EL ONCE FANTASMA

Pedro Escartín bautizó al Granada CF (el Recreativo Granada) con el apodo de "Once Fantasma" cuando este club era un recién llegado a la competición pero ya andaba codeándose con equipos de solera y aspiraba a lo máximo.
En este libro se narran las vicisitudes por las que atravesó el Recreativo en sus cinco primeros años de existencia y también se recogen los sucedidos ciudadanos más impactantes de aquella época revuelta que fue la de la II República.
En la foto de cabecera se ve al Recreativo que se enfrentó al Gimnástico de Valencia en el campo madrileño de El Parral, 21 de febrero de 1934. De pie: Sosa, Tomé, Calderón, Luque, Itarte, Carrera, Victorio y Tabales; agachados: Gomar, Morales y Herranz.
Para adquirir un ejemplar firmado y dedicado por el autor (20 €), dirigirse a
jlramostorres@gmail.com


Historia del Granada CF



sábado, 2 de enero de 2016

PENALTI CERVIÁN



            Habrá pocas personas que lo recuerden porque han transcurrido ya bastantes años y además esta anécdota que quiero rememorar tuvo como protagonistas a dos clubes de los que pintan poco en el panorama futbolero nacional y menos aún pintaban por aquel entonces, militando en el tercer nivel del fútbol hispano, 2ª B, aunque el sucedido no se dio en un partido de liga sino de octavos de Copa del Rey. Fue un suceso curioso que seguramente no habría trascendido más allá de los pocos que lo presenciamos in situ ni habría dado lugar a la polémica que provocó de no ser por la televisión, que retransmitía en directo aquel apestiñado partido de fútbol. El caso es que durante una semana el que se llamó penalti Cervián fue tema de conversación en los mentideros balompédicos de media España y de él se ocuparon numerosos y variados medios de comunicación de difusión nacional.

            Una rotunda y malhumorada frase puede servir de perfecto recordatorio:

            -«¡Me importa un pijo lo que diga Navarrete!».

            Parece incuestionable que quien pronunció estas palabras se crió a la vera del Segura. Y así es. Son palabras textuales de Juan Pereñíguez Pérez, empleado de hostelería en su Murcia natal y árbitro de Segunda B en el momento de pronunciarlas.

            Pereñíguez las dijo la fría tarde-noche del miércoles 17 de enero de 2001 en el nuevo Los Cármenes, en el partido de vuelta de VIII de Copa del Rey (0-0 en la ida) disputado entre dos equipos por entonces en el grupo IV de 2ª B, el Granada y el Guadix. Ambos para llegar a esta ronda habían eliminado previamente a un club de Primera, al Villarreal el Granada y a todo un Valencia líder los accitanos, y esperaban pasar a Cuartos para, con los veinte millones (todavía eran de pesetas) que pagaba la Federación sólo por clasificarse y la previsible buena taquilla que vendría a continuación si tocaba un grande (At. Madrid y Barcelona entraban en el bombo), poder mitigar su malísima situación económica. En el caso del Granada, sus jugadores llevaban dos meses sin cobrar, y su banquillo iba ya por el tercer inquilino, Lalo, sustituto de Manuel Torres Molina que a su vez había sustituido a Ismael Díaz. Faltaba un cuarto, José Ángel Moreno, que relevaría a Lalo. Presidía el partido Manuel Chaves, presidente andaluz, acompañado por el alcalde de Granada, José Moratalla, y el de Guadix, José Luis Hernández.

            El partido, como casi todos los Granada-Guadix de aquellos años, fue bastante espeso y se caracterizó por las escasas ocasiones de golear que se vieron. Jugados los noventa minutos, ninguno fue capaz de marcar, en gran parte debido a la magnífica actuación de los dos porteros, Pindado, del Granada, y Peramos, del Guadix, por lo que después de una prórroga de media hora hubo que recurrir al lanzamiento de penaltis. Y fue precisamente al lanzar el primero de la tanda, a cargo de Cervián, cuando ocurrió aquello que convirtió a este partido en noticia nacional y lo hizo pasar a la historia.

            El lateral izquierdo granadinista -Cervián- conectó un zurdazo, no muy colocado pero sí con gran potencia, que fue repelido hacia arriba por el portero accitano -Peramos- tocando en el larguero y cogiendo gran altura (unos cinco metros) para al caer botar el balón muy cerca de la línea de gol y acabar dentro de la portería por el gran efecto que el rechace en el poste provocó, como se aprecia en el esquema aparecido en Ideal. Gol espectacular y difícil de ver. Y perfectamente válido, el árbitro murciano, Pereñíguez Pérez, así lo decretó sin que nadie protestara. La tanda de penaltis continuó por ambas partes sin más novedad que la resultante de que, una vez lanzados los correspondientes cinco de cada cual, la igualada seguía sin deshacerse ya que granadinos y accitanos marcaron tres y fallaron dos. Cuando iba a comenzar la siguiente tanda, de muerte súbita, fue cuando surgió la polémica, en la que el Guadix a punto estuvo de retirarse en protesta por lo que entendía como una gran injusticia: darle validez al primero de los penaltis lanzados por el Granada.





            Todo lo originó el comentario en la TV pública andaluza, Canal Sur, que retransmitía en directo el partido, del ex árbitro internacional Antonio Martín Navarrete (retirado y también desfasado en su conocimiento de las reglas), que intervenía como comentarista técnico en esta retransmisión. Según Navarrete, desde que el balón había tocado en el césped después de ser rechazado, la jugada había concluido y lo que ocurriera después ya no valía. Esto podría haber sido así hasta 1986, año en que se modificó la norma a causa de una jugada parecida ocurrida en el Mundial 86. El comentario del ex árbitro fue conocido enseguida por todos los que se encontraban sobre el césped del nuevo Los Cármenes, y de ahí la gran protesta de los futbolistas del Guadix.

            Fue en ese momento cuando Pereñíguez Pérez, imperturbable y rodeado de algunos periodistas que le encaraban sus micrófonos, lanzó su lapidaria frase (perfectamente audible a través de las ondas) cargada de casticismo huertano, mientras ordenaba seguir lanzando penaltis a unos y otros hasta que alguno fallara.

            Hubo que llegar hasta el lanzamiento catorce para poder desempatar la eliminatoria, que se decidió a favor del Granada, cuando Pascual acertó pero el accitano Pedro falló.

            «Un error arbitral mete al Granada en cuartos», es el principal titular con el que en primera página Ideal abrió su edición de 18 de enero de 2001. Y continuaba también en titular aunque en letras más pequeñas: «El colegiado Pereñíguez Pérez dio como válido un penalti tipificado como ilegal», todo debajo de una gran foto a color en la que se ve al árbitro murciano rodeado de jugadores accitanos en plena protesta. Pero pronto, al día siguiente, se supo que la decisión del árbitro murciano fue la correcta y vinieron las rectificaciones. En su favor se pronunció el presidente del Comité Técnico de Árbitros y ex colegiado, Victoriano Sánchez Arminio, quien manifestó que «...si los ex árbitros no están al día del reglamento y no lo tienen claro, es su problema, porque la modificación se hizo tras el Mundial 86...».

             El polémico gol fue noticia nacional y dio la vuelta a la piel de toro en una época en la que el Granada era poco menos que un desconocido. Numerosísimas opiniones tanto en contra como a favor de la validez del tanto se sucedieron en muchos medios de difusión nacional al día siguiente, y dieron su parecer varios ex árbitros. El Guadix por su parte protestó formalmente su eliminación en Copa y hasta hubo una manifestación por las calles accitanas en contra de las injusticias que se cometen con los humildes.

            El famoso penalti Cervián trascendió la modestia de sus protagonistas y pasó a la pequeña historia del fútbol español.

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