EL ONCE FANTASMA

Pedro Escartín bautizó al Granada CF (el Recreativo Granada) con el apodo de "Once Fantasma" cuando este club era un recién llegado a la competición pero ya andaba codeándose con equipos de solera y aspiraba a lo máximo.
En este libro se narran las vicisitudes por las que atravesó el Recreativo en sus cinco primeros años de existencia y también se recogen los sucedidos ciudadanos más impactantes de aquella época revuelta que fue la de la II República.
En la foto de cabecera se ve al Recreativo que se enfrentó al Gimnástico de Valencia en el campo madrileño de El Parral, 21 de febrero de 1934. De pie: Sosa, Tomé, Calderón, Luque, Itarte, Carrera, Victorio y Tabales; agachados: Gomar, Morales y Herranz.
Para adquirir un ejemplar firmado y dedicado por el autor (20 €), dirigirse a
jlramostorres@gmail.com


Historia del Granada CF



miércoles, 7 de diciembre de 2016

SE INTUYE LA PRIMERA DIVISIÓN



Tira de humor del gran dibujante Antonio López Sancho con su personaje “José el Gitano”
El Malacitano gana en Los Cármenes por primera vez
A principios de diciembre de 1940 el Granada es líder del grupo sur de Segunda División tras ganar en Badalona. No obstante, es un liderato “no pacífico”, o sea, según el medio deportivo que se consulte, en unos aparece el Granada como líder y en otros como segundo tras el Castellón (con los mismos puntos), ya que los primeros aplican el golaveraje general y los segundos el particular, dado que el Granada perdió 1-0 en su visita a La Plana. Y es que a las alturas de 1940 no acababa de estar muy claro cuál de los dos criterios era el correcto para resolver los empates. Sea una u otra cosa, liderato o cuasi liderato a fin de cuentas, el hinchismo anda eufórico y está asegurado el lleno a reventar para el siguiente partido, el de la jornada 11 con el que concluirá la primera vuelta. Además nos visita el Malacitano, el eterno rival, cuya presencia dejará muy pequeño Los Cármenes con los miles de boquerones que se prevé vengan acompañando a su equipo en tren botijo.Pero, como tantas veces ocurre en el mundillo hinchístico, la euforia pronto se volvió pesimismo.

La cosa ya desde el primer momento empezó a torcerse. La madrugada del día en que había de jugarse el partido, 8 de diciembre, ardieron unos cuatro mil cojines en una caseta de madera que en la explanada de acceso a la tribuna de Los Cármenes estaba destinada a que la Cruz Roja guardara las almohadillas para alquiler. Un centinela de la vecina cárcel dio la voz de alarma, pero nada se pudo hacer, y con la caseta y las almohadillas que guardaba también ardieron dos motores eléctricos para el riego del césped y los dos juegos de redes de las porterías que había en el mismo local, así que hubo que pedirlas prestadas para que el partido se pudiera jugar. Después, en un pésimo encuentro, el Granada fue vencido con justicia por el Malacitano (0-1), de manera que el liderato granadinista por segunda vez quedó como algo visto y no visto y de nuevo fue para el Castellón dejando al Granada segundo.
Cromo de la colección de Almacenes Losada sobre el Granada 0 Málacitano 1
 
Los dos periódicos granadinos destacan en titulares que es la primera vez que el Malacitano gana en Granada en el ya largo historial de visitas de los vecinos. Zubeldia en Patria sólo salva a Trompi y a Maside, y dice que el mal juego del Granada podría ser disculpado si sus jugadores fuesen biseños [sic], pero nunca tratándose como se trata de futbolistas experimentados. Arbitró el sevillano y muy veterano Ocaña, que además era presidente del colegio de árbitros de la Federación Sur y que fue una de las bestias negras de aquel reportero de antes de la guerra (murió en ella defendiendo a la República), todo vehemencia y amor a los colores recreativistas, que desde las páginas de El Defensor tanto bregó en favor de nuestro equipo y que firmaba como Martinenc. Según Zubeldia, Ocaña estuvo falto de autoridad y escamoteó un penalti en el área malacitana. Fernández de Burgos en Ideal dice que fue un partido muy feo y que ganó el que jugó de modo más práctico.

Los Cármenes estuvo abarrotado de personal. Vinieron más de dos mil malagueños y durante el partido reinó el buen ambiente. A su finalización parece ser que unos mozalbetes descontrolados lanzaron alguna pedrada contra el autobús forastero, lo que provocó una protesta formal ante la Federación de la directiva malacitanista y la apertura de un expediente informativo que finalmente quedó en nada.

Victoria sobre el Castellón que da nuevamente el liderato
La derrota en casa ante el Malacitano hizo al Granada perder el liderato, pero pronto se recuperó el optimismo porque las siguientes ocho jornadas significaron cinco victorias y tres empates, y el equipo fue alternativamente siempre líder o segundo, es decir, en todo momento ocupó ya hasta el final del campeonato puesto de liguilla de ascenso.La lucha por los dos puestos de liguilla (no había este año ascensos directos) fue a partir de ese momento exclusivamente cosa de dos, Granada y Castellón, y con un tercero en discordia a poca distancia, el Gerona. 

Así, cuando a primeros de febrero nos visita el Castellón, la oportunidad para abrir brecha es única. Y no se deja pasar porque el Granada vence 3-0 en un sensacional partido en Los Cármenes que lo deja líder en solitario y a cuatro puntos de los de La Plana cuando sólo faltan por jugarse cuatro jornadas.
El pequeño gran Trompi
El triunfo ante el Castellón lo consiguieron: Floro; Millán, González; Maside, Bonet, Sosa; Guijarro, Trompi, Cholín, Bachiller y Liz. Es el once de gala de esta temporada. Éstos más el míster Victoriano Santos y los suplentes Benítez y Lolo Martínez, se concentraron desde tres días antes del partido en una fonda de la calle Real de la Alhambra, de donde bajaron para ir directos a Los Cármenes el domingo 2 de febrero de 1941.

En una fría y lluviosa tarde invernal y con el campo nuevamente a reventar, el Granada ofreció un gran espectáculo a sus seguidores. El trío que formaba la media granadinista fue lo mejor, pero los más floridos párrafos en las crónicas los merecieron el cerebral Bachiller y, sobre todo, Trompi, más artista que de costumbre, que ofreció una de aquellas sobresalientes tardes suyas para la antología del mejor fútbol que se había visto en Granada. “Z” (Zubeldia) dice de él en Patria: «Con él [con Bachiller], haciendo pareja, la movilidad y alegría del juego de Trompi. Juego técnico también, pero con la gracia del maestro que crea una cosa personal e inimitable. Con bullanguería que grita y alborota al sonido monorrítmico de sus pisadas y el toque preciso de pases inverosímiles». Trompi, además de entusiasmar al granadinismo con sus fintas y regates y con sus precisos pases, fue autor del primero de los goles al filo del descanso, Cholín y Liz completaron el tanteo en la segunda mitad.
Otro cromo de la colección de Almacenes Losada, ahora sobre el Granada 3 Castellón 0
Empate en Gerona
Si trascendental era el partido frente al Castellón, una semana después tocaba visitar al tercer clasificado, el Gerona, a cinco puntos de los nuestros. De traerse algo positivo prácticamente quedaría certificada la clasificación para liguilla pues sólo faltarían por disputarse seis puntos de los tres partidos pendientes para completar el calendario. Y así fue. El Granada se trajo un empate a un gol del Vista Alegre gerundense y dejó casi sentenciada su participación en liguilla.

Años atrás, concretamente en 1934, nuestro equipo, el Recreativo Granada que merecería de Escartín el apelativo de “Once Fantasma”, por primera vez en su historia salía de los confines andaluces para disputar un partido oficial y se desplazaba, como en esta ocasión, a Gerona. En 1934 se perseguía un ascenso a Segunda División y también se arrancó un empate (2-2), y además el regreso a Granada de la expedición recreativista dio lugar a otro hito histórico que era la primera vez que ocurría, el de la celebración callejera de un éxito (aunque bien modesto fuera) conseguido en tierras forasteras. Cientos de hinchas encabezados por la banda de música del Ave María llevaron a hombros en triunfo a los futbolistas desde la estación de Andaluces hasta la sede del club, por entonces en un bar de la calle Sierpe Alta (hoy plaza de Isabel la Católica). No ocurrió lo mismo en este febrero de 1941 pese a que ya se intuía un posible ascenso a Primera, porque, aparte de que se podría decir que la hinchada rojiblanca estaba bastante más curtida y había perdido la “inocencia”, la hora de regreso, una de la madrugada ya del miércoles 12, más la lluvia y el mucho frío, no invitaban precisamente a lanzarse a la intemperie invernal granadina, por lo que apenas se concentraron unos pocos hinchas.
El 9 de febrero de 1941 en Gerona este once rojiblanco consiguió empatar a un gol. Guijarro, Maside, Sosa, Bonet, Bachiller, Cholín, Liz y Floro; agachados: Trompi, González y Millán
Tropiezo en Sevilla
Después del empate en Gerona tocaba jugar otra vez fuera, en el campo del Betis. En un Heliópolis convertido en una laguna tocó caer derrotado 3-0, los tres del ariete bético Paquirri. Llevaba el Granada sin perder desde el último partido de la primera vuelta, cuando el Malacitano se llevó los dos puntos de Los Cármenes, pero la derrota no supuso perder el liderato aunque sí dejar reducida la distancia sobre el Castellón a un único punto. En Sevilla, según las crónicas granadinas (no las sevillanas) gran parte de la culpa de la derrota la tuvo el árbitro Eguino, sevillano, viejo conocido de la afición recreativista que ya lo sufrió en un partido frente al Sevilla en el Regional de 1935. Eguino concedió un gol en offside, anuló al Granada el tanto que hubiera supuesto el empate por no aplicar la ley de la ventaja, y encima expulsó a Millán.

Clasificado para liguilla de ascenso a falta de una jornada
En la penúltima jornada, en Los Cármenes, el Granada apaliza 8-0 al débil Badalona, farolillo rojo junto con el Córdoba, ambos muy descolgados. Con esa victoria el Granada se clasificó matemáticamente para liguilla de ascenso una jornada antes de terminar la liga.

Que no hubo color lo certifica el dato de que ya al descanso se llegó con el resultado de 7-0. Lo curioso fue que toda la segunda parte se desarrolló entre una casi generalizada pita de la afición hacia los rojiblancos por entender que no se empleaban a fondo y que debían marcar más goles. Fueron apenas dos mil los hinchas que acudieron a este encuentro, pero como no paró de llover este 23 de febrero, es de suponer que resultaba mucho más fácil chiflar que aplaudir, que para lo primero no hay que soltar el paraguas.

Trámite en Málaga
Después del palizón al Badalona sólo quedaba visitar al Malacitano para terminar la liga regular. Como el Granada tenía asegurado acabar al menos segundo, a Málaga viajó con un equipo entero de reservas a excepción de Maside y Guijarro. En el campo de Baños del Carmen, en un atípico y descafeinado derbi entre eternos rivales, en medio de un peloteo insulso (un término muy de la época), aburrieron malagueños y granadinos, que nada se jugaban, si acaso los nuestros el honor de acabar como campeón del grupo, posición que no otorgaba ventaja material alguna sobre el segundo clasificado.

La derrota (3-0) del Granada y la victoria del Castellón determinaron que en la última jornada acabaran los nuestros en el segundo puesto, a un punto del Castellón. Ambos junto a R. Sociedad y Coruña, primero y segundo del grupo 1º, empezarían a disputar al siguiente domingo la liguilla de ascenso a Primera; los dos primeros clasificados en la liguilla ascenderían sin más trámite, y los que acabaran tercero y cuarto todavía gozarían de una última oportunidad en promoción a partido único en campo neutral frente a los dos últimos clasificados de Primera División (Zaragoza y Murcia).
Millán, Floro y González, trío defensivo menos goleado de 1ª y 2ª, ya empezaban a sonar
Equipo menos goleado
Una vez jugados todos los partidos de primera y segunda, resulta que el Granada es el equipo menos goleado de ambas categorías, sólo 21 goles ha encajado el trío Floro, Millán, González, que ya empieza a ser conocido y cotizado en toda España. En 1955 volverá el Granada a conseguir este honorífico galardón.

Se muda el Pilar del Toro
En el ámbito de la vida cotidiana de Granada lo que más destaca es que la ciudad está inmersa en una constante labor de reforma y embellecimiento de su centro urbano, todo obedeciendo al plan diseñado por su alcalde Gallego Burín. Una de sus características es que varios de sus monumentos y fuentes públicas cambian de sitio y pasan a ubicarse en espacios distintos a los que llevaban ocupando, en algunos casos, desde siglos atrás. La fuente de los Gigantones recientemente se había mudado desde el paseo de la Bomba hasta plaza Bib-Rambla, desplazando a su vez al monumento a Fray Luis de Granada a la plaza de Santo Domingo, también objeto de reforma. Poco tiempo después le tocará el turno a la Fuente de las Batallas, del Salón al Embovedado. Y también al pilar conocido como Fuente Nueva que desde su emplazamiento en la calle (más bien camino) de su nombre pasará a ocupar el sitio en el que sigue en la actualidad, al principio de la cuesta del Realejo. También por estos años se mudó desde el cementerio hasta la plaza de los Tiros la columna monumento al actor Máiquez.
Miranda hace un juego de palabras a propósito de la mudanza del Pilar del Toro
En octubre de 1940 le toca mudarse al pilar del Toro (o de los Almizcleros, que ése fue su nombre antiguamente), obra que algunos autores atribuyen a Berruguete pero que es de discípulos de Diego de Siloé, según Gómez Moreno en su guía de 1892. La magnífica fuente monumental abandonará en breve el lugar que desde el siglo XVI ocupa en la calle Elvira, en la esquina de la desembocadura de Calderería Nueva, para situarse en la plaza de Santa Ana, que acaba de ser remozada plantando cipreses en su lateral cercano a la iglesia del mismo nombre, donde se han construido dos escalinatas laterales para salvar el desnivel con el inicio del barrio de la Churra. Justo delante de la casa natal del alcalde se ubicará el pilar del Toro, lugar donde lucirá bastante mejor y que sigue ocupando en la actualidad.

Relevo en la alcaldía
El 19 de octubre de 1940, simultáneamente a la ofrenda de una corona de flores ante la tumba provisional de José Antonio Primo de Rivera, en El Escorial, del Reichsführer Heinrich Himmler, comandante en jefe de las SS de visita oficial en España, hay relevo en la alcaldía granadina. El camarada Antonio Gallego Burín es ascendido a gobernador civil de la provincia, así que cesa como alcalde, cargo que ocupaba desde 1938, y es relevado por el primer teniente de alcalde, camarada Rafael Acosta Inglott, catedrático en nuestra Universidad de Derecho Romano.

Convertido en primera autoridad provincial, sustituirá al camarada Esteban Samaniego Rodríguez, que llevaba en el cargo desde 1937. «La Falange de España ni rehúye responsabilidades, ni mengua sus ambiciones ante la dificultad», dice Gallego en el discurso que sigue a su toma de posesión. A los pocos días, la corporación municipal, a propuesta de Ricardo Martín campos, presidente del Granada CF, acuerda por unanimidad que una de las nuevas calles que se abran en la Manigua lleve el nombre del alcalde saliente.
El nuevo alcalde, Rafael Acosta Inglott, sentado, firma la contratación de un crédito para financiar las reformas urbanas; a su derecha, de pie, el gobernador civil y alcalde anterior, Antonio Gallego Burín, y a su izquierda el director del Banco de Crédito Local. Casi cortado, a la derecha de la imagen, aparece sonriente el presidente del Granada CF, Ricardo Martín Campos, por entonces concejal
También se muda el reloj de Puerta Real
Al mismo tiempo, con obras comenzadas a finales de junio, se sigue adelante con la demolición de la Manigua. Una de las casas expropiadas en Puerta Real y que habrá que derribar para la apertura de una nueva calle que la conecte con el Campillo Alto y con el Realejo a través de la cuesta del Progreso, es muy popular porque en su fachada hay un reloj de buen tamaño, publicidad de la joyería Regente, que ocupa los bajos de dicha casa, y su función principal es regular el horario de los tranvías, comenta el diario Patria. Este reloj decide adquirirlo la corporación que preside Rafael Acosta Inglott en una de sus primeras decisiones, para que no se destruya y sea trasladado al alto Albaicín, donde no hay ningún cronómetro oficial y el sonido del reloj de la Catedral no llega.

Se barajaron distintos emplazamientos: en la plaza Larga, en la recién abierta calle Pagés, en el cuartel de la Guardia Civil en las Cuatro Esquinas, en el Salvador... Finalmente quedó instalado en la torre de la iglesia del Salvador (donde todavía hoy puede verse, siempre parado en las 8), destruida en 1936 y que está a su vez siendo reconstruida.
Antes y después del reloj del Salvador. Ahora luce siempre parado en las 8
Cita histórica
La expedición granadinista que en febrero acababa de conseguir un empate en el campo del Gerona fue testigo de excepción de un hecho histórico aunque sus integrantes no fueran conscientes de ello ya que era secreto lo que presenciaron.

Cuando los rojiblancos se disponían a tomar el tren que desde Gerona les devolviera a Granada el lunes siguiente al partido, 10 de febrero de 1941, en la estación gerundense hacía su entrada otro tren, pero éste era muy especial. Franco en persona y gorro isabelino, acompañado del cuñadísimo Serrano Súñer, flamante ministro de Exteriores, y de su amplio séquito viajaba en ese tren camino de Italia. Así, en la primera página en que Patria de 13 de febrero de 1941 publica varias fotos del recibimiento a los rojiblancos que vienen triunfantes de tierras catalanas, se informa también del histórico encuentro del Caudillo de España con el Duce de Italia en Bordighera, en la Riviera italiana. Era febrero de 1941 y las cosas bélicas no iban demasiado bien para los transalpinos, recién vapuleados en los Balcanes y el norte de África, que de alguna manera querían cobrarse su ayuda a Franco en la guerra española. Era la segunda (y la última) salida fuera de España del general en todo su reinado, desde que cuatro meses antes, en octubre, viajara a Hendaya («a cierto lugar de Francia», comentó en su día la prensa), para verse con su otro socio, Hitler, y tratar parecidas cuestiones.

De lo que hablaron los dos viejos colegas nada trascendió, como era de esperar, pero de aquella reunión en Bordighera, como antes ocurriera con la de Hendaya, no salió una España nuevamente embarcada en un conflicto bélico, porque antes que nada había que solucionar el muy serio problema de los suministros, de los que apenas tenía España para unos pocos días.

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