Encontró eco el llamado de Zirto en la Compañía de Autobuses Urbanos y en parte de la prensa local, y así el día primero de año de 1935 pudo verse en distintos puntos de la ciudad a guindillas de los de salacot blanco, en sus puestos, pero literalmente rodeados de toda clase de obsequios aportados por la generosidad ciudadana: botellas de licor, puros, cajas de mantecados, pavos y pollos vivos, billetes de lotería y muchas otras cosas, y la nota graciosa, casi una escena de sainete, la dio el restaurante La Escribanía (muy puntero por entonces, en calle Abenámar), que invitó a los guardias a un almuerzo y preparó una mesa con su mantel y sus cubiertos y hasta con su jarrón con flores de centro de mesa en plena calle, delante mismo de Correos (por entonces en donde hoy está la Plaza de Isabel la Católica), a la que se sentaron cuatro agentes, que dieron cuenta de un largo menú rematado con postres, café, vinos, licores y puros.

            «Granada consagró ayer al guardia de circulación con un trastoque de emociones renovadoras, lo más simpático de su gracia andaluza. Nos venció Londres… El Park Avenue se pasó por la Puerta Real con una lluvia bailadora de manzanilla, apagando las trompetas del Pendón y los gritos sanantoninos de la Vela». […] «Y así apareció 1935 con una nueva fiesta, grata y simpática fiesta, que se tradujo en “El Día del Guardia”, inaugurado ayer en Granada con un voluminoso éxito de pavos, habanos y vinos espumosos» [] «…y el tributo se rindió bajo la proclamación de una era de paz entre guardias y volantistas, entre peatones y vigilantes de velocidades templadas.», pudo leerse al día siguiente en El Defensor con la firma de Manuel Cruz Romero, que los días previos había secundado con entusiasmo desde las páginas del diario (el de más difusión en Granada por entonces) la iniciativa de Zirto en Ideal, y a quien los guardias homenajearon en agradecimiento esa misma tarde.

En Puerta Real y en la intersección de Gran Vía y Reyes Católicos fue donde más regalos cosecharon los gendarmes, dándose la nota paradójica de que los agentes de la circulación rodada tenían que emplearse en despejar de aglomeraciones de viandantes las aceras, repletas de curiosos hasta el punto de interrumpir el tránsito. Sobre las ocho de la tarde fueron retirados los cientos de kilos de regalos y trasladados a los locales de la guardia municipal para proceder al equitativo reparto de todo lo recogido entre los treinta agentes y dos brigadas que en Granada tenían a su cargo la regulación del tráfico rodado.

El buen tiempo impropio de la época del año, sumado a la festividad del día, que en Granada tiene siempre el añadido de la tremolación del Pendón de los Reyes Católicos y la subida a la Alhambra para tocar las mocitas casaderas la campana de la Vela, abarrotaron las calles céntricas y se puede decir que resultó un gran éxito esa primera edición en 1935 del Día del Guardia Urbano. Al año siguiente, el primer día de 1936 volvieron a repetirse las mismas escenas en las calles granadinas, incluido el almuerzo de los del casco blanco en Reyes Católicos y aumentado con otro en Puerta Real, regalado éste por el café Suizo, pero en esta ocasión no acompañó el meteoro y la fiesta resultó algo menos animada.

La Guerra Civil significó también la desaparición de esta fiesta doméstica. A su término, las grandes escaseces de posguerra acabaron de hacer olvidar la costumbre. Pero a las alturas de 1952, sin poderse hablar del fin de la escasez, ya no era ésta tan terrible como diez años atrás y había ya bastantes productos no sujetos a racionamiento, por lo que de nuevo a través del diario Ideal se reivindicó que fuera recuperada la fiesta del Día del Guardia Urbano, haciendo ver que para nada era un invento suyo y que ya se había hecho en Granada antes de la guerra, apoyando además la petición en los escasos emolumentos percibidos por los de la porra: «Y lo paradójico del caso es que el guardia urbano tiene que mantener ante el público una actitud digna, cortés y hasta elegante. No se le puede pedir más esfuerzo a unos honorarios… tan honorarios.», se lee en la primera página de Ideal de 29 de diciembre de 1951 en un comentario sin firma, pero tras el que adivinamos la siempre buena pluma de Z. La alcaldía autorizó la celebración limitando exclusivamente los lugares de entrega de regalos a Puerta Real y cruce Reyes Católicos-Gran Vía, y así el día de año nuevo de 1952 volvieron a vivirse en Granada las escenas de los guardias de la circulación en sus puestos, dirigiendo el tráfico rodeados de montañas de presentes regalados por automovilistas y peatones.

En esta edición de 1952 participaron también las primeras autoridades: el arzobispo Santos Olivera, el gobernador Fernández-Victorio, el capitán general accidental Aranguren, el alcalde Ossorio y hasta Gallego Burín, de vacaciones navideñas en Granada, quienes se acercaron en sus coches a entregar regalos.

A partir de este 1952, el Día del Guardia Urbano siguió celebrándose cada año nuevo durante décadas y siempre gozó de las simpatías de la población en general. Así hasta 1971 en que fue la última edición. En Ideal de 31 de diciembre de 1971 se lee que al día siguiente no habrá fiesta del guardia urbano por haberlo así aprobado el pleno municipal a solicitud del teniente de alcalde, delegado de la policía municipal, señor Rojas Pérez, quien manifestó que previamente había pulsado la opinión de los propios guardias y éstos se habían mostrado de acuerdo con la medida; la causa de la suspensión era que el tráfico rodado en Granada en esos años ya había crecido mucho y la acumulación de regalos en la vía pública provocaba grandes atascos. Quien quisiera obsequiar a los guardias podría hacerlo libremente, pero los regalos debían entregarse en el cuerpo de guardia del Ayuntamiento. Ya no volvió a celebrarse en Granada el Día del Guardia Urbano.


Recorte de Ideal de 2 de enero de 1952 sobre el Día del Guardia Urbano

 

 

 

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