José Iglesias Fernández (Zamora, 1927-Granada, 2007), Joseíto para el balompié, era un pequeño y gran extremo derecho del mejor R. Madrid de los cincuenta, el que ganaba copas de Europa como si nada. La última vez que se enfrentó al Granada fue en enero de 1958, en el Bernabéu, donde le marcó dos goles a Candi de los cuatro que se llevaron los rojiblancos. Cuando le quedaba poco para la retirada estuvo a punto de venir como fichaje para la 58-59, pero se subió a una parra monetaria demasiado alta para lo que Luis Rivas estaba dispuesto.
Cuando sí que vino fue nueve años después. No para vestir de rojiblanco sino para ocupar el banquillo de un Granada recién descendido de Primera pero de paso fugaz por el segundo nivel, porque con la escalera “joseitiana” en seguida se recuperó la máxima categoría para iniciar la época más gloriosa del Granada CF.
Joséito no era alto y apuesto y su cavidad craneal era notoria. No era dicharachero ni chistoso ni mínimamente amable con la prensa. No era lo que se dice un tío simpático, no. Pero sí que era un grandísimo entrenador. Un hombre con criterio propio que sabía imponer su personalidad en el vestuario e insuflarle su espíritu guerrero. Más de una y de dos veces tuvo que encajar los “piropos” que desde la grada le lanzaban los hinchas, alusivos al tamaño y dureza de su mollera. Pero, números cantan, es el mejor entrenador de cuantos ocuparon alguna vez el banquillo rojiblanco.
Candi lo tuvo claro y siempre supo que Joseíto era el técnico que necesitaba el mejor Granada, hasta el punto de ser capaz de pagar un traspaso para traerse al zamorano. Con Joseíto dirigiendo desde la banda y con una plantilla granadinista irrepetible pudimos los futboleros vivir los mejores momentos de la historia rojiblanca, viendo caer en Los Cármenes a todos los grandes sin excepción y rozando por dos veces la clasificación para Europa.
Cuando le llegó la jubilación decidió ser un granadino más porque, en palabras suyas, Granada le encantaba «a pesar de ser el sitio donde peor me han tratado». Atrás dejó una trayectoria al frente del Granada muy difícil de igualar: seis temporadas y 206 encuentros oficiales dirigidos (sirva el dato de que el siguiente en la lista de entrenadores que más veces han dirigido al Granada, Peiró, está a casi cien partidos menos), además de dos sextos puestos en Primera.
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