EL ONCE FANTASMA

Pedro Escartín bautizó al Granada CF (el Recreativo Granada) con el apodo de "Once Fantasma" cuando este club era un recién llegado a la competición pero ya andaba codeándose con equipos de solera y aspiraba a lo máximo.
En este libro se narran las vicisitudes por las que atravesó el Recreativo en sus cinco primeros años de existencia y también se recogen los sucedidos ciudadanos más impactantes de aquella época revuelta que fue la de la II República.
En la foto de cabecera se ve al Recreativo que se enfrentó al Gimnástico de Valencia en el campo madrileño de El Parral, 21 de febrero de 1934. De pie: Sosa, Tomé, Calderón, Luque, Itarte, Carrera, Victorio y Tabales; agachados: Gomar, Morales y Herranz.
Para adquirir un ejemplar firmado y dedicado por el autor (20 €), dirigirse a
jlramostorres@gmail.com


Historia del Granada CF



domingo, 12 de junio de 2022

TERMINA LA 49-50 EN MEDIO DE UNA GRAN CRISIS

El club anda muy endeudado y pide ayuda a la sociedad granadina, visto por Miranda

 

La Federación impide que el filial luche por el ascenso. Dimite la directiva

Como sabemos, en 1948, cuando el recién creado Recreativo tenía sólo un año de existencia y a instancia del míster del primer equipo, Cholín, se le cambió el nombre al filial y se le puso Granada “B”. Con desconocimiento de la legislación en la materia, se pensaba que de esta manera no existirían trabas para que los jugadores de las dos primeras plantillas pudieran ser utilizados indistintamente por una y por otra. Pero dos años después de aquel cambio, en 1950, esa mudanza de nombre trae unas consecuencias inesperadas.

El lunes siguiente a la terminación de la liga de Regional Preferente, en la que el filial se proclamó campeón, se conoció el calendario de las promociones de ascenso y permanencia en las distintas categorías y resultó que en el grupo quinto, de ascenso a tercera, no figuraba el Granada B, ya rebautizado como Recreativo en prevención de que pudiera ocurrir esto, y sí los equipos At. Malagueño y Utrera, segundo y tercer clasificado respectivamente del grupo de Preferente en el que militaba el filial, obviado por completo a pesar de las reclamaciones de la directiva. El club instó de la Federación Sur que se corrigiera lo que sin duda era un error, pero ésta contestó que hacía ya varios meses que se le había comunicado al Granada que la participación del segundo equipo en la competición quedaba supeditada a no tener derecho a su inclusión en liguilla de ascenso, y lo único que se podía reclamar era la concesión de una copa como campeón. Ante esto se elevó un escrito de protesta a la Federación Nacional.

Encima, pocos días después uno de los equipos que iban a disputar la liguilla de ascenso, el Electromécanica, de Córdoba, éste peleando para no descender de tercera, decidió retirarse, ante lo que la Federación Sur lo sustituyó por el Hércules Gaditano, el quinto clasificado de Preferente. Esto fue ya la gota que colmó el vaso para la directiva, la cual dimitió en bloque, no así el presidente Joaquín Serrano.

Sin duda, la legislación en estas cuestiones era entonces muy distinta a la actual, ya que entre el primer equipo y el segundo había dos categorías. En cualquier caso, el desconocimiento de la misma produjo esta desagradable sorpresa y el filial se quedó sin disputar liguilla de ascenso a tercera después de una sobresaliente competición en la que acabó primer clasificado

 

Oposición a una posible hipoteca sobre Los Cármenes

Así terminaba una temporada que fue buena en lo deportivo hasta justo el ecuador de la misma. El Granada fue líder casi toda la primera vuelta, pero la corta plantilla fue al final determinante y las lesiones de hombres importantes y sin recambio en el esquema de Cholín pesaron más de la cuenta. A medida que en la segunda vuelta disminuían las posibilidades de clasificación para ascenso, las afluencias a Los Cármenes también fueron disminuyendo dando como resultado un gran déficit, que vino a sumarse a la deuda cada vez más descontrolada. Así a primeros de mayo el club lanzaba un SOS poniendo de manifiesto su pésima situación económica: se necesitaban 60.000 pesetas para atender pagos urgentes y en caja sólo había telarañas.

Otro tema que cobró actualidad al terminar la temporada deportiva y dada la precariedad del club en lo económico, fue la posible hipoteca del campo de Los Cármenes con la que hacer frente a todas las deudas. Pero la simple posibilidad de hipotecar el patrimonio levantó enseguida la oposición frontal del granadinismo. En este sentido, Ideal publicó a primeros de mayo una larga carta firmada por la directiva de la peña del Albayzín oponiéndose a cualquier operación económica que supusiera hipotecar Los Cármenes, recordándole al presidente Serrano que la asamblea de julio de 1949 por la cual salió elegido máximo mandatario, rechazó de plano tal posibilidad.

Otra carta en el mismo diario firmada por Andrés Molina Fernández, quien fuera directivo y secretario del club antes de la guerra, con Gabriel Morcillo y después con Matías Fernández-Fígares, salió al paso de una noticia dada por el diario Patria en la que se afirmaba que el club hipotecó Los Cármenes en la misma escritura de compra de los terrenos; según Molina, quien vivió de cerca toda la operación, en el momento de la compra de las dos hectáreas en la casería de Muriel por 110.000 pesetas, se incluyó una cláusula en la escritura por la que los propios terrenos y lo que se construyera sobre ellos quedaban como garantía del pago de las cantidades aplazadas, que eran todas excepto las 11.000 pesetas en bonos reintegrables que se admitieron por el vendedor, Nicolás Ruiz, marido de la propietaria, como el primero de los plazos, lo que equivale –dice Andrés Molina- a una venta con pago aplazado, y no a una hipoteca sobre el patrimonio.

Según el presidente Joaquín Serrano en declaraciones a Ideal, aún faltaban por pagar unas 50.000 pesetas de la compra de los terrenos de Los Cármenes, pero como habían transcurrido 16 años y se habían acumulado muchísimos intereses, la cantidad debida por ese concepto rondaba las 125.000 pesetas, y la deuda flotante (así la denomina) del club se calculaba en 855.000, cantidad a la que había que sumar las 160.000 del déficit de la temporada todavía sin finalizar. Además, en esos momentos se debían unas 80.000 a los futbolistas por sueldos y fichas, otras 20.000 al propietario del autocar que había hecho el servicio en los desplazamientos del primer y del segundo equipo, y ésas y otras más, unas 200.000 pesetas en total, eran cantidades que había que desembolsar inmediatamente. Para ello proponía Serrano, que acababa de reunirse con las directivas de las distintas peñas granadinistas, que éstas aportaran cada una un peñista que pudiera garantizar unos cuantos miles de pesetas, y de esa forma quedaría integrado en la nueva directiva que estaba formando, porque que en esos momentos no la había al haber dimitido todos sus miembros después de que la Federación Sur dejara fuera de la liguilla al Granada B pero admitiera al Hércules Gaditano, que había quedado quinto clasificado.


Joaquín Serrano se ha quedado sin directiva pero sigue como presidente

Pocos días después el presidente Serrano contraatacó con otra carta en Ideal en la que decía que, textualmente, la escritura de compraventa de los terrenos de Los Cármenes reza así en su encabezamiento: «Escritura de congregación: compraventa con precio aplazado y de hipoteca en garantía del mismo, otorgada por doña Angustias Alva Romero (vendedora y acreedora) y Club Recreativo Granada (comprador y deudor).» Y en su párrafo 16 dice la escritura, también textualmente: «Don Matías Fernández Fígares, en nombre de la Sociedad Club Recreativo de Granada, acepta esta enajenación y para garantizar en pago de las noventa y nueve mil pesetas aplazadas y sus intereses, constituye el expresado señor Fernández Fígares, en nombre de la referida entidad, a favor de doña Angustias Alva Romero, que acepta, su mandante en nombre de esta primera hipoteca especial y voluntaria sobre la finca enajenada y las edificaciones que se hagan en los veinte mil metros de que consta, quedando la hipoteca por el valor total dado y respondiendo en la proporción del precio aplazado, en cuyos término dichos comparecientes formalizan la presente escritura que aprueban y aceptan en todas sus partes.»

En el semanario La Prensa se publicaron a lo largo de los meses de mayo y junio varias cartas de aficionados en las que éstos exponían sus puntos de vista en torno a la crisis del club rojiblanco. En ellas hay casi unanimidad respecto de que debe huirse de pignorar el patrimonio y de que el equipo debe rejuvenecerse y estar formado en su mayoría por jugadores de la cantera.

Aparte de la denostada hipoteca sobre el campo, otra posible solución apuntada por Serrano era la constitución de una sociedad anónima en la que los socios tendrían preferencia para la adquisición de las acciones. Otra más fue la de construcción de viviendas en la explanada de acceso al campo.

Nada en concreto se acordó en la reunión con las peñas, dejando todo en suspenso hasta la constitución de la nueva directiva y las reuniones previstas con los acreedores del club y con las primeras autoridades locales en demanda de ayuda.

 

Una junta consultiva sustituye a la directiva

A primeros de junio se constituyó la que se llamó junta consultiva, en la que se integraron varios notables del granadinismo y algunos antiguos directivos, y cuyo cometido era buscar soluciones a la problemática y dejar formada la que iba a ser junta directiva permanente. Con el objetivo urgente de recaudar las cantidades económicas que permitieran paliar las denuncias de varios futbolistas ante la Federación Sur por impago de sueldos y fichas, en especial, para evitar la libertad de Millán al no habérsele cumplido económicamente, la junta se reunió por primera vez el 12 de junio, publicando a continuación en la prensa una nota con varios puntos; en el primero de ellos rogaba encarecidamente a los socios de tribuna que adelantaran a esos momentos sus cuotas anuales para la temporada siguiente; en el segundo se establecía como plazo hasta final de mes para que los socios que tenían pendientes las cuotas de mayo y junio liquidaran lo debido (se calculaba que en total eran unas 40.000 pesetas) sin perder la condición de abonado, y también se establecía que se admitirían altas de nuevos socios sin pagar la cuota de entrada; en el tercer punto se designaban distintas comisiones, dentro de la junta consultiva, encargadas del estudio de la problemática económica así como de la propaganda y de cuantas iniciativas partieran de la afición. Días después se decidió, y así se comunicó a la prensa, admitir socios protectores en la localidad de general, por el módico precio de 150 pesetas.

En su cuarto y último punto, la junta consultiva acordaba nombrar presidente de honor del Granada CF al gobernador civil de la provincia, Servando Fernández-Victorio y Camps.


El gobernador civil Servando Fernández-Victorio, presidente de honor del GCF

A los pocos días, en una segunda nota oficial en la prensa, se comunicaba a la afición que se había intentado negociar con Millán para que éste concediera un plazo de diez días para liquidarle a cambio de que retirara su denuncia ante la Federación, y se le había ofrecido pagarle lo debido, pero el futbolista no se había avenido porque lo que le ofrecían no era la totalidad de lo debido, así que las cantidades habían quedado depositadas ante un notario. La continuidad del mejor futbolista de la plantilla y el más cotizado estaba en esos momentos en el aire.

En la misma segunda nota se acordaba iniciar una suscripción pública pro Granada CF. Precisamente el gobernador civil y recién nombrado presidente de honor, Servando Fernández-Victorio, encabezó con 30.000 pesetas la suscripción pública. No obstante, todo quedó paralizado con la llegada del verano y las vacaciones, y así, finalizando el mes de julio eran poquísimos los socios que se habían pasado por las oficinas del club a renovar sus carnés, y de la pretendida suscripción pro GCF que encabezó el gobernador civil, nada más volvió a hablar la prensa.

 

Bajas en la plantilla

En lo deportivo, todos los jugadores de la plantilla tenían contrato en vigor a excepción de Candi y Almagro. El portero había pedido una cantidad por la renovación que se salía de toda posibilidad porque, decía, tenía en esos momentos varias ofertas de equipos de primera, así que se daba por descontado que no iba a seguir; con Almagro se estaba en esos momentos en conversaciones. Pero era el deseo de la directiva aligerar bastante la plantilla y comenzar a dar bajas a jugadores que ya no interesaban. El primero en dejar el club fue Fraga, dejado en libertad a primeros de mayo, al que siguió enseguida Rey, uno de los pocos que quedaban de los años de primera, quien compró su libertad abonando 10.000 pesetas.

A mediados de junio se conoció la noticia de que Cholín acababa de fichar como entrenador del Jaén, de tercera, para la temporada siguiente. Antonio Bonet o Gaspar Rubio, ambos ex granadinistas, fueron los primeros nombres que sonaron para sustituir a Cholín.

Otra de las primeras bajas concedidas fue la de Unamuno, futbolista fichado a mitad de temporada como delantero centro pero que acabó jugando de defensa y ciertamente poco o nada aportó. Volvió al Jaén, equipo del que procedía, y el club de la ciudad vecina tuvo el detalle de devolver al Granada lo cobrado en concepto de traspaso.


Paco Mas, un fichaje rentable donde los haya


Homenaje a Mas

La pronta terminación de la temporada oficial del Granada dejó muchas fechas libres. Algunas de ellas se aprovecharon para concertar partidos amistosos, como uno en La Victoria de Jaén a mediados de mayo, y también el que se celebró en Los Cármenes en homenaje a Mas. El catalán Francisco Mas acababa de cumplir su octava temporada como rojiblanco y fue sin duda uno de los fichajes más rentables de la etapa en primera división, siempre titular indiscutible y siempre a buen nivel. En este ejercicio, quizá pensando que era ya demasiado veterano, se dispuso que jugara en el filial, cosa que el jugador, siempre disciplinado, aceptó sin rechistar, pero sus grandísimos partidos con el Granada B en una categoría que se le quedaba muy pequeña, determinaron que volviera al primer equipo y nuevamente fuera insustituible en su posición de 11, terminando por redondear una gran temporada, que no sería la última de rojiblanco pues aún le quedaba una más.

Su más que merecido partido de homenaje le llegó por fin el domingo 21 de mayo de 1950, pero en las gradas de Los Cármenes no se llegó ni a las mil personas lo que significó la única nota negativa. Se enfrentó el Granada a una selección de jugadores de equipos andaluces, la mayoría del Málaga, de primera, con su ex compañero González a la cabeza y con Gamonal; otros del Sevilla, como el veterano Mateo, que marcó los dos goles del combinado, y el defensa Eguiluz; y otros del Jaén, de tercera. También actuó en la selección el canterano Toto, que divirtió al público con sus cosas. Ganaron los rojiblancos 3-2, y de esa forma Millán, como capitán, recogió la copa que había donado Demetrio Spínola, esquiador y montañero famoso en nuestra ciudad, pero la copa fue enseguida ofrecida al ex granadinista González, en agradecimiento por su apoyo al acto de homenaje. Arbitró Morales, ex del Once Fantasma. Paco Mas fue recompensado con la entrega de una medalla de la Virgen de las Angustias, regalo de sus compañeros del Granada CF.

Con un amistoso en Antequera a primeros de junio en el que el Granada se impuso 3-6 al equipo local, de categoría regional, finalizó definitivamente la temporada futbolística de nuestro equipo.

 

Nueva directiva

            Ya a primeros de julio de 1950 la junta consultiva deja de ser tal y pasa a ser la nueva directiva del GCF. Joaquín Serrano sigue siendo el presidente y tendrá como vices a Alfredo Ramón-Laca Primo y Carlos Torres Cruz, aunque éste apenas duró un mes en el cargo al dimitir porque sus múltiples ocupaciones le impedían dedicar más tiempo a su labor directiva. Es de destacar la presencia en la nueva directiva de Carlos Tomás Romero García como vicesecretario, y también, como vocal, la de José Amigo Vico, el eterno socio número uno del Granada, ambos como representantes de las peñas granadinistas.

 

 

CALLEJEANDO



Cartelera de la película Raza, versión 1942


El Espíritu de una Raza

            En su día, febrero de 1942, se estrenó en Granada, en el teatro Cervantes engalanado con tapices, plantas y bombillas de colorines, la película “Raza”, en una función de gala a la que asistió empingorotado el todo Granada azul mahón.

Raza fue una superproducción propagandística del nacionalsindicalismo y a la que se puede considerar la versión oficial del régimen franquista sobre la Guerra Civil. Realizada con dinero público, fue dirigida por José Luis Sáenz de Heredia, también guionista del film en unión de Antonio Román. Guionistas “técnicos”, para ser más exactos, tal como aparece en los créditos, porque lo que hicieron ambos jóvenes cineastas fue escenificar en el celuloide la novela que con el mismo título acababa de dar a imprenta el mismísimo Franco en persona y Olivetti (y algún que otro negro), utilizando el seudónimo de Jaime de Andrade, nombre que también aparecía en los créditos como autor del argumento de Raza.

Raza es una novelilla muy simplista en la que los buenos españoles, (católicos, patriotas, dignos herederos de las glorias del pasado), derrotan a los malos españoles (demócratas, liberales, masones, marxistas), influenciados por doctrinas disolventes, todas ellas foráneas, y salvan a España de caer en las garras de la Komitern, que sólo busca la destrucción de la patria e implantar la dictadura comunista. Es una especie de Mein Kampf de andar por casa, dictada a ratos perdidos por el Caudillo desde su mesa camilla de El Pardo, un melodrama de folletín que pretende tener bastante de autobiográfico y en la que el protagonista, José Churruca, quiere ser un trasunto del propio Franco, aunque, claro, el galán de moda por entonces, Alfredo Mayo, que representó ese papel en la pantalla, en nada se parecía en lo físico al dictador.

Ocho años después de aquel estreno de gala en el Cervantes, el 1 de junio de 1950, se estrenó en el Coliseo Olympia otra película a la que podemos considerar “Raza 2”, anticipándose así el franquismo en décadas a la moda de las secuelas de películas que han funcionado bien en taquilla. El título con el que se exhibió en los cines españoles esta segunda entrega fue “El Espíritu de una Raza”. Pero no hubo en el estreno de esta secuela atasco de camisas azules en la sala en que se exhibía, como la otra vez, ni los periódicos locales anunciaron con antelación de semanas el evento. Es más, muy pocos fueron los que se acercaron al Olympia a verla y por esa razón estuvo en cartelera sólo cinco días. Como reseña de lo que pocos años atrás se habría anunciado como un gran acontecimiento, en la prensa de la época sólo encontramos un brevísimo comentario del crítico de espectáculos del diario Ideal en el que dice que algunos cines granadinos dan como estreno películas que no lo son, como es el caso de El Espíritu de una Raza, pues ha podido comprobar que se trata de la misma película que en 1942 se estrenó en el Cervantes con todos los honores patrióticos que merecía y bajo el simple título de “Raza”.


Cartelera de la misma película versión 1950

Lleva razón el crítico y a la vez no la lleva. Esta segunda película que se estrenó en 1950 con el título de El Espíritu de una Raza es en realidad un remix, es decir, es la misma película que se rodó en 1941 y se estrenó a principios de 1942 con el título de Raza, a secas, pero en esta segunda versión, doblada íntegramente de nuevo, se han cambiado o suprimido muchas cosas y se ha reducido su metraje. En la de 1950 ya no se nombra a Falange ni hay caralsoles ni arribaespañas, ni se habla de imperio español, no se ven brazos en alto saludando a la romana cada dos por tres y los yanquis ya no son malos ni enemigos de España, como tampoco lo son ya la democracia parlamentaria, los liberales, los masones y demás ralea. Ahora el único enemigo de la patria es el comunismo internacional.

Queriendo hacerse perdonar aquellos frenesís fascistas de sus primeros años, el propio Franco reescribió el guion, o eso dicen, cambió bastantes diálogos y metió la tijera en no pocos fotogramas, es decir, se autocensuró mutilando la que en su día fue presentada como la película nacional por excelencia y, no contento con esto, ordenó retirar y destruir todas las copias de la primera Raza. En la actualidad existe esa primera versión íntegra, pero es casi una casualidad que haya llegado a nosotros.

Quizá sea ésta la más patente muestra del camaleonismo político que caracterizó al régimen franquista. En 1941, cuando se rodó la primera Raza, los alemanes arrasaban e iban claramente ganando la guerra, por lo que no había nada que disimular, al contrario. Pero el final de la II GM trajo un cambio radical y los últimos años de la década de los cuarenta suponen para el dictador atravesar sus peores horas, internacionalmente repudiado y aislado y sin tener claro que las potencias vencedoras fueran a tolerar un régimen fascista en Europa.

Llegado 1950, el franquismo empieza a ver un rayo de esperanza en forma de separación del mundo en dos grandes bloques, capitalista y comunista, y el general superlativo tiene claro que debe hacer méritos para que lo dejen estar y a qué bando debe apuntarse, por lo que urge desfascistizar su casa, y esto quiere hacerlo hasta en los más nimios detalles como es una película pretendidamente autobiográfica y que, desde luego, nunca llenó las salas salvo cuando era obligatorio verla. Estos son mis ideales, si no le gustan tengo otros, es una frase atribuida a Groucho Marx que muy bien podría haber hecho suya el Caudillo por la gracia de Dios. Ya lo vemos, el dictador, con tal de permanecer en el poder absoluto, era capaz de vender su alma al diablo y desdecirse sin rubor.


Publicidad de Almacenes La Magdalena

Inauguración de La Magdalena

El lunes 5 de junio de 1950 se inauguró en la calle Mesones, número 68 (hoy 26), un comercio llamado a convertirse en uno de los más importantes de nuestra ciudad: Almacenes La Magdalena. La prensa local da la noticia en un suelto de pago, publicidad costeada por los propietarios, la SA José Pérez de la Blanca e Hijos, pero nada se dice en dicho comentario acerca de lo que antes que comercio de tejidos fue aquel local.

Servidor recuerda de su infancia haber entrado más de una vez en estos fastuosos almacenes y admirar su amplitud, su redonda y alta cúpula y su cornisa interior que dejaban bien a las claras que aquello antes que comercio había sido iglesia, y que por sus muros habían pasado varios siglos. Era una tienda distinta a todas las demás existentes en Granada. La fachada a Mesones nada de particular tenía, pero desde la calle Hileras todavía era visible el cimborrio que coronaba la construcción religiosa, sobresaliendo sobre los tejados

Fue el primer templo que en nuestra tierra se llamó de la Magdalena, anterior al actual de la calle Gracia. La Magdalena chica, le llamaba la gente, y fue construido en el siglo XVI y desamortizado en el XIX, y desde entonces estuvo en manos privadas y destinado a diversos fines, todos distintos de la función religiosa con la que nació: almacén de todo tipo de materiales y taller de espartería muchos años fueron sus principales destinos, y a partir de 1950, comercio de telas abierto al público.

Al pasar en el XIX la propiedad a manos particulares, primero perdió la torre de campanas, que era una condición que debían cumplir los adquirentes de los bienes eclesiásticos desamortizados para dedicarlos a fines distintos de los religiosos. Después fue desmontada su fachada principal para darle amplitud a la calle Mesones. De esa fachada, su portada, donada al Padre Manjón, aún se conserva en la actualidad y está en la iglesia de las primeras escuelas del Ave María en el Sacromonte, justo al lado del característico mapa de España en relieve, todo visible desde el Camino del Monte. Al derruirse la entrada principal de Mesones, el inmueble quedó por fuera con una fachada reconstruida y similar a las de las casas vecinas. Otra portada lateral, ésta dando a la calle Arco de las Cucharas, también fue desmontada y, según la Guía de Gómez Moreno, fue reconstruida en la iglesia de los Escolapios, en el Paseo de los Basilios. Un último vestigio de lo que fue templo católico también aún se conserva y puede verse, y es la singular veleta que coronaba el cimborrio del templo, que está ahora en lo más alto de la torre del Monasterio de San Jerónimo, reconstruida a mediados de los años sesenta.

No era un templo importante sino más bien una pequeña iglesia de tercer orden, construida en estilo barroco sencillo, pero muy digno de haberse conservado y no pasar a integrar el muy extenso censo de monumentos desaparecidos en nuestra tierra. 

Hasta 1971 funcionó en ese sitio el comercio de tejidos La Magdalena. A finales de ese año comenzó el derribo de la casa, vendida a la multinacional USA Woolworth, que en su lugar erigió un horripilante edificio de mazacote, de tres plantas sin una sola ventana salvo en los bajos, y que nada pegaba en ese sitio, donde funcionó unos pocos años (1973-1980) el primer gran almacén que hubo en nuestra ciudad. Allí se podía comprar por el sistema de autoservicio: ropa, regalos, artículos de ferretería, papelería, libros, discos, y más cosas, aunque para servidor que todo era de baja calidad y los precios tampoco eran especialmente atrayentes. Quizá por esa razón nunca el negocio de Woolworth marchó bien en nuestra tierra. Sí que introdujo alguna cosa que en Granada se veía por primera vez, como su cafetería de barra baja para comidas rápidas, y sus escaleras mecánicas (muchos iban a los guolguor, como le decía el personal penibético, sólo para experimentar qué se siente al subirse en el invento), aunque esto no constituía del todo una novedad pues antes existió la que tenía Tejidos Vázquez de Plaza del Lino, la única que había en Granada hasta entonces. En 1980 la multinacional cerró todas las sucursales que tenía en España, también la de Granada. Para entonces y desde hacía un lustro ya existía en la Carrera del Genil Galerías Preciados (hoy El Corte Inglés). Aparte de los treinta o cuarenta empleados que se fueron al paro, sólo conozco a dos o tres a los que en Granada les doliera el cierre de estos grandes almacenes: aquellos que habían conseguido hacerse con una surtida biblioteca o colección de discos por el método de llevárselos sin pagar.

El inmueble, completamente remodelado en su interior, pero sin tocar sus horrorosas fachadas a Mesones y a Arco de las Cucharas, pasó años después a albergar dependencias de la Diputación Provincial. Cuando ésta se mudó a su nueva sede, el edificio estuvo cerrado y abandonado varios años hasta que en 2004, previa completa remodelación interior y exterior, con apertura de ventanas y balcones, se convirtió en la sede de las oficinas del Catastro en Granada, del Ministerio de Hacienda.

Por ahí hay quien dice que entre sus muros sigue a día de hoy, en pena y asustando a los vivos, el espíritu del padre Benito, que fue párroco de la Magdalena cuando todavía era lugar de culto. Servidor, que durante más de una década iba a diario a este edificio, puede asegurar que si el padre Benito seguía por allí, nunca se manifestó. Aunque puse todo mi interés en ver si los ascensores, las fotocopiadoras y los ordenadores funcionaban motu proprio (las máquinas de escribir ya habían quedado todas arrumbadas), o el material de oficina se iba él solo de romería por las buenas o, de pronto, en una habitación cerrada se sentía algo así como un hálito helado, nada de eso vieron mis ojos ni sintió mi cogote. Desde luego, si algún fantasma circulaba por aquellas oficinas catastrales, no usaba sábana y era de carne y hueso mortal.


El cimborrio de la que fue iglesia de la Magdalena en calle Mesones, en dibujo de Villar Yebra que publicó Ideal. Sobre el mismo la veleta que en la actualidad corona la torre de San Jerónimo

Primera piedra del hospital Ruiz de Alda

También a primeros de junio de 1950, se procedía a la colocación solemne de la primera piedra del hospital Ruiz de Alda en La Caleta, aunque ese nombre todavía no se le había dado y en la noticia se dice que será el nuevo sanatorio del Seguro de Enfermedad. Tendrá 14 plantas el nuevo edificio y costará 50 millones de pesetas.

El gobernador Fernández-Victorio y las demás autoridades locales echaron su paletada de mezcla y en cofre de plomo se guardaron unos pergaminos artísticos con la firma de las autoridades, distintas monedas de curso legal y varios periódicos del día.

Mediado el siglo XX, una ciudad como Granada, con una población rozando los 175.000 habitantes más otros tantos en los pueblos vegueros cercanos, no tenía más hospital general de titularidad pública que el ya muy vetusto de San Juan de Dios y su vecino, de San Rafael, para niños. Aparte, existían otros centros de salud, como el Hospital Militar, en el Campo del Príncipe, de exclusivo uso por los integrantes de la milicia y sus familias. También el de San Lázaro, situado en La Caleta, que nació como lazareto, esto es, para tratar la lepra pero que iniciándose la década de los 50 acogía fundamentalmente a los enfermos de tuberculosis. El Hospital Clínico, en construcción desde los años de la República, seguía por entonces sin estar terminado y, lógicamente, sin entrar en servicio (tendrán que pasar todavía tres años para que esto ocurra). Lo mismo sucedía con el que iba a ser manicomio, en lo que entonces se conocía como Carretera de Pinos-Puente, actual Avenida de Andalucía, en construcción desde la década de los años veinte; mientras tanto esa función la cumplía el Hospital Real.

Aparte, también existían hospitales de titularidad privada, como el de la Salud, situado en un palacete vecino a las cocheras de los tranvías, en la actual Avenida del Sur, fundado por los doctores Otero y Escribano. Otro era el de la Purísima Concepción (donde murió el guardameta húngaro Alberty), con entrada por la calle Lavadero de las Tablas y ocupando una gran manzana entre las calles Horno de Haza, Carril del Picón y Montalbán, que fue en su día de propiedad en un cincuenta por ciento del doctor Fidel Fernández.


El sanatorio del Seguro de Enfermedad en construcción

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