Manuel Molina García (Granada, 1962), “Lina” para el fútbol, es el jugador que más partidos oficiales ha disputado con la elástica rojiblanca. Nada menos que 382. Para alcanzar esa cifra tuvo la suerte de estar en el momento y el sitio oportuno y así verse favorecido por una norma un tanto absurda, la que obligaba a los clubes de Segunda y Segunda B a alinear en cada partido a dos jugadores menores de veinte años. De esa forma pudo iniciarse muy joven en el fútbol profesional, con 17 años. Pero esto no le resta mérito alguno pues, no hace falta decirlo, si no hubiera valido para el balompìé no habría seguido año tras año hasta completar doce temporadas de rojiblanco, de las cuales todas menos una fue siempre titular. El nuevo récord de Lina, establecido en 1990, tritura el de 374 que ostentaba Millán desde 1955. Y ese récord de Lina podía haber sido todavía mucho mayor, porque si empezó muy joven también se retiró muy joven, antes de cumplir los treinta.
Lina se inició en la cantera del Granada 74, de la que en edad cadete pasó al Granada CF. En sus comienzos era alineado en la zona ancha, en labores de contención. Pero pronto pasó al puesto de defensa central que fue donde desarrolló el resto de su carrera.
Sus características eran las de un defensa muy limpio, muy bien posicionado y que sabía anticiparse a los delanteros contrarios. En ese sentido es de destacar su papel en el marcaje de alguien de la talla de Julio Salinas, a quien literalmente secó y aburrió hasta dejarlo inédito. Y todo sin la menor brusquedad, pues a Lina no se le recuerda ni una sola acción violenta sobre un terreno de juego. Fue la tarde del 29 de enero de 1984, jornada 21, en Los Cármenes, en un partido que ganó el Granada de Mesones 2-0 al filial bilbaíno, que se presentaba como líder de la Segunda división.
En la persona de Lina podemos ver al penúltimo representante de una saga de grandes defensas granadinos cuyo iniciador sería el mismísimo Pepe Millán. Nuestra cantera ha dado sus mejores y más numerosos frutos en futbolistas de la parte de atrás. Casi todos ellos tenían como principales virtudes la nobleza y la elegancia, y también la regularidad; sólo las lesiones les apartaban de la titularidad. Todas esas características se daban en Lina.
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