EL ONCE FANTASMA

Pedro Escartín bautizó al Granada CF (el Recreativo Granada) con el apodo de "Once Fantasma" cuando este club era un recién llegado a la competición pero ya andaba codeándose con equipos de solera y aspiraba a lo máximo.
En este libro se narran las vicisitudes por las que atravesó el Recreativo en sus cinco primeros años de existencia y también se recogen los sucedidos ciudadanos más impactantes de aquella época revuelta que fue la de la II República.
En la foto de cabecera se ve al Recreativo que se enfrentó al Gimnástico de Valencia en el campo madrileño de El Parral, 21 de febrero de 1934. De pie: Sosa, Tomé, Calderón, Luque, Itarte, Carrera, Victorio y Tabales; agachados: Gomar, Morales y Herranz.
Para adquirir un ejemplar firmado y dedicado por el autor (20 €), dirigirse a
jlramostorres@gmail.com


Historia del Granada CF



miércoles, 4 de septiembre de 2013

DEBUT Y APOTEOSIS


El 30 de diciembre de 1970 incluía Ideal, como casi a diario desde su primer número allá por mayo de 1932, este chiste de Miranda que es uno de los últimos que publicó, posiblemente su penúltima nota de humor. Este no es de tema futbolero como tantos otros de los suyos, es más bien de tema personal, es una premonición. El humorista se sabía condenado, de ahí lo de «…el nuevo año que termina con uno». Efectiva y trágicamente, apenas un mes después moría a los 65 años el popular José María Miranda, un granadinista que desde sus primeros dibujos había plasmado en clave de humor las alegrías y desgracias (más de éstas, claro) de nuestro Granada CF.
 
Dos semanas antes nos había dejado también otro popular granadinista, un “furibundo seguidor del Granada”, según lo define Ideal, Antoñico, José Antonio Fernández González, aunque éste era bastante más joven, sólo 36 años. De él dice Ideal en su necrológica que «Se conocía todas las alineaciones del Granada, de muchos años atrás y, dentro de su pobreza y ser minusválido, fue hombre de dignidad»… «Ya no animará más en las gradas de Los Cármenes, su figura no volverá a ejecutar fintas y goles imaginarios sobre el césped ni volverá a recorrer a pie kilómetros y kilómetros hasta que alguien le recogía para ir a ver al Granada de sus amores fuera de aquí». A su entierro acudió el presidente Candi y algunos directivos, y el club costeó una corona.

Ambos habían vivido el mayor hito histórico del Granada CF, la final de Copa de 1959, pero fueron a perderse los mejores momentos en Primera División de la historia del Granada CF, que estaban a punto de llegar.

El vacío dejado por Miranda lo ocupó Martinmorales, aunque ya venía publicando sus monos en Ideal desde hacía algo más de un año, y también, los martes, esta especie de retablo caricaturesco posterior a los partidos del Granada. El que aquí va se refiere al Granada 0 Sevilla 0, de 31 de enero de 1971, un mes después del premonitorio chiste de Miranda, el partido del debut en Granada del muy polémico árbitro que fue Emilio Guruceta Muro.



Debut y casi despedida, se podría decir, porque fue tan enorme el follaero que se formó cuando Guruceta anuló un gol al Granada a poco del final que nuestro club lo recusó y ya sólo volvería a arbitrar al Granada en Zaragoza más de cinco años después, en el último partido de la 75-76, último partido también del Granada en máxima categoría hasta 35 años después, y por Los Cármenes sólo aparecería nuevamente en una ocasión, después de más de diez años desde el gran follón de finales de enero de 1971, el 5 de mayo de 1981, en el partido de Copa por el que el Granada caería eliminado en VIII por el primera Salamanca (0-1 en la vuelta en Granada por 1-0 en la ida).
 
Guruceta, especialista en provocar altercados de orden público, es el árbitro de todos los que en la historia han sido que ostenta más récords arbitrales absolutos, muchos de ellos muy difíciles de batir: el que más motines forofísticos incitó; el que más veces salió de un terreno de juego protegido por guardias de la porra; el que más bombardeos de todo tipo de objetos arrojadizos cosechó; el que más veces fue recusado; el que más estadios tenía vetados; el que más modernamente consiguió que su apellido se coreara por toda la geografía nacional como sinónimo de insulto.

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