De la nada pasamos en una semana al todo. Si contra el Numancia acabamos de jugar el primer partido de nuestra historia, con el Córdoba es sin embargo contra el rival de esta liga que más hemos jugado después del Las Palmas y empatado con el Huelva: cuarenta y seis partidos. Además, el Córdoba es, junto al Elche, el Las Palmas y el Salamanca, uno de los cuatro equipos de segunda contra el que hemos jugado en las tres primeras categorías del fútbol español. De sus veintitrés visitas a Granada tres fueron de Primera, cuatro de Segunda, trece de Segunda B y tres de Copa, que se saldaron con trece victorias rojiblancas, cinco empates y cinco victorias verdiblancas, de las cuales ninguna fue de primera o segunda. No hemos tenido en cuenta los precedentes de los partidos contra el Rácing de Córdoba de la República y primer año tras de la guerra, que después cambió su nombre por el de CD Córdoba y existió hasta 1954 en que desapareció, tomando el relevo el CD San Álvaro del que nació el Córdoba actual. Contra ese fenecido club jugó el Granada otros veinte partidos más, a destacar el de la penúltima jornada de la 39-40, en el Stadium América cordobés; el todavía Recreativo necesitaba vencer al todavía Rácing, pero sólo pudo empatar a uno en un choque violento en el que la estrella recreativista recién fichada, Timimi, vieja gloria del Betis que ganó su única liga en 1935 y autor del gol recreativista, salió con una fractura de tibia y peroné que lo retiró del fútbol. En un ambiente muy caldeado por las acusaciones de intentos de soborno a los cordobeses que circularon entre la hinchada local, el empate a uno final supuso ceder nuevamente el liderato al Cádiz, que fue el que jugó liguilla de ascenso a Primera.
La primera vez que el Córdoba CF apareció por Los Cármenes fue la importante para ambos contendientes temporada 1956-57. Para el Córdoba porque es la de su debut en la Segunda división del fútbol español sólo dos años después de haberse fundado, y para el Granada porque ésta es la temporada de su segundo ascenso a Primera. Aquella liga el Granada fue el líder incontestable del grupo 2º desde la primera jornada hasta el ecuador. Pero al comenzar la segunda vuelta, una pájara de seis partidos seguidos sin ganar, el último con goleada en Jerez, significó que se nos echara encima el Murcia, que más adelante llegaría incluso a hacernos perder la primera plaza, la única que daba el ascenso. Pepe Bailón despidió al míster Álvaro Pérez, que además era cuestionado por parte de la prensa por tener en el ostracismo al que había sido fichaje bomba de principios de temporada, el ex internacional Pahíño, que por entonces ya estaba en lo último de su brillante carrera, pero que era añorado por la afición, que lo recordaba de sus primeros magníficos partidos de comienzo de la liga.
Al ser despedido Álvaro y mientras se le encontraba sustituto nos visitaba el Córdoba, un recién ascendido pero que marchaba también en el grupo de cabeza y hasta el final tuvo opciones de ascenso. El banquillo granadinista en la visita cordobesa lo ocupó por eso Antonio Carmona Ros, en su único partido como míster del primer equipo, antes de desvincularse del Granada y encontrar magnífico acomodo en el Málaga. Antonio Carmona introdujo algunos cambios respecto del equipo que venía siendo titular, dando entrada a Padilla, Cea, y por supuesto, a Pahíño, éste último en sustitución del otro fichaje bomba de la temporada, otra vieja gloria del fútbol español, el que fuera mundialista cuando el triunfo sobre la “pérfida Albión” en Brasil 1950, el vasco Silvestre Igoa. Y el experimento funcionó de perlas porque el Granada apalizó al Córdoba 5-1 con tres goles de Pahíño (uno de penalti) y dos de Gilberto Navarro. Era la primera vez que nos visitaba este histórico club andaluz. Con esa victoria puso el Granada fin a una mala racha y aunque no faltaron sustos, al final y como campeón se consiguió el salto a Primera en la jornada 37 y penúltima, en Almendralejo, en aquella liga de Segunda que por única vez en su historia estuvo formada por dos grupos de veinte equipos, de los que sólo el primero subía ya que se había suprimido la promoción.
Uno recuerda con especial añoranza las visitas a Granada de este vecino cuando ambos militaban en Primera. Eran partidos que solían dejar buenas recaudaciones y daban a la ciudad desde bien temprano un gran ambiente y colorido pues siempre venía el Córdoba bien acompañado de seguidores, como era lo normal cuando un club andaluz nos visitaba. No obstante, uno de esos partidos no contó con tan especial animación por las circunstancias en que se dio. Fue el de 14 de mayo de 1972 en Los Cármenes, que acabó con una mínima victoria local gracias a un solitario gol de Martos resolviendo un barullo. Aquella tarde jugaron por el Granada: Izcoa; De la Cruz, Aguirre Suárez, Falito; Martos, Fernández; Lasa, Chirri, Porta, Santos y Vicente. Por el Córdoba se alinearon: Molina; López Prieto, Rodri, Cepas: Tejada, Alarcón; Rojas (Cruz Carrascosa), Escalante, Garrido, Del Bosque y Manolín Cuesta. Y es digno de recordarse este partido porque es ni más ni menos que el último -por ahora- que nuestro visitante ha disputado como equipo de Primera división. Era la jornada 34 y última de la 71-72, y el Granada con esa victoria alcanzaba su mejor clasificación histórica mientras que el Córdoba, formado en su gran mayoría por canteranos y con Vavá en el banquillo, nada se jugaba porque ya estaba descendido como penúltimo clasificado.
Sí que no faltó colorido la última vez que el Córdoba vino por aquí. Fue otro gran partido, aunque en esa ocasión se trató de un encuentro de 2ª B. Fue el 15 de octubre de 2006, en la jornada ocho. En una tarde de magnífica temperatura y con el nuevo Los Cármenes rozando el lleno en día del club y con presencia de más de mil cordobeses, el Granada, recién salido del largo y negrísimo túnel de la cuarta categoría, volvía a ilusionar a su recuperada parroquia con un partido pleno de entrega y se hacía con los tres puntos gracias a un penalti transformado por Josemi a falta de dos minutos para el final, que rompía el empate a uno. Fue un partido pleno de emoción que recordaba mucho a los de cuarenta años atrás, cuando los dos contendientes vivían bastante mejores momentos.