El ascenso a Primera de 1966 decidió a la directiva de José Bailón a dotar a Los Cármenes por primera vez de iluminación artificial para poder celebrar partidos nocturnos en una época en la que ya había fútbol televisado todas las jornadas del campeonato. Las estructuras metálicas de la iluminación se construyeron en el verano y pudieron ser estrenadas en el partido de presentación de pretemporada, el tradicional partido de la Prensa que disputaron el Granada y el Os Belenenses portugués el domingo 4 de septiembre de 1966 a las ocho y media de la noche. A la hora convenida, el a la sazón gobernador civil, D. Antonio Luis Soler Bans, pulsó el botón que de forma oficial inauguraba la iluminación del viejo campo, saludada con una ovación por los quince mil espectadores presentes y seguida de la interpretación por la banda municipal de los himnos portugués y español.
El partido acabó en empate a uno, goles de Caetano, que adelantó a los forasteros, y de Agüero, y el granadinista más destacado fue el jovencísimo Lara, extremo recién fichado del Cádiz, de cuyas rápidas galopadas por la derecha nació casi todo el peligro rojiblanco. Por los lusos, que se llevaron el trofeo donado por la Asociación de la Prensa, destacó su cancerbero José Pereira, el titular del combinado portugués que brillantemente acababa de quedar tercero en el Mundial de Inglaterra. El míster granadinista, Ignacio Eizaguirre, se quejó tras el partido de la instalación eléctrica recién inaugurada ya que –dijo- era necesario regular correctamente el reglaje de los focos porque sus jugadores se habían quejado de deslumbramiento en determinados lances.
El primer partido oficial disputado bajo los nuevos focos se jugó dos semanas más tarde y es digno de figurar en todas las antologías rojiblancas porque fue aquella ocasión famosa en la que el Granada le endosó un apabullante 6-2 al gallito Zaragoza de “los cinco magníficos”, reciente campeón de Copa del Generalísimo y disputando en esos precisos momentos la final de la Copa de Ferias, en cuyo partido de ida se había impuesto al Barcelona en el Nou Camp aunque finalmente fueron los catalanes los que se anotaron este campeonato internacional. El 18 de septiembre de 1966, en la segunda jornada de liga y primera disputada en Los Cármenes, los focos, ya corregidos en cuanto a reglaje y orientación, sólo tuvieron que ser utilizados en la segunda parte, a la que llegó el Granada mandando 2-1. Jugaron por el Zaragoza: Yarza; Irusquieta, Santamaría, Reija; Pais, Violeta; Canario, Santos, Marcelino, Villa y Lapetra (esta alineación del Zaragoza, con rima incorporada, es la más importante de su historia); y por el Granada: Ñito; Tosco, Datzira, Zubiaurre; Santos, Lorenzo; Lara, Almagro, Miguel, Agüero y Vicente. Los triunfadores de la mágica tarde-noche fueron los granadinistas Lara, que dio tres goles, y Miguel, autor de cuatro. Vicente y Agüero completaron el escardón.
Los focos aparecieron en Los Cármenes en número de ciento veinte instalados en cuatro torres metálicas perfectamente enfrentadas, dos por cada banda, simetría que duró sólo dos años ya que para construir la tribuna alta en 1968 fue necesario el desmontaje y desplazamiento hasta las esquinas de tribuna de las dos torres de esa banda, de donde ya no se movieron hasta la demolición del viejo estadio. Así, en esta temporada y por primera vez en su historia se televisó un partido desde Los Cármenes. Fue en la jornada 28 y antepenúltima, disputada el 9 de abril de 1967 y en la que el Granada derrotó 2-1 (Rafa Almagro y Miguel) al Elche.
Pero realmente el primer partido de fútbol jugado por la noche en Los Cármenes no fue ninguno de los señalados porque hay un precedente de fecha sábado 24 de julio de 1948, el cual, según Ramón Ramos en “Adiós a Los Cármenes”, es -que se sepa- el primer nocturno de todo el fútbol español. Lo jugaron el filial Recreativo y el Écija dentro de una competición de aficionados no oficial disputada por equipos andaluces de Regional y Tercera a la que se denominó “Copa Primavera”, que había echado a andar en mayo y se prolongó hasta bien entrado el verano.
La canícula andaluza no es cosa despreciable y el no disponer de luz obligaba a comenzar los partidos lo más tarde a las seis/seis y media, una hora a la que, en julio, literalmente arde el cemento de las gradas y en el césped se cuece el cuero de las botas. Por eso, para despedir esta competición amateur, a Manolo Ibáñez, míster del Recreativo, se le ocurrió que se podía improvisar una iluminación ad hoc para la ocasión y así poderse jugar el partido a una hora menos incendiaria. Dicho y hecho. Treinta y dos reflectores se instalaron a todo lo largo del perímetro del terreno de juego y el balón blanco fue embadurnado de fósforo, fijándose como hora de comienzo las once de la noche. El invento funcionó en el sentido de que el campo casi se llenó, pero en lo que se refiere a visión nítida de lo que ocurría en el terreno de juego ya la cosa no pasó de regular. El caso es que ganó el Recreativo 3-0 (Manolo Almagro, dos, y Díaz Cara) y los equipos formaron, por el Recreativo, de blanco: Espinosa; Requena, Pareja; Ramírez, Méndez, Ros; Machado, Cea, Almagro, Sueza y Díaz Cara; y por el Écija, de azul: Lora; Bermudo, Ballesta; Carlos, Núñez, Bautista; Rodríguez, Losada, Cano, Pablo y Bayano. La velada continuó una vez terminado el choque y se prolongó hasta altas horas con una fiesta celebrada en el mismo césped de Los Cármenes, según cuenta la crónica de Ideal que firma Jovi (José de Vicente).
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