El que fue durante muchos años secretario administrativo del Granada, José Cuéllar, le contó a José Luis Entrala que Trompi en una ocasión, en La Coruña, marcó un gol en el que dribló a medio equipo, incluido el portero Acuña, para entrar en la portería con el balón y después sentarse sobre él.
Otra anécdota nos lo pinta recorriendo la banda de Chamartín mirando al público merengue con sorna y haciendo como que se fuma un puro, al terminar el partido por el que el Granada eliminó de la Copa al R. Madrid en cuartos. Esto habría ocurrido en aquel partido de mayo de 1944 en que el Granada venció 0-2, y esa acción de Trompi habría provocado que los rojiblancos hubieran de abandonar el estadio bajo protección policial y en medio de una lluvia de piedras.
Ambas historias casi con toda seguridad son más apócrifas que reales, pero también parecen cuadrar con el carácter del Trompi, porque José Sánchez Pérez (Madrid 1920-Hospital de Valdelatas, Madrid, 1981), Trompi para el balompié, era un artista del regate y contaba con un arsenal de filigranas y diabluras con que aburrir a sus marcadores, pero además era también el prototipo de madrileño chulapón capaz de rematar una magnífica actuación con salidas de ese tipo.
Jugó antes de la guerra en equipos madrileños para fichar en 1939 por el Ferroviaria, equipo también madrileño, de Segunda, con el que disputó el Campeonato Regional Centro. Y una vez finalizado, Valderrama, que acababa de fichar como míster del todavía Recreativo de la 39-40, se lo trajo junto a Maside, también del Ferroviaria.
Debutar y convertirse en ídolo de la afición fue todo uno. En un partido completo entusiasmó a cuantos lo vieron, escapándose una y otra vez con fintas y regates sobre las duras entradas contrarias para servir magníficos balones a sus compañeros desde su posición de interior derecho de los de por entonces. El partido acabó en victoria, 1-0 al Malacitano, gol del propio Trompi, que siempre recordó lo que le emocionaron los gritos de apoyo de la afición y el oír su nombre coreado desde unas gradas que lo adoraban y que siempre lo tuvieron entre sus ídolos como la garantía de espectáculo que era, con sus goles y sus regates de fantasía, y con sus balones medidos en la conducción del juego de ataque.
«Soy el mejor futbolista, / ni el otro ni éste ni aquél. / Cuando juega Pepe Trompi / habrán de reconocer / que mi juego tiene duende… / algo raro, un no sé qué… / que no se puede comprar / y no se logra aprender… / Que… ¿a veces me sale mal? / pa cuando me sale bien / y… ¿entonces compare mío?... / ¿entonces qué dice usted?... / Piense que soy un artista… / en lo mío… un Luis Miguel, / un Tárrega o un Benlliure… / un Wagner… un Rafael». Es un fragmento del “Romancillo de Pepe Trompi”, que en sus buenos tiempos le dedicara el hincha Félix Muñoz.
Once temporadas perteneció al Granada como jugador y algunas más como técnico. En esas once temporadas jugó 266 partidos, que le sitúan en el séptimo puesto de los futbolistas que más se alinearon con el Granada en cualquiera de sus épocas. Por otro lado, sus 77 goles lo convierten en el segundo máximo goleador de toda la historia del Granada CF, sólo superado por Rafa.
Para muchos el Trompi sigue siendo uno de los mejores futbolistas que vistieron de rojiblanco en cualquiera de sus épocas.
1 comentario:
Soy Juan carlos Sánchez calvo nieto de el trompo,que ilusión leer esta publicacion
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