El Granada promocionista
Al terminar la
liga regular de Primera División 1942-43, el Granada quedó clasificado 12º (de
14), o sea, en puesto de promoción y obligado a intentar salvar la categoría en
un partido único a disputar en campo neutral. Su rival era el Valladolid, por
entonces inédito en primera, que había terminado tercero en la liguilla de
ascenso recién disputada.
Los castellanos querían que ese partido se
jugara en Chamartín y el Granada pretendía que se dirimiera en La Condomina de
Murcia, pero finalmente lograron ponerse de acuerdo en que el decisivo partido
con la Primera División en juego tuviese como escenario el barcelonés estadio
de Les Corts, fijando el encuentro para dos semanas después de terminado el
campeonato, esto es, el domingo 18 de abril. La directiva estableció que la
expedición granadinista partiría para Barcelona el lunes anterior y se alojaría
en el hotel Florida, del Tibidabo, con Paco Cristiá como delegado y con el
presidente Martín Campos y el directivo Indalecio, más Daniel Saucedo, redactor
de Patria y encargado de radiar el partido para el público granadino, que se
incorporó días después
En la semana
previa al decisivo envite, las mesas de billar y ping-pong y los paseos por los
cercanos pinares del Tibidabo ocuparon la mayor parte de los ocios de la
muchachada rojiblanca, que sólo bajaba a la ciudad para entrenar en el campo
del Europa de la calle Cerdeña, en el barrio de Gracia, y en otra ocasión para
asistir al amistoso Barcelona-At. Bilbao, que se celebró en Les Corts dentro de
las conmemoraciones de los 450 años desde la visita a Barcelona de Cristóbal
Colón al regreso de su primer viaje al Nuevo Mundo. De todas esas actividades
granadinistas en Barcelona estaba la hinchada puntualmente informada gracias a
las crónicas que redactaba el viejo conocido José Zubeldia Amador, del diario La Prensa, abogado y periodista
granadino, muchos años redactor de Patria y antes del Defensor, y en 1936 fugaz
secretario técnico del Recreativo.
Mientras, en Valladolid, el camarada
José Antonio Girón de Velasco (el futuro León
de Fuengirola del bunker
tardofranquista), vallisoletano y a la sazón ministro de Trabajo, disipó las
trabas que en primera instancia impedían que un tren botijo organizado por
Educación y Descanso y cargado de hinchas pucelanos viajara hasta Barcelona. El
Valladolid, que dirigía el húngaro Carlos Platko (hermano del futuro entrenador
granadinista Esteban Platko y del célebre Franz Platko del poema de Alberti)
tenía como hombres más destacados al ex recreativista Torquemada y al interior
Barinaga, cedido del Madrid, que estuvo a punto de venir a nuestro equipo la
temporada anterior. Favorito en los pronósticos, como equipo de primera, era
nuestro Granada.
El anuncio del
partido de promoción hizo que la corrida de Manolete en la Monumental, prevista
para el mismo día y a la misma hora, quedara aplazada para otra fecha.
Recorte de Mundo Deportivo sobre el Granada 2 Valladolid 0 de promoción |
Salvación en Les Corts
A la hora
anunciada, con Les Corts lleno y presidido por el General Moscardó, capitán
general de la IV Región Militar, en la tarde del domingo 18 de abril de 1943,
el Granada (Pérez; Millán, González; Sosa, Bonet, Sierra; Marín, Trompi,
Nicola, Conde y Aparicio), con arbitraje de Vilalta, escribió una nueva página
histórica gloriosa al superar al Valladolid 2-0, ambos de Nicola, y certificó
su permanencia en Primera División una temporada más. En un partido más bien malo,
al Granada no le fue nada fácil superar al aspirante, que por momentos fue
mejor y aguantó casi una hora el cero en su marcador, pero el mayor oficio
rojiblanco sirvió para que en dos jugadas se aprovechara de los fallos
vallisoletanos y sellara la permanencia cuando ya empezaba a pensarse en la
prórroga. González, en el mejor partido de su carrera según propia confesión
años después, estuvo colosal y junto a Millán formó un muro que no pudieron
superar los vallisoletanos.
Entre el
público estuvo César, desplazado desde León para asistir al partido, quien al
terminar el partido fue llevado en hombros hasta los vestuarios por sus ex
compañeros y en medio de la euforia manifestó que si el año que viene no jugaba
en el Granada estaba dispuesto a retirarse (o eso pudo leerse en la prensa
granadina). Días después el Granada presentó una oferta en firme al Barcelona
por César, pero los culés se negaron a dejarlo salir. También días después la
prensa barcelonesa publicaba una entrevista a César en la que éste decía que se
habían malinterpretado sus palabras, y que de ninguna manera estaba pensando en
volver al Granada, cosa que significaría dar un paso atrás en su carrera, y que
él sólo había dicho que se sentía muy orgulloso de su estancia en nuestro
equipo.
En los
vestuarios se brindó con gaseosa y con mucha alegría por el triunfo. Pero allí
mismo y en medio del bochinche el presidente Ricardo Martín Campos anunció su
dimisión. Dos semanas más tarde se lo pensó mejor y se volvió atrás de esta
decisión, continuando como presidente.
Colección de cromos con el Granada 42-43 |
Eliminados por el Ceuta
en Copa del Generalísimo
La disputa de
la promoción y su feliz desenlace no supuso el final de la temporada oficial
para el Granada. Ahora había que jugar la Copa del Generalísimo y el primer
rival era un segunda, aunque cualificado, el Ceuta, que recientemente se había
quedado a las puertas de disputar promoción de ascenso a Primera en la liguilla,
en la que en el último partido perdió en casa precisamente con el Valladolid y
así se clasificaron los castellanos.
La ida, jugada al domingo siguiente del partido en Les Corts, fue en tierras
norteafricanas y de allí se trajeron los rojiblancos un escardón de 5-0 en
contra. En cada uno de los veintiséis partidos de la liga recién terminada más
el de promoción por la permanencia habían logrado los nuestros al menos un gol,
récord absoluto de toda la historia del club, todavía vigente e inigualado,
pero éste fue el único partido de toda la temporada oficial en que el Granada
acabó con un 0 en su casillero. Se alinearon los mismos once que aseguraron la
permanencia en máxima categoría frente al Valladolid, pero con la gran
diferencia de que en Ceuta comparecieron prácticamente sin descanso y con
algunas juergas de celebración y muy poco entrenamiento. Y esos mismos hombres
fueron barridos por el Ceuta en su pequeño campo sin una brizna de hierba, en
un partido en el que el Granada no existió, según las crónicas. Así se perdió
la eliminatoria, porque el margen de goles tan grande
no pudo superarse en el partido de vuelta en Los Cármenes, y el 3-0 final de
una semana después resultó insuficiente y supuso el adiós a la Copa a las
primeras de cambio.
El final feliz
de la temporada que pudo haber sido quedó así bastante empañado y el mal humor
de la afición fue lo que se apoderó de los ambientes futboleros. Mal humor de
la afición pero también de la directiva, que anunció sanciones a los jugadores
por su falta de entusiasmo en su partido en Ceuta.
Paco Bru |
No sigue Paco Bru
La eliminación
del Granada por el Ceuta a primeros de mayo, lógicamente, hizo que el ambiente
futbolero decayera muchísimo. Desde esas fechas los hinchas tuvieron que
conformarse con algún que otro amistoso frente a rivales de escasa entidad,
como la Olímpica de Jaén o el Linares, a los que concurrió un muy escaso número
de aficionados. El mayor interés a estas alturas estaba centrado en la
composición de la plantilla para la temporada venidera, y en ese sentido, a
últimos de mayo se daba a conocer que Paco Bru, a pesar de las dos permanencias
logradas, no continuará para el siguiente ejercicio. Diferencias económicas
decidieron a la directiva a no renovar al buen técnico. Tampoco seguirán
Maside, Pérez, Leal, Uría, Gárate, Gaspar Rubio y Mújica, todos ellos muy poco
utilizados en la temporada recién terminada.
Amistoso de pretemporada en La Rosaleda. Forman de pie: Conde, Múgica, Pérez, Bonet, Camoto, González, Leal y Muñoz; agachados: Gárate, Maside, Trompi, Nicola y Sierra |
Examen de Estado
Este año no
hubo Copa Granada, esto es, el tradicional trofeo futbolero organizado durante
las fiestas del Corpus y como parte de su programa de festejos. Hasta mediados
de junio no hubo un plato futbolero de cierta categoría que echarse a la
andorga hinchística, cuando en una especie de revancha se enfrentó el Granada
en un doble amistoso con su “víctima”, el Valladolid, saldado
el de tierras castellanas con un 3-1 adverso y el de devolución de visita en
Los Cármenes con victoria rojiblanca 5-3. Al encuentro asistieron escasos
aficionados que soportaron un calor de caldera.
Y
eso fue todo lo que dio de sí la segunda temporada del Granada CF entre los
grandes, de la que sin poder decirse que fue totalmente buena porque
prácticamente transcurrió entera con el equipo en los puestos bajos y hubo que
pasar por el mal trago de la promoción, al menos se salvó la categoría, que era
el objetivo marcado. El Granada al superar la promoción podemos decir que
aprobó el Examen de Estado, que era para los estudiantes de aquellos años algo
así como lo que después se llamó Reválida y bastantes más años después
Selectividad.
Dos fotos de las demoliciones de La Manigua |
Calle Ganivet
Los trabajos
de reforma del centro de la ciudad, iniciados dos años atrás continuaban a buen
ritmo y eran una realidad que día a día transformaba el paisaje urbano, en
especial los que afectaban a la demolición del barrio de la Manigua.
El
8 de mayo de 1943 Ideal informa que ha quedado ya totalmente pavimentada la
calle “A” de la Manigua, que va de Puerta Real a la plaza de la Mariana. Es la
calle Ángel Ganivet a la que todavía no se había decidido llamarla así. La
noticia de Ideal se completa con una foto en la que puede verse la recién
abierta nueva calle sin una sola edificación y en primer término las tapias del
solar donde se proyecta edificar las nuevas oficinas de Correos.
A
propósito del nombre con que finalmente se bautizó el nuevo vial, no deja de
ser un contrasentido ponerle el nombre de Ganivet a una nueva calle hecha para
ensanchar el centro de la ciudad. Precisamente el pensador granadino en varios
de sus artículos remitidos desde Finlandia y publicados por El Defensor de
Granada y posteriormente recopilados
para su libro Granada la bella,
censuró hasta el hartazgo la “epidemia
ensanchadora” propia del urbanismo de finales del XIX, cuando se estaba
ejecutando el ensanche de los ensanches urbanos granadinos que es la Gran Vía.
Según Ganivet,
además del destrozo causado desde el punto de vista estético, el derribo de
zonas antiguas para construir en sus solares calles anchas era una moda
artificial y postiza, y una decisión poco apropiada para estas latitudes de
solaneras y calorines extremos: «A Granada llegó la epidemia del ensanche, y
como no había razón para que nos ensancháramos, porque teníamos nuestros
ensanches naturales en el barrio de San Lázaro, Albaicín y Camino de Huétor, y
más bien nos sobraba población, concebimos la idea famosa de ensancharnos por
el centro y el proyecto diabólico de destruir la ciudad…», escribió Ganivet en
su artículo titulado Luz y Sombra, en
1896. Y en el mismo artículo pero más adelante se puede leer algo que viene
aquí que ni pintado y que suena a premonición: «Hay días del año en que es peligroso cruzar la Carrera del Genil
desde el Campillo a la Puerta Real: todo el mundo echa por las callejuelas de
la espalda. Transformemos éstas en otra calle ancha, y tendremos que ir por la
calle de Navas; demos a esta calle la anchura de la plaza del Carmen hasta unir
esta plaza con la de los Campos y será preciso dar la vuelta por la calle de la
Colcha». Quién le iba a decir a Ganivet que lo que él escribió con sorna y así
como pensando que nunca se llegaría a hacer se iba a convertir en realidad
casi cincuenta años después y encima el resultado sería bautizado con su propio
nombre.
En el solar de La Manigua se ha abierto ya una nueva calle, todavía sin nombre |
No se tuvieron en cuenta para nada las
diatribas anti-ensanchadoras de Ganivet escritas casi medio siglo antes. Al
contrario, sólo unos días después de la inauguración de la calle “A” de la
derribada Manigua informa la prensa que dicha calle llevará el nombre de Ángel
Ganivet a propuesta del alcalde Antonio Gallego Burín, aprobada por unanimidad
no sin previamente escuchar a los camaradas Méndez Rodríguez-Acosta y Martín
Campos, quienes opinaban que la nueva calle debería llevar el nombre de Antonio
Gallego Burín, tal como se acordó en un pleno de dos años atrás, cuando éste
ocupaba el cargo de gobernador civil de la provincia. Pero esta propuesta fue
firmemente rechazada por el propio Gallego. No deja de sorprender que alguien
tan ganivetiano como Gallego Burín, quien sin duda conocería de pe a pa todo lo
escrito por Ganivet, finalmente fuera el que decidiera un nombre tan poco
apropiado para un ensanche urbano granadino.
Al día
siguiente, domingo 9 de mayo de 1943, el mismísimo Franco en persona, boinilla
tradicionalista y escolta mora, inauguró solemnemente la nueva calle todavía
innominada.
Franco y señora |
Franco de visita
A Granada había venido el invicto caudillo proveniente de Almería y Motril, como remate a
unos bolos por todas y cada una de las provincias andaluzas. Era la segunda
visita oficial como jefe del Estado de Franco a Granada, donde ya había estado
en abril de 1939, pocos días después de terminada la guerra. A las tres de la
tarde, con palmas reales y repique general de campanas, acompañado de su esposa
y de Arrese, Muñoz Grandes y bastantes más, Guardia Mora incluida, fue recibido
por las fuerzas vivas penibéticas bajo mazas, con el alcalde Gallego Burín al
frente, en la Cruz Blanca, avenida de Calvo Sotelo (ahora de la Constitución,
pero antes: de la República, de Alfonso XIII y de las Estaciones, según las
épocas), y por legiones de camisas azules a las que revistó. De ahí, en coche
de caballos, marchó a la Catedral y Capilla Real entre los vivas incesantes de
la multitud y por un itinerario engalanado y alfombrado corpusísticamente de juncia y mastranzo, pasando bajo un arco
triunfal construido ad hoc en cartón-piedra en plena Gran Vía. Después de un
tedeum, ante la tumba de los católicos monarcas dijo que «Al alzarnos para salvar y redimir
a España lo hicimos pensando seguir el camino que ellos nos marcaron» (gran lección de historia,
ignorábamos que los Reyes Católicos hubieran sido golpistas).
En la Capilla
Real, Ricardo Martín Campos, en su condición no de presidente del Granada CF
sino de teniente de alcalde, en unión de otro edil, hizo entrega a Franco de
una reproducción de la espada de Fernando el Católico, ofrenda de Granada «al victorioso debelador de la
barbarie asiática» (editorial de
Ideal), fabricada por artesanos locales bajo la dirección de José Navas
Parejo, a la sazón Jefe Provincial del Sindicato de Artesanía, con acero y ¡¡¡oro
del Darro!!! de 22 kilates en la empuñadura, y con su correspondiente estuche
de cuero repujado, obra de los hermanos Vázquez Parra. La espada era un regalo
de la ciudad que había quedado pendiente desde su visita anterior en 1939.
De la Catedral
a la plaza del Carmen, haciendo su entrada bajo otro arco de triunfo allí
levantado. Aquí la guardia mora tuvo que repartir algún que otro pescozón, al desbordarse los entusiasmos y amenazar el
buen orden de la comitiva. Tras unos cuantos caralsoles desde el balcón coreados por la multitud brazo en alto y
una breve alocución, bien pasadas las cuatro de la tarde, almuerzo en la propia
casa consistorial, donde se hospedaban el general superlativo y esposa. El
salón de sesiones del Ayuntamiento se transformó en esos días en comedor y en
un salón vecino fueron instaladas sendas amplias camas de matrimonio para la
autocrática pareja, con sus mesillas de noche donde lucían el brazo incorrupto
de Santa Teresa, del que Franco no se despegaba, y el que suponemos su libro de
cabecera, “Los protocolos de los sabios de Sión”. Varias familias bien granadinas cedieron temporalmente
parte de sus tesoros en forma de muebles nobles y obras de arte para decoración
de los aposentos de quien regía con mano de acero los destinos patrios, tal
como ocurrió en su visita de cuatro años atrás.
Franco y su amplio séquito inaugurando la calle “A” de La Manigua |
Continuó
la visita a las seis de la tarde, con entrada bajo palio y salve en la basílica
de la Virgen de las Angustias. Y de allí al final del paseo de Isabel la
Católica (antes de Fernando de los Ríos y antes y después de la Bomba), para
depositar una corona de flores ante la Cruz de los Caídos, situada a la entrada
de la carretera de la Sierra. Vuelta al centro a paso de marcha militar y corte
de cinta que inauguraba la nueva calle de la Manigua (Ganivet) con un paseíto a
pie. Vuelta a la motorización y, a toda pastilla, por Gran Vía, Triunfo, calle
Real de Cartuja y el Tambor, parada en la plaza albaicinera del Salvador, cuyo
templo acababa de ser restaurado, con entrada bajo otro arco de triunfo
levantado para la ocasión. De ahí y a un ritmo frenético, bajada por la cuesta
del Chapiz y Carrera del Darro para continuar por Gomérez hasta la Alhambra e
inaugurar el Hogar José Antonio, de Auxilio Social, para huerfanitas de la
guerra y de la “revolución marxista”.
Y de ahí al Generalife, donde merendó toda la comitiva y asistió a la
representación de un auto sacramental. Aún le dio tiempo a darse un paseíllo
por los palacios alhambreños, iluminados con antorchas por miembros del Frente
de Juventudes, y ver las obras de restauración del palacio de Carlos V que se
llevaban a cabo. Finalmente y con la lengua fuera, ya con la noche bien
entrada, traslado al Ayuntamiento, con nueva salida al balcón y más caralsoles antes de dar cuenta de una
abundante cena. Todavía le quedaba asistir a una zambra sacromontana en el
mismo patio consistorial. Pasada la una de la madrugada llegó por fin la
retreta y hasta el día siguiente.
Por la mañana
temprano partía Franco y su amplio séquito a toda mecha con dirección a Jaén, única provincia andaluza
que le faltaba por visitar.
El No-Do
Un breve
resumen de la visita del Caudillo a Granada y a toda Andalucía fue filmada por
el No-Do (Noticiario y Documentales
Cinematográficos, el mundo entero al alcance de los españoles) y se pudo
ver concretamente en el numerado como 21 B, disponible en la web filmoteca de rtve.es.
En
enero de 1943 había empezado a producirse este noticiero nacional,
estableciéndose mediante decreto su exhibición obligatoria en todas las salas
de cine españolas como aperitivo a la proyección de la correspondiente
película. Producido al estilo propagandístico de los reportajes de la UFA de la
Alemania de Hitler o de los de la LUCE de la Italia de Mussolini, que antes de
la creación del No-Do solían formar parte de los programas en los cines
españoles, a estos mismos vino a sustituir. El No-Do, junto a la difusión de
noticias relacionadas con el régimen del general Franco y su lucha contra la lacra del comunismo, y de la marcha de
la guerra en Europa y el Pacífico, especialmente en lo que atañía a las
potencias amigas, con frecuencia
incluyó en su primer año de existencia reportajes sobre Granada, sus bellezas y
sus costumbres: la fiesta de la Toma, la restauración del palacio de Carlos V,
los buscadores de oro en el Darro y el Genil, la artesanía granadina o su
Semana Santa.
Gran incendio
Durante la
visita de Franco prácticamente todas las fachadas de las calles de la ciudad
por donde había de pasar lucieron profusamente
exornadas, como detallan las crónicas del gran evento que supuso la
estancia en Granada del jefe del Estado y su amplia comitiva. Cobres, mantones
de manila, damascos, colchas, banderas y otros mil objetos desempolvados para
la ocasión colgaron de balcones y ventanas, y también se erigieron por toda la
ciudad distintos monumentos de lo que se conoce como arquitectura efímera, como
al menos tres arcos de triunfo en Gran Vía, plaza del Salvador y plaza del
Carmen. Este último, el levantado junto al Ayuntamiento, a punto estuvo de ser
causa de una gran tragedia casi dos meses después ya que no se procedió a su
desmontaje una vez terminada la visita oficial de Franco, sino que se dejó tal
cual y, pensando en el cercano Corpus, le fueron añadidas ristras de bombillas
de colores para que formara parte del adorno de las fiestas.
El
26 de junio de 1943, al filo del mediodía del primer sábado de Corpus, con todo
el centro de Granada rebosando gente celebrando las fiestas mayores, el arco de
triunfo, que ocupaba todo el lateral de la plaza del Carmen que da a Reyes
Católicos, de la casa de la Bernina a la del Royal, y que había sido erigido a
principios de mayo para la visita de Franco, por causas desconocidas empezó a
arder. Sus quince metros de altura a base de maderas viejas procedentes de
derribos y ramajes de pino muy resecos, formaron en unos instantes una enorme
pira de la que salían llamas de cinco metros y más. El estallido de las
bombillas con que se cubría el arco fue la primera señal de alarma y a punto
estuvo de causar una estampida de los
varios miles de personas que ocupaban la plaza del Carmen y también de los que
en la plaza de Bib-Rambla asistían en esos momentos a un concierto de la Banda
Municipal.
La
casa de la Bernina quedó casi destruida, y con ella las oficinas de la agencia
de publicidad Alas Azules, de tanta
significación en la historia del ascenso a Primera del Granada CF dos años atrás, y el fuego también afectó a varios de los inmuebles de la otra
acera de la calle Reyes Católicos, al propio edificio del Ayuntamiento y al del
café Royal, en construcción, en la otra esquina de la plaza. Justo en la casa
que hace esquina con la calle del Príncipe, donde vivía Ricardo Martín Campos,
teniente de alcalde y concejal delegado de policía urbana e incendios, no quedó
ni un cristal sano y las maderas de los balcones ardieron hasta que los vecinos
del inmueble pudieron apagar las llamas. Aparte de los grandes daños
materiales, sólo hubo que lamentar las leves lesiones que sufrieron algunos de
los bomberos que consiguieron apagar la hoguera más de dos horas después de
iniciada.
La procesión del Corpus pasando junto al arco de triunfo levantado en la plaza del Carmen. Dos días después arderá por completo |