¡Cincuenta mil duros devueltos de Puente Genil!, pregona el lotero versión Miranda en Ideal de 29 de mayo de 1957.
Acababa de celebrarse en Granada el grandísimo acontecimiento ciudadano que fue el IV Congreso Eucarístico Nacional, con el gran bullicio que produjo durante una semana y la vida que aportó a los negocios locales. Fundamentalmente consistió en la celebración de masivos actos religiosos en honor de “Cristo-Hostia” ([sic], Ideal de 21/05/57), como una comunión a la que acudieron veinte mil niños y que se celebró en el estadio de Los Cármenes.
La ciudad recibió en una semana la visita de más de trescientas mil personas, según la prensa, entre ellas, el cardenal Primado de España y Legado Pontificio, Pla y Deniel, y hasta el mismísimo Franco y esposa, en persona y Rols-Royce, asistieron a la clausura del magno evento, que consistió en una multitudinaria misa concelebrada en donde hoy están los jardines del Triunfo y a la que no quiso faltar una inmensa nube de pegajosos e irreverentes mosquitos que revoloteando persistentemente calvas y cogotes quitó solemnidad a la función y convirtió el acto en un incesante y poco santo manoteo de la concurrencia.
Por las aguas de Granada sólo reman los suspiros, según la famosa baladilla lorquiana. Sin embargo, a ciento cincuenta kilómetros, ese riachuelo tan granadino que es el Genil, cuando está en tierras cordobesas poco se parece al que corre por la Bomba y el Salón, y ya se ha convertido en el segundo río de Andalucía, y allí se puede remar a modo y no se hace pie. Mire usted por dónde, en el Genil con todo el equipo faltó poco para que acabara la expedición granadinista la tarde del domingo 26 de mayo de 1957.
Al domingo siguiente de clausurarse el gran certamen del nacional-catolicismo militante, un presunto y chapucero intento de compra del partido por parte de alguien del Granada CF tuvo la culpa de que en la localidad cordobesa de Puente-Genil se recibiera a nuestro equipo con rayos y centellas y de que más de uno temiera por su integridad ante las bravatas y los gruesos insultos de los de la carne de membrillo. Las 250.000 ptas. (un dineral en 1957) que presuntamente el presidente Bailón había destinado a sobornar al portero y un defensa del Puente-Genil para que se dejaran ganar por el Granada, vinieron devueltas porque el pastel se descubrió antes de jugarse el partido e intervino la autoridad. Pero con intento de soborno o sin él, lo cierto es que el Granada ganó con todas las de la ley en el minúsculo y embarrado campo de tierra donde el equipo cordobés jugaba sus partidos en su única aparición en el fútbol profesional.
Las autoridades fueron benévolas con nuestro equipo y sólo impusieron sanciones administrativas a algunos de los protagonistas de esta historia, pero la cosa pudo traer gravísimas consecuencias para el Granada CF, y pudo resultar anulado un ascenso que se ganó en los terrenos de juego.
En Puente-Genil hubo palos dentro y fuera del terreno de juego, pero de allí se volvieron los nuestros con el liderato del segundo grupo de Segunda y con un pie en Primera División a falta de ya sólo tres jornadas por disputarse.
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