El
fútbol bien jugado es un arte y artistas pueden ser considerados
algunos virtuosos del balón. Pero refiriéndonos a lo que
clasícamente se ha entendido y se entinde por arte, hay unos pocos
nombres vinculados a la historia del Granada CF que destacaron en
facetas artísticas fuera de las estrictamente balompédicas. Son
nuestros "artistas": Larrabeiti, jugador del Granada entre
1957 y 1963, tenor que en más de una ocasión actuó en las emisoras
de radio locales y también cantó en la boda de algún compañero o
en alguna otra ocasión señalada, aunque no sabemos si llegó en
algún momento de su vida a dedicarse al canto de forma profesional.
Por su parte, el fino y ciéntifico
interior de los cuarenta que era Cesáreo Bachiller tocaba bastante
bien el piano y recitaba sonatinas de Rubén Darío, pero, que
sepamos, sus cualidades artísticas sólo las exhibió en alguna
concentración pre partido y para espantar el aburrimiento. También
Ricardo Martín Campos, el presidente del primer ascenso a Primera,
en su juventud hizo sus pinitos literarios y poéticos en una revista
quincenal que fundó junto a otros en 1918 con el ganivetiano nombre
de Idearium,
y que llegó a poner en circulación unos pocos números. Más
modernamente podemos citar a Pepe Mel,
jugador granadinista entre 1993 y 1995, que es un novelista de éxito.
Ahora que como artista universalmente reconocido y vinculado a la
historia rojiblanca tenemos a Gabriel Morcillo, presidente (el
tercero, tras Julio López y Enrique Carmona Ros) entre julio de 1932
y marzo de 1934, famosísimo y cotizado pintor para el que llegó a
posar el mismísimo Franco en persona y uniforme de almirante de la
mar oceána de opereta, con charreteras, bicornio emplumado y
laureada autoconcedida.
Menos
conocido es el que encabeza este escrito según caricatura de
Miranda, Fidel del Campo, portero granadinista (recreativista) entre
1933 y 1935 y músico profesional después de colgar los guantes.
Fichado en abril de 1933 por recomendación de Manolo Valderrama y
para afrontar la segunda fase o liguilla por la que el Recreativo,
que jugaba en 2ª Regional Preferente, buscaba el ascenso a Tercera
División, ascenso que acabaría alcanzando. Su debut se produjo en
una fecha muy señalada en la historia granadinista, la de 23 de
abril de 1933, que fue cuando el Recreativo (el Granada CF)
estableció el récord todavía vigente de su más amplia victoria en
partido oficial, 11-0 al Jerez en el campo de las Tablas, también la
única vez que nuestro equipo ha conseguido una cifra de goles de dos
dígitos en un solo partido. Su mejor actuación recreativista se dio
también precisamente contra el Jerez, pero en la vuelta, en el campo
Domecq (la mejor de su carrera según el propio Del Campo), en el
último partido de aquella liguilla, donde las grandísimas paradas
del valenciano lograron evitar la derrota y así pudo el Recreativo
terminar segundo (por detrás del Antequera), pero con derecho a
ascender a Tercera, donde jugaría a la temporada siguiente.
Gerónimo
Fidel del Campo García, valenciano de Ayora, llegó a Granada ya
algo veterano procedente del Madrid (nada de Real en aquellos años
republicanos), con el que apenas jugó puesto que tenía por delante
nada menos que a Zamora. En el Recreativo tampoco se prodigó
demasiado, sólo cuatro partidos de la 32-33 a pesar de que
perteneció a nuestro equipo hasta 1935, pero es que si en el Madrid
Zamora le había cerrado el paso, en Granada otro tanto le sucedió y
a partir de su segunda temporada siempre fue suplente del pequeño
gran Tabales. Después de desvincularse del Recreativo en 1935 se
quedó por estas tierras y se estableció en Baza (donde una calle
lleva su nombre) como director de su banda municipal de música. En
Baza vivió y en su equipo jugó, pero no de portero sino de
delantero centro, que esa fue su demarcación antes de colocarse bajo
los palos según contó en entrevista para Ideal.
Fidel
del Campo era aparte de gran futbolista un sobresaliente compositor.
Cuando llegó a nuetra tierra ya tenía a sus espaldas una
considerable obra musical a base de la música de moda por entonces:
fox-trots, valses, pasodobles, chotis y alguna zarzuela, y a los
pocos meses de su llegada, el 6 de julio de 1933, estrenó en el
paseo del Salón, en un concierto de la banda municipal, el pasodoble
«Corazón de oro», dedicado al presidente recreativista en esos
momentos, Gabriel Morcillo Raya. Más tarde, ya después de nuestra
guerra, fue autor de la banda sonora de al menos (que sepamos) dos
películas españolas, cuyo programa de mano aquí insertamos: «El
13.000», de Ramón Quadreny, de 1941, y «Cuando pasa el amor»,
novelón de Pérez y Pérez llevado al cine por López de Varcálcel
en 1942.