EL ONCE FANTASMA

Pedro Escartín bautizó al Granada CF (el Recreativo Granada) con el apodo de "Once Fantasma" cuando este club era un recién llegado a la competición pero ya andaba codeándose con equipos de solera y aspiraba a lo máximo.
En este libro se narran las vicisitudes por las que atravesó el Recreativo en sus cinco primeros años de existencia y también se recogen los sucedidos ciudadanos más impactantes de aquella época revuelta que fue la de la II República.
En la foto de cabecera se ve al Recreativo que se enfrentó al Gimnástico de Valencia en el campo madrileño de El Parral, 21 de febrero de 1934. De pie: Sosa, Tomé, Calderón, Luque, Itarte, Carrera, Victorio y Tabales; agachados: Gomar, Morales y Herranz.
Para adquirir un ejemplar firmado y dedicado por el autor (20 €), dirigirse a
jlramostorres@gmail.com


Historia del Granada CF



miércoles, 4 de septiembre de 2013

GONZÁLEZ, FURIA GRANADINA DE MADRID


El tercero del eterno recitado granadinista de los cuarenta es también el tercer futbolista que más partidos ha jugado de rojiblanco, José Manuel González López (Madrid 1916-Granada 1990), defensa izquierdo que con Millán formó una pareja considerada en su tiempo entre las mejores de España. Padre de futbolista de primera (su hijo con el mismo nombre, José Manuel González López, granadino y salido de nuestra cantera, jugó once años en el Zaragoza) y abuelo de entrenador de primera (Lucas Alcaraz González), llegó al Granada en 1939 como componente de la inolvidable quinta del Trompi que pronto daría a nuestro club años de gloria.
 
En los cuarenta, cada verano sonaba la pareja Millán-González como refuerzo para los llamados grandes. Pero ninguno de los dos finalmente acababa dejando nuestro equipo para fichar por un club de “campanillas”. Año tras año seguían aportando seguridad atrás sin que el descenso de 1945 les hiciera emigrar. Sin embargo, bastantes años después, en la 51-52, sí que consiguió González militar en un grande, el Real Madrid nada más y nada menos, y lo hizo además a punto de cumplir los 35. Evidentemente ya no era el mismo de diez años atrás y por eso sólo consiguió jugar un partido oficial con el club merengue. Fue en Atocha, donde el R. Madrid perdió 3-1 y a la vez muchas de sus posibilidades de ganar la liga, cosa que no conseguía desde los tiempos de la República. No estuvo González muy afortunado en su único partido de blanco (la crónica de ABC dice que desentonó del resto aunque puso voluntad) y para colmo, el tercer gol donostiarra llegó de penalti cometido por el propio González.

A la temporada siguiente tenía contrato en vigor con el club merengue, pero se volvió a Granada («Porque yo a Granada la quiero más que nadie. Más que los granadinos. Para mí es la mejor capital de España» declararía años después en entrevista a José Luis Entrala), de donde se había marchado cuatro años atrás para jugar, antes de su aventura madridista, tres temporadas en el Málaga y vivir también con el eterno rival su primer ascenso a Primera.

Con la vuelta de González más la de Millán y Candi, más la gran promoción de canteranos que pasaron desde el Recreativo de la mano de Manolo Ibáñez, pudo el Granada olvidar el mal trago de 1952, cuando por una vez tuvo suerte nuestro equipo y una decisión federativa lo libró de un descenso a Tercera consumado.

«Como se acerque alguien lo mato», dicen que gritaba González a los rivales malacitanos en el estadio de La Rosaleda la tarde de abril de 1954 en la que el Granada arrancó una importante victoria (1-2) que le colocaba a dos puntos del ascenso directo a máxima categoría cuando faltaban por disputarse sólo tres jornadas. Por entonces si algún futbolista se lesionaba no podía ser sustituido, y González, con un dedo del pie fracturado desde casi los primeros compases, aguantó todo el partido y a base de furia fue básico para la consecución de la importante victoria. Lo malo es que ya no se pudo contar con él en los tres envites que faltaban y al final se perdió el ascenso en Badajoz.

Todavía perteneció dos temporadas más al Granada y consiguió en 1955, con Candi en la portería, Millán en el centro de la zaga y Vicente en el lateral derecho, que nuestro equipo fuera el menos goleado de las dos primeras categorías del fútbol español y jugara liguilla de ascenso a Primera, aunque sin resultado. En 1956, a punto de cumplir los cuarenta recibió la baja, pero todavía jugó un año más en el Baza.

González por la izquierda, todo pundonor y furia, era el complemento perfecto del diestro Millán. El granadino rara vez salió expulsado de un terreno de juego y no se le recuerdan acciones violentas sobre los rivales. González era todo lo contrario. Pero tanto uno como el otro (sin olvidar a Floro, primero del recitado) empezaron a escribir la mejor historia del Granada CF.

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