José Millán González (Granada 1919-Almuñécar 2008) puede ser considerado como el prototipo del canterano granadino. Nuestra cantera nunca fue muy prolífica y, de siempre, sus mejores productos fueron jugadores de cobertura. Y nadie como Millán para dar seguridad atrás a un Granada (todavía denominado por muchos con su antiguo nombre de Recreativo) que pronto iba a contarse entre los grandes en los años primeros de la larga posguerra.
Valorado en su época como uno de los mejores defensas de España, cada pretemporada se hablaba de que podía ficharlo el Madrid u otro grande, sin embargo no se movió de su tierra hasta que ya con treinta, después de once años consecutivos y de haber dado lo mejor por el club rojiblanco, obtuvo la libertad gratis, por aclamación de la asamblea de socios, para fichar por el Coruña. En tierras gallegas ganó en dos temporadas más que en las otras once, pero su queridísima tierra le tiraba bastante por lo que a Granada volvió para seguir todavía tres años más de rojiblanco. Hasta que en 1955 el fracaso en la liguilla de ascenso a Primera decide a la directiva a darle la baja, a pesar de que el Granada fue el equipo menos goleado de las dos primeras categorías. Pero a sus treinta y seis todavía le quedaba cuerda, y de la buena, de lo que se benefició el Jaén, que ascendió esa misma temporada a Primera con Millán como insustituible.
Floro, Millán, González es el eterno recitado que llena la práctica totalidad de los cuarenta granadinistas, recitado que tiene continuación en la primera mitad de los cincuenta con el de Candi, Vicente, Millán, González. Sus catorce temporadas en rojiblanco y sus 374 partidos le hacen ser el segundo futbolista que más se ha alineado en el Granada CF, sólo superado por Lina. Pero es que además es el único granadino que alcanzó la internacionalidad absoluta militando en el Granada. Fue el 11 de marzo de 1945, en Lisboa, en un partido amistoso que España empató a dos con Portugal. La mala suerte hizo que se lesionara de cierta importancia. Mala suerte para Millán y también para el Granada, que sin su importante presencia en la zaga no pudo evitar el primer descenso de la historia rojiblanca al finalizar la 44-45.
Millán es de ese tipo de futbolistas que conectan en seguida con la grada, que en muchas ocasiones lo reclamaba, al grito de ¡Pepe, Pepe!, para que subiera a rematar cuando las cosas no iban bien y faltaba poco para el final, porque otra de las facetas de este gran futbolista es que iba muy bien en el juego aéreo, hasta el punto de que el míster Valderrama y su sustituto, Cholín, en la 47-48 lo alinearon de delantero centro en numerosas ocasiones. Aquella temporada acabó cuarto máximo goleador, con siete tantos.
Pepe Millán (o Pepe, a secas) es el máximo exponente del futbolista granadino y el iniciador de una saga en la que podríamos inscribir algún que otro continuador (Méndez, Vicente, González (hijo), Barrachina, Aguilera, Lina, Lucena…), defensas sobre todo muy limpios, pundonorosos, sin poses y no exentos de clase futbolera.
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