EL ONCE FANTASMA

Pedro Escartín bautizó al Granada CF (el Recreativo Granada) con el apodo de "Once Fantasma" cuando este club era un recién llegado a la competición pero ya andaba codeándose con equipos de solera y aspiraba a lo máximo.
En este libro se narran las vicisitudes por las que atravesó el Recreativo en sus cinco primeros años de existencia y también se recogen los sucedidos ciudadanos más impactantes de aquella época revuelta que fue la de la II República.
En la foto de cabecera se ve al Recreativo que se enfrentó al Gimnástico de Valencia en el campo madrileño de El Parral, 21 de febrero de 1934. De pie: Sosa, Tomé, Calderón, Luque, Itarte, Carrera, Victorio y Tabales; agachados: Gomar, Morales y Herranz.
Para adquirir un ejemplar firmado y dedicado por el autor (20 €), dirigirse a
jlramostorres@gmail.com


Historia del Granada CF



jueves, 2 de febrero de 2017

ASCENSO A PRIMERA


 
La Alsina que trae al Granada CF con el ascenso, en la Gran Vía, a la altura de la casa del Americano

 
 
 
 Campeón de campeones

La primera página de Patria de 8 de abril de 1941 la ocupan distintas noticias acerca de la marcha de la II Guerra Mundial: los alemanes extienden su ocupación europea ahora a través de los Balcanes, un paseo militar para el III Reich; se espera que Turquía permanezca neutral; el gobierno yugoslavo abandona Belgrado; soldados croatas se pasan de bando. Y en el ángulo inferior derecho aparece el “Héroe del Alcázar”, general Moscardó, de visita oficial en Granada, que presidió el domingo (Domingo de Ramos) la procesión de la Santa Cena.
 
La tarde del domingo 06/04/41 el gentío sigue el resultado de Castellón en la Plaza del Carmen
 
En el ángulo superior derecho, a dos columnas destaca el titular más esperado: «EL GRANADA CAMPEÓN DE CAMPEONES», y debajo vienen dos grandes fotos tomadas la tarde del domingo 6 de abril en la plaza del Carmen abarrotada de personal. En la primera se ve a un muy numeroso público vuelto hacia la fachada de la casa de La Bernina, sede de la agencia Alas Azules, de cuyos balcones cuelgan pizarras que informan del resultado del partido que en esos precisos momentos disputa el Granada en Castellón. Y en la segunda, tomada ya cuando el partido ha concluido, abundan las boinillas y bajo las mismas se ven numerosas caras sonrientes celebrando la victoria y el ascenso ya matemático del Granada CF a Primera División. La directiva castellonense prohibió su radiación, pero por teléfono se ha ido transmitiendo todo lo que interesaba conocer del partido disputado en el Sequiol castellonense y a través de megafonía instalada por Patria se ha dado a conocer a los varios miles que esperan en la plaza del Ayuntamiento.

El partido de Castellón se jugó el 6 de abril de 1941, cuando se cumplían justos y redondos diez años desde la fundación del club, y fue otro encuentro bronco a más no poder en el que el Granada consiguió una nueva victoria, 0-1, gol de César al filo del descanso, que valía el ascenso a Primera División. Fue una victoria épica, muy trabajada y sufrida ya que el Granada jugó gran parte de la segunda mitad con sólo ocho efectivos frente a diez, por expulsión de Liz y lesión de Mesa y Martínez, convertidos en figura decorativa y situados en ambos extremos, que era donde solían acabar jugando los lesionados en tiempos en que no estaban permitidas las sustituciones.
 
Floro; Millán, González; Maside, Bonet, Mesa; Trompi, César, Martínez, Bachiller y Liz, el once del Granada que venció 0-1 en Castellón y consiguió el primer ascenso a primera rojiblanco 
Todo son felicitaciones para los nuevos primerdivisionistas. Después de jugadas cinco jornadas de la liguilla, el Granada es campeón pase lo que pase en el partido que falta porque sus cuatro victorias y una derrota lo colocan cuatro puntos por encima de los otros tres equipos, todos empatados a cuatro por haber conseguido dos victorias y tres derrotas. Los dos diarios granadinos realizan un gran despliegue e informan ampliamente del gran triunfo granadinista, e invitan a toda la población para que acuda al recibimiento, que ya se programa para que resulte brillante, y que tendrá lugar mañana, miércoles 9 de abril por la tarde.
 
El “camarada” Martín Campos convoca a la ciudad a recibir a los rojiblancos como se merecen    
      
Toda Granada salió a la calle

Nuevo despliegue informativo y gráfico de los dos diarios al día siguiente con todos los momentos del recibimiento y los muchos actos con que fueron homenajeados. La expedición granadinista con el delegado Juan Gómez Muros al frente y con equipiers, míster, plumillas y masajista, en un moderno ómnibus salieron el 9 de Córdoba, donde habían pernoctado, a las 7 de la mañana, con parada y agasajo en Cabra y Rute, repetidos después en Loja, y así hasta Santa Fe, donde llegaron a las dos y media de la tarde y fueron recibidos con cohetería y banda de música, saludando desde el balcón municipal. En Santa Fe eran esperados por las primeras autoridades locales y provinciales desplazadas, al frente de ellas Gallego Burín, gobernador civil, junto con Acosta Inglott, alcalde de Granada, Sola Rodríguez-Bolívar, presidente de la diputación, además de Martín Campos y toda la directiva y también varios miles de hinchas desplazados en tranvía y vehículos particulares.
 
El autobús rojiblanco en Santa Fe
 
En Santa Fe se procedió al cambio de autobús, pasando a ocupar uno mandado ex profeso desde la capital, de la empresa Alsina Graells, adornado con el escudo de Granada confeccionado con flores y con guirnaldas de laurel, y sobre la baca la palabra CAMPEONES en grandes caracteres, continuando después a Granada seguidos de una gran caravana de automóviles para llegar pasadas las tres de la tarde.

Era el cuarto ascenso de la historia del club en sus redondos diez años de existencia, pero éste fue el primero que se celebró por todo lo alto. Los anteriores, todos de antes de la guerra, apenas tuvieron repercusión entre la población no futbolera de la ciudad. Aquellos fueron ascensos modestos, pero el recién logrado era a la máxima categoría y además llegaba en una época en la que la ciudad y el país estaban deseosos de entretenimientos que hicieran olvidar las calamidades recientemente padecidas. Por eso toda la ciudad, aficionados al fútbol o no, se lanzó a las calles y desde el Triunfo hasta la plaza del Carmen fueron varias decenas de miles de personas las que aclamaron a los rojiblancos, abriendo la marcha guardias municipales de gala a caballo y la banda municipal.
 
La alsina llegando a la plaza del Carmen
Desde el balcón del Ayuntamiento hablaron a la gran multitud varios de los protagonistas de la gesta más el alcalde Acosta Inglott, y el acto se cerró con la interpretación por el tenor Vidal y la banda municipal desde los micrófonos instalados, del himno Campeón, de Mejías, que sólo unos días antes había sido modificado en su letra suprimiendo aquello de Recreativo de Granada ¡Campeón! e introduciendo otros versos: Los colores rojiblancos ya lo son, y también aquello otro de Noble equipo de Granada ¡Campeón! Ya en la tarde-noche, la jornada triunfal concluyó con una visita y agasajo a toda la expedición en los talleres y oficinas del diario Patria.
 
No cabe un alfiler en la plaza del Carmen
Bronca final

Las celebraciones y francachelas por el ascenso continuaron durante toda la semana y nuevos actos de homenaje estaban programados para la siguiente, la ocasión lo merecía y no se dio importancia al partido que faltaba por jugarse, puro trámite afortunadamente para los rojiblancos, con la visita del Coruña que, como los otros dos equipos, todavía podía conseguir plaza de ascenso directo como subcampeón.

El partido contra el Coruña se jugó el domingo 13 de abril en Los Cármenes, nuevamente abarrotado y convertido al principio en una pura fiesta. La prensa local había publicado los días previos la nueva letra del himno a fin de que todos se la supieran y así sirviera para animar a la muchachada rojiblanca. Antes de iniciarse hubo foto de toda la plantilla sobre el césped y la orquesta Nickols, liderada por Luis Mejías, el autor, interpretó el himno recién adaptado; también actuó la Banda de los Flechas granadinos. Tras la entrega de un banderín del Granada al Coruña por ser ésta la primera vez que venía a Los Cármenes, se inició el partido.

Se adelantaron los rojiblancos con gol de Cholín, pero las crónicas coinciden en que a partir de ahí, minuto 20, se acabaron las fuerzas y los rojiblancos, agotados con tanta cuchipanda durante la semana previa, actuaron sin entusiasmo ni facultades.
 
Toda la plantilla y el míster posan en Los Cármenes antes de jugarse el Granada-Coruña. La derrota 1-3 hará que la fiesta y los aplausos se tornen en bronca y abucheos
De esa forma, lo que había comenzado como una gran fiesta acabó entre abucheos porque el Granada fue derrotado 1-3 por el Coruña, precisamente el único rival de los de liguilla que ya había derrotado a los nuestros. Los gallegos a pesar de ese triunfo no ascendieron este domingo, lo hizo la Real Sociedad como subcampeón al derrotar 7-1 al Castellón. No obstante, tanto Coruña como Castellón ascenderían tres semanas después, ambos por imponerse en promoción a partido único a los colistas de primera, Zaragoza y Murcia. Cosas y colores del fútbol: los mismos entusiastas que aplaudían y vitoreaban vehementemente a los rojiblancos al principio, fueron los primeros en abuchearlos cuando el equipo empezó a flojear y llegó la derrota. Y lo que es más grave, el partido terminó con gran parte de los aficionados animando a los coruñeses y jaleando sus jugadas y silbando las de los granadinistas. Zubeldia en su crónica de Patria se lamenta y censura esta actitud de los que se llaman hinchas rojiblancos, que bien pronto han olvidado el enorme valor de la hazaña lograda y la odisea vivida por los equipiers por todo el territorio nacional, de La Coruña a Vascongadas, y de ahí a Castellón, en tres semanas de vida de cenobio sin ver a los suyos y teniendo que hacer muchos de sus trayectos de pie al no haber sitio en aquellos destartalados trenes españoles de la primera posguerra.

Todavía quedaban más actos de agasajo a los rojiblancos aquella misma tarde después de terminado el encuentro: la entrega por el presidente de la Federación Sur, Manuel Calderón, de una copa de plata al campeón de la liguilla de ascenso, acto que tuvo lugar después de una salve de agradecimiento ante la Virgen de las Angustias que resultó algo frío y apenas contó con presencia de hinchas. Por último, todos se trasladaron a los locales de la asociación Álvarez Quintero, donde asistieron a la actuación cantora de la niña prodigio Carmencita de Granada. Para el día siguiente y casi toda la semana había programados nuevos homenajes.



Tragedia taurina

El domingo 13 de abril de 1941, Domingo de Resurrección, casi a la misma hora en que el Granada jugaba su último partido de la liguilla frente al Coruña, partido de trámite puesto que desde la victoria en Castellón del domingo anterior ya se había proclamado matemáticamente campeón y ascendido a Primera, casi a la misma hora como decíamos, se celebraba en la plaza de toros del Triunfo una novillada con toros de Santa Coloma (gordos, lustrosos y finos) y con un cartel a base de Pedro Barrera, Martín Vázquez y El Andaluz, «…los tres actuales ases de la novillería, que marchan a la cabeza de los demás…», escribió en La Prensa, nombre de la Hoja del Lunes de Granada entre 1940 y 1950, El Bachiller Cantaclaro, Narciso de la Fuente, veterano periodista y crítico taurino que había pertenecido a El Defensor.

Según las crónicas de ambos espectáculos simultáneos, tanto Los Cármenes como la plaza del Triunfo registraron sendos llenos, con lo que entre ambos muy bien se acercaron a los 20.000 espectadores, lo cual no deja de ser destacable en una ciudad como Granada, por entonces poblada por unos 150.000 habitantes.
 
Vista aérea de la desaparecida plaza de toros del Triunfo
Pero lo que nos hace evocar la novillada no fue el triunfo de ninguno de los espadas sino la tragedia que de nuevo visitó esta desaparecida plaza de toros granadina, que ya vio cómo en 1934 moría de una cornada el novillero Atarfeño. El desenlace de esta tragedia no ocurrió en la plaza ni en nuestra ciudad, pero sí lo que la provocó. En el quinto toro de la tarde fue cogido el banderillero Gregorio Caro Mateos, de 37 años, Valencia de nombre artístico, que trasladado a la enfermería fue asistido por el doctor Fernández Cambil (el mismo que nada pudo hacer por Atarfeño en 1934), que le curó de una herida en el tercio inferior del muslo derecho, que interesaba la vena safena interna, pronóstico menos grave, por lo que esa misma noche con el resto de la cuadrilla viajó el herido a Madrid en el expreso. Pero cinco días después llegaba la noticia de que Gregorio Caro había muerto en el sanatorio de Toreros de Madrid tras haber sufrido la amputación de su pierna derecha sin que esto sirviera para detener la gangrena que acabó con su vida.


Semana Santa 1941

Catorce cofradías eran las federadas y tenían prevista su salida a partir del Domingo de Ramos, que caía en 6 de abril: Santa Cena, el Domingo; Rescate y Dolores formando una única procesión, y Humildad, el Lunes; Vía Crucis y Esperanza también en un solo cortejo, y Rosario, Martes; Gitanos (se había fundado el año anterior y bajaba de la Abadía sólo hasta el paseo de los Tristes y de allí se volvía) y Escolapios, Miércoles; Favores y Silencio, Jueves; Humildad nuevamente el Viernes a mediodía hasta el Campo del Príncipe; Santo Entierro y Chías, Viernes, y así concluían los desfiles procesionales. Este año no salió la cofradía de la Alhambra, cuyo hermano mayor era el presidente del Granada, Ricardo Martín Campos, que solía procesionar el Jueves Santo.

Por entonces no existía lo que se denomina carrera oficial o ésta se limitaba a que las procesiones pasaran por la calle Reyes donde, a la altura de la plaza del Carmen, se instalaba una mini tribuna. Cada cofradía organizaba su itinerario por libre y ningún día había más de dos procesiones desfilando simultáneamente. Desde el jueves a mediodía hasta el sábado se prohibía la circulación de vehículos por las calles más céntricas y todos los espectáculos se suspendían el Jueves y el Viernes Santo, por lo que cerraban los cines y teatros.

Observando cómo era entonces y cómo es ahora la Semana Santa granadina sorprende ver cómo ha evolucionado, sobre todo en lo que se refiere al número de personas que la viven y participan en ella aunque sólo sea como espectadores. Empezando la década de los cuarenta eran los tiempos del primer y -por eso mismo- más furibundo nacionalcatolicismo, sin embargo (se constata leyendo la prensa de la época) esta Semana Santa de 1941 se podría decir que sólo se parece a las actuales en lo básico, es decir, había procesiones, penitentes, mantillas, bandas de música y demás, pero todo ello a mucha menor escala respecto de cualquiera de los últimos casi cuarenta años de aconfesionalidad del Estado español. En 1941 las procesiones eran muchas menos, también el número de los que las formaban; la figura del costalero ni se conocía aún de nombre, al menos en Granada, y casi todos los pasos andaban en carroza; asimismo, los recorridos solían ser bastante más breves y todas las procesiones se recogían antes de las once de la noche; había público apostado en las aceras para ver los desfiles, pero ni de lejos los muchos miles actuales. Incluso determinadas cofradías lucían en sus hábitos por entonces unos colores distintos a los de ahora mismo.
 
La calle Sierpe Alta, que iba de Reyes Católicos a la plaza de las Descalzas. Al fondo el convento de Carmelitas Descalzas
Por otra parte, echando un ojo a los itinerarios que publica la prensa podemos también constatar lo que desde entonces ha cambiado Granada. Por ejemplo, todas las cofradías que procedían del Realejo tenían casi como paso obligado a la entrada o a la salida la calle Sierpe Alta, una calle que ya no existe como tal pero de la que se conserva su acera derecha, integrada en la actual plaza de Isabel la Católica, que se abrió sobre el solar que quedó libre al demolerse la casa de Correos ya en los años 50. En 1941 la calle Pavaneras no tenía más salida hacia Reyes Católicos que ésta de la calle Sierpe Alta o bien la estrecha calle de la Colcha, surcada por las vías del tranvía urbano.

La desaparecida calle llamada Sierpe Alta tiene significación en la historia del Granada CF ya que en la habitación interior de un bar que había en el número 6 tuvo su sede el club entre julio de 1932 y diciembre de 1934, cuando se llamaba Recreativo Granada, y hasta aquí y desde la estación de Andaluces fueron traídos a hombros los futbolistas que en enero de 1934 venían de empatar en Gerona en el primer partido de fase de ascenso a Segunda División, con la banda del Ave María abriendo carrera, en la que se puede considerar primera gran celebración callejera de un éxito futbolero.

1 comentario:

Jose Luis Entrala dijo...

Sigo recordando unas veces y aprendiendo otras, con todo lo que escribes.
Un abrazo desde Mexico