Quién les iba a decir a los hispalenses que lo que en diciembre pintaba tan bien iba a acabar como acabó. Para el Granada la 71-72 merece letras de oro, pero para el Sevilla seguro que es un mal recuerdo porque, tras una nefasta segunda vuelta, a mediados de mayo descendió a Segunda.
Con Vicente de maestro el Granada borró por completo del terreno al Sevilla, mayoritariamente integrado por jugadores de su filial, de Tercera. Cinco le endosó y pudieron ser bastantes más. Abrió la cuenta Barrios a los cinco minutos y al cuarto de hora Juárez ampliaba el marcador. La protesta del central sevillista Toñanes le costó la expulsión, cosa que influyó en la goleada ya que su puesto pasó a ocuparlo el ex granadinista Ramoní, que en ningún momento pudo frenar el ataque granadino, por eso poco después llegaba el 3-0, obra de Juárez, que dejó sentado al gordinflón Ramoní para anotar un auténtico golazo. Sólo dos años atrás el Granada había cambiado al Barça a este jugador por Pedro Fernández (además del gaditano Juanito y unos cuantos millones); no cabe duda de que salimos ganando con aquel cambio.
Por su parte, el delantero argentino Víctor Domingo “Chivo” (o “Grillo”) Juárez tiene una historia peculiar. Fue uno de tantos falsos oriundos (como Aguirre Suárez) que se enrolaron en nuestro balompié en los años de prohibición de extranjeros. Con pasaporte paraguayo había llegado al Granada la temporada anterior. En su partido de debut consiguió un gran gol ante el Valencia y apuntó muy buenas maneras. Esa temporada Joseíto lo prefirió a Porta, y jugó de forma más o menos regular aunque sólo consiguió cinco goles. Pero en la 71-72 estuvo claro cuál de los dos era mejor y sólo fue alineado en dos ocasiones para marcharse después traspasado al Murcia junto con Lorenzo, donde le fueron bastante mejor las cosas. Parece ser que años después huyó precipitadamente del país cuando, como español, fue reclamado para cumplir el Servicio Militar. En 2000 falleció en su tierra, Formosa, Argentina.
Todavía faltaban dos goles. Los que vimos en la segunda parte. El 4-0 fue obra de Vicente, al transformar un penalti que le hicieron a otro de los destacados, Barrios. Y este mismo jugador cerró la cuenta con el quinto, rematando desde cerca un rechace del meta sevillista. Total, un nuevo arrollador triunfo granadinista que afianzaba a los nuestros como líderes, a tres puntos y un partido menos del Huelva, que aunque es el único andaluz de Tercera se ha colocado segundo. Van siete partidos, la mitad del total, y el Granada va embalado, ha ganado seis y ha empatado uno, y además hemos visto varias goleadas.
Sólo cuatro días después, el 2 de enero de 1972, hay un nuevo enfrentamiento sevillano-granadino, pero en este caso en liga de Primera y en el Sánchez Pizjuán. El resultado para nada se pareció al del campeonato andaluz ya que los nuestros fueron derrotados 2-1, derrota en la que tuvo gran protagonismo el nefasto arbitraje del catalán Fores, que pitó dos inexistentes penaltis en contra que valieron los dos goles sevillistas, y dejó toda la segunda parte en inferioridad a los rojiblancos por expulsión de Juárez, además de aplicar muy distinto rasero a la hora de enseñar tarjetas a unos y otros. Esto, claro, según las crónicas de los medios granadinos, porque las de los sevillanos resaltan la excesiva dureza rojiblanca y hablan de triunfo merecido y de penaltis clarísimos. El caso es que la derrota escoció muchísimo y se habló durante la semana siguiente de persecución arbitral como secuela de las declaraciones de Di’Stéfano y del partido del Bernabéu y la trifulca en que acabó la cosa, que ya sí que tuvo repercusión nacional. A partir de este momento y para todos los partidos de fuera el Granada solicitó la presencia de un delegado federativo.