Don Ricardo Martín Campos -el camarada Martín Campos, según la prensa de una época todavía demasiado azul mahón- viene todo rebolondo por mitad de la calle y a punto de estallar de satisfacción después de haber dirigido unas palabras de salutación y alegría a través de la megafonía instalada en la plaza del Carmen a los varios miles de hinchas allí concentrados, que han seguido con emoción la retransmisión del decisivo partido que jugaba el Granada en Castellón y que han visto recompensada su ansiedad con el triunfo final alcanzado.
No es para menos la orondez de Martín Campos. El club que preside, que es el nuestro, el Granada CF, acaba de ascender matemáticamente a Primera División proclamándose a falta de un partido campeón de campeones de la liguilla de ascenso que disputa frente a R. Sociedad, Coruña y Castellón. Miranda así lo ve en la edición de Ideal de 8 de abril de 1941, dos días después de la hazaña conseguida en La Plana.
El Domingo de Ramos, 6 de abril de 1941, casi simultáneamente a la salida en procesión de la cofradía de la Santa Cena presidida por el conde del Alcázar de Toledo y jefe de las milicias de Falange Española Tradicionalista y de las JONS, el laureado general Moscardó, a los diez años justos de su fundación, el Granada en un partido dramático en el que jugó en clara inferioridad gran parte de los noventa minutos, con sólo ocho efectivos frente a once por expulsión de Liz y lesión de Martínez y Mesa, convertidos en lo que se llamaba “figura decorativa”, supo aguantar y traerse la victoria, la cuarta de los cinco partidos disputados, que aseguraba el primer ascenso de su historia a máxima categoría, 0-1 en el Sequiol de Castellón, con el primero de los muchos goles que como granadinista realizará el recién incorporado César,cedido del Barcelona.
Martín Campos ha aprovechado su intervención a través de la megafonía instalada por la agencia de publicidad Alas Azules y patrocinada por el diario Patria, para solicitar de la hinchada y de toda la ciudad que acuda en masa tres días después a recibir como se merecen a los equipiers rojiblancos. Así, el 9 de abril, Miércoles Santo, con el comercio cerrado para la ocasión, toda Granada ocupa por completo Gran Vía y Reyes Católicos, desde el Triunfo hasta el Ayuntamiento. Y a esa celebración no puede faltar el hincha más popular del momento, Maolico, que hasta ha renunciado al luto que venía luciendo en sus viñetas anteriores en Ideal, y se ha tocado con bombín y armado de bombo y platillo marcha al frente de la banda municipal que no para de tocar el Campeón de Luis Mejías, muy recientemente modificado en sus versos para adaptarlo a la nueva denominación del club (ha desaparecido de su letra aquello de «Recreativo de Granada campeón…», sustituido por lo de «Noble equipo de Granada campeón…»).
Decenas de miles de personas se suman a la que se puede considerar primera gran celebración deportiva que se vive en nuestra ciudad y aclaman a los héroes rojiblancos que vienen a bordo del viejo ómnibus matrícula de Cuenca que desde Córdoba los ha traído a Granada previas escalas en Cabra, Rute, Loja y Santa Fe, y que lleva en el tope de su largo morro una granada confeccionada con flores y en la baca, en grandes letras, la palabra CAMPEONES.
En un país devastado y en el que faltan las más elementales cosas, las hambres y escaseces de todo tipo que sufre la población no le han hecho retraerse y aprovecha que casi por primera vez en años haya algo que celebrar para ocupar con alegría las calles granadinas.
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