La sección de deportes de Ideal de 6 de julio de 1995 destaca en titulares: «El Granada cederá al Ayuntamiento el viejo Los Cármenes a cambio de la deuda del club». En el texto de la noticia se comenta el acuerdo logrado el día anterior por la directiva de Candi -que lleva poco más de un mes en el cargo- con la corporación que preside Díaz Berbel, por el cual el Ayuntamiento adquirirá la propiedad de los terrenos del campo de fútbol a cambio de la deuda que legalmente pueda demostrar el club. El mismo acuerdo alcanza también al uso exclusivo del nuevo estadio por el club rojiblanco, así como al necesario aval –por sesenta millones y a cuenta de lo que en su día recibirá el club- con el que liquidar lo que se adeuda a futbolistas y técnicos de la campaña recién terminada, cantidad que adelantaría Candi de su bolsillo, pues su pago urgía ya que si no la consecuencia era el descenso de categoría. Es una gran noticia. El club puede verse pronto libre de la gran rémora que significa la losa cifrada en algo más de mil quinientos millones, según la última auditoría. Cunde el optimismo, y con razón. Es el momento de poner los cimientos de cara a un futuro que puede devolver al Granada CF a ser lo que fue si las cosas se hacen mínimamente bien.
En lo deportivo, a finales de julio echa a andar la nueva temporada 95-96 con la presentación oficial de la plantilla. El acto tuvo lugar en el viejo Los Cármenes. Al lamentable estado de conservación que fue norma en sus últimos años de vida se une ahora la casi falta total de césped. Pero como todavía sigue siendo propiedad del club y no se dispone de otro sitio mejor pues el nuevo campo no puede todavía ser utilizado, en sus abandonadas instalaciones se lleva a cabo este acto, e incluso días más tarde se decide por la directiva de Candi suspender la estancia de pretemporada prevista en el Hotel Santa Cruz, de Sierra Nevada, y llevarla a cabo en el viejo campo, a pesar de que no dispone de electricidad ni de agua. Servir como escenario de la pretemporada granadinista 95-96 fue la última utilidad estrictamente deportiva prestada al club por el viejo Los Cármenes.
En la presentación podemos ver las nuevas incorporaciones de cara a la temporada que pronto echará a andar, entre las que destaca el míster, Rafael Alcaide, Crispi, en su segunda etapa como técnico rojiblanco, después de aquella muy olvidable temporada 88-89 en la que sólo dirigió al equipo en cinco jornadas (sin anotarse un solo triunfo) tras tomar el testigo de Pachín y cederlo posteriormente a Lalo. Junto a él son novedades los porteros Ignacio y Fernández, más los defensas Quique Beltrán, Domingo y Mateos. Mención aparte merecen las incorporaciones de Toño, veterano medio defensivo, central o lateral, que procede del Tenerife, equipo en el que casi siempre fue titular en primera; y Juanma, delantero procedente del Logroñés, con el que acaba de descender a segunda, pero formado en la cantera del Gijón.
A lo largo de las dos semanas siguientes vendrán otros, que la cosa de fichar y desfichar siempre fue la mayor pasión de Cándido Gómez, porque los fichajes de esta temporada son cosa exclusivamente del presidente. A destacar los de los veteranos: Urbieta, centrocampista vasco salido de la cantera de la Real Sociedad y que tras su paso por el Figueras viene del R. Unión de Irún; Fenoll, delantero valenciano que había jugado muchos años en primera con el Valencia y que procedía del Castellón, de segunda B; y Julio Soler, carrilero derecho que había jugado bastante en primera en el Betis y el Albacete y venía del Badajoz. Además, es de destacar el gran acierto de propiciar la vuelta al equipo del canario Oti, que se había marchado a mitad de la campaña anterior.
La plantilla se completaba con los pocos que seguían, como Roberto Valverde, Almeida, Molina, Manolín Redondo, Santi, Guti, Víctor Platero, Nando, más algunos canteranos.
A mediados de agosto se presenta una nueva edición del Trofeo Granada, que este año llega a la XXIII, y volverá a consistir (y así ya hasta hoy) en un único partido. Pero el rival es muy cualificado, el llamado “Eurobetis”. La obligada conversión en SAD de casi todos los clubes españoles ha abierto la puerta del Betis a Manuel Ruiz Lopera, dueño y señor de los destinos verdiblancos desde hace poco más de dos años. De su mano y tras tres temporadas en segunda consiguió el club sevillano en la 93-94 el retorno a primera. Y en la recién terminada, con Lorenzo Serra Ferrer en el banquillo, acaba de completar una de las mejores campañas de su historia al quedar tercer clasificado y ganarse el derecho a jugar competición continental.
El martes 22 de agosto de 1995 el Granada (Ignacio (Fernández 45’); Santi, Toño, Guti (Domingo 45’); Julio Soler (Juanma 66’), Oti (Manolín Redondo 78’), Urbieta (Mateos 92’), Molina, Quique Beltrán; Fenoll (Víctor Platero 72’) y Roberto Valverde) y el Betis (Jaro (Diezma 45’); Merino, Vidakovic, Ureña, Josete; Jose Mari, Cañas (Redondo 64’), Stosic, Menéndez (Alfonso 45’); Pier (Kowalczyk 45’) y Sabas) en una gran noche futbolera de las que siempre se recuerdan, inauguraron el nuevo estadio a nivel doméstico. El Betis presentó casi la misma alineación titular que en la temporada anterior tan brillantemente clausurada clasificó a los verdiblancos para la UEFA. Sólo faltaban Aquino, que había causado baja, Cuéllar, traspasado al Barcelona, y Roberto Ríos, que continuaba en el equipo pero no actuó aquella noche. A cambio sí que actuaron algunos de sus grandísimos refuerzos cara a la nueva temporada, sobre todo Alfonso, y también Pier. Además también era un refuerzo de campanillas el lateral izquierdo Robert Jarni, fichado de la Juventus por 600 millones, pero que no viajó a Granada. Con esa plantilla reforzada no pudo repetir la sensacional temporada anterior y quedó clasificado en octava posición, en aquella atípica primera de veintidós clubes, solución de compromiso ante el affaire que acababa de estallar y en el que andaban por medio el Sevilla y el Celta. Era la tercera vez que el Betis concurría a nuestro trofeo pues ya lo había disputado en 1981 y 1987, y en las dos ocasiones lo ganó.
Era la primera vez que los granadinistas podíamos ver a los nuestros en el que a partir de entonces es su escenario habitual. Y el espectáculo que ambos equipos nos ofrecieron aquella noche estuvo a la altura de la pompa que la cosa merecía. Fue un enorme partidazo en el que el Granada superó a todo un Betis internacional y le venció por un justo 4-1. La crónica de Ideal, que firma Antonio Espina, se abre con el titular «El Granada y tres más». Entusiasmado por el gran juego que los rojiblancos desplegaron sobre el recién estrenado césped, el cronista no escatima elogios y destaca la frase que el míster, Crispi, dijera en rueda de prensa: «mis favoritos son para esta temporada el Granada y tres más».
Los grandes alicientes de las varias novedades: situación del club, en breve libre de deudas; nuevas y modernísimas instalaciones; plantilla con varios integrantes fichados de equipos de primera que hacía renovar esperanzas; Candi y su indudable tirón entre gran parte de los aficionados; hicieron que la entrada fuera cercana al lleno, aproximadamente unos doce mil espectadores, los cuales no salieron defraudados.
En especial destacó la línea granadinista del centro del campo, donde Urbieta, Oti y Molina (qué grandísimo partido el de este último) llevaron en todo momento el control. A los quince minutos Fenoll, que también fue uno de los destacados, abría el electrónico (otra novedad) con una gran jugada individual y pared con Molina. Y a la media hora el propio Molina, culminando una gran jugada y una gran actuación hacía el 2-0. El tercero granadinista llegaba ya en la segunda parte, obra del defensa Domingo de cabeza a saque de falta de Urbieta. Acortó distancias para el Betis en el 68 Stosic de penalti. Y ya en tiempo de descuento Roberto Valverde driblaba la desesperada salida de Diezma fuera del área y, a puerta vacía, redondeaba un marcador que colmaba de entusiasmo a la hinchada.
Para servidor, que por primera vez pisaba el nuevo campo, fue uno de los mejores partidos de todas las ediciones del Trofeo Granada.
La mini copa de la fuente de los Leones debía haberse convertido en la de doce (algunas de más del doble de tamaño) en las vitrinas granadinistas. Y digo que debía haber pasado a ser la de doce porque, como sabemos, algunos de esos trofeos ganados por el Granada –la mala economía manda- se habían puesto nuevamente en juego en posteriores ediciones, alterados sus romanos ordinales, y habían sido conquistados por otros equipos, por lo que ya no estaban en la sede de Recogidas. Pero el efecto inmediato, después de la mágica noche futbolera disfrutada, fue que al día siguiente las colas de socios llegaban hasta la esquina de Luis Braille, aunque no todos iban a hacerse abonados porque muchos que ya lo eran buscaban el cambio de ubicación por no gustarles la localidad que les había tocado. De los poco más de mil quinientos socios de las últimas temporadas, en ésta se llega casi al doble, pero el número de abonados sigue siendo escaso.
El mismo martes 22 de agosto de 1995, antes del partido contra el Betis, el Ayuntamiento hizo posesor oficialmente al Granada CF del nuevo Los Cármenes mediante la formal entrega de sus llaves por Díaz Berbel a Cándido Gómez. Junto a la noticia de la entrega de llaves la prensa publicaba los términos del contrato por el cual el municipio cedía al Granada el uso del estadio por la simbólica cantidad de una peseta anual, renovable cada diez años, y a cambio adquiría en propiedad el viejo campo por 1.600 millones, 1.400 de deuda global más 200 para que quedara algo de liquidez al club. En el contrato se imponían varias cláusulas cuyo incumplimiento podía suponer la ruptura del pacto: la obligación del club rojiblanco de constituirse en SAD antes de enero de 1996; el club se hacía cargo del mantenimiento de las instalaciones y de la seguridad del recinto; el Granada sería el único usuario del nuevo estadio mientras que ningún otro club de la provincia ascendiera a una categoría superior. El contrato no es vinculante por el momento, para ello es necesario que sea aprobado en asamblea general de socios.
Esa asamblea ya estaba previamente convocada para el martes 29 de agosto de 1995 a las 20,30 en los salones del hotel Carmen. Con la advertencia previa de Candi de que dimitiría si no se ratificaba el acuerdo con el Ayuntamiento, en el día y a la hora prevista, y con la asistencia de noventa socios, se celebró esta asamblea que tanta cola ha traído después. En la sesión fue aprobado el acuerdo de venta-cesión al ayuntamiento por 76 votos a favor, 4 en contra y 10 abstenciones. Y fue durante el desarrollo de los debates donde se puso de manifiesto que el club había recibido otra oferta que mejoraba la municipal porque subía a 50.000 pesetas el valor del metro cuadrado, es decir, 2.000 millones. Lo que pasó después ya es de sobra conocido, que el campo se vendió a este mejor oferente, pero, al parecer, el camino que se siguió no fue el correcto puesto que la asamblea, el órgano soberano del club, había aprobado la venta al municipio, no a otros, para lo cual habría que haber convocado una nueva asamblea y que ésta lo aprobara, cosa que no se hizo y se optó (al parecer, siempre al parecer, puesto que la cosa todavía está “caliente”) por alterar el acta de la asamblea añadiendo al acuerdo de venta al municipio las palabras “o a terceros”. Estas tres palabras presuntamente añadidas constituyeron uno de los cargos penales contra los responsables de la operación de venta del viejo Los Cármenes, cargos de los que doce años después han resultado absueltos.
Volviendo a lo deportivo, antes de empezar la liga causa baja Mateos, que había fichado por dos años, reclamado por el Cádiz porque según los amarillos la carta de libertad con la que llegó a Granada no era válida al faltarle algunas formalidades y tener todavía el jugador un año de contrato en su club. En su lugar se completa la plantilla con el defensa central sub 23 Antonio José González Santos, Antonio (o Antoñito), procedente del Sevilla B.
Con el objetivo del ascenso y adoptando -como siempre que manda Candi- las rayas rojiblancas horizontales, la liga empieza mal. Con derrotas en Yecla y aquí ante el Macael de Garre, y de José Manuel y Peso en el primer partido oficial del Granada en su nuevo estadio. Y siguen los resultados negativos hasta que en la jornada ocho el Melilla se lleva los tres puntos y cae Crispi, despedido porque el equipo, hecho para subir, se encuentra en las profundidades de la tabla, con siete puntos y sólo seis goles a favor por nueve en contra.
Mientras se contrata un nuevo técnico se hace cargo provisionalmente del equipo el entrenador del filial, un joven y desconocido Lucas Alcaraz. En su primer partido, en Jerez y ante las cámaras de Canal Sur, a pesar de que el sistema y los hombres utilizados son prácticamente los mismos de Crispi, el Granada ofrece un gran partido y se trae los tres puntos (0-2). Viene después una racha de tres victorias y un empate consecutivos, cosa que hace que Candi decida que lo que iba a ser provisional se convierta en definitivo, por lo que ya no hay más cambio en el banquillo en toda la temporada. Y es que con Lucas Alcaraz el equipo tiene otro aire y va poco a poco subiendo puestos en la clasificación.
Además, Candi no renuncia a su pasión favorita y hay a lo largo de la temporada numerosas nuevas incorporaciones. La primera de ellas se había producido ya en la jornada 3, con el fichaje de Crespí, centrocampista mallorquín proveniente del Alavés, que no llegó a cuajar y tras jugar muy poco fue dado de baja en diciembre. Le sigue el delantero centro Vilaseca, salido de la cantera del R. Madrid, que tampoco jugó mucho. Y ya para la segunda vuelta se incorpora un hombre fundamental en el centro del campo aquella temporada, Edu García, que había jugado en primera en el Osasuna y el Santander y provenía del Las Palmas. Pero no queda ahí la cosa pues se refuerza la defensa con Serna, sevillano que jugó varias temporadas en el Sevilla, el Barcelona y el Coruña y que había sido internacional. Y otro refuerzo para la defensa es el del cántabro Juan, que venía del Santander. Y hay todavía más: el centrocampista, cedido por el Valladolid, Chuchi Macón, que en nuestra tierra se puede decir que fracasó rotundamente; y también Juan Carlos Cordero (que varios años después tendrá protagonismo en el balompié local, pero por razones muy distintas), que sólo es utilizado por Alcaraz unos minutos y acaba jugando en el Granada B.
En febrero de 1996 el aspecto de Sierra Nevada en nada se parece al de un año antes. Ahora sí hay nieve en abundancia, por lo que el campeonato mundial de esquí aplazado desde el año anterior puede celebrarse y resulta un gran éxito desde todo punto de vista. Como estaba previsto, la ceremonia de inauguración se celebra en el nuevo Los Cármenes, lo que hace que el partido de la jornada 24, ante el Utrera, haya de ser aplazado, jugándose entre semana (1-0). Antes, a finales de 1995, el ayuntamiento ha hecho público que, ante la mejor oferta de compra recibida por el club, retira la suya y deja en libertad al Granada para que venda el viejo campo al mejor postor.
Con Crispi, en ocho jornadas, el Granada había sido derrotado en cinco ocasiones; pero con Lucas Alcaraz, en las restantes treinta, sólo van a perder los rojiblancos cuatro partidos, el último en Elche, en la jornada veinticinco. De esa forma y tras un final de liga espectacular, se mete el equipo rojiblanco con todo el derecho y como un obús entre los cuatro primeros que disputarán liguilla de ascenso. A la última jornada, disputada el 19 de mayo de 1996, a pesar de la magnífica recta final, con victoria en los cuatro últimos partidos, llegaban los rojiblancos con la necesidad de al menos el empate para evitar contingencias. Y con un Oti sobresaliente, ya que marcó dos goles y dio el tercero, y ante varios cientos de granadinistas desplazados, los rojiblancos ganan en el Carranza 0-3 ante un Cádiz que nada se jugaba, y se clasifican brillantemente en segundo lugar, por detrás del Jaén y por delante del Elche y del Córdoba (ninguno ascendió). Doblemente meritorio es este segundo puesto si echamos un vistazo a los equipos que formaban el IV grupo de 2ª B: además de los citados también estaban el Málaga, el Sevilla B, el Huelva y el Jerez.
Una semana después del magnífico partido del Carranza comienza la liguilla de ascenso, la segunda que disputaban los rojiblancos. Son sus rivales el Orense y dos filiales de equipos de primera, el Valencia B y el Gijón B. El primer partido se disputa en el nuevo Los Cármenes ante el Gijón B, que acaba de proclamarse campeón del grupo I. Su plantilla, como cuadra a un club filial, está compuesta por jugadores muy jóvenes, algunos de los cuales ya han debutado en primera esta misma temporada o la anterior, como Mario Cotelo, David Cano, Sergio Fernández, Aitor Tornavaca, Rogelio, José Manuel y también dos futuros granadinistas, Álex Fernández y Acebal. El entrenador es otro futuro granadinista, Ismael Díaz. Y la primera en la frente. Con el nuevo estadio a rebosar y en un mal partido pierde el Granada 0-1 pese a jugar en superioridad por expulsión de David Cano, merced a un gol de Mario muy protestado por conseguirse en presunto fuera de juego.
En estas malditas liguillas empezar con una derrota puede ser un gran hándicap. Y encima el segundo rival es otro equipo de las mismas características del anterior, otro filial, el del Valencia, que quedó cuarto clasificado en el grupo III y que tiene jugadores como Diego Ribera, Palop, Albelda o Angulo. Precisamente éste último es el autor del único gol por el que el Granada cae derrotado en el partido celebrado en tierras levantinas.
Tras dos partidos y otras tantas derrotas mal pinta la cosa. En el tercero, en Granada, nueva decepción pues los jóvenes valencianistas superan a los rojiblancos y a punto están de endosarles una nueva derrota, la cual no se produce porque en el último minuto el defensa Juan acierta a hacer el gol del empate a uno, primer punto del Granada en esta liguilla que al menos sirve para albergar alguna esperanza. Pero en la cuarta jornada de liguilla, en Gijón, los nuestros no pueden sino empatar a uno (gol de Oti de penalti) y ya sí que no hay nada que hacer pues aunque se ganen los dos partidos que quedan, ya no podrán los rojiblancos alcanzar al rival que falta, el Orense, al que sus tres partidos ganados lo colocan con nueve puntos.
Para colmo, en los dos últimos partidos, ambos de trámite para el Granada, sólo se cosechan otras dos nuevas derrotas, 3-0 en tierras gallegas y 0-1 en un casi vacío nuevo Los Cármenes. Total, sólo dos puntos de otros tantos empates y dos raquíticos goles (por ocho en contra) que dejan a los rojiblancos como cuartos y últimos clasificados. Al final ascendió el que en principio parecía menos cualificado, el rocoso y correoso Orense de Antonio Teixidó, formado en su mayoría por veteranos. Ya se sabe lo del Granada con las malditas liguillas. Tras una remontada sensacional y casi tres meses sin perder un partido, a la hora de la verdad, cuando más se necesitaba, se dio la petardada y algunos hombres que habían rendido a gran nivel en la liga regular, a los seis partidos de liguilla parecieron haber llegado sin gasolina. Nueva decepción.
Tres días antes de la gran victoria en Cádiz, es decir, en la histórica fecha de 16 de mayo de 1996, había tenido efecto la venta definitiva del viejo campo de Los Cármenes. Recientemente los que la llevaron a cabo resultaron absueltos por sentencia de la Audiencia Provincial de Granada, por lo que no entraremos en si la operación se hizo como está mandado o hubo algo que no se puede contar. La venta se llevó a cabo por el sistema de pública subasta, con previa presentación de ofertas en sobre cerrado y con el precio de salida de 2.250 millones de pesetas, lo que se estima que importa en ese momento la deuda total más doscientos millones que den al club liquidez. Cuatro ofertas concurrieron, resultando adjudicado el viejo campo a la empresa Lazasur, la única que cumplía todas las condiciones exigidas, que se hizo con el histórico Los Cármenes con la obligación de satisfacer todos los créditos contra el club que le fueran presentados debidamente documentados.
Terminaba así esta importante temporada en la historia del club.1996 fue un año crucial y marca el comienzo de una nueva era en la historia del Granada CF, ahora ya sin patrimonio, pero con las deudas saldadas y con todo un esperanzador futuro por delante, libre de rémoras. En el terreno de la ucronía y aunque nunca se sabe, no es demasiado aventurado decir que si a las buenas noticias económicas se hubieran sumado las deportivas y se hubiera conseguido el ascenso a categoría profesional esta temporada, quizás estaríamos ahora viviendo otra realidad muy distinta.